Hoja 29.

Cero nervios, cero estrés. Estoy en el apartamento de Jungkook, sirviendo el almuerzo, con la mirada agresiva de su padre clavada en mis costillas. Lleva desde que se sentó en la mesa viéndome como bicho raro, estoy segura que le agrada mas la cucaracha que esta pegada al techo, era mejor cuando me ignoraba por completo. 

Me mentalice con que Jungkook no era buen cocinero y que no debía esperar mucho del almuerzo, es mas, hasta planee decir que estaba delicioso aún si no era cierto. Sin embargo logro darme una grata sorpresa, la consistencia era irregular pero el sabor era exquisito y lo compensaba muy bien. Siendo la única mujer en la mesa, me correspondía servir. Tome uno de los platos y serví como mi madre me enseño, por partes y haciendo un balance dentro del plato; ni mucho ni muy poco. 

Cuatro ojos vigilan mis movimientos, deseo salir corriendo y olvidar que una vez estuve en ese apartamento, pero es producto de mi propio invento. Bueno, no puedo ser culpada cuando creía que Jungkook y su padre se llevaban tan mal que respirar el mismo aire era tedioso. Me encuentro con que se sientan a la mesa juntos. Pongo lo servido para cada uno, me siento, mi mano tiembla por los nervios, ni siquiera se que psicología utilizar para relajarme y hacer como si nada. 

— Buen provecho—. Balbucea el señor.  Suerte que aún no tenía comida en mi boca. 

Los dos asentimos y bajamos la cabeza a la comida. Concentración, nada mas que la comida, no ver a ningún otro lado, es como esas misiones en televisión donde se sientan a la mesa con el enemigo, fingiendo que todo esta bien. La cuchara subía y bajaba de mi boca al plato. No esta nada mal, ahora se, que Jungkook no moriría de hambre porque sabe lo básico de la cocina. Eso explica porque conserva su cuerpo y no se ve tan escuálido como debería. 

Quedo satisfecha con la mitad de la porción que normalmente como, el resto esta lleno de nervios y aire comprimido en mi estomago, puede que el guisado de Jungkook lo este rechazando. Comimos en silencio, el murmullo de nuestras respiraciones y el golpe de los cubiertos en los platos fue lo que se escucho. La situación fue  mucho mas incomoda cuando la comida se acabo y no había motivo para permanecer en la mesa. Iba a romper el hielo pero Jungkook se adelanto. 

— ¿Tienes que trabajar hoy?—.  Pregunta para su padre, sin levantar la mirada. 

—Si. Turno en la noche—. Sorprendentemente responde. Tiene un palillo en la boca sacando los restos de comida dentro de los dientes. 

—¿Otra vez?—. Dijo Jungkook. 

—Así son en el trabajo—. 

— ¿De verdad? Imagino que debe ser duro trabajar en un bar levantando el codo, acabando el trago de las botellas—. Eso es fuerte. Estoy en medio de los dos, y presiento que mi vida correrá peligro. 

—¿Que, ahora me sigues?—. El tono de su padre no era nada amable. Hizo fuerza con los dientes y quebró el palillo. 

—No tendría porque, pero ya que no puedes dejar tu adicción, quise ver que hacías—. Jungkook levantó la mirada, esta retando a su padre. 

Un golpe en seco a dos manos sobre la mesa me hizo brincar en el asiento del susto. El aura que rodeaba al padre de Jungkook no solo es oscura, también es agresiva y tosca; algo malo pasará si los dos siguen así. 

— Mira mocoso, soy tu padre y me debes respeto. ¡Si. Me echaron del trabajo!  ¿Y que? Eso no es problema tuyo—. 

Jungkook dio un puño a la mesa y se puso de pie. En sus ojos no había irá o rabia, había decepción, tristeza. 

— ¡No lo sería, de no ser porque tomas el dinero que gano trabajando para comprar alcohol y caer ebrio en la calle!—. 

En cuestión de segundos veo al señor con una mano puesta en el cuello de Jungkook y la otra tomando altura para caer como una bofetada. Le da la primera bofetada dejando el rostro de Jungkook mirando en otra dirección, sonó tan claro que hizo eco en mis oídos. Él regresa el rostro con los ojos cristalizados y aprieta los labios, en la esquina brota una gota rojiza. Su padre indignado por que se siente desafiado quiere dar la segunda bofetada demostrando su autoridad y es cuando mi cuerpo se mueve por si mismo casi como si una corriente de aire me estuviera llevando; mis manos frenan en caída aquella bofetada que pretendía reprender la rebeldía de un joven en edad media.

