7.- La Gira: Distritos 10, 9 y 8


A la mañana siguiente, en cuanto Viktor abrió los ojos, se dio cuenta de dos cosas: la primera, Yuuri también estaba despierto y lo seguía sosteniendo entre sus brazos; la segunda, se permitió externarla en voz alta:

─ Ya no tuviste pesadillas.

Yuuri, que continuaba medio adormilado, demoró en comprender que se trata de una afirmación y no una pregunta.

─ Es cierto ─asintió, con su voz denotando una mezcla de sorpresa y perplejidad─. Y tú, ¿dormiste bien?

─Pues, ya que lo mencionas... sí. De hecho, sí.

Por primera vez en lo que Viktor considera mucho tiempo, no tuvo problemas para conciliar el sueño y sospecha que en gran medida se debe a Yuuri. Todavía se siente algo cansado y está seguro que para Yuuri debe ser igual. Aunque considera quedarse en la cama junto a su mentor por lo que resta del día, una serie de golpes en la puerta rompen sus ilusiones.

─ Espero que ya estén despiertos ─advirtió Lilia─, y que ambos estén vestidos.

Yuuri emitió un chillido agudo y separó abruptamente, con la cara completamente roja y casi cayendo de la cama. Viktor consiguió sujetarlo por el brazo y echó a reír.

─ Puedes entrar si quieres, ya nos pusimos la ropa.

─ ¡Viktor!

No sin cierta prudencia, Lilia abrió la puerta y los observó desde la entrada, como evaluando qué tanto ocurrió durante la noche. Una vez que concluyó su análisis, asintió y sacó su característico reloj dorado.

─ Tienen diez minutos para alistarse y salir. Repasaremos el itinerario para la próxima parada durante el desayuno.

Los chicos la vieron abandonar la habitación y Yuuri fue el primero en levantarse, luciendo visiblemente avergonzado.

─Será mejor que le hagamos caso a Lilia, no parece estar de muy buen humor.

─ ¿Alguna vez lo está? ─bromeó el de ojos azules, obteniendo una risita corta de parte de Yuuri─. Y bueno... gracias por dejar que me quedara.

─ Ah, um... al contrario, yo debería agradecerte a ti por acompañarme y disculparme después de lo que pasó─ balbuceó Yuuri, jugando a entrelazar sus manos y Viktor lo admiró en silencio. Su cabello estaba desordenado, no usaba sus lentes y un tenue rubor decoraba sus mejillas. Resultaba demasiado adorable.

─ No me molestaría repetirlo, ¿sabes? ─se permitió sugerir tratando no mostrarse demasiado esperanzado, aún si el corazón le latía con fuerza─. Claro, siempre que tú estés de acuerdo. Creo que las noches podrían ser más llevaderas si estamos juntos.

El rubor de Yuuri se intensificó, tragó grueso y abrió la boca para contestar...

─ ¡Ocho minutos!

El grito de Lilia los interrumpió y ambos jóvenes intercambiaron una sonrisa, optando por dejar el tema de lado para darse prisa para que no volvieran a regañarlos.

***

En el vagón comedor se encontraban presentes Lilia y Minako. Yuuri recorrió el sitio con la mirada sin molestarse en ocultar su preocupación.

─ Phichit está trabajando en sus trajes, nos pidió que lo excusáramos ─le dijo Lilia y por el semblante de Yuuri, fue obvio que la explicación no lo confortó en lo más mínimo─. Ya tendrás oportunidad de hablar con él, por ahora, regresemos a lo que nos concierne.

La mujer dejó la frase al aire, permitiendo que los jóvenes se sirvan algo de los múltiples platos en la mesa, mientras ella hojea furiosamente una libreta. Ambos vencedores se sentaron uno al lado del otro y Viktor sintió que el estómago le rugía de hambre ante los espléndidos manjares frente a él. Ya que pudo arreglar las cosas con Yuuri, recuperó el apetito por completo; sin embargo, tal parecía que no necesariamente era lo mismo para su mentor, quien se limitaba a picar su plato sin mostrarse muy entusiasmado ni probar ni un solo bocado.

─ ¡Yuuri! ¿Quieres un poco de mi omelette? ¡Está delicioso! Muy esponjoso y bien sazonado.

─ Es que, la verdad no tengo mucha ham... ─sin darle oportunidad de terminar de hablar, Viktor le acercó el tenedor a la boca y a Yuuri no le quedó de otra más que ceder, saboreando el trozo de omelette ─. Vaya, tenías razón. Sabe muy bien.

Viktor sonrió con suficiencia y aprovechó para pasar la mitad de su comida en el plato de Yuuri, a pesar de sus protestas. Lilia carraspeó.

─ De acuerdo, comencemos... ─ tomó una carpeta y la abrió─: Para dejar zanjado el incidente anterior, les informo que tanto el discurso como sus apariciones fueron editadas antes de su transmisión en los otros distritos, por lo que afortunadamente se logró hacer el control de daños correspondiente ─les contó la mujer, y las expresiones de los dos jóvenes se ensombrecieron por unos instantes─. Sin embargo y para evitar futuras... situaciones de riesgo, es necesario que todos estemos en la misma página y trabajemos en equipo si queremos sobrevivir a la gira. ¿Fui lo bastante clara?

