Capítulo 1: Pesadillas del Valle Inquietante
https://youtu.be/WXsgb9YeBbE
(Soundtrack de la escena. Bienvenidos de vuelta)
¿Y el color de la oscuridad, cuál es? ¿Irá más allá del claro de la luna? ¿Se podrá sumergir en las profundidades de su corazón? Aunque lo intentaba, los ojos de la muchacha no podían responder ninguna de aquellas preguntas.
Su nariz temblaba, al igual que su cuerpo, que daba pasos lentos y tendidos bajo las ramas de los árboles que se confundían con las garras de las sombras que la acechaban. Detrás de ella, un charco de sangre que iba dejando mientras apoyaba sus dos manos en su estómago. El dolor era una tortura.
Ella no se había ido, ¿o quizás sí?
La piel pálida de Shelly se adornaba con colores rojizos proveniente del interior de su muerte, incapaz de que esa herida dejara de sangrar, incapaz de comprender con claridad lo que había ocurrido frente a sus ojos.
El bosque estaba más oscuro que de costumbre, se sentía en un limbo sin fin, con subidas y bajadas, un reino de sombras del que no encontraba salida, porque la luz jamás pasaba por allí, y el miedo era un tirano indomable en las tierras de su dominio sagrado.
Los quejidos del dolor de Shelly se intensificaban cada vez más, mientras su vista se nublaba. A su alrededor, nada más que sus pisadas podía oír, conectándose con los sonidos ambientales del oscuro bosque que parecían provenir del mismísimo infierno.
En la lejanía, pudo observar aquella sombra distinta a las demás. Diferente a su propia sombra, la pudo escuchar. Llamándola, para que siguiera la luz.
Y si bien la mujer era bastante lista, su curiosidad siempre le ganaba. Después de todo, y en primer lugar, su curiosidad era la que la había llevado ahí. A ese camino sin rumbo, oscuro como el Vantablack, lleno de dolor y confusión, del que no sabía cómo podría salir.
La sombra allí estaba, expectante, sentada sobre su trono, una silla de madera vieja que esperaba a Shelly con calma. La chica se acercó lentamente, pudo reconocer al contrario con solo oír su respiración.
"Uy... ¿y vos qué haces acá?" -Dijo el hombre, tan calmado como sorprendido. Su acento lo delataba, junto a una taza de té caliente y una mirada que perforaba los interiores de la contaria, la miró. El temblor en la voz de Shelly demostró lo asustada que estaba, ahora que su propio padre estaba frente a ella.
Shelly: ¿P-Papá? -Sintió un escalofrío arrastrarse por sus piernas, mientras sus labios se movían por su propia cuenta- ¿Q-Qué haces TÚ aquí?
"Llevo un rato largo en este lugar" -Solamente contestó, con una sonrisa- "La última persona a la que me esperaba ver por acá, era a vos... ¡qué grande que estás!".
Shelly: N-No. -Bajó la mirada- No, no es posible. Tú estás muerto.
"Pff, "¿tú?"... ¿qué es eso de hablar en neutro?" -Y volvió a carcajear- "¿Me dejás de ver por unos años y te olvidás del acento que tuviste toda la vida? Sos terrible, che".
La chica ni siquiera prestaba atención a las palabras de su padre. Él, tan educado y vestido de traje y corbata como siempre estaba, ahora la miraba de nuevo después de tantos años. ¿Cómo era posible?
"Vení. Tomá, querida. ¿No querés una taza de té? A vos que tanto te gusta" -Todo era extraño, eso era un hecho, pero, a mi, me pareció más extraño poder ver cómo el padre de Shelly escondía su mano tras su espalda, y unos segundos más tarde, sacaba otra taza completamente nueva y cuidada, de la nada-.
Shelly: No, gracias. -Miró a su alrededor. Los sonidos del bosque y el viento comenzaban a retumbar en su cabeza- Papá, ¿por qué tú-... VOS estás acá?
"Y... yo supongo que será lo que me tocó" -Suspiró- "Pero a vos todavía no te toca. Vos todavía no tendrías que estar acá... Me extraña, araña".
Shelly: ¿T-Todavía no tendría que estar acá? -Se quedó en silencio, para luego recalcar- "¿TODAVÍA?"...
"Sí. Todavía te queda rato laaaargo". -Volvió a sonreír- "Dale, dejate de jorobar y volvé para allá, que seguro te necesitan".
Shelly: ¿Pero... cómo voy a volver? ¿No ves esto que tengo en la panza? -Le mostró su herida, preocupada. Su padre no pareció sorprenderse-.
"Las heridas nunca te detuvieron, mi vida... ¿no te acordás todas las veces que te caíste andando en bicicleta? ¿O cuando te mordió ese perro en la pierna por andar jugando en lo del vecino y anduviste en cama toda la semana? ¿Te acordás?" -Pegó una carcajada. Shelly solo lo miraba, con una expresión perdida en la voz de su papá- "¿Acaso te largaste a llorar? ¿Te rendiste?"
Shelly: N-No. -Movió la cabeza hacia los costados, muy lentamente-.
"Exacto. Yo nunca te vi dejar caer una sola lágrima" -Se acercó a ella, que ahora su corazón se volcaba sobre el alma de su padre. Dejó caer una lágrima, quizás la primera de parte de ella que el contrario vería- "Eras indestructible, Shey. SOS indestructible".
Shelly: P-Pero... Pero no puedo más. -Su padre la calló, para luego susurrar frente a ella-.
"Nooo... ¿cómo que no? ¿Cómo no vas a poder más, estando tan cerca de la verdad?" -Volvió a su lugar, en la silla- "¡Hay que ponerle voluntad, che! ¿Qué te pensás? ¿Que no me arrepiento de lo que hice yo?"
El contrario volvió a acercarse a ella, tomando sus manos y abrazando sus dedos con sus puños, mientras Shelly subía la cabeza lentamente para esconder su dolor en la mirada de su padre.
"No hagas lo mismo que yo, Shey. No te dejés vencer así nomás. ¡Tenés que PELEAR!"
Shelly: P-Pelear. -Murmuró. En la oscuridad, algo de luz finalmente se encendía. Una chispa de esperanza que provenía de su corazón-.
"Ahora andá, dale. Andá y despertáte de una vez, que todavía hay muchas almas en pena que tenés que rescatar. Tu labor siempre fue ayudar a la gente, lo supe desde el primer momento en el que te vi" -Procedió a darle un beso en la frente, calmando los nervios de la contraria- "Lo supe desde el primer momento en el que tuve el privilegio de tenerte en mis brazos, hija" -Y sonrió, contagiando una leve sonrisita en la cara de Shelly-.
Ella sintió cómo su cuerpo se caía, por sí solo, sin la capacidad de mantenerse en pie. Como si se desmayara, lentamente su cuerpo se desmoronó frente a su padre, que la miró a los ojos mientras se dormía. Y bajo el tinte de la oscuridad, susurró.
"Ahora todo depende de vos. Vamos a darle, andá con fuerza, una vez más..."
Y despertó.
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BRAWL STARS: ORÍGENES
TEMPORADA 3
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Después de tanto dolor e inquietud, los ojos de Shelly se abrían una vez más. Una grata sorpresa frente a sus ojos la esperaba; incluso más oscuridad. Una sola luz tenue y parpadeante le daba la bienvenida a aquel lugar que la atrapaba, pues no, ya no estaba en un bosque, ni en su casa. Este lugar era muchísimo peor. Créanme.
(Créditos a mi TALENTOSÍSIMA pessi_cola_lrg (Litaaa<3) // Muchas gracias por la ESPECTACULAR animación y el apoyo de todos los días. Vos sabes lo muchísimo que te quiero!! <333)
El aroma del ambiente era extraño, una mezcla entre humedad y óxido. La oscuridad la sumergía en aquella celda en la que ahora había quedado encarcelada, acostada en ese colchón roto y casi destruido, del que salían resortes por todos lados.
Su espalda le dolía, pero había algo que le ardía mucho más. Entre respiraciones agitadas y quejidos, la muchacha se percató de un pequeño detalle que la haría sollozar del dolor.
Shelly: Ugh... ¿Y-Y est-to...?
Su cuerpo se sentó sobre el colchón, estaba más confundida que en su "sueño". Su mano pasó por su torso, tocando su pecho, hasta pasar por su estómago. Fue ahí cuando se chocó con aquello que logró volcar su corazón y derretirlo.
Un fuerte dolor la abrazó con firmeza; aquella herida en su panza, una bala que la había lastimado. Le dolía fuertemente siquiera pasar sus sucios dedos sobre aquel ensangrentado vendaje que tenía colocado.
Y sí, era extraño, porque ella no recordaba nada. ¿De dónde provenía esa herida? ¿Y en qué momento se colocó ese vendaje? ¿Siquiera había sido ella quien se curó a sí misma, o fue obra de alguien más...? ... ¿Y esa marca en su brazo? Parecía una vacuna.
Tenía tantas preguntas en la cabeza que, además de los sonidos del metal arrastrándose por el suelo, lo único que lograba oír era la voz de su cabeza, repitiéndole una y otra vez las mismas preguntas, sin respuesta alguna, pues su mente estaba tan confusa que ni siquiera podía pensar en quién era.
El dolor de su cuerpo, la confusión de su mente, el lamento de su corazón... todo aquello junto era capaz de nublar su vista, comenzando a ver todo a su alrededor incluso más ruidoso de lo que es. Sentía como si se le subiera una fiebre a la cabeza, y por su pecho, solamente pasaba una respiración fría y vacía, silenciosa, que la congelaba en el lugar en el que estaba.
Tenía miedo, mucho miedo, y nada podría haberla preparado para aquella voz que la llamaría desde la oscuridad misma. Una voz desconocida, proveniente de una persona que, realmente, conocía mejor que a cualquier otra.
Oh, ya despertó. -Acotó, en voz baja, con un tono calmado y frío. Bajo las feroces fauces de la propia oscuridad, la voz resonó en las paredes de aquel lugar desconocido, tan desconocido como quien hablaba-.
Shelly abrió los ojos como platos, encogiendose en sí misma. Se sentía como un gatito asustado, un perro con el rabo entre las patas. El ambiente a su alrededor lograba ponerle la piel de gallina con cada sonido que oía, y aquella voz no ayudaría mucho a mejorar su estado.
Shelly: ¡¿Q-Quién dijo eso?! -Exclamó-.
¡Baje la voz, la van a oír! -Se apuró a interrumpirla, entre susurros. La chica quedó en silencio por unos segundos-.
Shelly: P-Perdón. -Murmuró- ¿Quién me está hablando...?
Acérquese a la reja, a los barrotes de su celda. -Prosiguió la voz desconocida-.
La contraria sintió un escalofrío recorrer por su cuerpo. Hipnotizada por su curiosidad, no se hizo de rogar. Se levantó, con algo de dolor, y caminó lentamente hacia los barrotes metálicos que la encarcelaban. El suelo, tan sucio como el aire del lugar, marcaba sus huellas entre el polvo, y las paredes, rotas y agujereadas, se reían de ella y de su libertad que le habían arrebatado.
Llegó a apoyarse sobre la reja, apretando sus puños en los barrotes. La puerta de salida, a su lado, llevaba un candado fuerte y burlón que le hervía la sangre a la muchacha. Detrás suya, nada más que decoraciones bobas, un estante con un trofeo, y algún que otro poster de seguridad. Nada interesante.
Shelly: N-No te veo. -Murmuró, entrecerrando los ojos-.
Fue ahí cuando el contrario pegó un chirrido de asombro, ¡es cierto, ella no podía verlo en absoluto!
Pidió disculpas de forma breve, y se acercó lentamente hacia su reja. Ambas celdas estaban casi juntas, una frente a la otra, como dos polos opuestos a punto de chocar.
Incluso con todas las pistas posibles, y aquella voz tranquila que se acercaba hacia ella, Shelly jamás podría haber adivinado que, la persona que ahora se pintaba frente a sus ojos, era nada más, y nada menos, que la misma persona que había estado buscando durante todo el verano.
(Créditos a magi_pacman en Twitter)
La argentina no pudo evitar dar tres pasos hacia atrás, ahogando un grito ante el terrible asombro que se llevó. Miles de pensamientos pasaron por su cabeza, junto con el recuerdo de una bala y un disparo proveniente del propio pingüino, un recuerdo que jamás se iría de su memoria.
Shelly: ¡E-Es usted...! ¡E-Es P-P-Peltoh...! -Exclamó. El contrario quiso volver a decirle que guarde silencio, pero la reacción de la muchacha lo dejó confundido-.
Corbin tosió una o dos veces antes de poder hablar. Su voz era rara, y parecía tener ciertas complicaciones para hablar, sobre todo con la cantidad de polvo que ahora subía gracias a los movimientos bruscos de la contraria en su celda.
Corbin: ¿Q-Qué le pasa, señorita? -Alzó las cejas-.
Shelly: ¡¡U-Usted fue el que me d-disparó!! ¡Usted fue! -Lo señaló, entre gritos. Peltoh la miró, sorprendido, y alzó las manos, como si fuera un criminal a punto de ser descubierto-.
Corbin: ¡¿Q-Qué?! -Volvió a toser- ¿D-Dispararle? ¿De qué está hablando usted? -Movió la cabeza hacia un costado-.
Shelly: T-Tú... -Se quedó en silencio un segundo- VOS fuiste el que me disparó, pingüino garca hijo de-...
Corbin: ¡Señorita, yo ni siquiera la conozco! ¡No sé de qué me habla! -Fue ahí cuando el botones también se puso nervioso. Esto estaba siendo muy extraño-.
Shelly: Sí, sí. Hacete el boludo, nomás. Ya te conozco a vos. -Parecía que la furia había despertado el espíritu en el acento de Shelly. Después de aquel sueño, ¿cómo podría guardárselo?-.
La muchacha no dijo ni una palabra más, solo le dió la espalda al pingüino y se sentó en el suelo polvoriento. El contrario se quedó muy confundido, pero decidió hablarle, incluso si le daba un poco de miedo la reacción que ella pudiera tener.
Corbin: S-Señorita, se lo juro por mi padre, que en paz descanse... yo no le he hecho nada, ni a usted, ni a nadie. He estado aquí metido durante tanto tiempo, que ni siquiera sé qué día es hoy. -Apartó la mirada, entristecido-.
Shelly se quedó pensativa y con el ceño fruncido durante unos segundos, trataba de recordar la escena que había vivido. Con cada segundo que pasaba, sus recuerdos se volvían más y más claros. Pudo recordar a aquel encapuchado, las palabras que le dijo, y el dolor que sintió al recibir el disparo por la espalda y caer en la nieve. Incluso pudo recordar ver al pingüino caminar lentamente a su alrededor, con aquella pistola en la mano, para luego caer desmayada en el frío de la nieve ensangrentada. Todo eso había ocurrido, y ahora lo recordaba mejor que nunca.
En silencio, la chica pensó, y recordó un detalle en particular que la haría abrir los ojos, sorprendida... ¿acaso ese pingüino que le disparó no tenía un cierre en su nuca?
Shelly: Como una cremallera. -Se respondió a sí misma, en voz baja. Y ahí fue cuando recordó todo-.
Corbin: ¿D-Disculpe? -Shelly se dio media vuelta-.
Shelly: E-Entonces... ¿usted es Corbin Peltoh...? ¿E-El... real? -El contrario entrecerró los ojos-.
Corbin: Creo que soy el único Corbin Peltoh que conozco, señorita. -Se cruzó de brazos, ¿qué clase de broma le estaba gastando esta irrespetuosa?-.
La oficial no podía creerlo, él estaba ahí, frente a ella, después de tanto tiempo y de tanto esfuerzo y trabajo... Peltoh ahora la miraba, frente a frente, finalmente lo había encontrado.
Shelly: ¡S-Señor P! ¡Al fin lo encontré! -Comenzó a reír. Cada vez que pegaba una carcajada, por muy pequeña que fuese, su estómago se retorcía de dolor- A-Auch...
Corbin: ¿D-De qué habla? -El pingüino estaba en completo shock, no podía entender cómo esta muchacha pasó de estar destrozada, a estar furiosa, para ahora estar feliz y sonriendo. ¿Qué clase de bipolaridad se cargaba encima esta mujer?-.
Shelly: Señor, mi nombre es Shelly, soy policía. -Trató de sacar su placa, pero se la habían quitado- S-Soy la oficial a cargo del caso Peltoh, el caso de su desaparición. -Explicó-.
Corbin: ¿"C-Caso Peltoh"? -Perdió su mirada entre la oscuridad- ¿M-Me estaban... buscando?
Shelly: ¡S-Señor Peltoh, lo llevamos buscando desde que empezó el verano! ¡TODO el VERANO! -Exclamó-.
Corbin: ... Wow. -No sabía qué decir. Tampoco se animaba a mirar a la chica a los ojos. De todos modos, casi ni podían verse del todo, la luz no era muy fuerte, que digamos- Creí que ni siquiera notarían que no estaba ahí.
Shelly: ¿De qué me está hablando? ¡¡Toda la región de Brawltopia se conmocionó por su caso!! -Solamente ahí fue cuando Corbin se animó a mirarla a los ojos. Se sintió incómodo al principio, pero después se calmó- ¿H-Había estado acá... todo este tiempo?
Corbin: Bueno, he estado en esta celda por tanto tiempo que... realmente ni siquiera recuerdo dónde estuve antes de que me trajeran aquí. -Volvió a toser- Ah, d-disculpe. A veces mi voz se retuerce de esa manera. -Tosió una vez más- E-Es un problema de n-nacimiento. De milagro puedo h-hablar...
Shelly: No se preocupe... ¿está bien? -El Señor P asintió con la cabeza, mientras tosía un poco más-.
La chica finalmente se había calmado un poco, enfocándose más en lo que estaba a su alrededor. Ahora la pregunta era más sencilla de pensar, pero difícil de responder... ¿en dónde estaban?
Shelly: ¿Sabe usted qué es este lugar? -Le preguntó, seria-.
Corbin: No del todo. Un día, simplemente aparecí aquí. -Se sentó por unos minutos en el suelo, apoyando su espalda contra la pared izquierda, para poder ver a Shelly y descansar un poco de su tos- No sé en dónde estamos, jamás me dejaron salir de la celda.
Shelly: ¿H-Ha estado acá... completamente sólo? ¿Todo este tiempo? -Se sintió algo apenada, de repente-.
Corbin: Bueno, sólo no. A veces viene esta mujer que nos da comida, y se enoja con nosotros cuando gritamos o hablamos muy alto. Incluso ha llegado a disparar al techo para que nos callemos. -Tragó saliva, y volvió a toser una vez más-.
Shelly: ... ¿"nosotros", "callemos"...? ¿Usted y su subconsciente? -El pingüino no pudo evitar pegar unas leves carcajadas-.
Corbin: No, no. Como le dije, señorita, no estoy sólo. Hay un chico que parece que corrió con la misma suerte que yo... -Apartó la mirada- Nos... conocemos desde antes, pero... él solamente llegó un día, y bueno... No tengo nadie más con quién hablar, de todos modos.
Shelly: ¿Y d-dónde está él ahora...?
El botones se quedó callado unos segundos. No encontraba las palabras adecuadas. Carrasqueó la garganta y simplemente se tiró al vacío, confiando en su labia y en él mismo para encontrar la forma correcta de comunicarse.
Corbin: Él... -Suspiró- Estaba en la misma celda en la que está usted ahora, señorita. -Shelly se quedó anonadada-.
Shelly: N-No... -Se quedó silenciosa unos segundos, para luego susurrar- ¿L-Lo... ma-mataron...? -Corbin la miró, con el ceño fruncido-.
Corbin: ¡¿Q-Qué?! ¡¡NO!! -Le gritó, indignado- ¡Él no murió, por favor, señorita! -Shelly, más que sentirse nerviosa por los gritos del contrario, se sintió aliviada-.
Shelly: Uff, menos mal. -Suspiró- ¿Dónde está él, entonces?
Corbin: Es lo que supuse que usted podría saber, quizá. -La miró a los ojos- Pensé que tenía algo en común con él. Hace unas horas ocurrió todo, simplemente se lo llevaron, a regañadientes, y la trajeron a usted a esta celda. -De nuevo, apartó la mirada-.
Shelly: Señor, disculpe mi atrevimiento, pero... por casualidad, ¿el nombre de este muchacho no será... "Buzz Holloway"? -Se atrevió a preguntar, casi susurrando-.
Los ojos de Corbin se abrieron con firmeza. Desesperado, volvió a chocar su mirada con la de la chica, que se mostraba preocupada. Quedó un silencio que reinó la sala entre ambos individuos, hasta que, con la garganta algo rota, el Señor P se animó a responder.
Corbin: ¿C-Cómo lo supo...? -Contestó, con frialdad, y un miedo que se retorció dentro de su mente-.
Shelly: T-También lo estabamos buscando... -Dijo, cabizbaja- No pudimos encontrar casi ninguna pista de su paradero. ¿Él estaba acá, con usted, también?
Corbin: S-Sí, eso es correcto. -Suspiró, angustiado- Aunque él llegó unos cuantos días después que yo. -Tosió otra vez-.
De nuevo, el silencio reinó bajo las profundidades de la oscuridad. No había nada más que angustia en aquellas dos celdas, que ahora abrazaban los cuerpos lastimados y corrompidos de los dos individuos que charlaban.
Corbin: S-Señorita Shelly... ¿puedo decirle una cosa? -Preguntó, en voz baja. La contraria subió la cabeza lentamente-.
Shelly: P-Por supuesto.
Corbin: Señorita... -Suspiró, casi entre lágrimas- T-Tengo miedo. M-Mucho miedo. -Shelly mantuvo su mirada sobre él. Estaba casi llorando- M-Miedo de no poder salir de aquí, nunca más. Miedo a quedarme sólo en esta celda p-para siempre... M-Miedo de que algo malo le ocurra a Buzz.
Esto último logró quebrar al pingüino que, incluso con la fama que tenía de enojón y mandón, toda la situación y el mundo en el que venía viviendo desde hacía semanas ya, podía ser suficiente para derribarlo y hacerlo romper en llanto.
Apoyó su cabeza sobre sus rodillas, intentando esconder su mirada. Tratando de que la contraria no lo vea llorar. Shelly no pudo hacer mucho, pues los barrotes y las rejas de las celdas los mantenían separados y lejos. Por mucho que quisiese abrazarlo o protegerlo, no podía acercarse a él.
Corbin: N-No quiero vivir en este lugar. No quiero MORIR en este lugar. -La tos se juntó con su llanto. Parecía un niño pequeño angustiado- E-Estoy ha-harto de sentirme inde-defenso. Todo el tiempo con t-terror de que aquella m-mujer llegue y me las-stime. -Sollozó un poco más-.
La muchacha no supo qué decir. ¿Qué podía contarle a una persona secuestrada, abusada, maltratada por tanto tiempo? ¿Siquiera habían palabras para poder animarla? ¿Para poder quitarle ese miedo, ese TERROR que corría por su sangre? ¿Había, al menos, una manera de demostrarle que todo estará bien? Shelly sentía que las palabras no eran suficientes, y las letras eran pocas comparadas a todo lo que tenía incrustado en su corazón, desesperado por gritar.
Tal vez, la respuesta al llanto de Peltoh ni siquiera debía ser dada con palabras. Quizá, en este caso, las acciones eran mucho más fuertes.
Shelly frunció el ceño, sintiendo como un enorme choque de adrenalina y fuerza le pegaba una cachetada para que se levantara. La justicia y la ira la controlaba, y no podía pasar un segundo más sin apretar sus puños. Su herida ni siquiera le dolió durante aquella secuencia, porque su alma fue mucho más fuerte.
Sí, ya había pensado en escapar por la parte de arriba de la celda, porque sí, a pesar de haber un techo, los barrotes no se conectaban con este, por lo que había un espacio algo estrecho por el que podría escalar y salir de la celda. Sin embargo, el borde de las rejas tenía un alambre de puas que parecía muy peligroso, incluso con todas las heridas que ella ya tenía. La celda de Peltoh era completamente igual.
Así que, por el bien de su cuerpo, decidió ni siquiera darle oportunidad al plan. De hecho, pensó en algo mejor, pues lo primero que vio al darse vuelta fue aquel trofeo tan grande que le había llamado la atención desde el primer momento.
Con un poco de habilidad, la oficial logró empujar el estante alto para lograr que el trofeo cayera al suelo. Era un premio dorado, bastante pesado, gritaba un nombre irreconocible, perdido y borrado por la antigüedad del trofeo. Solamente un apellido podía leerse entre letras doradas; STARR.
Con sus dos manos y su gran fuerza, a pesar del cansancio y las heridas, Shelly agarró el trofeo. Lo siguiente que ocurrió, logró hacer saltar a Peltoh del susto, pues el fuerte golpe que se escuchó le sacó el llanto en seguida.
Ahora, la oficial golpeaba el candado de la puerta que la privaba de su libertad, y lo golpeaba con la fuerza del pesado trofeo. ¡CLANK! ¡CLANK! era todo lo que podía oírse, acompañado de algunos gritos de furia e insultos que pegaba la indomable policía.
Corbin: ¡S-Señorita! ¡¿Q-Qué está haciendo?! -Le gritó, todavía entre lágrimas, pero más asustado y desesperado que triste- ¡¡L-LA VAN A OÍR!! ¡¡DEJE DE HACER ESO!!
Shelly hizo caso omiso a las advertencias del contrario. Era ahora, o nunca. No había forma de que su cuerpo frene, la adrenalina la controlaba, y la fuerza que tenía su corazón para romper ese candado era lo único que la sacaría de aquel aprieto.
Corbin: ¡¡S-SHELLY!! ¡¡P-POR FAVOR, ESCÚCHEME!! -Gritaba, desesperado de miedo, mientras miraba hacia los costados. Él ya sabía que alguien podría venir. Él ya sabía que ELLA iba a venir-.
Y si bien Shelly tenía miedo por lo que podría pasar, su alma jamás obedeció a nadie. Ella siempre hizo lo que quiso, ella siempre le hizo caso a lo que le dictaba su corazón. Y nada podría frenarla, ni siquiera los gritos retorcidos del Señor P, que otra vez volvía a llorar, pero esta vez con enojo dentro de su ser.
Corbin: ¡¡I-IMBÉCIL!! ¡¡NOS VAN A MATA-...
Y fue en ese entonces, en el mismo segundo que Peltoh gritó con miedo, que Shelly pegó un golpe con todas sus fuerzas.
¡PLANK!
El candado cayó al suelo. La puerta se abrió. El pingüino quedó en silencio. La muchacha cayó al suelo, arrodillada, rendida frente a su victoria. Lo había logrado.
Shelly suspiró, aliviada, y le sonrió a su cansancio, que la hacía tambalearse de un lado a otro cuando su mente se mareó.
Corbin: L-Lo... Lo logró. -Murmuró-.
Una vez recobró la firmeza, sus piernas le brindaron las riendas de su cuerpo otra vez. Shelly se levantó, y con el trofeo en la mano, lo revoleó por el techo de la celda de Peltoh, logrando que pasara por aquel agujero entre el techo y la reja, causando así un aterrizaje perfecto en el suelo de la celda del botones.
Shelly: Le toca. -Movió la cabeza hacia él. P la miró, asustado- No puedo ayudarlo a salir de ahí, pero sí puedo ayudarlo a escapar. Y si quiere escapar, va a tener que cooperar conmigo, ¿está? -Suspiró, cansada. Finalmente volvía a sonar como una policía determinada a salir con vida de allí-.
Corbin se le quedó mirando. Le temblaba la voz y las patas. Se levantó lentamente.
Corbin: N-No... No creo que p-pueda hacerlo. -Le dijo, inseguro. Shelly lo observó, en silencio-.
Shelly: ¿Me está jodiendo? -Peltoh la miró con los ojos bien grandes, sorprendido por sus palabras- Me acaba de ver a mí hacerlo, ¿por qué usted no podría? -Se cruzó de brazos-.
Corbin: No tengo fuerza. -Apartó la mirada- V-Váyase sin mí. -Shelly comenzó a reírse, de la nada-.
Shelly: ¡JA, JA, JA! -Acto seguido, clavó sus ojos sobre él, una vez más- ¿Usted se piensa que me voy a ir sola? O peor... ¿se piensa que lo voy a volver a buscar otra vez, después de escaparme de acá? -Movió su dedo índice hacia los lados- No, no. Lo estoy buscando hace UN MES, no lo voy a dejar que se quede acá encerrado.
Corbin: P-Pero tengo miedo...
Shelly: ¿Miedo de QUÉ? -El pingüino saltó del susto al escuchar el repentino grito- ¿Me va a decir que le tiene más miedo a intentar escaparse, que quedarse acá con la certeza de que va a vivir en la oscuridad hasta quién sabe cuándo?
Corbin: La mujer dijo que, si nos portábamos bien, nos dejaría libres...
Shelly: Sí, y por seguir sus órdenes es que viven como ANIMALES en un ZOOLÓGICO. ¿No se da cuenta usted, Señor P? -Suspiró- Vamos, agarre ese trofeo y comience a golpear el candado.
Corbin: N-No voy a poder.
Shelly: ¡¡QUE LO AGARRE, LE DIGO!!
Corbin: ¡¡QUE NO!! -Y se le escapó un chirrido junto al grito- Estoy harto de sentirme así, sin poder elegir por mí mismo, sin poder estar en libertad. ¡No quiero obedecerle a nadie más! ¡Y no voy a obedecerle a usted, disculpe!
Shelly: ¡Entonces agarre ese trofeo, y comience a golpear el candado, por Dios! -Le gritó- ¡Saque esa furia que tiene dentro, sea LIBRE, señor, LIBRE!
El pingüino comenzó a gruñir, al mismo tiempo que su rostro se ponía totalmente rojo. Las palabras de Shelly lo motivaban, pero ni siquiera podía oír lo que ella decía, el simple hecho de que ella hablara en ese tono de voz tan furioso y harto es lo que encendía la chispa de su enfado.
Peltoh tomó el trofeo con sus dos manos, a pesar de lo pesado que era y de lo mucho que lo hizo tambalear, el botones logró mantener su firmeza. Comenzó a golpear el candado, con furia. Quería ser libre, pero tenía miedo de que lo maten en el intento. Y ese mismo miedo, era el que ahora le servía de combustible para rellenar su cuerpo de ira, y golpear al candado cada vez más fuerte.
¡Quería ser libre! ¡Quería volar! ¡NECESITABA salir de aquella celda! Su cuerpo se lo pedía, su mente todavía más, su corazón congelado le suplicaba que tuviera la fuerza necesaria para volver a su hogar. Estaba harto de rezar por un futuro mejor, harto de soñar con salir adelante y dejar atrás ese presente tortuoso y oscuro en el que vivía, HARTO de parecer un esclavo al que le tenían que dar órdenes y debía vivir encarcelado.
Sus golpes iban cada vez más y más fuertes, y sus gritos y chirridos también. Recordó cómo era su vida hace un mes, se enojaba con las cosas más simples y estúpidas como que Gale no haya limpiado el salón a tiempo, o que a Lou se le cayeran los helados... si se enojaba con cosas tan sencillas, ¿por qué no podía enojarse con una injusticia tan grande como lo era que le prohíban su propia libertad?
Y fue en ese entonces cuando su mirada cambió, sus pupilas se encendieron, y sus ojos incendiaron un bosque nevado repleto de pensamientos muertos de salvación. Nadie vendría a salvarlo, nadie vendría a por él... ahora, solamente quedaba él mismo y su propia mente, y si no podía confiar en su propia persona... ¿en quién más podría confiar?
¡¡BLAHBLAHBLAHAH!!
¡PLANK!
Shelly dejó de gritarle y sonrió de repente, lentamente. El candado había caído al suelo. La puerta se había abierto. Al contrario de ella, el cuerpo de Peltoh estaba recién comenzando, toda esa ira que había acumulado durante tanto tiempo finalmente salía, y su mente le pedía más y más. Era libre, finalmente.
Shelly: ¡E-Espectacular! -Corbin no sonrió, no hasta que su mirada cambió y observó la sonrisa de la contraria-.
Corbin: Je, je... -Estaba agitado y cansado-.
Shelly: Sabía que usted podía, ¡yo lo sabía! -Celebró-.
Corbin: Gracias... uff. -Suspiró tranquilo. Lo había logrado- H-Hay que salir de aquí. No hay tiempo para quedarnos quietos. "La Merodeadora" podría venir en cualquier momento.
Shelly: ... ¿"L-La... Merodeadora"?
Corbin: Sí, es esa mujer de la que hablaba antes. Es muy peligrosa, de eso estoy seguro. -Su tos volvió, y un poco más fuerte que antes- Debemos encontrar a Buzz, y escapar de este lugar, antes de que sea tarde.
Shelly lo miró a los ojos. Sabía que, ahora, todo dependía de ámbos para salir con vida de allí. Solamente su propia fuerza y la ira de ambos podría protegerlos de cualquier amenaza que hubiera entre la oscuridad.
Sin pensarlo mucho más, la muchacha frunció el ceño. Incluso con la herida en su estómago, nada podría detener a este dúo ahora. Acababan de salir de la oscuridad, pero una oscuridad incluso MÁS oscura estaba a punto de abrazarlos, porque para salir de aquel pozo en el que habían caído sin darse cuenta, deberían pasar por la boca del lobo.
"Ahí vamos"
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Bajo la lechosa luz de la luna, y el frío de aquel bosque nevado, las botas que dejaban huellas sobre la nieve eran capaces de enfriar, incluso, al corazón más congelado.
Su traje de policía, su cabello pelirrojo tan cuidado, que ahora se despeinaba y se desarreglaba, al igual que su rostro, que no mostraba más que una expresión de preocupación, un estrés más grande que nunca. Ustedes ya lo conocen, y también les parecería extraño ver a Colt tan asustado y lleno de ansiedad, pero, a este punto, ya parece algo normal. Es de esas cosas que jamás creíste que podrías ver, pero sin embargo, aquí estamos...
Sus piernas no podían más, seguía y seguía corriendo. Ya habían pasado dos minutos desde que encontró sangre helada entre la escarcha blanca del suelo, y aunque solo fueron dos simples minutos, para él eran una eternidad. Una sola pregunta invadía su mente; ¿EN DÓNDE ESTÁ SHELLY?
Escuchó sus gritos, corrió hacia ella, y cuando llegó para buscarla... NADA.
Su desesperación trepaba sobre él, y lo hundía entre la nieve, con un sudor helado que mostraba más que sus palabras.
Colt: ¡¡S-Shelly!! -Exclamó, con la voz rota y unas pocas lágrimas escapándose de su mirada-.
Poco a poco, su estómago comenzó a doler. Sus labios morados temblaban, sus ojos se cerraban lentamente. Se estaba desmayando, y él era consciente de ello, pero aún así, no dejaría de gritar el nombre de su compañera, de aquella mujer a la que tanto amaba... la misma mujer que, ahora, había perdido.
Sus rodillas se apoyaron entre la nieve, finalmente había caído. Había sido un día tan largo... y todavía no terminaría. Esto recién comenzaba, y mientras Colt se desvanecía en aquel bosque nevado, bajo las mil y un estrellas que ahora lo observaban, sus ojos se cerraban, con lentitud, tranquilidad, con algo de paz, finalmente.
Y aunque fueron unas cuantas horas, para él pasaron solamente segundos. Sus ojos se abrieron, de nuevo, con lentitud. Sí, había estado soñando, aunque todo lo anterior ocurrido había sido real, y su mente simplemente le estaba jugando una broma muy, muy fea. Recordando una vez más lo último que vió antes de caer al suelo, viéndolo en sus sueños, aquel charco de sangre seco que se unía con la nieve. Un paisaje aterrador y oscuro.
Su cuerpo parecía haberse recuperado, pero se seguía sintiéndo débil. Sin embargo, el frío se había desvanecido, y ahora se sentía calentito, bajo las frasadas amarillentas de un cuarto desconocido.
Con los ojos entrecerrados, echó un vistazo breve a su alrededor. ¿En dónde estaba ÉL ahora? ¿Qué había ocurrido? ¿Había sido todo una fea pesadilla, o quizás Shelly en verdad estaba en peligro?
"¡Oh, parece que ya despertó!" -Dijo en la lejanía, un desconocido. Su voz sonó familiar, de todos modos, y mientras más hablaba, más cerca se escuchaba- Tráele una taza de chocolate caliente, ¡no queremos que se ponga peor!
¡Y-Ya voy, señor! -El acompañante salió corriendo de la habitación, dejando a solas tanto al hombre mayor, como al muchacho empotrado en la cama-.
Colt subió la cabeza. A los pies de su cama, dos sillas que lo acompañaban. Una estaba vacía, y en la otra, se sentaba un anciano abrigado que parecía observarlo con atención. El pelirrojo no lo había reconocido por su voz, pero ahora que lo miraba, pudo ubicarlo al instante; se trataba de Gale, el conserje del Snowtel.
https://youtu.be/dr4fdf8F3Yk
(Soundtrack de la escena. Sharau para Spude <3)
Colt: ¿S-Señor Gale? -Preguntó, con la voz algo cansada. Su cuerpo se movió lentamente, sentándose en la cama, mientras un dolor fuerte de cabeza lo atacaba-.
Gale: Por fin te levantas, muchacho. -Sonrió- ¡Estuviste durmiendo durante horas!
En cuestión de segundos, alguien más llegó a la habitación. Con una taza de chocolate caliente, del cual se escapaba un abundante vapor, y un delicioso aroma, Lou llegaba rápidamente, sosteniendo la bebida y acercándose al policía.
Lou: ¡Señor Colt! ¡Qué alivio que esté bien! -Exclamó, con gratitud y una sonrisa. A pesar de las veces que Colt lo había menospreciado, Lou parecía ni siquiera tenerle rencor. Era una criatura bondadosa, después de todo- Le traje una taza de chocolate caliente, señor. Espero sea de su agrado.
Colt: G-Gracias... -Todavía seguía confundido. Agradeció, como pudo, mientras la cabeza le daba vueltas y vueltas. Sostuvo la taza y bebió un sorbo-.
Gale: ¿Sí sabe bien? -Colt solamente subió su pulgar- "Cool", como dicen los jovenes. -Y carcajeó un poco-.
Lou se sentó en la silla, al lado del anciano. En la puerta, un pequeño hombre de nieve con bufanda se asomaba. Colt no lo reconoció, pero parecía que el pequeño no se animaba a entrar, estaba tímido.
Lou: S-Señor Colt, por un momento creímos... YO creí que... -Bajó la cabeza-.
De pronto, como si el robot heladero hubiera visto un fantasma, comenzó a sollozar como un bebé, gritando con su voz tan aguda y dejando caer al suelo algunos cubos de hielo pequeños que parecían ser sus lágrimas.
Lou: ¡¡WAAAHAHAAA!! -Se tapó la cara, llorando a cántaros- ¡¡Yo creí que usted estaba m-m-m-m-m-muerto, señor C-Colt!! ¡WAAHAHA!
Gale: Tranquilo, Lou. Ya está, ya pasó. -Decía, tan dulce como siempre, abrazando a Lou con sus brazos y sosteniéndolo cerca suyo, tratando de consolarlo-.
Colt: ¿Que YO estaba muerto? ¿Y eso por qué? -De repente, algo llegó a su organismo. No supo de dónde, pero simplemente tuvo que sacarlo del interior de su alma- ¡¡AAACHOOOO!! -Estornudó, bien fuerte, para unos segundos después recobrar su estabilidad, y comenzar a moquear- Aish...
Lou: S-Salud.
Gale: Verás, muchacho. Anoche, luego de todo este incidente de... "El Señor P muerto es un muñeco y el real está vivo"... nos quedamos cenando. Un delicioso y nutritivo pollito con papa. -Gale se quedó mirando al vacío- Sí, pollito con papa... eso me gusta a mí. -Lou lo miró... ¿de qué estaba hablando? Gale volvió rápidamente a la realidad- Ah, l-lo siento... Sí, realmente no sé qué hacías ahí, querido Colt, pero te encontramos esta mañana en el medio del bosque, tirado en el suelo. Estabas... ¿dormido? ¿Desmayado? No lo sé, por un momento creímos que estabas muerto, ¡ja, ja! -Colt lo escuchaba con atención-.
Lou: P-Pero eso no fue todo... -Sollozó un poco más, aunque ya comenzaba a calmarse-.
Gale: Correcto. -Chocó su mirada con la de Lou- Podrías haber muerto de hipotermia si no aparecíamos por ahí. Tus labios ya estaban de color morado, y tu piel... ¡blanca como la nieve! ¡Pálido, como mi bigote! -Exclamó-.
Colt: Entonces... ¿ustedes me encontraron? -Trataba de asimilar las cosas-.
Gale: Eso es. Tenías algo de fiebre, pero te trajimos al hotel para tratar de cuidarte y que no te nos fueras con San Pedro, ¡ja, ja! -Carcajeó un poco más. Parecía que, su forma de lidiar con el dolor, era reírse- Además, después de todo lo que has hecho por el Señor Peltoh y por nosotros... bueno, era lo menos que podíamos hacer. -Sonrió, mirándolo a los ojos-.
Colt: Sí... Lamento todo el lío de anoche. Shelly estaba fuera de sí... -Fue ahí cuando su cerebro finalmente se conectó, y a pesar de la fiebre inmensa que chocaba en su cabeza, pudo enfocarse en lo que verdaderamente importaba- S-Shelly... -Murmuró, perdido en su mirada-.
¡¡SHELLY!!
Rápidamente se destapó, asustando a todos en aquella sala, sobre todo al hombrecito de nieve, que corrió por los pasillos y desapareció. Gale y Lou ya no comprendían nada cuando vieron como Colt se levantaba de la cama, desesperado, intentando correr hacia la puerta.
El anciano fue veloz, y logró cerrar la puerta antes de que Colt saliera por ella. Al estar algo mareado, el pelirrojo chocó contra esta misma, y cayó sentado al suelo. Eso no fue suficiente para frenarlo, pues comenzó a gritar una vez ya se había parado, con más fuerza que nunca.
Lou: ¡Tranquilícese, señor Colt!
Colt: ¡¡T-TENGO QUE IR A BUSCARLA!! ¡¡ELLA ESTÁ A-A-AHÍ FUERA!! -Lou lo detuvo, tapando la entrada- ¡¡D-DÉJENME SALIR!!
Gale: ¡¡Muchacho, tranquilo, calma!! -Exclamaba- ¡No puedes irte ahora, tienes una fiebre galopante y un resfriado atroz! ¡Apenas puedes mantenerte de pie, hijo!
La fuerza de Colt era enorme, pero en este caso, al estar tan debilitado, apenas podía estar en su propio cuerpo. Esa poca energía que tenía para levantarse de la cama, la gastó en intentar soltarse de Lou. Una vez Gale habló con el pelirrojo, Colt dejó caer su cuerpo hacia el suelo, derrotado.
Colt: N-No... T-Tengo que encontrarla. Ella se fue, ¡SE FUE! -Les gritó, mirando a ambos desde el suelo-.
Gale: ¿S-Se fue? ¿A dónde, muchacho? -Le preguntó, preocupado. Colt subió la mirada, lo observó directo a los ojos, y se quedó en un profundo silencio que duraría unos cuantos segundos-.
"N-N-No lo sé... Ella solo se... desvaneció. Sin más."
La oscuridad abrazó a Colt, cacheteándolo con la angustia que ahora lo carcomía por dentro, como un parásito devorando su interior hasta salir a la superficie del cadáver que dejaría. El pelirrojo no podía recordar lo ocurrido con claridad, pero lo que sí podía recordar eran los más pequeños detalles de la escena, como el color frío y brillante del cielo de aquella noche, o la cantidad exacta de sangre que había en aquella mancha en la nieve.
