XI

"Mi corazón puedo escuchar
Tu nombre está cansado de gritar
Y es que entre tanta oscuridad
Yo te convertí en mi claridad
Dame tu mano ahora y sálvame
Necesito tu amor antes de caer"
Save Me
BTS


Natsu estaba sorprendido que eran un poco más de las 8:00 p.m. y la pareja aún seguía en el barco. Estaba un poco confundido pero aliviado de que Lucy siguiera ahí. Aunque no podía negar que odiaba al pelirojo desde lo más profundo de su corazón. Si bien, Lucy había rechazado su ayuda y no había nada más que él podría hacer por ella, por alguna razón no podía alejarse.

Sting: Querido amigo, creo que no puedes sacarle más brillo a ese vaso.

El pelirosa miró hacia sus manos, dejando el vaso a un lado.

Sting: ¿Qué tu turno no acabo hace dos horas?

Natsu: Si pero puede que Freed me necesite.

El rubio miró hacia el bartender que atendía muy animado a un grupo de chicas.

Sting: Freed se ve muy bien pero creo que el que no esta bien eres tú.

Dragneel no respondio y tomó de nuevo el vaso para pulirlo de nuevo. El rubio lo miró con cierta pena, pues sabía que le dolía que la chica no quisiera irse con él.

Sting: Natsu deberías irte a descansar, esta semana no ha sido fácil para tí.

Le quitó el vaso de las manos y el pelirosa lo miró desafiante.

Sting: Me dijiste que la dejarías ir.

Las palabras del rubio salieron en forma de susurro y no fueron del agrado de Dragneel.

Natsu: El hecho que este aquí no significa que sea por ella.

Sting: ¿En serio? Por que a mí parecer te has pasado gran parte de la cena vigilándola y ahora que el concierto de Blue Pegasus ha dado inicio te has venido al bar que esta más cerca de las mesas del frente.

Por más que su amigo deseara negar su obsesión con la rubia, no podía. La evidencia era clara y eso lo preocupaba, jamás había visto a Natsu así de miserable y depresivo. Sin contar que muchos en la tripulación empezaban a  hablar de su extraño comportamiento en los últimos días.

Natsu: Yo no estoy vigilándola.

Si él mismo pudiera creer en eso. La verdad es que cada mímuto moría por sacarla de ahí. Por más que la rubia deseara disimularlo, la tristeza en su mirada gritaba que lo único que deseaba era alejarse de su prometido. Aunque hay un detalle que le daba esperanza y ese era que sus amigas no se habían alejado de ellos ni un instante durante lo que va de la noche, por lo que esperaba se mantuvieran así.

Sting: ¿Entonces no veo por que debas estar aquí? Lo mejor es que descanses. De todos modos, tarde o temprano ellos se marcharan a St. Lucia y nosotros no podemos hacer nada para impedirlo.

El pelirosa al escuchar esas palabras sintió como su pecho se estrujaba ante la realidad.

Natsu: Ya te dije, no estoy aqui por ella y si no tienes algo mejor que decir, te puedes ir.

El rubio no se sintió ofendido por sus palabras. Al contrario, lo comprendía.

Sting: Esta bien, me iré pero si me necesitas, no dudes en llamar.

Le dio una palmada en el hombro y se marcho.

...

Cana: ¡Mesero, otra ronda!

El concierto había terminado hace una hora, era ya más de media noche y beber fue la única excusa con la que la pelicastaña contaba para mantener a la pareja a bordo.  Las cosas iban de acuerdo al plan pero temía que Ignia lograra llevarse a Lucy a St. Lucia antes de lo debido.

Lucy: ¿No crees que es mucho?

Flare: ¡No seas aguafiestas Lucy, es tu despedida, disfruta!

La peliroja sirvió otra copa de vino a su amiga, la cual a penas había terminado su primera ronda.

Ignia: Vamos, cariño, bebe un poco más.

La incomodidad era muy notoria en la rubia y eso todas lo notaban. Más que todo cuando Ignia le hacía alguna caricia inapropiada frente a ellas.

Sorano: No la presiones, Ig. Vén te serviré un poco más de coñac.