—¡ Deténgase por favor!—. No se como explicar lo que estoy haciendo, impulso, valentía o estupidez, las tres juntas son perfectas para definirlo. 

Siento su fuerza, es el doble de la Jungkook, por ende, es cuatro veces mas fuerte que yo. La mano cae lentamente por la fuerza que ejerce de mi agarre, y termina empujándome contra la pared poniéndome al lado de Jungkook que trata de zafarse.

— A los dos les enseñare a respetar a los mayores—. Cerré los ojos con fuerza esperando recibir el golpe, pero también dije las últimas palabras antes de ser fulminada.

—No haga algo de lo que puede arrepentirse después... Le dolerá mas que a nosotros—. 

Fui sacudida contra la pared, soltó mi agarre y escucho sus pasos hacía atrás. Abro los ojos, Jungkook se limpia la boca y trata de respirar. Su padre nos observa enojado, toma unas llaves de la mesa, su saco colgado en el espaldar de la silla y sale del apartamento azotando la puerta. Recuerdo que debo respirar y dejo pasar el aire a mis pulmones, fue un instante de adrenalina, ya me veía con un trozo de carne sobre mi ojo morado por la golpiza que iba a recibir. Pongo la mano en mi pecho, mi corazón retumba en el pecho, puede ser por el miedo o el simple susto de haber detenido un golpe. ¡Fue de película!

A mi lado Jungkook cae al suelo deslizándose por la pared, debe estar impactado, aunque ese trato debe ser algo normal para él, entonces ¿porque esta tan afectado?

— Ufff. Que alivio. Pensé lo peor—. Dije y me senté a su lado. 

Jungkook no respondió y tenía la cabeza clavada en las piernas. 

— Tu papá tiene un fuerte temperamento—. 

—¿Porque lo hiciste?—. Preguntó serio y con un tono grave. 

—Impulso, reflejos, no lo sé—.

—Eso fue peligroso y tonto—. Bien, no soy la única que lo piensa. 

—Lo mismo digo—. 

—¿Que?—. 

—Lo provocaste hasta que se salió de sus trapos—. Finalmente levanto la cabeza. 

Si su infancia la paso en un ambiente como ese, no es de sorprenderse el comportamiento que me mostró al principio. El amor que conocía se lo dio su madre, pero cada porción fue desapareciendo a medida que perdía partes valiosas de su vida como su madre, su hermano y por último un padre amoroso y respetable. Es lo que los psicólogos llaman un trauma de lesiones emocionales. De ahí que quiera recuperar la atención de su hermano mayor. 

—Gracias por invitarme. Tu apartamento es extrañamente acogedor—. 

Jungkook soltó una risilla y miro a un lado. 

— Cuando quieras—. 

— Paso—. Reí con él. 

No es como esperaba pero logre conocer a su padre, que se haya detenido por mis palabras al menos muestra compasión y que tiene un poquito de corazón hacía su hijo, porque no fue por mi, si no por Jungkook, de eso no me cabe la menor duda, al fin de cuentas es su padre y ese vinculo no desaparece. 

                                                ****

¡Bendito seas Domingo! Y si, estoy maldiciendo mientras voy en taxi a ver a Yoongi. No se como llegar en autobús y por ahorrarme unos pesos no me voy a quedar varada y perdida en un lugar donde no conozco. A parte, voy molesta porque releyendo su mensaje me trata como su mascota, la llama y ella va, pero ya estoy de camino y fui yo quien dijo que lo acompañaría, no tengo opción.

El taxi se detiene luego de media hora de viaje, tomo rutas alternas y evitamos el trafico. Pago la tarifa que me parece elevada pero no tengo tiempo para pelear por unos pesos de mas que se me harán falta mas adelante, podría cobrárselos a Yoongi pero ya no sería un favor, eso me molesta aún mas.

La señorita de la recepción me dice que Yoongi esta en el segundo piso, salón dos a mano derecha. Agradezco su ayuda y subo las escaleras de a dos, no dejaré que Yoongi me moleste por llegar un minuto tarde. A la derecha segundo salón, un gran piano negro se ve por la ventana, no hay muchos asientos debe ser una clase de menos personas, llego a la puerta que esta cerrada, doy dos toques y aparece Yoongi mas pálido que la última vez que nos vimos, a de ser por lo que hará hoy. 