Colt: L-Les contaré... todo lo que pueda recordar. Pero tienen q-que ayudarme. ¡Ayudarme a encontrar a Shelly, se lo suplico! -Exclamó, desesperado-.
Ambos trabajadores del Snowtel lo miraron a los ojos. Lou observó a Gale, esperando la respuesta del mayor. Cuando el anciano asintió con la cabeza, el heladero lo imitó, y mientras Colt se acostaba nuevamente en la cama, los dos empleados se sentaban a los pies de esta, esperando con ansias el relato del muchacho.
"Veía todo oscuro, el frío me consumía... Esto fue lo que pasó."
Y casi como si fuera el caso contrario al de Colt, el sol parecía salir allá afuera. El calor del verano se intensificaba, un verano que parecía no terminar jamás, como una historia sin fin.
El sol finalmente iluminaba aquella cocina, cálida, adorable, totalmente colorida. ¿Su color característico? El rosado, por supuesto. Una canción alegre sonaba en la radio, y por si fuera poco, la energía que derrochaba aquella mujer danzando por la sala solamente contagiaba aún más la felicidad.
Su cabello rubio, atado, con un broche de mariposa que apenas acababa de recuperar. Una sonrisa en su rostro, después de tanto tiempo sin sonreír. Un poco de color en su vida, aquella vida que se había puesto gris como un mimo.
Aceite, harina, huevos, azucar y agua. Eran solo algunos de los ingredientes que ahora se apoyaban en la mesa principal de la pastelería, para hacer esa mezcla púrpura que tan delicioso aroma dejaba. La muchacha jamás había estado más contenta, y lo único que estaba haciendo era hornear con amor... ¿verdad?
https://youtu.be/0cOsLTM5l9c
Y sí, lector, a mí también se me hace extraño ver a Piper tan feliz. Durante tanto tiempo ha estado triste, es ciertamente impactante y, sobre todo, adorable, verla así de contenta, revoloteando de aquí a allá, como una mariposa llena de vida.
Su cocina, rosada y brillante, hacía juego con su ropa de siempre. Aquel vestido celeste y su sonrisa lo decían todo; en verdad había dejado atrás un peso muerto que la había acechado durante meses. Y ahora que horneaba (quizá, su actividad favorita), se notaba la energía que había estado acumulando por tanto tiempo.
¿Qué horneaba? Una especie de cupcakes (receta familiar), o como ella les llamaba; "granadas dulces"... era un nombre en construcción.
Lo cierto, es que sus pasteles y comidas horneadas eran deliciosas. Había pasado su duelo de separación de pareja de aquella forma, horneando y cocinando. De alguna forma, le hacía bien al corazón, y casi nadie lo sabía, pero también calmaba su galopante ansiedad.
Todo este amor por la repostería desembocó en que ella misma abriera su propia pastelería; "Piper's Bakehouse". Sí, quizá Piper era mala para el romance, pero era incluso PEOR para poner nombres.
¡Pero qué le importaban los nombres a ella! ¡Disfrutaba de verdad hacer su trabajo, hornear y cocinar! ¡Era divertido! Y lo demostraba con cada sonrisa que daba cuando miraba por el vidrio del horno, esperando pacientemente a que las granadas se inflen, creciendo y creciendo hasta llegar a ser un postre delicioso.
Después de unos minutos, el reloj del horno sonó, y pudo sacar sus delicias afuera. Estaban super calientes. Desde acá fue cuando las cosas se pusieron un poco... raras.
Sí, hasta a mi me dió un escalofrío observar aquel cupcake que se convertía en, literalmente, una GRANADA. Y Piper lo sabía, reflexionaba acerca de su sanidad mental cada vez que colocaba los detalles a cada una de sus granadas dulces.
Y por si fuera poco, no tardó en tomar su paraguas, fiel compañero que la había acompañado durante años en su trabajo de asesina cazarrecompensas. Su elegancia y dulzura no tenían límites, y a pesar de los comentarios, a Piper no le importaba nada.
Así que salió de su pastelería. El mundo era gris, miserable, lleno de peleas y conflictos. Gente que podía reconocer, otras que solo había visto de lejos, y algunos... bueno, algunos de los que peleaban en aquel campo de batalla sí eran importantes para ella.
No los reconocía del todo, pero aquella jovencita mugrosa japonesa peleaba con el robot bonito del arcade con el que Piper había charlado un par de veces. A lo lejos, la salvaje hermanita del niño camaleón que limpió su jardín peleaba con uno de los luchadores más importantes de la actualidad, ese mismo que había visto en los anuncios de la ciudad. Pff, vaya pelea extraña... ¿qué estaba pasando aquí?
Y como si todos fueran zombies, cada uno mostraba una cara malvada, una silueta de remordimiento, una furia energética que los llevaba a estar enojados.
A pesar de obligarse a sonreír, Piper se sentía ansiosa, nerviosa, perseguida... es como se había sentido durante todos estos meses.
Con ese miedo a salir de casa, por terror a que le gritaran todas esas cosas que ya le habían gritado varias veces. Todas esas miradas de desprecio que la gente le daba, todo ese desinterés de las personas, actuando como si ella no existiera y no importara en este mundo.
En ese mundo gris y destruido que ahora veía más allá de su cocina... era el mismo mundo que había estado gobernando. Y su cocina se pintaba de rosado; el único lugar donde realmente sentía que podía ser feliz, sin ser juzgada, sin ser odiada. Solo ella y su comida, nada más.
Aquel explosivo anciano minero del antigüo pueblo intentó atacarla. Ella le lanzó una granada que, cuando aterrizó en las arrugadas manos del viejo, logró que explotara en mil pedazos como una de sus dinamitas.
El loco del cementerio corría hacia ella, con su pala de sepulturero. La muchacha sacó su rifle, "disparaguas", y le embocó un tiro directo en la cabeza.
Finalmente, como un regalo del destino, el esqueleto mariachi se acercaba hacia ella. Su amor volvía, desesperado, corriendo a toda velocidad. Sonrió levemente, más allá de las sonrisas falsas que había colocado por tantos meses. Lo miró de reojo, y recordó lo que él había dicho hacía no mucho... "no quiero que volvamos a salir juntos".
El disparo que encajó en el cráneo del esqueleto no fue ni la mitad de fuerte que el disparo que ella misma sintió en su corazón al oír aquello. Su oportunidad se había ido, no tenía más chances de reparar lo sucedido. Y si bien había sido perdonada... ¿qué era de su vida sin su mariachi? ¿Qué sería de ella si ahora estaba totalmente en soledad?
Su ego le había hecho bajar un par de escalones. Todo este tiempo había estado en lo más alto, creyéndose una estrella y queriendo llegar todavía más alto que la propia galaxia. Y cuando parecía que por fin llegaba a la cima, un golpe desde arriba la hizo caer a la realidad nuevamente, porque al fin y al cabo, nadie es un ángel, mucho menos el propio Diablo.
Todo comenzó a explotar a su alrededor cuando dejó caer las granadas dulces. Parecía un espectáculo, una guerra sin fin, en aquel mundo en el que ahora debía vivir. Un mundo gris, miserable, triste y penoso. Un mundo que, si empezaba a hacer las cosas bien, quizás vuelva a pintarse de rosa. Un mundo que... quizás, y solo quizás, jamás había sido de ningún color.
Y cuando vio que la explosión se acercaba, pudiendo sentir cómo sus extremidades se desprendían de su propio cuerpo, la polvora arrancándole la piel y la carne, destruyendo sus huesos, fue cuando Piper abrió los ojos.
El humo del caos y la destrucción se convirtió en oscuridad. Una tenue luz que alumbraba su rostro, mientras apoyaba la cabeza en el sillón del departamento de sus amigos, los oficiales Colt y Shelly.
Su cuerpo, todo chueco e incómodo, comenzó a moverse y mirar a su alrededor. No había nadie, al menos nadie despierto, a excepción de UNA sola persona...
Con un poco de dolor de cuello, y los ojos entrecerrados, Piper había despertado de su sueño... ¿o pesadilla?
Pestañeó dos veces, refregó sus ojos, y cuando finalmente se atrevió a hablar, el contrario se dio vuelta al instante.
Piper: ¿P-Poco? -Preguntó, con una voz algo ronca-.
Poco: ¿S-Sí? -La miró. Los ojos del esqueleto estaban destrozados. ÉL estaba destrozado. Se notaba el cansancio en su mirada-.
Piper: ¿Qué pasó? ¿Por qué caminabas en circulos? -Poco no se animó a contestar, al menos no en el primer momento- ¿Estás... bien?
Poco: Aish... No. -Apartó la mirada- No pude dormir en toda la noche.
Piper: ¿Eh? ¿Y eso por qué?
Poco: ¡Por Colt y Shelly! ¡Dijeron que no tardarían! ¡Ya amaneció y todavía no han llegado! -Exclamó, preocupado- Ni siquiera contestan mis mensajes, ni mis llamadas, ni nada...
Habían pasado toda la noche esperando a los oficiales en su departamento. Ellos mismos les habían dicho que NO salieran de allí, así que fueron obedientes. Vamos, que incluso Brock y los cactus estaban todavía por ahí. Los tres dormían juntos, como bebés trillizos recién nacidos, totalmente cómodos. Brock había tapado su cuerpo entero con frasadas para que, ni Spike, ni Sakura, pudieran pincharlo con sus espinas cuando intentaban abrazarlo. Se veían muy tiernos, de hecho.
Piper: Cálmate, estoy segura de que están bien. Ellos siempre tienen algún imprevisto, ya los conoces, jaja. -Trató de animarlo un poco, pero el esqueleto no sacaría la preocupación de su expresión-.
Poco: No. Ellos hubiesen avisado. Estoy seguro. -Bajó la cabeza- Pasó algo malo...
Piper: ¡Poquito, deja de sobrepensar tanto! A la larga, te hará mal. Te lo digo por experiencia. -Poco la miró a los ojos, cabizbajo. Estaba triste, en el fondo- Además, creí que estabas molesto con los dos.
Poco: ¡¿Y eso qué?! ¡¡Me vale madres si estoy enfadado o no!! ¡¡Mis amigos están en peligro y yo no puedo hacer nada!! ¡¡SON MIS CARNALES, WE!! -Gritó, desesperado. Brock abrió un ojo-.
Brock: ¿Qué vendes, bro? ¿O por qué gritas tanto? -Murmuró, con cansancio- Ni que estuvieramos en la playa, man. -Se acurrucó nuevamente-.
Poco: Lo siento. -Acotó, luego siguió hablando, pero esta vez en voz más baja- Piper, tengo un mal presentimiento, ¿de acuerdo?
La rubia lo escuchó con atención. Comenzaba a preocuparse. Poco emanaba una mala energía abundante. Después de todo, había estado acumulándola toda la madrugada.
Piper: ¿Pero qué crees que pasó?
Poco: No tengo idea. Solamente siento que hay algo mal que no anda bien...
Piper: "hay algo mal que no anda bien"... ajá.
Poco: Sí. Y si mis sospechas son ciertas, entonces hay que hacer algo para ayudarlos.
Piper: ¿Y qué vamos a hacer nosotros dos?
Poco: Pues fácil. Deberíamos ir a ese hotel, y verificar que esté todo bien. No me voy a quedar tranquilo hasta que los vea decirme en la cara que están bien. -Apartó la mirada. Piper se le quedó mirando, fijo-.
Piper: Después de todo lo que pasó anoche... ¿te preocupas así por ellos? -Sonrió, levemente-.
Poco: Claro que sí. Son mis amigos, al final del día. -Afirmó, sin animarse a mirarla- Y lo seguirán siendo siempre, no importa cuántos conflictos intenten separarnos.
Un silencio breve se formó en el ambiente, mientras la rubia clavaba su mirada ante el esqueleto. Piper se decidió a hablar antes que él.
Piper: Eso habla muy bien de ti, ¿sabes? -Se le escapó una risita-.
Poco: Supongo... -Suspiró- Piper, solo ayúdame a encontrarlos, ¿podrías hacer eso por mí? -Se sacó el sombrero de mariachi, y la miró a los ojos desde abajo. Parecía El Gato con Botas-.
Piper: Aww. -Volvió a reírse- Claro, a mí también me preocupa que algo haya pasado. Incluso si Colt me odia ahora. -Bajó la cabeza-.
Poco: Bueno, creo que a mí también me odia, así que... -Ambos se miraron, para luego comenzar a reírse levemente. Al menos tenían algo en común, otra vez-.
Brock: ¿Que acaso no pueden dejar sus risitas para otro momento? Hay gente que quiere dormir por aquí. -Se quejó. Sakura lo apoyó con un "Hai !!"-.
Apenas escuchó aquella frase, la rubia frunció el ceño, y le salió el demonio que lleva por dentro. Sin pensarlo dos veces, miró al grupo de dormilones en la esquina de la casa, y alzó la voz como nunca antes.
Piper: ¡¡MALDITA SEA, USTEDES TRES!! -Brock abrió los ojos, asustado- ¡¡SON LAS TRES DE LA TARDE!! ¡¡LEVÁNTENSE DE UNA VEZ, QUE HAY COSAS QUE HACER!!
Casi a la velocidad de la luz, tanto el moreno como los dos cactus se levantaron en cuestión de segundos. Fue tan rápido, que cuando Piper parpadeó, los tres ya estaban firmes sobre sus pies, haciendo un gesto militar, con expresión seria, y hasta algo atemorizados.
Brock: ¡¡SEÑOR, SÍ, SEÑOR!! -Exclamó, frente a la comandante "rubia teñida"-.
Piper: Perfect. -Sonrió, dejandose llevar por el juego- Soldados, hoy debemos buscar a nuestros camaradas, Colt y Shelly, ¡para estar seguros de su bienestar! Para ello, buscaremos en el conocido "Snowtel", último paradero de ambos oficiales... supuestamente. -Poco asentía con cada palabra que la rubia decía-.
Brock: Aish, ¿y cuánto tiempo nos tomará eso? -Se quejó, con su celular en mano. Piper lo fulminó con la mirada- Rico me pidió ayuda para rankear en altas. No puedo abandonar a mi soldado favorito.
Antes de que Brock siquiera pudiera reaccionar, Piper acercó sus dedos y golpeó levemente la nariz del chico, aturdiéndolo por unos segundos.
Brock: ¡Au!
Piper: ¡Tenemos una sola misión, soldado! -Exclamó, para luego calmar su voz- Tratemos de hacerla BIEN.
Brock: ¡¡SEÑOR, SÍ, SEÑOR!! -Cuando finalmente Piper se dio la vuelta, Brock sacó su teléfono y comenzó a grabar un mensaje de voz- Hey, Rebotín. No te preocupes, ya en un rato salgo para allá y rankeamos de chill.
Piper: EJEM. -Se dió media vuelta- NO.
Brock: ... -Se quedó en silencio, algo asustado, todavía con el audio grabándose- Ehm... man, ¿sabes qué? Mejor rankeamos mañana, como que hoy no me siento muy bien para jugar... me duele la panza.
Piper: Ahora sí. -Murmuró, con una sonrisa. Acto seguido, observó a Poco de reojo- ¿Vamos?
Poco: Por favor. Antes de que sea tarde. -Bajó la cabeza-.
Y lo cierto es que Poco ni siquiera entendía por qué se sentía así, pero cuando tenía un presentimiento, una premonición... era cuando más le hacía caso a sus sentidos. Algo tenía que haber, algo no estaba bien, lo sentía por todo su cuerpo, e incluso si no estaba totalmente seguro de aquello, no podía parar de sentirse inquieto, asustado, como si algo revoloteara en su cabeza, y ni siquiera supiera QUÉ.
Brock rodó los ojos y tomó las llaves de su auto. Ya estaban preparados para salir. Debajo de ellos, todavía quedaban bastantes periodistas de la noche pasada, que aunque la mayoría se había marchado para hablar con Shelly sobre el caso Peltoh cuando se enteraron de que el cadáver era falso, habían muchos que todavía buscaban algún chisme sobre lo ocurrido en el concierto de Poco. Habían estado esperando toda la madrugada a que el grupo saliera de aquel departamento, o que al menos se diera una noticia más.
Todavía más por debajo de los periodistas había tierra. Mucha, mucha tierra. Tanta como pudieras imaginarte. Debajo de la superficie, más allá de la oscuridad, por debajo de los pies de todos... había algo más que ocurría en las sombras, y NADIE estaba enterado. Nadie tenía idea.
Junto al reciente encontrado Corbin Peltoh, Shelly caminaba lentamente por los pasillos de aquel lugar subterráneo. Pasillos estrechos, asfixiantes, humedos y rostizados. Con un olor fuerte a óxido y un dolor de cabeza que podía marear hasta al más fortachón.
Ambos daban cada paso con delicadeza, silenciosos, sigilosos como lobos. Los tubos en el techo que cruzaban de una pared a la otra daban una sensación de rutina, de trabajo, como si ellos no hubiesen sido los únicos que vieron aquellas tuberías alguna vez. Como si, de hecho, mucha gente las hubiese visto cientos de veces, cada día de sus miserables vidas.
Los dos tenían miedo, ¿para qué mentirles? Sin embargo, ningún miedo los detendría ahora. No había otra opción que la de escapar, y ahora que eran imparables, lo único que necesitaban era encontrar a Buzz Holloway y buscar una salida. Solo así podrían salir de aquel aterrador sitio, y volver a sus vidas normales de una vez por todas.
Frente al silencio que solamente se adornaba con el tic tac de un reloj lejano, junto a los pasos tranquilos de los dos secuestrados, la voz del Señor P florecía entre tanto óxido y metal viejo. Su voz maltratada, nerviosa, temblorosa que resonaba entre las paredes sin fin del desconocido lugar.
Corbin: T-Together forever... a-a-and never t-to part... -Susurraba para sí una melodía que lo tranquilizaba. Shelly lo escuchaba, más trataba de ignorarlo- T-Together f-forever we two...
Después de aquella estrofa, Peltoh permaneció callado unos segundos. Mirando con atención hacia todos lados, siguiendo la sombra de la argentina, que atenta a cada pequeño sonido, permanecía callada.
Corbin: And d-don't you know I w-would move Heaven a-and Earth... -Respiró, nervioso- T-To be t-together for-rever we t-t-two... -Fue ahí cuando Shelly frunció el ceño, y le susurró, molesta-.
Shelly: ¡¿Podría no hacer ruido, por favor?! -Se quejó- Nuestras propias vidas cuelgan del silencio, Señor Peltoh.
Corbin: ¡L-Lo siento! -Acotó- Es solo que... estoy nervioso. -Trago saliva- Y cuando e-estoy nervioso... canto mi c-canción favorita.
Shelly: Pues no es buen momento para cantar. -Le respondió, cortante- Espere... ¿esa es su canción favorita? ¿"Together Forever" de Rick Astley?
Corbin: Sí, tiene buen oído, señorita. -Le sonrió- Es una linda melodía. Buzz siempre me acompañaba a cantarla cuando me ponía nervioso, jeje. -Recordó. De pronto, gracias al recuerdo, su miedo se desvanecía por momentos-.
Shelly: Qué loco, yo pensé que a usted le gustaba más el jazz.
Corbin: No está mal. Aunque el pequeño Lou tiene más conocimiento al respecto. Me ha enseñado varias canciones, de hecho...
Y así, interrumpiendo la conversación, frente a ambos, una encrucijada se presentó. Un pasillo a la izquierda, el otro a la derecha. Frente a la pared de la encrucijada, un cartel que colgaba. Parecía haber dicho algo hace muchos años, pero hoy en día, no había nada más que letras borradas por el paso del tiempo. No tenían idea de lo que decía.
Shelly: No leo nada.
Corbin: Ni yo.
Caminar por aquellos pasillos húmedos se sentía como viajar en el tiempo, directamente. Un camino de recuerdos rotos y promesas olvidadas, escritas en metal, tapadas por el óxido. Nada más que con un olor a putrefacción terrible, enterradas igual que un cadáver.
Shelly miró hacia ambos lados. Realmente, no había diferencia alguna entre los pasillos. Miró al pingüino.
Shelly: ¿Por dónde?
Corbin: Mhm... -Se quedó pensativo, analizando el lugar-.
La respuesta de Corbin tomaría por sorpresa a la contraria, que lejos de escojer un sitio normal, Peltoh miró hacia arriba y señaló con su dedo índice hacia el techo. La cabeza de Shelly se apresuró a observar; una entrada de ventilación, totalmente abierta, sin la tapa que la resguardaría.
Shelly: ¿La ventilación? ¿Y si quedamos atrapados?
Corbin: Prefiero quedar atrapado por ahí, que atrapado en mi celda, como siempre. -Y rápidamente se subió encima de Shelly, para pisar sus hombros y subirse por la ventilación-.
La muchacha no comprendía bien la lógica del pingüino, y tampoco quiso darle muchas vueltas. En el fondo, estar entre las paredes de la ventilación la hacía sentirse más segura que en aquellos pasillos oscuros y aterradores, de donde podría aparecer aquella amenaza que merodeaba por todo el subsuelo, así que simplemente no rechistó y lo siguió.
El botones cabía perfectamente en la ventilación, pues ni siquiera era tan estrecha. Se trataban de unos ductos, que parecían ni siquiera funcionar del todo ya. Para la sorpresa de Shelly, el metal de ahí dentro estaba en perfecto estado, y lo notó una vez tomó la mano del pingüino y se subió a la ventilación.
Agachados, ambos comenzaron a gatear por los ductos, haciendo bastante más ruido que antes, pero acercándose cada vez más a los sonidos que le llamaban la atención. Unas voces de fondo, que apenas podían comprender algo de lo que hablaban.
Mientras más se acercaban, más escuchaban, y cuando finalmente parecía comenzar a entenderse algo de la conversación. Se quedaron callados, mirándose a los ojos.
Una voz femenina, ronca pero elegante, calmada más que nunca. No la conocían, jamás la habían escuchado. Al menos, no era familiar para Shelly. No obstante, el pingüino sintió un escalofrío al escucharla.
Shelly: ¿Quién habla? -Susurró. Peltoh perdió su mirada un momento, y con algo de miedo, pronunció las palabras que lo harían temblar de miedo-.
Corbin: L-L-La... "La Merodeadora". Es ella. -Volvió a tragar saliva- E-Estoy seguro.
Shelly no podía darse una pequeña idea del terror que Corbin le tenía a aquella mujer. Era increíble, cómo el corazón del botones podía congelarse en cuanto oía la voz que lo había atormentado durante semanas. Esa voz odiosa, presumida, que lo perseguía hasta en sueños. Ese sentimiento de terror... fue el mismo que Shelly sintió recorrer por su corazón, parando sus pelos y poniéndole la piel de gallina. ¿Saben con quién hablaba La Merodeadora? Bueno, Shelly quizá no pudo reconocer la voz de aquella mujer, pero sí la del contrario con el que charlaba.
Oh, cielos... el terror que se apoderó de su pecho cuando escuchó esa voz... LA voz.
Un tono monótono que parecía haberse ya perdido de su cabeza. Una carcajada demente, insana sin precedentes. La sensación de DOLOR y MISERIA en cada una de sus frases.
Shelly podía reconocerla al instante, después de todo, su vida entera había cambiado gracias a ese maldito robot.
Y, en plena videollamada, la conversación iba tal que así...
Ambos hicieron silencio, y simplemente escucharon.
"Y ni siquiera tienes idea de lo mucho que duele cada una de esas inyecciones. Jamás estuve acostumbrada a estas cosas" -Rezongó la mujer mayor, al mismo tiempo que el contrario le contestaría-.
"Agradece que, al menos, tienes una forma de estar por ahí. Sin esas inyecciones, todos ustedes serían hormigas radiactivas ahora mismo, ¡JA, JA!" -Carcajeaba. Cada vez que reía, la oficial, desde el ducto, no podía evitar cerrar los ojos, como si fuera un sonido molesto, doloroso, que le hacía un mal profundo- "En fin...".
Los dos secuestrados comenzaron a gatear lentamente, MUY lentamente, intentando no hacer un mísero ruido. Tratando de no llamar la atención en lo absoluto, Shelly se acercó a la tapa de una ventilación. Por debajo suyo, se veía toda la escena, desde arriba, como vista de águila.
Se trataba de una habitación, bastante oscura, con un sin fin de pantallas y cámaras que iluminaban la sala, parpadeando con luces oscuras, pero brillantes y encandilantes. Esa "merodeadora" miraba fijamente a la enorme pantalla que estaba frente a ella. Shelly la pudo ver.
Aquella mujer se sentaba allí. Confiada, apoyaba los pies sobre su escritorio, parecía estar reparando una especie de "rifle" que sostenía en sus manos mientras escuchaba y veía la videollamada. Atornillaba su arma e iba cambiando de herramientas, mientras su brazo dorado metálico brillaba con la luz de las pantallas. Shelly no le prestó demasiada atención a ese detalle extraño en su extremidad.
A la señora, el trabajo no parecía costarle, a pesar de su edad. Su rostro no llegaba a verse con claridad, pero sus canas sí, pues su cabello era completamente blanco.
En la pantalla gigante que se mostraba frente a ella, una cara más conocida que el propio sol. Un ojo que lo había visto todo, que lo sabía todo, y que parecía planear más allá de lo reconocible. Shelly sintió como su corazón se frenaba por un segundo cuando lo miró, se trataba de ÉL, de verdad era ÉL... no podía ser ÉL en serio...
(Créditos a BeeDeadx)
Ricochet: Estaré viéndola pronto, Señorita Starr. Y espero que tenga listo lo que acordamos. -Le dijo, intimidando un poco a la señora-.
Starr: Pff, ni siquiera te preocupes, Chet. -El robot la miró con mala gana cuando ella se quedó en silencio- ¿Qué pasa? ¿Por qué la cara larga?
Ricochet: Hmm... -Gruñió- No es nada.
Starr: ¿Qué, todavía te molesta que no te trate de "usted"? ¿Eso es? -Se carcajeó, Chet no movió ni su ojo- ¡Pff, JA, JA, JA!
Las risas de la contraria cesaron cuando el parlante por el que se oía la voz de Ricochet tronó y se escuchó el golpe que el robot le dió a su mesa. La mujer abrió los ojos, sorprendida.
Ricochet: Escucha, Starr. -Aclaró su voz- Sabes que me gustan los juegos, pero AHORA no es momento de jugar. -Ella lo escuchaba, con atención- Tú sabes MUY BIEN que puedes largarte cuando quieras. Nadie te obliga a quedarte. Pero eso sí, si no fuera por mi ayuda, probablemente ustedes seguirían siendo igual de miserables, como siempre han sido... Y LO SABEN.
La mujer bajó los pies de la mesa. Se sintió bastante... amenazada. Los gritos de Chet parecían los de un humano, y no podía creer que una máquina había llegado a tanto. El ojo del cíclope robot se tornaba rojo, y se intensificaba cada vez más, con cada grito que pegaba.
Ricochet: TÚ SABES QUE SOY LA ÚNICA AYUDA QUE TIENES PARA SALIR DEL POZO EN EL QUE TE METISTE DESDE HACE AÑOS. -La contraria asintió con la cabeza, nerviosa- Y SI QUIERES LAS COSAS BIEN HECHAS, MÁS TE VALE QUE LAS HAGAS TÚ MISMA, ¿OÍSTE, STARR?
Starr: ... S-Sí, señor. -Acotó. Su tono confiado se había desvanecido. Después de unos segundos de silencio, el contrario en la pantalla se calmó-.
Ricochet: Solo tienes una tarea. UNA SOLA, STARR. -La mujer ni siquiera lo miraba- Dime cuál es.
A continuación del susurro del robot, la mujer murmuró unas palabras que el robot no alcanzaría a escuchar.
Ricochet: ¿Qué dices? ¡No te oigo, Starr!
La mujer volvió a murmurar. Chet no la escucho.
Ricochet: ¡¡GRITA, STARR, NO TE OIGO!!
Starr: ¡¡VIGILAR LA ZONA, MALDITA SEA!! -Se levantó de su silla, frenética, pateando su asiento, que voló hacia el otro lado de la sala-.
La señora respiraba agitada, con fuerza, como si un demonio se quisiera escapar de su cuerpo. Le daba la espalda a la pantalla, pero lentamente se volteó cuando Chet le dió la orden.
Ricochet: Mírame, Starr.
Starr: ¿S-Sí? -Preguntó, agitada y desganada-.
Ricochet: Solo te diré algo, ¿de acuerdo? -Sonrió- Recuerda que muchas vidas están en tus manos. MUCHAS vidas. La de ellos, sobre todo... -Acto seguido, susurro- La tuya, Starr. Y la de ÉL.
Starr: ... L-Lo sé. -Suspiró, cabizbaja-.
Ricochet: Muy bien. -Carcajeó, levemente- Entonces deja de quejarte de las inyecciones, muéstrame una sonrisa, ¡¡y PONTE A TRABAJAR, MALDITA SEA...!! -El corazón de la contraria saltó en el momento, incluso de quienes la espiaban también-.
Starr: L-Lo haré, Ch-... S-Señor. -Apartó la mirada. Rodó los ojos, y bajo las insistencias del robot, la señora le mostró una sonrisa, muy forzada y retorcida, justo como le gustaban a la demente máquina vaquera-.
Ricochet: ¡¡JA, JA, JA!! -Carcajeó, demente- ¡¡E-ESO ES!!
Starr: Hm.
Ricochet: Te veré luego, Starr. Salúdame a tus niños... -La contraria sintió un dolor en el pecho, de pronto- Ups, lo olvidé. Perdón... ¡¡JA, JA, JA, JA!! -Y desapareció de la pantalla-.
Starr: M-Maldito hijo de-... -Apenas colgó la llamada, la señora tomó el rifle que estaba atornillando, y comenzó a estamparlo contra el suelo, destruyéndolo en mil pedazos, liberando su ira- ... Menos mal que tengo otro. -Decir eso le causó todavía más ira-.
Shelly y Peltoh observaban toda la escena desde encima suyo, donde La Merodeadora sacaba toda su ira junto a algunas lágrimas que rápidamente escondió.
Una vez terminó y su ataque de ira se desvaneció, lo único que quedó fue silencio. Un silencio desconsolado, que acompañaba el dolor fuerte en el pecho que le había quedado bajo las palabras del robot. Su brazo dorado todavía brillaba, pero... ¿siquiera ese brillo era real? ¿O solamente un consuelo de su alma?
Cayó rendida al suelo, apoyando sus rodillas, cerrando los ojos. Lamentándose por todo lo que ocurría, recordando una y otra vez las palabras del robot... "muchas vidas están en tus manos".
Y mientras la cabeza de la señora Starr se prendía fuego de tanto maquinar, una tranquila y calmada melodía la abrazó por la espalda. Entre tanta oscuridad, entre tanta tristeza, esa canción le llegó al corazón como una caricia...
https://youtu.be/BBKtak1vfx8
(Soundtrack de la escena)
Esa caja de música que reposaba en el escritorio. Una reliquia, con más valor sentimental que económico. Algo que no podía replicarse, porque los sentimientos y el amor no puede replicarse de la misma manera, nunca. Era un objeto especial, SU objeto especial. Eso que le recordaba su pasado, sus errores, su dolor y su culpa.
La mujer subió la cabeza, rendida en el suelo, la caja de música parecía mirarla con confianza. Recordándole el por qué hacía todo esto, las razones de su dolor, y los rostros de las personas que la motivaban a seguir adelante, incluso si algunos ya no estaban ahí. Sobre todo ESE rostro en específico, tan dulce y bonito como lo era...
Sollozó en silencio, escuchando la melodía, aliviando el dolor en el pecho que se juntaba para destruirla. A veces, había que meterse en lo más profundo de la oscuridad para poder salir iluminado, y es lo que la señora Starr hacía. O, al menos, intentaba hacer.
Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al recordar aquello que ablandaba su corazón. Al mismo tiempo que la música infantil se desvanecía, soltando sus brazos y dejándola una vez más a solas, en la profunda oscuridad del valle inquietante.
Shelly y Peltoh comenzaron a gatear lentamente, intentando pasar desapercibidos después de haber visto semejante escena. Ambos estaban aterrados, y fue quizá por eso que pasó lo que pasó.
Mientras la caja de música se ralentizaba y se apagaba finalmente entre el silencio, algo llamó la atención de la mujer. Aquella merodeadora que rápidamente subió la cabeza cuando escuchó como el conducto de ventilación respiraba. Se oían las respiraciones de aquellos que gateaban por la oscuridad, y los choques de sus rodillas frente al metal lograban que la señora Starr se sintiera confundida.
Starr: ¿Y-Y eso...? -Dijo en voz baja, encendiendo sus oídos y permaneciendo callada-.
Al igual que la mujer, Shelly y Corbin se tapaban la boca, en completo silencio, totalmente quietos como estatuas. Starr no podía verlos, pero sí escucharlos, y si se atrevían a moverse un mínimo centímetro más, era probable de que sus cabezas colgaran en la entrada del establecimiento oxidado en el que estaban.
Starr no se anduvo con rodeos, y decidió caminar lentamente hacia la puerta de su oficina. Ignorando por completo las cámaras, la mujer se asomó por el pasillo. No había nadie...
Así fue como los secuestrados aprovecharon el momento. Comenzaron a gatear, sin importar el sonido que hicieran, y se movieron rápidamente por los conductos de ventilación, intentando llegar a una salida.
Si bien Starr los había oído, su sonrisa desapareció sin más. Estaba enojada, se notaba en su rostro. Tomó la silla, la acomodó, se subió encima de ella, y cuando abrió la tapa de la ventilación con su destornillador... ¿miau?
"Miau"
La mujer se llevó un susto enorme. En la ventilación, parecía que un gatito negro se había colado, y buscaba la forma de salir. La señora lo tomó de las patas, y lo bajó de forma agresiva, aunque no era su intención.
Starr: ¿Y tú qué hacías ahí dentro? -Observó al gato, cargándolo en sus brazos- ¿Acaso eras tú el que hacía tanto ruido? Me asustaste. -A lo que el gato solamente respondió... "miau"-.
De alguna forma, la energía del felino fue suficiente para quitarse las manos de la señora de encima, y volver a treparse en la ventilación, donde lentamente caminaría por el mismo camino que una oficial y un pingüino recién habían pasado. Starr no tenía idea de esto, pero simplemente lo dejó "starr"...
Jeje, "estar", "starr"... chistes de narrador.
En fin.
Parecería que, de alguna forma, los dos secuestrados podrían salirse con la suya tranquilamente... pero no.
Un pequeño detalle arruinó todo su plan secreto de ir en sigilo, pues así como lo ven, Starr fue capaz de encontrar un trozo de tela roto entre los tornillos de la tapa de la ventilación.
Era un trozo de tela azul, un azul fuerte, familiar... era igual al del traje de ese estúpido pingüino. Y así como sintió un dolor en el pecho anteriormente, la mujer volvió a sentirlo ahora que sus sospechas podrían ser ciertas. ¿Y si... realmente habían escapado? No podía ser posible, no quería creerlo.
Starr: ... N-No. -Lo negó. Acercó su nariz hacia la tela. Tenía olor a muerto- Ugh, sin dudas es él.
Rápidamente se tapó la boca y la nariz con su bandana. Se colocó las gafas de soldadora que siempre llevaba en su frente, y con todo el rostro oculto, tomó una navaja que siempre cargaba consigo. Estaba lista, no había otra forma de arreglar las cosas.
Si esos idiotas creían que podían ser capaces de huir bajo SU vigilancia, pues estaban muy equivocados. Starr se acababa de convertir en La Merodeadora una vez más, y esta vez iba con más furia que nunca...
"Bueno, hay trabajo que hacer"
.
.
.
El calor la derretía, rostizaba su piel como la de un cordero a punto de morir. En llamas, totalmente roja, como el color de su cabello y el de su corazón. Su sangre corría a una velocidad incalculable, y era increíble saberlo, pero todo en su cuerpo podía moverse a la perfección... excepto ella.
Jessie respiraba, parecía que el aire nunca le era suficiente. Que el oxígeno se le iba a acabar tarde o temprano, que la luz del sol sería suficiente para evaporar su sangre.
Ella miraba. Simplemente observaba. Movía sus ojos de acá para allá, más su cuerpo no le hacía caso a ninguna de sus órdenes. ¿Qué estaba pasando? Sí, era la única pregunta que podía hacerse ahora que estaba completamente inmovilizada. Sin poder moverse en un lugar más familiar que cualquier otro lugar; su antigüa casa.
"Sí, es otro de esos sueños", pensó. Aunque no quería terminar de creérselo. Por lo general, cuando soñamos, nuestro cerebro parece que ni siquiera razona de verdad. Hasta las cosas más extrañas las cataloga como normales, y los detalles más sencillos y simples son los que realmente nos terminan inquietando. Igual que aquella melodía, que sonaba y resonaba una y otra vez, en búcle, sin intención de parar.
https://youtu.be/S8V5fySc_6o
(Soundtrack de la escena)
La canción del camión de helados, ¡ese que había escuchado cientos de veces cuando era pequeña, con su camión de juguete a pilas! ¡Guau, qué recuerdos!
Jessie no pudo evitar sonreír, aunque sentía que algo... algo andaba mal.
No sabía si se trataba de sus recuerdos, de su mente haciéndole pasar una mala jugada, o si simplemente había sido así todo el tiempo... pero había algo que la ponía de los nervios en esa canción. Y a pesar de que sonaba completamente igual (o eso quería creer), su cabeza parecía recrearla de una manera más lúgubre e incómoda.
Su cuerpo se congelaba todavía más de lo que ya estaba. Y con sus prendas de ropa nuevas, ahora parecía sentirse fuera de foco, como si no perteneciera a ese lugar. Se sentía extraña en su propio hogar, un sentimiento parecido al de aquella canción. Algo andaba mal, y no sabía qué.
Siguió observando. Frente a sus ojos, simplemente el desierto, los cactus, las nubes... adornando aquella casa enorme a la que alguna vez llamó hogar. Cuando los robots no eran conocidos como amenazas, cuando las toxinas no invadían el desierto... cuando la luz del sol todavía salía, y no tenía de qué preocuparse.
Trató de respirar más fuerte, los pulmones comenzaban a dolerle. Su pecho se retorcía de dolor y sus brazos, inmóviles, solamente temblaban de fiebre. Se sentía terrible, y esa canción, que comenzaba a sonarle aterradora, solamente le taladraba la cabeza una, y otra, y otra, y otra vez. Sus oídos parecían sangrar.
"¡Basta!" quiso gritar, pero su voz ya no existía. Sus cuerdas vocales no funcionaban. Estaba congelada en el tiempo, en un sitio que solo su cabeza podía recrear. Un paisaje y un paraíso que no existía más, que alguna vez existió, pero que ahora solamente quedaba en sus recuerdos, incompleto, pudriéndose y olvidándolo cada día más. ¿Lo peor de todo? Jamás podría volver a ese lugar. Lo único que quedaba por hacer era rendirse y observar como su mente lo iba olvidando... lentamente.
Unos ladridos de perro la hicieron saltar del susto, muy de repente. Pasó corriendo una cachorrita chiquita, muy pequeñita, la cual Jessie reconoció en un santiamén. "Maya", susurró.
La perra se devolvió hacia ella, escuchándola con atención. La chica sonrió.
Fue en ese entonces cuando Maya comenzó a crecer, casi como en velocidad extrema. Pasó de bebé a adulta en cuestión de minutos, y cuando Jessie menos se lo esperó, se escuchó un disparo desde lejos.
El cielo se oscureció, la luz desapareció, al igual que su perrita que se desvaneció después de aquel disparo tan fuerte. El desierto era invisible, y bajo la oscuridad de la poderosa luna, Jessie solamente comenzaba a hiperventilarse.
La melodía se intensificó, rompiéndole los timpanos. Los ojos de Jessie se cerraron, impulsiva. Necesitaba respirar, no podía respirar. No podía gritar. Estaba atrapada. Atrapada en su propia mente. Sal de mi cabeza. SAL DE MI CABEZA.
¡¡AAAAAHHH!!
Leon: ¡¡Wow!! -Se alejó de ella, asustado- ¿Jess?
¿Qué acababa de suceder...? Ah, sí, un sueño. Una pesadilla, mejor dicho.
Frente a ella, el chico camaleón la observaba con un susto tremendo. Jessie solamente se dignó a entrecerrar los ojos, tratar de respirar con calma, y quedarse callada un momento.
Leon: Jessie, ¿estás bien? -Se acercó, lentamente. Apoyó su mano sobre el hombro de la contraria, que lo miró de reojo, asustada- ¿Soñaste feo?
Jessie: Sí. -Se apresuró a contestar- Soñé con... soñé con Maya. -El encapuchado camaleón se confundió-.
Leon: ¿Maya? -Se rascó la cabeza- ¿Quién es Maya?
Jessie: Mi perrita. -Le contestó, con un tono extraño. Tan calmado... como si ella diera por hecho de que Leon conocía a su mascota- Antes de Scrappy, estaba Maya.
Leon: Ah. -Solamente contestó. Le daba un poco de miedo tocar el tema, parecía de esos típicos temas de los que no se hablaban...- ¿Entonces por qué te despertaste tan asustada?
Jessie: No podía respirar. -Tomó aire fresco. Sus pulmones estaban llenos, era un alivio. Soltó el aire y exhaló, ya más calmada- Uff.
Leon: Bueno, quizá sea porque dormiste bajo un montón de basura. -Jessie miró a su alrededor-.
De hecho... era cierto. Je, qué extraño. Estaba tirada en la chatarrería, repleta de partes metálicas, tornillos, clavos, maderas, y demás deshechos reciclables, sobre todo de metal. ¿Cómo había llegado a parar ahí? Realmente no se acordaba ahora mismo.
Leon: Anoche te enojaste y decidiste dormir afuera. Al final, vine para acá y te acompañé, también me dormí un rato, jeje... para que no estés sola. -Le sonrió-.
Jessie: Hm. Gracias por acompañarme, Leoncito. -Le devolvió la sonrisa. Hacía tiempo que Leon no sentía ese flechazo en el pecho que lo congeló-.
Leon: Uhm... S-Sí, este... Jacky se enojó contigo, por cierto. -Apartó la mirada-.
Jessie: ¿Jacky? ¿Por qué o qué? -Automáticamente, Leon comenzó a replicar la voz de Jacky, toda ronca y frenética-.
Leon: Dijo que teníamos que permanecer todos juntos, por las dudas de que esos policías vuelvan. -Jessie se rió por la interpretación-.
Jessie: Te sale bien.
A lo lejos, escucharon los sonidos de algunas herramientas taladrando los oídos de ambos. Provenían de la casa rodante principal, lo que vendría a ser la habitación de Pam.
Jessie: ¿Sigue ahí metida trabajando?
Leon: Desde que se fueron los policías, no ha salido de ahí. -Le contestó, en voz baja, para luego agregar- Me da curiosidad.
Jessie: A mí también. No me ha querido decir qué es lo que tanto hace ahí dentro. Ya pasó medio verano y todavía no terminó... es raro. -Se encogió de hombros-.
Leon: Dale tiempo. Ojalá sea un robot, o algo así. ¡Eso va a estar bueno! -Se emocionó-.
Jessie: Eso espero. Me preocupa que trabaje tanto...
¡¡HEY, NIÑA!!
De pronto, una voz familiar llamó su atención. Era un hombre grandote, fortachón y brusco. Aquel mismo que le había salvado la vida anoche. Bull Blanco venía corriendo desde la casa rodante secundaria, la habitación de Jessie y Penny.
Jessie: ¿Señor Bull? ¿Todavía está por aquí?
Bull: ¡Claro que sí! -Asintió con la cabeza- Jacky me dijo que no podía irme. Tenemos que permanecer juntos, solo por si acaso que esos oficiales dementes vuelvan a buscarnos.
