Hoja 10.

La voz de Lizzy ... 

Casi a regaña dientes, logre que el tal Ho Seok estuviera un día en observación y se dejara dar la mano. Muy dentro de mi entendía su comportamiento, nadie quiere que lo vean en su peor momento débil y frágil; aunque él exageraba demasiado. 

Presente la excusa a la madre superiora para faltar  y poder estar con Ho Seok sin estar preocupada por mis deberes. Él era asió conmigo, y no me sorprendía, su rostro era hermoso y no quería decir que su carácter también, me hacía pensar en Jin, que tenía un cierto parecido en ese aspecto.  

El medico hizo sus chequeos de rutina, receto los medicamentos y dio las instrucciones de como debía ser cuidado de ahora en adelante. Hablamos también afuera y me dio un listado de cuidados especiales; la condición de él era de un suicida, sonaba terrible, pero para ellos no había otro concepto. 

— Bueno. Tienes salida condicional—. Dije haciendo juego con mis cejas. 

— ¿Satisfecha? Puedes irte —. Aunque rodó los ojos, escuche un tono de decepción en sus palabras. 

— Para nada. Estas fuera del hospital, pero no curado del todo—. Impuse. 

— Eres como una maldita pesadilla ... ¿Te pegaras a mi?—. 

— Igual que una garrapata—. Dije apuntándole con el indice.  

No comento nada mas y se bajo de la camilla, le pase el chal largo que llevaba ese día y los zapatos. Vi que estaba sonrojado cuando me ofrecí a arreglarle ese bello cabello que tenía, no se negó así que  trate de peinarlo. Él no quería que las personas se alejaran, pensaba que era mejor si se alejaban. 

— ¿En serio vienes conmigo?—. Levanto una ceja cuando lo seguía. 

— Si. Sigue caminando—. Le di un toque en el hombro para que siguiera y le hice señas con la mano. 

Ni yo sabía si era lo mas sensato, ya  que era uno de los siete, por un sueño revelador que me dieron como señal, quería ayudarlo a como diera lugar, solo que, se sentía bajo presión, y no podía evitar seguirlo. Es igual a una madre que deja ir por primera vez a su hijo y cree que el mundo se lo comerá, algo por el estilo.  

Yo estaba pensando en tomar un taxi, era mas rápido y directo, pero él se planto en la estación de bus. Su tes seguía siendo pálida, aunque sus ojos tenían un color encantador, divinamente pasaba por modelo donde fuera, y las chicas lo seguían; habían dos escolares a nuestro lado y comentaban maravilladas entre ellas. 

Subimos al autobús y el se sentó en un extremo  y yo en el otro, claro que sin perderle la vista, podía jugar y bajarse sin que me diera cuenta. Note que estiraba los dedos, ¿nervioso? ¿Era la primera chica que lo ayudaba? ¿Vivía debajo de un puente? De todas esas cosas medite durante el viaje de casi cuarenta minutos, tenía adolorida mi parte trasera, ni la sentía redonda. Ho Seok durmió la mitad del camino, cansado, de seguro llegaría a dormir en su cama por dos días seguidos. 

Vi que era el barrio de la pensión y parpadee, él también vivía cerca, pudimos habernos topado antes y cero interés uno en el otro. Me levante de golpe y lo tome de la muñeca, timbre dos veces y el autobús se detuvo justo donde quería. él bajo pero enseguida se soltó de mi, me miro con cara de fastidio porque estaba dormido pero yo solo me fijaba en la tienda que teníamos en frente. Mi pastelería favorita, llevaba dos días que no me daba un gusto de chocolate y el olor me atraía. Volví a tomarlo de la muñeca cuando escuche el sonido de paso al peatón y lo arrastre conmigo dentro de la pastelería, compre tres trozos grandes del relleno de pan y chocolate y salí contenta del lugar aún sin haberle soltado la muñeca. 

Llevábamos dos calles recorridas cuando sentí un jalón hacía atrás que por poco me hace botar las cajitas de comida. 

— ¿Que te pasa?—. Lo fulmine con la mirada. 

— Eso mismo digo yo, ¿como cuando piensas soltarme?—. Apunto con la mirada su muñeca. 

