damn, that ain't fair. (O2)
Ryujin corrió a decirle a Ningning que se iba. Su mejor amiga ya estaba acostumbrada a que Ryujin vaya a pasar la noche con alguna nueva conquista, por lo gue le dio las habituales advertencias y la dejó ir. El alcohol estaba haciendo efecto en la coreana, los besos que compartió con su nueva conocida se habían encargado de activar cada uno de sus nervios, y la bebida multiplicaba cada sensación. Ryujin se sentía emocionada de haber descubierto a una chica así de guapa, y un poco orgullosa de que una mujer un poco mayor se fije en ella. Aunque lo negara, tener a tantas chicas esperando por una oportunidad con ella elevaba su ego.
La mayor la tomó por la cintura y la guió hacia la salida, donde un taxi las esperaba. Al subir al asiento trasero se encargó de accidentalmente dejar caer su celular al suelo, para inclinarse y darle a su acompañante una vista previa de lo que tenía bajo la falda. No hablaron mucho en el camino, pero la chica no perdió oportunidad para, con disimulo, meter su mano entre las piernas de Ryujin y acariciar con posesividad la cara interna del muslo. Ryujin miraba por la ventana en un intento de retenerse. No estaba acostumbrada a que alguien se muestre dominante sobre ella, pero la estaba volviendo loca. Estaba emocionada por haberla conocido, y no podía esperar a contarle todo a Yuna. Se iba a desmayar cuando se entere que había logrado conquistar a una mujer mayor.
Llegaron a la residencia para estudiantes de intercambio. Ryujin ya había estado ahí antes, hacía amigos con facilidad y la invitaban a todas las fiestas clandestinas en los dormitorios. Agradecía que se dirigían hacia uno individual, no estaba dispuesta a repetir la experiencia de su primer año, cuando la compañera de cuarto de la chica con la que salía las encontró en una situación comprometedora.
El ascensor se abrió y la desconocida empujó ligeramente a Ryujin para que avancen, sin soltarla ni separar los labios de su cuello. El pasadizo de la residencia se encontraba vacío a esas horas, lo único que se escuchaba era el ruido amortiguado de una fiesta un par de pisos más arriba, y la mayor aprovechó la privacidad para pegar a Ryujin contra una pared y presionar su cuerpo al de ella. Ryujin jadeó agudo ante los rudos movimientos, sorprendida de lo mucho que le gustaba.
— Dios, eres preciosa— la chica susurró en su oído y luego chupó el lóbulo, con lo que se ganó otro jadeo suave—. No puedo creer que no te haya visto antes.
Ryujin se giró con rapidez y atrapó los labios contrarios. La besó desesperada, con desorden y pasión, mientras sentía unas manos que bajaban por su trasero y se colaban bajo su falta.
— ¿Me llevas a tu habitación?— habló con voz agitada y ojos oscuros.
La chica asintió y con rapidez sacó sus llaves y se dirigió a una de las puertas al otro lado del pasadizo. Ryujin se mordió el labio inferior y la siguió, deseosa por lo que sabía que iba a pasar. Cuando entró, le sorprendió el orden del lugar. Todo se encontraba perfectamente organizado, había un amplio escritorio libre de objetos, un pequeño sofá al lado de la ventana, y la cama pulcramente tendida con cojines decorativos, y no podía esperar a desordenarla. La misteriosa extraña le llamaba muchísimo la atención, y solo quería descubrir qué tenía para ofrecerle.
Ryujin se sentó sobre el colchón y observó a la otra chica retirarse los zapatos. Se quitó el abrigo y recorrió con los ojos el cuerpo de su acompañante. Su vestido abrazaba a la perfección cada una de sus curvas y resaltaba los pechos redondos. Sus labios eran abultados y suaves, y tenía una expresión de tranquilidad increíble, que la escondía tras una capa de aparente inocencia y desaparecía cada que sus ojos se posaban en Ryujin y el deseo invadía su rostro. Notó que la menor se había subido a su cama al instante, sin pedir permiso, y pensó que era una chiquilla con la que podía jugar un poco. Le resultaba un enigma encantador, tan coqueta y sensual cuando se lo proponía, pero una princesa caprichosa y sumisa apenas le daban un poco de lo que quería. Quizá lo único que le molestaba un poco es que tenía expresiones muy similares a las de su reciente ex novia, pero asumió que era su subconsciente jugándole una mala pasada que decidió ignorar. Ryujin era un caramelo de pura tentación, y esa noche era solo para ella.
