6.- La Gira: Distrito 11
-Tiene que haber un error, eso no... no puede ser, ¡no!
Yuuri se paseaba por el vagón del tren como si se tratara de una bestia enjaulada. Apenas Lilia le informó que no podía presentarse públicamente en el Distrito 11, su inconformidad no se hizo esperar y si bien ya tuvo un tiempo para asimilarlo, seguía en total y completa negación.
-Órdenes son órdenes-decretó la mujer originaria del Capitolio sin dejarse intimidar por su enfado, simplemente limitándose a observarlo con los brazos cruzados-Tanto las instrucciones como el itinerario fueron especialmente diseñados para ésta gira, y no hay manera de que...
-¡Pues no lo acepto!-gritó, interrumpiéndola y sin atender al creciente enojo de Lilia-¡Tengo que estar ahí! ¿Por qué no lo entienden?
-Yuuri, vamos...-intervino Minako, colocándose entre ambos, buscando frenar la discusión-Si esas son las indicaciones, no hay nada que podamos hacer-el aludido retrocedió, dedicándole a su mentora una mirada de incredulidad, extrañado de que de pronto se mostrara de acuerdo con los requerimientos del Capitolio-Por el lado amable, piensa que podrás tomarte las cosas con calma y no estar bajo tanta presión. ¿O acaso ya olvidaste el último año?
-¡Eso no me importa!- replicó, zafándose bruscamente cuando Minako trató de poner su mano en su hombro-Viktor... por favor...-suplicó, girándose a contemplar al de cabellos plateados- Tú sí lo entiendes, ¿verdad? Soy tu mentor y... se supone que tenemos que aparecer juntos en todo momento. Díselos, te lo ruego.
El más reciente vencedor de los Juegos del Hambre y pareja de Yuuri Katsuki se mantuvo en silencio, mordiéndose la lengua para evitar hacer cualquier comentario. Naturalmente que comprendía su enojo por no poder presentarse en el Distrito 11, hogar de su aliado y amigo, Kenjiro Minami; sin embargo, también entreveía la razón detrás de esa indicación tan precisa. Si el gobierno estaba intentando por todos los medios evitar una potencial rebelión, tanto Yuuri como él poseían un rol determinante, como el presidente Felstman se lo hizo ver en su desafortunada visita. Bastaba recordar la transmisión del año anterior. Ahora Viktor estaba convencido de que la gente del 11 si no desafió abiertamente al Capitolio, hizo algo para mostrar su apoyo a Yuuri y en un dado caso, ésta última opción bien contaba como un sinónimo de la primera.
"Una chispa es controlable, pero dos podrían encender una llama que si no se apaga lo destruirá todo a su paso" dijo Yakov Feltsman en esa vez, y Viktor fue consciente que el Capitolio ansiaba mantenerlos a Yuuri y a él al margen y prevenir a toda costa que la gente inconforme los tome como símbolos.
Se percató de que calló por demasiado tiempo y el resto de personas en el vagón aguardaban por su respuesta. Inhaló hondo, ya habiendo decidido qué hacer.
-Claro que lo entiendo, Yuuri-se apresura a decirle, sujetando sus manos, y éste le dedicó una sonrisa esperanzada-Pero también, entiendo que Lilia sólo intenta cumplir órdenes y hacer que la gira pase con el menor número de eventualidades posibles y además, estoy de acuerdo con Minako. Si el año anterior fue tan estresante, prefiero encargarme yo y quitarte ese peso.
-Pero...-balbuceó Yuuri abatido y Viktor sintió que se le encogía el corazón ante su semblante tan triste y desilusionado.
-¿En serio no hay nada que hacer?-cuestionó Phichit en apoyo a su amigo, viendo primero a Lilia y luego a Minako-Aunque sea sólo una pequeña aparición durante el discurso del vencedor, o en la entrada al distrito. Basta con que lo dejen estar ahí, no hará ni dirá nada. ¿Verdad, Yuuri?
Viktor lucha por disimular la sorpresa, aunque le basta echar un vistazo a las dos mujeres para adivinar que Phichit no posee toda la información que ellas y él. Si ya antes se mostró dispuesto a apoyar a Yuuri, ¿por qué excluirlo en éste punto?
-La decisión fue tomada desde mucho antes y no se puede cambiar-decretó Lilia en ese tono suyo que no dejaba lugar a réplicas, para consternación del antiguo vencedor y su estilista.
Yuuri se mordió el labio y apretó los puños con fuerza. Su decepción era prácticamente palpable. Después, sin decir media palabra, abandonó el vagón, seguido por Phichit. Viktor lo vio alejarse, obligándose a no correr tras él y contárselo todo, y prometerle que idearían juntos una manera para que pueda presentarse en el Distrito 11.
-Pues, supongo que pudo ir peor-suspiró Minako, regresando a Viktor a la realidad.
-¿Cómo es que Phichit no sabe nada al respecto?-preguntó una vez que se cercioró que ni el estilista ni Yuuri estaban presentes.
-Creímos que ya se había arriesgado demasiado-informó Lilia, ya más tranquila-No se supone que los estilistas sean tan apegados a sus tributos, y ya ha llamado mucho la atención, no necesariamente de buena manera.
-¿Y qué hay de ti? Y de ti, Minako-vio primero a una y luego a la otra, considerando que era la oportunidad perfecta para sacarse esa duda- Lo mismo puede aplicarse con ustedes. No es que no aprecie lo que han hecho por Yuuri, pero...
