Hoja 19.

La voz de Lizzy ...

— Un super sándwich con doble queso y chocolate caliente, listo—. Escuche la voz de Jackson tratando de animarme desde que nos vimos en la mañana.  

Mi frente reposaba en el filo de la mesa en la cafetería, suspiraba profundo dejando escapar cada instante de mi vida, pensando en como poder ayudar a la hermana de Taehyung. Habían pasado cinco días desde que la conocí y tuve esas visiones al despedirnos en frente de mi apartamento, veía como un hombre, asumo yo que es su pareja, la golpeaba con rudeza olvidando que es su mujer. Suspire por octava vez sin encontrar una luz dentro de mis pensamientos, y ni el olor al sándwich que trajo Jackson me consolaba. 

— Lizzy —. Jackson se escuchaba cerca. 

— Hmp —. 

— El super sándwich te espera—. Corrió la bandeja mas cerca a mi cabeza. 

Levante la cabeza para ver que Jackson tenía los brazos cruzados sobre la mesa y descargaba su mentón en su puño cerrado. Transpiraba preocupación por todos los lados, intente sonreír pero fracase en el intento cuando él siguió en su posición. 

— Esto es serio. Ni un super sándwich te levanto el ánimo. Vas a decirle a tu amigo confidente que paso—. Eso era una orden directa. 

— Jackson —. Entre cerré los ojos esperando evitar la tortura. 

— No. Vas a decirme, ahora—. Se incorporo y se cruzo de brazos, su pose de hombre protector lo hacía ver tierno y rudo a la vez. 

Partí un trozo del sándwich y lo moje con el chocolate que humeaba, estaba siendo interrogada y justo era lo que no quería. Sabía que con Jackson podía contar, deseaba decirle todo, pero tenía que reservarme algunas cosas. 

— Jackson—. 

— Dime—. 

— Si un hombre golpea a una mujer, es aberrante y despreciable, ¿cierto?—. No iba a decir la verdad pero usaría las pistas. Jackson corrió el asiento y se acerco a mi entornando los ojos. 

— ¡Por supuesto! Es un sucio y asqueroso animal ... Luego, ¿alguien te lastimo?—. En su frente estaba la palabra preocupación en mayúsculas y con tinta roja.  

— No, no ... Es una vecina—. Recogí mi cuerpo esperando ser regañada por él. 

Extrañamente Jackson desdoblo los brazos, inspiro hondo, me miro como que iba abofetearme y toco la comisura de la nariz con dos dedos. 

— ¿Otra vez?—. 

— No... Espera, no he hecho nada —. 

— Todavía—.  Jackson me conoce mejor que nadie y no por nada hace esos comentarios. 

— ¿No harías lo mismo? ¿Ayudar a esa pobre mujer maltratada?—. Me defendí escondiendo los labios en el chocolate.

— Si, porque soy hombre y puedo hacerlo—. 

— Estas haciendo discriminación—. Arrugue la boca. 

— No desvíes el tema. Tu sabes perfectamente de que hablo. Si ese malnacido...—. 

— No maldigas—. Lo interrumpí. 

— Lo siento. Si ese animal, poco hombre, es capaz de pegarle a su pareja, no le temblara la mano para pegarle a una chica entrometida—. 

— Gracias por lo que me corresponde—. Rodó sus ojos y golpeo sus piernas con ambas manos.  

Comprendía a la perfección su preocupación y lo que quería hacerme entender, pero yo aún no había hecho nada y él ya me estaba sentenciando. Si, estaba afectada por lo que había visto, pero no era tan tonta de querer meterme de lleno sin ver los riesgos que correría. 

Suspiró dimitiendo ante mi terquedad, un estado natural de nuestras discusiones donde el tema central es mi descuido ante el mundo y lo inocente que me veo delante de él.  

— Siempre has sido así. Te afecta mas de lo que debería las personas a tu alrededor—. Y el siguiente estado es donde me siento peor de lo que estaba. 

— Me estas consolando o insultando, no entiendo—. 