Baje la mirada y vi que lo sostenía con fuerza, tuve un poco de pena y lo solté de golpe, estaba hipnotizada por la comida, era normal que no notara esas pequeñeces. Seguimos caminando uno al lado del otro con un metro de distancia, ninguno hablaba. Nos detuvimos frente a la pensión y yo puse el primer pie adentro. 

— ¿Ahora que?—. Dijo él, sosteniéndome del brazo. 

— ¿Que? Quiero bañarme y cambiarme—.  

El rojo de sus orejas era extremo. — ¡Jamás!—. 

Me dio mucha gracia pero no quería que se diera cuenta. — Antes de que pienses cualquier escena erótica conmigo, déjame decirte algo, también vivo aquí—. Me solté y seguí caminando. 

Escuche que algo decía a mis espaldas pero no quise darme la vuelta, me daba mucha gracia sus reacciones no disimulaba para nada; era casi como un libro abierto para mi, eso lo hacía tierno, definitivamente cada uno tenía su propio encanto. 

Me sentí de buen ánimo a pesar de que no había descansado lo suficiente. De verdad ser guardián tenía sus ventajas, no solo sufría con ellos, me divertiría mucho si así lo a meritaba. Sonó mi celular y era Jackson, le debía como cinco almuerzos, dos desayunos y miles de disculpas, contesté antes de que se me agrandara la deuda, justo Ho Seok se me puso enfrente para que lo escuchara hablar. 

— ¡Ey! —. 

— ¡Jackson, amigo mio!—. Le hice una seña para que hiciera silencio. 

— Resulta que ahora si soy tu amigo. Que conveniente, ¿no?—. Aquí iba yo, tratando de calmar a un Jackson resentido. 

— ¿Porque lo dices? Somos amigos, de esos que no existen hoy en día—. 

— Lo dirás porque me botas cada vez que quieres, porque no se de que otra amistad hablas—. 

Ho Seok arqueó una ceja y se estaciono sin ánimos de seguir caminando, a la espera de que yo terminara la llamada. 

— Jackson, no digas eso. suena a que estas aburrido conmigo—. 

— ¿Lo dudas? Estoy a nada de mandarte al carajo—. 

— No puedes, no te sobre esfuerces intentándolo—. 

— No me retes—. 

— Mira hagamos un trato—. 

— Tus tratos ya me saben a cacho. Cero tratos y promesas que no cumplirás—.  Justo tenía que decir lo poco confiable que soy en esa parte, la lucha estaba reñida, Jackson no aceptaría a la ligera. 

— ¿Entonces que quieres? ... ¿Cortamos?—. Lo siento Jackson, pero no hay mejor plan que usar la inversa. — Si eso quieres, esta bien—.  

Escuchaba su respiración del otro lado, hablaba bajo para si mismo pero igual alcanzaba a escuchar lo que murmuraba. 

— Tomare eso como un si. Gracias por todo Jackson—. 

— ¡Espera! ... No es justo ... ¿Porque te salgo a deber?—. Balbuceo

— Te estoy librando de la carga tan pesada que es ser mi amigo. Creo que es lo mas justo, ¿no?—. Era cruel, pero amaba ser así con él. 

Ho Seok relajo su rostro y vi una sonrisa esquinera, diminuta, discreta, pero muy bella. Sonreí mirándolo a los ojos y este aparto la mirada.  

— ... Así no son las cosas ... Me tenías preocupado ... —. 

— Lo sé. El Domingo  a las nueve en el parque de diversiones, ¿trato?—. 

— ¿Si llegaras?—. Dijo escéptico. 

— ¡Claro! ... Puede que con diez o quince minutos de retardo, igual ahí estaré—.  

— Trato—. 

— Sabía que eras un buen amigo. Te veo el domingo—. Estaba por colgar cuando lo escuche. — ¿Que pasa?—. 

— Cancela lo que dijiste—. 

— ¿Sobre que?—. 

— ¡Idiota lo de cortar conmigo!—. 

— Ah, eso—. 

— ¿Eso? Que pena, para mi fue como el fin del mundo, para ti no, perfecto—. 

— Es broma. Estas sensible. Hablamos el Domingo—. 