La carcajada limpia de Minako lo interrumpió. Ella se le acercó y lo despeinó, esbozando una gran sonrisa.
-Vaya, eres muy dulce-expresó divertida-Y pierdes tu tiempo al preocuparte por nosotras. Ni el Capitolio, ni Feltsman, pueden hacernos daño, ya no-concluyó, sombría.
Lilia no agregó nada a lo dicho por su compañera, en cambio mantuvo la vista fija en un punto en la pared que no tenía nada de interesante. Viktor no supo si admirarse u alarmarse por la actitud de las dos mujeres. No podía ser que se creyeran por encima del presidente, cuyos designios básicamente eran absolutos. En cierta medida, le recordaba a su comportamiento antes de la visita de Feltsman, cuando estuvo tan confiado en que no tenía nada que perder, hasta que ese maldito hombre le hizo el favor de hacerle notar lo contrario.
"¿No temen que puedan tomar represalias contra ellas, o contra sus seres queridos?" reflexiona Viktor "¿Es porque Lilia es habitante del Capitolio, y Minako otra vencedora? ¿Creen que eso las protege?" si bien ya no puede continuar indagando al respecto, puesto que Lilia lo manda a repasar su discurso, dándole un final temporal a dicho asunto.
***
Arriban al Distrito 11 y Viktor no puede evitar pensar en las notables diferencias con el 12. No es sólo que el suyo en esa época del año se encuentra cubierto de nieve y el otro está repleto de hierba y flores silvestres, las verdaderas diferencias radican en el alto muro con de alambre de púas, un gran contraste con la alambrada que Viktor cruzaba con facilidad para salir a cazar al bosque, y las torres de vigilancia con guardias bien armados. De ahí, sería imposible escabullirse sin que lo descubrieran.
-Definitivamente es muy distinto de casa-dice Yuuri, sorprendiendo a Viktor.
Desde la discusión con Lilia y Minako, optó por recluirse por su cuenta, acompañado exclusivamente por Phichit.
-Minami me contó que aquí son muchísimo más severos-explica, mientras pasan por los cultivos, en los que entre la gente recolectando, se divisan agentes de la paz, custodiándolos-Los castigos físicos son cosa frecuente. Hace que a pesar de todo, te sientas agradecido de vivir en el Distrito Doce.
Viktor asiente, meditando acerca de la escasa información con la que cuentan acerca de éste distrito.
-Es muy grande, ¿Cuánta gente crees que viva aquí?
Yuuri sacude la cabeza y se sienta a su lado.
-No lo sé, pero tiene que ser mucha. Al menos más que en casa.
Yuuri luce relativamente más calmado a comparación de antes. De cualquier manera, Viktor siente que debe arreglar las cosas y excusarse.
-De verdad lamento mucho lo que pasó. Sé cuanto significaba para ti aparecer en público, pero...
O quizás, debería aplicar el consejo de Minako y decirle de una vez por todas acerca de la orden y la amenaza de Feltsman, aún si implica hacerle saber que sus esfuerzos fueron en vano.
-Te prometí que haría lo que fuera necesario para ayudarte y pienso cumplirlo. Todo irá bien.
Y también, recuerda que Yuuri prometió no guardarle más secretos y se había apegado a su palabra, cosa que Viktor no estaba practicando del todo.
-No lo dudo-asiente Yuuri-Confío en ti, aunque igual me gustaría estar ahí, por Minami y para apoyarte.
Afortunadamente, Lilia elige ese instante para repasar el programa con ellos. El itinerario del vencedor consistía en un viaje corto de la estación del tren al Edificio de Justicia y en la presentación principal, que se llevaría a cabo en la plaza frente a éste. Mientras Viktor debería enfrentar a la multitud por su cuenta, Yuuri sería transportado aparte y aguardaría en el interior del edificio, hasta que el discurso concluyera y entonces ambos se reunirían para asistir juntos a una cena a la cual sólo los políticos y funcionarios más importantes del distrito fueron invitados.
Yuuri tiene que retirarse para que el equipo de preparación termine de alistar a Viktor y por la forma en que mira a Lilia, es evidente que su disgusto sigue más que fresco.
El equipo de preparación conversa animado sobre lo emocionados que están de vivir su segunda gira consecutiva, en tanto que Viktor lucha por conservar su exterior alegre y no pedirles que se callen, con sus comentarios superficiales comenzando a irritarlo, hasta que una sencilla acotación de parte de Satine lo pone en alerta.
-¡Espero que vuelvan a tener esas flores blancas tan bonitas!
Trata de rememorar en vano detalles sobre la gira de Yuuri el año anterior y lo único que logra visualizar, fue lo incómodo que lucía y cómo su voz se quebró después de llamar a Minami su amigo. Supone que las flores fueron uno de los muchos detalles que censuraron en la transmisión, aunque de momento no consigue explicarse la causa.
Phichit le da los últimos detalles a su traje, de color azul celeste, y le coloca el broche de sinsajo para la buena suerte y poder susurrarle:
-Descuida, yo me quedaré con Yuuri hasta que tu presentación termine.
-Muchas gracias. Dile que en serio comprendo cómo se siente y que desearía poder hacer algo más.
Puede ponerse en su lugar e imaginarse cómo sería si le prohibieran aparecer en algunos de los distritos y rendirles honores a sus aliados Chris, Lis y Georgi. Por supuesto que estaría molesto y desearía remediarlo. Sin embargo, su máxima prioridad es que todos aquellos a quienes Yuuri y él estiman estén a salvo.