— ¿Porque trabajas un Domingo? ¿Odias descansar?—. Mas bien odio despertarme temprano y mas un Domingo. 

— Pagan el doble. Cubro a un profesor, no volveré a hacerlo—. Bostezo y estiro los brazos. Él debe odiar trabajar un Domingo. 

—Aclárame una cosa, ¿me escribiste porque finalmente confías en mi? O es algo mas—. 

Dejo caer la cabeza de lado como diciendo "no empieces" y regreso a empacar las cosas dentro de su maleta. 

— Si no respondes, no te acompaño—. Me hice la digna. 

—Bien. No es obligación que lo hagas—. Colgó la maleta en su hombro y paso por mi lado. 

Se esta haciendo el importante, fue él quien me pidió que lo acompañara, él me escribió pidiendo ayuda; bueno, no literal pero igual lo hizo. Ahora, ¿le salgo a deber? Este hombre no tiene remedio. Si quiere jugar, no seré su compañera de juego. 

— Perfecto. Iré  a dormir y a descansar, que te vaya bien—. Camino a paso veloz pasándolo, bajo las escaleras y estoy cerca de la salida del instituto. En cualquier momento me dirá que lo disculpe.

Atravesamos la puerta al tiempo. Yoongi se detiene en la acera y mira a los autos, un taxi se aproxima y él saca la mano para que se detenga. Abre la puerta y aún no me la creo que de verdad se va a ir solo, peor aún, no puedo creer que mi instinto de guardián no me deje darle la lección como se debe; porque antes de que se suba ya tengo mi mano sobre su hombro deteniendole. 

—¿Que haces?—. Preguntó en mi incredulidad. 

—Cabalgar, ¿no es obvio?—. Y lo dice con seriedad y sin mostrar un signo de burla. 

— Vamos los dos, adoro cabalgar—. Le doy un empujón poniéndolo dentro del taxi. Este hombre acabara con mi paciencia... Por ahora, lo mas importante es que saltara el muro del pasado para ver hacía el futuro. 

En distancia puedo decir que no estábamos lejos del instituto, lo que hizo largo el trayecto fue el silencio de Yoongi, suspiro mil veces y otras doscientas veces murmuro que debía regresar y que estaba haciendo una tontería. Miraba por la ventana, daba toques con su frente al cristal, arreglaba su cabello en el reflejo y terminaba escurrido en el asiento. 

El taxi se detuvo según las indicaciones de Yoongi, una cuadra antes de la casa a la que iría. Pago la tarifa, despidió al señor conductor y miraba desde la esquina una casa de barrotes en la entrada muy al estilo antiguo. La calle es de esas con gente adinerada que compran casas que demuestran la cantidad de dinero que albergan sus cuentas bancarias. 

—¿Que sigue? Vamos, nos quedamos, regresamos—. Hale la manga de su saco negro. 

—Estoy pensando—. Toco su mentón.  

—No me vengas con eso. ¿Ese viaje que hicimos y sin un plan?—. Bufé.

—No es fácil Lizzy—. Quería molestarlo pero me hablo despacio y sin su mirada fría, bloqueando mi burla.

Me sentí mal por no le era fácil y no disimulaba para nada. Un Yoongi deprimido y preocupado en exceso no me hacía feliz, no tanto por ser su guardián, sino por ser testigo de esa debilidad. Lo tome de los hombros y lo gire hacía mi, su rostro se estremeció y apareció la arruga de su ceño, le di una sacudida suave y baje mis manos hasta tomar las suyas. 

—Lo mas difícil fue decidir venir, solo te falta la otra parte. Aclaraste tus sentimientos, ¿verdad?—. Él asintió. —Perfecto, ve adentro y habla con esa sinceridad que te caracteriza—. 

—Pensé que el sarcasmo era lo que me caracterizaba—. Rió. 

—También, pero estoy hablando de las cosas buenas—. 

—Tienes razón—. Suspiró. —Saldré de esto de una vez—.   Sacudió las manos cual boxeador que esta apunto de subir al ring. 

Nos quedamos, que, cinco o diez segundos viéndonos a los ojos tomados de las manos, tipo enamorados de telenovela. Aterrice por la bocina de un ferrari pasando a nuestro lado, solté sus manos y puse las mías atrás. 