Ambos asintieron dócilmente y una vez más, Viktor no pudo evitar dejarse llevar por la curiosidad. Tenía la impresión de que Lilia estaba tomando demasiadas molestias por ellos. ¿Quizás porque temía que si arruinan la gira, pasaría lo mismo con su reputación en el Capitolio?

"No, no. Debe ser otra cosa" reflexionó Viktor "Algo me dice que Lilia no es de las que acuden a fiestas y banquetes para lucirse a menos que la obliguen y que tampoco es necesariamente una admiradora de los Juegos del Hambre".

Escarbó en su memoria. En las transmisiones de las cosechas de otros Distritos, las enviadas del Capitolio invariablemente eran mujeres excéntricas y entusiastas al punto de resultar chocantes. Dónde ellas se permitían interactuar y bromear, ajenas a la angustia de los pobres chicos elegidos, disfrutando de los pocos minutos de fama que aquella macabra selección les brindaba, Lilia se limitaba a cumplir con el protocolo establecido. Antes, Viktor llegó a considerarla como una persona nada empática y en extremo fría y desconsiderada; pero ahora que ya la conocía un poco mejor, su actitud igualmente podría interpretarse no como severa sino como solemne, como si en el fondo reconociera el sacrificio y el dolor que los tributos enfrentaban.

─ ¿Me estás escuchando?

Yuuri le propinó un discreto codazo que lo sacó de su ensimismamiento. Lilia lo contempló cruzada de brazos y frunciendo el ceño. Viktor esbozó su sonrisa más inocente.

─ Por supuesto que sí ─respondió el joven, y Lilia arqueó una ceja en señal de incredulidad.

─ En ese caso, ¿quisieras repetirme lo último que dije?

Por el rabillo del ojo, divisó a Yuuri haciendo un ademán y señalando por debajo de la mesa la carpeta de Lilia.

─ Nos hablabas del itinerario para la próxima parada, y... lo que podemos y no podemos hacer ─responde, tratando de sonar seguro.

Lilia se mostró sorprendida, tosió para aclararse la garganta y regresó su atención a la carpeta.

─ Es correcto ─retomó la enviada del Capitolio─. Por fortuna, contamos ya con alguien que nos apoyará en la siguiente escala. Puesto que vamos al Distrito Diez...

─ Hurra ─pronunció Minako sin el menor atisbo de alegría, alzando su vaso, y fue hasta ese punto que Viktor reparó en su presencia.

La afición de Minako por el acohol no era un secreto, ni tampoco su desinterés y odio hacia todo lo relacionado con los Juegos del Hambre, pero suponía que al menos estaría un poco emocionada por regresar a su distrito ya que llevaba mucho tiempo fuera. ¿Acaso no ansiaba ver a su familia y amigos? O las personas del Diez debían extrañarla, ya que después de todo se trataba de una distinguida vencedora.

─ ¿Tienes algo que aportar? ─inquirió Lilia con la mirada fija en la otra mujer, quien se limitó a encogerse de hombros.

─ Si alguien hace una broma de estiércol o de vacas, ríanse aunque no la encuentren graciosa. Lo mismo si los comparan con ganado de alta calidad, es un halago─ aclaró de mala gana─. Y no les sigan la corriente, porque entonces no habrá quien los pare. Por otro lado, siempre pueden mencionarme a mí. Es la forma más efectiva para terminar con una fiesta ─celebró con una sonrisa amarga, levantando su vaso, que evidentemente no estaba lleno de jugo.

─ ¿Te sientes bien? ─se atrevió a preguntar Yuuri, sin ocultar su preocupación.

─ Mejor que nunca, querido. Voy a casa, ¿qué puede ser mejor que eso? ¡Oh! ─exclamó con fingida sorpresa─. De hecho sí se me ocurren un par de cosas, una botella de vino, por ejemplo.

Minako manoteó, tumbando sin querer la botella que pretendía tomar junto con un vaso y un plato de estofado, ensuciando el suelo con una mezcla de comida, licor y cristales rotos.

─ ¿Podrían llamar a alguien para que limpie? ─pidió Yuuri, ayudando a Minako a levantarse y se apresuró a sujetarla, evitando que pisara los vidrios en el piso─. Creo que será mejor que la lleve a su habitación.

Lilia asintió en silencio y presionó un timbre fijo en un lado de la mesa. No pasó mucho para que se presentara una chica, que adivinó al instante para qué fue requerida, limpiando el desorden silenciosa y eficientemente. Una vez que terminó, hizo una educada reverencia, y se retiró por donde vino sin pronunciar palabra. Únicamente cuando están solos, Viktor se dirigió a Lilia.

─ ¿Qué fue todo eso?

Lilia dejó escapar un hondo suspiro y se masajeó el puente de la nariz.