Leon: No sé por qué tengo el presentimiento de que volverán.
Bull: ¡Por supuesto que volverán! -Se quejó- Tengo experiencia lidiando con la policía, pero ustedes son solo niños.
Jessie: Podemos cuidarnos sólos, aun así. Hemos estado haciendo eso todo el verano. -Protestó-.
Bull: ¿Acaso te ha perseguido la policía durante todo el verano, niñita? -Subió la ceja. Jessie quedó callada- Eso pensé. -Carcajeó por un segundo- Déjale esto a los profesionales. No por nada me llamaban una "estrella de la carretera". -Cerró los ojos, orgulloso-.
Leon: ¿Estrella de la carretera?
Bull: Así nos decían a mi y a mi pandilla.
Jessie: "A mi pandilla y a mi". -Le corrigió-.
Bull: El burro va por delante. -Contestó. Los niños quedaron en silencio por unos segundos, para luego comenzar a reír- ¿Eh? ¿Dije algo gracioso? -Lo que Bull no sabía, es que, indirectamente, acababa de insultarse a sí mismo. Qué raro de él, ¿no?-.
Jessie se levantó del suelo. Sacudió un poco su ropa, que estaba bastante sucia, y trató de abrir bien los ojos para volver de vuelta a la acción. Anoche había sido una noche movida, yendo de acá para allá, durante horas siendo perseguidos, acechados y hostigados por aquel dúo de policías; Dani y Paula. Era hora de volver a su investigación principal; ¿qué pasó con PENNY?
Bull: Como sea, no lo van a creer, pero... Jacky encontró algo interesante, y necesita de tu ayuda, niña. -Acotó-.
Jessie: ¿MI ayuda? -Preguntó. Le extrañó un poco el asunto. Chocó miradas con Leon-.
Bull: Así es. Síganme, es bastante más interesante de lo que parece...
Y así es como los dos niños siguieron al grandullón engrasador. A pesar del tiempo, su peinado y su actitud nunca envejecían. O quizás, Bull había sido "viejo" toda su vida. A este punto, ni siquiera les importaba, él los había ayudado lo suficiente como para sentir que era parte del equipo.
¿Se arrepentía de haberlos ayudado aquella noche, en medio de la carretera? Probablemente no. Antes de aquello, se sentía como una escoria extrema, el peor ser humano sobre la tierra, un simple idiota que creyó que podría ser feliz en un lugar donde nunca lo llamaron. Bueno, ahora parecía que sí lo llamaron a este lugar, y no solo se sentía bienvenido, sino también útil. Y nada podía hacer sentir mejor al lastimado corazón del toro.
Después de un rato corto de caminata, los tres llegaron a la habitación de Jessie y Penny, aquella casa rodante que actuaba como su cuarto. Un lugar cerrado, adentro hacía mucho más calor que afuera. El sol pegaba fuerte, y aunque ya era de mediodía/tarde, el calor no se iría pronto.
La minera estaba dentro, sentada en la cama de la pirata perdida. Sin su casco, con su overol solamente cubriendo la parte de abajo. Se notaba mucho más su camiseta azul, y sus gafas habían quedado de lado ahora que apoyaba aquella laptop sobre sus piernas. Se veía cómoda, aunque la expresión de molestia en su cara no opinaba lo mismo.
Jacky: ¡¡Maldito pedazo de chatarra inútil hijo de pe***!! -Se quejó. Al instante, su taladro a los pies de la cama se encargó de censurar sus palabrotas. Lugo, apareció la pelirroja por la puerta, justo delante de los dos hombres- Ah, con que ahí estabas, ¡¿eh?!
Jessie: ¿Ahora qué pasó? -Observó bien el cuarto. Estaba totalmente desordenado, con la ropa tirada en el suelo, los lápices de dibujo de Penny rotos, y las camas totalmente deshechas- ¡¿Qué le pasó al cuarto?! -Antes de que la minera siquiera pudiera contestar, Jessie frunció el ceño cuando se dió cuenta de un detalle... un detalle fuerte- ¡¿Q-QUÉ HACES CON LA LAPTOP DE PENNY?!
Como una fiera, la chica pelirroja se abalanzó hacia la contraria, intentando forcejear con ella para quitarle la computadora de las manos. Jacky tenía más fuerza, por lo que no fue difícil quitársela de las manos y esconder la laptop detrás suyo.
Jacky: ¡Hey, hey, hey! ¡Tranquila, fiera! -Pegó una carcajada. Jess la miraba furiosa, gruñiéndo-.
Jessie: ¿Quién te dió permiso para tocar esa computadora, eh?
Jacky: No necesito un permiso. Somos investigadores ahora. -Dijo, subiendo su dedo índice y cerrando los ojos. Todos quedaron en silencio...-
Bull: ... Creo que así no funciona-...
Leon: Yo pensaba que eramos detectives.
Jacky: ¡Ajá, detectives del lado B! ¿Recuerdan? -Sonrió, nerviosa- Niña, solamente estoy tratando de ayudar, ¿sí?
Jessie: Jacky. -Acotó. La minera cruzó su mirada con la pequeña- No toques eso. Por favor.
Y eso fue un detalle que impresionó a Jacky. Sí, tal y como NO esperaba, Jessie se había calmado. De hecho, hasta pudo ver cómo los ojos de la pelirroja se humedecían y su mirada se bajaba lentamente.
La minera, que ya estaba en guardia, se calmó también al sentir la angustia de la contraria. Una tristeza fuerte, poderosa, que contagió a todos en la habitación.
Jessie: Estaba escondida por algo. Penny me pidió que nadie tocara su laptop. Dijo que yo soy la única que tengo autorización para usarla. Eso fue lo que dijo. -Apartó la mirada- Y yo le prometí que su computadora estaría a salvo...
Jacky: Jessie...
Jessie: Así que, por favor, ¡no la toques! -Exclamó. Jacky se sintió algo mal al respecto-.
Aunque le costó hacerle caso, más tarde que temprano, Jacky suspiró, entristecida, y soltó la computadora y se la entregó a Jessie, en sus manos. La minera era capaz de molestar y bromear con cualquier cosa, pero este caso era algo serio, y hasta ella lo sabía.
Jessie: Gracias. -Tomó con fuerza el dispositivo. Tenía un olor extraño, mezcla del olor de Penny con el olor de una computadora normal. Se sintió algo nostálgica cuando lo sintió- Wow.
Jacky: Estaba buscando "pistas" que pudieran ayudar con esta investigación de... ya sabes, encontrar a tu amiguita. -Miró hacia otro lado- Entonces, encontré esto. La laptop. -Volvió a mirarla- Creí que, tal vez, podría tener algo de información sobre dónde podría estar Penny ahora.
Jessie: ¿Por qué la laptop tendría información sobre dónde está ella ahora? ¿Qué crees, que sigue la ubicación exacta de Penny, o algo así? -Se cruzó de brazos-.
Jacky: No, no es eso. Antes de irse con Rico, Carl me dijo que, tal vez, Penny podría haber dejado una nota, o un mensaje escrito, o algo así... -Tomó aire-.
Jessie: Hm... -Se quedó pensativa... podía ser posible- Penny se la pasaba escribiendo historias en esta laptop. Le gustaba hacer cuentos de piratas. A veces me enseñaba algunos.
Bull: ¿Quizás escribió algo aquella noche, antes de irse? ¿Crees que podría haberle dado tiempo? -De nuevo, la pelirroja quedó pensativa-.
Jessie: ... Puede ser. -Miró al fortachón- Quizá haya dejado una nota y yo ni siquiera la he leído aún.
Se sintió... ¿culpable? ¿De cierto modo? Ese pensamiento la carcomía por dentro, como si Penny realmente se hubiese preocupado por ella y su mente ni siquiera le permitía darse cuenta de esos detalles.
Jacky: Solo hay una forma de averiguarlo. -Jessie la miró, en silencio- Estaba tratando de desbloquear esa laptop. ¿Tú... sabes la contraseña, verdad?
De nuevo, Jessie se le quedó mirando, en completo silencio...
Jacky: ¿Verdad?
Jessie: Bueno... Ehm... Creo que sí... Pero no. -Jacky la miró, confundida-.
...
Jacky: ¿Cómo que sí pero no?
Jessie: ¡Ella me la dijo! ...pero ahora no la recuerdo, jeje. -Se rió, nerviosa. Jacky golpeó la palma de su mano contra su frente, igual que Bull. Parecía que los dos estaban conectados- ¡Bue, pero no se enojen!
Leon: ¡Piensa un poco! ¡Si te la dijo, debe estar todavía en tu cabeza... en algún lado! -La animó-.
Jacky: Jessie, déjame decirte que estás pende**, eh. -Suspiró, con rabia-.
Bull: ¡Hey, no llames así a la niña! -Jessie sonrió- Solamente es un poco tonta. -Sí... Jessie frunció el ceño-.
Jessie: Déjenme pensar, ¿ok? -Se quejó, cerrando los ojos- Solamente tengo que probar.
Acto seguido, se recostó en la cama que solía ser de su amiga. Seguía con el mismo tacto, la misma sensación de las frasadas, el mismo olor de la almohada tan suave y acolchonada como siempre. Era como si Penny jamás se hubiera ido, como si siguiera ahí con ella, de alguna forma.
Apoyó la laptop sobre sus piernas. Todos estaban a su alrededor. Bull y Leon se sentaban en la cama de al lado, la de la pelirroja, mientras Jacky acompañaba a Jessie, a los pies de la cama de su amiga.
La pantalla se prendió, la luz brillaba en los ojos de la chica. El sonido que emitió al prenderse fue como música para sus oídos. Un sonido relajante, bonito, tranquilo. Le traía paz, y estaba segura de que, en su momento, a la pirata también.
"PENNY" era el nombre del usuario de aquella computadora. La pelirroja se quedó mirando por unos segundos aquella pantalla. Nada más que el nombre de su amiga y una foto de perfil chistosa de un gatito pescando un pez con una caña de pescar que sostenía, y por abajo de esta, un teléfono móvil que daba la sensación de tener agua en su pantalla. Era una imagen graciosa con la que Penny, antes, estaba totalmente hiperfijada, por alguna razón. Jessie no pudo evitar sonreír al ver de nuevo aquella foto.
Jacky: ¿Qué es tan gracioso? -Preguntó, con una sonrisa pícara-.
Jessie: Pff, nada. -Rodó los ojos, y apretó "ENTER" en el teclado-.
La pantalla cambió, y apareció la misma foto de perfil, ahora con una barra abajo que decía "INTRODUCIR CONTRASEÑA".
Se quedó pensativa por unos segundos, en silencio. Pensó, pensó, pensó y pensó un poco más. Revolviendo los baúles de sus recuerdos, dentro de su cabeza, Jessie era incapaz de recordar aquella contraseña.
Jessie: Ni modo. -Acotó, en voz baja, y comenzó a escribir. El simple hecho de haber pensado en esta idea logró que sus cachetes se tornaran un poquito rojos, más de lo normal- No me sorprendería que funcionara.
"JESSIE"
...
Contraseña incorrecta. Por favor, inténtelo nuevamente.
Jessie: Ugh. -Se quejó- Muy bien. -Volvió a intentarlo, escribiendo otra vez-.
"DARRYL"
...
Contraseña incorrecta. Por favor, inténtelo nuevamente.
Jessie: ¿Y qué tal con...?
"TICK"
...
Contraseña incorrecta. Por favor, inténtelo nuevamente.
Jacky: Ok, sí. No tienes idea de lo que estás haciendo. -Acotó, y le quitó la laptop de las manos-.
Jessie: ¡HEY!
Jacky: Déjame intentar una. -Jessie se acercó para ver lo que escribía la minera- Hmm, veamos.
"PENNY"
...
Contraseña incorrecta. Por favor, inténtelo nuevamente.
Jessie: ¿Por qué pondría su propio nombre como contraseña?
Jacky: ¿Por qué NO pondría su propio nombre? Yo sí pondría el mío. -Carcajeó-.
Jessie: ¡Porque ella no es engreída como tú, Jacqueline!
Jacky: A ver, a ver, ¿y por qué pondría TU nombre como contraseña, entonces? -La pelirroja se sintió observada por un instante. Su cara se puso roja de nuevo-.
Una sensación de congelamiento, igual al que había tenido en su sueño. No pudo pensar más que una sola cosa, pero no sabía si decir lo que estaba en su mente o no. Ese pensamiento que la acechaba y la hacía reflexionar tanto. Leon lo dijo por ella.
Leon: Penny estaba enamorada de-...
Jessie: ¡¡Leon, cállate!! -Exclamó. Se sintió avergonzada por un momento, sonrojada. No quería recordar todo eso. No quería recordar el momento en el que Penny le contó la verdad... su verdad-.
Jacky: ¿Ah sí? -Miró a la pequeña, sorprendida- Me dijiste que habían tenido una pelea... pero no sabía que era de ese estilo. -Sonrió, burlona-.
Jessie: ¡Basta!
Jacky: A ver, entonces probemos.
"MEGUSTANLASMUJERES1234"
...
Contraseña incorrecta. Por favor, inténtelo nuevamente.
Jessie: ¡¡JACKY!! -Le gritó, enojada. De fondo, podía escuchar las carcajadas exageradas del engrasador-.
Jacky: Meh, valía la pena intentarlo. -Comenzó a reírse-.
Jessie: Dejen de burlarse de ella. Sus gustos no tienen NADA de malo. -Se cruzó de brazos-.
Jacky: Sí, eso es cierto. Pero no quita que sea divertido.
Leon: Creo que te hubieses llevado bien con Penny, en realidad. -Acotó, mirando a la minera-.
Jacky: ¿Tú crees?
Leon: Son... un poco parecidas, jeje.
Jessie: Claro que no. Penny sabe cuándo burlarse y cuándo no. -Suspiró, harta. Quitó la laptop de las sucias manos de Jacky, y volvió a intentar, escribiendo en el teclado- Hmm...
"PENNY_1234"
...
Contraseña incorrecta. Por favor, inténtelo nuevamente.
Sí, Jacky parecía no tener razón en eso. No hacía falta seguir intentando poner el nombre de la propietaria a cada rato.
Jessie: Uff... -Suspiró- Traiganme lápiz y papel. -Leon, igual de servicial que siempre, se levantó y corrió a buscar lo que la pelirroja pedía- Prepárense todos. Tenemos mucho trabajo por hacer...
Todos en la casa rodante se acomodaron, y dejaron que el calor no solo derrita sus cuerpos, sino también sus mentes. De tanto maquinar y pensar posibles contraseñas, el cerebro de los cuatro pasaría a quedar completamente en llamas antes de siquiera descifrar el código detrás de aquella laptop. ¿Lo lograrían? Solo el tiempo lo diría.
Al igual que el equipo de detectives del lado B, el dormilón adolescente también maquinaba. Su cabeza iba a mil, habían ocurrido tantas cosas anoche...
Sus ojos se abrían. Delante suya, nada más que... ¿paz?
https://youtu.be/ibUOxEBxVsE
(Soundtrack de la escena)
Estaba todo tan silencioso, tan oscuro y relajante. Un paisaje sin fallos, un mundo sin gente. Estaba completamente a solas, pero dentro de su corazón, la propia alegría de la soledad lo acompañaba y lo hacía sentir feliz. Un sentimiento que no podía explicar, el mismo de todos sus sueños felices, corría por sus venas ahora que la luna le sonreía.
Bajo sus pies, una enorme terraza de una escuela, al estilo de los típicos videojuegos japoneses. Parecía que pasar tanto tiempo con Bibi lo llevaba a imaginar ciertas cosas que ni siquiera conocía del todo.
¿Se están preguntando lo mismo que yo, lectores? Sí, les responderé bien rápido, porque él también lo sabía; así es, estaba soñando. Y era, quizá por primera vez en mucho tiempo, un sueño bonito. Tranquilo y calmado, pacífico de verdad.
Miraba por los bordes de la terraza. ¿Dónde estaba la gente en las calles? ¿Por qué las luces de las casas y edificios estaban apagadas? Eran preguntas que, si bien carcomían su cabeza, ni siquiera eran importantes de responder. No había nada relevante en aquel paisaje, al menos él lo sentía así. Y sin embargo, a pesar de la preciosa brisa que soplaba sobre sus mejillas, la calma después de la tormenta se presentaba en simple soledad. La ilusión de observar, de analizar, y de disfrutar la paz que solo se daba en su imaginación.
Sandy: Qué lindo. -Murmuró para sí mismo, observando una y otra vez el cielo estrellado y la luz de la luna que acariciaba su piel morena- Nada podría arruinar este momento...
Cerró los ojos, tomó aire, y exhaló hacia el infinito. Las estrellas lo miraban con calma, cuando de pronto... escuchó un sonido desde atrás que frenó su corazón. Sandy abrió los ojos como platos, la calma se esfumó en cuestión de segundos, y cuando miró hacia atrás...
¡¡HEY, SANDY!!
https://youtu.be/oVbFMCFl9xE
(Soundtrack de la escena)
Desde el otro lado de la terraza, el grito de la chica sonriente logró que el dormilón se volteara para mirarla. Venía corriendo, tan contenta como siempre, alta como un poste de luz y llena de vendajes en sus brazos.
Sandy: ¿Emz? -Preguntó al mirarla. Cuando ella finalmente llegó, atrapó al menor entre sus brazos y lo abrazó bien fuerte, dando vueltas junto a él- ¡¡Aigh...!!
Emz: ¡¡Sandy!! -Exclamó, entre abrazos y sonrisas. El chico estaba completamente apretado entre sus brazos, pero se sentía bonito- ¡¡Qué loco encontrarte por aquí!!
Sandy: ¿Tú crees? ¿P-Por qué? -Finalmente, Emz lo bajó y se desprendió de él. Sandy volvió a respirar- Ah...
Emz: No sé, de todas las personas que creí que encontraría en este lugar, tú estabas en el final de la lista. -Carcajeó- No te lo tomes a mal, porfi.
Sandy: No lo tomé a mal. -Afirmó. Miró detrás de ella- ¿Estabas sola?
Emz: Sí... No sé si te diste cuenta, pero no hay absolutamente nadie en esta terraza, además de nosotros dos, obviamente. -Miró a la puerta por la que entró. Daba hacia unas escaleras desconocidas- Allá abajo tampoco había nadie.
Sandy: ¿Viniste de por ahí?
Emz: Ajá. -Asintió con la cabeza- Hay una escuela abajo. Se ve como una de las secundarias típicas de los anime. -Sonrió-.
Sandy: ¿De los qué? -Entrecerró los ojos-.
Emz: Jaja, no te creo. ¿Tanto tiempo agarraditos de la mano con Bibi y ni siquiera te ha contado ni un poquito sobre anime? -Sandy quedó en silencio, confundido-.
Sandy: ¿Anime? ¿Eh? -La palabra se quedó sonando en su cabeza, una y otra vez- No me digas que Bibi es animadora. -Subió las cejas. La zombie se echó a reír al instante-.
Emz: Pff, ¡claro que no, bobito! -Se tapó los labios con su mano derecha- O bueno, no que yo sepa. No me refería a eso, aish. -Rodó los ojos- Como sea, ya luego te contará. -Subió la mirada hacia el paisaje- Este lugar sí que es raro.
Sandy: Claro que es raro, estamos en un sueño. -Carcajeó levemente. Emz quedó perpleja-.
Emz: ¿U-Un... sueño? -Dió unos pasos hacia atrás- Eso quiere decir que... ¿no eres... real?
El dormilón se quedó mirándola, en silencio. Sí, era un sueño, y las cosas eran raras, pero... había algo que andaba mal. No parecía un sueño de los raros, ni siquiera una pesadilla, esto era... ¡algo más raro que lo raro!
Sandy: No, no. -Negó con la cabeza- Eso significa que TÚ no eres real. -Sonrió- Estoy soñando, es probable que desaparezcas cuando me despierte. Solo eres producto de mi imaginación. Es un sueño. -Sonrió, confiado-.
Emz: ... N-No soy... real. -Sus ojos se plantaron en la nada-.
La chica se sintió... vacía, por un momento. Su falda se mecía con el viento, al mismo tiempo que un par de pensamientos existenciales se instalaban en su cabeza. Si esto no era real, si ELLA MISMA, estando donde estaba, no era REAL... ¿entonces qué era?
Hay gente que dice que los sueños son como películas que se proyectan en tu cabeza cada vez que vas a dormir, pero... ¿acaso puedes ser un personaje secundario... en tu propia película? ¿EN TU PROPIO SUEÑO?
Emz no se sentía relevante en su propia piel, en su propio mundo. Un pensamiento que ya le había causado problemas en el pasado, y que ahora parecía volver, en forma de pesadilla, una crisis existencial bajo la carne de la propia existencia misma.
Los zapatos de Emz caminaban lentamente hacia el límite de la terraza. Bajo sus ojos, el vacío mismo. Una calle sin autos, sin personas, sin nada, solamente un espejismo que se dilataba con cada palpito del corazón reanimado de la adolescente.
Sandy: Emz. -Le llamó la atención. La chica no lo escuchó- ¿Emz, qué haces? -Insistió-.
La zombie sentía como si su cabeza le hablara. Como si ella misma no controlara su cuerpo, sino que sus pensamientos intrusivos y sus impulsos fueran los encargados de aquello. Que ahora todos sus sentimientos y sensaciones eran rehenes del secuestro de su cerebro, en el que ahora ella era nada más que una espectadora.
Su pie derecho flotaba en el vacío, dando un paso adelante, mientras el izquierdo se sostenía del borde de la terraza, y su "vida" pendía de un hilo. Los labios dilatados, la piel hinchada y púrpura. Su respiración agitada se entrecortaba con cada segundo que pasaba cerca de aquella gran altura. Y el dormilón, que observaba todo, comenzaba a asustarse.
Sandy: Emzie, te vas a caer. No te acerques tanto. -Era un sueño, sí... ¿pero por eso debería dejar que su amiga tuviera un accidente? No era la idea- Ven, toma mi mano. -Se acercó, extendiendo su brazo hacia la chica, que se hipnotizaba mirando al vacío-.
Emz: ¿Y si me tiro? -Dijo, tan repentinamente, con una voz monótona e hipnotizada. El corazón de Sandy se congeló por un segundo-.
Sandy: ¿Qué dices? ¿Estás loca? -Frunció el ceño- Dame la mano, Emz.
Emz: No. -Suspiró- Si es verdad que no soy real, y si es verdad que todo esto es un sueño, entonces... ¿qué problema habría con tirarme?
Sandy: ¡¿Qué sentido tendría tirarte?!
Emz: ¡¿Qué sentido tendría NO tirarme?! -Lo miró, sonriendo- Sandy, ¿en serio no lo entiendes? Esto es un sueño, puedo hacer lo que quiera y no habrán consecuencias. -Se rió. El ambiente se había puesto muy oscuro, de repente-.
Sandy: B-Bueno... Eso es verdad, pero... ¿qué ganas con eso? Yo no quiero verte caer de un acantilado. -Bajó la cabeza-.
Emz: Acompáñame, entonces. -El chico subió la cabeza... "¡¿qué?!"- Lo que escuchaste. -Ahora la que extendía su mano era ella- Saltemos juntos, y veamos qué pasa. Será divertido, anda.
Sandy: ¡¿Q-Q-Q-Qué?! -Dió unos pasos hacia atrás- N-No voy a tirarme de ahí, estás demente si crees que voy a hacer e-eso.
La zombie se quedó observando su expresión, por unos cuantos segundos. Pensando en si realmente dejarse vencer por sus ideas y pensamientos intrusivos, o si era mejor hacerle caso a Sandy... meh, no fue muy difícil decidir.
Emz: Bien, tú te lo pierdes. -Y así, sin más, se encogió de hombros, y con una sonrisa y un besito, la zombie pegó un saltito y se dejó caer al vacío, como si fuera un tobogán hacia una piscina-.
¡¡EMZ!!
El corazón de Sandy se volcó con terror, y corrió lo más rápido que pudo para tomar la mano de Emz... ¡hey, lo logró! Pero quizás no fue la mejor idea que tuvo...
El impulso que tomó la chica fue suficiente para tirar a Sandy de la terraza también al tomar su mano, y casi de milagro, las vendas de Emz se quedaron enganchadas de un clavo de la terraza, por lo que la chica, llena de vendas como una momia, se quedó colgando del acantilado, tomando a Sandy de la mano, mientras él dependía de la fuerza de su amiga para no morir.
Sandy: ¡¡¡AAAAHHH!!! -Gritó despavorido, mientras Emz se reía-.
Emz: No salió tan bien, creo. -Se carcajeó-.
Sandy: ¡¡N-No me sueltes!! -Y apenas pensó en la posibilidad de caerse, los dedos de Emz comenzaron a sentirse resbaladizos- ¡¡Ay!!
Recuerden esto siempre, niños; "tu mente siempre te da la razón", y así como Sandy conocía ese dicho, fue como si su propia mente, imaginándolo todo, le dió la razón en que podría caerse. La fuerza de la mano de Emz ya no era segura, y casi como en una pesadilla extremadamente rara, Sandy terminó soltando la mano de la zombie, cayendo al vacío como un paracaidísta sin herramientas.
Su cuerpo se acercaba con velocidad hacia el pavimento, y Sandy ni siquiera pudo pensar en nada en el proceso. Cuando sintió un fuerte golpe en la cabeza, sus ojos se cerraron, y una vez los volvió a abrir, el telón de la vida lo recibió, nuevamente, con calma, tranquilidad, y los cantos de algunos pájaros que ahora abrazaban su cuerpo recién despierto.
https://youtu.be/UCZmjIVNByU
(Soundtrack de la escena)
¿Ah? ¿Q-Qué?
Su cuerpo no se movió, solamente abrió los ojos. Uff, hacía calor ahí dentro, en aquel vehículo abandonado que se había convertido en la guarida de aquellos tres adolescentes locos. El abandonado Mercury Comet cyan, el refugio de los sueños y esperanzas de cada uno de ellos.
La luz del sol entraba por las ventanas, y el olor a óxido lo mareaba un poco, pero nada que algo de aire fresco no pudiera arreglar, y era justamente por lo que se había acostado cerca de las ventanas que estaban abiertas.
Los asientos de adelante estaban sucios, pero se veían cómodos. El volante, lleno de polvo como siempre, reposaba junto a la radio que habían traído la noche anterior. ¿A su lado? La adolescente zombie, que todavía dormía con tranquilidad. Su brazo iba directo hacia el hombro del chico, que la miraba dormir, con atención.
"¿Por qué está abrazándome?" pensó el muchacho. Sí, no estaba para nada acostumbrado a las muestras de cariño, menos si se trataba de algo físico, como un abrazo o una caricia. Se sintió bonito ver que, incluso durmiendo, su amiga le tenía tanto aprecio, que se encargó de abrazarlo durante toda la noche.
Ya más despistado, Sandy levantó la cabeza al mismo tiempo que bostezaba. Tuvo que obligarse a quitar el brazo de Emz de encima suyo, con calma para no despertarla.
Se llevó una sorpresa cuando vió que, justo en frente suya y a la derecha, se encontraba una personita que siempre terminaba pasando por su cabeza, todo el día y toda la noche.
Sandy: Hmm... ¿qué hora es? -Le preguntó, llamándole la atención. La chica engrasadora le daba la espalda, calmada. No se atrevió a mirarlo a los ojos, estaba muy concentrada en otra cosa-.
Bibi: La una de la tarde. -Respondió, tranquila, adornando el canto de los pájaros allá afuera, en lo más profundo del bosque-.
Sandy: ... ¿Dormiste bien? -Fue suficiente para que, unos segundos después, Bibi lo mirara, volteándose hacia él-.
El rostro de Bibi estaba demacrado. Unas ojeras enormes y oscuras como el carbón, se notaba el cansancio en sus ojos.
Sandy: Uy... ¿No pudiste dormir, verdad? -La chica se le quedó mirando. Una vez negó con la cabeza, volvió a voltearse, para seguir con su actividad, en silencio-.
Era un ambiente tan pacífico, tan calmado... parecía un sueño, pero no lo era. Increíble como, a veces, la realidad puede ser más bella con las cosas más pequeñas y sutiles, incluso más hermosa que los paisajes más preciosos que podamos imaginar en nuestros sueños.
Sandy suspiró, y volvió a hablarle a la chica. La chaqueta púrpura que Bibi siempre llevaba estaba sobre las piernas del dormilón. Entendió que, en algún momento de la noche, ella lo tapó con su ropa. Le pareció un detalle tierno.
Sandy: ¿Qué estás haciendo, eh? -No se había dado cuenta, pero realmente se sintió más social que nunca. Por lo general, él era el que contestaba las preguntas, jamás las hacía, pero con Bibi era distinto, tenía más confianza que con cualquier otra persona. Era fácil ser quien quería ser cuando estaba con ella-.
Bibi: Solo dibujo. -Contestó, en voz baja-.
Sandy: ¿"Solo dibujo"? -Repitió. Ella asintió- ¿Puedo ver? -Se estiró un poco, y gateó hacia donde estaba la chica, que se acostaba boca abajo mientras seguía dibujando en una libreta-.
Cuando Sandy se acercó a la engrasadora, sintió un breve susto al ver los dibujos que había hecho. Todos eran iguales, todos compartían algo. Todos tenían esas vibras de miedo y terror, el mismo estilo de pesadilla que los caracterizaban. Todos los dibujos llevaban el rostro de aquella misma persona, que ahora parecía haber atormentado tanto a la adolescente, que ni siquiera había podido pegar el ojo en toda la noche.
(Gracias Sack por el dibujo!! <3)
Sandy: Uy. -Acotó- ¿No pudiste dejar de pensar en eso, verdad? -Bibi le dió la razón, algo angustiada, sin siquiera demostrarlo con palabras-.
El rostro de Byron, aquel encapuchado que parecía perseguirla hacia todos lados. Ese rostro no se iba de su cabeza, e incluso si trataba de retratarlo, intentando una y otra vez, jamás podía dibujarlo a la perfección. Aun así, había quedado bastante decente y preciso con la realidad.
Bibi: M-Me da un poco de miedo. -Clavó sus ojos en la mirada del dibujado Byron- No sé su nombre completo, no sé su identidad... solamente conozco bien su rostro. Y aun así, logró que no pueda dormir en toda la noche. -Suspiró- Todo es su culpa.
Sandy: Hey, calmada. -Estiró su brazo por toda la espalda de la chica, tratando de abrazarla. Mostrar afecto físico no era lo suyo, ya él lo tenía claro, pero a veces valía la pena intentarlo. En esta oportunidad, parece que había salido bien- Ese hombre no te va a hacer nada. ¡Emz y yo estamos aquí para tí! No permitiremos que te lastime, si eso es lo que quiere. -Bibi lo miró a los ojos-.
Bibi: ... P-Perdón.
Sandy: ¿Perdón? -Susurró- ¿Por qué?
Bibi: Por ser débil. -Bajó la mirada- Se supone que yo debo protegerlos a ustedes. Pero no puedo hacerlo si estoy asustada. Y si no puedo hacerlo, ¿entonces para qué les sirvo? -Suspiró, de nuevo-.
Sandy: Ah. -Dió una breve pausa- Así que la cara de este tipo no fue lo único que pensaste durante toda la noche, ¿eh?
Bibi: Sandy, ¡tú y Emz tienen superpoderes geniales que los han salvado de apuros muchas veces! ¿Qué tengo yo además de un bate? -Se notaba la angustia en sus ojos-.
Sandy: Valentía. -La contraria se quedó callada- Fuerza. Determinación. -Sonrió levemente- Ya te lo he dicho, pero me has inspirado mucho a ser la persona que quiero ser. Y tus ojos siempre me demuestran todas las cualidades que tienes. -Apenas dijo eso, los ojos de la japonesa brillaron- Con o sin superpoderes, creo que tienes la habilidad de PROTEGER. No solo a mí, o a Emz... ¡a mucha gente! -Bibi se rió, nerviosa-.
Bibi: ¿Tú crees? -Sacó la lengua. Se sentía algo tonta ahora-.
Sandy: Bibi, tú no eres tus armas o herramientas. No eres un bate, jaja. -Miró hacia la ventana. El sol iluminaba a ambos- Eres mucho más que eso. Eres el motor de este grupo. El corazón de la banda... o bueno, eso es lo que yo creo. -Se sonrojó un poco, seguido de un bostezo que lo tomó por sorpresa- No te tires abajo, por favor.
La chica se quedó en silencio, solamente mirando los ojos del moreno. No se había dado cuenta, pero el brillo de sus pupilas hipnotizaban a las de Sandy. Ahora solamente el coro de las aves silvestres los acompañaban, y bajo la cálida brisa de verano que entraba por la ventana, Bibi sonrió, olvidándose un poco de los problemas que la atormentaron durante toda la madrugada.
Sandy: Estamos juntos en esto. Si ese hombre de verdad es malo, o si quiere hacernos daño, ¡vamos a estar juntos, y vamos a golpearlo en la cara! -Carcajeó. Contagió a la engrasadora también- Además, es un anciano. ¿Qué nos va a hacer un viejo?
Bibi: Sí, tienes razón en eso... aunque da miedo, jaja. -Apartó la mirada. Se atrevió a decir algo en lo que pensó, un impulso rápido- Me da más miedo Tara, aun así.
Sandy: Pfff, jajaja. -Cerró los ojos junto a su sonrisa, tan bonita como siempre- Creo que hasta el propio Diablo le tendría miedo a Tara si la conociera.
Bibi: Jaja. -Se quedó en silencio, pensativa- Hm... no le gusto mucho a tu mentora, ¿cierto? -Lo miró, con una sonrisa que se desvanecía lentamente-.
Sandy: ¿A quién le importa si le gustas a Tara o no? -Dijo, más confiado que nunca sobre sus habilidades sociales- A mí sí me gustas, creo que eso es lo importante. -Sonrió, dejando en silencio el ambiente-.
El dormilón no se había dado cuenta de lo que en verdad había dicho, pero los dos adolescentes abrieron los ojos como platos al darse cuenta del detalle. Bibi se sonrojó, con una sonrisita nerviosa adornando su rostro. En cambio, en el caso de Sandy, su "habilidad para socializar" se desmoronó de repente y se puso rojo como un tomate, intentando que su lengua no se trabase al hablar.
Sandy: ¡E-Eh... n-no es eso lo que quise d-decir! -Se rió nervioso, mientras Bibi lo miraba, con una sonrisa modesta- E-En realidad n-no me gustas... b-bueno, digo, n-no es que no me gustes c-como tal... -Y cada vez se enterraba todavía más- E-Eres... bonita, y eso. -Apartó la mirada- A-A lo que voy es que-...
Bibi: Tranquilo, te entendí a la primera. -Lo calmó, seguido de unas risitas-.
Sandy: Ah... -Su corazón se aceleró, palpitando fuerte como un tambor-.
Ese silencio después de aquel momento tan complicado fue lo que calmó el alma de Sandy. La engrasadora lo miraba fijo, con una sonrisa y su mentón apoyado sobre su mano. Estaba hipnotizada en su carita nerviosa y sonrojada.
Con esa misma mirada de ternura, la japonesa movió su mano hacia el cachete del dormilón, y se lo apretó con delicadeza, rompiendo el hielo de la conversación.
Bibi: Bobito. -Fue lo único que dijo, seguido de una risa que contagió al contrario-.
Ahora ámbos sonreían en silencio. Bibi estuvo a punto de quitar su mano sobre el rostro del chico, pero él se apresuró y la agarró de los dedos. Su mirada solamente decía "no te vayas". El pecho de Bibi comenzó a arder de emoción, con su corazoncito palpitando como nunca antes. Mantuvo sus dedos cerquita de la mejilla del muchacho, mientras él cerraba los ojos y dejaba que sus pestañas hipnotizaran un ratito más a la contraria.
Y así, después de un ratito en silencio, Sandy movió su mano, dándole libertad a la de la chica, que se quitó lentamente. Bibi volteó de nuevo hacia su cuaderno. Lo cerró de una vez por todas, y guardó el bolígrafo cerca de la libreta. Los dejó a un costado.
Bibi: Como sea. -Murmuró, y se dió media vuelta. Lo primero que vió fue el cadáver dormilón de su amiga- ¿Esta vaga no se piensa despertar, o qué? -Sandy no intervino, pero Bibi gateó hacia ella y se le tiró encima, solamente para molestarla- ¡Hey, hey! ¡Emz, arriba! ¡Son la una de la tarde, mujer!
Emz: Mmm. -Solamente respondió. Y después de unos segundos de tener a Bibi encima suya, abrió los ojos bien grandes- ¡AY!
Lo primero que hizo Emz fue mirar a su lado. Sandy no estaba. Subió la vista, miró hacia todos lados, y justo en frente suya, ahí lo encontró. No le importó hacer a un lado a Bibi, ella no tardó tiempo en abalanzarse hacia su amigo dormilón, y abrazarlo con fuerza, incluso si esto confundía un poco al chico.
Emz: ¡¡AY, SANDY!! -Se lamentó- ¡E-Estás bien! ¡Gracias al cielo estás bien! -Acotó. El adolescente se quedó inmovilizado, confundido por lo que ocurría-.
Bibi: ¿Eh? Claro que está bien.
Sandy: Está todo bien. -Dijo, apretado entre los brazos de la mayor, confundido-.
Emz: Ay, es que no sabes, ¡literal, soñé algo re feo! -Agregó, gritando desesperada- Estaba yo en una escuela, y de pronto subía a una terraza, y ahí estabas tú, pero quise tirarme al vacío y en eso tú te agarraste de mi mano, ¡y te caíste POR MI CULPA! ¡¡Aayy!! -Volvió a lamentarse-.
Si ustedes se imaginaran los ojos GRANDOTES que le quedaron a Sandy cuando escuchó eso. Sintió un susto, un susto verdadero, un auténtico DON SUSTO. ¿Qué acababa de decir esa señorita zombie?
Sandy: E-Espera... ¿una terraza? ¿Y era de noche? -Emz lo miró, sorprendida-.
Emz: S-Sí... ¿cómo lo supiste?
Sandy: ¡¿Y había viento?!
Emz: Sí, un poquito. -Lo miró de reojo- Sandy, me asustas... ¿cómo sabes todo eso?
Y acá es cuando empezaron las cosas raras... tan raras como aquel sueño, tan raro como el sentimiento que ambos parecieron haber sentido, en simultáneo, a la hora de soñar. En medio de la noche, parecía que...
Sandy: Compartimos el mismo sueño. -Acotó, en voz baja. Sorprendido, en shock, sin capacidad de decir nada más-.
El silencio reinó sobre el interior de aquel vehículo abandonado, donde ahora las dos chicas miraban a su amigo, que perdía su mirada sobre la nada misma, intentando buscar una explicación a semejante evento.
¡¡¡¿¿¿Q-Q-Q-Q-Q-QUÉ???!!!
.
.
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Finalmente, después de varios minutos de gatear por las ventilaciones sin rumbo, Shelly y Corbin habían conseguido encontrar una salida, de una vez por todas. Todo estaba tan oscuro, tan apagado... con simples sonidos que retumbaban en sus oídos, más no tenían nada que decirles. No había nada que comunicar además del silencio mismo.
Estaban en peligro, lo sabían. Desde que salieron de esa celda se sentían acechados, vigilados, observados por un ente en el más allá, capaz de comprender cada una de sus acciones y decisiones. Alguien que parecía verlo todo, y aun así, no dejaba verse. Algo más allá de la oscuridad que los inquietaba hasta temblar.
Y por si fuera poco, la oscuridad los abrazaba una vez más, ahora que bajaban de la ventilación y frente a ellos se mostraba un pasillo amplio y grande. No era habitual, no era parecido al anterior pasillo, este estaba mucho mejor conservado, aunque no por eso daba menos miedo.
Los pasos inquietos de Peltoh se apresuraban ante las huellas sigilosas de la oficial de policía, que intentaba hasta lo imposible para mantenerse callada y que no se oyera ni su respiración. Y lo estaba logrando, nada que ver con el Señor P, que a pesar de sus intentos, no lograba mantenerse serio como siempre solía serlo. Los nervios y el miedo que se apoderaban de él lo hacían actuar más torpe que de costumbre. Sin embargo, frente a un alma tan valiente y audaz como la de Shelly, ¿quién no sería un poco torpe?
Shelly: ¿Puede ver algo? -Susurró. Peltoh le contestó con un "no"- Yo tampoco.
La chica miraba hacia todos lados. Las paredes eran distintas a las del anterior pasillo estrecho, estas eran menos resistentes, y sin embargo, habían estado aguantando la podredumbre y la miseria aquí desde hacía años.
Mientras caminaban, la muchacha logró leer algunos carteles que parecían no pudrirse todavía. Estaban pegados en las paredes, y algunos, en puertas que llevaban a otros cuartos. Desde fuera, no parecían nada, pero cuando Shelly se acercaba para ver, podía percatarse de que se veían como oficinas.
Uno de los cuartos le llamó la atención. "Oficina de diseño", una habitación grande, desprolija, sucia y abandonada. Con nada más que un escritorio lleno de mugre, fotografías polvorientas, y cientos de recuerdos que habían quedado enterrados bajo el olvido.
Shelly: Pará, u-un momento. -Con unos pocos nervios, la pelimorada se acercó hacia una de las paredes de aquella oficina, mientras Corbin la esperaba en la puerta, a unos pocos pasos de ella- S-Señor P...
Corbin: ¿Q-Qué ocurre, señorita Shelly? -Ella lo miró, quedándose en silencio por unos segundos, con un objeto entre sus manos que parecía ser un cartón- ... ¿S-Señorita?
Shelly: Señor, es un calendario. -Se acercó a él y se lo entregó- ¿Puede leer lo que dice? -Peltoh repitió en voz alta lo que observaba-.
Corbin: ... 1993-... ¿Es un 3? -Entrecerró los ojos-.
Shelly: Eso parece... ¿O es un 8? -Ambos se miraron- ¿Desde hace cuánto tiempo este lugar está así?
Corbin: Quizá solamente sea un aproximado. -Acotó, dejando el calendario en el escritorio polvoriento que reposaba en frente suya- "Starr".
Eso, "Starr"... la ÚNICA palabra que llegó a leer entre los cuadros rotos y papeles pegados en la pared de la oficina de diseño. "Starr", el ÚNICO apellido. Habían tantas preguntas al respecto...
Shelly: ¿Starr? -Corbin había perdido su mirada en la pared. La chica siguió sus ojos, y pegó sus pupilas frente al cuadro que lo decía todo-.
Se trataba de una fotografía antigüa, muuuy vieja. Un recuadro de un señor mayor, ya con sus canas y sus arrugas, con una limpia camisa y un saco que lo hacía destacar. La imagen no contaba con colores, era todo monocromático, y la mirada seria pero confiada del hombre parecía llegar hasta lo más profundo de las almas de aquellos dos perdidos.
Un solo nombre bajo la fotografía, inmortalizado en oro puro; Manfred "John Shirley" Starr.
Corbin: Menudo nombre. -Pegó una risa, Shelly lo acompañó-.
Shelly: "Fundador de STARR Robotics, INC." -Leyó en voz alta lo que observó, escrito debajo del nombre- Hm.
Corbin: ... Parecía ser un hombre importante. -Acotó nuevamente. Shelly asintió-.
Shelly: Quién sabe qué fue de él...
Y así fue como lentamente apartaron la mirada de la del misterioso hombre monocromático del cuadro. Corbin sintió que lo seguía con la mirada, aunque quizá solo era una ilusión óptica... quizá.
