Hoja 24.
La voz de Yoongi...
No se como empezar esto, creo que por lo básico. Me llamo Min Yoongi, nacido en Daegu... Tengo; la edad no están importante, son unos veinti tantos años que pesan como un milenio. Compositor, maestro de piano y por último repartidor de pollos y pizzas. Interesante, ¿verdad? A quien engaño.
Salí del lado de mis padres para buscar un mejor futuro, ese tipo de pensamientos que tienes después de salir de la secundaria, cuando miras a los lados y no tienes ni la mas remota idea de que vas a hacer de ahí en adelante. Obtuve el apoyo de mis padres, pesé a que tenía todas las contras posibles, el dinero, las oportunidades, las influencias, no contaba con ninguna de las anteriores; eramos mis ganas, mis conocimientos y yo. No fue tan malo cuando encontré un apoyo extra por el camino. Un grupo de solistas que también buscaban oportunidades en la música, me uní a ellos, sin tener altas expectativas de algún resultado favorable.
Fue difícil. No contar con nada mas que la suerte del artista. Los ahorros que tenía los invertí en la posibilidad de un disco con mis composiciones. Entregue las pocas esperanzas que tenía a la creación del CD, termine vendiéndolos en las calles junto con algunos amigos de rol con los que jugaba basketbol en los tiempos libres. Al quedarme sin dinero, no hubo nada mas que dormir en las calles, en los lugares de paso, rogar por un poco de agua o comida, y cruzar los dedos para que no se perdiera ninguna de las copias. Muchas veces intente convencerme de que estaba perdiendo el tiempo, estaba sufriendo en vano.
Conseguí tres trabajos, siempre he sido bueno administrando el tiempo y me organice para cumplir con los tres, de paso promocionaba el CD y a veces tenía éxito. Con el tiempo me hice a un apartamento en lo que bien podría ser catalogado como una ratonera, peor era nada. Guardaba cada propina y dinero extra para un posible nuevo trabajo con la música, esta vez iba a apuntar a algo mas grande que lograra ponerme en evidencia ante las empresas discográficas. Mis amigos de calle, nunca me dejaron caer, incluso con mi pesimismo, eran ellos los que terminaban alentándome para que no desistiera.
Hablaba con mis padres, cada tanto y cuando podía. Mi madre se preocupaba mucho por mi, y en recompensa le enviaba mensajes de mi día a día, omitiendo las partes duras y crueles que a cualquier madre preocupan de mas. Quería que los dos estuvieran orgullosos de mi y me esforzaría porque así fuera.
Las cosas no eran perfectas pero sentía que iba por buen camino. Fue así, hasta que un día fui contratado para dar clases de piano en una academia, el horario era de dos horas en las noches, perfecto porque no se cruzaba con los otros trabajos y podía decidir la hora, un dinero que me caía del cielo, no soy tan devoto pero si creo en un poder divino.
Ese día descanse del puesto de repartidor y programe las dos horas de clase. No usaba ropa de profesor, pero si un saco cuello tortuga para el frió. Entre al salón y habían cinco personas, me gusta cuando el grupo es reducido, así no tengo que sobre esforzarme por explicar; entre menos sean es mas fácil hablar y ser directo y claro en las clases. Sin embargo ya mi atención había sido atrapada por una mujer entre los cinco, su nombre Kim Bong Soon, compañera de clase de la secundaria, ella, mi primer amor de escuela. Muchos creen que un primer amor se supera rápido y mas si es de la escuela, pero la realidad es muy distinta para cada persona, todo radica en las circunstancias en que sucedió la separación, al menos así lo creo.
Desde el principio me dije a mi mismo que no debía hacer ningún movimiento, no sabía que había sido de ellos los últimos años, era la primera vez después de nuestra secundaria que la veía, así que me obligue a esperar y ser paciente, algo que me costaba teniéndola cerca y dándole clases casi personalizadas. Reencontrarme con ella me transporto al pasado, al instituto donde nos conocimos, fue en una sala de música, sus notas me atraparon e iba a escucharla cada día después de los recesos. Tenía magia en sus dedos que al ponerlos sobre las teclas del piano la melodía era perfecta para cualquier sabio del tema. No recuerdo el momento exacto en el que hablamos y nos hicimos cercanos, solo recuerdo las largas horas frente al piano, creando melodías, historias y hasta platicando de nosotros.
