Hoja 27.
Son pasadas las dos de la tarde. Voy en un taxi camino a donde trabaja Yoongi, me quede con su CD a propósito y luego de escucharlo, es hora de regresarlo a su dueño. Conseguí la dirección de la academia de música gracias a los enredos que Taehyung uso para sacarle la dirección, Yoongi es un hueso duro de roer, pero tiene sus debilidades.
Han pasado cuatro días desde que hable por celular con Nam Joon, aún no he encontrado el tiempo para verlo, la Universidad a absorbido el poco espacio libre que me queda. Aunque hoy es una excepción porque solo tengo un par de minutos y debo regresar a la Universidad para tomar el siguiente bloque de clases. Desde ese día, Jungkook me visita con mas frecuencia, a veces trae comida de su trabajo y la comparte conmigo. Lo siento mas en confianza, tanto que ya me cuenta de su día a día, es un niño atrapado en el cuerpo de un casi adulto.
El tema con Yoongi es el que no avanza. Conseguí su número de celular pero no responde cuando llamo, le envió mensajes y es lo mismo. He ido a buscarlo a su apartamento pero nadie sale a la puerta. En parte estoy aquí para saber como está y devolverle lo que parece ser el relato de toda su vida. Escuche un par de canciones y sabe plasmar muy bien lo que ha vivido, lo que quiere y lo que ha hecho. Incluso si el ritmo no es de tu agrado o de tu preferencia, te atrapa y de obliga a querer entender e interpretar la letra de las canciones, por eso decidí regresarlo.
El taxi freno frente a una gran estructura, estilo palacio de políticos. Corrobore la dirección de la tablilla, pague y baje del taxi. No sabía que me iba a encontrar, podía molestar a Yoongi o podía no encontrarlo, así que estaba a la intemperie. Pase por la puerta giratoria, un celador y una secretaria amablemente me saludan y dan la bienvenida. Me dieron las indicaciones para encontrar el salón y por suerte Yoongi esta en clases, puedo esperar a que salga y saludarlo.
Subo a la tercer planta como me indicaron, pero olvide hacía que dirección debo ir, ¿derecha o izquierda? No tengo mas opción que tomar la derecha primero buscar y si no ir al otro lado. Mire por la ventana parándome en puntas, recorrí los salones y no encontré anda. Una mujer de edad choco conmigo y parecía estar perdida como yo.
—Que pena. Lo siento—. Dije inclinando la cabeza.
—No se preocupe. Me distraje—. Por su tono es una persona amable. —La verdad es que estoy perdida—.
—Estamos igual, creo que el salón que busco esta en el otro lado—. Señale el costado izquierdo del pasillo. —¿Usted a quien busca? Puede que nos ayudemos o busquemos a la misma persona—.
—Al profesor Min Yoongi—. Fueron dos segundos de reacción, uno mis ojos abiertos, dos mis mandíbulas apretadas.
—Ah, que coincidencia—. Frasee. Una muy ridícula coincidencia.
—¿También lo estás buscando?—.
—Si. Somos amigos—. O eso creo yo.
—¿De verdad?—. Tomo mis dos manos como si hubiera encontrado a Yoongi.
—Bueno, podía decirse que si—. Rectifique.
—No tengo mucho tiempo, debo regresar con mi hija. ¿Puede entregarle esto al profesor? Es de suma urgencia que la lea—. Me paso un sobre blanco sin sellar.
—Puede dárselo personalmente. Yo la acompaño—. No iba cargar con responsabilidades.
—Llevo mas de media hora perdida. No tengo tiempo. Por favor, dele esto a él—.
Viendo su insistencia y que no cambiaría de parecer, asentí.
—Muchas gracias. Estoy muy agradecida. Tengo que irme. Suerte—. Me dedico una sonrisa amable y bajo las escaleras.
Lo que acaba de ocurrir es una prueba contundente de que no soy una entrometida, las cosas pasan y punto. Ahora tengo en mis manos una carta -sabrá Dios que dice- para Yoongi de parte de una mujer extraña, que se fue agradecida porque yo la entregaría a su dueño. No soy yo, es el universo que se pone en mi camino.