─ El año pasado pudo librarse de ser parte del espectáculo en el Distrito Diez, pero en ésta ocasión no corrió con tanta suerte, así que está bastante enfadada ─explicó sin que eso respondiera realmente la pregunta de Viktor─. Aunque admito que es preferible que se desahogue aquí a que ocurra una situación lamentable durante su aparición en público.

Honestamente, Viktor se esperaba una reacción mucho más crítica de Lilia, por lo que su inusitada comprensión no hizo sino aumentar su curiosidad. Sin embargo, sus indagaciones se vieron interrumpidas por el regreso de Yuuri.

─ Logré meterla en su cama y no tardó nada en quedarse dormida. Se me ocurrió pedirle a un sirviente pastillas para el dolor de cabeza y le dejamos un vaso con agua. Lo va a necesitar.

─ Te agradezco tus atenciones ─expresó Lilia con sinceridad─. Por lo pronto, los autorizo a que se retiren. Eso sí, debes ayudar a Viktor a memorizar el resto del protocolo.

Ambos jóvenes estuvieron de acuerdo y se recluyeron en el dormitorio de Yuuri. Puesto que no terminaron de desayunar, Viktor tuvo la precaución de tomar unos platos con algunos bocadillos para picar mientras estudiaban, si bien luego de lo sucedido ninguno de los dos se sentía con muchos ánimos ni para comer, ni para repasar los lineamientos de su próxima parada.

─ ¿Qué le pasó a Minako? ─inquirió el vencedor más reciente sin rodeos─. Nunca la había visto así antes. Ósea, sé que suele propasarse con la bebida, pero es la primera vez que la veo tan... tan...

─ ¿Perdida? ─completó Yuuri─, ¿descontrolada? ─agregó, y Viktor asintió. El de lentes apretó los labios y sacudió la cabeza─. Esto ya ocurrió antes, durante mi gira. No a ésta escala, pero aún así...

Viktor corrió a sentarse en la cama y le hizo un ademán a Yuuri para que se acomodara a su lado. Su mentor lo siguió en silencio, como organizando sus ideas.

─ A Minako no le gusta hablar de su vida en el Distrito Diez, y mucho menos de sus Juegos. Cuando fue mi mentora, sólo me dio los datos que consideraba relevantes: que cambiaban la arena todos los años y recomendaciones para el entrenamiento. Si lo piensas bien, son detalles superficiales y lógicos que pasan como de conocimiento público. En una única ocasión me mencionó a su familia: sus padres y su hermana. Pero de ahí en más, nada. Es un misterio. Phichit me ha contado más cosas sobre ella, pero sigue sin ser demasiado relevante, o útil.

─ ¿Qué sabía Phichit que tú no? ─insistió Viktor

─ Minako participó en el anterior Vasallaje de los Juegos del Hambre. Esa vez enviaron al doble de tributos de lo normal. Compitió contra otros veintitrés chicos y chicas y sobrevivió. Además... fue una voluntaria.

Viktor contempló a Yuuri con los ojos y la boca bien abiertos, sin lograr asimilar del todo lo que acaba de escuchar.

─ Minako fue una voluntaria, igual que tú y yo ─repitió Yuuri, lenta y pausadamente.

─ ¿Por qué? ─consiguió pronunciar al fin el de ojos azules─. ¿En lugar de quién?

─ No lo sabemos. Phichit intentó investigar al respecto, pero aún los ciudadanos del Capitolio tienen acceso limitado a la información disponible ─explicó Yuuri, tomando un bollito de queso del plato con bocadillos, examinándolo─. Me consta que trató usar su posición como estilista para averiguar más detalles, pero no funcionó. Al parecer, dada la importancia de los Vasallajes, hay un control mayor y los datos sólo se pueden obtener por una persona con autorización oficial o para fines de información pública. Y "la curiosidad de un estilista" no encaja en ninguno de esos puntos.

Viktor reflexionó que al fin comprendía muchas de acciones de Minako. Por eso se ofreció a ser mentora de Yuuri aunque no fueran del mismo distrito, por eso fue tan dura con él después de su entrevista cuando creyó que utilizaba a Yuuri para ganar patrocinadores, y por eso continuaba apoyándolos aún si lo que menos quería era estar ahí.

─ Espera un minuto ─alzó la voz, cayendo en cuenta que si bien se han resuelto algunas dudas, otras siguen sin respuesta─. No lo entiendo. Si fue una voluntaria y una vencedora, apuesto a que debe ser muy importante y que muchos deben admirarla. ¿Por qué entonces ella es "así"?

Para los distritos de los que eran originarios, los vencedores muchas veces eran considerados como héroes. Eran los más fuertes, los que habían sobrevivido a la mayor de las adversidades y llenarse de gloria y riquezas, venciendo a la muerte y a la pobreza que tenía encadenados al resto. Por sus logros, Minako bien podría ser catalogada con la vencedora más poderosa y la más prestigiosa. ¿Por qué preferiría pasar sus días ahogándose en el alcohol, y en el distrito más pobre? Aquello carecía completamente de lógica.