Cuando entran a la estación del Distrito 11, el tiempo se les ha acabado. Yuuri apenas puede desearle buena suerte a Viktor, antes de que deba retirarse para cumplir con sus compromisos, escoltado por una patrulla de agentes de la paz que en todo momento vigilan mantenga una prudente distancia de la gente reunida. Su expresión debe denotar cómo se siente realmente, porque Lilia le da un discreto codazo y le indica con un ademán que sonría.
-Pero sin llamar demasiado la atención-murmura Minako, refunfuñando y apretando el puño para no devolverle el empujón a un guardia que le demanda vaya más deprisa.
Estrecha la mano del alcalde, un hombre serio que da la impresión que jamás ha sonreído en su vida, y otros funcionaros cuyos nombres no se molestó en aprender, por lo que Lilia se mantiene pegada a su lado para impedir que se equivoque, y Viktor no puede evitar pensar que ojalá Yuuri lo acompañara.
"No, esto es lo mejor. Yo puedo encargarme, no quiero involucrarlo"
Y así es como da inicio su última oportunidad, en la que debe convencer a todos que ni Yuuri ni él trataron de desafiar al Capitolio, que todas sus acciones han sido motivadas por el amor y nada más.
Los aplausos protocolarios terminan y pese a que no es su primera vez hablando en público y a que está acostumbrado a lidiar con la gente, Viktor se congela por unos segundos, intimidado ante la gravedad de la situación. Una niñita le entrega un ramo de flores y una vez más, Lilia interviene, pasándole discretamente un montoncito de tarjetas con su discurso escrito, lo que Viktor agradece porque tiene la mente en blanco y el divisar sobre una plataforma especial a la familia de la tributo de ese año, con una pancarta de su rostro al fondo, tampoco es de mucha ayuda. ¿Cómo hizo Yuuri para sobrellevarlo?
Para armarse de valor, Viktor voltea hacia atrás, hacia la puerta que comunica el escenario con el Edificio de Justicia en que su mentor espera, resguardado de las miradas críticas y los cuchicheos de los presentes, los que Viktor intuye, están confundidos por su ausencia.
La ceremonia y el ambiente en general son bastante solemnes, así que duda que hablar sobre lo mucho que ama a su pareja sea apropiado, mucho menos decir lo agradecido que está con los Juegos del Hambre y el Capitolio porque contribuyeron a que ambos pudieran estar juntos. No son más que viles mentiras y si bien se trata de que la gente lo señale y lo odie, evitando asociarlo con la idea de una rebelión, es incapaz de pronunciarlas.
El alcalde lo presenta y se hace a un lado, para permitirle hablar. Viktor cierra los ojos y toma aire, buscando aislarse de esa multitud que no esperaba verlo a él, de los otros tantos que lo observarán por televisión en el resto de los distritos, de la familia de la tributo fallecida, de la decepción de Yuuri, y de sus propias emociones.
-Es un gran placer estar con ustedes hoy...- "Más bien, una pesadilla vuelta realidad" piensa sin externarlo-Para que, como vencedor de los Juegos del Hambre, pueda rendir honores junto a ustedes a la que fuera una jovencita excepcional...-sus dedos aprietan con más fuerza la tarjeta que sostiene-Un ejemplo para todos nosotros y para todos los jóvenes de la nación. Me refiero, por supuesto, a Rose...
"Rose, tenía trece años, murió durante el baño de sangre en el primer día, su puntaje en la prueba fue de cinco..." repasa mentalmente Viktor la información que Lilia le proporcionó, mientras contempla la pancarta con la imagen de la niña, de piel tostada y cabello obscuro trenzado, y a los miembros restantes de su familia, sus padres y dos niños pequeños que se aferran a ellos con fuerza.
Comprende más que nunca las acciones de Yuuri el año anterior. Todas esas porquerías escritas acerca de que su valor y su sacrificio son dignos de admiración y que ayudarán a que la familia encuentre consuelo, ni de cerca deben de reflejar el tipo de persona que el tributo fue en vida. De hecho, es prácticamente lo mismo que se repite todas las giras sobre los tributos caídos.
A pesar de su exterior sereno y de que su voz se mantiene firme y no vacila nunca, Viktor logra terminar el discurso de milagro. Eso tendría que ser todo, y sin embargo...
-No tuve el privilegio de hablar con Rose ni de conocerla, y me arrepiento profundamente de eso...-prosigue, bajando las tarjetas-Especialmente porque tengo una gran deuda con todos ustedes, con el Distrito Once. Una deuda que jamás podré olvidar, así como puedo garantizarles que Yuuri tampoco...
Algunos de los asistentes intercambian miradas de desconcierto ante el comentario que evidentemente estaba fuera del discurso, otros lucen alarmados y unos pocos sonríen con aprobación. A todos les queda bien claro que se refiere a Minami y a que murió protegiendo a Yuuri Katsuki.
Alcanza a escuchar una serie de murmullos y ruidos tras él, los cuales quedan ahogados por gritos y exclamaciones de asombro:
-¡Es Yuuri!