— ¿Qué te hace creer que te llevaré a mi cama, preciosa?— se acercó a ella y se paró entre sus piernas. Ryujin las separó un poco para permitirle acomodarse mejor—. A lo mejor no permito que nadie toque mi cama, y tú te verías tan bonita inclinada sobre el escritorio...
La menor bufó y sonrió. Así que la mayor no solo era una mujeriega de primera, sino que se las daba de especial. La miró a los ojos con gesto desafiante.
— Te dije que tengo mis reglas...— una mano fue a jugar con las tiras de su vestido.
— ¿Ah, sí? ¿Y además de no estar con chicas con novia, cuál más?
Ryujin retrocedió sobre el colchón y jaló a la mayor sutilmente desde el escote del vestido. Se recostó sobre los cojines y su acompañante gateó sobre ella y le robó un beso rápido.
— No sé quién creas que soy, pero no me meto con cualquiera. Y siempre es bajo mis condiciones.
— Dímelas, bonita— dejó caer una de sus piernas entre las de Ryujin y presionó su entrepierna con la rodilla. La menor jadeó y sonrió—. ¿Por qué debería hacer las cosas a tu modo?
— Para empezar, no suelo ceder el control, así que estás de suerte— la silenciaron con otro beso, y dejó que la lengua contraria invada su boca brevemente, hasta que se separó para poder seguir hablando—. Si voy a follar, es sobre una cama. A no ser que yo lo decida, no acepto menos que eso.
— Chiquita caprichosa— empujó su rodilla nuevamente y la menor meció sus caderas con timidez—. Está bien, lo que tú pidas.
La mayor no esperó más y se inclinó para besarla. Ryujin gemía y se retorcía bajo su cuerpo, y no opuso resistencia cuando las delicadas manos de la desconocida desataron las tiras de su top y lo retiraron con rapidez. No llevaba nada debajo, y suspiró fuerte cuando, sin previo aviso, sus pezones fueron pellizcados.
— ¿Te gusta rudo?— susurró la mayor en su oído, mientras se entretenía con los deliciosos pechos. Ryujin asintió con efusividad y recibió como respuesta un leve tirón en ambos pezones. Enredó una mano en el abundante cabello y empujó hacia abajo.
— Cómetelos.
La desconocida la miró con una sonrisa traviesa y obedeció al instante. Los pechos de Ryujin eran grandes y redondos, y la chica se sintió en el cielo cuando puso su rostro entre la piel caliente. Se metió un pezón duro a la boca y succionó con confianza, mientras que no dejaba de consentir con su mano al pecho libre. Shin tiró la cabeza hacia atrás y sonrió. Aquella mujer era buena, no habían hecho casi nada aún y ya la tenía extremadamente sensible y necesitada. Jadeó cuando la mano que jugaba con su pecho subió para acariciar su cuello y su mejilla. Cerró los ojos durante unos segundos mientras sentía una tibia lengua pasearse por ambos pechos, hasta que no aguantó más y se sentó de golpe.
— Tienes demasiada ropa— susurró sobre los labios de su acompañante, mientras sus manos temblorosas peleaban con el cierre de su vestido. La mayor rio ante su desesperación y la dejó desnudarla, se quitó la parte superior con rapidez y volvió a trepar sobre Ryujin, quien puchereó por no tener tiempo suficiente para admirar su cuerpo.
— ¿Así está mejor?— chupó con fuerza el cuello de la menor, mientras mecía sus caderas con sensualidad sobre la pelvis contraria— ¿Esto querías ver?
Ryujin negó.
— Quiero tus pechos— contestó en tono caprichoso, y supo que funcionaba cuando la mirada de la mayor se encendió. Se felicitó internamente por haber dado en el clavo—. Soy buena con la boca, dámelos.