─ Creo que es culpa mía ─reconoció Yuuri, depositando el bollo de vuelta en el plato y agachando la mirada; y sus palabras dejaron perplejo a Viktor─. Durante mi Gira, Minako no quiso asistir a los eventos en el Distrito Diez, así que tuve que hacer las apariciones en público solo. Durante la cena, hablaron de ella. La llamaron traidora y muchas otras cosas horribles. Me imagino que no les hizo gracia que se interesara en los Juegos del Hambre para ayudar a un tributo externo y están resentidos con ella por eso ─se encogió sobre sí mismo, agobiado─. Se lo he preguntado varias veces, si ha tenido problemas por mi causa, y ella siempre lo niega. También le he dicho que si lo desea, es libre de volver al Distrito Diez y que yo me las arreglaré por mi cuenta, pero me responde que está mejor así, y yo... no sé qué pensar al respecto.

Viktor se movió un poco, lo suficiente para acercarse más a Yuuri y tomar su mano.

─ Si quieres mi opinión, deberías creerle ─comenzó a decirle en tono suave─. Me consta de sobra que Minako se preocupa por ti. Más que mentora, por la forma en que se relaciona contigo, parece un miembro más de tu familia.

─ Y es lo mismo contigo ─le señaló Yuuri─. No para de insistirme en lo buen chico que eres y en... insinuar otras cosas de ti y de mí ─murmuró sin poder evitar sonrojarse. Viktor soltó una risita.

─ Pues no estaría tan equivocada. Después de todo, ayer dormimos juntos por primera vez.

El rubor de Yuuri se intensificó y Viktor volvió a reír, satisfecho por su reacción. Quizás haya logrado calmar sus preocupaciones de momento, pero no quita que sus palabras pudieran ser ciertas en parte. Para ganarse el odio de los demás habitantes del distrito 10, Viktor estaba prácticamente seguro que Minako tuvo que cometer una falta terrible, algo muchísimo más grave que ayudar a un tributo externo y asociarse con él. Y eso, él estaba decidido a descubrirlo.

***

Comparada con la Gira por el Distrito Once, ésta resulta ser considerablemente más tranquila, aunque no por ello menos abrumante.

Nuevamente, Viktor tuvo que efectuar por su cuenta la entrada al distrito, por lo que consiguió admirar los amplios pastizales y campos repletos de ganado, las humildes chozas y pequeñas casas en las que habitaba la gente y los corrales y establos donde eran guardados los animales. Comparado con el Once, el Diez no estaba tan custodiado, o al menos eso pensó hasta que llegó al centro del Distrito, viéndose sorprendido por una multitud de agentes de la paz. Algunos custodiaban el lugar desde los techos de los gastados edificios, en tanto que otros formaban una especie de barricada armada que separaba el sitio del discurso de los espectadores.

"Me imagino que se enteraron de lo que pasó en el Distrito Once" dedujo Viktor, entreteniéndose en estrechar la mano del alcalde sin prestarle realmente atención al hombre ni a su saludo genérico. Lo que sí notó, sin embargo, es que la expresión del alcalde se endureció al ver a Minako, y que ella tampoco ocultó del todo su desagrado.

Yuuri se presentó durante el discurso de Viktor, quien se limitó a leer las tarjetas que Lilia le entregó sin agregar nada e intentando por todos los medios evitar mirar tanto la pancarta con el rostro del tributo fallecido como a su familia sin mucho éxito. Pese a que Yuuri y él debían mostrarse en público como una pareja feliz y enamorada, el ambiente solemne no se prestaba para ello y lo más que consiguieron hacer, fue tomarse de la mano. Por suerte, la cena representó el sitio preciso para explotar el romance. Los asistentes, importantes políticos, funcionarios y las personas más ricas del Distrito, hacían fila para fotografiarse y hablar con ellos. En algún punto de la noche, Minako, quien se la había pasado recluida en un rincón sujetando una copa tan fuerte que comenzaba a agrietarse, apenas conversando con monosílabos y posando para las fotos de mala gana, desapareció sin que nadie la viera. Yuuri, por supuesto lo notó y de inmediato increpó a Lilia al respecto.

─ Fue a hacer una visita a su vieja casa, no tardará en regresar.

Lo que realmente no mitigó las preocupaciones de Yuuri, ni tampoco resolvió las dudas de Viktor.

─ ¿Crees que haya ido a ver a su familia?

─ Es probable, aunque no termino de creérmelo del todo─ le respondió Viktor.

Y de hecho, Minako regresó a tiempo para la clausura del evento e inesperadamente, lucía más tranquila y serena que antes. Hasta se permitió responder disimulada pero mordazmente algunas de las críticas y comentarios mal intencionados que unos de los asistentes le lanzaron, como si misteriosamente algo le hubiera devuelto los ánimos.

Ya en el tren, Yuuri se acercó a hablar con ella, seguido por Viktor.

─ ¿Qué ocurrió? ¿Estás bien?

La mujer rió, genuinamente divertida.

─ Claro, ¿por qué no iba a estarlo?

─ Bueno, es que... antes no lo parecías ─expresó Yuuri, apenado. Minako arqueó las cejas, desconcertada, pero no tardó en recobrar su sonrisa.