La peliblanca se había dedicado a mantener las manos del pelirojo lejos de la rubia. Si bien la escena se pudiera interpretar como interes sexual por parte de la chica hacia él, el verdadero propósito era porteger a su amiga.

Por su parte Lucy se sentía muy vulnerable, una presión en su pecho le causaba un dolor físico inexplicable. Procuraba retener sus lágrimas pero de vez en cuando un par se escapaban. Claro que por el calor del momento, lograba disimularlas con que el vino es muy fuerte pero en verdad lo único que su corazón le pedía era termimar con el sufrimiento.

Lucy: Iré al baño.

Cana: Te acompaño.

Lucy: ¡No! Cana, que pena pero es que...

Cana: Ah ya entendí, number 2.

Lucy: Así es.

Rápidamente la rubia se dirigió hacia el pasillo sin decir nada.

Ignia: ¡Lucy, ¿a dónde...?

Sorano: Déjala, de seguro va al baño, ya regresara.

Ignia: Pero...

Sorano: Shhhh, mejor brindemos por tu boda.

La peliblanca se colocó sobre sus piernas para servir un poco más de coñac y el pelirojo se dejó convencer por esa clara insinuación para quedarse.
Mientrás tanto, la rubia se dirigió a la cubierta del barco sin mirar atrás. Ya no podía continuar, por más que se repitiera en su mente que lo hacía por su padre, ella ya no podía continuar. Su única solución era terminar con su vida, así garantizaría la seguridad de su padre y el patrimonio familiar. Sacó su móvil y le envió un mensaje a su padre...

"Te amo mucho, gracias por todo lo que has hecho por mí. Realmente he disfrutado este regalo"

Una brisa marina acarició su piel y el sónido del mar la llamaba. Miró hacia el cielo, dejando que las lágrimas fluyeran. El dolor en su pecho poco a poco disminuía y extrañamente sintió paz.

Lucy: Mamá... Loki... Lo siento mucho.

Caminaba hacia la popa con un único propósito pero de pronto unos fuertes brazos la rodearon deteniéndola en el acto.

Natsu: ¡¿Lucy, qué haces?!

La pregunta en ese momento era la más estúpida del mundo. Es obvio lo que Lucy intentaba hacer pero algo dentro de él quería estar equivocado.

Lucy: Ya no puedo...

La rubia intentó safarse de su agarre pero obviamente él es más fuerte que ella.

Natsu: Esta no es la solución.

Lucy: Tampoco huír lo es.

Natsu: Esta es una manera de huír.

Al escuchar esas palabras, la rubia sintió un fuerte dolor en su pecho. 

Lucy: Pero esto solo me afecta a mí.

Fue ahí en donde el pelirosa la soltó un poco para colocarse frente a ella.

Natsu: ¡Deja de decir tonterías, por supuesto que nos afectas a todos! ¿Cómo es posible que no pienses en tu padre o en tus amigas... o en mí?

Indirectamente la había llamado egoísta pero nadie pensaba en lo que ella en realidad quería, ser libre.

Lucy: Todo esto es mi culpa.

Natsu: No lo es... Solo eres una victima, entiéndelo.

Lucy: Pero...

Natsu: Pero nada.

La abrazó nuevamente permitiéndole llorar. Dolía verla así de frágil y no poder hacer nada para quitarle ese sentimiento de culpa que el mal nacido había sembrado en su corazón. El pelirosa miró hacia el borde de la popa, que estaba a unos 3 metros de ellos, y se le ocurrió una idea.

Natsu: Lucy...

La rubia levanto su cara para mirarlo.

Natsu: Te sacaré de aquí.

Lucy: Pero Nat...

Entonces sus labios fueron silenciados con un dulce beso que le dejo la mente en blanco de inmediato. Ya no había dolor, no había culpa... Simplemente, amor.

...

Sting: Siento mucho que no sea una suite pero aquí estará segura. 

Lucy: No hay problema, muchas gracias.

Sting: No hay de que. Lo importante es que la mantendremos a salvo.

La rubia agradecio el dulce gesto del amigo de Natsu al ayudarlos a salir del barco antes que Ignia se diera cuenta del falso suicidio. 

Lucy: Les prometo que les compensaré todo lo que estan haciendo por mí.

