Hoja 1

La Voz de Lizzy

Vengo de un mundo muy distinto al que veo ahora, aquí hay mucho ruido, las personas hablan y se visten extraño, hay cosas que nunca había visto; olido; o sentido en lo que llevaba de haber nacido. Mi mundo es un tanto diferente, es muy amplio, no hay autos, carreteras, es blanco y tranquilo, hay muchas nubes para jugar, y puedes tener la mejor vista de la tierra.

Yo nací como una estrella, desde que mi primer rayo de luz se encendió, fui un guardián del cielo, veía a las criaturas de la tierra como seres mágicos y esplendorosos; quería poder estar más cerca de ellos. Muchas veces mientras les iluminaba la noche, los vi reír, llorar, amándose, odiándose, llenos de maldad. Como todos quería y esperaba el día de la gracias, cuando crecemos y podemos entrar a la lista de opcionados a ser guardianes terrenales. Es un largo proceso, primero tu luz debe ser un rayo puro, algunos en su interior tiene destellos grises sea por defecto o por la corrosión de su esencia. Otra de las cosas que evalúan es la fe que tienes; parte importante; se dice que muchos de los que han fracasado en sus misiones es porque perdieron la fe y olvidaron para que fueron enviados, la ambición, la codicia, los deseos impuros; los llevaron a la perdición total, algunos terminan en la oscuridad y otros son tratados para que vuelvan a tener un brillo mágico.

Después de que pasé la edad adecuada, mis ilusiones aumentaron, quería ser un guardián terrenal, deseaba estar allá y hablar con ellos. Para mí, los humanos eran criaturas hermosas, quería protegerlos, cuidarlos, ser más que una luz en el cielo que los alegra o entristece. Siempre pensaba como sería de guardián terrenal. Sin embargo, siempre tuve a mi maestro para hacerme caer en cuanta de la realidad de un guardián con métodos pocos sutiles, pero efectivos. Mi maestro era una luz de las más sabías y tenía el privilegio de ser uno de los diez consejeros y ayudantes del gran Jay, yo me sentía aún más orgullosa de tener a semejante maestro a mi disposición.

A pesar de que escuchaba y esperaba con paciencia, -en un vago termino de lo que significa paciencia-, habían pasado dos temporadas de elección de guardianes terrenales y en ninguna fui llamada o notificada por mi maestro. Eso hizo que mi rayo de luz disminuyera un poco, ya no estaba en lo alto del cielo, si no un poco más abajo por mi  pequeña luz. En palabras humanas estaba decepcionada de mi misma por no ser escogida, por supuesto me culpaba a mi misma por no tener las capacidades que se necesitan para ser elegido y eso me afligía mucho. Confieso que esas sensaciones eran extrañas para mi porque en mi mundo siempre hay paz, tranquilidad y alegría, creo que había un poco de corrosión en mi interior.

Pedía cada vez con más fe a nuestro ser supremo para que fuera elegida. Hice varias promesas con él, yo sabía -gracias a que escuche por parte de mi maestro-, que nuestro ser supremo amaba con su corazón a los humanos, los adoraba, lloraba por sus penas y pagaba por sus lágrimas. Una de esas tantas veces le prometí que ayudaría a que sus seres queridos fueran más felices y que tuvieran menos penas, que lo lograría, pero que necesitaba una oportunidad para poder hacerlo. Pero a pesar de mis esfuerzos no escuchaba respuesta alguna, eran solo silencios que me dejaban sin palabras porque no quería parecer pesada ante él, no quería que se confundiera y creyera que deseaba la tierra, quería que entendiera que apoyaba y me gustaba la idea de que los humanos fueran más felices.

En uno de esos tantos tiempos de espera y peticiones, llego el tan esperado momento. Recuerdo que no podía creerlo; mi rayo de luz creció mucho más que el de un anciano, era tal la felicidad que mi luz opacaba un cuarto de la luz de los guardianes celestiales. Mi maestro me llevo la noticia, el tenía sus métodos para todo, ese día yo no esperaba nada, decía -Será igual que las veces anteriores-, vaya sorpresa cuando en la fuente sagrada mi maestro mi dijo sobre la orden suprema,  yo sería un guardián terrenal y no cualquier guardián, tendría a más de un humano a mi cargo. Cuando escuche esa parte se me bajo hasta el color de la luz, era cierto que quería cuidar a los humanos, pero la cantidad que me habían designado superaba mis expectativas.