Viktor se gira a toda prisa para descubrir a su mentor jadeando pesadamente, con la puerta que lo mantenía cautivo en el Edificio de Justicia abierta. Tuvo que haberse escapado y corrido hasta llegar ahí, antes que los agentes de la paz lo descubrieran. Junto a él, todavía medio oculto por la puerta, Viktor divisa a Phichit y se recrimina por no prever que algo así podría pasar. Claro que el estilista tomaría partido por su antiguo tributo e intentaría ayudarlo. Entonces, nota otro detalle. Prendida al bolsillo en el frente de la chaqueta de Yuuri, está una hermosa flor blanca. La gente también se da cuenta y a diferencia de cuando Viktor hizo su aparición, los vítores y los aplausos en ésta ocasión son genuinos. El ambiente se transforma al instante, como si algo se hubiera encendido de pronto. Viktor se percata de que ha estado conteniendo la inspiración. ¡Se suponía que es justo lo que tenía que evitar!
Minako se pone de pie y se precipita sobre Yuuri y trata de devolverlo al interior del edificio al mismo tiempo que Lilia va y jala a Viktor, pero ya es demasiado tarde. Los agentes de la paz marchan en torno a la multitud, que contrario a lo normal, se resisten a ceder. Algunos hasta se atreven a golpearlos, seguramente deseando desquitarse por años de represión y abusos.
-Todos ustedes, adentro, ahora-ordena severa Lilia, a la vez que filas de guardias se colocan en la parte delantera del escenario, bloqueando su visión de lo que sucede con la gente, y los empujan hacia el edificio.
No bien ponen un pie dentro, las puertas se cierran de golpe y escuchan un disparo proveniente del exterior.
-¿Qué es eso? ¿Qué ha pasado?-pregunta Yuuri ansioso, sin dirigirse a nadie en particular.
-¿Te das cuenta de lo que has hecho?-lo increpa Lilia a cambio-¡No se suponía que aparecieras! Y tú...-indica a Phichit-No tenías que haberlo ayudado.
-Pensé que de estar en su lugar, yo también querría honrar a mi amigo de cualquier forma, por más pequeña que fuera-expresa Phichit, retrocediendo y Yuuri le pasa un brazo por los hombros en actitud protectora, gesto que incomoda ligeramente a Vikor.
-Phichit hizo lo que un buen amigo haría. Me apoyo, que es más de lo que puedo decir de ustedes-critica, severo, no dispuesto a dejarse amedrentar-Que se han esforzado por mantenerme al margen sin ninguna explicación. Ya sabían lo importante que era para mí presentarme aquí, aún sin hacer o decir nada.
Dos disparos más resuenan que sobresaltan a todos. Viktor siente un intenso mareo y debe recargarse contra la pared, entendiendo que se trata de ejecuciones y que cometió un terrible error.
-Será mejor que se lo cuentes-sugiere Minako, cruzada de brazos, mirando al vencedor más reciente.
-¿Viktor?-lo llama Yuuri, vacilante- ¿A qué se refiere Minako? ¿Qué es lo que tú sabes que yo no?
El aludido se muerde el labio, negando con la cabeza, incapaz de organizar sus ideas en frases coherentes, preguntándose a cuántos han asesinado los agentes de la paz y si se hubiera evitado de hacer las cosas diferentes.
-Feltsman fue a verme el mismo día que regresaste del Capitolio-pronuncia al fin, pasándose una mano por el cabello- Se suponía que ésta era mi... nuestra última oportunidad para calmar a los distritos y convencerlos de que no hemos intentado desafiar al Capitolio, que siempre hemos actuado por amor. Él no lo dijo abiertamente, pero me dio a entender que Yuri, Nikolai... y tu familia podrían estar en peligro si no hacíamos lo que me ordenó.
-Y ustedes lo sabían...-señala a Lilia y Minako, quienes se mantienen en silencio.
-Yo le conté a Minako y ella a Lilia-intercede Viktor.
-¿Y no creíste que por ser uno de los involucrados, yo también debía saberlo?
-Pensé que podría encargarme y liberarte de esa carga-se justifica, acercándose y extendiendo su mano hacia él, sin atreverse a tocarlo.
Yuuri se muestra calmado, probablemente porque no lo ha asimilado del todo. Al cabo de unos minutos inmóvil, hace algo inesperado, rompe a reír. De todas las reacciones posibles, esa fue una que Viktor no previó y tanto él como los otros, dudan, perplejos. Yuuri sigue así por lo que bien parece una eternidad. Inclusive se limpia y una lágrima y es en ese punto que un sollozo lo traiciona y cae de rodillas, cubriéndose el rostro con las manos.
-Entonces todo fue para nada. Convertirme en la marioneta del Capitolio, prestarme a ser su portavoz, cumplir con sus exigencias...-dice con voz trémula. Minako lo ayuda a ponerse de pie-Esto no se detendrá, nosotros... Viktor y yo tendremos que hacer esto por siempre, ¿cierto?
Recuerda que Feltsman admitió que hablar con Yuuri era innecesario porque él tenía las cosas claras y Viktor lo comprueba, puesto que fue capaz de adivinarlo sin problemas, mientras que él requirió que Minako se lo explicara.
-¿Por qué no me lo dijiste?-insiste Yuuri, con los ojos llenos de lágrimas- ¿En serio me crees tan débil?
-¡No! ¡Por supuesto que no! ¡Tan sólo intentaba protegerte!
-¿Ocultándome la verdad? ¿Mintiéndome?
-Estás siendo injusto-lo critica, sintiéndose acorralado ante sus acusaciones- ¡Tú también me ocultaste cosas!