—Tu trabajo es quedarte aquí y esperar a que yo regrese—. 

Abrí los ojos y se descolgó mi mandíbula.  

—Digo, habría sido mejor esperarte en la pensión debajo de mis cobijas—. 

—Eso te pasa por ser entrometida. Si tuviera la certeza de que te quedarás cayada y quieta, con gusto entrarías conmigo. Aquí los dos sabemos que eso es imposible para ti—. En parte tiene razón y también es ofensivo. Sin más me cruce de brazos y me senté en el borde de una pila de ladrillos. 

No voltee a verlo, quiero entrar para conocer a la chica que lo llevo hasta el borde de querer quitarse la vida, la persona que tuvo tal poder sobre sus emociones. También quiero ser testigo de sus palabras y de ese instante en que cruce el muro de su primer amor. Sin embargo, es algo que como dijo Jackson, debe hacer solo y puede que mi presencia arruine el ambiente. 

De repente mirando a otro lado, siento su mano masajear mi cabeza, el toque es suave, amable y dulce; no sentí escalofríos o fastidio. Levanto la mirada y Yoongi tiene una sonrisa de oreja a oreja, no se ven sus dientes, pero la curva es visible. Asiento y suelto mis brazos, lo estaré esperando con ansias de saber de primera mano lo que paso adentro. 

La voz del narrador...

Con una sonrisa de tranquilidad Yoongi se paro frente a la puerta de la casa de Bong Soon, las manos le sudaban, darse la vuelta y regresar por donde llego era una idea tentadora, ¿cuanto duraría? No le gusta correr y Lizzy lo esta esperando a una cuadra; es mas tedioso tener a Lizzy ladillando en su oído que enfrentar a Bong Soon. 

Toca el timbre, la melodía de aves trinando llaman adentro. Los tacos a la par marchan y se acercan a la puerta, la presión sanguínea de Yoongi aumenta hasta que una gota de sudor baja por las pastillas, limpia rápido el sudar y se para derecho al escuchar la manija de la puerta. 

—¡Yoongi-Ah! Que bueno verte—. La mujer abre sus brazos y lo arrastra adentro.  

—Señora Kim, lamento venir sin avisar—. Yoongi sacaba los modales. 

—Tu siempre serás bienvenido a mi casa. Además, si estás aquí es porque recibiste la carta ¿cierto?—. Yoongi asintió. 

La mujer lo llevo hasta un estudio con piano, un estante en madera color marrón brillante llena de discos compactos de los antiguos. Libros, pinturas de la era colonial y bellas lamparas en los extremos del estudio.

—Espera aquí—. Dijo la señora y cerró la puerta. 

Yoongi sobaba las manos en su pantalón, el sudor le daba asco pero no podía evitarlo. Echo un vistazo al piano, sus partes eran buenas, las teclas uniformes, el cordón de cada uno estaba tensó, había sido afinado hace poco. La punta de su dedo indice paso por todas las teclas creando un sonido de bajos y altos. Sus ojos detallaban en las partituras y se detuvo al ver un título familiar AGUST D, melodía y lírica para piano.

—La saque hace poco—. La voz de Bong Soon lo hizo retroceder del piano. 

—No quería husmear —. Estaba nervioso y pasaba la mano por su cuello y apuntaba las partituras. 

—Descuida. Igual iba a mostrártelo—. Bong Soon se acerco y se sentó frente al piano. 

Poso los dedos sobre las teclas y empezó a moverlos haciendo sonar en melodía la canción de su album AGUST D. Yoongi no la detuvo y cerro los ojos para escuchar con atención la música. Su mente le repetía que estaba ahí por algo y que debía terminar pronto o la chica que lo espera a una calle se congelara. 

—Vamos a hablar—. Dijo Yoongi y abrió los ojos. 

Bong Soon dejo de tocar el piano y bajo las manos sobre sus piernas, nerviosa y asustada por fuera lo que él quisiera decirle. En su carta ella fue muy precisa, tenía sentimientos por él y no quería desecharlos por nada. 

 — Sobre lo que escribí... Primero quiero disculparme, fui muy egoísta—. 

—Con que lo sepas esta bien—. Yoongi se sentó en el sillón pequeño cerca al piano y cruzo la pierna.

Silencio de un minuto.

—... Yoongi yo...—. 