Suspire enternecida por la actitud de mi gran amigo, había pasado por muchas circunstancias desde que empezamos una amistad y me sorprendía que siguiera aguantando, por eso lo quería tanto y me gustaba tenerlo a mi lado. 

— Decías—. Estaba libre para escuchar a Ho Seok. 

— ¿Tu novio?—. Miro el celular. 

— ¿Jackson? No, somos amigos. En mi vida no cabe la palabra "amor" de ese tipo, el único amor es por la humanidad—. 

— ¿Eres como una Madre Teresa de Calcuta o algo así ?—. 

Reí y negué con la cabeza. — Ella es una eminencia a mi lado. Digamos que me gusta meterme en la vida de los demás,  ¿que te parece?—. 

— Un termino muy adecuado—.  

— ¿Cual es tu apartamento?—. Indague con la mirada. 

— No te basta con saber que vivimos en la misma pensión, ¿quieres saber donde me quedo?—. 

— Obvio—. Hice un gesto con la mano levantada. 

Se dio vuelta resignado, por fin entendió que saldría libre solo si hacía lo que le decía. Caminamos dos torres mas adelante de la mía y fuimos al segundo piso, en la tercer puerta se detuvo bloqueando la entrada. 

— Hasta aquí llegaste. Ni un paso mas—. 

— ¿Esta desordenado? ¿Tienes algún secreto que no quieres que alguien descubra?—. 

Levanto la ceja y arrugo la nariz. — ¿De donde sacas eso?—. 

¿De tantas veces que vi a los humanos desde el cielo, escondían cosas, personas, y demás, o mantenían un fiasco su vivienda?, era natural que pensara eso. Di un paso a delante esperando que se quitara, y él seguía plantado en la puerta. 

— Ni un paso—. 

— Ok. Como quieras. Tarde que temprano, descubriré tu secreto—.  Solté y me di media vuelta. 

Relativamente estaba mas tranquila dejándolo en su apartamento, el medico me había asustado lo suficiente como para dejarlo ir solo a donde quisiera ... Un momento ... Di una vuelta brusca y vi que no había entrado todavía, camine rápido para alcanzarlo antes de que cerrara la puerta. 

— ¡Espera! —. Detuve el cierre. 

— Te estas pasando—. Dijo trabando la puerta con el pie. 

— No voy a insistir, posiblemente sea un cadáver y no quiero ser cómplice. Una cosa nada mas—. Hice presión para que no cerrara la puerta. 

— ¿Que es?—. 

— No estas solo ... No se que paso con tus padres, ni con Dean ... —. Parecía que las palabras se me atoraban, tome aire y me repuse. — Voy a estar contigo. Vivo dos torres atrás, en el primer piso, cuando quieras ir bienvenido. Aquí tienes una amiga—. 

— No quiero amigos—. Dijo serio y frío. 

— Lo que quieras ... Puedo ser lo que tu quieras ... Recuerdalo, voy a estar contigo—. Vi como la puerta se cerro delicadamente en mis narices. 

No podía esperar un gracias por que los siete chicos parecían faltos de educación básica, este era el tercero y no me quería imaginar los otros cuatro. eran como un par de niños consentidos que se creían las victimas y que solo ellos salen lastimados. Sin embargo, le había dicho lo que creía correcto, estaría en su departamento y en mi sueño, ese fue su lugar de perdición. Iba a ayudarlo, pero él debía hacer la mitad del trabajo, no podía sacarlo de su encierro, él tenía que salir por su cuenta. 

Caminaba por la gran calle que dividía las torres, balanceaba las cajistas de comida y levantaba un tanto los pies del suelo, miraba la punta de mis zapatos, estaba cansada y seguía pensando en la cara de Ho Seok cuando cerró la puerta, puede que lo haya molestado mis palabras; igual parecía que me aborrecía. Estaba a una torre de donde vivía y una sombra sobre mí tapo el sol que se colaba entre los tendederos de los pisos mas arriba, levante la mirada y vi a un chico que estaba en el tercer piso mirando hacía abajo, no podía decir si me estaba mirando o no porque tenía la capota puesta. Seguí mirando y fue cuando nuestras miradas se enlazaron, hay supe que efectivamente me miraba, sus ojos eran cafés oscuros, su nariz era perfecta, no reía, simplemente me miraba. 