Camine lento al otro pasillo, ya no revisaba los salones para encontrar a Yoongi, miraba el sobre abierto en mis manos. Estoy entre leer la carta o dejarla tal cual y no saber su contenido, existen muchas consecuencias de si la leo o no. Ubique una banca en madera pintada de café oscuro, me senté y gire el sobre para encontrar el nombre del remitente pero no había firma, quiere decir, que solo en la carta escrita esta el nombre de quien la escribió.
Mi mente viajo lejos. Cientos de posibilidades aparecieron, era una carta de un familiar, de alguien cercano. La mujer dijo que era algo urgente, ¿alguien iba a morir?
Tantas teorías e ideas en la cabeza me torturaban y mi yo interna moría por saber el contenido. Todo estaba para que la leyera sin ser descubierta, el sobre estaba abierto, es cuestión de sacarla doblarla tal cual y ponerla dentro. ¡Muy fácil! Mi mano temblaba, tome el papel y lo saque, desdoble la primer parte y ante mis ojos estaba la fina escritura en cursiva. Gracias padre por enseñarme la letra cursiva.
Agust D, hola, soy Bong Soon.
Siento mucho lo que paso. No debí hablarte así... Nada de lo que te dije es lo que realmente siento. Necesito que vengas a verme, necesito hablar contigo.
Yoongi, han pasado muchas cosas desde que nos separamos. Tenía miedo de volverte a encontrar, pero hoy comprendo que es lo mejor que me pudo pasar.
Por favor, ven a verme... Te estaré esperando...
Mis brazos cayeron a mis piernas. Se trataba de la chica que Yoongi nombra entre sueños. La mujer, que según mi experiencia, es la directa responsable de que Yoongi atentara contra su vida. No podía calificarla ¿es un peligro para él? ¿Estaría bien que Yoongi el regenerado leyera esta carta? Ella lo quiere ver para aclarar una especie de mal entendido, ¿será bueno para él?
Otra vez el sentimiento protector me ponía aprueba. ¿A que hora se me ocurrió leer la carta? Estaba en medio de un complot. No quiero que lo poco que se ha avanzado en la vida de Yoongi retroceda; él no necesita personas toxicas, pero esta el hecho de que es por ella que él actuó así, y mi lema hasta ahora es el de no huir del pasado, enfrentarlo, asumirlo y avanzar. ¡Que contradictorio lema!
El sonido de un piano llama mi atención, guardo la carta dentro del sobre. Sigo el camino de las notas musicales y me traen a un salón el final contra el ventanal. En puntas miro por la ventana de la puerta corrediza y es Yoongi quien le saca notas hermosas a un viejo piano clásico color marrón. La melodía es suave y nostálgica, no se de música pero es como si el piano hablara por él. Espero a que termine, me decido a entrar corriendo la puerta, él mira al costado y regresa su mirada a las partituras del piano, pasa hoja por hoja.
—Que día el de hoy. Incluso estás aquí—. Le entendí pesé a que tenía un lápiz atrapado con los labios.
—Manera mas rara la tuya de saludar. Hola Yoongi—. Poco a poco debo acostumbrarme a él.
Giro el la silla y quedo hacía mi, saco el lápiz de su boca y apoyo las manos en el borde de la silla.
—Ni siquiera preguntaré quien te dijo de la academia, por sospecha se la respuesta. ¿A que se debe tu visita?—. Es mas frió que un tempano de hielo.
—No se puede contigo. Debe ser obvia la respuesta. No se de ti desde hace días—.
—¿Me extrañas?—. Lo dijo con una risa sarcástica.
—No te burles—. Zapatee con seriedad.
—He estado ocupado—. Explico. —No estoy acostumbrado a tanta atención—.
Suspire resignada, discutirle era una completa perdida de tiempo, él tiene que acostumbrarse a la sociedad, el trabajo en equipo, necesitar de otros y viceversa. Camine y me senté a su lado en la esquina.