Caminaron lentamente bajo las tenues luces que de vez en cuando parpadeaban cuando pasaban por el pasillo. Habían otras oficinas, aunque la mayoría estaban vacías o cerradas. Muy pocas dejaban algo interesante que contar, además de aquella en la que encontraron varios premios y trofeos, todos acumulados en aquella misma sala, como esperando a que su dueño venga a buscarlos, algún día...
Ruidos fuertes y sonidos molestos se retorcían en los oídos de ambos. Chirridos que venían del más allá, un "más allá" al que se acercaban cada vez más y más, como estando frente a las puertas del mismísimo inframundo.
El ruido de las máquinas y el metal arrastrándose con fuerza sobre el suelo. Ese chirrido molesto y agonizante que asustaba a los dos secuestrados, que se acercaban cada vez más y más a la actividad paranormal que solamente podía existir mediante sus oídos.
Shelly: ¿Escucha eso, señor? -Peltoh asintió- Es como... una máquina. O algo que se arrastra, qué sé yo. -Murmuró-.
Corbin: ¿Deberíamos acercarnos a ver? -Preguntó, preocupado-.
Shelly: ¿Qué otra opción tenemos? Tampoco nos vamos a quedar acá a esperar a que esa vieja nos cace. -Se cruzó de brazos-.
Corbin: T-Tiene razón. Además, hay que encontrar a Buzz. -La chica lo recordó-.
Sí, quizás sonará feo, pero Shelly estaba tan asustada y tan desesperada por escapar, que había olvidado por completo que Buzz estaba por ahí fuera, en soledad, esperando a ser encontrado y rescatado. Si no lo hacía ella, entonces nadie más lo haría.
Shelly: Es cierto. Quédese tranquilo que lo vamos a encontrar, y nos vamos a escapar los tres de acá. No se preocupe. -Corbin echó una leve sonrisa. Se sentía esperanzado con cada afirmación que la contraria le daba-.
"Vamos, por acá"
El piso estaba oxidado, por lo que sus huellas ahora eran naranjas y la suela de sus botas también. Shelly comenzaba a moquear con cada paso que daba, un pesado ardor en sus pulmones la mareaba y, por si fuera poco, sentía como algo grande se avecinaba frente a sus narices. Estaba inquieta, algo la incomodaba, una energía tan, pero tan fuerte, que le congelaba el corazón y lo retorcía de dolor.
Su pecho ardía, pero no podía rendirse, no cuando la vida de otras personas estaba en sus manos. Su propia vida no era tan valiosa bajo sus propios ojos, pero cuando debía cuidar de los demás, el instinto de Shelly se activaba y se sentía amenazada con cada pequeño sonido de alerta que su mente, concentrada, le mostraba.
Y sí, lector, quizá al igual que en tu caso, Shelly no estaba lista para lo que sus ojos estaban a punto de ver. Un solo pensamiento había estado corriendo por su cabeza, y no era nada bonito; ¿era en verdad ese Ricochet? ¿El mismísimo Ricochet? ¿Aquel mismo robot que había casi acabado con su vida y la de sus seres queridos?
Si bien Shelly no tenía la respuesta clara, lo que estaba a punto de encontrar le dejaría cientos de incógnitas que ahora se construirían, como una fábrica en ruinas, respirando el óxido y las toxinas del ambiente.
La oscuridad finalmente se iba cuando doblaron en aquel pasillo, y se encontraron, finalmente, con la sala más enorme y gigantesca que sus ojos podrían haber visto. Metros y metros de espacio abierto, ocupado solamente por algunas máquinas enormes que, a pesar de los años, funcionaban a la perfección.
Se trataba de maquinaria industrial, herramientas de fábrica que se utilizaron hace muchos años, que ahora frente a la luz, se podían ver como nuevas una vez más. E igual que como hizo Shelly en aquel momento; abre bien tus ojos, lector, porque lo que estás a punto de ver, no podrías ni querer imaginarlo en tu peor pesadilla. Al menos, eso fue lo que Shelly pensó en aquel momento, cuando observó aquel metal gris, nuevo y brillante.
https://youtu.be/EuuZg3TUOlU
(Soundtrack de la escena)
El sonido del metal resquebrajándose entre la maquinaria. El brillo que reflejaba la amplia luz del lugar. Industrial y abominable, una cantidad enorme de dolor quedó atrapada bajo los ojos de Shelly, que temblaban junto a sus dedos con solo ver la escena.
Corbin no lo comprendía, pero ella sí, y al ver cada una de aquellas máquinas siendo construidas, no pudo parar de pensar y recordar cada pequeño detalle de lo ocurrido...
Una decena... no, ¡quizás más de cien! ¡Eran muchísimos!
Una cantidad industrial de robots y máquinas que estaban siendo construidas, acopladas y ensambladas en aquel mismo momento. Shelly podía verlos nacer, observar cómo se construían, y como prendían su único ojo rojo, sediento de sangre y furia.
Shelly: N-No... N-No puede ser. ¡¡N-N-No!! -Gritó, despavorida. Corriendo por toda la sala, apresurándose para llegar a la maquinaria industrial-.
Todos los recuerdos corrían a la misma velocidad, rebotando entre las paredes de su mente y mareándola en el intento. ¿Cómo podía ser? ¿Cómo un lugar tan antigüo podía funcionar todavía? ¿Cómo es posible que esos robots estuvieran de vuelta? ¡¿RICOCHET ESTABA DETRÁS DE TODO ESTO?!
No podía pensar, estaba aterrada, más que nunca. Sus ojos lagrimeaban al revivir cada segundo del dolor y la miseria que pasó en el Robomagedón. No quería volver a eso, no PODÍA volver a eso. Tanto miedo y tanta tristeza se pasó en aquella masacre, ¡esto no ocurriría una segunda vez, no podía ser así!
Shelly: P-Por favor, ¡no! -Volvió a exclamar, mientras Corbin la perseguía, totalmente confuso-.
Corbin: ¡¡E-Espéreme, señorita Shelly!! -Decía, apurado por no quedarse atrás-.
Era imposible, ¡ellos lo habían derrotado! Había pasado más de un año desde aquel caos, un año entero desde el desastre que había cambiado sus vidas, y ese detestable monstruo no se cansaba de contraatacar. Shelly no solo sintió furia, también miedo, MUCHO miedo. Todavía más que el que ya tenía acumulado en la garganta.
Todo el miedo en su cuerpo parecía explotar y quemarle las entrañas. No podía respirar, pues por mucho que intentara apagar esas máquinas, lo único que podía lograr era tocar y tocar más y más botones, palancas que no la llevaban a nada. No podía detenerlo, no podía parar lo inminente, no era capaz de enfrentar lo inevitable. Todo estaba ahí, frente a sus ojos, y a pesar de sus intentos, los veía armarse y resquebrajarse como individuos nuevos con una nueva vida, uno por uno.
Cada uno de esos robots, sin alma ni sentimientos, sin pensamientos ni dolor. Solamente envases vacíos que temblaban con cada pulso del corazón aterrado de Shelly. Un corazón congelado de horror, que se desmoronaba junto a su cuerpo.
Las rodillas de la chica se apoyaban en el piso, rendida frente al desastre que se avecinaba. Ella podía ver el inicio de la tormenta, más no podía detenerla. Era el inicio del fin, y podía verlo con sus propios ojos. La impotencia de estar ahí y no poder hacer nada para cambiar el destino de todos era lo que la derrotaba por dentro.
¡¡¡UGH, NOOOOOOOOO!!!
Bajó la cabeza, mirando hacia el oxidado suelo, que ahora se mojaba con lágrimas y llantos de furia y frustración. Corbin llegó justo a tiempo para acercarse a ella, y algo cansado por la velocidad de su "caminata", trató de hablar, entre una fea tos y respiraciones agitadas.
https://youtu.be/V32y9gHJP0E
(Soundtrack de la escena)
Corbin: Ay, uff... -Tosió un poco más- S-Señorita, ¡¿q-q-qué ocurre?! -Exclamó, confundido. Shelly no contestó-.
Insistiendo, el pingüino se acercó todavía más. La oficial no parecía reaccionar. Algo ocurría, de eso estaba seguro, pero... no podía comprender qué. Con algo de nervios, el botones se arrodilló a su lado e intentó hablar con ella.
Corbin: S-Señorita Shelly, ¿se encuentra usted bien? -La respuesta que recibiría lo haría saltar del susto-.
Shelly: ¡¡NO!! -Le gritó, en la cara, dejando caer sus lágrimas- ¡¡NADA DE ESTO ESTÁ BIEN!! ¡NADA! -Su voz se quebró. Necesitaba algo en lo que caer y no morirse en el intento- A-Ah...
El llanto de Shelly rompía el corazón del pingüino. ¿Qué iba a hacer él? ¿Qué siquiera podía hacer si no entendía nada de lo que ocurría?
Corbin: ¿Q-Qué es lo que pasó? ¿Qué son e-estas... máquinas? -Preguntó nuevamente, ahora inocente-.
La chica tardó en responderle, no podía ni pensar en una contestación que no implique quebrar su garganta otra vez. Aclaró su voz, y como pudo, le habló.
Shelly: S-Señor P... -Se secó las lágrimas, con toda la fuerza que tenía su alma, y lo miró a los ojos- ¿S-Sabe lo que pasó el año pasado, en el d-d-desierto de Brawltopia? ¿S-Sabe lo que fue e-el... ROBOMAGEDÓN?
Corbin se le quedó mirando. ¿De qué estaba hablando? Simplemente negó con la cabeza, confundido.
Shelly: H-Hubo una... "guerra". -Apartó la mirada- Humanos c-contra robots. Ira contra esperanza... Todos contra uno. -Volvió a mirar al botones- F-Fue horroroso...
Corbin: ... N-No tenía idea. -Murmuró- ¿U-Usted cómo sabe eso?
Shelly: Y-Yo estuve ahí. -Sollozó- ¡E-Ese... hijo de mil...! -Trató de calmarse- U-Un robot, "Ricochet" era su nombre. -Le costó pronunciar aquel nombre sin tartamudear de miedo- Él invadió el p-pueblo en el que vivía, ¡con u-un ejército ENORME d-de ROBOTS!
El pingüino la escuchaba con atención. Al oír la palabra "robots" se le heló la sangre.
Shelly: Uno igual al anterior, todos idénticos. Iguales a... los que está viendo en esa máquina. -Señaló con su dedo a las maquinarias que construían los robots cíclopes- Todos ellos se llevaron a mis amigos.
Corbin: ¿Y-Y c-cómo logró s-salvarse de eso, s-señorita? -Volvió a toser-.
Shelly: Logramos derrotar a Ricochet. Juntos. -Bajó la cabeza, pensó en aquel hombre que siempre la había acompañado- Y salvamos a todos. -La chica miró sus propias manos. Estaban sudorosas y temblaba como una gallina sin cabeza- Creímos que Chet jamás volvería, pero... c-creo que me equivoqué. -Subió la mirada hacia el pingüino-.
Corbin: ... ¿Q-Qué quiere decir con eso...? -Shelly lo miró, en silencio, durante unos segundos-.
Shelly: Que mis sospechas eran ciertas. -Tomó aire, entrecortada- Las desapariciones, los secuestros, los horrores que tuvimos que pasar durante tanto tiempo... fue todo por él. -Sus manos fueron directo a su cabeza. Comenzó a susurrar-.
"No quería creerlo. No quería pensarlo. Pero tuve la razón, todo este tiempo..."
"Él estuvo detrás de todo. Él había planeado todo..."
"Él... él VOLVIÓ. Ricochet VOLVIÓ."
Shelly: Y no va a descansar hasta matarnos... uno por uno.
https://youtu.be/ErerBomD9vs
(Soundtrack de la escena)
Una alarma ruidosa comenzó a sonar. Más fuerte que el llanto de Shelly, más fuerte que el miedo del Señor P. El color rojo que se pintaba entre sus rostros, ahora los hacía observar hacia arriba, cuando la sirena roja titilaba una y otra vez, como si de una emergencia se tratase.
Entre los parlantes del techo, el sonido de un megáfono se escuchó desde la lejanía. Todo el cuartel y toda la fábrica ahora escucharía las palabras que hicieron que Shelly mirara hacia el costado. Desde el otro lado de la sala, un solo individuo la observaba. Con su rostro tapado y su brazo dorado, la voz ronca y confiada de la contraria lograría congelar el corazón de las dos almas perdidas.
"Ah, con que ahí están"
...
"Corre"
Y después del leve susurro de la oficial hacia el botones, ambos se levantaron para comenzar a correr más rápido que nunca. La anciana los perseguía, y aunque no se apresuraba mucho, el rifle electrico que cargaba entre sus brazos podría ser suficiente para alcanzarlos y dejarlos inmóviles durante horas.
El miedo se trepaba por la espalda de los dos secuestrados. No tenían nada más que hacer, era una carrera por sus vidas, un juego de vida o muerte. Y mientras los disparos eléctricos del rifle de Starr rebotaban entre las paredes, tanto la oficial como el pingüino se agachaban mientras corrían, intentando esquivar los ataques en una persecución donde la adrenalina se transformaba en terror constantemente.
Starr: ¡¡Vuelvan aquí!! -Exclamó, tras pegar un grito desgarrador que la hacía parecer un monstruo hambriento-.
Las entrañas de ambos acechados se apretaban, las piernas le temblaban. La señora se acercaba con gran velocidad cuando su arma necesitaba recargarse, y para ser una anciana, era bastante más rápida de lo normal.
Corbin: ¡¿A DÓNDE VAMOS?! -Exclamó-.
Shelly: ¡¡POR AHÍ!! -Le contestó, cuando sus ojos tuvieron la fortuna de avistar la entrada a un pasillo. ¿A dónde los mandaría aquel camino? Ni Dios tenía la más remota idea-.
La muchacha pudo sentir cómo los pelos de su cabeza se paraban cuando un disparo eléctrico casi azotaba contra su cabeza. Pudo creer que la fortuna estaba de su lado, y cuando tu vida depende de la suerte (y lo sabes bien), no te queda de otra que simplemente confiar.
Los dos compañeros se metieron por el pasillo oscuro por el que ahora corrían y escapaban de la vieja loca que los perseguía. Era un largo camino, y ni siquiera sabían por dónde se metían, ¿pero qué importaba eso ahora? ¡Su vida dependía de perder a esa anciana con la cara tapada!
Starr ya había entrado en el pasillo, y aunque los dos secuestrados le llevaban unos cuantos pasos, ella sabía que las balas de su rifle eléctrico tendrían más precisión en un sitio más cerrado. Fue ahí cuando comenzó a disparar, justo al mismo tiempo en el que Shelly logró ver algo en la pared que llamó su atención.
Estaba loca, ella lo sabía, pero casi como un instinto de fortuna, Shelly se frenó en el propio pasillo oscuro solamente iluminado por las balas que Starr disparaba. Se dió media vuelta, y comenzó a correr hacia su enemigo.
Corbin: ¡¡S-SEÑORITA S-S-SHELLY!! ¡¿P-PERO QUÉ HACE?! -Exclamó, aterrado. Sus gritos se mezclaron con los chirridos que a veces lo atacaban-.
Shelly no contestó, solamente actuó. Su corazón valiente y su alma audaz no le permitirían echarse hacia atrás, y a pesar del miedo, la frustración, y el dolor que podía experimentar, nada de eso la frenaría de buscar aquella palanca que había visto colocada en la pared, y jalarla con fuerza, esperando alguna reacción que la ayudara.
Starr se dió cuenta de su oportunidad, y rápidamente se apresuró para acercarse a su victima. La oficial la miraba nerviosa mientras se acercaba, esperando a que la palanca hiciera algo... no pasaba nada. Bueno, ¡había que correr!
Corbin: ¡¡S-SHELLY, NO!! -Pegó un último grito, y de pronto, frente a sus ojos, todo se apagó...-.
Shelly cerró los ojos cuando Starr estuvo a dos metros de su cuerpo. De repente, ella había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos. Un ruido metálico la llevó a subir la mirada. En el propio pasillo, una especie de puerta de garaje había caído y cerró el pasillo oscuro por el que caminaban, dejando a Starr del otro lado y a la oficial sana y salva. Y hey, todo era gracias a aquella palanca.
Shelly: Uff... -Logró respirar-.
Un solo ruido hizo que la oficial saltara del susto. El puño de Starr golpeando la puerta que acababa de caer frente a su rostro. Ya no podía pasar. Sus victimas estaban del otro lado, y por mucho que intentara romper la puerta metálica, nada lograría bajarla.
Starr: ¡¡BASTARDOS!! -Se logró oír tras la puerta, con golpes y patadas de adorno-.
La chica se alejó lentamente de la puerta, agradeciéndole profundamente a su fortuna y a la bendita palanca de mitad de camino que alcanzó a avistar.
Shelly: M-Menos mal. -Suspiró, más aliviada-.
Y así es como se perdió en la oscuridad, adentrándose en lo desconocido, en un lugar que de a poco comenzaba a conocer, encontrando que, los más profundos secretos de Brawltopia, estaban enterrados bajo el óxido de más de veinte años de miseria abandonada.
Todavía con dolor, pero una breve calma después de la fuerte marea, Shelly corrió por el pasillo oscuro. Aún tenían que escapar de ahí, y lo harían, les cueste lo que les cueste.
¡¡Espéreme, Señor P!!
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https://youtu.be/zgZ52M4a_R0
(Soundtrack de la escena)
"Uff, qué temazo", se escuchó entre los susurros de la superficie. La radio sonaba fuerte, tan fuerte como la sonrisa del conductor del vehículo, que iba cantando y vibrando con intensidad al ritmo de la canción. Con sus gafas tapando sus ojos, llenando de confianza su rostro y su estilo único y deslumbrante, Brock conducía por las calles de Starrwoods.
El palpitar de aquel esqueleto en la parte trasera del auto era incluso más fuerte que el volúmen del tema. A su lado, Spike y Sakura llenaban de espinas los asientos de cuero del coche de Brock. Los dos sonreían, tomándose de las manos.
Piper: ¿No te parece que vamos demasiado lento? -Se quejó, desde el asiento del acompañante, mirando al conductor de reojo-.
Brock: ¿Eh? -Bajó un poco la música. Piper volvió a repetir su pregunta- ¿Lento? ¿Pero qué apuro tienen?
Poco: ¡Tenemos que llegar al Snowtel de una vez, we! -Se desesperó. Parecía que venía tranquilo, pero lo cierto es que los nervios se le escapaban de los huesos. Brock abrió los ojos como platos al escucharlo-.
Piper: Poco tiene razón, ¡esto no es un juego, Brock! -Apoyó al esqueleto-.
Brock: Oigan, oigan, tranquiiiiloooossss... -Alargando la palabra exageradamente, el morocho se quitó las gafas de sol y las colocó en su frente- Mi gente, todo va a estar bien. Son Colt y Shelly de quienes hablamos, ¿no es cierto?
Poco: Ehm... sí.
Brock: ¿O ME EQUIVOCO? -Miró a Poco-.
Poco: ¡¡QUE SÍ, WEEE!!
Brock: Bien. Estoy seguro de que, estén donde estén, estarán bien. Incluso si uno de ellos fue secuestrado o algo así. -Pegó una carcajada, bromeando-.
Piper: ¡No bromees con esas cosas! -Le pegó un golpe en la cabeza- No en estas circunstancias. No quiero hablar de desapariciones.
Brock: ¡Au! P-Perdón. -Bajó la cabeza- ¿Entonces de qué quieren hablar? Queda un rato largo hasta el Snowtel todavía.
Poco: Definitivamente no de lo que pasó anoche. -Suspiró-.
Brock: ¡Uy, uy! ¡Eso suena exactamente a alguien que SÍ quiere hablar sobre lo que pasó anoche! -Piper puso cara de asco, frunciendo el ceño- ¿Sigues preocupado por eso, Huesitos?
Poco: Hm. -Fue lo único que dijo, desganado. Solamente le hizo algo de gracia el apodo que Brock le colocó, pero no mostró demasiado esa sonrisa- Creo que la palabra sería... "angustiado".
Brock: Ok, aquí va Brock; el mejor consejero de todo Brawltopia. -Dijo, moviendo sus puños como si fuera un boxeador preparándose para la gran pelea. El auto se desvió un poco cuando quitó sus manos del volante- El "más mejor". The very best, ¿sí o no, Peach? -Sacó la lengua, esperando una respuesta de la rubia-.
Piper: ¿Q-Quién, yo? -Brock asintió- ¿Y ese apodo? -Se cruzó de brazos-.
Brock: Pff, es de cariño. -Carcajeó-.
Piper: Sí, como sea... -Volteó a ver a Poco- Poquito, no le prestes atención a sus consejos. La última vez que seguí un consejo suyo, terminé llorando y con un Furby en la basura.
Brock: ¡¿E-Espera, no te gustó el Furby?! -Miró por el espejo retrovisor a Poco-.
Poco: En mi defensa, solamente voy a decir que no era un buen momento para regalar un bicho como ese. -Apartó la mirada-.
Brock: Aish, ¡estaba seguro que así se conquistaba a las chicas! -Se quejó-.
Poco: Soy un hombre. -Lo miró de reojo-.
Brock: El truco del regalo raro me ha servido tanto en chicas como en chicos. Nunca falla. -Se encogió de hombros-.
Piper: Bueno, a mi no me funcionó. -Cerró los ojos, ofendida-.
Brock: Quizá la magia esté en quién regala, y no en el regalo, Peach. -Sonrió, acomodando sus gafas, dejando el ambiente en silencio, pensativo, reflexivo-.
...
Piper: ¡¿Me estás insultando de una manera que no entiendo?! -Le gritó, enfadada. Brock solamente se comenzó a carcajear-.
Brock: JA, JA. -Suspiró, entre risas- Ah, como sea. -Volvió a mirar por el retrovisor central. Cruzó miradas con el mariachi- Huesitos, ¿puedo decirte algo?
Poco: Eh... P-Pos sí, c-claro.
Brock: Hasta ayer no sabía ni quién eras, y solamente escuchaba pestes sobre ti. Que si eras un asesino, que un secuestrador, que un psicópata... ¡puro counter! -Poco lo seguía... o eso parece- Pero ahora que pude charlar un poco más contigo... no eres un mal tipo, ¿sabes? Me da pena que estés pasando por todo esto.
Piper: A mi también. -Acotó, de la nada. Brock la chitó-.
Brock: Shh, estoy hablando YO con él. -Frunció el ceño. Piper solamente se cruzó de brazos- Así que, Poco, si necesitas una mano o alguien que te ayude en algo... puedes contar conmigo, bro. Para lo que sea. -Y movió su mano hacia atrás, esperando un choque con la del esqueleto-.
Poco: Jeje. -Sonrió, después de tanto tiempo- Gracias, mano. -Y chocaron los cinco. Unos segundos después, Brock celebró-.
Brock: ¡Genial! ¡Aunque sea por un ratito, logré que te distraigas del problema que te estaba hundiendo! Denme el MVP. -Volvió a dejar caer sus gafas para tapar sus ojos-.
Y sí, Poco no se había dado cuenta, pero al igual que le pasó a Piper ayer, entre bromas, chistes y risas de Brock, el muchacho había logrado que el esqueleto se sintiera más a gusto, un poquito menos preocupado. Vamos, que incluso logró que sonriera y no se persiguiera tanto por la preocupación. A veces, solamente con tener un buen humor y un estilo deslumbrante, terminas contagiando esa alegría a los demás. Y Brock tenía mucha alegría para darle al mundo, simplemente siendo como era.
Poco: S-Sí. De hecho, sí lo lograste... -Se quedó anonadado- Wow. -Sonrió- ¿C-Cómo lo hiciste?
Brock: Eh... no sé. Solamente me enfoco en querer ayudar, y luego... hago lo que mejor sé hacer; decir tonterías. -Dijo, seguido de unas carcajadas- Supongo que es un don.
Piper: Pff, si mi don fuera decir tonterías, ya me hubiese rendido hace rato. -Rodó los ojos, intentando molestar a Brock con sarcasmo-.
Brock: Tú te rindes por cualquier cosita, Peach. -La rubia quedó callada. No supo que decir, ni tampoco quería buscar, pero en el fondo... sabía que Brock tenía razón. Le cerró la boca-.
El muchacho siguió la letra de la canción, susurrando y murmurando, cuando entre el silencio la melodía se logró escuchar.
Brock: Until I die, live the life of a boss player-...
Y así, simplemente quedó 2Pac rapeando de fondo. Un estilo confiado y contagioso, al igual que la sonrisa del conductor del vehículo, que se acercaba cada vez más a las afueras del pueblo.
La carretera estaba vacía, a excepción de un sitio en particular que había sido cortado por las cintas policiales y una camioneta de la comisaría que se estacionaba cerca del bosque que comenzaba a nevarse, a pesar de que era pleno verano. El ambiente afuera era un clima tibio, ni mucho frío, ni mucho calor. Era todo un misterio el cómo permanecía la nieve en aquel bosque, aunque el sol pegaba fuerte.
Brock: ¿Qué pasó ahí? -Su atención se desvió rápidamente al incidente policial de la ruta. Bajó la velocidad para ver mejor la escena. Todos en el auto voltearon-.
Piper: ¿Un choque?
Poco: Eso parece. Un auto que se descarriló.
Brock: ¡Ay, qué horror! ¡Es un Cadillac Eldorado de 1959, oscuro y descapotable! -Quiso taparse los ojos, pero al tener las manos en el volante, no pudo- ¡Pobrecito, un auto tan hermoso y totalmente destrozado por el choque!
La rubia lo miró de reojo. De nuevo, con algo de mala onda y un ceño fruncido que lo decía todo.
Piper: ¿En serio te preocupa más el auto que la gente que estaba viajando en él?
Brock: ... Yo no veo ningún herido. -Se encogió de hombros. Piper solamente pegó un quejido-.
Piper: ¡Ugh!
Y mientras ambos discutían, la voz interna del mariachi comenzaba a preocuparse una vez más. El solo hecho de ver un accidente así de trágico, lo hacía volver a ese sentimiento tan feo de angustia y desesperación, que crecía con cada segundo que pasaba en el reloj de su celular.
Miraba los dos únicos chats que tenía aquel día, los únicos mensajes que había enviado, con preocupación y tristeza; el chat de Colt (ningún mensaje sin leer), y el chat de Emz (que, aun peor, había leído los mensajes, pero no contestó absolutamente nada).
Estaba tan preocupado por sus amigos, pero sobre todo, tan preocupado por ella. La zombie. La chica por la que su corazón muerto se movía. Con solo recordar la cara de desilusión que había puesto la última noche en la que se vieron a los ojos, con él mismo casi a punto de desmayarse, totalmente lastimado, sentado en un coche de policía. Esa expresión en la carita de la zombie, mirándolo angustiada... nada podría quitar eso de su cabeza.
Y no podía contarlo, ¿acaso era seguro hablar de Emz con su ex-novia presente en aquel lugar? Poco creía que no, solamente sería para crear más y más problemas. Lo único que quería era poder encontrarse con Emz, y tratar de arreglar las cosas. Contarle la verdad, hacerle entender los sucesos, y que ella no se aleje de él, aunque quizás ya era tarde para eso...
Aquel chat de mensajes, lleno de palabras de disculpas y miseria que Poco había escrito durante toda la madrugada mientras no podía dormir, también se veían reflejados en el celular de Emz, el cual estaba encendido, pero por primera vez en la vida, la zombie no le estaba prestando atención en lo más mínimo. De hecho, había algo más interesante que ocurría ante sus ojos... y no era ningún video editado, ni ninguna fotografía hecha con inteligencia artificial. Esto era real.
El silencio inundaba el Mercury Comet cyan, oxidado hasta las chapas y abandonado entre las raíces de los árboles de aquel bosque, que lo reclamaban como suyo y como parte de la naturaleza.
Emz y Bibi observaban con atención y en silencio lo que veían sus ojos. Frente a ellas, nada más que un adolescente encapuchado acostado, cerrando los ojos, canalizando sentimientos y haciendo fuerza en su rostro para intentar dormirse por cuenta propia.
Tanta era la tensión, tan fuerte era el deseo por dormir, que Sandy finalmente abrió los ojos, y se levantó de su intento de sueño.
Sandy: Aish, no. Esto no va a funcionar. -Se quejó. Sus dos amigas saltaron a motivarlo-.
Emz: ¡Ay, por favor! ¡No puedes rendirte ahora!
Bibi: ¡Sandy! ¿Te das cuenta de lo importante que es esto? -Insistieron, ambas-.
Sandy: Chicas, de verdad. Creo que, en esta ocasión, fue solo una casualidad. -Suspiró- ¡Nunca pude conectarme con nadie mediante sueños!
Emz: ¿Nunca? ¡Acabas de hacerlo hace un rato! ¡¡Yo estuve ahí, yo sé que puedes!! -Lo animó-.
Sandy: Sí, pero, tú estabas aquí, al lado mío. -Se quejó- Literalmente estamos intentándolo con una foto en un celular. -Con su mano, agarró el celular de Bibi, que mostraba una foto de Bull sacándose un moco-.
Emz: ¡Por favor, solo intentalo una vez más!
Bibi: ¿Crees que, para que te conectes mentalmente con alguien, tienen que estar durmiendo los dos... juntos? -Se quedó pensativa. Una rápida imagen le pasó por la cabeza. Fue tan real, que logró hacerla sonrojar en cuestión de segundos-.
Sandy: Creo que sí. Básicamente, como pasó hoy con Emz. Ella estaba abrazándome, entonces nos conectamos... "mentalmente". -Miró a la zombie-.
Emz: No puedo creer que fui tu primera conexión mental. -Decía, con una sonrisa en el rostro-.
Sandy: Eso... suena algo raro. -Respondió, con una sonrisa nerviosa-.
Bibi: Entonces... según las teorías... para que puedas conectarte mentalmente con alguien cuando duerme, deben estar los dos durmiendo al mismo tiempo, y además... ¡¿juntos?! ¡¿Físicamente?! -Carcajeó- ¡¿E-E-Es eso siquiera posible?!
Emz: ¿Qué cosa? ¿Lo de conectarse mentalmente, o lo de dormir juntos? -Bibi ignoró la pregunta-.
Sandy: Ahí es donde quiero llegar. No creo que por poner la imagen de alguien en un celular, vaya a poder entrar en los sueños de esa persona. Esté durmiendo ahora, o no. Creo que, para conectarme mentalmente con alguien, tengo que... dormir con esa persona... en el mismo lugar físico. -Una imagen se cruzó por sus pensamientos. Automáticamente puso cara de asco- Ew... Y sigue soñando si crees que voy a dormir con tu papá, Bibi.
Bibi: Jajaja. Bueno, creo que prefiero dormir con Bull antes que con Crow, de hecho. -Carcajeó-.
Emz: ¿Por qué?
Bibi: Nunca tuviste que entrar al cuarto de Crow, ¿verdad? -Emz negó con la cabeza- Tu Dios te ama entonces, Emz. Qué suerte.
Sandy: Ok, escuchen, lo intentaré una vez más, pero si no funciona, entonces hay solo dos opciones factibles. -Afirmó-.
Bibi: ¿Y esas serían...?
Sandy: Uno: la conexión mental solo funciona cuando estoy con alguien físicamente. -Dio una breve pausa- o dos: Bull no está durmiendo, y por eso no puedo conectarme con sus sueños.
Bibi: Ajá, no lo creo, él siempre está durmiendo a esta ho-...
Sandy: O tres...
Bibi: ¿No eran dos?
Sandy: TRES: esto de la conexión mental no funciona y es un completo FRAUDE. -Finalizó-.
Emz: No la veo como una opción muy factible. -Acotó. Sandy la miró- Digo, o sea, literalmente te conectaste conmigo y con mi sueño. Si no, ¿cómo explicarías que tu mente haya imaginado ese escenario si nunca viste anime? -Levantó las cejas-.
Sandy: De hecho, sí podría explicarlo...
Emz: ¡Exacto, no puedes! ¡De los dos, solamente yo podría haber imaginado algo así! -Sonrió, victoriosa- Vamos, inténtalo una vez más, Sandy. -El dormilón rodó los ojos y suspiró-.
Sandy: Ugh, bien. -Volvió a mirarla- Pero tenganme paciencia, ¿de acuerdo? Soy bueno para dormirme en los peores momentos, pero malo para dormirme por voluntad propia.
Así, el chico volvió a recostarse. Bibi colocó su celular al lado del dormilón, pero esta vez, con una imagen de Crow. Una foto del cuervo saliendo de la ducha, con las plumas totalmente mojadas, y nada más que una toalla rosada y su mano para defenderse de la cámara que Bibi usaba para inmortalizar el evento. Bajo sus propias palabras; "era todo un hecho histórico documentar que Crow se había bañado".
Sandy cerró los ojos, y con su dedo, tocó la pantalla del celular, intentando "conectarse" con quien aparecía en pantalla. Quizá todo esto era una estupidez, pero últimamente había estado conociendo tanto de sí mismo, que no le sorprendería descubrir un poder mágico suyo nuevamente. Ya había descubierto varios en Ralikhat, ¿qué diferencia habría ahora?
Así que, esta vez, no se concentró en dormirse, simplemente se relajó y dejó que todo fluya. Escuchó el sonido del viento soplar por el bosque, chocando con los árboles y haciéndolos danzar con fluidez con sus ramas y hojas, que volaban de vez en cuando, mientras el sol iluminaba todo el pueblo. Y a pesar de que estaban algo lejos de este, metidos en la profundidad del bosque, y tapados por la oscuridad de los árboles, los sonidos de la ciudad de Starrwoods llegaban a oírse de rebote igual. Las bocinas de los autos, los motores, la gente que pasaba por la calle, la rutina del día a día, conectaban con el sentimiento de desolación que sentían los chicos. Estando juntos, eso sí, en un lugar al que ahora consideraban su refugio secreto.
Dentro de aquel vehículo enorme abandonado, con poemas de Sandy pegados en la pared, las mantas y snacks que Emz colocó cerca de las ventanas y discos que Bibi había traído para escuchar, la calma y la tranquilidad se adentraban en el alma de Sandy, que con los ojos cerrados, comenzaba a dormirse plácidamente, sintiéndose en su refugio, sintiéndose a salvo.
Y cuando se quiso dar cuenta... cayó dormido. En el sinfin de su mente, en el infinito de sus sueños. En un desierto desolado el cual ahora lo abrazaba como las frasadas que lo arropaban cada vez que iba a dormir.
Abrió los ojos. El interior de una nave espacial se hacía presente ante el adolescente dormilón, que trataba de comprender lo que sucedía a su alrededor. Nada más que soldados correteando de aquí para allá, de todo tipo. Todos eran animales, muchos eran idénticos a sus compañeros.
¡¡NOS ATACAN!! ¡¡CORRAN!!
¡¡RETIRADA, RETIRADAAAA!!
Y de pronto, sin previo aviso, tan repentino como la alarma roja que los iluminaba y los obligaba a moverse rápidamente, alguien chocó de frente contra Sandy, logrando que cayera al suelo y sus ojos se pusieran borrosos.
Sentado en el piso, al igual que aquel con el que había colisionado, el árabe cruzó miradas y lo reconoció. Un cuervo, el único que se le hacía familiar, a pesar de que eran todos iguales. Era el único que se veía con vida, el único que parecía real en aquel lugar, en aquel espacio tan desolado y alarmado.
Se veía distinto, sí, pero era totalmente reconocible, e incluso si no tenía esa "X" en su rostro, ni los años encima de sus plumas... Sandy supo que se trataba de él.
Sandy: ... ¡¿C-Crow?!
Crow: ¿Eh? -Se confundió. Miró a su alrededor. En efecto, estaba en la nave...- ¡¿Q-Qué haces TÚ aquí?! ¡¿Qué tienes que ver con t-todo esto...?!
Sandy: W-Wow... F-Funciona... ¡En verdad funciona! -Se levantó con una sonrisa, y pegó un salto animado que lo subió casi hasta el techo. Después de todo, era un sueño, no se sentía tan cansado como siempre. Acá, todo era posible-.
El cuervo no comprendía nada. Con su traje de soldado, sus guantes, sus armas... sentía que no estaba en el lugar correcto. O al menos, ese niño no lo estaba. Esto era el pasado, pero... ¿qué hacía Sandy aquí?
Sandy: Ven, Crow. Déjame ayudarte. -Y extendió su mano hacia él para ayudarlo a levantarse. Crow correspondió- Ve, haz lo tuyo. No quiero molestarte más.
Y antes de que siquiera pudiera decir una palabra, un grito fuerte y firme se escuchó a lo lejos. Una voz ronca, grave, como la de un anciano decidido y confiado, firme como un soldado, gritó; "¡SOLDADO, A SU POSICIÓN! ¡¡NO ME OBLIGUE A REPETIRSELO MÁS DE DOS VECES!!". Crow reaccionó al instante.
Crow: ¡¡S-Señor, sí, señor!! -Se paró firme, e incluso si no estaba muy decidido de lo que decía o hacía, comenzó a correr hacia su destino, mirando de reojo a Sandy, todavía confundido del por qué estaba ahí-.
Sandy lo observó desaparecer entre la infinidad de soldados que corrían, esquivándolo a él, pensando en el lugar extraño que era la cabeza de aquel cuervo.
Una vez cerró los ojos, sabía que estaba listo para despertar. Y como si se tratara de un sueño lúcido, el dormilón retomó su estado despierto para finalmente volver a aparecer en el Mercury Comet, con una sonrisa más grande que nunca.
Sandy: ¡¡LO LOGRÉ!! ¡¡DE VERDAD LO LOGRÉ!! E-ES IMPOSIBLE, ES INCREÍBLE, E-ES-...
UNA LOCURA. ESTÁN LOCAS, UNAS DEMENTES.
Aquellas palabras, aquella voz. De alguna manera, Sandy lo había logrado, pero la voz en el teléfono que Bibi sostenía en sus manos también había logrado gritar fuerte como soplaba el viento en el desierto. Sandy la escuchó, y la reconoció al instante. Se tapó la boca con las manos tan rapido como nunca.
En total silencio y con una expresión de terror, las dos adolescentes escuchaban cada palabra en la llamada de celular. Sandy comprendió la situación al instante; si hacía un ruido más, estaba muerto.
https://youtu.be/YmYPxdQpwpQ
(Soundtrack de la escena)
Bibi: P-Por favor, déjeme explicarle...
Tara: ¡¡NO QUIERO ESCUCHAR NADA MÁS DE USTEDES!! -Gritaba, al otro lado del teléfono-.
Sandy hacía señas. Se preguntaba qué había ocurrido. Bibi lo miraba preocupada, Emz se sentía indignada, molesta, con los brazos cruzados.
Tara: ¿Cómo puede ser que cada vez que confío en este chico, SIEMPRE termina haciendo lo que quiere? -Gruñió- Y ustedes, malas influencias, ni siquiera se molestan en recordarle que tiene a su mentora preocupada al otro lado del pueblo. ¡Y más con todo lo que está pasando últimamente! Sinvergüenzas, eso es lo que son. ¡Unas SINVERGÜENZAS!
Bibi: D-Disculpe... De verdad lo siento. -Apartó la mirada. Estaba realmente nerviosa, y se le ponían los pelos de punta cada vez que tenía que interactuar con aquella dama misteriosa y tan atemorizante- Le pido que se calme, p-por fav-...
Tara: ¡¿CALMARME?! ¡¿ME ESTÁ PIDIENDO QUE ME CALME UNA JOVENCITA MALEDUCADA?! -Gruñió nuevamente- ESO ES LO QUE ERES.
Bibi: P-Por favor, s-solo... escúcheme... ¿sí se enteró de lo que ocurrió anoche en el concierto de Retropolis, verdad?
Hubo un breve silencio. Parecía que la dama árabe estaba pensando las palabras correctas para decir. ¿Cómo podía hablar por teléfono si su única forma de interactuar verbalmente era mentalmente? Ese es otro de los misterios de Brawltopia, señoras y señores.
Tara: Ocurrió un incidente, ¿no es así, jovencita? -Refunfuñó-.
Bibi: Así es. Con todo ese lío, corrimos hacia el bosque y nos metimos en un... auto abandonado. -Ahí fue cuando se dió cuenta de que la explicación no sonaba muy... decente-.
Tara: ¡¿Un qué?!
Bibi: Es como nuestro refugio. Con Sandy, siempre venimos aquí, al bosque, y nos refugiamos... en este auto. Los dos... juntos. -Frente a ella, Emz le hacía señas de que cortara la llamada y dejara de hablar de una vez. Cada palabra que decía, la asiática sonaba peor- E-Eh... S-Sí...
Tara: Déjame entender lo que me estás diciendo... ¿te LLEVAS a MI estrellita al bosque y se REFUGIAN en un auto abandonado... USTEDES SÓLOS? -Bibi tragó saliva. Sí, definitivamente sonaba terrible-.
Bibi: L-Lo está viendo desde un punto de vista... distinto. El PEOR punto de vista posible, creo yo-... Je. -Se rió nerviosa-.
Tara: ¿Qué más podría esperarme de una... "chica" como tú? Con esa ropa y ese peinado ridículo. -La japonesa decidió ignorar el "cumplido" de la tarotista- ¿Está Sandy ahí contigo ahora?
Bibi: Está en frente mío. -Murmuró, mirando al chico fijamente-.
Tara: Quiero hablar con él. -En frente de Bibi, Sandy negaba con la cabeza. NO QUERIA HABLAR CON ELLA-.
Bibi: Él... está dormido. No puede hablar ahora. Ya sabe cómo es con su sueño pesado, jeje. -Su mano comenzó a temblarle-.
Tara: ... -La mujer solamente se limitó a suspirar- Bien. -La chica asiática la escuchó atentamente- Cuando despierte, quiero que le digas, de mi parte, que quiero hablar con él. URGENTE. ¿Está claro eso, jovencita?
Bibi: S-Sí, ¡p-p-p-por supuesto, sí! -Pegó una carcajada- Apenas se despierte, y-yo le aviso. No se preocupe...
Tara: Ugh... -Se quedó callada por un momento. Su tono de voz cambió de repente. Ahora, más que enfadada, parecía... ¿decepcionada?- ¿Sabes, jovencita? Realmente confié en ti.
La mirada de Bibi pasó de unos nervios incontrolables a sentir una fuerte tristeza. Algo que le dolía en el pecho, una grande emoción trágica. Sandy pudo notarlo, en total silencio. No podía hacer nada para detener esa miseria galopante que trepaba por la espalda de la japonesa.
Tara: Creí que, si no era tan estricta, podría confiar en ti y en Sandy. -Suspiró- Meh, supongo que me equivoqué. -Bibi quedó callada- Me defraudaste. Me defraudaron. Los dos.
Y finalmente el silencio reinó en la habitación. En el ambiente, nada más que los pájaros y sus cantos adornaban el momento. Un momento que podría ser bonito y tierno, pero que, debido a las declaraciones de la tarotista, se había convertido en un dolor interno muy fuerte no solo para la japonesa, sino también para el dormilón, que miraba la expresión y la mirada baja de su amiga.
Tara: Por favor, llamame en cuanto se despierte. No sé si decir que "cuento contigo", pero como sea. -Ahora fue Bibi la que suspiró- Hablamos más tarde.
Y la llamada podría haber terminado ahí, con un triste final, de no ser porque una voz en alto interrumpió la conversación, haciéndose un lugar entre el silencio e iluminando la penumbra con su poderosa luz, tan brillante como las estrellas.
¡UN MOMENTO!
Sandy: ¡T-Tara! -Exclamó en voz alta, tomando por sorpresa a todas las presentes-.
Tara: ¡Ah, así que estabas ahí! ¿Te crees muy listo, querido? ¿Eh? -Explotó en la llamada-.