─ Lo sé. Venir aquí me crispa los nervios, aunque eso ya lo sabes, así que no es necesario que te preocupes ─le recomendó, con la voz cargada de afecto. Yuuri no se convenció ─. Lilia ya me regañó. Dijo que mi comportamiento fue muy inmaduro y que pude ponerlos en problemas a ustedes, lo cual es justo lo que intentamos evitar, así que me disculpo por eso.

─ Entonces, ¿no fuiste muy lejos? ─preguntó Viktor, con lo que se hizo acreedor a una mirada de reproche por parte de Yuuri, en tanto que Minako le sonrió con naturalidad.

─ No tan lejos. Tenía que revisar unas cosas de mi casa ─contestó vagamente.

─ Pero los agentes, los guardias...

─ ¡Descuida, Yuuri! ─se apresuró a calmarlo Minako─. Escabullirse es muy fácil si sabes qué rutas seguir. Además, para cuando me descubrieron ya estaba entrando al edificio, así que no se dieron cuenta de nada.

Evidentemente, la excusa de Minako no tranquilizó en lo absoluto a su ansioso pupilo. Por suerte para ella, fue cuando Lilia intervino, enviándolos a dormir.

Viktor experimentó una gran alegría cuando Yuuri se detuvo antes de entrar a su habitación y no sin cierta timidez, extendió su mano hacia él. Al instante comprendió lo que ese gesto significaba y se apresuró a acompañarlo para después acurrucarse juntos en la cama, sin que pasara nada más.

Fue así como inició una rutina nocturna que a ambos les brindaba un cierto alivio: Yuuri pasaba sus dedos por el cabello de Viktor en la forma de suaves caricias que lo relajaban lo suficiente como para romper con las crisis de insomnio y lo ayudaban a conciliar el sueño; por otro lado, cuando Yuuri padecía de pesadillas, a veces llegando a ser varias en una sola noche, Viktor se encargaba de despertarlo y calmarlo, abrazándolo hasta que volvía a dormirse.

La siguiente parada en el Distrito Nueve les devolvió las esperanzas a la pareja de vencedores. La gente que acudió a la presentación en público de Viktor se mostró poco entusiasmada y la visita transcurrió en notable calma a comparación de las anteriores, llevándolos a considerar que tal vez podían tener éxito con apaciguar a los inconformes de acuerdo con las órdenes del presidente Felstman.

Sus ilusiones estaban por verse destruidas.

***

─ Estoy prácticamente convencida de que vas a ser muy solicitado en nuestro siguiente destino. Dado que tu talento se centra en el diseño y confección, y que el Distrito Ocho concentra la industria textil de la nación, muchos querrán hablar contigo.

Lilia hizo una pausa para contemplar a Viktor con cautela, sin embargo el joven se limitó a beber su té con aparente tranquilidad. Phichit también estaba presente, ocupado con tomar las medidas de Yuuri para ajustar su traje nuevo, así como Minako. La mujer se mantenía callada. Ya que dejaron atrás el Distrito Diez, evitó tocar el tema por todos los medios, prefiriendo enfocarse en aconsejar a Viktor.

─ Harías bien en repasar los detalles de tu colección, claro, omitiendo... ciertos detalles ─agregó Lilia, acercándole a Viktor las tarjetas con el discurso.

Otro incómodo silencio pesó en el ambiente. Viktor no se inmutó, un enorme contraste con la aprehensión que Yuuri es incapaz de disimular.

─ Yo podría ayudarte ─ ofreció Phichit, frunciendo el ceño al sostener la cinta y corroborar las nuevas medidas de la cintura de Yuuri─. Después de todo soy su estilista de confianza y uno de los diseñadores más reconocidos del Capitolio.

─ Gracias por la oferta, pero creo que puedo encargarme por mi cuenta ─ repuso Viktor, admirando la elegante tacita de porcelana que formaba parte del juego de té─ Después de todo ya tienes bastante trabajo modificando nuestros trajes, no quisiera ponerte una carga más.

Cuatro pares de ojos observaron al de cabellos plateados con incredulidad y recelo a partes Iguales. Viktor arqueó una ceja.

─ ¿Qué?

─ Lo diré sin rodeos... ─ habló Minako, tomando aire─: Lo estas tomando demasiado bien y con tanta calma, que das miedo. ¿Si sabes a dónde vamos?

─ ¿Esto es por Chris?

Yuuri dejó escapar una corta exclamación por la sorpresa que escuchar ese nombre le produjo, Phichit dejó caer su cinta de medir y las mujeres intercambiaron una mirada. Viktor se encogió de hombros y sacudió la cabeza.

Dada su relación con Christophe Giacometti durante sus Juegos del Hambre, comprendía que se mostraran tan cautelosos. Después de todo, Chris fue originario del próximo distrito a visitar. Ambos formaron parte de la misma alianza, se apoyaron y pelearon juntos, logrando imponerse al resto de los tributos y desarrollando una verdadera amistad en un ambiente adverso. Si Viktor logró coronarse como vencedor, fue gracias que él se lo permitió al tomar ventaja del reto final de los Vigilantes, optando por sacrificarse para que Viktor pudiera ganar.