— Eres una chiquilla, ¿cómo sabes que eres buena?
— ¿No quieres comprobarlo?— susurró mientras deslizaba un dedo por el borde del sujetador strapless blanco. La mayor tenía un conjunto de lencería a juego, y Ryujin estaba deslumbrada por lo sexy que se veía en ese color—. No te imaginaba de blanco.
— Soy una caja de sorpresas, preciosa.
La menor sonrió, traviesa, y recibió a la otra chica cuando esta se inclinó nuevamente para un beso. Dejó que la punta de su lengua acaricie con sensualidad los labios contrarios, y se deleitó cuando recibió suaves jadeos justo sobre su boca. Llevó sus manos a la espalda de la mayor y desabrochó el sujetador. Los pechos cayeron con suavidad, no eran demasiado grandes, pero a Ryujin le parecieron perfectos para encajar entre sus labios.
Se escabulló por un lado y empujó a su acompañante por los hombros para que se recueste sobre la cama. Con su muy practicada sonrisa engreída se inclinó sobre su abdomen, y acarició con su lengua mientras subía lentamente. La mayor jadeó y le sujetó el cabello con la mano.
Se escabulló por un lado y empujó a su acompañante por los hombros para que se recueste sobre la cama. Con su muy practicada sonrisa engreída se inclinó sobre su abdomen, y acarició con su lengua mientras subía lentamente. La mayor jadeó y le sujetó el cabello con la mano.
— Te ves increíble— susurró, mientras Ryujin la lamía y la miraba a través de sus pestañas con gesto inocente, y la jaló para que alcance uno de sus pezones y se lo meta a la boca—. Toda una experta, quién lo diría.
— Te dije que sé moverme muy bien— susurró la menor antes de volver a pegar sus labios al pecho sensible.
Ryujin chupó con esmero hasta que sintió que ya la había provocado lo suficiente, y bajó por el delgado cuerpo con toques con la lengua. Los abdominales tonificados se tensaron, y a Ryujin se le hizo agua la boca ante la imagen. Descendió hasta que estuvo a la altura de sus caderas, se colocó sobre sus manos y rodillas y con una mirada seductora se inclinó, dejando su trasero elevado. La mayor jadeó ante la vista de aquella chica bonita acercándose con lentitud a su intimidad necesitada.
— Tú...
Ryujin no la dejó continuar, la silenció pasando su lengua fugazmente por sobre su ropa interior. La chica estaba mojada, y la tela blanca arruinada le daba una idea de lo que se encontraría debajo. Ryujin lamió con lentitud por los lados, en su mejor intento de provocarla lo más posible. La mayor se retorcía y con una mano pellizcaba sus propios pezones, sin quitar la mirada penetrante de las acciones de su acompañante. Cuando se hartó de que jueguen con ella, bajó su mano hasta sus bragas y las corrió a un lado, y le mostró a Ryujin su vagina desnuda y deseosa de atención. La menor le dedicó una sonrisa traviesa y llevó su dedo índice a acariciar con lentitud entre los pliegues sensibles.
— Estás empapada.
— Deja de jugar— se retorció sobre el colchón—. Chúpame.
La menor sonrió nuevamente y sin decir nada más obedeció la orden. Atrapó el clítoris entre sus labios y succionó con firmeza, con lo que logró arrancar un gemido de la garganta de la otra chica. Acarició los pliegues con la lengua y fingió que la iba a penetrar para provocarla aún más. Recibió jadeos frustrados a cambio, y las amplias caderas se sacudieron contra su rostro.
— Quién diría que con la atención adecuada podías volverte este desastre— Ryujin susurró y volvió a pasar su lengua por toda la intimidad—. Me gustaría que te vieras ahora mismo.
La mayor sintió que su ego era atacado con esas palabras. No estaba acostumbrada a ceder el control, menos a una chiquilla caprichosa como la que había metido a su cama. Reunió todas sus fuerzas e hizo a un lado su frustración para incorporarse y empujar a Ryujin debajo de ella. Su acompañante la dejó tomar el mando al instante, totalmente complacida al haber logrado sacar el lado dominante de la misteriosa pero encantadora extraña.
