Hoja 31.
La voz de Nam Joon...
Ehmm... Mi nombre es Kim Nam Joon, nací en la capital, mis padres se separaron una vez nací y fui criado por mi padre, y ocasionalmente veía a mi madre. A una corta edad vi morir a mi padre en la cama de un hospital y mi madre me acogió con su familia. Tuve un hermano menor inquieto y juguetón que me hacía divertida la vida, también tuve otro padre con el que poco conversaba, pero lo respetaba mucho.
La vida es efímera y llena de metáforas, depende de los ojos que la vean puede ser cruel, despiadada o dulce y amable. Los términos cambian dramáticamente por el individuo, lo que para mi era normal para otros era extravagante y así sucesivamente. Aprendí desde pequeño gracias a mi padre que debía defenderme del mundo, no siempre tendré a alguien cuidándome, así que me volví independiente en mis cosas.
Mi vida era totalmente diferente a la de mi hermano, se reía de cosas pequeñas, jugaba con cualquier objeto que tuviera dos piezas, tenía una gran imaginación y podía crear todo un universo con las sabanas extendidas en el patio de la pensión -si, viví en una pensión-. Lo escuchaba en las noches bajo sus cobijas hablar en segunda persona, "amigos imaginarios" decía, lo escuchaba unos minutos y caía dormido en mi cama. Él era mas dependiente de mi madre, para salir, para comer, para comprar, quería que ella estuviera siempre en sus planes. Me parecía muy iluso y culpe a su edad y la crianza que tuvo al tener ambos padres.
Siendo su hermano mayor, creí que era mi responsabilidad enseñarle que la vida no es color de rosa, que la felicidad no es eterna y que para vivir se debe sufrir porque así aprende el ser humano. El no equivocarse no significa perfección, mas bien es confort, una burbuja donde nada te pasa; nada te dicen y eres feliz sin importar lo demás. Comencé con apartarlo un poco de mi madre, él iba a crecer pronto y mamá no podría seguirle el ritmo, ella necesitaba tiempo para si misma y yo creía que se lo daba todo a mi pequeño hermano. Cuando logre separarlo de mamá, tuve un inconveniente, no se separaba de mi. Al ser hijo único me acostumbre a mi propio espacio y mis cosas, mi pequeño hermano aparecía mágicamente por donde caminaba. Siendo sincero primero me molesto eso, no sabía como decirle que me dejara en paz un segundo, luego, luego, sin darme cuenta también me acostumbre a tenerlo cerca.
Me gusta leer y a él también. Le contaba historias de los libros que me leía mi padre, sus ojos brillaban cada vez que enviaba su imaginación al infinito espacio. Tan ingenuo y tierno. Mi plan de hacerlo mas independiente fue decayendo con el paso del tiempo, mi hermano se hacía mas dependiente y no por mis padres, por mi. Intente cambiar el método contra mi hermano pero fui arrastrado por sus deseos de ser protegido, resguardado y querido, que me di por vencido y lo acogí como si hubiéramos sido criado desde bebes.
No suelo hablar mucho con las personas porque temo que no entiendan mi modo de hablar o expresarme, puedo ser sensible a los detalles o exagerado en las explicaciones. Con mi hermano era diferente, pequeño e ingenuo pero me sostenía una conversación, en su cabeza estaban plasmadas las ideas de sus vivencias y aunque infantil e inocente hablaba claro de lo que quería en el futuro. Por él no me sentí como el arrimado de la familia, fue amable, comprensivo y entregado en su tarea de hacerme sentir parte de su núcleo familiar.
Los años fueron pasando y en mi mente se dibujaba el cuadro familiar de tres, mi madre, mi hermano y yo. Mi padrastro no aparece porque simplemente no cumple con su rol de padre. Mi padre que murió fue una persona estricta y dura pero nunca dejo de mostrarme cariño y amor. Distinto al hombre de la casa que se dedica a malgastar su dinero en algún bar de perdición, bebiéndose hasta la última gota de alcohol que su cuerpo soporta. La parte desgarradora es que mi hermano esperaba que cambiara y que fuera mas amoroso. Nuestra madre lloraba a escondidas y tuve que consolarla en secreto muchas veces para que no se sintiera tan derrotada y sola. Aquel hombre se dibujaba en mi cerebro como un ser despreciable y de poco fiar.