Sandy: ¡Escúchame, ma! Anoche estuve a punto de llamarte para avisarte que no llegaría a casa, pero... este imprevisto y todos los problemas que hubieron... me desconcentraron. -Bajó la cabeza- Confía en mi. Pasaron muchas cosas anoche, ¡hubiese hablado contigo si hubiera tenido la oportunidad!
Las dos adolescentes se quedaron en total silencio escuchando la voz del dormilón. Realmente, nunca lo habían oído plantarse de esa forma ante Tara, y lo cierto, es que él tampoco se había escuchado así.
Sí, es cierto, varias veces habían peleado y tuvieron discusiones... pero, ¿alguna vez había sido con puntos fuertes? Sandy siempre solía explotar cuando Tara se interponía en sus planes, pero esta vez había sido diferente. Esta vez, en lugar de enfadarse con ella, simplemente decidió buscar el punto perfecto para calmar a la bestia dentro de la tarotista.
Tara: Hm. -Fue lo único que se oyó dentro del coche abandonado. Un solo sonido, de parte de la dama, pensativa, en total silencio- Ajá. -Acotó, finalmente-.
Sandy: E-Eso... ¿qué significa?
Tara: He visto las noticias. ¿Estuvieron en el concierto de aquel esqueleto al que detuvo la policía, no es así? -Los tres asintieron con la voz- Hmmm... entiendo.
De vuelta, volvió el silencio. Parecía que, de alguna forma, el dormilón había logrado domar a la bestia demoníaca dentro del alma de la dama misteriosa. Y con solo escuchar el tono de voz de ella, Sandy supo que se había ahorrado cientos de problemas.
Tara: Te quiero en la carreta de la fortuna para esta noche. Quiero que... me cuentes sobre el tema. -Dijo, ya más calmada después de escuchar la voz de su niño-.
Sandy: ... ¿E-Eso significa que... me crees? -Tara suspiró, sonaba aterradora, pero el muchacho se sintió aliviado cuando escucho una carcajada del otro lado-.
Tara: Jaja, mi amor... -Suspiró- Claro que te creo. Bueno, en este caso sí. Puedo entenderlo. -Sandy se sonrojó. Sus dos amigas suspiraron de alivio- ¡Eso no quiere decir que las dos vagas con las que te juntas me sigan pareciendo una total mala influencia para ti! -Las dos chicas volvieron a ponerse firmes, con la espalda erguida y una expresión aterrada-.
Sandy: Tranquila, solamente ocurrieron percances. Te contaré todo por la noche, ¿está bien? -Tara asintió- Te veo luego.
Tara: Bien. Cuídate, por favor.
Sandy: Lo haré, ma. -Sonrió-.
Tara: Besito. Muak. -Se escuchó el sonido de un beso al otro lado de la llamada. A Sandy ya le dió vergüenza-.
Sandy: Sí, sí. Te entendí. Beso. -Rodó lo ojos-.
Tara: Te quiero, mi estrellita.
Sandy: ¡Bueno, bueno! ¡¡Chau!! -Y él mismo se encargó de cortar la llamada, con las mejillas totalmente coloradas. Le gustaba que Tara sea cariñosa con él, ¿pero por qué tenía que ser JUSTO en frente de sus amigas?- Uff.
Bibi: Eso estuvo cerca.
Emz: Literalmente, casi te CRUCIFICAN, Bibi. -Pegó una carcajada-.
Bibi: Sí, ríete. Yo casi me muero de un paro cardíaco. -Suspiró, ahora sí, aliviada totalmente-.
Y Emz, haciéndole caso a su amiga, comenzó a reírse al respecto. La chica asiática se quedó mirando al dormilón, cruzando miradas entre los dos mientras oían las carcajadas de la zombie. Había algo que Sandy quería decir, pero estaba esperando a que Bibi volviera a la situación para que ella misma se diera cuenta por su propia cuenta.
Y le costó un par de segundos, hasta que...
Bibi: ¡¡E-Espera!! ¡¡Te despertaste!! -Sonrió. Sandy, finalmente, suspiró sonriente- ¿Qué pasó ahí dentro, en tu cabeza?
Emz: ¡Es cierto!
Sandy: Bueno... Creo que sí me conecté con Crow. -Emz gritó de la emoción. Bibi solamente se quedó con la boca abierta-.
Emz: NO PUEDE SER, NO PUEDE SER, NO PUEDE SER, NO PUEDE SER. -Repetía infinitamente-.
Sandy: Estábamos en una nave espacial, y luego se chocó conmigo, y me miró, y habían armas, y soldados, y disparos, y una guerra, ¡y plum plum! -Bibi se rió-.
Bibi: Definitivamente era un sueño de Crow. -No sabía si sentirse bien o mal al respecto. Conociendo todo por lo que había que tenido que pasar aquel cuervo, lo ocurrido en el sueño le dejaba un mal sabor de boca-.
Emz: ¡¡LO LOGRASTE!! ¡SANDY, LO LOGRASTE! -Se acercó a él, y comenzó a zamarrearlo con fuerza-.
Bibi: Déjalo en paz. -Dijo, con una risita que salió más dulce de lo normal-.
Sandy: Ay. -Acotó, algo mareado, después del terremoto que su amiga había causado en su cuerpo- Va a sonar loco, pero... creo que descubrí un nuevo poder.
Emz: AAAAAAAAAAHHHHHHH. -Qué emoción... ¿no?-.
Y ese fue el instante perfecto en el que un pensamiento fuerte chocaría contra la mente de la asiática, que perdiendo su mirada en la nada misma, como una pelota de baseball mal disparada, comenzaría a maquinar una y otra vez con el mismo tema. Con esa idea que, ahora, le carcomía la mente y pedía a gritos ser liberada.
Sandy: ¿Qué piensas tanto, Bibi? -Una pregunta que sirvió como llave para desbloquear aquel pensamiento que la japonesa ahora atrapaba entre sus garras-.
La chica miraba de reojo aquella libreta que estaba detrás del dormilón. Esa misma libreta que había tenido ella durante toda la noche, dibujando, haciendo bocetos, teniendo el rostro de aquel hombre en su mente y tratando de pegarlo en las hojas blancas, sin éxito alguno.
Bibi lo sabía muy bien, sabía que todas las buenas ideas comenzaban con un "¿Y si...?".
Bibi: ¿Y si... te pudieras conectar con alguien para espiar su mente? -La sonrisa en el rostro de Emz desapareció. Sandy la escuchó con atención-.
Sandy: ... ¿A qué te refieres?
Bibi: Sandy, ahora mismo tienes el poder de entrar en los sueños de cualquier persona que tú desees. ¡Incluso si no los conoces en realidad! -Sandy asintió con la cabeza- Los sueños son como una película que crea tu cerebro para sacar toda la basura que se acumula en tu mente durante el día... o eso dice Crow, al menos.
Sandy: Y tiene razón. -Acotó-.
Bibi: Eso significa, que nuestros sueños se conectan con nuestra memoria, porque muchas cosas que soñamos vienen de las cosas que nos pasan en el día a día. -"Ajá", dijo el dormilón- LO QUE SIGNIFICA... que puedes espiar las memorias de la gente, solamente entrando a sus sueños, y teniendo la suerte de que el sueño esté inspirado en un recuerdo. ¡Bum! ¡Brillante, Bibi! -Chocó su propio puño-.
Emz: Wow... -Dijo en voz baja. Realmente la nipona tenía un buen punto-.
Sandy: Eso... -Se quedó pensando- Eso es asombroso. -La miró a los ojos- Tienes razón, no lo había pensado.
La chica no pudo evitar ruborizarse. Se sintió halagada por un momento, como si su idea realmente sirviera, como si pudiera aportar algo al equipo, incluso sin ser mágica como ellos. Tuvo una sonrisa de oreja a oreja que ahora decoraba su hermoso rostro por completo.
Sandy: ¿Se te ocurre algo... o ALGUIEN a quien podría espiar? -Miró a Emz-.
Emz: Ehm... ¿Poco? -Se rió, nerviosa-.
Un solo nombre se proyectó ante el silencio de los tres adolescentes. Aquel nombre que oscurecía el ambiente, que llenaba de terror la sala, el nombre que rebotaba entre las paredes del lugar y se hacía paso entre la oscuridad de los más profundos pensamientos de cada uno de los jóvenes. Bibi lo había nombrado, y logró ahogar la respiración de sus dos amigos al escucharlo.
"Byron"
No querían pensarlo. No querían tenerlo en cuenta. Era una idea tan loca, como aterradora, que uno se ponía a temblar con solo escucharla.
Y sin embargo, a pesar de lo terrorífica que sonaba, la curiosidad era todavía más grande. La curiosidad siempre había sido temeraria, sin miedo, totalmente imprudente. Estúpida, pero motivadora, al final del día.
Emz: Estás... literalmente, chiflada.
Sandy: Hm. -Bajó la mirada. Como si se tratara de su mentora, se quedó pensativo, solamente con un "hm" de adorno en su silencio-.
Bibi: ¿Qué piensas?
Sandy: Vamos a necesitar una foto de él. -Subió la mirada. Cruzó sus ojos con los de la asiática- ¿Tienes alguna?
Bibi: No lo creo... -Suspiró-.
Emz: Bueno, sabemos en dónde está, ¿verdad? -Sonrió-.
Bibi: ¿No estarás pensando en...?
Sandy: ¿Qué otra opción tenemos? -Entre los tres intercambiaban miradas. Como un equipo en conjunto, se comunicaban sin siquiera decirse nada- No creo que los dibujos funcionen.
Bibi: ¿De verdad quieren volver a encontrarse con ese demente y sacarle una foto? -Exclamó, asustada-.
Emz: No hace falta encontrarse con él. Con una foto de lejos, donde se le vea la cara... yo creo que bastará. ¿No, Sandy?
El chico se encogió de hombros, asintiendo con la cabeza. Bibi estaba aterrada, pero ella misma y su idea la habían traído hasta acá. Ahora no podía volver.
Se quedaron en silencio por unos instantes, nada más que mirándose a los ojos entre ellos. Entre sonrisas y miradas, parecía que el sueño adolescente tenía una misión clara.
Bibi: Están dementes. Los dos.
Sandy: ¿Conoces a la demente que tuvo la idea? -Le sonrió, sarcástico. Bibi solamente lo observó. Le encantaba tanto esa mirada sarcástica y presumida que el chico ponía cuando se sentía confiado. Un flechazo en su vientre la atacó por un segundo-.
Bibi: Jeje. -Se le quedó mirando- La conozco mejor que nadie.
Emz: ¡¡ES UNA AVENTURA, ENTONCES!! -Exclamó-.
Y sin más charla innecesaria, los tres adolescentes salieron del vehículo. El sol finalmente chocaba con la piel del equipo que, impacientes, ahora se dirigirían a la plaza central de Starrwoods, donde siempre encontraban a cierto anciano con su puesto de pociones y líquidos extraños a la venta.
Sandy y Bibi comenzaron a caminar juntos. Se sentían tan fuertes, tan poderosos, totalmente imparables cuando estaban a la par. Eran un dúo sin freno, y mucho más implacable cuando tenían la misma idea y el mismo objetivo en mente.
Emz los siguió por detrás, pues algo había llamado su atención desde la oscuridad del bosque. Yo que ustedes, tendría cuidado, porque nunca se sabe cuando un suceso extraño podría pasar.
Y si es difícil de narrar, será mucho más difícil de creer. ¿Ustedes también podían verlo? ¿Aquello que Emz tenía frente a sus ojos y la dejaba sin respiración?
Agitada, temblorosa, con la piel más pálida de lo normal. Los sonidos ajenos a los de su cuerpo se habían esfumado de repente. Estaba ella sola, indefensa en otro mundo, incapaz de moverse y con los labios temblando junto a sus ojos inmóviles, que observaban la escena.
Nada más que un globo.
Sí, y sonará chistoso, pero... ¿qué hacía un globo flotando en el medio del bosque?
Un globo celeste, con una carita chistosa dibujada en un lado del mismo. Parecía pintarrajeado por alguien. Flotaba a la deriva, sin rumbo aparente. ¿De dónde había salido?
Unas risitas revoltosas y traviesas se oyeron detrás de Emz. Sintió una respiración en su nuca, que logró que su piel se ruborizara y sus piernas comenzaran a temblar también. Rápidamente se dio vuelta. No había nada. Las risas se habían ido.
Volvió a dar media vuelta. ¡Ese globo...! ¿... Desapareció?
Efectivamente, no importaba hacia dónde mirara Emz, el globo no estaba. El sonido del viento volvió en un santiamén. Su corazón volvió a latir. ¿A dónde se había metido ese globo?
Bibi: ¡Emz! ¿Vienes? -Le preguntó, desde una distancia considerable-.
La zombie quedó en absoluto shock. Quizá los eventos recientes habían causado una fuerte confusión en su mente. Quizás, simplemente... eran alucinaciones. ¡Sí, eso! ¡Alucinaciones! No había otra explicación... ¿verdad?
Bibi: ¡Emz!
Emz: ¡Y-Ya voy! -Exclamó finalmente, sin perder la vista de los árboles oscuros-.
Donde había pasado alguna vez un globo a la deriva, ahora nada más que un recuerdo confuso quedaba. En la mente de Emz, no había espacio para un solo problema más. O tal vez era lo que ella creía.
Decidió no darle más vueltas al asunto, y enfocarse en su misión actual. Si querían avanzar con la investigación, tendrían que encontrar a ese tal "Byron" de una vez por todas.
La idea daba miedo, sí. Pero estando juntos, tres almas tan jovenes e incansables... ¿qué podía salir mal?
.
.
.
Sí, claro, ¿qué podía salir mal...? Era la única frase que motivaba a la vaquera a salir de este lío con vida. Su piel de gallina temblaba con cada brisa leve de viento que resoplaba sobre su nuca. Se sentía sola, pero las cosas no podían ponerse peor... ¿o sí?
Corbin ya ni siquiera se molestaba en hablar, o en siquiera emitir sonidos. Estaba totalmente en silencio, mudo, como un muerto. Enmudecido y casi sin escuchar su propia respiración. Sonaba irónico, pero incluso actuando así, Corbin no se sentía con tanta vida desde hacía mucho, mucho tiempo. Su vida había estado encarcelada en oscuridad durante tantos días y días... días eternos que jamás volverían. O eso quería creer.
Shelly se daba cuenta del miedo que corría por las venas del pingüino, ¿y a quién engañaba? ¡Ella estaba aterrada también!
¿Qué harían ustedes en su lugar? Estando bajo su propio cuidado, siendo acechados por una vieja demente que quiere degollarte y descuartizarte, en un lugar completamente desconocido y además lastimada.
Sonaba como una pesadilla, pero en aquel valle inquietante, todo era más real de lo que parecía. Shelly deseaba pestañear, y que todo a su alrededor se haya ido. Que todo haya sido nada más que un simple mal sueño, pues lo que veía frente a sus ojos... era solo auténtico terror.
Habían estado cerca de ser atrapados hacía unos minutos. Todavía estaban intentando recobrarse del shock de mirar a Starr a los ojos y cerrarle la puerta en la cara. La policía ni siquiera tuvo tiempo para sentir satisfacción por ganarle a la anciana, ella sabía con seguridad de que volvería. Starr vendría de nuevo a por el segundo round, y esta vez no sería tan fácil ganarle.
Para colmo, todo el tema de aquellas máquinas siendo construidas... era terrorífico pensarlo, pues todavía tenía traumas y recuerdos recientes con el tema, pero ahora no cabía duda. Era un nuevo robomagedón, o algo parecido. Algo inmenso se acercaba, y ni siquiera podía parar a su propia cabeza de que dejara de pensarlo, ¿cómo podría encargarse ella sola de frenar a toda esa maquinaria incansable?
Lo peor de todo es que todavía quedaba encontrar al guardavidas Holloway, por lo que no podían escaparse si, en una de esas casualidades de la vida, encontraban una salida. No podían irse sin Buzz. Era una misión imposible, un laberinto sin salida del que jamás podrían soñar escapar, ni siquiera en sus peores pesadillas.
Corbin: Señorita Shelly. -Le llamó la atención entre la insaciable oscuridad que abrazaba sus cuerpos-.
Shelly: ¿Señor P?
Corbin: ¿Escucha eso?
Y fue ahí cuando los oídos de la muchacha se agudizaron en un santiamén. De pronto, sus pensamientos de miedo y terror se callaron, y pudo prestar atención a un único y simple sonido... un maullido.
Shelly: ¿Es un...?
Corbin: Gato. -Acotó- Suena como un gato. -Se miraron a los ojos, incluso si la oscuridad estaba en contra de ellos-.
Shelly: ¿Usted cree que sea un gato... agresivo? -Corbin se le quedó mirando- Sí, un gato agresivo. ¿Vió cuando los gatos se ponen malos, y rasguñan y muerden? -El contrario asintió- Bueno, a eso me refiero. Un gato malo, maloso.
¿Qué estaba diciendo? Corbin se encogió de hombros. Realmente no sabía qué opinar al respecto. Aun así, le hacía bien poder escuchar un comentario sin sentido en un momento tan aterrador como este. Era mejor reírse, a que pasarse el día entero llorando.
"Miau", volvió a oírse en la lejanía. "Hay que seguir el maullido" pensaron ambos. Si había un gato cerca haciendo ruido, era porque algo había en aquel lugar.
Shelly: Los gatos suelen maullar cuando intentan comunicarse con la gente, o con otros individuos. -Dijo, en susurros-.
Corbin: No tenia idea.
Shelly: Sí. Eso significa que, si maulla, puede ser que haya alguien con él cerca. -Se apresuró a seguir la explicación- Una de dos; o es Buzz, o es la vieja turbia esa.
El botones empresario se quedó pensando por unos segundos... ¿realmente valía la pena?
Bueno, si se trataba del guardavidas, su respuesta siempre sería "sí", aunque le costara admitirlo.
Corbin: ¿Nos arriesgamos a acercarnos? -Shelly lo miró. No conocía del todo a ese espíritu valiente del señor P. Le alegraba ver que, lejos de rendirse, su compañero no hacía nada más que motivarla-.
Shelly: Dale. -Respondió, tratando de ser optimista. Incluso si el dolor y el miedo la apuñalaban por la espalda cada vez que recordaba el rostro de aquellos robots siniestros, la chica trataba de enfrentar la adversidad con fuerza... ¿qué otra cosa podía hacer?-.
En cuestión de unos minutos, el olor en el ambiente había cambiado. El óxido ya no era tan fuerte, y el polvo que se metía por sus narices cesó casi por completo. Parecía que todo se había humedecido mucho, como si acabara de llover hacía poco tiempo. Por las paredes oscuras, comenzaban a caminar insectos, arañas y moscas que habitaban el lugar. Estaba totalmente en ruinas. El eco del propio silencio se adueñaba de sus oídos ahora que caminaban por la oscuridad de aquella fábrica abandonada entre recuerdos olvidados.
Frente a ellos, un cartel en la oscuridad que ahora podían leer con sus ojos que se habían acostumbrado a la poca iluminación. Como con visión nocturna, Shelly logró leer las palabras desgastadas en aquella vieja chapa; "DEPÓSITO".
Shelly: Bingo. Debe haber una salida cerca si estamos en el depósito.
Corbin: ¿Y eso cómo lo sabe?
Shelly: Solo es una corazonada. -Le sonrió, y se adentraron ambos en el pasillo, más allá del cartel que leyeron-.
Mientras el maullido se intensificaba más, la humedad en el ambiente también lo hacía. Los colores oxidados de las chapas y los ladrillos rotos de las paredes creaban un paisaje distópico, casi imposible de creer que fuera real. Y bajo el techo roto, con los paneles colgando y los cables descolocados, el suelo de aquel pasillo grande ahora parecía estar totalmente inundado.
Shelly: ¡Ugh! ¡No te puedo creer! -Se quejó, después de haber mojado su zapato por completo cuando pisó el agua de la sala-.
Era una habitación ancha y larga, llena de agua. Un mar enorme bajo sus pies. La inundación le llegaba a los talones a cualquiera que pisara aquel lugar, y para colmo, el agua que tocaban sus pies parecía haber estado estancada ahí desde hacía años. El color rojizo del líquido, gracias al óxido y a la penumbra del ambiente, lograba imaginar a la habitación como un mar de sangre, repleto de calamidades y cajas mojadas. Partes robóticas y respuestos mecánicos que flotaban a la deriva en aquel océano de óxido. Era realmente asqueroso.
"Miau", volvió a escucharse en el más allá. Esta vez, desde incluso más cerca. No estaban demasiado lejos.
Shelly: Señor P, tome mi mano. Hay que cruzar esta habitación con cuidado.
Corbin: ... -Se quedó en silencio por un momento. Shelly insistió, "¿Señor P?"- ¿N-No hay otro camino? ¿Otra forma de pasar?
Shelly: Solo déme la mano. Todo estará bien. -Extendió su brazo hacia él- No es una habitación infinita, llegaremos al otro lado en un momento.
Incluso si le costó confiar en sus propias palabras, Shelly intentó mostrarse confiada y positiva. Corbin terminó por aceptar la oferta, y tomó su mano con fuerza mientras pisaba el asqueroso mar de óxido que se presentaba frente a ellos.
Así, caminaron paso a paso, muy lentamente, intentando pisar con cuidado y no hundirse en el intento. No era una experiencia bonita, para nada. De hecho, Peltoh podría catalogarla como "la peor experiencia de su vida entera", solamente chocando con comer las dizque "deliciosas galletas de Lou". Puaj, con solo recordar el aspecto de esas galletas, su estómago se retorcía.
Ah, bueno, sí... también está aquella vez que LO SECUESTRARON Y LO DEJARON ENCERRADO EN UNA JAULA DURANTE DÍAS Y DÍAS.
Seh, esa quizá sea la peor experiencia de su vida entera. Pero son solo... suposiciones del narrador. En fin.
Después de unos segundos que parecieron horas, los dos compañeros llegaron al final de ese húmedo e inundado túnel. Dejaron atrás las repisas llenas de agua oscura y subieron un escalón hacia el verdadero depósito, que estaba un poquito más iluminado de lo normal, y era verdaderamente grande. Eso sí, seguía abandonado como TODA la fábrica, en general.
Shelly: Wow. Es inmenso. -Murmuró al llegar-.
"Miau". Los dos recién llegados lo escucharon casi al lado. Bajaron la cabeza, dos ojos enormes los miraban desde abajo. En el suelo, un lindo y tierno gatito negro, revoltoso y pícaro, parecía estar esperando comunicarse con ellos, intentando decirles algo.
Shelly: Awww, ¿y este bebé? ¿Cómo te llamás, mi vida? -Susurró, poniendo una voz tierna y agradable. Acto seguido, se agachó para acercar sus manos hacia él. El gato, con su pelaje totalmente negro y sus ojos amarillentos, no tuvo ni un solo problema en dejarse acariciar. De hecho, le gustó- Sos más lindooo.
Corbin: Así que se trataba de este animal. -Sonó agresivo, aunque no lo dijo de mala gana. Era algo normal en él, todo lo que decía podía tomarse a las malas, y gracias a su tono de voz, llegaba a malinterpretarse- Es más pequeño de lo que imaginaba.
El gato volvió a maullar, y se liberó de las suaves manos de Shelly para comenzar a caminar lentamente hacia un lugar desconocido. Los dos compañeros se miraron mutuamente, "hay que seguirlo" pensaron. No tardaron ni un segundo en comenzar a caminar y seguir los pasos del lindo gatito negro que meneaba su cola como si de una bandera se tratase.
Y me encantaría poder narrar un evento tierno y bonito. De verdad que sí, queridísimo lector, pero... estamos en mitad de una fábrica abandonada con una maniática buscando nuestras cabezas... realmente no hay momento para lindos sucesos, ¿no creen?
Shelly y Corbin lo comprendieron cuando, después del maullido final del gato, comenzaron a oír sonidos raros, quejidos, gemidos que se retorcían en lo inquietante mientras más te acercabas.
De alguna forma, ahí estaba. Ese artefacto extraño lo resguardaba, y casi como un regalo del destino, el pequeño gatito los había guiado hacia el camino que necesitaban.
¡¡B-BUZZ!!
Exclamó el pingüino, alterado al reconocer su rostro.
Dentro de una especie de capsula antigüa y desgastada, parecida a un horno enorme, totalmente repleta de óxido y caliente por dentro, Buzz intentaba gritar, sin éxito alguno. No se escuchaba casi nada de lo que decía, como si sus gritos se ahogaran dentro de la cápsula. Nada más que quejidos que provenían de su garganta. Parecía estar agotado.
Shelly, con el ceño fruncido y decidida a ayudar, tomó la palanca al lado de la capsula y la jaló con toda la fuerza que tuvo, abriendo de una vez la capsula y dejando salir al dinosaurio de su caliente prisión.
(Créditos a angel.sanrr en Instagram)
Tirarse encima de Corbin fue la primera reacción que tuvo el perdido guardavidas. Apenas podía mantenerse parado del mareo que tenía encima. Una vez Shelly inspeccionó rápidamente el interior de la capsula, se percató de qué se trataba... sí, efectivamente, era una especie de "horno".
Corbin: ¡Buzz! ¡¿Buzz, estás bien?! -Preguntó, desesperado por ver a su amigo tan moribundo. Con su voz aguda y rasposa, Buzz contestó entre gritos-.
Buzz: ¡¡AAAHHH!! ¡AY, MENOS MAL QUE LLEGARON! -Exclamó- ¡¡CORBIN, ME ESTABA QUEMANDO!! ¡¡QUEMANDO!! -Recalcó-.
Shelly: ¿Quemando?
Corbin: Tranquilo, calma. Ya estás bien. Estamos aquí. -Y se acercó a él, intentando calmar sus gritos y llantos. Realmente se preocupó por él-.
La oficial trató de examinar con más detalle aquel artefacto. Parecía un horno, sí, pero no uno convencional. Tenía sus años, no parecía nuevo, en lo absoluto. ¿Podía ser que, realmente, Buzz se estaba quemando VIVO ahí dentro?
Shelly: Señor Holloway, ¿no' cierto? -Acotó, intentando presentarse. El dinosaurio la miró de reojo. Entre lágrimas, le contestó-.
Buzz: Ah, s-s-sí. -Suspiró- Buzz Holloway, soy ese. -Apartó la mirada-.
Shelly: Yo no te puedo creer. -Se dijo a sí misma- Después de tanto tiempo, por fin los encontré a los dos. -No pudo evitar sonreír. Se veía como una loca, y lo sabía, ¿pero realmente le importaba? Su alegría no podía aguantar un segundo más sin salir por su sonrisa. Los dos desaparecidos estuvieron, literalmente, debajo de sus pies. Todo este rato. Y jamás se había dado cuenta-.
Buzz: ¿C-Cómo? -Preguntó, confundido-.
Corbin: Buzz, ella es la oficial Shelly. Ha estado buscándonos durante todo el verano. -Buzz se sintió aliviado por un momento-.
Buzz: ¿D-De verdad? -Sus ojos brillaron- Creí que nadie estaría buscándome allá afuera. -Agregó, cabizbajo-.
Shelly: Nada que ver. -Carcajeó un poco- Hay un montón de gente que los extraña. Gale y Lou en su caso, Señor P. -Lo miró, luego cambio sus pupilas hacia el guardavidas- Y en su caso, bueno, su amigo Brock Groves está preocupado por usted también, Señor Holloway.
Buzz: ¿Brock? -Sonrió- Creí que ya no quería ser mi amigo. Qué loco, ¡ja! -Carcajeó también- Gracias por buscarnos, oficial... Shelly. -Dijo, tratando de recordar el nombre-.
Shelly: No hay drama. -Y sonrió. Finalmente sentía que su gran esfuerzo había valido la pena ahora que veía a los dos desaparecidos, juntos y con una sonrisa en sus rostros. Quizá todavía no habían escapado de ahí, pero tarde o temprano todo volvería a la normalidad, ella lo sabía-.
Rápidamente volvieron al tema principal cuando el gato se acercó a la máquina extraña de la que había salido Buzz y se quemó las patas al intentar tocar el suelo del artefacto. ¿De qué se trataba? Bueno, el dinosaurio estaría a punto de entrar en pánico de vuelta.
Buzz: ¡¡A-Ah, cuidado, gatito!! -Se acercó al pequeño animalito, intentando ayudar, como era natural en él. Un momento después, se volteó hacia la oficial- ¡Olvidé mencionarlo! E-Esa mujer... ¡me encerró en este cacharro extraño! -Shelly fue la que le prestó más atención- Con el tiempo se fue calentando, muuuy lentamente, ¡y ya me estaba quemando! -Exclamó- ¡Menos mal que vinieron ustedes a tiempo, podría haber MUERTO QUEMADO en esta chatarra!
Shelly: ¿Así que fue Starr de nuevo, eh? -Buzz asintió, a la par de que la muchacha adoptaba un gesto pensativo-.
Buzz: ¿L-La... La conoce?
Shelly: La conocí hoy. Y no me cae muy bien, que digamos... -Rodó los ojos- No se hagan drama. Nos vamos a escapar de acá, y va a estar todo bien, ¿tamo'? -Los dos asintieron a su llamado-.
Corbin: ¿En qué piensa ahora, señorita? -La contraria miró alrededor-.
Shelly: Bueno, como te dije, este depósito debería de tener alguna salida cercana. -Miró a su alrededor, pensativa- Se supone que acá guardaban las cosas que traían los proveedores. No sería un deposito normal si no tuviera una entrada para los camiones y todo eso, ¿no? -Y sí, tenía un punto. Incluso si Corbin había visto depósitos sin entradas o salidas para vehículos, este parecía ser la excepción-.
Buzz: Hay un problema. -Acotó-.
Shelly: ... ¿Y ese es...?
Buzz: ... Que no hay electricidad acá. -Ups, es verdad...-.
Corbin: Si encontráramos una salida o entrada para vehículos...
Shelly: No tendríamos energía para abrirla. Todo sería en vano. -Concluyó la idea- Uf, cierto. -Se quejó. Ahora su rostro se caía a pedazos de la bronca-.
Corbin: Hey. -Sus compañeros lo miraron- Miren arriba.
Todos subieron la cabeza mientras él apuntaba con su dedo. A la lejanía, lograron avistar una especie de ventana donde se podían ver algunas máquinas y palancas que parecían haber sido abandonadas hace mucho, mucho tiempo.
Corbin: Esa habitación de allá arriba. ¿No será un punto de control, o algo así? Si había energía para esas máquinas que construían robots, ¿por qué no habría energía para la electricidad del depósito?
Shelly: Wow. -Lo miró, algo sorprendida-.
Buzz: ¡Bien pensado, Corby! -Subió su puño en alto, victorioso-.
El Señor P se sintió orgulloso por un minuto, ¿cómo había pasado de estar completamente aterrado hacía unas horas, a estar tan atento como para darse cuenta de detalles como esos? Bueno, quizá lo que necesitaba era un poco de peligro frente a sus ojos para darse cuenta de que, en efecto, SÍ era capaz de hacer lo que siempre había soñado. ¿Y qué había soñado, se preguntarán? Bueno, dejaré que el propio pingüino les conteste...
Corbin: Escapar. Vamos a escapar de aquí. -Frunció el ceño, decidido. Como si el espíritu valiente de Shelly se le hubiese contagiado. La oficial sonrió al escucharlo-.
Buzz: ¿Pero... cómo vamos a subir hasta allá arriba? -Se preguntó-.
Shelly: Debería haber una escalera cerca de-...
Corbin: El pasillo. El que está inundado. -Los dos lo miraron- Logré avistar una puerta entre las repisas. Si esa puerta conduce a algún lado, estoy casi seguro de que se trata de esa sala de control. Ergo, si llegamos hasta allá, podremos restaurar la energía nuevamente y finalmente escaparnos de este oscuro y retorcido infierno. -Un brillo relucía entre sus pupilas. Buzz lo notó. Era esperanza-.
Buzz: Jeje, me encanta cuando habla con esas palabras elegantes suyas. -Le susurró a la oficial-.
Iluminados únicamente bajo las tenues luces de la poca energía que quedaba en aquel lugar, y la flameante llama que de vez en cuando se asomaba por dentro de la "capsula-horno" en la que el dinosaurio había estado enjaulado, los tres secuestrados finalmente estaban juntos.
Fue raro pero, hasta cierto punto, aquel gatito pareció seguirles el paso, para luego desaparecer entre la oscuridad de la fábrica una vez más. Misterioso, cuanto menos.
Caminaron bajo la oscuridad nuevamente, siguiendo el sabio paso cauteloso del Señor P. Shelly no entendía por qué, ni cómo, pero el botones había encontrado tanta esperanza como valentía en su interior. ¿Quizá la compañía del Señor Holloway le daba ese empujón audaz que necesitaba para alcanzar la fuerza que lo llevaría a su libertad? ¿O solamente se sentía mejor, ahora que las cosas parecían comenzar a funcionar, y la libertad no se veía tan lejana como antes?
Meh, quizá era una mezcla de ámbas cosas.
Y mientras se hacía varias preguntas en su cabeza, la oficial examinó a fondo al dinosaurio. Incluso si había una luz inexistente y la oscuridad lo bañaba en una piscina de sombras, Shelly intentaba mirarlo de reojo, sin que se diera cuenta. Tratando de mirar más allá de quien ella había creído que era.
Ese dinosaurio gordito era bastante simpático, en realidad. Ahora todo cobraba sentido, aquella camisa que el Señor P había usado debajo de su saco azul el día de su desaparición, ¡era la misma que Buzz llevaba en este momento!
Junto a sus shorts grandotes y las características gafas de sol (ya maltratadas para este punto), la camisa blanca y sucia que llevaba puesta era imposible de confundir. Shelly podía entender ahora cómo Peltoh no había muerto de miseria en aquella prisión, y es que Buzz era un compañero muy optimista, a decir verdad.
Y que esa asustada y dramática primera impresión del guardavidas no los engañe, él no era así siempre, ¡pregúntenle al Señor P!
¡De verdad se los digo! Porque a pesar de haber estado secuestrado durante semanas, y casi haber muerto hacía unos instantes, Buzz mostraba una enorme sonrisa contagiosa y un brillo esperanzador en sus ojos que solamente se mostraba cuando sentía la compañía de sus seres queridos. Cuando se sentía seguro, Buzz podía sonreír tranquilo.
Y eso era bastante irónico, ¿que acaso él no era un guardavidas? ¿No se supone que salvar a los demás ES su trabajo...? Bueno, tal vez este guardavidas necesitaba que salvaran su vida de vez en cuando. Y claro, Shelly conocía a la persona correcta para ese trabajo. No, no se trataba de ella misma. Piénsenlo una vez más. Desde otro... punto de vista.
Corbin: Aquí está la puerta. -Rompió el silencio-.
Con sus manos, trató de utilizar su tacto para ganarle a la oscuridad y examinar la puerta, intentando buscar un pomo, una manija o algo que ayudara a abrirla. A pesar de los pocos segundos que estuvo enfocado en ello, parecía que alguien más había encontrado otra opción.
Buzz: ¡A un lado! ¡Yo me encargo! -Y casi como un bólido, se abalanzó ante la puerta, chocando contra ella cual toro enfadado-.
Todos cerraron los ojos al oír el enorme estruendo. Un metal grande rechinó frente a ellos, y cuando abrieron los ojos... ¡voilá!
Lo logró, ese dinosaurio realmente lo había logrado...
Shelly: No me esperaba esa solución. En lo más mínimo.
Corbin: Estamos iguales. -Acotó, rápidamente. Se acercó lento y tranquilo hacia su compañero- ¿Estás bien? -Y extendió su mano hacia él-.
Buzz: E-Eso creo. -Contestó. Su cabeza le daba mil vueltas ahora que había aterrizado en el suelo y su vista se mareaba. Tomó la mano del pingüino y se levantó, con algunas complicaciones- Uy... Al menos la puerta se abrió, jeje. -Frente a él, Corbin pasó caminando-.
Corbin: Eres muy imprudente a veces, Buzz Holloway. -Shelly caminó junto a él, pasando hacia el otro lado de la puerta. El dinosaurio se le quedó mirando-.
Buzz: Imprudente. Genial. -Sonrió. Corbin rodó los ojos, cosa que Buzz sí alcanzó a ver, a pesar de la oscuridad- ¿Qué? ¿Eso no es bueno? -No recibió respuesta. Simplemente siguieron caminando- ¡¡Corby!! ¡¿No es algo bueno?! -Y lo persiguió-.
Finalmente habían llegado. Detrás de la puerta, unas largas escaleras que llevaban a la sala de control. Se podía ver todo desde allá arriba, con aquel vidrio que dejaba observar todo el depósito, como si se tratase de un halcón vigilante.
Ahí dentro parecía un verdadero sitio futurístico. Y era gracioso, porque el lugar estaba completamente destruído, abandonado y dejado para pudrirse en el tiempo, pero incluso con todas esas características en cuenta, la infinidad de botones en el tablero de control causaba una gran sorpresa para los tres en el equipo. Y ahora que estaban frente a aquel tablero... ¿qué procedía?
Shelly: Joya, ¿alguien sabe de computación?
Corbin: No creo que se requiera aprendizaje de computación para controlar esto, señorita Shelly. -Agregó. No quería ser descortés al corregirla-.
Shelly: ¿Ah, no? -El pingüino negó con la cabeza- Pero si está todo en inglés, ¿qué sé yo qué dice acá? -Se quejó de las palabras que leía en el tablero-.
Corbin: Ahí dice "TURN OFF", señorita. -La oficial lo miró-.
Shelly: ¿Y eso significa...? -Corbin la miró, extrañado. Shelly refunfuñó- Agh, señor Peltoh, no me mire con esa cara. Necesito traducción, soy hincha de Boca.
Corbin: Quiere decir "APAGAR".
Shelly: Pero hay que prenderlo.
Corbin: ... ¡E-Es justo a lo que quiero llegar! -Se quejó, perdiendo un poco la paciencia-.
Buzz: ¿Y si toco este botón? -Presionó un botón de la derecha. No pasó nada- Ok, entonces vamos con este. -Apretó otro botón. Tampoco pasó nada- Hmm. Qué complicadas que están las cosas.
Corbin: ¡Por favor, solamente tienen que tocar el botón de "TURN ON", o sea, "ENCENDER"! -Se quejó, y se encargó de presionarlo él mismo-.
Casi como si la propia fábrica se estuviera burlando no solo de ellos tres, sino del propio Corbin en específico, el accionar del botón no causó nada. De verdad, no ocurrió absolutamente nada. El pingüino quedó extrañado.
Corbin: ¿Q-Qué?
Y fue en ese momento cuando Shelly miró hacia atrás. Parecía haber una palanca escondida detrás de unas cajas en aquella habitación. "¡Bingo!" pensó la muchacha, y se apresuró a jalarla lo más fuerte que pudo.
Las luces en aquel depósito rápidamente comenzaron a encenderse una tras otra, al mismo tiempo que el tablero de control comenzaba a tomar energía eléctrica para funcionar sin problemas. A pesar de los años, parecía todavía aguantar un par de presiones más.
Shelly: Energía restaurada. Así se hace en Rosario, papá. -Guiñó el ojo-.
Corbin: Lo único que hizo fue encontrar una palanca en la oscuridad. -Gruñió. Su espíritu indomable de perfeccionismo y bronca comenzaba a volver. Ya sentía como si estuviese renegando en su hotel de vuelta, como en los viejos tiempos-.
Buzz: No te enojes, Corby. No es culpa suya que tenga una mejor vista. -Y comenzó a carcajearse frente a él, al mismo tiempo que la oficial comenzaba a bajar por las escaleras hacia el piso inundado de abajo-.
Peltoh, que miraba de reojo al dinosaurio, extendió su brazo hacia el rostro del contrario, e intentando callar las risas de su compañero, apretó su hocico con sus dedos, lo más fuerte que pudo, sin llegar a lastimarlo.
Buzz: ¡¡MMMM!! ¡¡¡¡MMMMMMM!!!! -Corbin emitió una breve risa, y lo soltó- A-Ah... ¡Corby! -Gruñió-.
Y así bajaron los tres al piso de abajo. Hey, la energía se había restaurado, parecía que al fin la suerte estaba de su lado. No solo habían logrado encontrar a Buzz, sino que ahora podrían tener la llave que necesitaban para escapar de aquel infierno de una vez por todas.
La libertad estaba frente a sus ojos, ya podían olerla, saborearla, ¡sentirla bajo su piel! Tanto tiempo sin ver el sol, sin ver la luna, sin sentir la brisa del mundo real, sin ver a todas las personas que amaban y querían. Finalmente estaban a un solo paso de salir a la realidad de una vez y para siempre.
Shelly: Bueno, eso fue fácil, ¿verdad?
Ay, Shelly... si tan solo te hubieses ahorrado el comentario.
https://youtu.be/ns9aAHxoTQo
(Soundtrack de la escena...)
Estaban parados sobre el agua de la habitación inundada. Ahora iluminada por la energía que acababa de regresar. Detrás de sus espaldas, la puerta por la que acababan de salir, y en cuanto vieron lo que sus ojos no querían observar, se quedaron quietos en el lugar, totalmente INMÓVILES.
En frente a la puerta, y ahora, en frente a ellos, una ventana enorme que no habían visto antes por la oscuridad. Una sola silueta los observaba tras el cristal. Acechante, dominante, retorcida entre lo que alguna vez había sido oscuridad.
"Ay, no..."
Solo un viejo y gastado vidrio los separaba. Aquella anciana, totalmente quieta, miraba los rostros aterrados de sus presas intentar pasar desapercibidas, congelados en su lugar bajo su mirada acechante.
¡Ja! ¿Creen que eso sería suficiente para vencer a la vieja señora Starr? ¿Acaso creyeron que de verdad podrían escaparse así, sin más? Sus torpes corazones estaban muy equivocados, y por eso mismo es que ahora latían a mil por hora.
Buzz: ¿Q-Qué hacemos...? -Susurró, inmóvil en su lugar-.
El agua mojaba los pies de los tres individuos. Eso era un hecho, ¿hasta ahí me siguen? Porque no van a creer que, el hecho de que la habitación estuviera inundada hasta los talones, mojando sus pies por completo, sería lo que les regalaría un pasaje para tres directo al limbo.
Starr observaba con atención cada pequeño movimiento de sus presas. El temblor en sus ojos, la tensión entre sus músculos, los cientos de sentimientos en simultáneo que sus pobres almas vomitaban mientras se estremecían en aquel valle inquietante.
Las cabezas de robot en las repisas observaban toda la escena, e incluso si el rostro de la mujer estaba tapado con esa bandana y las gafas de soldadora que siempre llevaba, Shelly pudo ver cómo sonreía. De alguna manera, pudo verlo. Pudo sentir la sonrisa engreída y egoísta de la señora Starr.
Porque ahora tenía a sus tres ovejitas justo donde las quería. Ahora se posaban en donde ella necesitaba que estén. Y cuando Shelly se dio cuenta de que esos cables de alta presión que se sumergían en el agua estaban conectados a la palanca que ahora Starr tenía al lado de su propio brazo dorado, fue cuando el corazón se le volcó en un susto eterno. ¿Sabían que el agua es el mejor conductor de la electricidad?
Shelly: P-Por favor... N-No lo hagas. -Se le escapó un suspiro frío, repentino, incapaz de mantenerse en pie. Habían caído en su trampa, como ratones junto al queso, y ella lo sabía. Starr lo sabía todavía más-.
Buzz y Corbin miraban a su líder suplicar por piedad. Eso los asustó todavía más, porque sabían que la piedad frente a Starr era la última carta que podían jugar. ¿Qué más les quedaba por hacer más que quedarse callados y esperar a que el universo sea misericordioso?