─ Honestamente, sé que no será fácil y preferiría no asistir ─confesó el de ojos azules─, pero comprendo que no tengo opción y sé lo que está en riesgo. Éste no será diferente a los otros distritos, me apegaré a lo establecido y no haré nada más, lo prometo.

Ninguno se atrevió a agregar nada. Para Viktor resultó más que evidente que no le creían. Comenzando a irritarse, tomó las tarjetas para revisar su discurso:

─ "Es un honor y un placer estar con ustedes hoy, compartiendo con la familia del tributo caído: Christophe Giacommetti..." ¿Quién escribe esta basura? ─criticó, para después aclararse la garganta y proseguir─, "...a quien por siempre echaremos de menos, si bien confío en que sus seres queridos hallarán consuelo a su pérdida recordando que fue un joven excepcional que se enfrentó a las adversidades con gran optimismo y entereza..."

Obligándose a mantener una dicción y una entonación adecuadas, Viktor terminó de leer, logrando ocultar su desagrado lo mejor posible. Toda aquella palabrería barata y genérica se le antojaba una terrible burla a la memoria de Chris. Sin embargo, no podía hacer nada al respecto. Luego de todos los errores cometidos, sus probabilidades para solucionar el difícil predicamento en que Yuuri y él se encontraban eran contadas y debía aprovechar hasta la menor oportunidad.

"Está bien, puedo hacerlo" se dijo a sí mismo, cerrando los ojos e inhalando y exhalando varias veces "No es más que saludar, sonreír y hablar en público. Puedo hacerlo."

Si lo consideraba con detenimiento, no era tan diferente a cuando en el Distrito Doce debía interpretar el rol de joven y valiente cazador o de un pobre huérfano desvalido para obtener el mejor trato en sus negociaciones. Ahora, debía mostrarse como un vencedor orgulloso y distante, dejando completamente de lado al Viktor de la arena que fuera aliado y amigo de Chris.

En esa ocasión la excursión fue omitida, lo que a Viktor le produjo sentimientos encontrados. Por un lado, porque contaba con aquel evento para retrasar su presentación frente a todo el distrito; por otro, porque al mismo tiempo pensaba que entre más pronto se enfrentara al público, más pronto podría marcharse. De cualquier manera, tuvo la oportunidad de admirar parte del Distrito Ocho y una vez más se sintió agradecido de vivir en el Doce.

Aquel lugar consistía en una ciudad en toda regla: altos y deteriorados edificios, calles pavimentadas aunque polvorientas y enormes fábricas que producían estelas de humo gris que afeaban el ya de por sí ruinoso entorno. Comparado con el Ocho, el Doce era un lugar repleto de vegetación y áreas verdes y si bien sus construcciones estaban manchadas permanentemente por el polvo de carbón proveniente de las minas, era mejor a aquellas espantosas humaredas que en algunas zonas le conferían al cielo un aspecto nublado y triste.

"Con razón la gente se siente tan oprimida" reflexionó Viktor, recordando las palabras de Chris y viendo marchar a un grupo de agentes de la paz por una calle "Si viviera aquí, en éste ambiente y rodeado de oficiales, yo también estaría desesperado."

Se imaginó a Chris escabulléndose por una de las altas ventanas de las fábricas, descendiendo con total agilidad y elegancia y no pudo evitar sonreír. Por su forma de ser, no dudaba que su amigo hubiera sido increíblemente popular. Estaba seguro que Chris debió tener algunos admiradores, o hasta alguna pareja que...

"¡No, basta! No pienses en eso..." se recriminó Viktor, cerrando los ojos y apretando los puños con fuerza, con lo que arrugó sin querer el borde su camisa.

Había decidido que hasta que su estadía en el Distrito Ocho finalizara, no se permitiría pensar en Chris como su amigo. Con tal de sobrellevar esa parte de la gira lo mejor posible, reconocería a Christophe Giacometti como un tributo más, uno que fue un rival digno y sólo eso.

Al llegar al Edificio de Justicia, Viktor se reencontró con Yuuri. Su mentor y pareja le dedicó una sonrisa que pretendía alentarlo y el de cabellos plateados supuso que podría aprovechar para colar algún beso o un abrazo. Aunque no se atrevió a brindar una demostración pública de afecto, tener a Yuuri a su lado le ayudó a recordar lo que podía perder si no cumplía con el objetivo de la Gira. Fue así que consiguió armarse de valor para avanzar y colocarse frente al micrófono. Sacó las tarjetas del bolsillo de su traje y revisó que estuvieran ordenadas, tosió para aclararse la garganta, tomó aire y trató de bloquear su entorno actual, fingiendo que estaba ensayando en el tren y que la familia de Christophe, el tributo que tuvo la oportunidad de coronarse como vencedor pero que voluntariamente decidió no hacerlo, no se encontraba en lo alto de una tarima, esperando a que Viktor prácticamente les restregara en la cara que él seguía con vida en lugar de su ser querido.