Tengo buenos recuerdos de nosotros tres. Mi madre sacaba tiempo después de su trabajo, cansada de una larga jornada de trabajo para estar con nosotros. Un parque, la cafetería de la esquina o un jardín cercano, cualquier lugar era bueno para nosotros. Jugamos, reímos y nos divertimos mucho estando los tres. Mamá siempre compraba helados o gomas con chocolate, las repartía entre los tres y nos recostábamos en el pasto mirando las nubes del cielo. Nos contaba parte de los libros que había leído en la biblioteca. Comprendí de donde saque el gusto por la lectura porque mi padre a duras penas leía los reportes y los recibos de servicio publico.
Fueron bellos tiempos, habían problemas, pero no le ganaban a la felicidad que me daba mi familia. Nunca le reproche a mi madre dejarme con mi padre y hacer su vida aparte, los dos no se entendían y mamá no estaba en condiciones de cuidar a un bebe, la decisión fue pensando en un bien común antes que en ellos mismos. Decidí entonces que recuperaríamos el tiempo, que no malgastaría mi infancia pensando en tonterías cuando la tengo conmigo y me dio un hermano menor hiperactivo y divertido. De a pocos se volvía dependiente de ellos dos, si estaban bien yo lo estaba, si no estaban bien, yo tampoco. Es lo que llaman compartir lazos, todos sufren entre todos y la carga se divide.
Claro que todo era muy bello para ser verdad. Los libros que leí de autores como Friendzch o Jessie, tienen relatos donde todo se ve bien y es porque se aproxima una gran tragedia que volcara la vida de los personajes. Podría jurar que la mía era una de esas historias. Nadie me hubiera preparado para lo que estaba por venir, esa fachada de alegría y felicidad destaparía el gran monstruo que escondía.
Cierto día, regrese temprano después de las clases, mi hermano saldría dos horas mas tarde y no iba a quedarme esperándolo pudiendo comer dos veces antes de ir a recogerlo. Extrañamente mi madre abrió la puerta antes de que yo incrustara la llave. Vi lágrimas en sus ojos y un tenue moretón en la esquina inferior de su labio. La había golpeado. Era la primera vez que experimentaba un suceso así, maltrato en el hogar, escuche noticias de que el maltrato intra familiar es merito de encarcelamiento, pero a mis escasos once o doce años no es que pudiera hacer mucho. No le dije nada y solo hablamos de como estuvo mi día de clases. Recogimos ambos a mi hermano que también noto el golpe pero no dijo nada, fue después en la noche que platicamos antes de dormir.
— ¿Joonie estás dormido?—.
—Debería estarlo y tu también—. Se paso a mi cama y se metió bajo las cobijas.
—¿Viste que mamá tenía algo mal en su boca?—. Es una ingenua pregunta.
—Se le corrió el lápiz labial—.
—Mamá no usa lápiz rojo o vino tinto—. Era muy inteligente.
—¿Tu que sabes?—. Intente persuadirlo.
—Reviso su maquillaje—.
—¿Te gusta el maquillaje? ¿No crees que eso suena raro?—.
Se quedo callado y me dio la espalda.
—Mamá esta triste por papá... La escuche hablar por teléfono con la tía Kim—. Tan pequeño y debe lidiar con asuntos de adultos.
Sobe su cabeza para consolarlo, era muy pequeño y necesitaba tener una voz de aliento para que su vida no perdiera la magia de la infancia.
— Ya verás que todo saldrá bien. Ellos deben superar esta prueba de papas—.
Esa noche durmió conmigo, no le teme a la oscuridad o se cree el cuento del monstruo bajo la cama, pero si se siente solo cuando esta triste por algo y no lo iba a sacar a media noche corriendo a su cama. Le permití quedarse conmigo y que descansara.
Lo que ninguno de los dos sabíamos era que las siguientes semanas serían como el infierno. Nuestra madre empezó a decaer y a enfermar a una velocidad impensable. No nos quedo tiempo para ayudar o ser de utilidad. Cuando nos dimos cuenta, ya estábamos en un hospital llevando a nuestra madre porque estaba inconsciente y no nos respondía. Eramos tan pequeños, tan ingenuos en ese entonces, mi hermano creía que rezando todas las noches y portándose bien en el estudio mamá se salvaría, yo creía que hacerme cargo del apartamento la libraría de estrés y así ella se recuperaría mas rápido. Ninguno de los dos tenía la razón, el tiempo de mamá había llegado y así como un huracán que inicia sin previo aviso y que arrasa con todo, así fue su enfermedad, la consumió, la destrozo y termino por hacerla dormir eternamente.