Shelly: N-No q-querés hacerlo. ¡N-N-No tenés que hacerlo! -Exclamaba, acercándose lentamente hacia la ventana donde podía ver a la maniática anciana mirarlos fijamente, incluso si ellos no podían devolverle la mirada del todo, pues sus pupilas estaban escondidas tras las gafas oscuras de su rostro-.
El sudor comenzaba a caer sobre la frente de la oficial una vez más. Y con miedo, pisaba aquel suelo húmedo y empapado de penumbra, que con los cables asomándose, Starr observaba la desesperación de la muchacha con suma satisfacción. Sus vidas estaban en sus manos. El poder que la anciana Starr tenía sobre ellos era ahora inmenso. Solo un leve movimiento de esa palanca, y sus corazones se electrocutarían entre tantos latidos por segundo, que explotarían y caerían al agua como moscas.
Shelly: Dejáme hablar. Por favor, lo podemos resolver. -Y Starr subió la cabeza... ¿acaso le estaba prestando atención... de verdad?-.
La chica quedó perpleja ante el movimiento de la contraria. Parecía que la estaba escuchando, esta vez en serio. ¿Y qué más podía hacer? No podía atacarla, no podía huír, no podía morir electrocutada estando tan cerca de su libertad. Simplemente quedaba intentar dialogar, y no morir en el intento.
Shelly: Escuchá. No sé por qué estás haciendo esto. No sé qué es lo que te interesa conseguir... Pero este NO es el camino. -Starr respiró violentamente- Nosotros NO somos tus enemigos. ¡No tenés que hacer esto! -Se apresuró a decir una cosa más, algo que tenía en su cabeza desde hacía ya tiempo-.
"Y-Yo también lo conozco. ¡Yo luché contra Ricochet!"
La anciana frunció el ceño, y rápidamente movió su brazo dorado hacia la palanca. Los ojos de Shelly se abrieron como platos, y pegó un grito desgarrador que logró mantener la mirada de Starr en ella por unos segundos más.
Shelly: ¡¡N-NOOO!! ¡¡P-POR FAVOR!! -Exclamó, desesperada. Casi entre lágrimas. Un feo silencio se armó en el ambiente después del grito, con solo los jadeos aterrados de Shelly, sin perder la mirada de la anciana-.
Starr ahora la miraba una vez más. Con sus dedos metálicos apretando la palanca que podía decidir el destino de Shelly, Corbin Peltoh y Buzz Holloway. Un solo movimiento. Una sola decisión. El hecho de que ahora sus vidas dependieran de una estúpida palanca hacía que Shelly perdiera el control de la situación, y casi llorando de terror frente a su más grande oponente, rompió en llanto, jugando ahora sí su ÚLTIMA carta.
Shelly: P-Por favor... P-Podemos luchar juntas. P-Podemos sacarte de ese a-aprieto en el que estás. -Su llanto llegó hasta los oídos de Starr. Se le puso la piel de gallina-.
Corbin y Buzz no sabían qué hacer, ni cómo reaccionar. Sus piernas temblaban al compás de la canción fantasmagórica que era escuchar la melodía de la garganta quebrada de Shelly, que intentaba con todas sus fuerzas convencer a la anciana de que no los asesinara a los tres en un solo segundo.
Shelly: V-Vencí a Ricochet. -Ahogó un quejido- L-Logramos que se fuera. N-No necesitás hacer todo esto. N-No tenés que matarnos... -Volvió a quebrar su garganta-.
"¡¡NO ME QUIERO MORIR ACÁ!! ¡¡POR FAVOR, NO ME MATES!!"
Fue un grito tan pasional y tan fuerte, que la contraria quedó en total silencio. Inmóvil como sus presas. Algo en el llanto de Shelly llamaba su atención.
Starr miró hacia arriba. ¿Acaso sentía algo en su interior? ¿Acaso ese llanto desesperado por ayuda y compasión le recordaba algo? ¿Una escena en su mente que se repetía sin parar?
Lo cierto era que, en el llanto de Shelly, la señora Starr escuchaba sus propias lágrimas. Su propio llanto. Su propio lamento. Un lamento que jamás había parado desde hacía años, y que se estancaba junto a ella en un camino sin salida del que jamás encontró por dónde huir.
Casi como aquella fábrica inmensa y abandonada, la mente de Starr, y ella misma, se encontraba en la oscuridad misma. En la propia penumbra que la abrazaba cada vez que recordaba AQUEL incidente. Cada vez que se miraba a sí misma y recordaba el dolor de tantos años. El dolor de tantas almas. El dolor de tanta miseria.
El grito que pegó Shelly la transportó a otro lugar, un lugar fuera de su mente, fuera de la realidad. Un lugar que no sabría explicar ni pintar con palabras, pero que podía sentir en su corazón con cada latido que este lograba dar, manteniéndola a ella con vida hasta el día de hoy.
Un pensamiento le vino a la mente... ¿realmente tengo el poder de acabar con tres vidas y dormir tranquila esta noche?
Starr bajó la mirada mientras Shelly seguía llorando, el único sonido en aquella silenciosa sala. Miró a la palanca de reojo. Suspiró bien fuerte. Incluso si era una oportunidad única y el peso de aquella decisión podía hacerla ganar la batalla definitivamente, la anciana gruñió y quitó su brazo de la palanca. Los dos animales secuestrados la observaron desde lejos, sorprendidos por el gesto.
Y mientras la oficial abría los ojos llenos de lágrimas que ahora tenía, pudo observar cómo la mujer comenzaba a caminar lentamente hacia atrás, alejándose de ellos y de aquella palanca de la vida y la muerte.
Por un momento, la anciana se le quedó mirando. Desde ese ángulo, Shelly podía ver sus ojos. No podía creerlo, no sabía si pensar en que era una alucinación, o qué, pero... los ojos de Starr estaban llenos de lágrimas.
En un abrir y cerrar de ojos, la anciana se escabulló entre la puerta de aquella sala, y desapareció de la vista de los tres individuos, dejando más confusión que alivio. Estaban vivos, sí, pero... ¿qué demonios acababa de pasar?
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https://youtu.be/3htnUhv4lOM
(Soundtrack de la escena)
Afuera. Bajo la luna. Cientos de estrellas por encima de su cabeza. Solo una persona era la que Jessie veía ahora. Frente a sus ojos, ahí estaba...
Penny: ¿No tienes frío, mensa? -Murmuró al mirarla-.
Jessie: Nah. No te preocupes. -Contestó. Apenas llevaba un saco que pertenecía a su amiga pelirrosada. Le quedaba más grande de lo esperado-.
Sí, la noche estaba bastante densa. El clima no era el mejor, pero al menos el cielo no estaba nublado. Todo lo contrario, desde aquella chatarrería se podían ver brillar las miles de estrellas que iluminaban el ancho cielo oscuro. La pirata observaba todo desde allá abajo.
A su alrededor, nada más que basura y chatarra, nada muy extraño teniendo en cuenta en dónde vivían. Penny se sentaba encima de una rueda usada y tirada en el suelo, deshechada hacía mucho tiempo ya. Al lado, se posaba una exactamente igual. Jessie no tardó en sentarse junto a ella, en silencio, con solamente los autos y los sonidos de fondo de la oscura noche.
Jessie: Pensé que te habías enfadado conmigo. Saliste de la habitación tan de repente... -Acotó. Detrás de ellas y sus ruedas hechas sillas, se podía ver la casa rodante que usaban ambas como cuarto compartido-.
Penny: Que no muestre un enojo evidente no significa que esté enojada. -Sonrió, mirando todavía al cielo-.
Jessie: ... ¿Entonces sí estás enojada conmigo?
Penny: No, Jess. -Y se echó a reír, mirando a su amiga de reojo- Solo estaba algo... estresada, frustrada... como quieras llamarlo. -Miró a la pelirroja- Jaja, sabes que no puedo enojarme contigo, boba.
La pelirroja sonrió. Aquella imagen de hacía unos minutos volvió a su mente una vez más. Ahí estaban ambas, con música de fondo, la televisión encendida, y el brillo de esta iluminando sus rostros. Era la única luz que ayudaba a que sus ojos pudieran chocarse.
(Créditos a ??? // Si conocen quién es el artista, por favor, déjenlo en los comentarios!!)
Los ojos de Jessie estaban pintados, sus uñas también. O bueno, al menos eso era un intento de "uñas pintadas". Penny se estaba encargando de ello, ¡y de verdad lo intentaba! Pero era principante todavía...
Su habilidad para la manicuría y el maquillaje era bastante... mediocre. Pero incluso con el pulso de Penny y su mano temblando sobre la cara de su compañera, ella hacía lo posible para aprender a maquillar. "¡Qué difícil!" mencionaba. Jessie solo sonreía, le hacía reír. No necesitaba nada más, ni siquiera unas uñas pintadas a la perfección o un maquillaje increíble podrían hacerla sonreír más que la pirata.
Jessie volvió a aquel momento una vez más. Se miró las uñas. Eran un desastre. Penny había refunfuñado y se había largado de la habitación hacía unos minutos por el enorme enchastre que le había dejado en las manos a su amiga.
Jessie: A mí me gustan. -Le dijo, intentando animarla-.
Penny: Sí, no trates de animarme. Sé que no soy buena para eso. Ya lo dije. -Antes de que la pelirroja pudiera decir algo...- ¡Pero hey, lo seguiré intentando! No me voy a rendir así de fácil. Incluso si soy la peor maquillando o pintando uñas.
Jessie: Jeje. Esa es la actitud.
Ambas se habían perdido ahora entre las estrellas y el enorme cosmos frente a sus ojos. Era hipnotizante. Una fuerte sensación de relajación y tranquilidad recorría sus corazones.
Penny se sentía refugiada cada vez que estaba junto a Jessie, como si la chica fuera maga, y pudiera encantar su corazón hasta dejarlo dulce y que se sintiera como en casa. Era un sentimiento difícil de explicar.
Penny: Hey. -Jessie se volteó hacia ella- ¿Alguna vez te paraste a mirar las estrellas?
Jessie: ¿Eh?
Penny: Me refiero a... frenarte un segundo. Frenarte en serio, de verdad. Y simplemente quedarte mirando el cielo. -Suspiró. Jessie no entendía a dónde quería llegar-.
Jessie: No sé... ¿tal vez?
Penny: Yo antes solía hacerlo mucho. -La contraria se le quedó mirando. Le gustaba escucharla hablar- Cuando estás en medio del mar y no tienes nada que hacer... el cielo parece brillar mucho más. Como si las propias estrellas te llamaran. -Sus ojos brillaban frente al inmenso universo. ¿Qué más podía pedir en un momento como este?-.
Jessie: Nunca he hecho algo así, la verdad. -Acotó. Dió una breve pausa- Peeero... puedo acompañarte ahora, si quieres. -Penny la miró de reojo. Sintió un cosquilleo que recorrió todo su cuerpo cuando conectó su mirada con la de la pelirroja-.
Fue un golpe fuerte. Una cachetada rápida. Un ataque que vino repentinamente. Esa sensación que tanto miedo daba pero que tan placentera era... mirar a los ojos a esa persona. La pirata podría haberse quedado así durante horas.
Penny solamente le devolvió una sonrisa. No supo qué decir. Su lengua no quiso funcionar. Quizá habrán sido los nervios, quizá la vergüenza, pero lo cierto es que su cuerpo comenzó a temblar una vez observó las uñas de Jessie y pensó en que habían quedado terribles. Y no tembló por miedo, tembló de una manera distinta.
Tembló junto a un pensamiento que la hacía rebuscar todavía más en su mente; ¿de verdad me quiere tanto como para no enfadarse ELLA conmigo? ¿En serio me aprecia de esa manera, que incluso pensó que YO era la que estaría enfadada con ella?
Y así siguió, pensando y pensando, con cientos de preguntas parecidas, similares unas a las otras, preguntas que no llegaban a nada, y que, a pesar de que parecían pocas, quizá podrían haber sido muchas más que las propias estrellas de aquel inmenso cielo nocturno.
Y Jessie pestañeó. La luz del sol había vuelto. Su corazón se sentía distinto al del recuerdo de aquella noche. Sentada, en exactamente el mismo lugar, ahora vestía distinto, pensaba distinto, su rostro se veía distinto y lo peor de todo; su vida era distinta.
Ahora tenía una cicatriz en el ojo, una seriedad en su carita que no podía quitar con nada, un inmenso dolor en el corazón y, por si fuera poco, aquel vacío dentro suyo que la hacía cargar con una culpa que, realmente, no le pertenecía.
Jessie miraba a un costado. Observó aquella misma rueda que había sido utilizada como silla. Donde alguna vez estuvo sentada una persona tan especial para ella, hoy en día no había más que un sitio vacío, una rueda sin su carro, una silla sin su dueño. Al igual que su corazón, todo aquello que veía a su alrededor se sentía quebrado, distorsionado, retorcido hasta un punto en el que no parecía la misma realidad... ¿qué es lo que había hecho?
Suspiró. Penny ya no estaba. Se había ido, y aquel recuerdo de la noche estrellada se borraba lentamente como la pintura seca de sus uñas. Misma pintura que ahora se mostraba en forma de manchas, desapareciendo poco a poco, al igual que la sonrisa de la memoria de lo que alguna vez fue su amiga.
¿Estaba muerta? No lo sabía. ¿Estaba viva? Deseaba con todo su corazón que sí. E incluso si no podía obtener una respuesta exacta en ese preciso momento, no podía evitar pensar en lo mismo, una y otra vez.
Tal vez, y solo tal vez, si aquella noche en la que la pirata se fue, ella hubiese dicho algo distinto... nada de esto habría pasado.
Y así, sentada sobre su rueda y observando el paisaje lleno de chatarra y partes metálicas oxidadas, el sol en el cielo iluminaba su rostro gris, una mirada perdida y vacía que se había convertido en la de otra persona. Ya no se parecía a Jessie Junker. Ya no más.
Esa miseria y tristeza que emanaba por todos lados, era fácil de notar. El propio niño camaleón la había notado hacía tiempo. No dejaba de verla así desde hacía días. ¡Y él la quería tanto...! que realmente le dolía en el alma ver a Jessie tan triste y desanimada.
Verla cambiar de actitud de forma tan repentina y abrupta, mirar cómo su alma se iba metiendo cada vez más y más en la oscuridad... de verdad quería salvarla de aquel limbo, ¿pero cómo lograrlo si él mismo era incapaz de llegar hasta allá?
En el fondo, el pobre Leon estaba frustrado. Y frustrado de verdad. No solo porque sentía que no encajaba del todo en el equipo, sino también porque, por mucho que tratara de animar a su amiga, lo único que lograba era sentir que la molestaba.
Nada en este mundo podía ayudar a Leon a sentirse a gusto con los intentos que hacía por animar a Jessie. Porque no importaba cuántas veces hacía reír a la pelirroja, ella siempre volvía a su estado triste y su actitud seria y amenazante que siempre mostraba últimamente. Y eso lo hacía sentir peor.
Jessie: ¿Pasa algo? -Le preguntó, volteando hacia atrás lentamente para mirarlo. Leon se había perdido tanto en sus pensamientos, que no se dió cuenta de que llevaba un par de minutos mirándola a sus espaldas-.
Leon: ¿E-Eh? ¡N-No! -Exclamó. Quedó un fuerte silencio, mismo que el muchacho rompió más pronto que tarde- S-Solo... seguimos t-trabajando en lo de la... la contraseña, jaja.
Jessie: ... Ah. -Y volvió a voltearse para mirar al frente una vez más-.
El camaleón quiso acercarse de a poco hacia ella. No quería tener miedo de hablarle, o sentir nervios cada vez que quería estar junto a Jessie. Estaba tan cambiada, que interactuar con su amiga era complicado para él, de vez en cuando.
Finalmente se acercó lo suficiente como para estar a su lado. Se sentó en la rueda que acompañaba a Jessie, esa misma que Penny había ocupado hacía mucho tiempo. Por el recuerdo tan reciente, ella simplemente reaccionó, impulsiva.
Jessie: ¡¡N-No te sientes ah-...!! -Gritó, asustando al pobre chico. Él ya estaba sentado, así que la pelirroja simplemente suspiró y lo dejó estar-.
Leon: Lo siento...
Jessie: Está bien, no te preocupes. -Apartó la mirada de él. Parecía molesta, enojada, pero no tenía nada personal con Leon. La situación simplemente la agotaba-.
Leon: ¿No estás bien, verdad?
Jessie: ¡¿Cómo quieres que esté bien si llevamos TODO el SANTO día intentando conseguir esa contraseña de MIER** y todavía no logramos NADA?! -Exclamó, frunciendo el ceño. Leon bajó la cabeza-.
Leon: Bueno, pero no me grites...
Esas palabras, acompañadas de un tono tan triste y apagado, fueron suficientes para que a Jessie se le pusiera la piel de gallina. Realmente no se daba cuenta, pero su actitud últimamente estaba muy cambiante. Era facilísimo hacerla enojar, y cuando se enojaba, explotaba como una de las dinamitas del viejo Mike.
No quería ser así, ella nunca se había comportado así. Lo ocurrido recientemente la hacía comportarse de esa manera tan impulsiva y frenética que tanto detestaba ahora, y se daba cuenta de que esa energía la controlaba cuando observaba a su mejor amigo, el camaleón, y lo veía tan triste y sumiso ante ella. Esa sonrisa que él siempre cargaba para animarla, se desvanecía cuando su cara fruncía el ceño y comenzaba a gritar como si fuera la tarada de Jacky.
Jessie se quedó en silencio. Miró hacia arriba. Dejó a Leon abandonado entre sus propios pensamientos, incapaz de salir de ahí. Una vez la pelirroja cerró los ojos y se tragó su propio orgullo entre la rudeza de su actitud "seria", suspiró y dejó salir los verdaderos sentimientos que habían en su corazón. A pesar del dolor del presente, la niña dentro de Jessie no la había abandonado, y el camaleón se dió cuenta de ello cuando su amiga lo miró de frente, con los ojos enormes y brillantes que lograban hacer volar tantas mariposas dentro de su estómago.
Jessie: Perdón. -Simplemente acotó, mirando a Leon, con verdadera tristeza en sus ojos- No debería gritarte así, tienes razón. -Apartó la mirada- Perdón por... desquitarme contigo, Leon.
Leon: ... No importa. -Agregó, también mirando hacia otro lado. Parecía que ninguno de los dos realmente se animaba a chocar las miradas- Entiendo por lo que estás pasando. Estoy seguro de que vamos a encontrar esa contraseña, no te preocupes. -Le sonrió, ahora sí, mirándola-.
Jessie: No sé. -Suspiró-.
Leon: ¿Y eso? -La pelirroja no contestó, nada más que una cabeza baja hablaba por ella- No me digas que ya te rendiste...
Jessie: No quiero rendirme. -Dijo, firme ante su compañero- Pero no sé, llevamos tanto tiempo con esto, que... ya no sé qué más pensar.
La chica se levantó de la rueda en la que se sentaba. Dándole la espalda a Leon, comenzó a caminar lentamente de un lado a otro, pensativa. Pero no era una expresión de pensamiento de detective. Ya saben, no parecía como si en verdad estuviera planeando algo. Leon la miraba y no podía observar nada más que preocupación en su rostro, y era normal ver a Jessie así estos últimos días, pero acá parecía que quería decir tantas cosas, que terminaba por esconder y ahogar todos sus pensamientos dentro suyo.
Jessie: Es como si... -Dió una pausa. Trataba de encontrar las palabras adecuadas-.
Leon: ¿Ajá?
Jessie: Es como si estuviera perdida en medio de una isla. -Leon movió su cuello, acompañado de su cabeza que se giraba hacia abajo. Confundido, la miró- Eres consciente de que estás atrapada ahí, y no tienes a dónde ir. Y por mucho que quieras volver a casa, simplemente no puedes...
Leon: ... Entiendo. -Acto seguido, susurró- Creo...
Jessie: Y aunque intente buscar la solución y darle vueltas a miles de ideas, mi instinto de ingeniera no me ayuda en nada. No encuentro la manera de salir de esta isla, Leon. -Lo miró, frustrada- ¿No te pasó alguna vez?
Leon: Eh... Definitivamente, sí. Obvio. -La pelirroja se le quedó mirando. ¿Había sido demasiado obvio que no entendía NADA de lo que ella decía?-.
Jessie: Ugh, no sé para qué me molesto en explicarlo. Estoy tan hundida en la miseria, que ni siquiera puedo entenderme a mi misma. -Y suspiró, tapándose los ojos, finalmente cayendo rendida ante el vacío que la tragaba-.
Fue en ese preciso momento en el que una luz interior pareció brillar frente al abismo que enfrentaba. Aquella frase lo había hecho todo más claro. Lo que parecía ser un bosque oscuro, se comenzó a convertir en un campo de flores que rápidamente dibujó una leve sonrisita en la cara de Jessie.
Jessie: "hundida en la miseria"... -Repitió, en voz baja-.
Leon: ¿Eh?
Jessie: ¡¡"HUNDIDA EN LA MISERIA"!! -Exclamó, pegando un salto, con una sonrisa enorme en su rostro- ¡¡ESO ES!!
Lectores, si supieran lo veloces que fueron las piernas de Jessie para ponerse en marcha al instante y salir corriendo hacia aquella casa rodante...
Leon la persiguió, más confundido que antes, mientras Jessie corría y sonreía ante el viento que chocaba con sus mejillas.
Pegó un portazo que sorprendió a Bull y Jacky, mismos que seguían con la laptop de Penny, intentando resolver el rompecabezas de la contraseña. Bueno, no lo intenten más, Jessie venía confiada y sonriente frente a los dos mayores.
Jacky: ¿Ahora qué?
Jessie: A un lado. -Y se apoderó de la laptop en un santiamén-.
Ahí estaba ella, sentada frente a la máquina, con los ojos de sus amigos expectantes ante sus movimientos. Estaba escribiendo, a punto de colocar las palabras que la llevarían al momento que había estado esperando. El suspenso se sentía en el aire, la casa rodante se prendía en llamas mientras Jessie tecleaba cada letra en aquel teclado. Y cuando menos se lo esperaron...
"MISERY FEL"
...
Contraseña incorrecta. Por favor, inténtelo nuevamente.
Jessie: ¡¿Q-Q-Q-Q-QUÉ?! -Exclamó, pegando un grito de indignación- ¡¡POR FAVOR, PENNY!!
¿Cómo podía ser? Esa era exactamente la contraseña que recordaba haber escuchado de los propios labios de Penny. ESA era la contraseña... ¿o acaso Jessie estaba equivocada?
Estuvo a pocos segundos de deprimirse una vez más, hasta que llegó Leon al rescate para darle una idea brillante a su amiga. Una idea que la sacaría de la penumbra en la que se estaba metiendo de nuevo.
Leon: ¿"FELL" no se escribe con dos L's?" -Jessie lo miró-.
Jessie: Ah. -Tecleó nuevamente-.
"MISERY FELL"
...
Bienvenido/a de vuelta, "PENELOPE GRANVILLE (la pro B) xd)".
Jessie: ¡¡BINGOOOO!! -Y todos comenzaron a celebrar y gritar como locos-.
Bull: ¡¿FUNCIONÓ?! ¡¿DE VERDAD FUNCIONÓ?!
Jacky: ¡¡ESA ES MI NIÑA!! -Exclamó, seguido de un golpe en la nuca a la ingeniera que despeinó sus cabellos pelirrojos y le descolocó la gorra-.
Jessie: Jeje, no puedo creerlo.
Leon: ¡¡Bien, Jess!! -Le dijo, sonriendo por la gran victoria. Ella lo miró, también sonriente. Se veía muy tierno-.
Jessie: Gracias por la sugerencia, Leon. -Apartó la mirada- O corrección... lo que sea.
Leon: De nada, perro. -Sacó la lengua, orgulloso de sus dotes gramáticos-.
Jessie: ¿"Perro"? -Subió la ceja. La conversación, ya sea para bien o para mal, terminó ahí-.
Jacky: ¡De acuerdo, ahora TÚ hazte a un lado! -Empujó a la chica, agarrando la laptop y acomodándose en la cama donde estaban sentados-.
Con la laptop apoyada en sus muslos, Jacky comenzó a mirar absolutamente TODO, comenzando desde el escritorio.
Bull: Me sumo. -Y se acercó a la minera-.
Un escritorio bastante fuera de lo común. Al menos, fuera de lo común para alguien que no conocía el carácter burlón y tonto que tenía Penny a veces. Para empezar, las carpetas y aplicaciones estaban totalmente desorganizadas, todo desordenado por doquier, y el fondo de pantalla era el mismo que el de su foto de perfil, EL GATO PESCANDO EN LA PANTALLA DE UN CELULAR CON AGUA. Ese gato me atormenta por las noches.
Jacky: A ver, tiene que haber algo importante por aquí. Veamos las carpetas. -Clickeó la primer carpeta que encontró en el escritorio... "FOTOS"-.
Jessie y Leon no miraban la pantalla, incluso si les interesaba mucho, ámbos tenían sus razones para no acercarse a la laptop. En primer lugar, Leon simplemente seguía el comportamiento de Jessie; si ella no se acercaba, él tampoco. En ese ámbito, era muy obediente, aunque siempre tenga un carácter travieso. Pero sobre todo, era respetuoso, así siempre lo habían criado, y con Jessie, el respeto era todavía más importante para él.
En el caso de la pelirroja, sentía que realmente estaba profanando una tumba cuando algo le recordaba mínimamente a su mejor amiga. ¿Y algo tan personal como lo era aquella laptop? Realmente le causaba escalofríos simplemente pensar en abrirla y mirar todos los archivos de esa computadora.
Jacky y Bull no pensaban igual, y se notaba.
Bull: Son puras fotos de ella y Jessie. -Decía, curioso-.
Jacky: Sí... -Contestó- Excepto esta. -Procedió a abrirla-.
Bull: ¡Ugh! ¡Es ese estúpido gato pescando otra vez! -Exclamó, enojado-.
Jacky: ¡¡JA, JA!! -Carcajeó- Ese gato te acompañará en tus pesadillas, toro. -Sonrió-.
Bull: Ni lo dudes. -Rodó los ojos-.
Siguieron navegando en el ancho mar de archivos y pixeles de aquella secreta computadora. Los niños ni siquiera se acercaban, simplemente escuchaban y veían las reacciones de sus mayores ante lo que veían en la pantalla.
Jacky: Okay, siguiente carpeta; "JUEGOS". -La abrió- Hmm... aquí no hay nada raro.
Bull: "DDLC"... ¿qué significa eso? ¿"Donde dejé la cresta"? ¿"Dedos de la crisálida"? ... ¡¿"DANDO DOS LONCHERAS, CANADÁ"?! -Exclamó-.
Jacky: Ni idea, apenas sé usar una computadora. Me estás pidiendo mucho. -Siguió leyendo los nombres de los juegos- "Stardew Valley", "Roblox", "Minecraft", "Monkey Island", "Emulador N64"... qué cosas raras.
Jessie: Lo raro es que son bastantes juegos, y no recuerdo haber visto a Penny pagar ni un solo centavo por un juego. Jamás. -Subió la ceja-.
Parece que Penny era una pirata de pies a cabeza, y no solamente en los siete mares, ¿también navegando por Internet? Sonaba irónico.
Jacky: No conozco nada de esto. Siguiente carpeta. -Y se apresuró a ver la que seguía- Hm. "Tareas".
Jessie: Pff, ¿tareas de qué? -Carcajeó. Tuvo un recuerdo chistoso sobre su amiga- Esa vaga nunca hizo ni una sola tarea de nada. Nunca la vi estudiando.
Bull: Quizás nunca te lo contó.
Leon: Quizá había empezado hace poquito.
Jacky: Quizá tenía pensado hacerlo y-... A LA MIE***. -Sus ojos se abrieron como platos al presionar la carpeta y abrirla-.
El grito de Jacky provocó una diferencia de reacciones que solamente se compartían por un solo sentimiento; el asombro. La expresión en la cara de la minera era una que Jessie jamás había visto antes. No sabía qué había en la pantalla, pero no solo había logrado hacer que Jacky abriera los ojos bien grandes, sino también que el propio grandullón, Bull Blanco, se quedara con la MISMA expresión que era difícil de explicar.
Bull: Uf. -Solamente pudo decir-.
Jessie: ¿Qué pasa? ¿Qué tiene?
Jacky: NO. -Agregó al instante- No pueden ver esto... por Dios. -Se le cayó una gota de sudor. Realmente se había puesto nerviosa-.
Leon: ¿Qué? ¿Por qué? -Se quejó-.
Jacky: Simplemente NO.
Bull: ¿Y esa chica? ¿Qué está haciendo con su codo? -Preguntó, todavía mirando la pantalla, algo confundido- ¿Por qué pone su rodilla así?
Jacky: NO QUIERO SABERLO. -Y rápidamente cerró la carpeta repleta de archivos. No hacía falta indagar más. No les iba a servir de investigación- Aquí no hay pistas.
Y así siguieron en su barco, en altamar por el infinito mar virtual de aquella laptop que acababan de conocer por el interior. Ahora que habían conseguido la contraseña, no había nada que los pare. Visitaron muchas otras carpetas, "VIDEOS", "ANÉCDOTAS", "APLICACIONES", "MEMES"... ninguna realmente servía de algo. Llegó un punto en el que los propios niños se acercaron a ver, intentando encontrar alguna pista, algo que les diga el paradero de la pirata, algún detalle que se les esté escapando...
Exactamente, escondido como un tesoro en una isla secreta, aquella carpeta de archivos secretos estaba oculta como ninguna otra. No era una carpeta normal, era íntima, más íntima que todas las demás. Una carpeta que contenía, quizá, los más oscuros secretos de la pirata, y que Jessie logró reconocer con solamente leer el nombre... "POEMAS Y CUENTOS".
Jacky: No creo que encontremos nada acá.
Jessie: Confía en mí. Ella se la pasaba escribiendo cosas por las noches. Siempre la escuchaba teclear sin descanso. Tenía una imaginación enorme.
Bull: ¿Y eso a qué se debe? -Jessie lo miró, en silencio- Digo, no parece tan imaginativa.
Jessie: ¿No parece? -Apartó la mirada- Bueno, ella me contaba que la mayoría de cosas que escribía eran historias de piratas, y esas cosas. Algunas hasta eran anécdotas. Cosas que había vivido ella misma en carne y hueso.
Jacky: Suena muy heróico. -Agregó, en un tono burlón y sarcástico. La ingeniera Junker ignoró ese detalle-.
Jessie: De hecho, sí lo es. -Afirmó, orgullosa de su amiga- Quizá haya algo entre estos manuscritos.
Leon: Y si no, al menos nos llevaremos alguna historia interesante. -Trató de mirar el lado positivo-.
Jacky: ¿Estás diciendo que tenemos que leer TODA esta mie***...? -Jessie asintió con la cabeza-.
El silencio repentino de la minera hizo hasta reír al toro. Ya se llevaban mejor entre ámbos, pero incluso si al principio se habían casi agarrado a golpes, Bull no podía evitar sentir el mismo sentimiento que la chica de la mina en aquel momento.
Jacky: Okay, estoy fuera, niña. Avísenme cuando terminen. -Y rápidamente se levantó de la cama, dejándole la laptop a los dos menores. Se levantó, se estiró, pegó un bostezo y estuvo a punto de irse, de no ser por el grito repentino de la pelirroja-.
Jessie: ¡¡Espera!! ¡¿A dónde crees que vas?! -La enfrentó. Jacky se dio media vuelta para mirarla, con esa expresión sarcástica y confiada de siempre-.
Jacky: Jess, ¿te parece que soy YO la indicada para leer veinte textos distintos, así de corrido? Ni siquiera es seguro que encontremos algo interesante entre toda esa cag***. -La pequeña Junker frunció el ceño-.
Jessie: Cuida tus palabras, Jacqueline. Es de mi mejor amiga de la que estás hablando. -Dió una breve pausa- Y de una desaparecida. -Se afirmó ante ella-.
Jacky: Pff, ¿y eso de llamarme por mi nombre completo? -Se acercó lentamente ante la pequeña- Anímate a repetirlo. Llamame por mi nombre UNA vez más.
Las miradas de las dos muchachas chocaban como una guerra a punto de empezar. Una llama que se encendía y que las llevaría a un problema si no la apagaban antes del incendio.
Jessie lo pensó una vez. Lo pensó dos. Quizá la tercera ya estaba de más. En silencio, Jacky esperaba la respuesta de la contraria, que entre ahogos y una respiración agitada, dió un paso adelante del que, tal vez, más tarde se arrepentiría. Era hacerse respetar y hacer respetar a Penny, o sentirse débil e inútil otra vez, como todos los días. Esta vez sería distinto.
La menor miró a su mayor a los ojos, y con el ceño fruncido y una leve sonrisa confiada, Jessie contestó.
Jessie: No me hagas repetir las cosas, Jacqueline.
El silencio se apoderó del cuarto. Leon sintió la ira inminente de la minera con tan solo escuchar las palabras de la pelirroja. Tanto fue su miedo, que el camaleón decidió acercarse al toro y esconderse detrás de él. A este punto, incluso el propio Bull mostraba una expresión aterrada.
Jacky: Hm. -Fue lo único que se oyó- Ja, ja. -Comenzó a reírse lentamente, en un volúmen muy bajo-.
Jessie Junker no lo sabía, pero acababa de despertar una bestia. En momentos como estos, bajo un estrés grande y una personalidad explosiva, Jacky DETESTABA que la llamen por su nombre completo. Quizá habían sido esos momentos de su infancia en la que la regañaban por todo y la llamaban por su nombre, esos momentos fueron los que lograron que odiara su propio nombre y, por ende, se odiara un poco a sí misma también. Y ahora, odiaba sentirse así, odiaba el calor dentro de su corazón, y odiaba estar ciega por la furia que la controlaba.
A pesar del pesado ambiente que se había construido bajo la furia de la minera, Jessie se mantenía en pie. No bajaría la cabeza hasta enfrentar a, tal vez, una de las personas más fieras y aterradoras que había conocido. Jacky podría parecer algo tierna si no la conoces, pero cuando te le acercas, te das cuenta de lo que está hecha en realidad. Y es capaz de TODO cuando está enojada.
Jacky: Te crees muy fuerte y atrevida, ¿verdad? -Su voz había cambiado por completo. Entre susurros roncos y apagados, la minera casi no dejaba ver su mirada, la escondía bajo su casco y su cabello negro- CONTESTAME.
Se atrevió a tomar a Jessie de la camiseta, dejando lucir su mirada fría ahora sí. No se iba a quedar de brazos cruzados cuando le faltaban el respeto, ni aunque se tratara de una niña. Eso de cerrar la boca y guardarse todo el dolor ya lo había hecho muchas veces en su vida, no era una opción.
Bull: Hey, t-tranquila... e-es solo una niña. -Acotó. Jacky lo escuchó- ¿Podemos calmarnos todos? -Era irónico que lo dijera él. Y aun si ni siquiera era el más adecuado como para pedir que se calmaran, él era el único al que la muchacha podría escuchar-.
Jessie: No me toques. -Le susurró en voz baja frente al rostro de su oponente, que respiraba echando humo cual toro enfadado. Parecía que Jacky adoptaba los sentimientos explosivos de su abuelo, pero ella los canalizaba de una forma más agresiva todavía-.
Jacky: Discúlpate, entonces.
Jessie: ¡¿YO?! ¡¿YO DISCULPARME?! ¡¿POR QUÉ ME DISCULPARÍA YO?! -Se le escapó una carcajada indignada-.
Jacky: Porque tú empezaste.
Jessie: Yo no me estaba burlando de una persona desaparecida.
Jacky: Yo JAMÁS me burlé de ella. -Apretó los dientes, con la mirada clavada en la pelirroja-.
Jessie: ¡SÍ, LO HICISTE! -Y casi como si un impulso violento se apoderara de su corazón, Jessie simplemente... actuó-.
Desde este punto, todo se sintió como en cámara lenta. El puñetazo que azotó Jessie directo a la cara de Jacky le descolocó el casco en cuestión de segundos. Las garras de la minera desgarraron el cuello de la camiseta de Jessie, que se sacaba de encima, finalmente, a la mayor.
Bull y Leon miraron todo con cautela, desde el rincón de la habitación, sin opinar nada. Jacky dió tres pasos hacia atrás, con la cabeza baja. En total silencio, ahora Jessie estaba libre de sus manos. La minera se quedó quieta. Se acomodó el casco y subió la cabeza. Un moretón algo grande en su cara se acababa de formar cerca de su ojo. Parecía tornarse morado mientras pasaba el tiempo... eso debió doler.
Jacky: Hija de pu**. -Se le escapó el insulto, tan natural en ella. Acto seguido, subió su mirada hacia Jessie-.
Esto se iba a poner feo... es lo que pensaron los dos hombres. No sabían si parar a Jacky en ese momento, o si ella misma sería capaz de ponerse freno. Bueno, eso estaba por verse...
Jacky: ¡¡AGH!! -Como un bólido, se movió rápidamente a la mocosa pelirroja con furia y fuerza en sus brazos extendidos-.
El cuerpo de Jessie salió empujado hacia la cama en la que se posaba la computadora cuando los brazos de Jacky golpearon su pecho. Ella simplemente aterrizó, cayó en el costado de la cama, con los ojos cerrados y un susto enorme. El empujón había dolido, pero le dolía más que la que lo había causado era, supuestamente, "su amiga".
Lo que la menor Junker no sabía, era que, realmente, la minera retuvo su ira con muchísimo esfuerzo. Con toda su alma, aguantó las ganas de molerla a golpes. Era Jessie, ¿cómo podía golpearla de verdad?
Si hubiese querido atacarla realmente, a Jessie le hubiese dolido mucho más el empujón, pero lo cierto es que el corazón de la muchacha no se lo permitió.
Aun así, el empujón fue suficiente para arruinar el ambiente por completo. Y por si fuera poco, el cuerpo de Jessie rebotó al aterrizar al costado de la cama. Adivinen qué pasó con la laptop que se tragó el rebote...
Todos en la sala, a excepción de Jessie, pudieron ver cómo la laptop de Penny rebotaba y volaba hasta el techo de la habitación. Nadie pudo reaccionar ante la semejante velocidad de eventos. No quedaba nada más que ver cómo la máquina se desplomaba contra el suelo, crujiendo por dentro como si los cables y los componentes se hubieran resquebrajado entre los bits y pixeles de la pantalla.
Y de pronto... silencio.
La chica Junker abrió los ojos. Le dolía el corazón por el ataque de Jacky, pero le dolería todavía más después de observar, con sus propios ojos, que el sonido de algo rompiéndose que escuchó no había sido su imaginación, sino que se trataba de aquella reliquia que no supo cuidar.
La laptop, totalmente golpeada y desarmada, reposaba junto a sus piezas dispersas por toda la alfombra. Por debajo de la cama, atrás de los muebles... en toda la habitación habían trozos de la vida digitalizada de Penny. Misma vida que ahora, al igual que ella, habían desaparecido por completo.
Y todo se debía a...
UNA.
Sola.
Persona...
Jessie: ¡¡NOOOOO!! -Gritó, casi con la voz quebrada-.
El eco de su grito se escuchó en la lejanía. Sus ojos comenzaron a lagrimear cuando el enfoque de la ingeniera ni siquiera se fue a la pelea. Ya no le importaba devolver otro empujón o azotarla una vez más, ella sabía que nada de eso resolvería la situación. Ningún otro puñetazo podría arreglar la laptop, ni su vida.
(Créditos a StarNamedSun en Twitter)
Bull: No puede ser. -Susurró, y se tapó los ojos. Leon, a su lado, estaba en shock-.
La reacción de Jacky fue absolutamente imprevista. Su ceño fruncido y sus dientes de acero, afilados para luchar, parecieron desvanecerse con solo escuchar el grito de Jessie. Sus cejas subieron, y sus ojos se mojaron muy lentamente cuando se dió cuenta de lo que había pasado.
Sabía que era su culpa, sabía qué había hecho, pero... ¿qué le quedaba hacer ahora? No podía resolverlo, no podía arrepentirse ya. Era muy tarde para eso.
Quizás hace unos pocos minutos hubiese deseado ver a Jessie llorar por haberla molestado, pero ahora, lo único que deseaba era que la tierra la tragase, y que se pudiera rebobinar el tiempo hacia atrás, para darse un empujón a sí misma y no hacerle caso a sus impulsos explosivos.
Quizás las palabras de Jessie le habían dolido, pero ahora le dolía más verla llorar frente a la laptop desarmada y desplomada, que observaba con lágrimas en los ojos como si se tratara de sus propios sueños y esperanzas, destruidos frente a ella.
Jessie: N-No... -Murmuró-.
Jacky: Ay... -¿Qué podía decir en un momento como este? ¿Siquiera PODÍA decir algo...?- ... J-Jess... Yo-...
Jessie: ¡¿V-VES LO QUE HACES?! -La miró de repente, gritándole en la cara, chorreando lamentos bajo sus pestañas- ¡¡ESTO ES TU CULPA!!
La mirada perdida de Jacky se presentó en la sala cuando el grito de la pelirroja le hizo recordar algo. Quizá una voz que le gritaba exactamente lo mismo que Jessie le decía. ¿Era acaso esa la voz de su padre? ¿O la de su madre? A decir verdad, no importaba. Cualquiera de los dos le hubiese gritado algo parecido.
Jacky: N-No quise...
Jessie: ¡¿NO QUISISTE QUÉ?! -Volvió a gritar. Al final de la frase, su voz se quebró- ... Solamente arruinas las cosas. Te burlas de mi amiga. Te ríes de TODA la situación... ¡¡como si esto fuese un MALDITO JUEGO!! -Dejó caer más lágrimas de ira- Mataste la ÚLTIMA oportunidad que tenía de volver a ver a Penny. Mataste la ÚLTIMA chance que me quedaba de encontrarla... ¡¡ERES UN MONSTRUO!!
Fue suficiente para que el corazón de Jacky se apretara y le doliera más que nunca, quizás. Sí, en esta ocasión, el dolor de su corazón dolía diez veces más que el dolor que le dejó el puñetazo de la pelirroja.
En un impulso de ansiedad y mucha ira, Jessie se encogió en sí misma, y con sus puños, comenzó a golpear el suelo, haciendo un berrinche. Liberando así su bronca, solamente repitió una y otra vez "¡¡TE ODIO!!" mientras la minera escuchaba cada palabra, mientras resonaba en su mente el momento en el que empujaba a la chica.
TE ODIO. TE ODIO. TE ODIO. TE ODIO. TE ODIO.
No podía aguantarlo más. No podía ver a Jessie así de angustiada y frustrada. Y todo por su culpa.
Con la mirada perdida, la pelinegra caminó lentamente hacia la salida. De fondo, nada más que golpes, llantos y gritos de "TE ODIO" que la atacaban uno detrás del otro, como si fueran aguijones directos a su corazón.
Bull se encargó de acompañar a Jacky. La siguió detrás y cerró la puerta cuando ambos salieron de la casa rodante hecha habitación.
Todavía se escuchaban los gritos de Jessie desde fuera, y así siguió por unos cuantos segundos hasta que, de la nada... paró.
La chica lloraba como una niña pequeña perdiendo su juguete favorito. Y, aunque en este caso era algo serio, la propia Jessie no podía evitar sentirse como una niña estúpida que lloriqueaba.
Leon se apiadó y se acercó hacia ella, muy lentamente. Apoyó su mano sobre su hombro, cosa que no duró mucho, porque la pelirroja no tardó en abalanzarse hacia él con los brazos abiertos y hundirse en su sudadera verde.
Las lágrimas de Jessie empapaban el pecho del suéter de Leon, que se sintió extraño en esa situación. Aun así, sabía que no tenía más remedio que quedarse a apoyarla, era lo menos que podía hacer. La mano del chico rodeó la espalda de su amiga, y la abrazó con delicadeza mientras ella apretaba el cuerpo de él con sus brazos. Él era lo único que le quedaba.