—Vine a entregarte esto—. Saque el cd de mi bolsa y lo estire.
Yoongi sorprendido, tomo el cd y se quedo viéndome.
—¿De donde...—.
—Lo saque? El día del incendió lo tome del mueble, se que es importante—. Señale la nota del respaldo.
Él sonrió abiertamente. Su sonrisa es de ensueño, limpia, bella y extraordinaria, me contagió y sonreí. Mire el sobre en mi mano y la risa desapareció, debía entregarle la carta y esperar su reacción.
—Creí que se había incinerado. Es mas que importante, es especial para mi—.
—Lo escuche. El genero no es mi tipo, pero proyectas muchos sentimientos—. Hable bajo mi novata experiencia en el mundo de las composiciones musicales.
—De eso se trata. Luche mucho para grabarlo. Es todo lo que tengo—. Sus ojos irradiaban esperanza.
El destino puede ser muy cruel. Él sonríe con tanta ternura, que dudo de darle la carta. Por instinto se que no le caerá bien leerla. No hay mas remedio y alargar la situación no ayuda.
—Yoongi... Tengo otra cosa que darte—. El sobre en mi mano tiembla.
Pase saliva y estire el sobre a él. Yoongi echo su cuerpo hacía atrás sorprendido. Miro el sobre luego a mi y curvo una risa traviesa.
—No recibo declaraciones de amor por escrito, prefiero en persona—.
Yo hablaba muy en serio y él se burlaba de mis palabras, lo que para mi era importante , para él era algo simple. Mi boca se entre abrió con su comentario fuera de lugar. Borro la risa traviesa y carraspeo al entender que no estaba jugando.
—¿Que es?—.
—La pregunta correcta es de quien es—. Yoongi miro el sobre indiferente.
—¿Quien lo envió?—.
—... Kim Bong Soon...—.
Cambio su expresión, de estar indiferente a sorprendido y nervioso. Mordió su labio y quito la mirada del sobre, junto sus manos y las puso en medio de sus piernas.
—¿Porque tienes eso?—.
—De camino aquí, me cruce con una mujer que te buscaba; le dije que la acompañaría pero tenía afán, y así termino en mis manos—. Yoongi visualizaba el relato en su mente, lo digo porque asentía y miraba al frente con la mirada fija.
—Así fue—.
Yoongi no agarro la carta, la sangre no circulaba bien por mi brazo, lo sentí entumido y sacudí la mano para que la tomara. Él la miro y volvió la mirada al frente.
—Quiero que hagas algo por mi—. Dijo.
—Si quieres que la tire a la basura, hazlo tú. Es tu carta—. Especte.
—No. ¿Puedes leérmela?—. Sonó tan delicado y frágil, que tuve que ir hacía adelante asegurándome que no esta llorando.
Eso me tomo por sorpresa. Jamás paso por mi cabeza, que me pidiera algo como eso. En mi concepto Yoongi es una especie de ogro, amargado, frió y esquivo; sin embargo; escucharlo y verlo tan desprotegido y frágil, me hacía sentir que en el fondo ese es su verdadero ser, una persona noble, sencilla, frágil.
Asentí, saque la carta, y la leí para él. No pude ver su expresión mientras leía porque mis ojos temían de ver sus lágrimas, soy alguien sensible y su dolor, literal, es mi dolor, si me ve lagrimear entonces se ofenderá y del lindo Yoongi no quedara nada. Termine y guarde la carta en el sobre.
No decía nada, tenía la cabeza agachada, suspiro quince veces en un relato de menos de cinco minutos. Coloco ambas manos en sus rostro y estiro su piel. Gracias a que nuestras emociones están conectadas, sentí que se encontraba en un complot, la persona de la carta influye directamente en él y aunque es del "pasado", se siente muy fresco todavía.
Parece que es tiempo de usar mis dotes -recién descubiertos- de psicología. Lo vi prudente ya que fue él quien me pidió que leyera algo que se supone es confidencial, en pocas palabras me estaba dando vía libre para acercarme e introducirme en su vida, o al menos así lo veía yo.