Fue un golpe duro para los tres, en especial para mi pequeño hermano que lloro por dos semanas seguidas hasta que se quedo sin lágrimas. No comía como debía, tuve que hacer maromas para que comiera al menos dos veces en el día, no salía al parque, no rendía en el estudio y se quedaba en su cama por horas mirando el techo. Yo por otro lado, tuve que dejar el luto y encargarme de la casa, mi hermano y mi padrastro que empezó a beber con mas frecuencia y a gastar el diario. Viendo la delicada situación por la que pasábamos un pequeño como yo de escasa edad y sin experiencia, estudie y trabaje de repartidor de periódicos, no era mucho pero me daba para los helados y el parque que tanto le hacía falta a mi hermano. Quería demostrarle que aunque mamá no esté nosotros podíamos hacer las cosas como cuando ella vivía y que no teníamos porque derrotarnos.
Quise llevar la responsabilidad a cuestas, quise mostrarle a mi hermano que podía soñar con una vida tranquila y sin complicaciones, que crecería bien y sería una persona útil para la sociedad. No obstante, no contaba con que mis fuerzas llegarían tan rápido a su limite, primero fueron los estudios, luego el trabajo y le sume a mi padrastro que cada que quería golpeaba a mi hermano. En ocasiones llegaba y él tenía a mi hermano debajo golpeándole con la mano o con un palo de escoba. Me interponía y por una razón inexplicable no me golpeaba o maldecía. Nunca entendí ni quise entender porque se comportaba así conmigo, mi única preocupación era proteger a mi hermano y cuidar de que no fuera maltratado, si era posible saldríamos ambos de la casa.
Pensándolo bien fue el mas tonto e ingenuo al creer que solo mi esfuerzo era suficiente para darnos una buena vida. Todo fue de mal en peor, ya no me quedaba tiempo ni para ir al estudio del señor Song, un viejo compositor amigo de mi difunto padre, me gustaba ir de vez en cuando para aprender un poco de como escribir letras y saber sobre la música, pero lo veía mas como un hobby que como mi profesión, muchos decían que desperdiciaría mi intelecto si me convertía en un idol o un famoso, pues estaba echo para otras cosas. Pero ya ni eso podía hacer, mis aspiraciones, sueños e ilusiones se trancaron y fueron reemplazadas por mantener el bienestar de mi hermano.
Nunca hable de esto con él porque estaba en una edad donde agarraba las ideas en el aire, no alcazabas a decir dos o tres palabras cuando él ya sabía de que se trataba el asunto a discutir. Lo alentaba mas bien a que continuara estudiando y que se hiciera a los mejores puestos para no tener tropiezos en una carrera profesional. Quería que soñara y que fuera realista a la vez, que viera las cosas como son pero que no se estancara por ello.
Las cosas seguían su rumbo, nuestro padre no cambiaba, continuaba con su maltrato y sus borracheras olvidándose de que debe cuidar y criar a dos hijos. Hable con él en mas de tres ocasiones y no recibía respuesta ni buena ni mala, ni siquiera un golpe para saber que entendía o no. Y entonces llego el día en que perdí la paciencia y le hable sin respeto, con gritos y lágrimas de desespero.
—¡¿Porque te metes con él?!—. Le grite pidiendo compasión por mi pequeño hermano que estaba golpeado en la habitación.
—¡Porque estoy harto de todo esto!—. Espetó rojo de la irá.
—¿De que? ¿De la miserable vida que nos das?—.
Me miro fulminante, con las venas de la frente brotadas.
—¡DE TI!—. Lanzo contra el suelo la botella que traía de la tienda. — De que esté pegado a ti y se olvide de su padre, de que estés con nosotros cuando ella se fue.., ¡Estoy harto de verte! ... No puedo hacerte nada porque se lo prometí a ella...—. Empuñaba la mano pegada a la rodilla.