El llanto de la ingeniera se entrecortaba y se quebraba con cada respiración agitada que daba. Su rostro, rojo y lleno de lágrimas, no paraba de lamentarse, buscando un refugio entre la cálida compañía del camaleón.
Leon: Tranquila, ya pasó. Ya está. Ya se fue. -Y se atrevió a peinarla lentamente, acariciando su cabello. Era algo que siempre hacía cuando su hermana lloraba frente a él. Siempre ayudaba a calmarla-.
En el caso de Jessie, la técnica también funcionó. Su llanto comenzó a disminuir, aunque no se despegaba del camaleón por nada del mundo. Ese abrazo era eterno para ella, no había nada que pudiera hacerla sentir mejor en aquel momento. Leon siempre estaba, en las buenas, en las malas, y en las peores.
Leon: Se volvió loca, qué estúpida. -Acotó, con rabia-.
Y mientras el viento soplaba afuera y las lágrimas de Jessie se iban desvaneciendo entre la sudadera del chico camaleón, Bull observaba a Jacky, de espaldas. Ella no mostraba su rostro.
Bull: No puede ser, no puede ser, no puede ser. -Repetía para sí mismo- ¿Y ahora qué hacemos?
La minera no respondió, solamente estaba quieta, parada frente al cielo y a la infinidad de chatarra que había en aquel lugar. El olor a óxido la acompañaba en aquel momento. La culpa era su única juez, y de a poco comenzaba a ser más que dominante.
El toro suspiró, a la par que se acercaba a la muchacha, intentando calmarse él mismo para poder calmarla a ella también.
Bull: Eh, ¿e-estás bie-...
Jacky: NO ME TOQUES.
Y fue ahí cuando Jacky finalmente demostró sus verdaderos sentimientos. Esa máscara que la protegía de la vergüenza, ahora por fin se caía para que Bull la viera con los ojos llenos de lágrimas.
Así es, un moretón morado en el ojo y una fuerza impresionante para retener sus lágrimas. Nunca era suficiente, su corazón no podía más. Necesitaba explotar y dejarlo salir, pero era incapaz.
Jacky solamente le regaló una mirada penetrante al toro, que lo dejó sin ganas de querer acercarse a ella otra vez. Acto seguido, comenzó a caminar lentamente y se perdió entre la chatarra del lugar.
Bull: Aish... -No sabía a dónde ir. ¿Seguir a Jacky? ¿Quedarse con los niños y cuidarlos en este momento tan... denso? ¿Qué debía hacer?-.
Su indecisión se notaba en sus movimientos. Miraba a Jacky desapareciendo entre la chatarra, miraba a la casa rodante, miraba a Jacky de nuevo, a la casa rodante, a Jacky, y finalmente perdió su mirada en el suelo.
Bull: Ugh. -Se quejó, y rápidamente se metió en la casa rodante. Esos niños lo necesitaban más que Jacky, probablemente-.
Allí los pudo ver, abrazados en el suelo. Leon fue el único que subió la cabeza para mirarlo al entrar. Arrodillados estaban frente a la laptop destruida. Bull deseaba poder hacer algo al respecto, pero... ¿qué sabía ÉL de computación? Era inútil intentarlo. Quizá el conocimiento de Bibi y sus consolas retro podrían ayudar en algo, pero lo dudaba muchísimo. Además, no veía a esa mugrosa niña desde hacía un día casi. Probablemente estaría enojada con él.
Bull: Bah. -Suspiró nuevamente- ¿Están bien, mocosos? -Jessie salió de su madriguera en la sudadera del chico y lo miró, tan triste y llena de lágrimas-.
Jessie: S-Sí.
Bull: Bien. -Se sentó en la cama al lado de los dos- Esto... es un desastre. No sé cómo resolverlo.
Leon: No estás ayudando mucho. -Le susurró. Bull solamente bajó la cabeza-.
Y en ese momento, algo inesperado ocurrió. Llámalo esperanza, llámalo milagro, lo cierto es que era real y podían verlo con sus propios ojos. O, al menos, Leon lo observó. ¡Incluso pestañeó siete veces para no perder la cordura! ¿Qué era eso que veían sus ojos?
Leon: ¿Y esto?
Una de sus manos se apoyaba en el cabello de Jessie, que lo seguía acariciando para tranquilizarla. Sin embargo, con la otra mano, el camaleón revolvió entre las piezas destrozadas de la laptop, y encontró algo interesante.
Al tratarse de una laptop algo antigüa, contaba con un lector de CDs, ¿hasta ahí me siguen?
¿Pueden creer que, empotrado entre las piezas de plástico del lector de CD destruido, había un papel?
No, no era un papel de baño o de cocina. Se trataba, más bien, de una hoja. O, para que suene más misterioso; una NOTA.
Usando sus dos manos, Leon la abrió, y fue ahí cuando la situación pegó un giro enorme en los acontecimientos. Aquella nota... parecía estar sin terminar, como si la hubiesen dejado incompleta, abandonada a las apuradas. Con una letra algo rebelde y desprolija, la nota decía tal que así...
"Desearía poder escabullirme entre los arbustos
Correr más allá de aquella pradera
Treparme sobre la casa del árbol
Y, quizás, solo así, podré esconderme de todo el amor que siento por ti"
-P.
Bull: ¿Qué es eso? -Le preguntó al niño. El camaleón subió la mirada-.
Leon: Creo que... es una nota de Penny. O algo así.
No se imaginan la velocidad que tuvo la pelirroja para subir la cabeza y mirar al chico de la sudadera verde. ¿De qué estaba hablando? ¿Una nota? Los ojos de Jessie ahora buscaban respuestas, y con sus manos que ahora secaban sus lágrimas, esperó el momento justo para mirar a su querido amigo y preguntar...
¿Q-Q-Q-Q-QUÉ?
.
.
.
De pronto, una silenciosa habitación se hizo presente tras los ojos de aquellos dos robots. Callados, en total calma. O, al menos, era lo que querían que todo el mundo creyese.
Sí, la noche de ayer había sido "movida", cuanto menos. Una gran discusión que los llevó a una fuerte pelea, y una fuerte pelea que los llevó a un violento choque. La noche de Rico y Carl había sido desastroza, mucho más para ser la primera vez que se conocían. Y si bien la primera impresión había sido arruinada por completo por los traumas de Carl, ellos ahí estaban.
Uno al lado del otro, sentados en la recepción, como la primera vez que se vieron. Era extraño, sentían que ya habían vivido esto antes, pero las cosas se sentían un poquito distintas ahora que tenían cierta "relación", y no eran unos completos desconocidos.
Carl se mostraba tranquilo. Ahora que podía ver a Rico y no sentirse paranóico (al menos, no TAN paranóico), sentía que podía respirar con calma, sin problemas. En cuanto a Rico... bueno, él era un robot muy charlatán y enérgico, ya lo conocen. Le encanta hablar, y hablar, y hablar, y seguir hablando... ¿podrían creerme si les dijera que, en este caso, estaba en completo SILENCIO absoluto?
El minero lo miraba de reojo, intentando no irrumpir en su privacidad, ni queriendo entrar en el rango de visión de aquel grandote robot del arcade. Rico simplemente mantenía su mirada fija hacia el frente, con una expresión preocupada en aquella recepción semi vacia que llegaba a incomodar a cualquiera.
Igual que en aquella comisaría donde se habían conocido, una televisión cuadrada, algo antigüa, sonaba y resonaba por las paredes del sitio. En el canal, nada más que una especie de programa monocromático para niños sobre un gato monocromático que se metía en problemas monocromáticos junto a sus amigos monocromáticos. Para Carl, sonaba divertido, sobre todo cuando su gusto culposo eran las caricaturas. Y más las monocromáticas.
Carl: Jeje. -Carcajeó despacio, aunque llegó a ser un sonido fuerte que irrumpía entre tanto silencio-.
Y a pesar de la risita del geólogo, Rico no pareció ni inmutarse ante nada. Se veía preocupado, Carl podía notarlo en su ojo. ¿Y cómo no estarlo? Llevaban casi una hora y todavía no lograban su cometido.
Carl lo recordó una vez más... ¿qué hacían en el consultorio de un psicólogo...? Hm. Ah, sí. Esperar a aquella maquinita, claro.
En la mañana, después de un repentino mensaje de texto, Rico salió corriendo junto a Carl (que pidió acompañarlo) al consultorio de una psicóloga reconocida en la región de Brawltopia. Todo con la misión de esperar en la recepción a su viejo amigo; 8-Bit. Sí, logró salir impune después de atacar a esa ancianita, pero su sentencia sería, quizá, incluso peor (desde su punto de vista). ¡¿UN AÑO ENTERO DE CITAS EN EL PSICÓLOGO?! Eso sí era algo nuevo.
Y a pesar de que había pasado un laaaargo rato desde que habían llegado al consultorio, 8-Bit parecía tomarse su tiempo. "Venimos a esperar al paciente 8" fueron las palabras de Rico al llegar. La recepcionista los hizo sentarse en aquel sillón tan cómodo, pero a pesar de la comodidad, los nervios asesinaban a sangre fría a Rico desde su propia mente. Quizá no estaría mal una cita con la psicóloga para sí mismo cuando todo esto haya terminado.
Carl siguió prestándole atención a la televisión. Aquel gato era un desastre, un verdadero personaje.
¡Y recuerden, niños! ¡No hagan esto en casa! -Fueron las palabras del pequeño gatito antes de salir volando en un cañón para, más tarde, explotar y destruir una casa ajena y dominarla por completo, con el único deseo de acostarse frente a la estufa y dormir calentito. Lo que haría cualquier gato común y corriente, ¿verdad?-.
Carl: Ese gato siempre logra lo que quiere. -Sonrió-.
¿Verdad que sí? -De pronto, una voz totalmente desconocida le respondió, logrando que Carl pegara un grito de susto que casi lo mata-.
Carl: ¡¡AAAHH!! -Se encogió en sí, mirando a quien, de pronto, estaba sentado a su lado. Y no, no era Rico- Eh...
(Créditos a ChompzillaG13 en DeviantArt)
B: Ese gato... es divertido, ¿no es así? -Aquella voz tan apagada, algo relajante pero inquietante a la vez... la desconocida miró a Carl, totalmente perdida en su mirada. Esperando una respuesta de parte del minero-.
Carl: Eh... Sí, totalmente. Sí. -Examinó un poco a la chica que se mostraba frente a sus ojos. Era pequeña, bajita, vestida de abeja y totalmente monocromática-.
B: Se trata de una caricatura algo antigüa. A mucha gente puede no agradarle, ¡pero a mí sí! -Sonrió- Ese gato, tiene un sentido del humor excepcional.
Carl simplemente escuchaba cada palabra que ella decía. Se veía algo asustado, aun así.
B: Su voz, su sonrisa, sus colores... me recuerdan a aquel mimo de antaño. ¿Lo conoces? -Miró a Carl-.
Carl: ... ¿Mimo?
https://youtu.be/LJMyZjBESNM
(Soundtrack de la escena)
B: Gray. Ese era su nombre. -Clavó sus pupilas en el minero- Su nombre artístico, claro. Un hombre muy correcto. Siempre hacía sonreír a quien sea. No solamente a los niños, a los adultos también.
¿De qué hablaba esta mujer? Era lo único que podía pensar Carl en este momento.
B: Y aunque nunca lo escuchaban hablar, siempre se hacía un lugar entre las sonrisas de la gente. -Suspiró- Sí, siempre fue así hasta aquel día, claro está.
Carl la miró, ya incómodo.
Carl: ¿Aquel día?
B: El día de su muerte. -Sonrió- Al igual que su sonrisa. Al igual que su compañero, de un día para el otro, ninguno de los dos volvió a aparecer. Nunca más. Desaparecieron de este mundo.
Carl: ... ¿C-Cómo?
B: Nadie supo cómo, ni por qué. Jamás volvió a hablarse de Gray, ni de su compañero. Jamás nadie volvió a mencionarlos. Jamás nadie los recordó. Y se perdieron entre los recuerdos de los muertos. -Sonrió-.
Pero, realmente, no debería contarte sobre esto. Es extraño, ¿sabes? Porque quizá lo suyo no sea comunicarse, pero... siempre me ha dado miedo hablar sobre una persona que nos está mirando.
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Carl pestañeó. La mirada de aquella desconocida no paraba de observarlo. De repente, oyó la voz de Rico llamándolo, por detrás suya.
Rico: ¿Carl? ¿E-Estás bien? -Le preguntó- ¿Con quién hablas?
El minero se dio media vuelta. Miró a su compañero.
Carl: Oh, sí... estoy bien. -Cuando volvió a mirar hacia adelante, Rico volvió a preguntar-.
Carl, ¿por qué hablas sólo?
Frente a los ojos de Carl, ya no había nadie. Nada más que una silla vacía, en la que jamás se había sentado absolutamente nadie. Ni un ser vivo había pasado por allí.
Carl: ... ¿Q-Qué? -Una sensación de horror hizo que su cuerpo temblara más que nunca-.
Rico: Jeje, y creí que yo estaba un poquito loco por lo de anoche. -Lo miró- Es broma, no te enojes. Jaja. -Se rió, con aquella voz monótona tan característca-.
La televisión seguía de fondo. Aquel gato monocromático miraba a la cámara con una sonrisa. Carl lo observó. El gato pestañeó y habló hacia la audiencia.
¿Cuál es su color favorito, niños? ¡¡El mío es el GRIS!! -Sonrió. Y comenzó a bailar. Y el mundo a su alrededor se veía feliz. Aquel gato era feliz. Todos eran felices-.
...
Antes de que siquiera Carl pudiera terminar de procesar lo que había ocurrido, un sonido más interrumpió entre sus pensamientos.
Rico: ¡¡BIT!! -Gritó cuando aquella puerta finalmente se abrió. En el pasillo, la máquina de arcade venía caminando en silencio, con una expresión seria y hasta molesta con el entorno-.
8-Bit se notaba incómodo, pero una pequeña sonrisa se mostró en su rostro cuando observó a su querido amigo corriendo hacia él para abrazarlo. Una vez sus brazos rodearon su cuerpo, la máquina arcade no pudo hacer más que quedarse quieto, recibiendo el cariño de su compañero.
https://youtu.be/GVH1N9hi8hw
(soundtrack_de_la_escena.exe !!)
Rico: Ay, Bit. Me alegro tanto de que estés bien. -Susurraba cerca de él, mientras lo abrazaba. Rico era muy cariñoso con sus seres queridos- ¡Ni siquiera te das una idea de lo mal que la pasé esperándote! ¡Tenía miedo de que te lastimaran, o algo!
8-Bit lo miró fijo, silencioso, con esa expresión cansada que siempre tenía. Parecía que pegó un suspiro, para más tarde volver a mirar a Rico y que un sonido saliera de la máquina arcade.
8-Bit: "Gracias por jugar. Gracias." -Reprodució aquellas palabras, como si de un diálogo de un videojuego se tratase. La voz de un personaje de videojuegos parecía leer la frase, y acto seguido, su voz cambió a la de una mujer llorando, para exclamar otro diálogo repentino- "Te quiero, Rachel".
Sí, quizá para Carl y los demás era algo confuso, pero Rico sabía a la perfección que esa simplemente era la forma de comunicarse de su amigo. ¿Saben? 8-Bit no tenía una "caja de voz" como los demás robots. En su lugar, él se comunicaba con diálogos, textos, efectos de sonido y hasta música, todos tipo de audios provenientes de videojuegos, y los reproducía en su propio cuerpo para poder expresar lo que sentía.
Rico: Hm... -Se quedó pensativo- No capto de qué videojuego sacaste esa frase.
8-Bit: "Esto me recuerda a un puzzle" -Exclamó, con una voz seria y elegante-.
Rico: Jaja, ese sí lo entendí. -8-Bit parecía sonreír, de alguna forma-.
Fue ahí cuando el minero se acercó lentamente a los dos robots. Quería introducirse ante la máquina arcade, pero los acontecimientos recientes lo habían confundido tanto, que ya no sabía ni en dónde estaba parado, o si siquiera esto era real.
Rico: ¡Oh, cierto! -Abrió su único ojo tan grande como pudo- ¡Bit, te presento a Carl! -Y tomó a Carl de la mano para acercarlo a su amigo. El minero trató de reincorporarse rápidamente, aunque seguía casi en shock por lo que acababa de ocurrir con el color gris...- Lo conocí anoche. Él me acompañó durante casi toda la espera, jaja.
8-Bit: "Bienvenido de vuelta, humano" -Dijo, con una voz aguda y algo molesta, para luego cambiarla por una más tranquila, sonando como un adolescente- "No necesito un arma, mis amigos son mi poder".
Rico: Aww, eso es muy tierno.
Carl: Es un gusto, señor 8-Bit. -Le quiso estrechar la mano, pero Bit no supo reaccionar a eso, así que la presentación se sintió algo incómoda, pero realista- Ehm...
Rico: Apuesto a que la pasaste super mal ahí dentro, ¿verdad? -Se preocupó- Bueno, realmente ir a un psicólogo no está tan mal, pero... no lo sé. Hay que ser fuerte para luchar contra tantos demonios al mismo tiempo...
8-Bit: "¡Ja!" -Exclamó, con una voz gruesa y grave- "Los débiles se dejan arrastrar por las olas del destino. Los fuertes, se las beben. Es una de mis reglas" -Y un sonido de sorbo de café se escuchó de fondo, sin que la máquina arcade siquiera se moviera-.
Rico: ¡Ja, ja, ja! -Se rió, aun con su voz monótona de robot- Bien dicho, amigo.
Así fue como lentamente caminaron hacia la salida de aquel establecimiento. El tiempo pasaba más rápido para Rico ahora que estaba con su mejor amigo y su nuevo amigo minero, juntos como un grupo indomable.
Los autos por la calle pasaban con fuerza, en ese día tan soleado que de a poco comenzaba a morir en el horizonte para dar un atardecer anaranjado y hermoso. El moribundo sol chocaba contra las gafas de Carl, que volteaba una y otra vez, mirando a los alrededores, todavía sintiéndose perseguido, todavía sintiéndose escuchado... todavía sintiéndose observado.
Rico y 8-Bit lideraban el camino, andando a la par como dos gemelos inseparables. La expresión de alegría en la cara del robot cíclope era enorme, no podía parar de desbordar sonrisas por doquier, incluso sin tener una boca, ni dientes.
En cuanto a la máquina arcade... sí, Bit no era muy expresivo, al menos no cuando estaba calmado. Siempre con esa mirada penetrante y el ceño fruncido en la pantalla de su rostro. Al menos, era auténtico. Bit jamás podría ser falso, ni mentirle a nadie, mucho menos a sus amigos. Pero eso sí, a veces su amargura innecesaria y su ira que salía sin querer, podía arruinar los días de muchos, hasta los de sus propios amigos. Y es por eso mismo que acababa de salir de un psicólogo...
Rico: Bien, déjame ver esa hoja, Bit. -El arcade sostenía una hoja de historial clínico en su mano. Se la entregó a su amigo, que procedió a leerla en voz alta- Hmm... "Paciente 8. Nombre. Apellido. Edad." ... esto ya lo sé.
Bit intervino, algo desesperado, y señaló con su dedo en el punto exacto donde quería que Rico leyera. La sección de "Motivo de la consulta".
Rico: Ah. ¡Ok, ok! -Carraspeó la "garganta", aclaró su "voz", y comenzó a leer- "Motivo de consulta: ... ¿Conflictos en el entorno con reacciones de ira y furia?" ¿Algo exagerado, no crees? -Volteó a ver a su amigo, que se había detenido de repente en medio de la vereda-.
8-Bit se mantenía inmóvil, mientras una paloma parecía acercarse lentamente a él. La expresión de la máquina era imposible de explicar con palabras, una mezcla de nervios, inquietud, y sobre todo, furia. Bit parecía comenzar a hiperventilarse.
Rico: ¡E-Espera, Bit!
Rápidamente, la máquina arcade sacó su pistola láser con su mano izquierda, y poniendo su pantalla totalmente roja, disparó no solo uno, no solo dos, sino una rafaga entera de proyectiles láser hacia el ave, que quedó rostizada en la vereda, frita como un pollo.
Carl: ¡¡AAHH!! -Se asustó con los sonidos del disparo. Iba tan perdido en sus pensamientos, que aquel sonido repentino lo trajo de vuelta a la realidad, de una cachetada bien fuerte-.
Toda la calle quedó en silencio. Ni un coche pasaba por ahí. Solamente el viento parecía atreverse a hablar, hasta que...
8-Bit: "¡BIEN JUGADO! ¡TÚ GANAS!" -Y procedió a emitir un sonido de la risa de un perro, seguido de una melodía retro de no más de tres segundos- "+10 POINTS!"
https://youtu.be/ZYPHqndBh-o
(El sonido en cuestión JKSJKS)
Rico suspiró. No podía salir a la calle con su amigo actuando así. Ya había pasado incontables veces, siempre lo mismo; matar animales indefensos, atacar a gente inocente, incluso asustar a los pueblerinos... esto no podía darse más.
Rico: Calma, amigo... era solo una paloma. -Se acercó a Bit y lo acarició en la cabeza. Lentamente, la máquina bajó la guardia y guardó su pistola láser detrás suya- Eso es. Tranquilo.
Carl lo miraba desde lejos. Le daba miedo acercarse a él ahora que sabía de lo que era capaz ese robot. Quería no mantener contacto visual con él, aunque era complicado ahora que Bit parecía mirarlo directamente.
Carl: ¡Ay! -Ahogó un grito al mirarlo-.
Rico volvió a leer el historial clínico. En voz alta, enfocó su único ojo en la nota, y todos escucharon.
Rico: "Antecedentes del paciente: ataques psicóticos, ataques de ira, ataques de pánico... agresión contra la sociedad". Aish. -Suspiró, bajó su mirada un poco más, hasta que captó algo que le llamó su atención, escrito en ROJO, bien resaltado- "DERIVAR PACIENTE A PAM JUNKER".
Carl: ¿Eh?
Rico: Eso dice. -Miró a Bit- ¿En serio se rindió contigo? -El contrario asintió- ¿Esa psicóloga no pudo con tu propia mente y se rindió? -El contrario volvió a asentir- ¡¿Y te derivó con PAM JUNKER?! -Algo cansado, Bit se dió unos segundos, y volvió a asentir- ¡No puede ser!
Carl: Un momento... ¿Pam Junker? Acabamos de pasar por su casa... ¿acaso ella es psicóloga? -El robot uniojo lo miró-.
Rico: No tengo idea. ¿Es psicóloga? -Se quedó mirando al minero-.
Carl: Bueno... ella me ayudó cuando me sentía mal, hace no mucho. -Movió sus ojos hacia Bit- Quizá ella pueda ayudarte. Si pudo conmigo, estoy seguro de que podrá contigo, 8-Bit. -Sonrió levemente. El contrario no le devolvió ni una mísera sonrisa-.
Rico: ¡C-Carl tiene razón! -Ambos voltearon a verlo- Si hay alguien que sabe tratar con robots, ¡esa es la señora Junker! -Carcajeó- Podemos llevarte con ella, si quieres.
Ambos, expectantes por la respuesta de 8-Bit, lo miraron en silencio, mientras él suspiraba cansado, pensando en que estaba viviendo un infierno. O, al menos, eso parecía que pensaba. La mente de Bit guardaba muchos secretos, y a veces era tan, tan confusa, que ni siquiera yo, como narrador, podría entenderla.
8-Bit: "Hm". -Con una voz de jovencita rebelde, gritó con entusiasmo (cosa que, a decir verdad, no iba acorde con su cara)- "¡Muy bien. Hagámoslo, Sr. Edgeworth!"
Carl: ¿Señor qué?
Rico: ¡Genial! -Sonrió- Volvamos a la chatarrería. Pam sabrá qué hacer.
Así es como comenzaron a caminar entre los tres, rumbo a la chatarrería de la familia Junker. Habían pasado la noche ahí después del choque en coche, así que se sentían como en casa al pensar que volverían a los cuidados de la mejor mamá de todo Brawltopia.
De pronto, Carl sintió, en lo más profundo de su alma, que alguien le hablaba en el más allá. Y no, no era yo con estas palabras, era algo más fuerte, algo que se escapa de mi comprensión, lector. Carl no puede escucharme, ¿no es así, enano?
Carl: ¿Quién dijo eso...? -Murmuró, mirando hacia los costados. En el rabillo del ojo, nada más que un pequeño color gris sucio se colaba entre sus gafas. A pesar de limpiarlas con sus manos y su ropa, esa pequeña manchita gris no se iba- ... ¿Qué?
Y antes de que pudiera comprender lo que ocurría, algo enorme se le acercó y chocó, pegándole un susto de muerte que lo llevaría a hacer que sus gafas cayeran. Ahora no podía ver nada, se agachó, intentando buscar sus gafas.
"Tranquilo, aquí están". -Era la misma voz, esa que ya conocía y que lo había acompañado hasta ahora. Carl se calmó al escuchar la monotonía robótica de quien ahora sostenía sus gafas y se las entregaba delicadamente-.
Carl: G-Gracias. -Se colocó los lentes. Cuando pudo mirar bien, Rico se arrodillaba frente a él, mirándolo fijamente, algo curioso-.
Rico: ¿Pasa algo? Te noto extraño desde que salimos de ahí. -Se preocupó- ¿Necesitas agua, o algo así? ¿Aceite? ¿Quieres que vayamos a buscar tu colección favorita de rocas de las que me hablaste?
Carl: A-A-Ah... N-No, gracias. -Enseguida se puso firme ante la situación, actuando tan confiado y fuerte como siempre quería actuar. Estaba harto de sentirse débil ante los demás- N-No necesito mis rocas para vivir, R-Rico. ¡No me trates como a un niño con sus juguetes! -Cerró los ojos y se cruzó de brazos, comenzando a caminar lejos de él, lentamente-.
Al principio, el robot se quedó quieto en el lugar, arrodillado, confundido por la reacción del minero. Unos segundos después, no pudo hacer más que esbozar una sonrisa de ternura, y cerró su único ojo, para así levantarse y, en silencio, alcanzar a sus dos amigos, caminando ahora al lado de Carl.
Sin decir nada, el robot cíclope acercó su brazo hacia el de Carl, y desinstaló la pose de brazos cruzados, para así tomarlo de la mano con delicadeza.
Rico: No te vayas a perder. -Acotó para molestarlo un poco, luego pegó una carcajada que solo logró hacer que Carl se pusiera nervioso, refunfuñando en silencio, más no despegando su mano de la de su compañero-.
Por alguna razón, estaban cálidas, a pesar de ser ambos robots metálicos. De alguna forma que no podía explicar, Carl se sentía seguro estando junto a Rico, incluso si hacía unas pocas horas había entrado en crisis e intentó asesinarlo... esa había sido la prueba de fuego para encontrar finalmente a alguien que lo haga sentirse seguro otra vez.
Y era extraño que Rico se pareciera tanto a ESE robot que tanto lo atormentó, pero a diferencia de él, Rico era distinto. Era ese tipo de persona que Carl siempre deseó encontrar.
Antes de seguir pensando, el minero cerró los ojos y pensó; ¡qué innecesario pensar en todo esto! Y volvió a enfocarse en lo importante, en caminar hacia el frente. Aunque, de vez en cuando, su mirada rebotaba con la de Rico, observándose a la par, de reojo, frente a aquel atardecer sobre el que caminaban.
Pues sí, el día llegaba a su culminación de una vez, y la noche comenzaba a asomarse una vez más ahora que la luna se mostraba en el cielo, que de a poco se oscurecía con tranquilidad.
Como una manada de lobos ágiles, el sueño adolescente caminaba con algo de prisa. Bibi liderando el camino, siendo la fuerza del grupo, seguida de Sandy, que pegando unos cuantos bostezos, intentaba permanecer en pie. Detrás de ámbos, Emz intentaba apurar el paso, aunque se sentía algo observada después de aquella "visión" extraña que había tenido con un globo en el bosque.
A pesar de todo, ahí iban.
Unos pocos minutos después, el destino se presentaba frente a sus ojos; la plaza de Starrwoods. Aquel sitio casi abandonado, totalmente vacío, con tiendas y negocios cerrados y ni un solo alma deambulando por ahí. Esa era la plaza, ese lugar que podía inquietarte sin siquiera tener oscuridad, ni ningún monstruo escondido entre los locales, no. Lo inquietante era el pasado del lugar y, sobre todo, su presente.
Bibi: Aquí estamos. -Sus amigos la miraron mientras se instalaban detrás de un arbusto, escondiéndose- La primera vez que lo vi, antes de todos estos incidentes... él estaba en esta plaza. Justo al lado de ese banco. -Señaló con el dedo-.
Emz: ¿Estaba sentado en el banco? -Preguntó, confundida-.
Bibi: No exactamente. -Acotó- Ehm... De hecho, es extraño. -Se quedó pensativa-.
Incluso estando los tres instalados detrás del arbusto, ninguno comprendía bien a qué se refería Bibi. Ni siquiera ella misma. La engrasadora pensó las palabras correctas para intentar explicarse.
Bibi: Recuerdo que había una especie de... ¿tienda? ¿Quiosco?
Sandy: ¿Un puesto de venta? -La iluminó. Ella lo miró y automáticamente sonrió-.
Bibi: ¡Eso! -Lo señaló- Tenía un montón de pociones, y pócimas, y cosas locas. -Dio una pausa- Nos robamos una de sus pociones... Bueno, Crow se la robó, jaja. -Incluso si la escuchaba, Emz miró por el arbusto-.
Emz: Pues yo ahora no veo nada. O sea, literalmente, Bibi. -La japonesa volvió a asomarse por el arbusto, mientras sus compañeros se escondían de espaldas-.
Bibi: Sí, creí que estaría aquí, pero... -Un breve silencio se apoderó de ella- ¿Qué...?
Quizá suene loco, queridísimo lector, pero... ¿qué NO es loco en este pueblo, para empezar?
Sí, justo frente a sus pupilas, incluso se encargó de pestañear y refregarse los ojos para no creer que se tratara de una alucinación. Bibi lo estaba viendo en la realidad, y no podía creerlo... ¿acaso ese puesto de venta que, ahora, sus ojos veían... ACABABA DE APARECER DE LA NADA? ¿ASÍ, SIN MÁS?
Bibi: ¿Pero cómo...?
Emz: ¿Qué pasa? -Se asomó. Quedó boquiabierta- Wow.
En efecto, un puesto de venta había aparecido frente a sus ojos, como por arte de magia. Construido y fabricado con madera y tela, aquella tienda era no muy grande y, de sus esquinas, colgaban decenas de pociones y pócimas extrañas que parecían venir desde el mismísimo infierno. Sin embargo, nadie parecía resguardarlas.
Sandy se asomó también por los arbustos, siendo el último en avistar aquel evento extraño. La solemne brisa del viento que funcionaba como sinónimo de soledad, lograba poner los pelos de punta al muchacho, que luchando con sí mismo para no caer dormido, miraba cómo, de pronto, un hombre alto, elegante, y con mil y un canas en su cabello, aparecía caminando por la plaza, dirigiéndose hacia el puesto de venta.
Bibi jadeó desesperada cuando lo vio caminar. Sin despegar la mirada del misterioso señor, le dio palmadas a Emz en la espalda, apurándola mientras le susurraba, casi queriendo gritar.
Bibi: ¡¡A-A-Ahí está!! ¡¡Saca la cámara, la cámara!! -Emz respondió al instante, sacando su teléfono móvil y prendiendo la aplicación de cámara-.
Emz: A un lado.
La zombie se colocó en el medio, enfocando y capturando cada movimiento del hombre, encuadrando su silueta y su figura en los píxeles de su pantalla.
Se apoyó su brazo sobre el escritorio en el puesto de venta, el desconocido parecía relajado. Y hasta ahora, se consideraba como un desconocido, pero lo cierto es que su rostro se había grabado eternamente en la cabeza de la nipona. Ahora que Sandy lo podía ver, se daba cuenta de que, de hecho, los dibujos de Bibi no estaban tan errados.
Sandy: ¿Este es el hombre que viste en el callejón?
Bibi: E-Es él... sí.
Unos cuantos segundos pasaron. Emz estaba silenciosa. Intentando esperar a que la víctima se dé vuelta para poder capturar una fotografía de su rostro.
Bibi: ¡¿A qué esperas, tonta?! ¡¡DISPARA!! -Gritaba entre susurros-.
Emz: Espera...
Y su pulgar se acercaba lentamente al botón para capturar la imagen. La cara de aquel misterioso señor quedaría inmortalizada en su celular. Y cuando por fin estaba a punto de pulsar el botón...
Emz: Y... ¡Bam! -Presionó el botón con su dedo en la pantalla. Esperó unos segundos. De repente, en la pantalla del celular, aparecieron las caras serias y enfocadas de los tres adolescentes- Uy...
Bibi: ¡¡PRENDISTE LA CÁMARA FRONTAL!! -Se quejó, furiosa, todavía susurrando-.
Al parecer, la Balderston había presionado el botón equivocado, o quizá solamente se le movió el dedo, pero lo cierto era que, ahora, no tenían ninguna foto del hombre misterioso. De hecho, para colmo, Emz tocó el botón una vez más, y la única fotografía que ahora tenían era la cara de Emz seria, de frente a la cámara, con la expresión furiosa de Bibi mirándola. Era una imagen graciosa, al menos.
Emz: Lo sé, lo sé. Tranquila, Bi. -Volvió a encender la cámara trasera, de nuevo enfocando al rostro del hombre, que ahora parecía volver a caminar alrededor del puesto-.
Bibi: ¡Ugh! -Se quejó- Toma la foto de una vez.
El chico, que de a ratos dejaba caer su cabeza y se cerraban sus ojitos, intentó acercarse a la engrasadora y tocar su hombro de forma delicada. La miró a los ojos.
Sandy: No te desesperes. Calma esa ansiedad. -Bibi se quedó mirándolo. ¿Cómo podía hacerlo? ¿Cómo ese idiota tan lindo estaba tan calmado en una situación así? Se sonrojó un poco con el pensamiento, y le devolvió una muy leve sonrisa-.
Bibi: Bien, lo siento. -Dijo, rodando los ojos. Era increíble como, la única persona que podía lograr calmar su ira, era ese tonto dormilón-.
Emz: ¡Ay, no! -Se quejó. La japonesa volteó a mirarla-.
Bibi: ¡¿Ahora qué?! -Su calma no duró mucho cuando Emz volteó el celular y le mostró la pantalla a su amiga-.
Emz: 5% de batería. ¡¡La cámara no funciona si tengo 5% de batería, Bi!! -Ahora ella era la desesperada-.
Bibi: ¡Aish! -Frunció el ceño. Sabía que el momento había llegado- Estúpidos aparatos nuevos. Hazte a un lado.
La chica se movió un poco hasta estar en el rincón más cómodo de aquellos arbustos. Acto seguido, del bolsillo de su chaqueta, sacó una cámara Polaroid, esa misma que usó incontables veces para capturar fotografías de Sandy antes de siquiera conocerlo, incluso antes de sentir cosas por él.
Emz: Ah, viniste preparada. Menos mal. -Se sintió más aliviada-.
Bibi: Nunca confíes en un celular. Me lo dijo un cuervo sabio, una vez. -Decía, mientras se enfocaba en mirar con un ojo para capturar el rostro del hombre-.
Emz: Pff, Crow es tan anticuado. -Rodó los ojos- Pero es lindo, aun así. -Bibi volteó a mirarla, de repente-.
Bibi: ¿Cómo?
El dedo se le escapó, y sacó la foto en el momento exacto en el que habló. El ruido que hizo la cámara entre tanto silencio logró llamar la atención de aquel hombre, que subió la cabeza repentinamente, alarmándose y mirando hacia los arbustos, donde ahora los tres chicos se escondían, intentando permanecer en silencio.
(Créditos a dexyxdraws en Twitter)
La fotografía impresa salió por la propia cámara. Nada más que una ventana de uno de los locales se lograba ver, pero la sorpresa de Bibi fue tan grande antes, que incluso se movió la cámara y la imagen salió movida. Un completo desastre.
Bibi: Emz. -La miró de reojo- No vuelvas a hablar así de mi cuervito. -Frunció el ceño. La muerta solamente carcajeó-.
Emz: Jaja, ¿te pones celosa por lo que digo, otra vez? -Bibi gruñió, intentando ignorarla- No creí que te interesaran los cuervos, yo pensé que te gustaba Sa-... -Y automáticamente se tapó la boca ella misma. Bibi volvió a mirarla una vez más, con la cara totalmente roja-.
La primera reacción que se sumó a los nervios y la vergüenza de la engrasadora, fue la misma reacción que la empujó a mover sus ojos y observar directamente al dormilón. Mismo dormilón que, efectivamente, llevaba ya unos cuantos segundos con los ojitos cerrados y esa burbuja extraña que salía de su nariz cuando se dormía.
Bibi: Si él escuchaba eso... estás MUERTA, Balderston. -Dijo, firme e intimidante-.
Emz: De todos modos estoy muerta, jeje. -Le contestó, más nerviosa que otra cosa-.
Bibi: JA, JA, muy graciosa. -Rodó los ojos, sarcástica- Además, Crow es como mi hermano. ¿Acaso no te pondrías un poquito celosa si tu mejor amiga dice algo así de tu hermano, hm? -Preguntó, de vuelta enfocándose en tomar la fotografía-.
Emz: Bueno, hasta donde sé, no tengo ningún hermano, así que... -Miró hacia un costado, pensativa. Se veía algo linda con esa expresión, sus vendas colgaban de su rostro, expectantes al movimiento del dedo de Bibi-.
Fue ahí cuando algo llamó la atención de la zombie. Algo caminaba por la cara de Sandy con total libertad, y no, esta vez no era un sueño, tampoco una visión, ni alucinación. Era real, una araña de verdad. Con sus ocho patas y su velocidad inigualable, aquel insecto caminaba por la cara de Sandy, que, por andar dormido, ni siquiera se percataba de lo que ocurría.
Emz: ¡Ay, Sandy! -Su reacción fue espontánea, no pudo evitar darle un cachetazo bien fuerte que espantó a la araña, pero también espabiló al chico árabe, que se despertó de un tortazo enorme, mirando más estrellas que en sus propios sueños-.
Sandy: ¡Ay! -Sus ojos se abrieron al mismo tiempo que su cuerpo se movía, chocando directamente con la engrasadora, que justo tomaba la fotografía cuando el dormilón caía sobre ella-.
Bibi: ¡¡Aaah!!
De nuevo, parecía que el hombre se percató de que alguien andaba por ahí, cerca, observando. Miró hacia sus alrededores, pero no parecía haber nadie más que él. Con tranquilidad, observó su muñeca, una especie de reloj que lo vestía, le marcaba el tiempo que era necesario esperar. Eran tres minutos tarde, y su expresión comenzaba a mostrar un ceño fruncido que, lentamente, se construía más y más.
Bibi: Sandy, ¿qué haces? -Se quejó-.
Sandy: ¿Por qué me golpeas?
Bibi: Yo no te golpeé, bobo.
Emz: Tenías una araña, perdón. -Se sintió culpable, mirando hacia abajo, algo apenada-.
Bibi: EMZ. -Tomó aire y exhaló, rápidamente, sacando humo de su nariz como si se tratara de su propio padre- Mi querida Emz, mi corazón, mi amiga del alma, mi hermosa y adorada EMZ....... ¡¿PODRÍAS QUEDARTE QUIETA POR AL MENOS CINCO SEGUNDOS?!
La chica bajó la cabeza y cerró los ojos, como si fuera un perrito al que estaban regañando. Sabía que su amiga tenía razón, pero no le gustaba que la traten así. Apartó la mirada una vez abrió sus pestañas, y se quedó callada.
Al ver esa reacción, sumisa y hasta triste, el corazón de Bibi no pudo evitar sentirse mal. No quería lastimar a su amiga, ya lo había hecho en el pasado y se arrepentía cada día de haberlo hecho. Automáticamente, su ceño fruncido desapareció, y con una sonrisita, bastante auténtica, a decir verdad, miró a la zombie y acotó.
Bibi: Te amo, boba. -Emz conectó su mirada con la de su amiga. Le tomó por sorpresa el comentario. Sonrió casi al instante, sintió una sensación muy linda en su pecho al escuchar las palabras de Bibi-.
Sandy: Hm. -Con su mano, se acarició la mejilla, que le había quedado roja del cachetazo de la zombie- Es increíble cómo puedes pasar de estar enojada a lanzar amor por tu boca en cuestión de segundos, Bibi.
La chica, que se había acomodado nuevamente con la cámara y ya había desechado la segunda fotografía que salió mal, lo miró de reojo con una sonrisita, y volvió a acotar, casi sin pensar.
Bibi: A tí también te amo, bobo. -La seguridad en sus palabras, la confianza en su sonrisa. Todo chocó fuertemente en el pecho de Sandy, que se le quedó mirando, con una leve curva en sus labios y una sensación bien fuerte en todo el torso-.
Parecía que, ahora, la marca del cachetazo en la mejilla se había contagiado con su otra mejilla, pero lo cierto es que sus cachetes se habían puesto un poquito rojos ahora que la chica le dijo eso. Quizá lo calló, pero en el fondo, al chico le gustó escucharlo.
"Ahora sí, a la tercera va la vencida" pensó la japonesa, y se enfocó nuevamente en la cámara.
Ahí estaba aquel tipo, tan formal y callado como siempre, con ese saco verde que cargaba a todos lados, y que parecía tapar casi todo su cuerpo. Su barba blanca, con esos mechones negros, primos del propio Vantablack, pintaban cada parte de su cabeza, tan fino y delicado como un cuadro.
Parecía tener unos cuantos anillos que decoraban sus dedos, junto a aquella mirada fulminante e intimidante, que podía inquietar a quien sea que lo mirara.
El hombre pareció escuchar algo una vez más, y fue ahí cuando Bibi movió su dedo, pulsó el botón, y tomó una última fotografía, ahora sí, sin interrupciones.
Bibi: Bingo. -Festejó con calma, mientras la fotografía impresa salía de la cámara Polaroid-.
El rostro de ese hombre, en primer plano, se veía a la perfección. Agarró la imagen con su mano, y se la mostró a sus amigos. Emz y Sandy miraban con atención.
Emz: Bueno... No es tan feo como lo imaginaba. Ni tan viejo, tampoco.
Sandy: He visto monstruos más aterradores que este anciano. -Susurró-.
Bibi: Bueno, sea como sea, este tipo me dejó sin dormir una noche entera. Ahora me las va a pagar. -Y quiso levantarse de su lugar para poder caminar y enfrentar al anciano, pero Sandy la tomó de la chaqueta y la frenó al instante-.
Sandy: No. -Bibi lo miró- No vayas. Hay que luchar, sí, pero no con la fuerza. Con la inteligencia. -Colocó su dedo índice al costado de su cabeza- Esta noche, dormiré y trataré de conectarme con él en sus sueños, ¿de acuerdo?
Ambas chicas asintieron, escuchando atentamente.
Sandy: Mientras tanto... mantengámonos entre las sombras. ¿Acaso no es lo que él hace? -Se encogió de hombros-.
Emz: Sandy tiene razón. -Acotó, de pronto- O sea, ya tenemos la foto. ¡Vámonos de aquí antes de que nos vea! -Susurró, algo desesperada-.
Bibi se lo planteó por un momento. Sí, tenían razón, pero le costaba no enfrentarse a las cosas que le hacían enojar. Incluso si le daba miedo, no quería aguantar ese miedo, no quería aceptarlo, ni abrazarlo. NECESITABA sacar su bate y matar a golpes a aquel que la aterrorizó tanto... pero sabía que no valdría la pena, mucho menos ahora.