Pasaron dos semanas y ni ella ni yo habíamos hablado mas que por las clases o tutorias. ¿Debía hablarle primero? ¿Que le iba a decir? Nunca fui experto en socializar con las personas y mas si es alguien tan especial como ella. No había cambiado mucho, el color de su cabello, la estatura, el color café claro de sus ojos; tal vez cambio que su cabello es mucho mas largo, le llega a la cintura. Es tan bella como la recordaba mi yo de la secundaria. Yo también había cambiado, tenía otras metas, otras ideas, y vivía a mi ritmo.
Finalmente un día Bong Soon me hablo de algo diferente a las clases. Espero a que todos salieran para acercarse y que no se viera tan obvio el asunto.
—Hola Yoongi—. Su tono era el mismo que usaba cuando me esperaba a la salida del instituto. Tierna y delicada.
—Hola Bong Soon—. Soy muy torpe para esas cosas.
—Quería saber si tienes tiempo para tomar un café y hablar conmigo —.
Asentí, tome mis cosas y camine a delante. Estaba realmente nervioso. Creí haber enterrado los sentimientos por ella, y que con eso desaparecerían, solo estaban dormidos dentro de mi.
Como no me gusta mucho los espacios con tanta gente. Compramos los americanos y salimos a unas bancas publicas que estaban cerca, hacía frió pero no lo suficiente para hacerme temblar.
—Me sorprendió mucho cuando te vi de profesor—. Comentó clavada en el café.
—También me sorprendí al verte como estudiante. Recordé cuando estábamos en la secundaria—. Si, fui lo suficientemente tonto como para hablar directamente del pasado.
—Casi no recuerdo la secundaria—.
—Si. No es algo que valga la pena—. Hubiera querido que me golpearan para cerrar la boca.
El silencio que hubo entre los dos fue mas frió que la corriente de aire de la noche. La miraba de reojo y ella estaba mirando un punto fijo en el suelo, luego se obligo a despertar y sonrió.
—Me alegra mucho poder verte otra vez. Gracias por el café, voy a regresar, me están esperando—.
¿Quien? ¿Tan rápido? Me quede con las preguntas atoradas en la garganta y la vi doblar la esquina, sentí que una parte de mi se iba detrás de ella. Termine el café, me di palmadas en las mejillas y me repetí que el pasado es pasado, y ella esta allá.
Los días trascurrieron, deje de hacerme ideas tontas en la cabeza, ya no era el niño de la secundaria, era un adulto y no podía tener los mismos pensamientos. Creo que Bong Soon pensaba igual porque me hablaba con naturalidad, sentí que era un comienzo desde ceros, olvidando el pasado y manteniendo la vista en el presente. Me invito un par de veces a comer y a tomar café, me hablaba de lo que estaba haciendo y si preguntaba le respondía sobre mi vida, con ella podía hablar de esa manera, natural, sereno, con timidez y no era señalado por mis ideales o mis pensamientos.
Llegue a sentir que teníamos una conexión y aunque me dije a mi mismo que no podía tener esperanzas, termine por hacer todo lo contrario. La quería y de eso no había duda alguna, los errores que había cometido en el pasado, no podían ser usados porque fue en una época de inmadurez. Con esa mentalidad me acerque mas a ella, teníamos citas, nos veiamos en los centros comerciales, en el cine, incluso la lleve con mis amigos, la presente y le hable de mis nuevos proyectos. En su cumpleaños le regale el CD de Agust D porque era lo mas importante para mi, y ella me dio una caja con cartas escritas a mano, felicitándome por el disco. Me sentía completo, lleno, fuerte, a prueba de cualquier dificultad que el mundo pudiera darme; creía que me estaban dando una segunda oportunidad, no quería soltar su mano, no quería separarme de su lado, la necesitaba, y me di cuenta que siempre la necesite, por eso puse todo mi esfuerzo para hacer bien las cosas y que estuviera segura a mi lado.