Nunca lo vi realmente como un padre, no teníamos mucho contacto y nuestras platicas fueron iniciadas por terceros. Aún así, sus palabras cortaban como navajas de fina platería, y desgarraban mi existencia igual que un gancho de metal en la carne. La razón por la que me quede y estuve pendiente de la casa fue por mi hermano; porque quería que su vida no tuviera tropiezos, que la muerte de mi madre no fuera un motivo para que dejará de crecer y vivir. Lo que termino siendo fue su castigo y su infierno, la peor parte de su vida.
Esa noche no hablamos mas y cada uno cogió hacía su habitación. Me quede velando el sueño de mi hermano que sollozaba dormido y pensé en lo que debía hacer, en que era lo mejor para todos. Mi hermano era el importante, no yo. Soy independiente desde pequeño, no me dolería regresar a esos tiempos que comía solo en la mesa, si eso le daba una oportunidad a mi hermano de poder ser feliz y de evitar que su cuerpo siga recibiendo las marcas de un hombre lleno de frustraciones, no le daría mas vueltas al asunto.
A la madrugada del día siguiente, con no mas que una maleta de ruedas sencilla, salí de la casa, deje a mi hermano con mi último sacrificio de fe y esperanza, deseando que tuviera una buena vida y que al menos ellos dos pudieran seguir como en familia. Había ahorrado con los trabajos de repartidor y en la escuela, ser inteligente tiene sus ventajas. Podía pagar una pieza y encontrar otro trabajo con mas paga para sostenerme, no me iba a dejar vencer por esto, hacía un bien, cuidaba de mi hermano aún estando separado de él. No digo que no me dolió porque sería un mentiroso, llore un par de noches, recordando a mi madre y la risa de mi hermano cuando llegaba a la casa con una nueva historia.
El tiempo paso y la distancia se agrando. Si al principio veía a mi hermano una vez a la semana a escondidas, ahora ni eso hacíamos, dejo de ir al parque, dejo de buscarme o de llamarme, pensé que nuestro padre lo había amenazado y por eso se había alejado un poco. Quise estar seguro de que todo estaba bien y me arriesgue a ir hasta la casa, no iba a entrar solo lo saludaría y eso sería todo.
—¡Vas aprender a respetar mi palabra!—. Una voz ronca y escandalosa se escuchaba desde la entrada. También golpes y cosas que caían.
Aumente el paso porque tenía un mal presentimiento. Me acercaba cada vez mas a los gritos y los golpes, hasta que llegue justo en frente de nuestro apartamento, de adentro provenía el escándalo. Mi mano se adelanto para tocar, y mi cerebro la detuvo antes de tocar la madera, ¿que de bueno saldría si me aparezco?
—¡No puedes prohibirme que nos veamos. Es mi hermano!—. Escuche a Jungkook, su voz es diferente.
—¡Puedo y debo hacerlo! Él es un desagradecido, nos dejo aquí solos—.
—Porque los dos lo presionamos. Tú con esa actitud y yo con mis niñerías. Ninguno quiso escucharlo o entenderlo—.
—¿Eres estúpido? Tuvo el amor y la atención de tu madre, el amor que debía darte a ti, se lo dio a él—.
—Te equivocas papá... Eras tú el que nunca estaba y siempre llegaba para dormir. Mamá nos cuido a ambos por igual, compartimos su amor y yo fui feliz ...—.
Lo único que ganaría entrando al apartamento es complicar las cosas y tal vez haciendo que Jungkook tenga mas dolor en su corazón. Retrocedí dos pasos y seguí escuchando.
—¡Porque eras un niño ingenuo e inocente. Entiende!—.
—No papá, eres tu quien debe entender. Si quieres que no me vea con mi hermano tendrás que matarme—. Esa frase dejo un vació en mi corazón, es un reto a nuestro padre que a veces no piensa y solo actúa.
—No me retes Jungkook. No sabes de lo que soy capaz—. Pero esta otra frase me heló la sangre. ¿Sería capaz de acabar con la vida de su hijo solo por un intruso?
—Siento escuchar eso papá...—. Escuche los zapatos pesado de Jungkook hacer crujir la madera, iba a salir.
Corrí a la vuelta de la torre para no ser visto, esperaría que se fuera y regresaría. No me iba a aparecer delante de le dándole motivación a sus pensamientos. Eso jamás, no me sacrifique para que él termine así por mi culpa. Asome solo los ojos y Jungkook salió, bufo y murmuro mirando el apartamento, sacudió su cabello y zapateo; sabía que había hecho mal con retar a nuestro padre y que hablo de mas.