-¿Qué pasa? ¿No quieres?-. Mi maestro noto mi cambio de tono.

-No, no es eso... ¿Es cierto lo que dices?-.

-Los mandatos son sagradoss ¿crees que jugaría con algo así?-.

-No, claro que no. Son siete humanos-.

-Parece que tienes mucho más de lo que ellos esperan en un guardián y te han dado esta misión. Confió en que sabrás que hacer y que entenderás el verdadero motivo de porque existimos-. Sabías palabras justo cuando estaba tan conmocionada.

-Haré todo lo que esté a mi alcance. Cumpliré con mis promesas-. Dije en alta voz para ese ser supremo.

No pensaba que mi existencia cambiaría tanto, la forma de pensar, entender el verdadero fin de la vida terrenal y celestial y el modo en el que se necesita una de la otra. Desde ese día, todo fue diferente y nuevo para mí, por suerte tuve un excelente maestro que me aconsejaba y me daba sus tips para que no me asustara o me perdiera entre los humanos. Escuche cada una de sus palabras, sus consejos, sus advertencias, recuerdo que me repitió muchas veces los motivos por lo que sería castigada o exiliada, llegue a pensar que me estaba probando para ver si yo daba el brazo a torcer fácilmente. Que tonta debía tomar más enserio sus palabras, ya no hay mucho que pueda hacer al respecto, pero le estoy enteramente agradecida porque una que otra cosa quedo grabada en mi ser y me libro de muchas malas pasadas.

Me despedí de él cerca al ducto que comunicaba al cielo con la tierra, extrañamente cuando llegamos a ese ducto, tanto él como yo cambiamos de aspecto, no se trataba de luces, ni nada por el estilo, teníamos forma y era muy parecida a la de los humanos solo que borrosa, pero me dejo muy impresionada, porque esa era mi verdadera esencia y también la de mi maestro, quien si recuerdo bien, no era muy viejo como yo pensaba. La despedida termino en más y más consejos, un abrazo y un "te lo encargamos", escuche a lo lejos antes de bajar a la tierra, cuando me dijo que habrían señales que me mostrarían quienes eran los humanos que debía cuidar. ¡Mal momento para haberlo dicho! Se crearon más preguntas en mi cabeza que ya no me podría responder

Baje, baje, baje y baje, hasta que todo fue oscuro por un rato, me asuste un poco, sentía sensaciones extrañas, lo que se le llama mente estaba toda revuelta, escuche voces y más cosas extrañas para mi, temblaba, nunca antes había temblado, sentía una presión que tampoco conocía, llegue a desesperarme mucho, quería moverme, ver que estaba pasando. Lentamente volvía la luz a mí, cuando sentí que no podía más quise hablar y entonces un sonido salió de mi boca y no eran palabras, sonaba a quejidos, me movía pero eran movimientos lentos y hacía los lados, cuando pude ver completamente la luz y ver quienes hablaban, vi una mujer que destilaba agua en sus ojos, a su lado un hombre que me hablaba y me tocaba cerca a los ojos.

-Bienvenida Lizzy, no sabes lo felices que estamos de que hayas nacido, eres bella y fuerte- Me decía con dulzura la mujer.

-Somos papá y mamá, hija. Estoy feliz porque soy tu padre-.

Ese día fue el comienzo de todo, cuando nací en un lugar de la bella tierra, enviada con la misión de encontrar a los siete seres humanos que ayudarían a dar un poco más de felicidad a los demás. Aprendería desde ceros la vida del ser humano, sus altos y sus bajos, hasta que estuviera lo suficientemente preparada para encontrar a esas personas que me estaban esperando.

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Aquí damos inicio oficial a este nuevo fanfic, deseando que sea de su agrado y que le den mucho amor como a mis otros trabajos!! TwT.

Intentare que los nuevos trabajos tengan horarios que pueda cumplir para no retrasarme y que ustedes tengan un poco de lo que les gusta sin falta. Un beso y feliz día :)

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