— Termina rápido. Hoy iremos a caminar—. 

— ¿Donde?—. 

— Termina y te cuento—. Igual no quería llegar a la pensión. No había visto a los muchachos a excepción de Tae  y solo me bastaba verlo y sentía melancolía.   

Acabe con agilidad la comida, el chocolate calentó mis manos y mis pies, no me había fijado de lo helada que estaba y la reacción del azúcar caliente me hizo percibirlo. Jackson me llevo con él por detrás de la Universidad, habían muchos locales comerciales, bar-café, restaurantes y comercio en general. Yo solo lo seguía porque no conocía la zona, estaba tan perdida que debía estar pegada a su brazo para no perderme entre la multitud. Luego de caminar dentro del centro comercial, nos estacionamos en un bar-café, él pidió un cóctel y yo jugo de frutas, el alcohol no entraba en mi cuerpo ni con inyección porque era totalmente rechazado. 

— Cambiaste el lugar para darme un sermón. Al menos es acogedor—. El lugar era muy bonito, perfecto para ser regañada. 

— No seas tonta. Quiero que dejes de pensar en eso que te tiene tan agobiada. Seamos solo los dos—.  

— Ish, te las arreglas para convencerme—. 

— Es un don—. Movió su camisa haciéndose el interesante. 

— Lo que digas—. Asentí por cortesía.  

Mi celular vibro en ese momento y me alegre cuando era de Nam Joon. 

Veámonos mañana. Quiero molestar a alguien. 

Esa era una muy mala idea, pero también quería verlo, sonreí y respondí con un NO cortante, esperando que se matara pensando porque hablaba así, en cuestiones de chicas Nam Joon es torpe y lindo. 

— ¿Y eso?—. Jackson estiro el cuello para leer

— Un amigo de la infancia—. Le enseñe el mensaje

— ¿Ah, si?—. 

— Si. Lo conocí antes que a ti. Fuimos muy buenos amigos en ese entonces, y recién nos volvimos a encontrar—. 

— Te ves muy contenta—. Agrego serio. 

— Si. En su tiempo él fue como tu ahora, me regañaba por todo, me molestaba, jugaba conmigo, me escuchaba, y me regalaba chocolates—. 

— ¿Y sobrevivió? Que bien, tengo esperanza—. Le dio un golpe en el hombro que lo hizo brincar. — ¡Auch!—. 

— Sigue de gracioso y te dejo aquí—. Amenace con el indice. 

— Ok, ok. Entendí—. Puso las manos arriba pidiendo un cese. — ¿Te gusta?—. 

— ¿Que me molestes?—. 

— No, tu amigo de la infancia—. Dijo aún mas serio.  

Su pregunta hizo que guardara el celular, me quede viéndole con detenimiento, ¿a que venía la pregunta? Recién le había dicho que Nam Joon se parecía a él, es como si dijera que él me gustase y esas cosas. Solté aire por la boca y gire el vaso de cristal. Finalmente el aire que lleno mis pulmones me sirvió para hablar.

— Nam Joon es eso, un amigo de la infancia—. El ambiente se torno incomodo y levante el vaso a mi boca. 

La pregunta de él hizo que viajara al pasado, específicamente al instante en el que por primera vez quise alejarme de Jackson; aquella vez me sentía igual de incomoda que ahora. Vi en sus ojos él mismo hombre que desee apartar por temor a lo que en mi reino le dicen el pecado dela carne, un pequeño suspiro que envió a muchos de los guardianes a la oscuridad y el olvido.

— ¿Ha cambiado algo de lo que dijiste aquella vez?—. Entonces Jackson también lo estaba recordando, era mucho mas incomodo.

—No—. Lo mire por encima del vaso de cristal. —Se quedara así—.

—Que curioso, es igual para mi—. 

—Somos un par de tercos sin remedio—. 

Jackson intento sonreír y quedo a medias. Bajo la mirada al vaso y sentí su desaire, él esperaba algo que no podía ofrecerle, era algo que tenía prohibido por ser un ser celestial, algo de lo que no se puede escapar o cambiar, era mi realidad y él conocía esa pequeña parte de primera mano.