Sting: No tiene por que preocuparse por eso. Mejor intente descansar por que al sonar la alarma de "hombre al agua" esto se volverá un caos.

Lucy: Me imagino.

Sting: Así que guarde energías, que cuando sea el momento de salir de aquí las necesitara.

Lucy: Entendido.

El rubio se fue al pequeño closet y sacó una pijama un poco antiguada de el.

Sting: Esto es de la dueña de esta habitación, la Sra. James esta de vacaciones y pues no creo que le importe que usted use esto para descansar.

Lucy: Gracias.

Sting: Cuando sea el momento le traeré algo de mi ropa deportiva para que este más cómoda para el escape.

Lucy: Okay.

La rubia tomó la ropa de dormir de la Sra. James y se dirigió al baño para cambiarse. Mientrás Sting se comunicaba con Natsu para avisarle que ella ya estaba segura en la habitación de la mucama.

Sting: Si, Dragneel esta a salvo... Por supuesto que nadie nos vió, yo conozco bien este lugar... ¿En serio? ¿La hija del dueño?... ¡Maldición!... Iré a la cabina de las cámaras de seguridad en este instante... Si, en 5 mínutos activa la alarma... Te veo en un rato.

El rubio tocó la puerta del baño y sin esperar respuesta le hablo a la chica.

Sting: Debo marcharme, cuando sea el momento vendré por usted.

Él se apresuró a marcharse de la habitación de inmediato. Las cosas se había salido un poco de control pues creía que tenían algo más de tiempo pero mientrás se dirigía a la cabina de las cámaras de seguridad escuchó la alarma sonar.

"Hombre al agua"... "Hombre al agua"... Y luego el fuerte de ruido del ancla al ser liberado para detener de inmediato el barco. Como era de esperar, la conmoción inició.

Cana: ¿Qué demonios?

La pelicastaña tenía un mal presentimiento y corrió para llegar a la cubierta en donde comenzaban a reunirse la tripulación.

Cana: ¿Qué ha pasado?

Brandish: Se activó nuestra alarma y el barco se detendra en breve, Srita. Alberona.

Cana: ¿Quién saltó?

Brandish: Lo siento, no tenemos ni idea.

Cana: ¡Maldición!

De nuevo la pelicastaña corrió en dirección a las habitaciones. Rogaba internamente para que su amiga estubiera ahí. Fue una idiota al dejarla ir por su cuenta, debía haberse figurado que todo estaba mal. Al llegar frente a la habitación miró a Ignia tocar la puerta con furia.

Ignia: ¡Maldita sea Lucy, no es momento de bromear!

Cana: ¡Quítate!

Ella abrió la puerta, yendo directamente al baño. Nada... Comenzaron a revisar por todo el lugar pero no había pistas de su amiga.

Ignia: Debe estar en algún lugar...

El pelirojo estaba furioso, ¿cómo era posible que Lucy se atreviera a tanto sin ni siquiera dejar la empresa en sus manos? Él expectaba que ella en algún momento lo haría pero pensaba que sería cuando ya estubieran casados.

Cana: Iré por Laxus.

La pelicastaña regresó a la cubierta y encontro a toda la tripulación buscando pistas alrededor. De pronto, Eucliffe apareció con una laptop y se dirigió hacia el Capitán.

Sting: No sé que ha pasado con nuestro sistema, al parecer luego de esto las cámaras se reiniciaron.

Era un corto y borroso video en donde se podía apreciar a la futura novia caminar hacia la popa pero de pronto el video se cortó.

Laxus: ¿Cómo?

Sting: Probablemente mantenimiento de rutina. Solo dura unos 5 mínutos pero desgraciadamente para nosotros borró parte de la evidencia.

Laxus: ¿Y quién activo la alarma?

Freed: Fui yo, por que encontre esto en el suelo.

Cuando el peliverde mostró lo que tenía entre sus manos, la pelicastaña se derrumbo.

Cana: ¡Esto es de Lucy!... No puede ser... No puede ser.

Laxus: ¿Qué hacías aquí si estabas en el bar?

Freed: Eran mis 15 mínutos de descanso y salí a fumar. El Sr. Dragneel tomó mi lugar en el bar mientrás tanto.

Cana: ¡Laxus, haz algo!