— Hablare—. La interrumpió. Suspiro soltando la presión en su garganta. — En la secundaría pensaba que al finalizar todos se separarían y que era tonto aferrarse a una persona, así que pensé lo mejor era terminar de una vez y no mas adelante. La vida me cobró con creces las malas decisiones que tome en el pasado ... Me enteré de tu enfermedad y me sentí peor que una basura, alguien miserable, cruel y egoísta—.

—¡Yoongi, no. No es tu culpa!—. Ella lo interrumpió levantando la voz.

— Lo sé. Ahora lo sé ... A golpes lo entendí, también gracias a una persona que no se como librarme de ella—. Sonrió con la última imagen de Lizzy. —Ella intercedió para que viniera a decirte esto...—. Yoongi se puso de pie frente a ella y se inclino noventa grados. —Lo siento mucho—.

—E-Espera Yoongi...—. Nerviosa quiso detenerlo.

—Lamento haber sido un tonto e inmaduro. También te quería mucho y lastime tus sentimientos—. Levanto la cabeza y regreso al sillón dejando helada a Bong Soon, no le salían las palabras. 

Otro silencio de un minuto. 

Yoongi mando la cabeza y los brazos hacía atrás apoyándose.  

— Voy a vivir de ahora en adelante con una sola cosa en la cabeza, no me dejare vencer tan fácil. He logrado parte de mis sueños pero no me siento satisfecho, quiero mas, mas, y un poco mas. El pasado es eso, el pasado, algo que no regresara; que no cambiara y no me quiero retrasar por eso—. 

Bong Soon sonrió y al tiempo sus ojos se llenaron de lágrimas que no se desbordaban de sus parpados. 

— Estoy feliz por escucharte hablar así. Has madurado mucho Min Yoongi, de aquel creído y antisocial chico, no queda nada. Yo también he cambiado en muchos aspectos, excepto una cosa... Que sigo queriéndote como en la secundaría—. 

Los dos se miraron, ella sonreía, pero Yoongi solo la miraba y parpadeaba. Bong Soon leyó algo en la mirada de él y borro la sonrisa, apretó los puños en sus piernas y bajo la mirada. Yoongi regreso la mirada al techo y suspiro. 

—... Entiendo—. Dijo Bong Soon con ahogo. 

—Lo siento Soon-Ah ... Cuando te vi en la clase de piano creí que me estaban dando una segunda oportunidad, pero no era para el amor, era para vivir. Soy feliz pasando el tiempo contigo, pero no es amor lo que siento—. Se incorporo.  

—Si que haz madurado mucho—. Bong Soon levanto la mirada y sonrió. 

Yoongi volteo a verla, eran visibles las lágrimas estancadas en sus ojos, sintió el corazón apretado e intento devolver la sonrisa. 

Bong Soon levanto el rostro y parpadeo para evitar que cayeran las lágrimas, respiro profundo dos veces y sonrió. 

—Me siento mucho mejor ahora. Ambos dijimos de lo que sentimos, eso es bueno—. Bong Soon se puso de pie sin dejar de sonreír.  —Es tarde, tengo terapia de las muñecas. Que pena tener que terminar la conversación tan rápido—. 

—No te preocupes. Tampoco puedo demorarme mucho, me están esperando—. Yoongi se puso de pie y sacudió los bolsillos del jean.  

Bong Soon acompaño a Yoongi hasta la puerta, su madre estaba con ellos. Los dos se miraban y sonreían, sin resentimientos, sin ataduras, eran personas libres de sentimientos oscuros o de malos pensamientos. 

—Gracias por venir Yoongi, las puertas de nuestra casa están abiertas para ti—. Dijo la amable madre de Bong Soon. 

—Gracias señora—. Yoongi hizo una reverencia.

—Dale a tu novia las gracias de mi parte. Dile que me gustaría conocerla—. Dijo Bong Soon. 

Yoongi abrió los ojos y hecho la cabeza hacía atrás. 

—¿Novia?—. Preguntó asombrada la madre de Bong Soon. 

—La persona que lo convenció para que viniera a verme. Debe ser muy especial para ti porque no eres fácil de persuadir—. 

Yoongi caía en cuenta de una cosa, las palabras de Lizzy fueron las causantes de que él hablara con Bong Soon, ¿desde cuando escucha lo que los demás dicen?  Bong Soon tiene razón, Lizzy no es cualquier persona en su vida, por eso es capaz de confiar en ella. 