Ese día decidí ponerle fin al sufrimiento de los tres. Papá sufría si mi hermano estaba cerca mio, mi hermano sufría por nuestro padre y yo sufría viendo a mi hermano tan desesperado. Así que seguí a Jungkook, estuve lejos pero lo vigilaba, fue al parque, luego de un rato por una soda, después paso por una tienda de comestibles y compro paquetes de papas y finalmente regreso al parque. Saco el celular del bolsillo de su saco negro que acostumbraba a tener puesto, deslizo los dedos y se puso el auricular. En eso mi celular sonó, me había llamado.
—¿Diga?—. Conteste desganado.
—Oh, hyung... Ehm, ¿estas trabajando?—.
—No. Estoy en el apartamento, ¿porque?—.
—Siento no haberte llamado estos días, estuve muy ocupado en el estudio y el trabajo—.
—¿No dejaste el trabajo?—.
—Hyung, necesito dinero para mis gastos—.
—Pídeselo a papá—.
—No quiero ser un joven que depende del sueldo de sus padres—.
—Vaya, como has cambiado—.
Él sonrió como siempre.
—... Ehmmm... Hyung, quiero preguntarte algo...—. Su expresión cambio y levanto el rostro al cielo, tal vez quiera llorar.
—Antes... quiero decirte algo...—.
—Si, dime—.
Seré catalogado como la persona mas ruin y miserable, pero al no tener mas alternativas y después de escuchar a escondidas la discusión de los dos, no me queda de otra que desaparecer de la vida de los dos. Así, hasta yo podré tener una vida.
—Esta será la última vez que hablemos... No intentes contactarme cambiare de número, también me mude de habitación y de trabajo... Quiero que te olvides que tienes un hermano, porque yo jamás te vi como eso—.
Tuve que tragar entero y respirar profundo para que la voz no se me cortara y no se escuchara que había empezado a llorar.
—¿Que pasa hyung? ¿Porque me dices esto?—.
—Porque es la verdad. Ya eres un hombre y puedo hablarte con sinceridad—.
—No te creo... ¡Es mentira! Me cuidaste y me protegiste cuando mamá murió—.
—Porque ella me lo pidió. Es la voluntad de un muerto. Eres grande, mi trabajo esta echo... Además, no tengo porque lidiar con un niño mimado y consentido. Así que, adiós pequeño Jungkook—.
—¡Hyung hablemos! —. Colgué. —¿Hyung? ¡¿hyung?!—. Él no se rinde fácil y volvió a marcar, pero rechace todas la llamadas y las siguientes y las siguientes.
Deseche mi corazón de hermano mayor y lo tire tan lejos como mi amor por una familia. Me di la vuelta y me subí a un taxi que estaba aparcado, deje atrás a Jungkook, no lo mire o sentí lastima, suprimí cualquier sentimiento de culpa o de compasión, ya que si no lo hacía así, me regresaría a consolarlo y decirle que todo era mentira y que íbamos a estar bien. Le dejaría hacer su voluntad y si me encontraba volvería a desaparecer hasta que se cansara de seguirme y depender de mi presencia, de su hermano mayor.
Después de eso cree un muro entre lo que es una familia y mi vida, me mude varias veces y cambie de trabajo otras tantas. No se lo que tener una buena vida y solo trabajo para subsistir, porque no quiero morir; aunque es complicado vivir. Este soy yo ahora, un Nam Joon que detesto ver frente el espejo y que le gusta ir de parque en parque en busca de un momento de paz y tranquilidad; un Nam Joon que escribe frases sin sentido en una libreta vieja que tomo del loquer de su madre después de que murió... Un hombre que por designios de la vida debe enfrentar un pasado que quiso enterrar... Un hombre que le teme a la soledad aunque es la única que lo resguarda y lo acobija... un hombre que desearía no ser...
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Les traigo al sexto, Nam Joon. Cada vez que leo algo de él me eriza la piel por su pensamiento.
Listo, esta todo preparado para el momento mas doloroso de sus vidas. Porque primero se debe sufrir y aprender para luego entender y ser felices.
No se lo que digo, culpen a tantas cosas que han pasado en BTS en estos días. #JhopeYouArePerfect
Los leo en la otra!!!! chu~~~
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