— No sabes con quién te estás metiendo, preciosa— se inclinó directo al cuello de Ryujin y sin pedir permiso dejó un chupetón en la suave piel. La menor no opuso resistencia, e inclinó la cabeza hacia un lado para darle mejor acceso.
— Demuéstramelo.
— Mm, ¿te lo mereces? Esta es mi cama, yo mando aquí.
Ryujin empujó sus caderas hacia arriba y le susurró al oído con voz melosa.
— Entonces déjame claro quién manda.
La chica jadeó con sorpresa y con movimientos rudos le arrancó el pantalón del cuerpo. Dejó a la vista una tanga negra de tela lisa pero que resaltaba a la perfección las caderas redondeadas. Le recorrió el cuerpo con la mirada, y se deleitó con la vista de los pechos grandes y apetecibles, la cintura delicada y su intimidad solo cubierta por un diminuto pedazo de tela. Una idea se instaló en su mente, y salió de encima de Ryujin.
— Gírate y levanta el trasero.
Ryujin se sonrojó sin querer. No estaba acostumbrada a recibir órdenes, pero le gustaba la dinámica que había creado con esa chica, y si tenía que admitirlo, le ponía aún más caliente saber que era mayor. Con movimientos tímidos obedeció, dejó que su pecho descanse sobre las almohadas y apoyó las rodillas en la cama para dejar su trasero elevado y su centro cubierto a total disposición. Se sentía expuesta en esa posición, aún más cuando su ropa interior fue retirada y su vagina se abrió ligeramente ante los ojos de su acompañante, pero nada le importó cuando sintió unos tibios dedos abriéndose paso entre sus pliegues húmedos. La tocaron solo con las puntas y finalmente dos dedos se instalaron en su entrada, donde acariciaron con lentitud tortuosa y amenazaron con entrar.
— ¿Estás bien con esto?— susurró la mayor antes de seguir. Ryujin asintió con vehemencia con el rostro sobre las sábanas, y dos dedos la llenaron hasta el fondo. Gimió ronco desde su garganta, y recibió una suave nalgada— Qué rica que estás. Eres maravillosa.
— Duro— jadeó como pudo, con los ojos cerrados con fuerza y los labios entreabiertos.
— Eres una pequeña traviesa, ¿verdad? Te encanta salirte con la tuya.
Ryujin no pudo responder, abrió los labios pero de su boca sólo salieron suaves gemidos. La mayor sonrió complacida e intensificó la velocidad y fuerza de sus penetraciones. La humedad no dejaba de salir de ese agujero rosado, y no pudo evitar inclinarse y acariciar con la lengua los labios mayores de su intimidad. Ryujin gritó ante la sobreestimulación y arqueó más su espalda. Sus paredes internas se apretaron alrededor de los dedos y su mente se nubló al sentirse llena por completo. La desconocida se incorporó nuevamente, y sin dejar de empujar dentro de ella, llevó su otra mano a frotar con firmeza el clítoris duro.
— ¿Quién es un desastre ahora?— le dio otra nalgada y regresó al instante a seguir consintiendo a su clítoris—. Quiero que te corras en mi mano. Ahora.
Las palabras duras calaron en los sentidos de Ryujin y se meció con fuerza contra los dedos que la follaban. Sentía su cuerpo sensible y vulnerable, sus pezones duros se frotaban contra las almohadas y enviaban corrientes eléctricas a todo su torso, y la estimulación constante en su intimidad borraba todo pensamiento coherente de su cabeza. No podía pensar nada más que en lo buena que era esa chica, y que definitivamente quería seguir en contacto con ella. Había encontrado una joya, aunque sea para divertirse, y Ryujin estaba más que entusiasmada con su descubrimiento.
— ¿Qué esperas?— se inclinó y le pasó la punta de la lengua por el trasero y la espalda. La menor gritó—. Córrete, dámelo todo.