—Te equivocas, ella no es mi novia, solo es una entrometida—. Rió. 

—Igual quiero conocerla—. 

—Se lo diré, pero después no digas que no te lo advertí—. 

—Asumo la responsabilidad... Adiós Yoongi, deseo que tengas una vida llena de grandes logros—. 

—Gracias y deseo lo mismo para ti—. Hizo otra reverencia y se marcho. 

Caminaba con las manos en los bolsillos y reía para si por el emparejamiento con Lizzy, eso ni en sus mas corrompidos sueños, pero le hacía gracia que alguien como Bong Soon que lo conoce tan bien lo diga. Miro en la esquina, busco la pila de ladrillos y sobre ella Lizzy que rastrillaba la punta de su zapato en el pavimento, no sabía cuanto tiempo había pasado pero estaba contento de que todavía lo este esperando. 

—¡Oh, Yoongi! —. Ella lo vio por la sombra en el suelo. —¿Como te fue? ¿Te sientes bien? ¿Quieres comer helado? ¿Quieres ir a embriagarte?—. Hablaba preocupada y muy rápido

—¿Te gusta beber?—. 

—El trago y yo somos enemigos—. 

—Lastima, porque embriagarme estaría bien—. No sonreía y por el contrario tenía cara de pena y tristeza. 

Lizzy se puso de pie y tomo una mano entre sus manos. 

—Escucha Yoongi, esto es algo que debía pasar, no tienes porque dar un paso atrás, mira mas allá, mucho mas allá, estoy segura que encontraras ese horizonte que te guíe—. 

Él sonrió viendo lo preocupada que estaba y lo tierna que es para consolar a las personas. Soltó su mano y paro un taxi que estaba pasando. 

—¿Que haces? Yoongi, no actúes precipitadamente, no hagas cosas a la ligera—. Ella lo tomo del brazo. 

— ¿De que hablas? Quiero regresar a mi apartamento, tengo mucho sueño y estoy cansado. Si te quieres quedar, es problema tuyo—. Usaba su parte friá y tosca porque le gusta ver su reacción.   

—¿No vas a hacer alguna tontería como la otra vez?—. El taxi se detuvo y el conductor abrió la puerta. 

—¿Porque lo haría?—. Yoongi estaba serio. 

—Pues... Porque ella todavía guarda sentimientos por ti y puede que te haya dicho algunas cosas que desconocías y eso te confunda. Hace poco tuviste un trauma y ... tu me entiendes—. lizzy estaba muy preocupada por él. 

Yoongi se soltó suavemente de su agarre y entró al taxi pegándose a la ventana. 

—No te preocupes, las cosas terminaron bien, no estoy triste o confundido. Me siento ligero y tranquilo. Ahora, ¿vas a entrar o me voy?—. Levanto una ceja y esquineo su sonrisa en señal de satisfacción por haberla molestado.

Lizzy estaba entre sorprendida y enfada, él se estaba burlando de su preocupación y eso la hacía sentir como tonta, por todo lo que le pregunto al principio.  

—Eres ... Mejor me cayó—. Subió al taxi y estrello la puerta haciendo que el conductor carraspeara por el golpe. —Lo siento mucho—. Inclino la cabeza.  

—Discúlpela, esta un poco alterada. Por favor,  a la plaza central—.

—¿No vamos a la pensión?—. 

—Tengo hambre—. Respondió alzando los hombros. 

Lizzy bufó y  se dio la vuelta hacía la ventana, discutir con él esta mas que visto que es perder el tiempo, terminara haciendo lo que quiere y ella con dolor de cabeza, además, había salido sin desayunar así que aprovecharía la indirecta para comer. 

Yoongi no quería mostrarle lo agradecido que estaba, y es que tenía mucho de que agradecerle; estuvo con él aún cuando prefería estar solo, le hablo directamente y sin consentimientos, interviene cuando es apropiado y aunque le molesta ser asediado, su compañía le da aliento a su ajetreada vida. Claro que le darás gracias, pero no ahora, la molestara un poco y cuando este desprevenida le agradecerá.  

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Haciendo este capítulo, me dije "¿y si le haces un especial de dos capítulos? se los debes". Sí, porque no. 

Les tengo capítulo doble. !Siiiiiiiiiii! Lo sé, soy genial. 

PSDT. igual deja tu voto y comentario que te gusto.

PSDT2. Llega Nam Joon!!! *-*





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