La pelicastaña tomó el collar de Lucy. Aquel que su padre recién le había regalado y que llevaba el anillo de compromiso de Loki en el.

Brandish: Tranquila, Srita. Alberona. Venga conmigo, probablemente ella este en algún otro lado.

Laxus: Eucliffe revisa todas las cámaras para ver si encontramos alguna otra pista y mientrás los demás busquen en cada rincón de este barco alguna señal de la Srita. Heartfilia.

Tripulación: ¡Si, Capitán!

Entre la conmoción, Ignia logró encontrarse con Cana, la cual le explico un poco lo que Laxus había discutido con ella. La información lo enfureció y más que todo al recordar que había quebrado su celular a propósito para evitar las llamadas de Jude. Ahora, ¿cómo le avisaba a Rufus sobre lo ocurrido? Lo único que podía esperar era que Lucy jamás hubiera saltado y que estubiera escondida de él en algún lado del barco pero ¿dónde buscar?

El pelirojo miró como los tripulantes se dividían para buscarla y se le ocurrió seguirlos pero el navío era inmenso y seguir a cada a uno sería pérdida de tiempo. Por lo que para su desgracia, estaba atado de manos, así que solo le quedaba esperar.

...

Sting había sido claro, "no vayas a su habitación, no hasta que sea momento de escapar" pero el pelirosa no podía evitar buscarla. Afortunadamente todo iba de acuerdo al plan y ya solo quedaba entregar su reporte de las habitaciones de las mucamas. Sin embargo, al estar frente a la habitación de la Sra. James, no pudo evitar abrir la puerta.

Natsu: ¿Lucy?

Ella estaba mirando por la pequeña ventana de la habitación la conmoción de la guardia costera que se acercaba para inspeccionar la zona. Cuando la jóven notó su presencia, lo miró limpiándose de inmediato las lágrimas de su rostro.

Lucy: ¿Natsu, qué haces aquí? Sting dijo que no nos podíamos ver hasta la hora de... ¿Es hora de irnos?

Natsu: No, solo quise venir a verte.

¿Porqué Sting le había prohibido verla? Simple, por que sabía que él no podía resistirse a ella. Incluso si vestía uno de los atuendos de dormir de la Sra. James, Lucy se miraba adorable.

Lucy: ¿En serio?

Natsu: Necesitaba ver que estabas del todo bien. 

La rubia se sentó en la cama, sin dejar de mirar hacia la ventana.

Lucy: Siento que esto es un sueño. Aún no puedo creer que realmente este pasando.

Ella apretaba sus manos para disimular su nerviosismo. Temía que el plan fracasara y que Ignia la encontrara. De pronto, al sentir el peso extra a un lado de la cama miró al pelirosa que se había sentado a su lado.

Natsu: Todo saldrá bien.

Este le tomó las manos, plasmando un beso en uno de ellos. ¿Cómo era posible que él le hiciera sentir tantas cosas lindas en un momento tan oscuro de su vida?

Natsu: Descansa.

Él procedía a marcharse cuando la rubia lo detuvo, tomándolo del brazo.

Lucy: Espera.

Natsu: ¿Qué pasa?

Lucy: Quédate un poco más, no quiero estar sola.

Él no le dijo nada, solo la abrazó.

Lucy: Tengo miedo.

Natsu: No te preocupes, yo estoy contigo.

El pelirosa le dio un beso en la frente y ella levantó su cabeza para mirarlo.

Lucy: Nat.

Fue todo lo que pudo decir antes de besarlo. Si bien al principio él permanecio rígido, poco a poco se relajó. Le enloquecían sus suaves besos, esos besos que le pedían refugio y el cual siempre estaba dispuesto a darle. Las palabras de Sting resonaban en su cabeza, lo sensato sería parar ahí pero al separarse de ella para recuperar el aliento se dio cuenta que eso sería imposible.

Natsu: ¿Quieres...?

Ni siquiera pudo formular su pregunta, ya que ella nuevamente lo besó. Aunque esta vez no pudo controlarse del todo al sentir como la chica se acomodaba sobre él. La falda de la bata de dormir se deslizo hasta llegar a sus caderas y sus manos automáticamente buscaron acariciar esa parte de su piel.

