12. Donde comienza el desastre.



Aurora estaba a punto de salir de casa cuando el teléfono sonó en la sala. Se extrañó, ni siquiera sabía que alguien tenía ese número. La pelirroja dejó la bolsa sobre el sofá y contestó.

— Aurora White, ¿en qué puedo ayudarle?

— Señorita White, mi nombre es Amy Jordan, estoy llamando de la Academia de Artes de Seattle, es sobre el portafolio que Esme Cullen nos envió para la exposición de Bellas Artes de Invierno— Aurora intentó seguirle el paso, pero no entendió ni la mitad de lo que la mujer decía

 —Lo siento, no sé si entiendo, ¿Esme Cullen te envió un portafolio de pinturas... mi portafolio? — preguntó confundida.

— Sí, la Sra. Cullen nos envió algunas de sus pinturas hace dos semanas— Aurora se sentó. — Nos gustaría poner algunas para exposición en la sesión de Bellas Artes, una sesión especial para promover artistas desconocidos, se encuentra en la Galería Nacional de Arte en Washington— En ese momento, Aurora se puso blanca, los ojos verdes abiertos llenándose de lágrimas.

—Dios mío— Su voz salió como un susurro.

— ¿ Srta. podemos tener una reunión para conversar mejor? — Aurora asintió varias veces, hasta darse cuenta de que la mujer no la veía.

— Claro—Lo dijo rápido. — Claro que puedo.

— Genial, te programaré para mañana a las 3:00, ¿de acuerdo?

— Sí, está bien— Aurora asintió.

— Perfecto. hasta luego, Srta. White— La línea quedó muda, y Aurora estiró la mano temblorosa para colocar el teléfono de vuelta en la mesa.

Tardó diez segundos en caer su ficha. Y luego ella estaba gritando, saltando y riendo, como un niño al abrir el regalo de Navidad. Agarró su bolso y corrió hacia la puerta, saliendo de casa y yendo hacia su coche.

El camino hasta los Cullen nunca pasó tan rápido, y ni siquiera le importó si le habían puesto una multa o dos. Aurora corrió dentro de la casa, olvidando la puerta abierta, corriendo por las escaleras y dejando la bolsa en los escalones.

Saltó, abrazando a la primera persona que se le acercó.

— También es bueno verte, Aurora— Carlisle habló en tono de risa. Aurora rió alegre y corrió hacia la otra habitación, esta vez abrazando a Esme, apretando a la mujer lo más que pudo, sabiendo que no la lastimaría.

— Gracias, gracias, gracias... — Ella agradeció, sintiendo a Esme retribuir su abrazo, y soltar una risita suave.

— ¿Por qué exactamente, querida? — Aurora separó el abrazo para mirar en los ojos dorados de Esme.

— Por enviar mis pinturas— Ella explicó. — Fue lo más importante que alguien ha hecho por mí— Esme sonrió cariñosa.

—¿Cómo lo supiste? ¿Te llamaron? — Ella preguntó curiosa. Aurora asintió. — ¿Cómo fue? - ¿Qué dijeron? — Esme parecía esperanzada.

— Quieren exponer mis pinturas en la Galería Nacional de Artes— La pelirroja explicó. Esme abrió los ojos y sonrió abiertamente.

— Eso es increíble! — exclamó. — Dios mío, querida, debes estar tan feliz— Aurora asintió.

—Felicidades Aurora, eso es realmente increíble— Carlisle se acercó poniendo la mano en su hombro y sonriendo, parecía orgulloso.

— Gracias—Sonrió alegremente.

— Mi novia es una artista de renombre ahora— Todos se voltearon para ver a Jasper en la entrada de la sala, con las manos en los bolsillos y una sonrisa brillante en la cara. — ¿Alguien está sorprendido? Porque yo ya lo esperaba— Aurora se rió y corrió hacia Jasper, saltando en su cuello, que la amparó con los brazos. — El mundo será suyo, señorita— Le susurró al oído.

Aurora sonrió. Ella no necesitaba el mundo, ya tenía todo lo que necesitaba allí, con aquella familia, con Jasper.

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— ¿De verdad no quieres que vaya contigo? — preguntó Jasper, observando a Aurora terminar de trenzar el cabello. Se rió.

— Cariño, no se trata de querer. Siempre te quiero cerca— Dijo simple. — Pero tu familia ya arregló este juego hace días, y Emmett nos comerá vivos si el equipo se queda corto— Jasper hizo una mueca insatisfecha. — No te pongas así— Ella se acercó a él abrazándolo por la cadera, y besándole la barbilla. — Por la noche podemos volver aquí y quedarnos juntos. ¿Qué te parece? — Sonrió de costado.

—Me parece una idea excepcional, mi señorita— Él distribuyó besos cariñosos por toda su cara, y sonrió abiertamente.

El teléfono de Jasper sonó. Gruñó.

—Voy a matar a Emmett—Dijo, sin siquiera molestarse en ver quién llamaba, ya parecía esperarlo.

—Ve, diviertete— Ella prácticamente lo echó, riéndose de la expresión ofendida que él hizo.

—Expulsado por su propia compañera— Se burló. — Es el fondo del pozo— Aurora rió.