Afortunadamente Jackson no es de los que insiste en el mismo tema, sabe que esperar y apartarse es la solución y entiende que si avanza podría dañar la comunicación entre los dos. Cambio el tema de inmediato y logro distraerme por completo de lo sucedido con la hermana de Taehyung. El tema de sentimientos mas allá de una amistad siempre me ha dejado fuera de base, no lo entiendo y por mi bien espero no tener que forzarme a entenderlo.

Luego de tres largas horas hablando de la vida y sus desvanes, convencí a Jackson para que me dejara regresar sola a la casa; tenía varios asuntos que pensar y meditar. 

En el autobús deseaba con fuerza que tardara cinco horas en llegar a la pensión. Mi propio hogar me estaba consumiendo; si en algún momento pensé que me había acostumbrado a ser guardián celestial estaba realmente equivocada, ¿quien se puede acostumbrar a la desgracia de otro? Mi reflejo en la ventana era decaído, triste, mis ojos apagados; no quería ser dramática, podía culpar al cansancio de la universidad, pero recién había regresado ¿como podía estar tan cansada?

Me baje en la estación cerca a la pensión y tome el sendero contrario, en la esquina se sitúan puestos de comidas y una señora vende bocadillos, compre unos cuantos me senté en los banquillos y mordía tan despacio la comida que esperaba terminar al tiempo que la señora recogiera su puesto de bocadillos. Suspire en desacuerdo conmigo misma, observaba pasando a las personas a sus casas o saliendo para sus trabajos en el turno de la tarde y la noche. No era tan malo ser como ellos, las preocupaciones existen pero siempre habrá solución; ¿para mis preocupaciones también? reclame con la vista en el cielo. 

Cuatro de los siete, los últimos dos consumieron tus poderes a la mitad, te faltan tres ... Se esta acabando el tiempo.

Mantenía eso presente casi todo el tiempo, me hacía falta el trabajo en el orfanato, podía ocupar mi mente mas tiempo y así despejar mis ideas. Podía parecer que quería evadir mis responsabilidades como guardián pero todo lo que pido es un respiro, un pequeño respiro; y si no; una señal definitiva. También empezaba a cansarme de los acertijos del cielo.

Quede con la mirada fija en la esquina para ir a la pensión, en mi caja de bocadillos habían dos de los cinco que había comido y no sentía que el tiempo avanzaba. La silueta de un hombre con saco rojo doblo la esquina y se acercaba a la señora de los bocadillos, le seguí con la mirada sin ningún  interés en particular, solo mirarlo y ya.

— Me empaca cuatro por favor—. Señalo los bocadillos de azúcar en polvo.

—Yoongi-Ah, pensé que no vendrías hoy—. La mujer sonreía y escogía los bocadillos mas grandes.

—Min Yoongi—. Pronuncie en un susurro. 

Él giro hacía mi haciéndome caer en cuenta de lo que acababa de hacer. Me sentía tan perdida en mis adentros que no pude quitarle la mirada. ¿Porque no podía hacerlo?

Pago sus bocadillos, tomo la caja, guardo el cambio y camino hacía mi, se detuvo y se inclino.

—Lamento lo del otro día—. No tenía que verlo a los ojos para saber que era sincero. 

Suspire agradecida de recibir esas disculpas. Ese no había sido el mejor de los días, pero hoy podía salvar algo de eso.

 Yoongi levanto su rostro y esperaba una respuesta de mi parte, sus manos debían estar sudando porque apretaba la caja de los bocadillos con fuerza.

Me levante de la banca y puse mi mano en su hombro, sonreí y antes de que pudiera pronunciar las palabras mágicas sentí un ardor por todo el cuerpo. Subía de mis pies, por mis rodillas, mis brazos y se sentía como ... fuego, sí, era fuego lo que recorría mi cuerpo y fue todo lo que vi en un destello frente a mis ojos.