Viktor mantuvo su sonrisa más radiante, esforzándose por ignorar que había notado que tanto la madre y dos de las hermanas de Chris tenían el mismo color de ojos; y que la hermana restante, pese a no compartir ese rasgo, era prácticamente una calca de su hermano en cuanto a sus facciones. El joven vencedor abrió la boca...

Nada pasó.

Un horrible chillido proveniente del micrófono hizo que Viktor cayera en cuenta que si bien repitió el discurso en su mente, sus labios no se movieron. Intentó nuevamente sin emitir ningún sonido. Estaba paralizado, con una sonrisa vacía en el rostro, un nudo en la garganta y el corazón latiéndole con fuerza.

Divisó que algunos de los asistentes se contemplaban entre ellos con extrañeza, seguramente cuestionándose por qué demoraba tanto y trató desesperadamente de hablar, enfocándose en las tarjetas con el discurso que ya ni siquiera podía ver con claridad. En lugar del conjunto de frases clichés, aquellos trozos de papel de pronto tenían escritas las últimas palabras de Chris: "Ponle un fin a esto". Fue más de lo que podía soportar. Su vista se nubló, sus manos comenzaron a temblar...

─ Es un honor y un placer estar con ustedes hoy, compartiendo con la familia del tributo caído: Christohpe Giacometti...

Una voz resonó por los altavoces, y no fue la de Viktor. Inesperadamente, Yuuri abandonó su asiento para acercarse a su pareja, pasándole un brazo por la cintura mientras que con su mano libre le arrebató discretamente las tarjetas.

─ Siempre lo echaremos de menos, si bien confío en que sus seres queridos hallarán consuelo a su pérdida recordando que fue un joven excepcional que se enfrentó a las adversidades con gran optimismo y entereza, cualidades que lo convirtieron en un tributo notable. Así que, podríamos afirmar sin lugar a dudas, que fue gracias a los Juegos del Hambre que logró descubrir su verdadero potencial...

A la culpa generada por haberse prestado a las tretas del Capitolio sin honrar la memoria de su amigo, se sumó la ocasionada por ser consciente que Yuuri realizaba el trabajo sucio por él. Aún si por dentro estaba siendo consumido por el dolor y el odio a sí mismo, Viktor se las arregló para continuar sonriendo como si no fuera más que una marioneta con una única expresión.

─ Por mi parte, estaré en deuda con él para siempre. Es gracias a Christophe y al Capitolio que puedo disfrutar de la auténtica felicidad al estar al lado de Viktor...

El aludido bajó la cabeza, avergonzado.

─ Y por eso, quisiera retribuirle.

Fue como si le dieran una fuerte sacudida. Viktor reaccionó, contemplando a Yuuri con evidente desconcierto, percatándose de su semblante decidido.

─ Sé que no borrará el dolor por su pérdida, pero si fuera posible, quisiera otorgarle a la familia Giacometti un mes de mis ganancias a partir de ahora y por el resto de mi vida.

Un coro de murmullos y gritos ahogados estalló no bien Yuuri terminó de hablar. Aquella acción carecía de precedentes. Nunca nadie hizo algo así y seguramente se haber sabido con antelación las intenciones de Yuuri, también le habrían prohibido presentarse públicamente. O más bien, dudaba que Yuuri de hecho planeara algo así, más bien fue una ocurrencia de último momento.

De cualquier forma, Viktor se sintió profundamente agradecido y dejándose llevar, atrapó a Yuuri en un fuerte abrazo, aprovechando para besarlo en la mejilla y después ocultar su rostro en su hombro por unos segundos, lo que le permitió dejar escapar un sollozo y desbaratar el nudo que oprimía su garganta.

Antes de ocupar su asiento para que la ceremonia continuara, Viktor observó a la familia de su amigo. La madre de Chris tenía el rostro bañado en lágrimas, y se aferraba con fuerza a dos de sus hijas. El padre de Chris, abrazaba a su otra hija, quien se cubría el rostro con las manos. La mirada del hombre se cruzó con la del vencedor más reciente y a Viktor le sorprendió no hallar odio ni condenación en sus ojos. El hombre le dedicó un leve movimiento de cabeza y musitó lo que Viktor creyó entender como un "está bien" que no hizo sino aumentar su sentimiento de culpa.

Después de aquello, Viktor dejó de registrar lo que ocurría a su alrededor. Sus movimientos y sus gestos eran mecánicos y forzados en extremo. Se sentía aturdido y cuando todo terminó, simplemente se dejó guiar de vuelta al Edificio de Justicia manteniendo la vista clavada en el suelo.

Alcanzó a escuchar a Yuuri discutiendo con alguien, probablemente con Lilia, mientras Minako trataba de calmarlos sin mucho éxito. Finalmente, Yuuri tomó a Viktor de la mano y lo jaló para obligarlo a caminar sin atender a los reclamos de Lilia.

─ ¡Sólo necesitamos un minuto! ─bramó el joven con su voz repleta de una inusual autoridad, tras lo cual se apresuró a refugiarse junto con su pareja en la primera habitación abierta que encontró.