— ... Kim Tae Hyung ... —. Escuche una brisa en mis oídos. 

Alinee la mirada para él y este sonrió lo que me confundió un poco. Iba a decirle algo cuando escuche la voz de Jin muy cerca. Baje la mirada y venía directamente a mi, alce la mirada pero el chico ya no estaba, ¿quien es el tal Kim Tae Hyung? ¿Se trata del chico?. Tenía la leve sospecha de que lo había visto, pero tenía a Ho Seok tan presente que no podía pensar mas allá. 

— Hola—. Jin tenía una bella sonrisa. Me encantaba verlo así, de aquel chico deprimido, no quedaba nada. 

— Venías corriendo. ¿Como estás? —. Correspondí su sonrisa. 

— Ayer vine a verte. No estabas, ¿ donde estuviste?—. Había olvidado que no solo tenía que cuidarlo, también debía cuidarme. 

— El trabajo, estuve un poco ocupada—. No mentía, en realidad mi trabajo desde antes de nacer, era cuidar de siete personas. 

— A puesto a que no has comido nada. te invito, me fue bien con las propinas y tengo dinero extra—. Jin había cambiado en todo sentido. Fue como caído del cielo, yo tenía hambre y negarme era pecado, por lo que asentí y lo seguí. 

Ya íbamos a salir de la pensión cuando me di cuenta que tenía las cajitas de comida y me pare en seco. 

— ¿Que fue?—. Dijo. 

— Primero, acompáñame a entregar esto—.  Le mostré la bolsa. 

— ¿De quien es?—. 

— Un vecino. Es un encargo—. Improvise. — Si no quieres ir, no hay problema, me esperas y ya—. 

— No. Voy contigo—. 

Fui yo quien le dijo que me acompañara y luego capte de que no tenía ni idea de donde estaba el apartamento de Jungkook, llevaba dos días sin toparme con él, había comprado tantas cajitas para darle un par y que comiera cosas decentes.  Luego de estar quince minutos dando vueltas, Jin se veía algo cansado y molesto porque íbamos sin rumbo. 

— Si no sabes, mejor vayámonos—. Dijo cansado.

— Espera. Debe ser por acá—. Quería en verdad saber donde era. 

— ¿Buscan a alguien?—. 

La voz nos sobre salto y nos retiramos. Mi cabeza giro y vi al chico del tercer piso, la misma capota y los mismos ojos, no podía equivocarme era él.  

— Ah, eras tú. Tae, te he dicho que no hagas eso—. ¿Un conocido de Jin?

— Hyung, es que se veían muy graciosos perdidos—. Dijo con una risa pilla. 

— ¡Ah! El raro amigo de Jungkook—.  Chasquee los dedos. 

— ... ¿Eh?...—. Dijo extrañado. 

— ¡Lo siento! ... Es que ... No recordaba bien donde te había visto ... —. Trate de arreglar la incomodidad que había. — Tu eras el del tercer piso, ¿cierto? —. 

— Tienes buena memoria. ¿A quien buscaban?—. Se dirigió a Jin. 

— Pregúntale a ella—. 

— A Jungkook, buscamos su apartamento—. Respondí.

— ¿Porque no lo dijiste?—.  Jin chasqueo con la lengua— Pasamos hace rato por ahí—. 

— ¿Lo conoces? ¿Porque no me lo dijiste?—. Mis ojos por poco se salen, ¿que era todo esto?

— Porque no me lo preguntaste—.  Alzó los hombros. Tenía razón. 

— Tu amiga es muy curiosa, ¿ me la prestas?—. Tae cambio la mirada, era un poco siniestra. 

— No. Todo menos ella. La vi primero—. Jin paso su brazo por mi hombro y nos fuimos dejando a Tae. 

— ¿Crees que este bien?—. Le dije. 

— ¿Que?—. Seguía mirando al frente. 

— Nos sigue mirando—. Dije viendo atrás de reojo. 

— Tae es un poco extraño. Aprende a tratarlo—. 