                                                          ***

Desperté en una habitación, de inmediato comprendí  que no había despertado literal, estaba dormida, soñaba. Las paredes de la habitación eran curvas e irregulares. Mi espíritu se había desprendido del cuerpo, viaje a un espacio diferente, pesado y de poca luz.

La habitación era mediana, solo una cama y una mesa pequeña ocupaban el espacio, el suelo en baldosa roja, y me di cuenta que estaba descalza, ¿que hacía en ese lugar? ¿Es la respuesta que pedí al  cielo? Apareció una puerta y camine hacía ella, gire la perilla y vi un pasillo con bombillas cada siete pasos, a los costados ventanas. Camine por el pasillo y me acerque a la segunda ventana a mano izquierda, estaba oscuro; tenía cero visibilidad y continué caminando. No estaba asustada, mas bien, intranquila. Mi mano derecha no la despegaba del pecho y caminaba en puntas tratando de no hacer mucho ruido, miraba a los lados para no ser sorprendía, pero no sabía porque iba con cautela, porque me sentía intranquila y porque el pasillo helaba mis articulaciones.

Las bombillas se apagaron y quede completamente a oscuras en el pasillo, con mis manos en la pared tantee por donde  debía caminar, avance unos pasos y las luces se volvieron a prender, ahora estaba en la pensión, estaba caminando por la pensión ... Hacía frío y seguía descalza. Pasaba por una de las torres que estaba del otro lado de la pensión, escuchaba voces, murmullos, me abrace en señal de penumbra, algo no estaba bien, no podía callar la angustia de mi corazón. 

Las luces se prendían indicándome por donde debía caminar, las voces seguían presentes y me daba escalofríos escucharlas, ¿quien esta ahí?, preguntaba ocasionalmente. Subía por las escaleras, iba para el tercer piso, luego cuarto, a la derecha del pasillo un apartamento tenía luz de color rojo, mire a la izquierda y estaba oscuro, así que la derecha era el camino. Avance despacio cuidando mi espalda, el viento soplaba tenuemente pero traía sosiego en su corriente de aire, no podía ser mas tenebroso aquel lugar.

No puedes ayudarlos.

¿Quien es?—. Me detuve en el primer apartamento.

La luz roja estaba en el último apartamento pero esa voz ronca y gruesa despeluco mis bellos y congelo mis pies en el pavimento.

Morirás antes de que puedas hacer algo por ellos.

—Pregunte quien eras—. Mire por todos lados pero no había nadie ... nadie con forma humana, claro esta.

Pierdes tu tiempo ... Deberías rendirte.

—Maestro, esto no es gracioso—. Muchas veces me había desprendido de mi cuerpo acudiendo al llamado de mi maestro, pero había algo diferente, su voz en especial.

Ja, ja, ja. ¿De quien hablas?

Pase grueso confirmando que efectivamente no había sido llamada por mi maestro y era la primera vez que pasaba algo así. ¿Con que o con quien lidiaba ?

— ¿Que quieres?—. 

Darte lo que tu corazón desea...

Quede a oscuras otra vez y desesperadamente trataba de hallar luz en alguna parte. Toque un interruptor, lo prendí y logre ver que estaba en una calle abandonada, podía moverme con libertad pero cada vez estaba mas asustada. ¿Que me  estaba pasando?

Debes despertar. Dije en mi mente mientras avanzaba.

Habían casas con ventanas rotas, puertas destrozadas, paredes con muestras de vandalismo y uno que otro garabato a medias en los postes de luz. Mi corazón estaba acelerado, mis manos temblaban y sudaban frío, quería despertar, quería que la pesadilla acabara, pero mas importante quería saber quien era el sujeto de la extraña voz. 

Camine dos calles y vi luces encendidas en el segundo piso en una de las casas. Entré lento y subí por las escaleras habían velas iluminando las dos habitaciones que tenía en frente. Abrí la puerta de la primera habitación y me sorprendí porque era mi cuarto, el cuarto cuando vivía con mis padres, estaban las fotos que guardo como tesoros y termino de desconcertarme.