-¡Pero prometí que ya no habrían más secretos y me he esforzado por cumplirlo! A diferencia de ti, yo sí recuerdo mis promesas
-Ya es suficiente.
Es Lilia quien se encarga de poner orden. A su lado, se encuentra un muy alterado Phichit. Aunque trata de controlarse, sus mejillas húmedas y su respiración agitada lo ponen en evidencia. Al ver a su amigo en tal estado, Yuuri consigue dejar su enojo de lado, corriendo hacia él y atrapándolo en un fuerte abrazo para consolarlo y que Phichit le corresponde, ocultando el rostro en su hombro.
Probablemente, para alguien originario de un sitio que normaliza los asesinatos y en el que las matanzas no son sino una atracción, aquellas muertes reales tuvieron que representar un shock tremendo, o al menos eso supone Viktor.
-En caso de que lo hayan olvidado, estamos en plena gira-retoma la mujer, mirando fugazmente a cada uno de los presentes-Y ya que todos estamos al tanto de la importancia que conlleva, lo mejor que podemos hacer es comportarnos y con suerte, evitar que ocurran más inconvenientes.
-Lilia tiene razón-asiente Minako- Se trata de algo que en mayor o menor medida, nos involucra a todos. Como mínimo, es imperativo que trabajemos juntos.
-Yo también soy parte del equipo-expresa Phichit, cuando se calma lo suficiente- ¿Cómo puedo trabajar con ustedes, si no confían en mí?
-Creímos que lo más seguro para ti sería que no te involucraras-confiesa Lilia.
-Bueno, ya es muy tarde para eso-la rebate el estilista-Me tengo que ir. Si queremos que todo salga bien, más me vale terminar de preparar los atuendos para la cena-se las arregla para esbozar una sonrisa apenas perceptible, que dedica a su amigo, antes de marcharse y tras unos segundos, Yuuri decide seguirlo.
-A partir de ahora, estarán informados de todo-promete Minako, frenándolos en medio de su salida.
-Eso espero-responde Yuuri, evitando mirar a Viktor, puesto que en el fondo teme que si se percata de lo mucho que lo ha herido, mitigará su enojo hacia él.
***
Viktor no ve a Yuuri hasta en la noche e invariablemente, recuerda lo ocurrido durante su entrevista antes de irse a los Juegos. Tampoco ve a Minako, por lo que asume ella ha decidido acompañarlo. Phichit le lleva su ropa, un traje azul marino con algunos detalles brillantes en la chaqueta. Apenas intercambian algunos comentarios superficiales y Viktor omite preguntarle sobre Yuuri, aunque sí trata de indagar acerca de cómo se siente el estilista después de lo sucedido.
-Conversaremos en el tren. Aquí ya no hay tiempo.
Sin embargo, queda claro el verdadero significado de sus palabras. Afuera hay una vigilancia notable, cámaras estratégicamente colocadas que Viktor está seguro no estaban antes y otros muchos agentes de la paz que en ningún momento le quitan la vista de encima mientras atraviesa un largo pasillo rumbo al salón en que se realizará la cena.
Yuuri ya está ahí. En lugar de un traje completo, usa una camisa blanca y un chaleco con los mismos detalles que el de Viktor. Los dos se contemplan, incómodos, hasta que Lilia tose para llamar su atención.
-Sé que ambos tienen asuntos pendientes, pero debo pedirles que dejen eso de lado y traten de ser la pareja feliz y enamorada que todos esperan ver, al menos por unas horas.
Yuuri asiente, y le ofrece su mano a Viktor.
-¿Para la audiencia?-le dice no enfadado sino dolido, lo que es mucho peor porque refleja lo traicionado que siente.
Viktor toma su mano, resignado y obligándose a sonreír cuando Lilia les dirige un discreto ademán. Si acaso guardaba alguna esperanza de que pudieran reconciliarse durante la velada, se desvanece en cuanto los enfocan los reflectores.
Un enjambre de gente se lanza sobre ellos para saludarlos, felicitarlos y decirles lo bien que lucen juntos. ¿Cuántos son sinceros? No hay manera de saberlo, pero aún así son obligados a agradecerles, mostrarse alegres y posar para las fotografías alternando entre besarse, abrazarse e intentar escabullirse para tener unos segundos a solas y que los descubran a propósito, puesto que se supone son una pareja de jóvenes enamorados. Si acaso dejan de prestarles atención, Yuuri rompe el contacto y clava la vista en el suelo en un esfuerzo por ignorar a su pareja. Viktor quisiera decirle algo, pero su mente está en blanco. Una disculpa se le antoja insuficiente y ya es demasiado tarde para prometerle que no volverá ocurrir. También considera mencionarle que está siendo injusto, que pensó que así lo protegía y que él le hizo lo mismo en una ocasión.
"Quizás debí hacerle caso a Yuri" reflexiona, rememorando que el rubio se esforzó por hacerle ver que se estaba equivocando, y recapitulando otro detalle primordial que discutió con él.
-¿Viktor?
Se sobresalta al notar que Yuuri lo llama. Su mentor enmudece de pronto y es evidente que emplea un gran esfuerzo para mantener su nerviosismo a raya y verlo directo a los ojos. Es como si hubieran regresado a ser dos extraños.
-Yo... yo...-hay algo distinto en su expresión, algo que le devuelve las esperanzas a Viktor-Um... quieren una fotografía de nosotros con el alcalde, para el periódico del distrito.