Ryujin cerró los ojos con fuerza y sintió que una ola de placer se adueñaba por completo de su cuerpo. Sus brazos se tensaron, sus manos apretaron las sábanas y sus caderas temblaron cuando su orgasmo la dominó. Los dedos delgados siguieron penetrándola con menos fuerza, hasta que sus gemidos se convirtieron en sollozos por la sobreestimulación y cayó de lado, con el rostro enterrado en las almohadas. La mayor no le dio tregua, al instante notó que le recorría el cuerpo con la lengua y le chupaba un pezón aún duro.
— ¿No puedes más, bonita?— cambió de pecho y succionó de igual forma—. Vamos, aguanta un poco más. Ponte boca arriba y abre bien esas piernas.
La menor gimió con sorpresa. Se sentía vulnerable y algo humillada, pero le sorprendía en exceso lo mucho que le gustaba. Dejó que la muevan y la acomoden, y abrió los ojos cuando la chica se subió sobre ella y se sentó sobre su vagina sensible, ya sin ropa interior de por medio.
— Quieta. Ahora me toca a mí— susurró con coquetería y comenzó a mecerse con rapidez. Con cada movimiento se aseguraba de frotar sus pliegues con los de la menor con la fuerza exacta, y llevó sus manos a acariciar sus propios pechos. Ryujin estaba anonadada, nunca había visto a una mujer tan perfecta. Sus facciones delicadas se transformaban en gestos seductores, y el pequeño lunar sobre su labio superior le daba ganas de volver a besarla. Bajó la mirada hasta donde sus intimidades se unían, y en ese momento estuvo convencida que no había mejor sensación en el mundo que su clítoris siendo acariciado con el de esa chica. La mayor la miraba fijamente mientras tiraba de sus pezones, disfrutando el deseo evidente en los ojos de Ryujin.
— Ya casi...— susurró, más para sí misma. Ryujin abrió más las piernas para darle facilidad de moverse.
La chica sacudió sus caderas con fuerza y rapidez sin quitar sus ojos de los de Ryujin. A los pocos segundos se tensó por completo, quedó inmóvil unos segundos, y líquidos calientes salieron de su interior y se derramaron entre ambas. Esperó a que su respiración se estabilice y se separó de Ryujin. Se recostó a su lado y llevó una de sus manos a jugar con los pequeños pezones. Ryujin le permitió hacer lo que quisiera.
— Tenías razón. Sí te mueves muy bien— le sonrió con complicidad.
— Me gustaría verte de nuevo— soltó de repente. La mayor dejó salir una pequeña risa, pero no se pudo negar, ella también pensaba pedirle lo mismo.
— Pásame tu celular— Ryujin se estiró y lo tomó del borde de la cama. Lo desbloqueó y se lo pasó a la otra chica, quien creó un nuevo contacto, guardó su número y llamó para ella misma guardar el número de Ryujin, antes de devolverle el aparato.
Ryujin tomó el celular con timidez para revisar lo que había hecho la mayor. Entró a sus llamadas recientes con intriga, pero con una gran sensación de victoria.
— Te dije que serías tú quien me daría tu nombre— comentó con voz engreída, sin haber visto aún la pantalla.
— Vales totalmente la pena, preciosa— se inclinó para besarla brevemente. Ryujin correspondió el beso y finalmente se separó para ver el nuevo contacto. Apenas leyó las cuatro letras, se encendieron todas las alarmas en su mente, y deseó con todo su ser que sea una mala broma. La miró a los ojos e inconscientemente se separó un poco de aquella mujer.
— ¿Yeji...?—susurró con voz temblorosa. La mayor sonrió, totalmente ajena a la situación.
— Hwang Yeji, guapa.
Su cuerpo se tensó por completo. La imagen de Yuna llorando y decepcionada se instaló en su mente, y sintió cómo la inundaba el pánico. Su celular vibró, y volteó a verlo al instante.
2:44 am.- Nana <3:
"Unnie, sé que probablemente estés con alguien, pero si ves esto, puedes venir?"
"No te lo quería decir para no arruinarte la noche, pero ha pasado algo"
"Me rompieron el corazón, tenías razón, me hizo daño"
"Necesito a mi hermana"
Ryujin sintió que cometió el peor error de su vida.
FIN.
gracias por leer.
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