Tenía muy cerca a Jin y un corrientazo paso por mi espalda. Quite su brazo y me aparte a una distancia prudente. Ese tipo de reacción era muy normal en mi cuando alguien quería hacer contacto físico muy de cerca, algo pasaba por mi columna y me molestaba y solo se quitaba la sensación cuando estaba alejada de la persona.  

— Aquí estamos. El apartamento de Jungkook—. Se detuvo y puso las manos en los bolsillos. 

— Gracias—. Me dispuse a tocar a la puerta pero Jin me detuvo. 

— ¿En serio vas a hacer eso?—. 

— Si. ¿No es así como sale alguien de su casa?—. Hice un gesto de algo obvio. 

Jin se rasco el cuello e hizo círculos con la cabeza.

— Si Tae es extraño, Jungkook es el doble, ¿porque crees que se llevan bien?—. 

— ¿Que hago?—. Quería soluciones, no problemas. 

— Yo me encargo—. Con la mano derecha dio tres toques con ritmo en la puerta. — ¡Hey! Jeon Jugkook, sal—. Alzo la voz. 

¿Cual era la diferencia de lo que yo iba a hacer? No sabía que modo era ese para llamar a una persona a la puerta, pero si Jin lo conocía, debía dejar que él lo hiciera salir. Era cierto que no  conocía a Jungkook y no tenía la necesidad de indagar mucho; para comprender que no era una persona fácil y que le costaba asumir lo que es vivir en este mundo infectado de maldades. 

Después de tres gritos iguales, se escucharon pisadas con fuerza que se acercaban a la puerta. Jin se paro de frente y me tapo un poco con sus anchos hombros. La puerta se abrió casi de golpe y un Jungkook con la mirada en llamas apareció, logro verme sobre el hombro de Jin y con su pie entre cerro la puerta. 

— ¡Jungkook! Tanto tiempo—. Jin abrió sus brazos para darle un abrazo pero este se los cerro. 

— ¿Que quieres?—. Si claro, muy amigos. 

— ¿Como le hablas a los mayores?—. Parecía que Jin era sensible con ese tema y su ojo hacía un tic de molestia. 

Jungkook suspiro fastidiado— ¿Que quieres ... Hyung?—. Poca sinceridad en la última palabra. 

— Te andan buscando—. A punto con el pulgar a su espalda.  

Sentí que debía salir de la espalda de Jin y di un paso adelante. Jungkook no se veía de muy buen ánimo así que sería breve para no molestar, no me sentía preparada para enfrentar su carácter arrasador. 

— Hola ... Quería saber como van tus heridas ... ¿has comido bien? ... —. Estaba apenada, y nerviosa, debía ser porque no me quitaba la mirada de puño. 

— Estoy bien. No necesito nada de ti, ni de nadie—. Frío, seco, era un tempano de hielo. 

— No, no, no. A ver Jungkook, así no se le habla a una chica—. Tome el brazo de Jin cuando vi que apretaba el puño. 

— Lo sé. Olvide que hablaba con el chico "Todo lo puedo", que se hirió la otra vez. Que pena, de verdad—. No me iba a dejar de su altanería. — Toma. Es para ti. No me agradezcas —. Puse la bolsa en su mano. 

Jalee a Jin para me siguiera. Escuche a Jungkook decir algo, estaba tan molesta que ni le preste atención. Yo quería ser amable, si él no quería, bien, que así fuera. 

Alguien me detuvo y me giro. 

— ¿Porque lo haces?—. Era Jungkook agitado, me estaba siguiendo. 

— No has comido bien. Tienes ojeras, estas delgado y no te has cambiado las vendas—. 

Él agacho la mirada y movía su boca diciendo que yo tenía razón. 

— Solo cuídate, ¿si? No es mucho pedir, ¿cierto?—.  

Soltó mi brazo, metió una mano al bolsillo de la beisbolera negra que llevaba, dio media vuelta y se fue a su casa, no peleo o dijo algo mas. 

Suspire y me di la vuelta. Mire a Jin que sonreía para mi. Estos chicos en serio que eran especiales. 

— Te llevare a la mejor tienda de pollos—. Dijo orgulloso.

— Como quieras—. Respondí. 

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Bien mis queridos. Aquí les tengo un capítulo mas. De verdad que vamos bien, ¿eso creo?

Los quiero y gracias por el apoyo.  

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