Tu quieres regresar a esa vida, ¿cierto?

La extraña voz me asusto y bote uno de los cuadros al suelo, el vidrio se quebró y los cristales quedaron cerca a mis pies. 

—No es cierto—.

Claro que si.

—Que no—.

Carcajeo y corrí a la otra habitación, esta vez habían fotos de los cuatro chicos pero tenían las caras marcadas con negro y las paredes del cuarto estaban garabateadas.

DÉJALOS MORIR 

Estaba escrito por todas partes.

Estas cansada, agotada, quieres una vida como la de cualquiera. No quieres sufrir por otros ...

Quien sea que fuera estaba hurgando dentro de mi, se había adentrado al fondo de mi alma. Era cierto que estaba cansada de todo, me costaba mucho adaptarme a las vidas de los muchachos, no me sentía capaz de convertirme en su apoyo, en su guardián, temía no poder ayudarlos y que fracasaran por mi culpa... Sin embargo, aún tenía un tanto de fe.

Déjalos. Yo me encargare de ellos y te daré la vida que quieres.

—¿La vida que quiero ?—. 

Así es. Allá arriba fueron muy injustos al enviarte como guardián sin decirte lo que trae consigo.

—No entiendo—.

¿Notaste que tu cuerpo se agota mas rápido? Es porque tu espíritu celestial se esta debilitando. Entre mas te acercas a tu cometido menos vida te queda, haciendo casi imposible completar la misión con éxito. 

Mire mis manos y estaban arrugadas y viejas, gire al tocador y mi aspecto era de una mujer de ochenta años, me tape el rostro y cerré los ojos, al abrirlos y volverme a ver era yo otra vez. ¿El precio por su éxito era mis años terrenales?

Puedo ayudarte a que vivas como quieres...

—¿Quien eres?—. Pregunté y miraba en el techo, no había ni una sombra, pero escuchaba la voz respirar cerca.

Ellos no valoran lo que haces, ¿porque dar tu vida por personas así?

Un pitido en el centro de mi cerebro, doblegaba mi voluntad y me reducía de rodillas en la habitación.

Los siete están destinados a su vida de miseria en pago por  sus errores. Nada de lo que hagas puede cambiar el echo de que deben sufrir.

—Cállate, cállate... Tú no sabes nada—.   El golpeteo del cerebro contra el cráneo provocaba un dolor espantoso, los ojos me ardían, los oídos se taparon  y solo quería salir corriendo.

Te das cuenta, tu cuerpo esta demasiado débil, pronto desaparecerás como un destello de luz... ¿eso quieres?

No.

En mi mente salían palabras por si solas.

El ente, que deduje que eso era lo que me hablaba, carcajeo maléfico. Mis piernas recuperaban sus fuerzas y con las manos en la cabeza trate de ponerme de pie, debía alejarme, escapar, regresar, buscar la manera de salir de su juego mental; no permitiría que utilizara mis pensamientos para su beneficio, era cierto que estaba cansada, pero renunciar nunca estuvo dentro de mis posibilidades. Parpadee a la espera de que mi vista enfocara un punto fijo, la cabeza me dolía y perdía el equilibrio por el pitido en el cerebro. Conseguí ver una luz en dirección al pasillo al fondo de aquel segundo piso, di los primeros pasos no me caí y corrí en línea recta, de frente sin mirar atrás. A mis costados las puertas se cerraban, las ventanas se quebraban y sentía en mi espalda el frío que me perseguía. 

Es inútil. Entiende que tarde o temprano ellos fracasaran. Te estoy dando la oportunidad de tener una vida tranquila, eres una tonta por escoger el camino del sufrimiento y la desesperación.

— Confió en ellos... No puede hablar por mi, pero se que ellos quieren vivir, quieren tener una vida, quieren hacer algo por cambiar sus caminos—. No me detuve pese a que los vidrios se amontonaban por el camino. Los vidrios cortaban mis pies pero no sentía dolor físico.

Haré que te arrepientas...