Luego tuve que enfrentarme a una realidad que estuvo frente a mi y que me negué inconscientemente. Bong Soon comenzó a fallar a las clases, no respondía su celular, ni los miles de mensajes de texto y de voz que le dejaba. No quería presionarla, ni que se sintiera acosada; me obligue a ser paciente y esperar a que regresara, pero mi paciencia es de corto alcance y decidí ir por ella. La busque en donde me dijo que trabajaba pero había renunciado, con su amiga la que me presentó una vez pero llevaban semanas sin comunicarsen; por mas que la buscaba era como si la tierra se la hubiera tragado. Sentía que estaba siendo dejado a un lado y me recordé que anteriormente hice lo mismo así que no podía culpar a nadie, quizás lo merecía, quizás ese es el precio que debo pagar por mis pecados.
Pude ubicarla semanas después con la ayuda de su compañera de trabajo. Intercambiamos números por si Bong Soon le hablaba y que me informara. El mensaje llego a mi celular un sábado en la mañana, ese día perdí el puesto como profesor por faltar todo el día a las clases pero era que no me interesaba mucho. Su compañera dijo que Bong Soon estaba en su casa de campo y me envió la dirección. ¿Porque ella no me había llamado o escrito en todo este tiempo? Esa fue la pregunta mas interesante que tenía.
Llegue a su casa de campo, sus padres me reconocieron y me recibieron con la amabilidad y el cariño que acostumbraban, los dos son personas muy serviciales y humildes por eso eran de las pocas que me agradaban con sinceridad. Me guiaron a donde podía encontrar a Bong Soon, ella estaba en el jardín de la casa, sentada a la luz del sol sumida en sus pensamientos como siempre. Verme ahí no le agrado para nada, su expresión de descontento no se hizo esperar, no armo gran show por no llamar la atención de sus padres así que me recibió.
—¿Que haces aquí?—. Fue lo primero que dijo.
—Estaba preocupado por ti—. Respondí.
—No tienes porque. Estoy bien. Ya puedes irte—. Era fría y cortante.
No estaba entendiendo bien lo que pasaba. Según yo las cosas iban bien, nos estábamos acercando, creábamos algo especial, era una nueva historia para los dos, ¿porque la indiferencia tan de repente?
—¿Que sucede? Si es por algo que dije o hice, quiero disculparme—.
—Estás creando una tormenta en un vaso de agua. No ha pasado, ni pasa nada—.
—No es cierto. No puede ser que estemos bien, que empecemos de cero y de un momento a otro te desaparezcas—. Estaba jugando conmigo, ¿o era mi imaginación?
Hizo una risa irónica.—¿Empezar? ¿Empezar que Yoongi? Solo estaba cerrando un capítulo de mi vida—.
Eso me dejo perplejo ¿a que se refería exactamente con eso? y ¿porque me miraba como si estuviera loco?
—No entiendo—.
—"Cuando nos volvamos a ver, sonrieme con amabilidad", ¿te suena?—. No hice mas que bajar la cabeza. —Quería mostrarte que tenías razón, iba a hacerlo bien aún si no estabas conmigo. Me acerque a ti para que supieras que no te habías equivocado y que separarnos fue lo mejor para los dos—.
Justo esas eran las palabras a las que mas le temí desde que nos reencontramos. Mi despedida era el talón de aquilea, fui presuntuoso y optimista creyendo que todo había quedado en el pasado, que el juicio del destino no me acecharía en busca de justicia. Me iban a cobrar las lágrimas que ese día ella derramo en la sala de música con sus manos sobre el piano marrón que nos unió en la secundaria. Ni siquiera tenía como defenderme, no tenía que decirle, si quizás me hubiera dicho esto cuando recién nos vimos, entonces mis expectativas serían nulas y podría decirle que cada uno siguiera su camino, sin rencores, sin arrepentimientos. Ahora no podía decir nada de eso, cuando en mis planes estaba ella.
—Yo... Yo se que fue inmaduro de mi parte haberte alejado aquel día. No sabes cual arrepentido estuve al darme cuenta del error que había cometido. Pensé en buscarte pero no sabía si ibas a recibirme... Sabes que no soy supersticioso ni creo en el destino, pero nuestro encuentro puede que sea por eso, por el destino... Bong Soon-Ah, yo...—.