—¿Quien es?—. Empece por la mas sencillo.
Se puso de pie y camino hasta el escritorio, ahí, con los brazos hacía atrás, se apoyo en la madera satinada.
—Podría decirse que... Mi primer amor—. He notado que cuando Yoongi esta apenado o habla sinceramente, llena de aire sus mejillas, suelta de a pocos y baja el tono de voz.
—¿Hace cuanto?—.
—Nos conocimos en la escuela. La misma clase, ella en su mundo yo en él mio, personas aparte. Un día en clase de piano, toque por petición del profesor una canción; al terminar la clase, me quede un poco mas con el piano y ella estaba ahí, en su puesto con los ojos cerrados, creí que estaba dormida y cuando deje de tocar ella abrió los ojos y aplaudió. Desde ese día nos veíamos para tocar, yo le enseñaba; aprendió rápido... Crecimos llego la secundaria, las personas cambian, los gustos, la manera de pensar y de ver la vida, no fui la excepción. En el último año tuve el pensamiento de que no volvería a verla, aferrarme a ella era una muerte segura, pocas veces nos citamos fuera del horario de clases, nuestro lugar de encuentro siempre fue la clase de música... —. Eso explica muchas cosas. No soy muy buena dando consejos de superación y tiendo a escuchar primero, por lo que me quede callada.
—Era muy joven, creía que la vida sin complicaciones era el mejor camino. A nadie le gusta sufrir. Días antes de que termináramos la secundaria, le di la última clase de piano y me despedí de ella... "Cuando nos volvamos a ver, sonríe" le dije y la deje atrás. La vida continuo su rumbo, ella en el suyo, yo luchando contra los prejuicios y los desniveles de la adultez. No recuerdo cuantas veces me arrepentí de haber echo eso, igual sufrí, me sentí engañado por mi concepto infantil—.
—Y se encontraron de nuevo... ¿Fue esa la razón por la que lo hiciste?—.
Yoongi bajo la cabeza, inhalo por la nariz y continuo.
—Obtuve este trabajo por un cliente frecuente que pide domicilios, es amigo de mi jefe y una vez hablaban de mis talentos ocultos. En mi hoja de vida dice que soy profesor de piano sin título propio. Acepte por los horarios y el dinero extra que me serviría para producir mas canciones y subsistir. Aquí nos vimos de nuevo, ella de alumna y yo de profesor, no hablamos al principio, luego todo fluyo con naturalidad. Creí que era la segunda oportunidad que había pedido, pasaron muchas cosas buenas, el album de Agust D, mas dinero, la chica que quería; pero fui muy codicioso ... Me enteré que en secundaria cayó en depresión y enfermo al punto de que sus manos se entumecen y no le responden...—. Su voz se entrecorto, cuando lo notó carraspeo, respiro hondo y siguió. —Mi pensamiento infantil no solo me arruino a mi, también a ella. Cuando me lo dijeron no supe asimilarlo, quise desaparecer, si lo hacía, las cosas no mejorarían pero mi dolor desaparecería entre cenizas... Ahora se que hubiera creado un problema mas grande, pero eso no me hace sentir menos culpable con ella—.
El rompecabezas se armaba en mi cabeza, cada pieza encajaba a la perfección, el estado de ánimo, lo que le costaba relacionarse, lo mucho que ha sufrido en todos los aspectos, su manera de hablar y la frialdad de su mirada. Un Yoongi transparente, que no aparenta, al desnudo, mostrando su ser interior, eso era lo que veía.
—No sé porque te estoy contando esto—. Echo la cabeza hacía atrás y suspiro.
—Cada cual sabe a que sombra arrimarse para descansar—. Dije.
Soltó una pequeña risilla.
—¿Irás?—.
—No puedo. No se que decirle o como hablarle. Suena cobarde, pero prefiero no verla—.
No es nada extraño que piense así, total, es la persona que mas quiso o quiere, que este enferma por aquella ruptura, directamente lo perjudica.