-Claro, ahora voy.
Deja escapar un suspiro y fuerza una sonrisa, deseando que la noche termine pronto.
***
Luego de otra hora que parece interminable, finalmente pueden despedirse y marcharse.
Han sucedido demasiadas cosas en el día y todos se encuentran agotados. Viktor y Yuuri se topan frente a frente sin la presencia de cámaras u espectadores a los que deban impresionar y Yuuri se apresura a musitar una rápida disculpa y recluirse en su vagón.
-Ya tendrán otra oportunidad de conversar por la mañana-dice Minako para consolar al de ojos azules, sin aliviarlo en lo absoluto.
Lilia lo insta a que descanse, pero Viktor es incapaz de conciliar el sueño. Se la pasa dando vueltas en la cama, sujetando el encendedor de Lis que empacó entre sus cosas, hasta que se siente asfixiado, como si las paredes del tren se le vinieran encima y se incorpora de un salto. Sus pasos lo llevan al vagón comedor, descubriendo que no está solo.
-¿Tu tampoco puedes dormir?-lo saluda Phichit desde uno de los sillones, sosteniendo un cuaderno.
El joven vencedor echa un vistazo a su alrededor, para asegurarse de que no hay nadie más antes de acercarse.
-Sinceramente, me da miedo cerrar los ojos.
-Lo sé. A mí me pasa igual-confiesa el estilista, garabateando en la libreta-Dudo que ninguno de nosotros pueda tener una buena noche.
-Te debo una disculpa. En serio creí que Lilia o Minako te pondrían al tanto. No dejo de pensar en eso, si les hubiera dicho la verdad a ti y a Yuuri...
-Comprendo tus motivos y sé que tuviste la mejor de las intenciones-lo interrumpe Phichit, bajando la libreta-Y en el fondo, Yuuri lo reconoce también.
-Realmente lo eché a perder-se lamenta Viktor-No sé si llegará a perdonarme pronto.
-Lo hará. Minako habló con él y fue muy enfática en eso-le cuenta, tomando unas tazas de una bandeja sobre una mesa frente al sillón, para servir algo de té-Yuuri te quiere, lo ha hecho desde hace mucho tiempo. Esto no lo cambiará.
-Ojalá tengas razón...-suspira, experimentando una opresión en el pecho.
Acepta la taza de té que le ofrece Phichit y posa su mirada en el más reciente dibujo del estilista. Hay una serie de bocetos, todos de distintos atuendos que Viktor supone son futuros diseños para Yuuri. En una de las esquinas superiores de la página, identifica un esbozo a lápiz del ahora característico broche de sinsajo emblema de los vencedores del Distrito 12.
-¿Y tú cómo lo estás llevando?-le pregunta Viktor, recordando su reacción después del desafortunado discurso.
-¿Quieres decir, después de que comprendí que mis acciones contribuyeron a la muerte de gente inocente?
-Yo no...-balbucea, perturbado- Lo siento, no quise...
Phichit lo silencia con un ademán y sacude la cabeza.
-Está bien, me imagino que debe parecer un tanto inusual y hasta hipócrita, considerando de donde provengo. Apuesto a que piensas que ya debería estar acostumbrado a ver morir a la gente de los distritos, y la verdad, no te culpo-se permite observar a Viktor con una expresión neutral, en tanto que éste desvía la mirada, avergonzado-Y realmente, fue justo así por años.
-Pero ya no-lo rebate Viktor-He visto como tratas a Yuuri. Él en serio te importa.
-Voy a suponer que al principio me odiaste y me tuviste muchos celos-Viktor se ruboriza y Phichit suelta una risita-Di justo en el clavo, ¿o no?
-Es sólo que Yuuri de pronto regresó contigo, siempre estaban juntos y en ese entonces no sabía porque me ignoraba.
-Lo recuerdo. Ibas a su casa para tratar de hablarle, pero Yuuri se empeñaba en evitarte a toda costa.
"Justo como ahora" nota Viktor, percatándose de que siguen cometiendo los mismos errores.
-En mi defensa, hice lo posible por convencerlo de buscarte-confiesa el estilista y Viktor arquea una ceja en señal de duda.
-¿Lo dices en serio? ¿Por qué? Es decir... ni siquiera me conocías.
-Te vi durante la cosecha, justo antes de que Yuuri se ofreciera en tu lugar, y también noté la forma en que lo miraste. Eso me dijo mucho sobre tus sentimientos por él.
Viktor revive la escena que lo cambió todo en su mente. Ese día acababa de pasar por el registro junto con Yuri Plisetsky, cuando vio que Yuuri se encontraba a poca distancia de ellos y sopesó el acercarse y dirigirle unas palabras de aliento, cosa que al final no hizo, y se prometió que le hablaría y se presentaría formalmente después de la cosecha sin falta, excepto que no tuvo la oportunidad. En medio de su desconcierto por la inexplicable forma de actuar de Katsuki y la culpa por no impedirlo, una vez más fue Yurio quien lo hizo entrar en razón, prácticamente arrastrándolo al Edificio de Justicia del Distrito 12 para que pudiera despedirse.
"Ésta puede ser tu última oportunidad, así que más te vale aprovecharla" le ladró, tras lo cual lo empujó de una patada al interior de la habitación en que Yuuri aguardaba, casi cayéndole encima. Definitivamente no era la forma en que esperaba se dieran las cosas.