—No sigas Yoongi. En serio, no te lastimes con esto—. Se levanto de la silla. —En ningún momento esto es un reclamo por el pasado, eramos unos niños y eso quedo atrás. Cuando te vi siendo mi profesor me di cuenta de eso, no sentí nada al verte, por eso me acerque para saber de ti y que supieras de mi vida. No caí en depresión, ni quede con una marca que afectara mi futuro. Fue esas tonterías de niños pequeños y ya—.
La escuche tan segura, tan tranquila, que me sentí como una colegiala que se había enamorado de la persona equivocada. Si le había entendido bien, malinterprete sus acciones creyendo que estábamos reconstruyendo nuestra relación, cuando la verdad era que solo me estaba dando el adiós definitivo de su vida. No significaba gran cosa en su vida ahora, fui demasiado iluso e ingenuo y eso me hizo enojar conmigo mismo.
No soy de los que suplica, ruega o arma un lió por cosas de este estilo. Quede en silencio, aceptando que fue mi culpa desde el principio. Que me equivoque en el pasado y volví a hacerlo en el presente. Asentí y me di la vuelta, no suelo mostrar bien mis sentimientos, pero tuve esas ganas de llorar que hace mucho tiempo no sentía.
—Igual debes regresar a las clases de piano. Haré como si nada y seré el profesor de siempre—. Era mas como un consuelo para mi.
—Pase los papeles y no voy a regresar a las clases, Tengo otros planes en el exterior y quiero cumplir mis sueños en otra parte. Gracias por todo y por preocuparte por mi—.
Era el adiós, no había otra explicación. Me estaba lanzando lejos, de la misma manera que yo hice con ella cuando pequeños. No podía decir que es injusto, y me sentí miserable al comprender lo que ella sintió cuando la deje. Asentí aceptando el destino que me tocaba y sin decir nada mas busque la salida de la casa de campo.
En mi carrera por salir, me tropecé con su madre que se dio cuenta de mi expresión vacía. Me tomo de la mano y me llevo a la puerta principal por donde entré. me quería ir con urgencia, si me quedaba no me iba a recuperar pronto del gran golpe que me acababan de dar.
—¿Como la viste?—. Preguntó su madre.
—Esta un poco indispuesta—. Comenté indiferente.
—Parece que le esta costando mas de lo que creíamos—.
La señora hablaba preocupada, pero no porque supiera algo de nosotros, se trataba de un asunto aparte, y entonces pregunté.
—¿A que se refiere?—.
—Como, ¿no sabes?—.
—¿Saber que?—.
—Antes de que salieran de la secundaria, Bong Soon sufrió una depresión terrible y un ataque de nervios que le afectaron las manos. Los médicos dijeron que con tratamientos podía recuperar el control de sus manos y dedos, pero no fue así, todo lo contrario; empeoro mas y mas. Fue un golpe muy duro para ella. Le permitimos tomar clases de piano después de un tiempo y la enfermedad volvió a pronunciarse. No nos dice mucho, pero sabemos que esta destruida. Tu mejor que nadie sabes que ella ama tocar el piano—.
El mundo se detuvo, veía el movimiento de los labios de la señora, pero no escuchaba claramente las palabras. Entonces, Bong Soon me estaba alejando de su vida porque su enfermedad era mi culpa, yo que la deje atrás, yo que la hice sufrir y la arrastre a una depresión hasta enfermar, yo que había destruido sus sueños. No tenía ningún derecho a acercarme a ella, estaba mas que claro para mi, no tenía perdón divino, era justa mi condena y lo que me estaba pasando, y mi dolor no sería ni la mitad de lo que ella siente al ver que sus dedos no le responden en el piano. Lo que no lograba entender es porque no me di cuenta de su enfermedad en las clases, si ella tocaba el piano en cada lección, lo que me llevo a concluir que se forzaba a si misma para yo no me enterara. Que fuera su profesor de piano fue una mala jugada de la vida, no fue el destino y esas cosas, fue una broma de la vida que la ponía a prueba.