Todo parecía lejano a ellos, incluso olvidaron el hecho de que el pelirosa debía regresar lo más pronto posible a cubierta para no ser descibierto. Nada importaba, por fín podían ser uno. Poco a poco Natsu se dejó caer en la cama, acomodando a Lucy mejor sobre él. De inmediato, la rubia inició un vaivén sobre su erección que le hizo perder la razón.

Los besos cada vez se volvían más profundos y es que la jóven de una u otra manera quería olvidar todo el dolor. Anhelaba ser amada y corresponder a ese cariño con la misma intensidad. Por lo que interrumpio los besos para incorporarse sobre él y deshacerse de la bata de dormir. Antes de poder regresar a la posición en la que estaba, el pelirosa se apresuro para sentarse nuevamente y apresar uno de sus pechos con su boca.

La sensación fue celestial, ya que la lengua del jóven jugaba con su pezón tiernamente. Él se tomaba su tiempo para saborearla y ella no pudo hacer más que disfrutarlo. Sus varoniles manos rodeaban su cíntura con firmeza pero sin lastimarla, cosa que le causaba mucha dulzura. Como pudo, comenzo a darle besos en la cabeza al chico. Este reaccionó buscando sus labios nuevamente y ella aprovecho el cambio de posición para desabotonarle la camisa.

Cuando hubo finalizado, ella se aventuró para acariciar su piel. Ese simple acto hizo estremecer al pelirosa. Él cual ya no soportaba más, necesitaba estar dentro de ella, envolverse en su centro y perderse en su piel. Le detuvo la mano, mirándola fijamente, soportando perder el control del todo.

Natsu: ¿Estas segura?

La pregunta la tomó por sopresa, pues era la primera vez que alguién le decía eso. En su primera vez con Loki, él solo le dijo que confiara en él y se dejara llevar, y con Ignia... Pues ahí todo era a la fuerza.

Lucy: Estoy segura.

Entonces, él la beso nuevamente y ella se dejó llevar por lo que le ofrecía. Se acomodaron en la cama mientrás la ropa del jóven caía de la cama conforme este se la quitaba. La última pieza eran las bragas de la rubia, la cual el jóven retiró suavemente mientrás dejaba rastros de besos sobre el vientre de esta.

Natsu: Eres preciosa, Lucy.

Le dijo mientrás retiraba del todo su ropa interior. Se acomodó en su entrada y con delicadeza comenzo a llenarla.

Natsu: Dime si te hago daño.

Lucy: Esta bien.

Ambos se estremecían ante la súblime sensación de sus centros chocando en cada embestida. Inicialmente estos eran suaves y profundos pero conforme sus cuerpos se llenaban de pasión, así mismo el ritmo aumento. El pelirosa se negaba a cerrar sus ojos, pues la imagen ante él era tan irreal que le parecía un sueño.

La chica que le había robado el corazón desde el primer momento en que la vió, estaba bajo su cuerpo con sus ojos cerrados y su boca entre abierta gimiendo su nombre. De pronto, ella abrió sus ojos y lo descubrió espiándola. Eso la hizo sonreír y él sonrió también.

Lucy: Se siente... muy bien.

Natsu: Eso espero...

Él ocultó su rostro entre el cuello de la chica y disminuyó el movimiento de su cadera.

Natsu: No quiero decepcionarte.

Eso le causo mucha gracia a la chica, la cual no pudo evitar reírse.

Lucy: Creemé que es lo menos que haz hecho hasta el momento.

Ella le hizo mirarla y él detuvo su movimiento pero sin retirarse de su centro.

Lucy: Gracias por salvarme, Natsu.

Entonces lo besó profundamente e impulso sus caderas hacia él. Sus embestidas no eran rápidas pero si profundas. La sensación era gloriosa para ambos y era obvio que se acercaba el final. Se separaron para tomar aire y Natsu tomó el control final de las penetraciones. Se derretía al sentir como su pene se humedecía cada vez más por los fluídos de la rubia y como su interior lo estrechaba con cada embestida. Quería verla terminar pero no podía mantener sus ojos abiertos, el placer era demasiado para soportarlo y cuando ella soltó un grito de placer, él se dejó correr completamente en su interior.

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