-Todavía me arrepiento, no debí permitírselo-se lamenta Viktor- Yo estaba preparado, resignado. Si acaso llegaba a morir en los Juegos, no iba a dejar mucho atrás. Mi familia había muerto y creí que nadie me echaría mucho de menos. Entonces Yuuri se ofreció y yo sólo... me paralicé y no supe que hacer.
-Sé cómo es eso-asiente Phichit, comprensivo-Yuuri y tú ya han hablado al respecto, me imagino-como Viktor guarda silencio, Phichit intuye su respuesta- ¿Qué? ¿De verdad?
-Bueno, han pasado muchas cosas que parecían más urgentes e importantes-se excusa, comprendiendo que entre ambos quedan muchos asuntos pendientes, algunos demasiado dolorosos que en el fondo prefería evadir a propósito.
-Ustedes en serio necesitan comunicarse mejor...-suspira el estilista, para después centrar su atención en su libreta y hacer unos nuevos trazos, bocetando un rostro-Aunque en ese sentido, no soy nadie para juzgar. Yo también he cometido errores.
Viktor guarda silencio, repasando los sucesos del día, agregándolos a la lista de cosas de las que se arrepiente y seguro que ésta no hará sino aumentar durante la gira.
-¿Phichit? Cuando... me alistaba para el discurso, alguien del equipo de preparación dijo algo sobre unas flores blancas...
Las manos del estilista se quedan inmóviles y deja caer el lápiz. Claramente, se debate consigo mismo, considerando si debe contarle o no.
-¿Viste la aparición de Yuuri el año anterior, aquí en el Distrito Once?-le pregunta y Viktor asiente.
-Sólo ciertas partes. Recuerdo que fue muy corta y la transmisión tuvo muchísimas interferencias.
-Después de que...Yuuri se equivocó en su discurso en honor a Minami, la gente reaccionó de manera imprevista...-echa un vistazo a su alrededor y le hace un ademán para que se acerque, no deseando correr riesgos- Ellos llevaban flores escondidas y las arrojaron al escenario, a Yuuri. Alguien, creo que el hermano mayor de Minami, silbó una canción. Fue una tonada muy sencilla, pero otros la repitieron. Fue algo demasiado organizado como para ser un mero acto al azar.
En efecto, es un suceso único. Viktor escarba en su memoria, pero no recuerda que algo similar ocurriera en otra gira. Que la gente de un distrito aclamara a un vencedor originario de otro no porque estuvieran obligados, sino porque genuinamente deseaban brindarle un reconocimiento digno, era impensable y atentaba contra la finalidad de los Juegos. En lugar de dividirlos, los habitantes del 11 se unieron en torno a una persona.
-Y también, durante la cena, la mentora de Minami habló con Yuuri-retomó Phichit-Ella le agradeció por protegerlo y acompañarlo, a nombre de todo el distrito.
-¿La mentora de Minami?-repite Viktor.
-Creo que su nombre es Kanako. Pensé que la veríamos esta noche, aunque supongo fue mejor que no estuviera presente.
Naturalmente, por ser una vencedora se le consideraría como una personalidad y tendría que asistir a un evento tan importante como lo fue la cena.
"O es probable que le prohibieran presentarse, como hicieron con Yuuri" se plantea Viktor.
Estilista y vencedor alcanzan a escuchar un grito desgarrador, más bien un aullido, proveniente de otro vagón. Viktor se pone de pie de un brinco, alarmado y Phichit lo imita.
-Es Yuuri, debe estar teniendo pesadillas otra vez. Ve con él-lo apremia Phichit- ¿Qué esperas? Te necesita ahora. ¡Ve, anda!
No es sino hasta que un ruido pesado les indica que algo ha golpeado el suelo, que Viktor consigue moverse.
-¿Tú no vienes?
-No, a quien necesita en éste momento es a ti-contesta, enigmático y Viktor lo interpreta como un voto de confianza.
Encuentra a Yuuri hecho un ovillo en el suelo todavía medio dormido, sumergido en la neblina de las pesadillas, con lágrimas resbalando por sus mejillas.
Al principio, Viktor teme acercarse, preocupado de empeorar su estado. No puede evitar transportarse a después de su entrevista e inclusive mucho antes, cuando lo hizo llorar en el bosque. Yuuri gime, suplicándole a algo que lo deje en paz, y es lo que lo regresa a la realidad y le da el impulso para decidirse.
-Yuuri, está bien...-le dice con suavidad, atrayéndolo hacia sí, sosteniéndolo con cuidado entre sus brazos-Despierta, estás a salvo.
Lentamente, Yuuri vuelve en sí, mirando a Viktor con una mezcla de sorpresa y desconfianza.
-¿Eres real?
Viktor guía una de las temblorosas manos de Yuuri a su rostro, invitándolo a tocarlo.
-Compruébalo por ti mismo.
Se mantiene muy quieto mientras Yuuri acaricia su mejilla con cautela, sus labios y delinea el perfil de su nariz con sus dedos, pasando a sus cejas, aprovechando para apartarle algunos mechones de cabello de la frente que contempla absorto. Bajo cualquier otra circunstancia, a Viktor le resultaría muy gratificante aquel contacto, y justo cuando cree que lo peor ha pasado, Yuuri rompe a llorar de nuevo.
-Lo siento, lo siento, lo siento mucho...-pronuncia entre sollozos.
-¿De qué estás hablando?-cuestiona, alarmado y perplejo.