Aparte de ser mala dando consejos de superación, soy pésima en temas del amor, es algo que un guardián poco comprende. El amor de nosotros es diferente, es a la vida, a las pequeñas cosas, a la tierra en general, a nosotros mismos y a nuestros protegidos, pero no de amor de enamorarse, de besos, palabras cariñosas o de corazones unidos por la eternidad. No podía darle ánimos con eso tampoco.
—Así debe sentirse un psicólogo, en sesión con sus pacientes, y para darle el toque mas realista a esta sesión, te diré algo—. Me levante y camine hasta quedar frente a él. Tome una de sus manos y puse el sobre, la cerré y la sostuve. —Termina las cosas limpiamente. Lo que sucedió fue a causa de los arrepentimientos que tenías del pasado, no permitas que tengas mas arrepentimientos. Enfrentala y pasa la página—.
Nos quedamos viendo a los ojos por unos segundos, ninguno parpadeo. Solté su mano, sin quitarle la mirada.
—Bueno, tengo que irme—. Retrocedí un paso.
—Si... Dado el caso terminara viéndola... ¿Me acompañarías?—. Otra sorpresa de su parte.
—Si te sientes mejor con eso, lo haré—.
Quito la mirada, se rasco la cabeza, se puso nervioso. Miraba a los lados y encontró su maleta, camino a ella e hizo que estaba buscando algo dentro.
—No puedo acompañarte a la pensión. Tengo que trabajar en otra parte—.
—Esta bien. Suerte en el trabajo—. Me despedí y camine a la salida.
Uno, dos, tres pasos.
—Gracias—. Escuche una especie de susurro, hablo entré los dientes, pero lo escuche.
—Me repites, no escuche bien—. Me di la vuelta en la puerta.
—No he dicho nada—. Ya tenía la maleta colgada en el hombro.
—¿Habré escuchado mal? Casi estoy segura que me agradeciste—.
Puso una mano en su bolsillo y regreso a ser el Yoongi arrogante y frió.
—Ve al medico, dile que estás escuchando voces extrañas. Mejor ve con un psiquiatra, o un exorcista—. Es tan inexpresivo, parece que hablara en serio.
—Ya no confió en ti. Del sensible y amable chico te transformas en una especie de ser oscuro y molesto—.
—Tomaré eso como un cumplido—.
Reímos al tiempo es duro y dulce a la vez, una mezcla extremadamente peligrosa.
—Una cosa mas antes de irme—.
—Ahora que. Molestas mucho—. Hizo cara de fastidio.
—Pudo ser mi imaginación, pero tus ojos dejan ver mucho mas que esa armadura que usas... No la amas Yoongi, solo quieres que esté bien—. Abrió sus ojos, yo no estaba tan equivocada. Si intento quitarse la vida, fue por la culpa de corresponder adecuadamente su amor, mas no porque estaba realmente enamorado. —Ya veo. Nos vemos después—.
—En cien años quizás—.
—Es una promesa—. Levante mi meñique y salí del salón.
No espere que caminara detrás de mi, o me acompañara a la salida. Habíamos tenido nuestro espacio para ser cercanos, hablar y reír un poco, no necesitaba mas de eso. Tome un taxi recordando que debía regresar a la Universidad en veinte minutos. Di un vistazo hacía atrás pero no vi rastro de Yoongi, mi espíritu estaba tranquilo, por sus palabras, él no volvería a atentar contra si mismo, se sentía perdido y por ahora buscaba de nuevo el horizonte; es como si estuviera en una terapia psicológica intensiva. Mi corazón se lleno de satisfacción por saber que él se esta esforzando y desea tener otro futuro mas brillante. No le insistí con el tema de su primer amor, porque estoy segura que terminara por ir. Es su prueba de fuego, solo así tendrá posibilidades de algo mejor, podrá vivir sin arrepentimientos ni culpas, haciendo realidad cada sueño que alberga sus canciones.
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Yoongi ¿porque eres tan perfecto?
Ok, queridos míos, esto es para ustedes. Relajado y dramático como siempre.
Besos, abrazos. y recuerden mostrar su amor. Los leo luego *-*
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