— No seas dramático— Ella pidió, tirando del cuello de su camisa y besando sus labios fríos. Él mostró una sonrisa engreída cuando se alejaron. — Hasta luego, Mayor— Y cerró la puerta antes de que él diera una respuesta.

— Odio cuando haces eso— Se quejó al otro lado de la puerta. Aurora cubrió una risa con la mano, y lo oyó alejarse, luego el ruido del coche alejandose.

Ese día tenía todo para ser genial.

Tenía.

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Feliz, era como Aurora se encontraba al conducir de vuelta a casa después de salir de Seattle. Ya anochecía, y ella podría aprovechar el resto del día con Jasper, y contarle las novedades. Él con certeza se alegraría por ella, él siempre se lo hacia.

Pero, fue en el camino a la casa de los Cullen que Aurora sintió que había algo mal. Su corazón se apretó contra el pecho, y ella apretó el volante. Necesitaba averiguar qué estaba pasando.

Tan pronto como se detuvo en la puerta de la casa, Aurora salió del coche y corrió hacia adentro, subiendo las escaleras rápidamente. Pero antes de que llegara hasta el final, Jasper apareció frente a ella, la abrazó y susurró en su oído:

— No deberías haber venido— Ella sintió la tensión en su voz, y susurró de vuelta.

— ¿Qué ha pasado?— Antes de ser contestada, Carlisle salió de la habitación, acompañado de un hombre negro con el pelo lleno de rastas, y ojos rojos oscuros. Jasper abrazó a Aurora protectoramente. En silencio, los dos solo observaron mientras Carlisle guiaba al hombre hacia la salida. Ni siquiera miró hacia Aurora, lo que fue una decisión muy inteligente, considerando la forma en que Jasper lo miraba.

La puerta se abre de nuevo y Edward entra con Bella, seguidos por Emmett y Alice. Cuando vio al hombre, Edward puso a Bella detrás de él y gruñó enojado.

— Calma! — Carlisle pidió, poniendo la mano delante de Edward. — Vino a advertirnos sobre James

— Esta no es mi lucha— Dijo el desconocido. — Estoy cansado de sus juegos. Pero es un rastreador incomparable, absolutamente letal. Nunca vi a nadie como él en mis 300 años— Les advirtió. — Y la mujer, Victoria, no la subestimen— Segundos después, él ya no estaba más en la casa. Aurora miró entre todos allí, la irritación subiendo por la columna, y exhalando en su voz:

— ¿Pueden decirme qué diablos fue eso? — Y por la mirada en su cara, todos sabían que no le iba a gustar nada de lo que dijeran.

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— Ya luché contra nuestra especie antes—Jasper habló cuando entraban en el garaje, seguidos de toda la familia. —No son fáciles de matar, pero no es imposible— Aurora miró a Rosalie, que se sentaba aburrida en una tribuna, la pelirroja la acompañó.

— Lo descuartizaremos y quemaremos los pedazos— dijo Emmett.

— No me gusta matar a uno de los nuestros, ni siquiera a un sádico como James— dijo Carlisle. Pero sabían que no estaba desaprobando la idea, solo declarando su opinión.

— ¿Y si mata a uno de nosotros primero? — preguntó Rosalie, Aurora hizo una mueca, molesta con la idea. Esme notó la expresión de la pelirroja, y tomó su mano.

— Estaremos bien, cariño— Sonrió, pero Aurora no pudo sonreír. Ella desaprobaba totalmente la idea de que ellos se arriesgaran con alguien como James, un vampiro nómada, cazador y psicópata.

— Llevaré a Bella al sur— Dijo Edward. — ¿Pueden alejar al rastreador?

— No, Edward— Carlisle dijo. — James sabe que no te alejarías de ella. Él te seguirá.

— Iré con Bella— dijo Alice. — La llevaré al sur.

— ¿Guardarás tus visiones para ti?— Le preguntó, viendo a Alice asentir. — Jasper, puedes ir con ellas? — Jasper no respondió de inmediato, pero miró a Aurora, que comprimió los labios, pero asintió débil.

—Ve — Dijo. — James no sabe de mí, estaré a salvo— Argumentó.

— No sé si me gusta esa idea—Se quejó.

—Está bien— Rosalie dijo. — Esme y yo nos quedamos con ella. Edward, Carlisle y Emmett alejarán a James de aquí— Jasper suspiró.

—Volveré antes de que te des cuenta— Dijo. Aurora sonrió débil.

— Sería excepcional, Mayor— Había una nota de tristeza en su voz, obviamente Jasper lo notó, y se alejó frustrado, entrando en el coche de Alice, que luego entró con Bella.

Rosalie tomó la mano de Aurora y la llevó a otra habitación, seguida de Esme, que apoyó su mano en el hombro de la chica pelirroja.

La angustia se podía ver estampada en el rostro de Aurora mientras ella veía a todos preparándose para un posible choque, mientras ella vio a Jasper alejándose, posiblemente yendo de encuentro al vampiro sádico que quería la sangre de Bella.

En ese momento, viendo como la situación dejaba a Aurora triste, Rosalie sintió aún más rabia. A ella le desagradaba más aún Bella.

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