Alcance la luz y traspase un destello que me dejo ciega. El escenario cambio completamente, estaba en una carretera, larga y parecía que no tenía fin, la alumbraba a mitad de camino una farola que estaba dañada; la luz parpadeaba y dejaba por ratos a oscuras, el pavimento tan negro como la fría noche que percibía. ¿Ahora en donde estoy? La voz desapreció, no pude escuchar nada mas, el pitido en mi cerebro desapareció, pero mi ritmo cardíaco seguía inestable. Normal, teniendo en cuenta que algo se había metido en mi mente y había logrado que me desprendiera de mi cuerpo. Viendo adelante y atrás los posibles caminos, la oscuridad a mi espalda no me gustaba y opte por caminar de frente, pase la farola dañada y avance con mis pies e instinto como guía. No había nada, ni casas, ni personas, la absoluta nada, el viento soplaba ligeramente y hacía un eco estremecedor en mis oídos.

Mas adelante, escuche un  fuerte estruendo, un estallido, tape mis oídos e intente buscar de donde provenía, no muy lejos una luz flameante me llamo la atención, camine aprisa y la imagen tomaba forma, una casa envuelta en llamas, los cristales se habían quebrado, la intensidad del calor te hacia retroceder, la madera de la casa explotaba con el calor. Cubría mi rostro con los brazos para no quemarme y acercarme lo que mas pudiera. Entorne los ojos teniendo mas alcance de visión. 

Min Yoongi ... Min Yoongi...

Escuche en susurros. Me acerque mas y seguía escuchando el nombre de Yoongi, pero ¿porque él? ¿Que estaba pasando? Sabía que era un sueño, pero sentir las llamas tan reales me hacían seguir el juego de quien quiera que estuviera haciendo todo el show.

Luego, entre las llamas, recostado en una cama, abrazado por el calor de fuego, estaba Yoongi, quieto, con las flamas a su alrededor, consumiendo cada parte de su cuerpo y la cama. Las flamas se agrandaron y un estallido me hizo retroceder.

 ¡Yoongi, sal de ahí!—. Dije desesperada, tratando de enfrentar al fuego.

—¡Yoongi, Yoongi, Yoongi!—. Grite varias veces, pero no se movía.

¡SAL DE AHÍ! 

Me advertía la voz, pero yo luchaba con las llamas, quería ayudarlo, no podía terminar así, que cruel muerte el ser consumido por el fuego, agonizando mientras se consume su carne. Volví a gritar y avanzaba con las llamas amenazando con quemar mi piel.

 ¡AUXILIO!—. Grito en seco Yoongi.

Ya no me importaban las llamas, lo importante era salvarlo, pensaba que si no lo hacía, algo malo iba a pasarle en la vida real. Me adentre un poco mas y el fuego me recibía, la piel me ardía pero yo quería llegar con él, tomarlo de la mano y sacarlo de ahí como fuera. Estando un poco mas entre el fuego hubo un estallido mucho mas grande que el primero que escuche, y justo ahí todo se puso blanco.

En un respiro profundo, regrese a mi cuerpo, sentía mis manos, sentía el peso de mi cuerpo y de golpe abrí los ojos. Desperté en una cama que no era mía, en una habitación que no era la mía. En mi frente había un trapo humedecido, resbalo por el costado y lo tome, mire los lados y justo junto a la cama, estaba Jin durmiendo, dándose calor con una manta vieja.

—Un sueño... Solo fue un sueño—. Le dije a mi mente y me recosté al sentirme mareada. 

¿Y Yoongi? Pregunte a mi memoria antes de caer dormida por el cansancio de mi mente.

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Cuenta la leyenda que a Sindyrela le encanta hacerles la vida de cuadritos con sus historias.

Es que me gusta sorpenderlos y que piensen mas en el desarrollo de la historia.

¿El que hablo con Lizzy, es amigo o enemigo?

Recuerden que los quiero resto y que amo sus comentarios y votos. No olviden recomendar la historia con sus amigos. besos a todos.

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