Con la excusa de que tenía que irme por el trabajo, me libere de la madre de Bong Soon. Ni siquiera podía decirle que la culpa de la depresión de su hija era mi culpa y que la enfermedad también. Bong Soon tenía razón, no debía preocuparme por ella, no tenía ninguna autoridad moral para hacerlo, salí de la casa de campo jurándome no volver a interferir en su vida. También desistí del sueño de ser un cantante, no podía tener un sueño y aferrarme a el cuando había destruido el de alguien mas, era inhumano, perverso y egoísta.
No volví a dar clases de piano y deje todo lo referente a eso archivado en el mueble de las cosas olvidadas. Esa parte que me hacía feliz, que me llenaba de gozo, no podía tenerla, no la merecía, siempre me recordaría que ella no podía sentir la magia de las teclas del piano y que era por culpa. La vida comenzaba a ser en tonos grises, llena de huecos y vacios profundos. No era necesario luchar o sufrir, no tenía porque esforzarme por nada. No me enfrentaría con las dificultades, me convertiría en un muerto en vida y esperaría el momento en que tuviera que marcharme del mundo terrenal, claro sin tener esperanzas de salvación divina, porque no me la merecía. Un ser tan egoísta e inmaduro, no debía tener tal privilegio.
Me separe de las personas que una vez me apoyaron. Mas bien ellos se cansaron de mi actitud y decidieron marcharse, hasta era lo mejor para todos. Ellos se estancarían conmigo y no era justo para personas con gran talento como ellos. Me aislé del mundo y trabajaba porque necesitaba comer y mantener la cabeza ocupada para no pensar en ella y lo miserable que me había portado.
No quería que nadie se acercara a mi o que sintiera lastima por mi. No hablaba con nadie, ni me interesaba hacer amigos, no era unido a mis compañeros de trabajo y eso provocaba que me despidieran, pero al momento ya tenía otro empleo así que no me importaba seguir así. Los vecinos de la pensión, no eran conversadores o amables y eso me hacía mas fácil las cosas, había uno que otro que no entendía mis facciones agrias y poco sociables pero podía mantenerlos a raya, como era el caso de uno de mis vecinos, mas joven que yo, pienso que tiene un problema en las neuronas, y solo por eso lo saludo. Sin embargo, recién apareció alguien diferente y aún mas raro que mi vecino, es una mujer molesta, entrometida y muy curiosa. Pesé a que soy grosero y frió, ella sigue saludándome y queriendo saber de mi.
Lo que ella no sabe es que soy la peor persona para tener al lado. No soy alguien confiable y en cualquier momento la podía traicionar y hacer sufrir, y antes de que suceda, cerré con llave mi corazón. Pero ella insiste y se aparece por todos lados y aunque no quiera, en el fondo, muy en el fondo también podría preocuparme. Un sentimiento que debo enterrar, que debo hacer desaparecer antes de que no pueda controlarlo y entonces le permita conocer a mi verdadero yo, ese cruel y egoísta ser, que también se asusta y tiene miedo de fracasar en la vida.
Lo pensé mucho, demasiado, en una solución para matar el sentimiento que no merezco sentir, y logre finalmente encontrar una solución. Mientras estoy en un bar llenándome de valor para poder cumplir con lo que he decidido, me lleno de motivos para desaparecer de la faz de la tierra, tengo muchos, infinitos, incontables. Ya no tengo esperanza, no tengo salida, no tengo ganas, no tengo nada... Y en vez de recordar a Bong Soon, recuerdo a la otra chica, la que no me deja en paz y pienso que tal vez, solo tal vez, si nos hubiéramos encontrado antes, hubiera aceptado su mano y su sinceridad, pero es el precio que debo pagar por mis pecados del pasado y no lo voy a refutar.
Al menos, puedo sonreirle a la muerte, porque pude escuchar los sentimientos de Bong Soon y conocí a quien pudo llegar a ser mi ángel guardián...
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No lloren mucho que se me deshidratan. ¿Cruel? Culpen a esos vídeos que me hicieron llorar también.
Espero les haya gustado la sorpresa y que estén super pendientes de lo que viene, porque es candela.
Los quiero mucho, no me odien por tanto drama. Recuerden que los quiero, que estoy agradecida por el apoyo y hasta la próxima actualización.
- se va lagrimeando al rincón-
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