-Me porte muy mal contigo. Tenías razón, fui muy injusto-hace una pausa, para poder calmarse y seguir hablando-Te critiqué y te juzgué por algo que yo llegué a hacerte. Si estás enojado conmigo...
-Espera, Yuuri. Tranquilízate, por favor-lo interrumpe, limpiando algunas de sus lágrimas-Estabas en tu derecho.
-¡No! ¡No lo estaba!-exclama, negando con la cabeza-Éste año tú eres el centro de atención, lo que quiere decir que eres el objetivo de Feltsman. Al actuar de manera tan imprudente, te puse en peligro no sólo a ti, también a nuestros seres queridos en casa-expresa, tallándose los ojos- Fui muy ingenuo, tuve que intuirlo cuando me dejaron marchar del Capitolio con tanta facilidad.
-Es que no tenías toda la información-lo rebate, poniéndose de pie y ayudándolo a levantarse-Créeme, de estar en tu lugar, habría hecho lo mismo.
Yuuri se sienta en la cama y se tapa la cara con las manos. Viktor le pasa un brazo por los hombros.
-Me equivoqué al guardar el secreto, y lo lamento. No quería preocuparte y al final, lo empeoré todo.
-Los dos nos equivocamos-susurra Yuuri, bajando sus manos y mirándolo fijamente-No dejaré que cargues con toda la culpa.
Ambos callan, con la noción implícita de que no pueden seguir así, contándose verdades a medias, y que más gente podría resultar herida si no son lo bastante prudentes. El Distrito 11 es sólo el comienzo.
Tras unos minutos de indecisión, Yuuri se permite ocultar su rostro en el hombro de Viktor, quien lo abraza con fuerza, gesto que Yuuri le corresponde con timidez, todavía avergonzado por su comportamiento y la forma tan cruel en que lo trató.
-Viktor... ¿puedo preguntarte algo?-cuestiona en voz baja, sin separarse.
-¿Qué ocurre?
-Cuando regresé a casa... las citas en ese restaurante elegante, y cómo te portabas conmigo en público...
-Sí, pensé que eso ayudaría a convencer a la gente de que no queríamos desafiar al Capitolio-lo interrumpe, anticipándose a su verdadera duda- Pero mi verdadero propósito, era pasar tiempo contigo. Temía que te llamaran otra vez y tuvieras que irte. Creí que así podría matar dos pájaros de un tiro. Te juro que en ningún momento fingí, estar contigo es una de las cosas que más disfruto.
Yuuri medita lo que acaba de escuchar, luchando por sobreponerse a su propia incertidumbre, Viktor aprovecha.
-¿Por qué te cuesta tanto creerme?-inquiere sin reprenderlo u ofenderse, sólo curioso.
-Aún no puedo asimilar que te interese alguien como yo-confiesa en tono quedo, y Viktor resiste el impulso de intervenir y argumentar lo contrario. Yuuri toma aire-Pero también... porque a veces veo cosas en mis pesadillas y luego me cuesta trabajo distinguir cuales son ciertas y cuáles no. Normalmente, tiendo a aceptar más rápido las malas.
Viktor piensa si eso no será una secuela del veneno de rastrevíspulas. De hecho, no sólo que Yuuri sobreviviera, sino que conservara su cordura intacta, son sucesos extraordinarios. Quisiera indagar al respecto, averiguar con qué tipo de visiones terribles tuvo que lidiar entonces y qué pesadillas lo aquejan ahora. Seguro fue mucho peor que en su caso, cuando la ponzoña de las arañas le hizo oír la voz de su madre. Tiene un escalofrío.
-Lamento haberte despertado-se disculpa Yuuri, separándose.
-Descuida, en realidad, no podía dormir.
-Sería mejor que te fueras a descansar. Lilia quiere repasar el itinerario y el protocolo por la mañana. Después de... lo que pasó hoy, no es conveniente desatender a sus indicaciones.
El de cabellos plateados asiente, pero no hace por levantarse y Yuuri tampoco insiste que se vaya.
-¿Y si me quedo?-sugiere abruptamente-Es decir... de todas formas no tengo sueño, y si tienes otra pesadilla...-deja escapar un hondo suspiro- No quiero estar sólo, ni tampoco dejarte.
Las mejillas de Yuuri se pintan de rojo y Viktor comienza a preocuparse de que quizás esté cruzando la línea y se haya sobrepasado, más su mentor le dedica una pequeña sonrisa, moviéndose para hacerle espacio y ofreciéndole su mano. Ambos se acurrucan en la cama, buscando consolarse, protegerse tanto de los peligros ficticios que los acechan en sueños, como de los reales. Yuuri es el primero en caer rendido, seguido por Viktor apenas unos minutos después, y su último pensamiento antes de sumergirse en la bruma de la inconsciencia, es que escapar es la única salida que les queda.
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Han pasado 84 años... ok no, pero casi. Disculpen la demora! Me distraje con otros proyectos y con otras tantas situaciones de la vida real, pero espero ponerme al día con ésta historia y otras que tengo dentro del AU. No, no me he olvidado del fic de Phichit, con suerte subiré otro capítulo en el fin de semana y pueda concluir con el de Yuuri antes de comenzar a subir el PoV de nuestro querido gatito.
Spoiler del próximo capítulo: La gira continua, ¿tienen curiosidad sobre el pasado de Lilia, Minako y de los tributos de los Juegos de Viktor?
Si leyeron hasta aquí, muchas gracias!
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