Fue entonces que Viktor salió de su estupor, parpadeando con lentitud unas cuantas veces. Aún experimentaba una intensa opresión en el pecho, los ojos le ardían por retener las lágrimas y la cabeza comenzaba a dolerle.

─ ¿Quieres hablar? ─pregunta Yuuri en tono suave.

─ No sé que me pasó. Sabía lo que tenía que hacer y decir, pero simplemente... me congelé y yo... lo que hiciste fue maravilloso, único. ¿Por qué no se me ocurrió a mí? ─cuestionó con un deje de resentimiento que sin embargo no iba dirigido a Yuuri sino a sí mismo─. Me correspondía a mí. Yo debía dar el discurso, yo debía enfrentar a la familia, Chris era mi amigo y yo... ─hizo una pausa, sintiéndose sofocado─. Yo no debería estar aquí. Chris merecía haber sobrevivido.

Yuuri se limitó a escucharlo. Él también había pensado lo mismo en muchas ocasiones, que Minami o hasta Seung Gil eran más dignos de seguir con vida y sabía que nada que le dijera a Viktor lo consolaría, así que su intención fue permitirle que se desahogara hasta que se percató que su respiración se agitaba cada vez más y comenzaba a temblar. Al instante adivinó lo que sucedía y se apresuró a actuar.

─ Viktor... necesito que me escuches. Sólo enfócate en mi voz, ¿bien? ─le pidió, sujetándolo primero por los hombros y después tomando sus manos, acariciando sus nudillos con movimientos circulares. El aludido lo contemplo con el rostro bañado en lágrimas y la mirada repleta de temor─. Quiero que respires, lentamente. Sígueme: inhala, exhala, inhala, y exhala, inhala...

Aunque al principio le costó obedecer las instrucciones de Yuuri, verlo frente a él, sentirlo y oírlo hablar le dio algo a qué aferrarse. La sensación de ahogo fue disminuyendo, al igual que el zumbido en sus oídos ocasionado por los fuertes latidos de su corazón. Una vez que consideró que Viktor se calmó lo suficiente, Yuuri se atrevió a abrazarlo.

─ ¿Qué me pasó?

─ Una crisis de ansiedad ─explicó Yuuri, esbozando una amarga sonrisa─ Ojalá nunca hubieras tenido que pasar por algo así. ¿Cómo te sientes?

─ Cansado. Me duele la garganta, y la cabeza y el pecho también.

─ Sí, es normal ─admitió el otro, limpiándole algunos restos de lágrimas.

─ Y estoy todo sudado ─se quejó Viktor, a lo que Yuuri dejó escapar una risita corta─, me debo ver terrible.

─ Eso también es normal ─agregó, para después besarlo rápidamente en la mejilla, aún húmeda.

Aunque lo único que Viktor deseaba era refugiarse en su cama, cubrirse con las mantas y bloquear todo lo sucedido, y Yuuri era de la misma idea, en el fondo sabían que no sería posible. Todavía les restaba asistir asistir a la cena del Distrito. El público estaba esperando a la feliz pareja de vencedores enamorados, no a un par de chicos rotos.

El show debía continuar.

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NOTAS FINALES

Además de disculparme por el tiempo que me demoró esta actualización, quiero incluir una pequeña confesión: Esta es de las historias a las que más cariño les tengo, ya que fue el primer AU que me animé a escribir, y por lo mismo una parte de mí no puede evitar sentirse un poco triste porque siento que a comparación de otras historias mías, no ha tenido la respuesta que me gustaría. Quizás se deba a que es una adaptación, mi manera de escribir, o qué se yo... pero las comparaciones son inevitables. Puede que simplemente esté siendo demasiado dura conmigo misma, pero llegó un punto en el que escribir éste fic en particular ya no me entusiasmaba tanto y llegué muy seriamente a contemplar la posibilidad de simplemente borrarla y ya. Sin embargo, al final decidí no hacerlo. Me pasé un buen rato leyendo sus comentarios y no tienen idea de cómo me ayudó. Creo que sin eso no hubiera logrado terminar éste capítulo, así que gracias a todas ustedes y de manera muy especial a:

 @qorisheep 
 @yuna-26 
 @Mina-rii 
@AracellyMakepeace 
 @la_lleyi

Que me ayudaron a recordar que hay gente que a pesar de todo siguen al pendiente de ésta historia. Así que éste capítulo va para ustedes. Muchísimas gracias por seguir al pendiente e intentaré ya no demorar tanto en actualizar. Confío en que si vuelvo a perder la motivación todas ustedes mis queridas lectoras me darán un buen jalón de orejas que me hará seguir este AU hasta el final. Y sí, digo hasta el final porque aún falta la 3ra parte y los otros POVs, no se me han olvidado, sin mencionar los Juegos de Yuuri.

Se les quiere y aprecia mucho. Mystique fuera.

Si leyeron hasta aquí, la autora las adora y les desea muchos días bonitos llenos de perritos, gatitos y dulces.

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