Bibi: Sí... quizá debamos esperar. -Apartó la mirada-.
"Vámonos, antes de que se percate de que estamos aquí"
Y así como fue ordenado, los tres chicos se fueron corriendo de vuelta por el bosque, en silencio, intentando ser sigilosos. El arbusto quedó completamente vacío, mientras el hombre del saco verdoso miraba hacia la exacta dirección en la que habían estado.
Él sonrió levemente, acomodando sus gafas en total silencio. Con el canto de los pájaros y la luna en el cielo azul, todavía quedando unos pocos minutos del atardecer, el hombre se acercó al arbusto en el que habían estado los chicos.
Movió sus pupilas hacia los costados, examinando cada rincón de aquella escena, oliendo el aroma a perfume que había dejado la zombie. Con cautela, el misterioso señor agachó su cabeza un poco, lo que encontró, haría que una pequeña sonrisa esbozara entre su expresión seria y firme; dos fotografías aplastadas y hechas una bolita.
Aplanó ambas fotografías, y a pesar de estar dobladas, maltratadas, y que ni siquiera podían verse bien porque habían salido mal, pudo darse cuenta de que sus sospechas realmente eran ciertas; alguien había estado fotografiándolo. ¿Acaso habían sido esas las voces pubertas que escuchó resonar en la plaza? Pff, qué perdida de tiempo, unos simples niñitos.
Sostuvo las fotografías con sus dedos. Una imagen por cada mano. Las miró con atención. Frunció el ceño con una sonrisa algo macabra, y guardó las fotos en sus bolsillos, para luego tomar aire, también en silencio, y volver caminando hacia su puesto de ventas.
Sus ojos lo decían todo; si alguien realmente se había atrevido a molestarlo... que Dios los proteja, porque él, ni nadie, lo va a hacer.
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"Y... eso es todo. Creo."
https://youtu.be/47IaGQJFeno
(Soundtrack de la escena)
Gale: Hm... Comprendo, muchacho. -Decía, tomando una taza de chocolate caliente mientras escuchaba cada palabra del pelirrojo, empotrado en la cama desde hacía ya unas cuantas horas-.
Un silencio quedó en la sala después de aquella larga charla. Solamente el sorbido de la taza del anciano se podía oír en el ambiente. Un sorbido que parecía no terminar jamás, eterno.
Colt: ... ¿E-Es todo lo que van a decir? -Preguntó algo decepcionado, seguido de un moqueo que acompañaba su voz constipada-.
Lou: Bueno, tengo algunas preguntas, de hecho-...
Gale: Y yo. -Volvió a beber lentamente de su taza, mientras Lou, respetuosamente, le daba espacio para que hablara, y Colt esperaba atentamente sus palabras- Hm...
El anciano seguía sorbiendo el chocolate caliente en silencio. La expresión atenta de Colt pasó a ser una de aburrimiento y hasta algo de enojo.
Colt: Uh-...
Gale: Sí. -Carraspeó la garganta y aclaró su voz- Es lo que quiero decir, ejem... -Volvió a carraspear la garganta- Pero...
Con permiso de todos en la sala, volvió a tomar un sorbo de su taza de chocolate caliente. Colt no pudo hacer más que cerrar sus ojos y taparlos con su mano, cansado.
Una vez la taza de chocolate caliente llegó a su final, Gale la dejó a un lado, limpió su bigote mojado, y aclaró su voz nuevamente.
Gale: Ejem, bien. -Miró a Colt- ... ¿Podrías explicarme de vuelta la parte en la que mencionas lo de tu antigüo trabajo en esa... comisaria? -Lou acotó casi al instante-.
Lou: ¡Sí, no entiendo qué tienen que ver algunas cosas que contó con todo lo que pasó anoche! -Sonrió- Digo, literalmente nos contó la historia de su vida, Sr. Colt.
Colt: ¿Eh? B-Bueno... -Apartó la mirada- Creí que sería importante porque... ehm... -Se quedó callado, para unos segundos después suspirar, abatido- Ugh, ¿a quién engaño? Solamente necesitaba desahogarme un poco. Hay muchas cosas que me guardo para mí, ¿saben?
Gale: Lo entiendo, muchacho.
Tanto el anciano, como el robot heladero, se sentaban en dos sillas frente a la cama del oficial. El ambiente cálido y cómodo invitaba a quien sea a sentirse como en casa en aquel hotel tan lujoso y bonito. Si bien, más allá de la habitación, los pasillos estaban oscuros y vacíos, en aquel cuarto parecía todo tomar forma e iluminarse como una hermosa tarde de invierno.
El mayor de los tres miró a su compañero de trabajo, el heladero. Después de un breve silencio, Gale señaló con su dedo a la taza que Lou sostenía en sus manos. Ni siquiera había tomado ni un sorbo.
Gale: Querido, ¿te vas a tomar eso? -Lou lo miró, tan alegre como siempre-.
Lou: ¡Oh, no, señor! ¡No se preocupe, puedo dárselo, si así lo desea! -Sonrió-.
Gale: Ah, bueno... -Se quedó pensativo- Si insistes...
Lou extendió su brazo para pasarle la taza al anciano, que comenzó a beber de vuelta, ocasionando ese ya molesto sonido del sorbido en el ambiente tan callado. El heladero tuvo que romper el hielo cuando el pelirrojo se cansó de escuchar al anciano tomar chocolate caliente.
Lou: Sr. Colt, sé que quizá no sea de mi incumbecia, pero... eso que contó sobre su familia... ¿es verdad, señor? ¿De verdad, verdad? -Preguntó, impresionado-.
La pregunta venía fácil, pero la respuesta no contaría con la misma suerte. ¿Y qué podía pensar Colt? Hablar de su familia era algo... complicado, para él. Difícil. No le gustaba pensar en aquel tema y apenas y lo mencionaba. A veces, le era tan doloroso, que tenía sueños extraños sobre ello. Ni siquiera a Shelly le había contado demasiado, nada más que lo básico. Jamás nombró ni a un solo miembro de su familia.
Colt: Bueno-... Sí. -Apartó la mirada- Sí, es verdad. Es todo cierto. -Asintió con la cabeza, para finalmente dejar salir un estornudo tan fuerte como una trompeta- ¡¡AAACHOOOOO!!
El pelirrojo tomó los pañuelos y sonó su nariz. Realmente se sentía débil, su cuerpo parecía caerse a pedazos, y sus brazos podrían sangrar con un simple alfiler pinchándolo. Era una sensación terrible, combinada con la enorme ansiedad que tenía por su amada, la situación se ponía todavía más complicada. ¿Y eso siquiera era lo peor? Para nada, el colmo era que NI SIQUIERA podía salir de esa habitación, ¡todo gracias a ese absurdo resfriado!
Lou: Debe haber sido difícil para usted pasar por todo eso, Sr. Colt. -Acotó, entre el sorbido eterno del anciano abrigado-.
Para este punto, era extraña la mirada que Lou tenía sobre Colt. De alguna forma, parecía que sus pupilas brillaban cada vez que el pelirrojo siquiera se movía o hacía algún gesto. Colt no lo sabía, pero Gale sí, y la verdad era que Lou tenía una profunda admiración por el comisario. Incluso si Colt le había hablado mal unas cuantas veces, Lou parecía no importarle todo eso, su alegría y su admiración por él eran muchísimo más grandes que cualquier momento o gesto feo.
Colt: Sí, lo fue. Pero eso ya no importa ahora. -Bajó la cabeza- Sobre Shelly... ¿creen que ya pueda salir a buscarla? -De pronto, el anciano dejó de tomar su chocolate y exclamó al aire-.
Gale: ¡No, señor! ¡No, no, no y no! -Dijo, Colt lo miró sorprendido- Hijo, ¿tengo que repetirtelo? ¡Tu resfriado empeorará si te obligas a salir!
Colt: P-Pero, señor-...
Gale: ¡Sin peros! -Gruñió- ¡Prometí que cuidaría de tí como que me llamo Gale Torrance! ¡Y es lo que haré! ¡Sí, señor! -Con el ceño fruncido, y firme como un soldado, Gale volvió a tomar su taza de chocolate caliente, todavía disfrutándola incluso con esa expresión- Mhm, qué rico.
Colt bajó la cabeza, nuevamente. No sabía qué hacer, su novia estaba allá afuera y no podía salir a dar todo de él para salvarla. No sabía si estaba viva, no sabía si estaba bien o mal, no sabía absolutamente nada de ella. ¿Y si jamás la encontraba como ocurrió con Buzz? O peor... ¿Y si la encontraba muerta, como ocurrió con el supuesto Corbin Peltoh?
... ¡¿Y SI JAMÁS VOLVÍA A SABERSE ALGO DE ELLA SIQUIERA?!
Su cabeza no paraba de torturarlo con pensamientos aterradores sobre Shelly y su paradero. Se sentía tan culpable por no poder tener la fuerza para ayudarla, buscarla, protegerla... no podía hacer nada por ella, no podía hacer nada por él.
Colt: ¡¡ACHOOO!!
Volvió a estornudar. La ansiedad lo carcomía por dentro. Lou no paraba de mirarlo como si fuera la persona más admirable del mundo. Y sí, a veces el propio Colt se miraba así en el espejo, pero en un momento como este, que se sentía tan débil y frágil... ¿cómo podría verse con los mismos ojos de Lou? ¿Cómo podía admirarse a sí mismo si estaba acostado en una cama mientras su novia sufría en quién sabe dónde?
El pelirrojo frunció el ceño una vez más. Miró a Gale de reojo y simplemente habló.
Colt: Sr. Gale, agradezco infinitamente sus cuidados y su hospitalidad, pero... -Y dio un paso fuera de la cama, levantándose una vez más- Tengo que buscar a mi novia. Tengo que encontrar a mi Shelly.
Gale lo miraba levantarse. Se notaba que le costaba incluso mantenerse de pie, toda la debilidad de su cuerpo, todos los dolores de su cabeza, eran suficientes para hacer temblar a Colt, pero incluso si su propia mente le decía que no podía, que no lo intentara, que moriría en el lugar si seguía así... él ya no quería escuchar nada más de eso.
Se levantó de la cama por completo, y se mantuvo firme incluso si le costaba muchísimo. Gale volvió a tomar de su chocolate caliente, terminándose así la segunda taza. También se paró de su asiento, y enfrentó a Colt, frente a frente los dos.
Gale: Muchacho. -Suspiró- No me hagas tener que decirtelo otra vez.
Colt: Señor, entiéndame...
Gale: ¡Creeme que te entiendo, hijo! -Se desesperó- Pero no vas a lograr nada si simplemente sales de aquí a caminar por el bosque nevado, apenas con un chocolate caliente en el estómago, y más debilidad en tu cuerpo que fuerza. Creeme que no lograrás nada. -Se cruzó de brazos, preocupado-.
Colt: ¿Y qué si sí? ¿Y si realmente lo logro? ¿Y si de verdad encuentro a Shelly así?
Gale: ... -Se quedó en silencio por unos segundos- Pues quizá no pueda estar ahí para salvarte de la hipotermia para ese momento... -Bajó la cabeza-.
De pronto, un desconocido para Colt llamó la atención de los tres en aquella habitación. Una voz tierna y aguda, algo tímida y hasta cansada se escuchó desde la puerta.
Frosty: Abuelito... -Murmuró, llamando la atención de Gale, que se volteó al instante para verlo-.
Frosty era ese muñeco de nieve tan bonito y chiquito que Gale había adoptado hacía unos años ya. ¿Era su hijo? ¿Su nieto? A decir verdad, no importaba, lo único importante era el amor enorme que sentía por él.
Por un tiempo, Frosty tuvo una condición que le impedía caminar bien, pero logró curarse de aquello recientemente y salir adelante. Era un niño grande ahora, y se llevaba muy bien con Lou y con el Señor Peltoh... era justo por esa razón que andaba tan triste últimamente. El hecho de que Corbin no esté...
Gale: ¿Frosty? ¿Está todo bien, pequeño? -Le preguntó, preocupado, acercándose a él-.
Frosty: S-Sí. -Susurró- Hay unas personas en la puerta del hotel. Están buscando al Sr. Colt. -Gale abrió los ojos bien grandes-.
Gale: ¿Q-Quiénes son? -Siguió con la charla-.
Frosty: Dos señores y una señorita. -Se quedó pensativo un segundo- Ah, y dos cactus con caritas extrañas. -Gale volteó a mirar a Colt-.
Gale: Volveré en seguida.
El pelirrojo, que apenas podía mantenerse en pie, asintió con la cabeza y se sentó en la cama para descansar un poco más. El anciano salió por la puerta y caminó junto a Frosty por el oscuro pasillo del hotel. En la habitación, nadie más que Lou y Colt quedaron, en silencio.
Y aunque el comisario parecía perderse en sus pensamientos nuevamente, Lou solamente podía mirarlo, con sus ojos brillantes y una sonrisa de oreja a oreja. Fue ahí cuando rompió el hielo nuevamente, y le llamó la atención.
Lou: Sr. Colt. -El pelirrojo subió la cabeza-.
Colt: ¿Sí?
Lou: ¿De verdad detesta tanto mi comercial? -Preguntó, cabizbajo. Colt ya ni siquiera recordaba haber dicho eso, pero el heladero lo tenía en cuenta siempre- ¿No lo recuerda, verdad?
Colt: S-Sí. Sí, lo recuerdo. -Apartó la mirada- Yo... dije que era una basura, o algo así. ¿Cierto? -Lou asintió- Hm... Realmente no era mi intención. No quería hacerte sentir mal si eso es lo que ocurrió.
Lou: N-No se preocupe, Sr. Colt. Lo comprendo. No todos pueden aguantar mi voz. El Sr. P también suele amargarse por ello, de vez en cuando. Jeje. -Pegó una risita-.
Colt: Je. -Se quedó mirando a Lou- Siendo honesto, realmente no es un jingle tan malo. Puede ser algo molesto cuando lo escuchas muchas veces, pero creo que todos los anuncios tienen esa maldición. -Sonrió- Haces un gran trabajo, Lou. Sigue así.
No se dan una idea de la enorme alegría que quedó en la expresión de Lou. Los ojos, brillando como estrellas. Su sonrisa, tan grande como jamás pudo ser. Y su corazón, palpitando tan rápido como Max, lleno de amor y admiración hacia el comisario.
Lou: G-Gracias, Sr. Colt. -No pudo evitar soltar una risita- De verdad lo aprecio.
Ambos chocaron sonrisas cuando el ambiente pareció finalmente calmarse un poco. De pronto, el cuerpo de Colt dejó de sufrir por un mínimo momento. Él, en el fondo, sentía que le debía aquella disculpa a Lou, incluso si casi no recordaba qué había ocurrido, siempre sentía esa incomodidad cuando habla a solas con el heladero. Hoy se terminaba.
¡¡COLT!!
De repente, por la puerta de la habitación, un grito desesperado rompió los tímpanos de todos cuando su silueta se hizo presente. Colt escuchó la voz de Shelly, pero lo cierto es que la persona que se acercaba rápidamente a él no era su amada, sino alguien más...
Colt: ¡Uh! -Exclamó, en sorpresa, al recibir aquel abrazo que rodeaba su cuerpo, bien fuerte- ¿P-Poco?
Poco: Ay, compadrito. -Decía, asustado, todavía abrazándolo- C-Creí que te había perdido.
El pelirrojo se sentía extraño. ¿Acaso era de verdad Poco el que lo estaba abrazando? ¿Incluso luego de todo lo ocurrido entre ellos? ¿Incluso después de todo lo que pasó la noche anterior?
Colt sentía que no merecía ese cariño y esa preocupación de parte de Poco, pero aun así, el sentimiento de tristeza era menos fuerte que el de sorpresa. Su mano pareció moverse por sí sola, y abrazó la espalda de Poco, ambos sentados en la cama. Le hacía falta un abrazo así.
Colt: ¿Q-Qué pasa? -Miró hacia arriba. En la puerta, junto al anciano y el hombrecito de nieve, entraban Brock y Piper, con Spike y Sakura esperando en el pasillo. Colt llegó a verlos a todos- ¿Q-Qué hacen aquí? ¿Está todo... b-bien?
Piper: Solo estábamos... preocupados. -Su mirada rebotó en el mariachi- Sobre todo Poco.
Colt: Jeje. -No pudo evitar echar una risita- Ya veo.
El esqueleto se separó del abrazo lentamente, y miró a su amigo, chocando miradas una vez más, ahora sin rencores de por medio.
Brock: ¡Vinimos a buscarte, hermano! ¡Vamos a casa de una vez, que quiero rankear en altas! -Piper le dio un codazo- ¡AU!
Colt: Por favor... Vayamos a casa. -Sonrió levemente. Se sentía a salvo, como si su salvación hubiese venido, con la cara de sus propios amigos-.
Poco: Viejo, ¿por qué no atendías mis llamadas? ¡Estuve preocupado toda la noche! -Le gritó, con cierto enfado en su tono de voz, pero nada más que preocupación en su mirada- Creí que te había pasado algo malo...
Colt: Eh... Bueno... -El anciano interrumpió la conversación-.
Gale: En realidad, encontré a Colt en medio del bosque, congelándose. Lo trajimos al hotel. Él hubiese muerto, de lo contrario. -Poco clavó su mirada en el comisario, dando un breve silencio antes de preguntar-.
Poco: ... We. -Algo en el pecho pareció atacarlo. Se asustó de verdad- ¿Qué pasó, we? -Se acercó a él, susurrando-.
La rubia miraba hacia los costados. Sentía que algo faltaba, pero no se daba cuenta de qué era. Fue ahí cuando el moreno se acercó lentamente, y algo confundido, preguntó.
Brock: Oigan, ¿y Shelly?
Todos, a excepción de los trabajadores del Snowtel y el propio Colt, abrieron los ojos como platos al escuchar la acotación del muchacho. Tenía razón, ¿dónde estaba Shelly? ¿Qué había ocurrido con ella? ¿Qué había pasado en estas últimas horas?
Piper: E-Es cierto... -Examinó la escena con su mirada- Ella no está aquí.
La mirada de Colt lo dijo todo. De vuelta, su mente comenzó a culparlo, casi en automático, de todo lo que había ocurrido con la oficial. Aquella chica que, ahora, podrían considerar como "desaparecida". ¿Dónde podría estar ahora?
Colt: Chicos... Hay algo que debo contarles. -Bajó la cabeza. Todos pusieron atención en él-.
"Solo llevenme a casa. Les contaré todo en el camino"
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¿Y dónde está Shelly? ¿Qué ocurrió con ella? ¿Qué habrá pasado aquella noche...? Era lo que todo el mundo se preguntaba, y solamente una persona sabía cada una de esas respuestas; la propia oficial.
Esa misma policía que había comenzado como una bandida, aquella la cual su vida se vió condenda por deudas imposibles de pagar, y la misma chica que logró encontrar un futuro junto a aquellos a quien amaba. Esa misma mujer, con lágrimas en los ojos, caminaba enfocada, con miles de preguntas en su cabeza, sin respuestas para ninguna.
El pingüino y el dinosaurio la seguían, todavía en shock por lo que acababa de suceder hacía unos minutos. Con sus patas mojadas y sus nervios por los cielos, la adrenalina no los dejaba descansar. La sorpresa enorme que seguía entre sus pupilas no parecía querer irse pronto.
¿Por qué? Simplemente, ¿por qué?
No tenían una explicación para las acciones y decisiones de aquella merodeadora. Si tanto quería atraparlos, y tanto quería verlos morir... ¿por qué no simplemente los electrocutó en aquel mar de óxido en el que estaban parados? ¿Por qué no aprovechó aquella trampa?
Shelly no lo comprendía, y mientras más caminaba por aquel depósito, menos podía entender las decisiones de la anciana. Eso sí, intentaba enfocarse en simplemente encontrar una salida, y no darle muchas vueltas al asunto. No quería creerlo ni pensarlo, pero quizá fue testigo de la poca empatía que quedaba en el corazón de la señora Starr.
El silencio se había apoderado de la caminata de los secuestrados, e incluso si sentían estar cerca de su libertad, no podían sentir esa felicidad y esperanza, ya no. Buzz hubiera sido el encargado de romper el silencio entre los tres, pero alguien más entre la oscuridad se le adelantó. Tranquilos, no se asusten... solo me pareció ver un lindo gatito.
"Miau"
Todavía con miedo en su mirada, Shelly pegó un salto y miró hacia el costado. Entre las repisas y estantes enormes metálicos de aquel depósito, un gatito negro con ojos amarillentos parecía acercarse a ella, intentando llamar su atención.
La chica, si bien se sentía bastante mal, pudo encontrar cierta comodidad entre los ojos del gatito. Con sus manos, se acercó lentamente para acariciar su cabecita, mientras el gato cerraba sus ojos cuando sentía el placer de la caricia, con la suavidad de las manos vendadas de Shelly.
Shelly: Nos estás siguiendo desde que salimos de esa celda. -Le susurró- ¿Por qué?
Acercó su cabeza hacia la del animalito. Buzz y Corbin, callados, miraban cada detalle de la escena, mientras Shelly apoyaba su frente contra la del gato. Lo único que necesitaba ahora era un poco de cariño, un empujoncito para poder seguir adelante entre tanto odio y oscuridad.
Shelly: Gracias por cuidarme. Gracias por acompañarme.
El gato solo respondió con un maullido. Un maullido calmado y adorable, que llevó a Shelly a agarrar su cabecita con sus dos manos, apoyando la mandibula del gatito entre sus palmas. Con delicadeza, acarició lentamente el pelaje del animal, y su respiración agitada, junto a sus lágrimas, comenzaron a desvanecerse de a poco.
Tenía miedo, tenía terror. Nervios, adrenalina, cansancio. Todo junto y en unas pocas horas. Su corazón no podía más, pero si se detenía ahora, no llegaría nunca a escapar de ahí, y quizás la electrocución de Starr no sería la peor muerte que podría haber imaginado.
Sin embargo, ella ahí estaba, recobrando su energía mental con aquel animalito que parecía protegerla, simbólicamente. Que desde su escape, estuvo dando vueltas por la fábrica, siguiéndola, persiguiendo su alma, guiándola entre la oscuridad del valle inquietante en el que estaba atrapada. Caminando junto a ella en la oscuridad, para no dejar que se hundiera en ella.
Shelly: Quisiera llevarte a mi casa, gordito. -Murmuró, con cariño. El gato parecía sonreír- ¿Te gustaría eso?
Como si fuera su ángel guardian, el gato rápidamente trepó hacia el hombro de la muchacha, que sorprendida, dejó caer una pequeña lágrima cuando, después de un momento en el que se mostró tan vulnerable, finalmente podía sentir algo bonito en el corazón. Quizá, la peor forma de morir, era con un corazón aterrado en sus últimos latidos.
Shelly dejó que el felino trepara por su hombro y se acomodará cerca de su cabeza. Cuando el gatito parecía mirarla de reojo, tan tierno y adorable, comenzó a ronronear, mientras Shelly intentaba pensar en un nombre para su amiguito.
Shelly: Hmm... ¿cómo te podrías llamar, chiquitín?
Corbin: "Bigotes".
Buzz: ¡"ZAPATO"!
En eso, Shelly recordó aquella caricatura que veía desde niña. Aquel gato negro y blanco que se metía en líos y siempre se salía con la suya. Al igual que ella en aquel momento, ese gato siempre se metía en líos, y ahora Shelly necesitaba encontrar la fuerza que aquel personaje tenía para siempre lograr encontrar una manera de escapar de esos conflictos. Necesitaba el coraje del personaje caricaturesco para poder encontrar la fuerza que quedaba en su interior.
Shelly: "Kit". -Murmuró. El gatito pareció gustarle el nombre, por lo que no tardó en acercar su cabecita hacia la de la muchacha, y lamer su cachete con su rasposa lengua. Shelly dejó escapar unas carcajadas- Jaja, qué lindo.
Kit bajó del hombro de Shelly, de nuevo pisando el piso del depósito oxidado y abandonado. A pesar de haber recobrado la electricidad, las luces no iluminaban demasiado el lugar, y al ser tan gigante y amplio, el eco de los maullidos del gato podían escucharse a metros de distancia.
Las luces parpadeaban, algunas ni siquiera funcionaban, pero a pesar de eso, todos sentían como, de a poco, la esperanza se iba recobrando. Shelly sabía que era la líder de aquel grupo, y que si no se encargaba de ser positiva y de mantenerse en pie a pesar de cualquier adversidad, ya nadie lo haría por ella. Debía ser independiente y proteger a quienes amaba, porque en un momento como este, la independencia, la determinación, la esperanza y la fuerza de su corazón, era lo ÚNICO que le quedaba.
Los dos animales secuestrados se sonrieron al ver cómo Kit corría hacia una puerta. Parecía guiarlos a algún lugar. La muchacha decidió confiar en él, y comenzó a correr por el amplio espacio del depósito, intentando alcanzarlo. Los demás la siguieron.
Buzz: ¡¡Esperen!! -Exclamó, al quedarse atrás. Detrás de él, alguien más observaba desde las sombras... y no tardó en hacerse ver-.
Con una puntería impecable y un radar espectacular, la mujer apuntó con su rifle aturdidor eléctrico, y logró cazar justo en la mira al pequeño Kit, que, en el aire, fue electrocutado por una de las balas de Starr, y cayó al suelo, rendido.
Shelly: ¡¡K-Kit!! -Exclamó, mientras se frenaba frente a él, al igual que los demás-.
Corbin: ¿Q-Qué pasó?
Buzz: ¿Qué fue eso?
Todos miraron hacia atrás. Entre los pasillos de estantes y repisas de aquel depósito, una silueta se mostraba en la punta del comienzo. Con su rifle en mano y una mirada desafiante, Starr volvía para una ronda más. La última ronda. La última maniobra. La última chance.
https://youtu.be/ltZ6t9GTtcE
(Soundtrack de la escena...)
Tan cerca pero tan lejos de la libertad, Shelly la enfrentó y le gritó, desde metros de distancia, mientras tomaba a Kit en sus brazos e intentaba que abriera los ojitos. Parecía muy cansado por el disparo. Solamente podía maullar levemente, adolorido.
Shelly: ¡¿POR QUÉ?! -Le gritó- ¡¿POR QUÉ ESTÁS HACIENDO ESTO?! -La contraria parecía no querer contestar, pero cuando menos se lo esperaron...-.
Starr: Ustedes pertenecen aquí. -Dijo tranquila, con una voz alta y firme que llegó a escucharse entre el eco del establecimiento. Hacía rato no escuchaban su voz. Al menos, no su voz sin gritar-.
Buzz: ¡¡C-CLARO QUE NO!!
Starr: ¡¡CIERRA LA BOCA, REPTIL ASQUEROSO!! -Y con velocidad, apuntó su próximo disparo directo a la cabeza de Buzz, que esquivó el ataque agachándose rápidamente. Tuvo mucha suerte, en realidad- Hm.
Shelly: ¡¡BASTA!! -Gritó, con violencia en su tono de voz- ¡¿QUIÉN TE PENSÁS QUE SOS?! ¡¿A QUIÉN TE COMISTE, FLACA?! -Los dos animales la veían. No entendían muy bien sus expresiones- NO QUIERO QUE LUCHEMOS, NO QUIERO VERTE MÁS. SOMOS TRES CONTRA UNA, NO TENÉS OPORTUNIDAD.
Starr: Pff. -Carcajeó una vez más. Ahora, su siguiente bala fue directo al pecho de Shelly, quien también pudo esquivarla, afortunadamente- Con mi rifle, somos dos. Y les aseguro que, allá afuera, hay más de uno que los buscará, si piensan en escapar.
Corbin: E-Esa mujer...
Buzz: Está loca.
Starr: Y tengo más balas, para todos ustedes, si es lo que andan buscando. -Volvió a reír, confiada- Rindanse de una vez y vuelvan a sus celdas... NO QUIERO HACER ESTO POR LAS MALAS. -Suspiró- Y, les aseguro... ¡¡QUE USTEDES TAMPOCO!!
La paciencia de Shelly pareció terminarse cuando la anciana se dirigió a ellos a los gritos. ¿Dónde había quedado esa falsa piedad? ¿A dónde fue la supuesta "compasión" de la Sra. Starr ahora, eh? La oficial gruñía para sí mientras miraba la silueta de la mujer del rostro tapado, que incluso si no veía su cara del todo, ella sabía que sonreía detrás de toda esa máscara.
Shelly: No. -Acotó- No nos vas a detener. Ni vos, ni nadie. -Frunció el ceño- Llegamos muy lejos para rendirnos ahora. No sé por qué razón quisieron encerrarme acá adentro, pero fue el peor error que cometieron. Vos, y el robot dictador loco ese al que le seguís todas las órdenes.
Starr pareció gruñir, perdiendo su sonrisa en aquel mismo momento, mientras las patas de Buzz comenzaban a temblar.
Shelly: Sí, lo vimos todo. Escuchamos esa llamada entre ustedes. -Sonrió, desafiante- Mirá, yo no sé qué tipo de convenio tenés con ese enfermo, pero no me importa en lo más mínimo. Te las vas a tener que arreglar con él, porque si te las querés arreglar conmigo, no vas a terminar muy bien... "Starr".
Starr: Pff. -Sarcástica, volvió a pegar una carcajada- ¡¡JA, JA, JA!! -Se le reía en su cara. Shelly se mantenía firme ante sus palabras- ¿Crees que te tengo miedo, jovencita? -Y mientras hablaba, caminaba lentamente hacia la oficial y sus compañeros-.
Shelly: No te acerques. -Starr la ignoró-.
Starr: No son más que torpes sabandijas a las que tengo que alimentar. En esta fábrica, debajo de la tierra, soy YO la que manda. -Gritó- ¡Ustedes, ineptos, deberían estar enjaulados y encerrados! ¡TRAS LAS REJAS!
La señora se acercaba cada vez más y más, mientras Shelly no perdía la fuerza en sus piernas. Peltoh comenzaba a retroceder, al mismo tiempo que Buzz, pero la muchacha no se rendiría tan fácil. Estaba dispuesta a enfrentarla. Por la libertad.
Starr: Crees ser muy valiente y decidida. Con la determinación por los aires y una deslumbrante fuerza en tus manos, ¿verdad, niñita? -Volvió a reír, mientras sus piernas iban solamente hacia adelante. Shelly se enojaba cada vez más- Tengo AÑOS de experiencia con gente como tú. SÉ cómo actúan los de tu clase.
Shelly: Vos no sabes NADA de mí. -Susurró. Starr llegó a oírla-.
Starr: No voy a permitir que no obedezcas a mis órdenes. -Suspiró- Porque... no sé si lo sabías, niña. -La miró- Pero eres una prisionera ahora. -Shelly comenzaba a sentirse asustada- TU libertad ya no existe. TU bienestar tampoco. Desde ahora, tu vida me pertenece, y no eres más que un asqueroso saco de carne inservible al que hay que alimentar cada doce horas.
Shelly: ... -Quería mantener su mirada firme, pero le costaba cuando veía que la mujer estaba a unos pocos metros de distancia-.
Starr: Igual que ese estúpido reptil. Igual que ese pingüino imbécil. Eres una más de ellos. Y si crees que esta bandada de pájaros puede escapar de mí... -Se frenó en el lugar, a tres metros de Shelly. Subió el rifle y le apuntó, directo en la frente- Pues entonces acomódate. Ahí te van mis "estrellas fugaces". -Sonrió- Bang.
Starr apuntaba, manteniendo sus manos firmes y su dedo acariciando el gatillo de su rifle aturdidor. Esos guantes bordó en sus manos no pasarían mucho tiempo más sin atacar, pero aun así, la oficial se mantenía firme, parada en su lugar, como un paredón inamovible.
Entre el silencio, la muchacha subió la cabeza, confiada, y respondió, con un tono de voz firme y fuerte.
Shelly: No me das miedo, vieja. -La miró de reojo, despreciándola con todo su corazón. Starr se acomodó y sonrió todavía más- No te temo. -Un breve silencio se hizo presente-.
...
Starr: Pues deberías.
¡BANG!
Un solo disparo que fue directo hacia la cabeza de la muchacha. Incapaz de reaccionar al instante, cerró los ojos, con un susto terrible en su pecho. Cuando los abrió, pareció no sentir ningún tipo de dolor... ¿qué había ocurrido?
Starr: ¡¡AAHH!! -Gritaba agonizante la señora-.
Por la oscuridad no se veía bien, pero lo cierto era que el disparo se había desviado por completo, estallando contra la pared del depósito. En la cabeza de Starr, cuatro patas de gato ahora apoyaban sus garras, mientras la señora gritaba de dolor con cada rasguño que recibía.
Kit parecía estar de vuelta en combate, y mientras atacaba a la mujer, logró ganar algo de tiempo para que Shelly y su equipo escapen.
https://youtu.be/NWiKZCZVK5A
(Soundtrack de la escena)
Buzz: ¡¡CORRAN, CORRAN!!
Los tres ahora se apresuraban a llegar a aquella puerta grande que decía "SALIDA" en un cartel grande. Siguiendo las indicaciones, podrían estar cerca de la libertad de una vez.
Starr quedó tirada en el suelo, Shelly podía verla por el rabillo del ojo. Cuando Kit finalmente la soltó y comenzó a correr junto al equipo de secuestrados, Corbin abrió la puerta con fuerza y se adentraron por aquel pasillo que proclamaba ser la salida.
Una vez todos se metieron, la oficial sería la últma en avistar aquel depósito, mientras la anciana se levantaba del suelo, con su piel rasguñada, sus brazos ensangrentados, la ropa casi rota y, sobre todo, una expresión de odio en su mirada, que ahora podía verse en su rostro casi descubierto por completo.
Shelly se había quitado de toda duda. Después de haber visto con sus propios ojos como esta mujer le apuntaba un rifle en su cabeza y disparaba sin compasión, sabía que Starr estaba dispuesta a matar sin piedad con tal de lograr su cometido y reclamar lo que, según ella, le pertenece. ¿Qué motivaciones tan grandes podía tener para, literalmente, ASESINAR a sangre fría a alguien con tal de cumplir con su meta?
Una vez vio a la mujer levantarse y correr tras ellos nuevamente, la oficial cerró todo de un portazo. Buzz y Corbin la esperaban, gritando que cerrara la puerta, que corriera. Shelly no parecía escuchar sus gritos ni advertencias, estaba aislada en su propia mente, incapaz de prestar atención a su entorno, enfocada únicamente en la mirada aterradora de la anciana y, sobre todo, en el pensamiento de sobrevivir.
Y entre la oscuridad del pasillo, la oficial comenzó a correr. Uff... si al menos hubiese escuchado UN solo grito del pingüino.
¡¡SEÑORITA SHELLY, CUIDADO!!
Un sonido aterrador retumbó entre el grito del botones, llegando a los oídos de Shelly aquel ruido metálico que ahora oyó debajo suya. Con una carga inmensa de adrenalina en todo su cuerpo, la muchacha pudo sentir aquel frío dolor en su pierna cuando su escape se vio frenado en aquel mismo pasillo.
Cayó al suelo, rendida. El dolor no parecía sentirlo. Una tenue luz iluminaba el pasillo ahora, mientras Corbin corría hacia la puerta, tapándola con su espalda cuando Starr golpeaba y empujaba para poder pasar.
Shelly: ¿Q-Qué...? -Su vista, borrosa, la confundía más que nunca. No comprendía lo que sucedía a su alrededor, no entendía nada-.
Cuando Buzz se acercó a ella, preocupado, Shelly volvió a escuchar las voces de sus compañeros. Fue ahí cuando su vista se aclaró, y un susto enorme corrió por sus venas cuando, de su pierna derecha, solamente veía un charco de sangre formarse mientras una trampa para osos apretaba sus dientes entre la carne de la oficial.
(Créditos a Payruh)
Shelly: A-Ah... -Su corazón se detuvo por un momento- N-No...
¿Era este el fin? Así se sentía. El dinosaurio la miraba fijamente, cabizbajo, intentando hablarle mientras ella recuperaba su postura. La muchacha no podía enfocarse en nada más que la trampa para osos y la herida que le había causado en su pierna derecha. Ahora estaba atrapada, manchando el suelo y su ropa con su sangre, escuchando voces a su alrededor, como si las propias almas del infierno la estuvieran llamando para rendirse. Y quizá será por la adrenalina, o por el miedo, pero... no sentía dolor. Al menos, no por ahora.
Buzz: S-Señorita... -Con su mano, tomó a Shelly de las mejillas, intentando que se enfoque en él- T-Tranquila, calma. T-Todo estará bien. Lo p-prometo...
Corbin: ¡AH! -Gritó, al sentir los empujones de Starr desde el otro lado de la puerta- ¡H-HAZ ALGO, SÁCALA DE AHÍ! -Volvió a sentir otro empujón. Si no fuera por él y su cuerpo, la puerta se abriría de inmediato-.
Buzz: ¡¡ESO INTENTO!!
Shelly: N-No... No.
La chica no podía pensar, no podía sentir. Nada más que un vacío en su corazón se presentaba ahora que parecía que todo terminaba. Tirada en el suelo, apoyó su nuca y recostó su cabeza. Pudo ver el final del pasillo... allá estaba, se iluminaba con una luz resplandeciente; la salida.
Una especie de ascensor que parecía llevar a la superficie. Estaban a unos cuantos metros de él. ¿Pero cómo alcanzarlo, si ni siquiera podía sacar su pierna de aquella trampa? ¿Cómo podía pasarle esto estando tan cerca de la libertad?
Shelly extendió su brazo hacia el elevador, en profundo dolor, mirando la luz de aquella salida. Estaba tan cerca, pero tan lejos al mismo tiempo. Sus ojos, lagrimosos, no podían sentir otra cosa que no sea sufrimiento, y mientras más pasaba el tiempo, más dolor sentía en la pierna.
Su mirada se entrecerraba entre lágrimas. Fue ahí cuando el gatito caminó lentamente hacia ella. Se veía asustado, preocupado, con una mirada ansiosa y triste. Mientras escuchaba los portazos que pegaba Starr del otro lado, Shelly miraba a su pequeño gatito acercarse a ella, mimoso, buscando traerle comodidad a su compañera en el momento más oscuro de su escape.
La muchacha sonrió levemente, mientras perdía cada vez más y más sangre por su pierna. Se estaba desangrando, lentamente. Acarició la cabeza de Kit, intentando buscar calma entre tanto caos.
Buzz, con toda la fuerza que podía, agarraba los dos laterales de la trampa para osos, intentando quitarla de la pierna de la oficial.
Buzz: ¡¡NGHH!! -Apretaba los dientes, abriendo la trampa para osos y sacando las garras de esa trampa de la carne en la que se había clavado- S-Saque la... Saque la p-pierna. -Decía, haciendo fuerza- ¡S-Señorita Shelly!
La muchacha subió la cabeza, y movió con dificultad su pierna derecha, sacándola fuera de la trampa. Una vez estaba "fuera de peligro", Buzz soltó los dos extremos metálicos, y la trampa se cerró con fuerza rápidamente. Casi le agarra un dedo al pobre dinosaurio, pero nadie más salió herido, por fortuna.
Buzz: Déjeme ver eso. -Se acercó a la pierna de la oficial. Sentada, Shelly se desangraba lentamente- Aish.
Shelly: A-Ah... -Emitió un quejido cuando Buzz tocó la herida con su mano. No tenía guantes, ni ningún tipo de seguridad médica, pero en un caso como este, no había otra manera- M-Me duele.
Buzz: ¿Duele? -Preguntó, preocupado- Uhm... -Pensativo, examinó la escena con la mirada- Voy a necesitar vendarte esta herida antes de que se ponga peor. E-Estamos cerca. L-Lo lograremos. -Shelly no parecía mirarlo- S-Señorita, ¡lo vamos a l-lograr! -Fue ahí cuando la muchacha lo observó, con la mirada perdida y la piel pálida-.
Shelly: Hm. -No parecía poder pensar demasiado-.
Presa del dolor, Shelly comenzó a llorar en sufrimiento. No podía sentir nada más que dolor y ardor en su piel, ahora que su carne se ensangrentaba y la dejaba sin fuerzas con cada segundo que pasaba. Cuando creía que aquel disparo en medio del bosque era lo peor que le podría pasar...
Shelly: A-Ah... P-Por favor. -Susurraba, como si rezara a algo más allá de su entendimiento. El dolor físico no era lo único, el dolor de verse forzada a rendirse en el último momento atacaba a su corazón con más fuerza que nunca. No quería rendirse, pero... apenas podía mantenerse despierta-.
Los golpes al otro lado de la puerta sonaban cada vez más y más fuerte, y parecían ser mucho más agresivos que antes. Junto a los gritos de la Sra. Starr, Corbin intentaba mantenerse firme en la puerta, apoyando fuerte su espalda y exclamando con el ceño fruncido.
Corbin: ¡¡BUZZ, NO TENGO TODO EL DÍA!! -Dijo, enojado-.
Buzz: ¡¿PODRÍAS NO PRESIONARME MÁS?!
Corbin: ¡¡NOS VAN A MATAR SI NO TE PRESIONO!! ¡¡¡APRESÚRATE, MALDITA SEA!!! -Y se le escapó un quejido de aquellos típicos suyos. Su voz parecía romperse con cada grito que pegaba-.
Shelly: Y-Yo... -Murmuró- Yo p-puedo seguir. -Intentó levantarse, pero era inútil. No tenía fuerza ni energía, había perdido mucha sangre- P-Puedo... se-seguir...
La muchacha comenzó a gatear, sin éxito alguno. Buzz la frenó al instante.
Buzz: No se mueva. -Intentaba buscar algo para vendar a Shelly, pero no encontraba nada- Necesito algo con lo que vendarla, señorita. Esa herida... está muy grave. S-Se va a desangrar-...
La chica lo miró. Ella entendía lo que le decía. Un solo pensamiento de supervivencia, acompañado con un instinto feroz llegó a su cabeza. No quería hacerle caso, pero si lo ignoraba, probablemente moriría desangrada o perdería su pierna. No tenía otra opción.
Presa de un dolor ardiente como el fuego, Shelly se sacó la bandana de su cuello, aquel pañuelo amarillo que le había obsequiado su propio padre unos días antes de su suicidio. Esa misma prenda que la había acompañado durante años, ese pedazo de tela que le recordaba por qué y por quién vivía. Si hoy quería seguir viviendo, entonces tendría que mancharlo de sangre.
Buzz: Oh. Eso podría funcionar.
Se lo entregó a Buzz, que rápidamente encontró sus dotes de primeros auxilios por los que tanto había estudiado para ser guardavidas.
Buzz: Ah, espere. -Con la mirada, buscó algo alrededor. Shelly no entendía qué. Buzz tomó, con su mano, una especie de cuerda gruesa que encontró tirada en el suelo, y extendió su mano para dársela a Shelly- Tome esto, lo necesitará.
Shelly: ... ¿P-Para... para q-qué? -Dijo, totalmente destruida-.
Buzz: Póngaselo en la boca. Entre sus dientes. Quizá esto duela mucho... -La miró, asustado. Realmente no quería que la muchacha siguiera sufriendo, pero para eso, había que pasar por lo peor todavía-.
¡¡ABRAN ESTA PUERTA, MALDITA SEA!! -Se escuchaba del otro lado, junto a golpes y patadas que el Señor P parecía aguantar... pero no por mucho tiempo-.
Corbin: ¡¡RÁPIDO, RÁPIDO!!
El reptil se encargó de esperar a que la oficial estuviera lista. Una vez la cuerda estaba entre sus dientes, Shelly apoyó su cabeza en el suelo, y dejó todo a manos de Buzz y la suerte.
Sintió cada pequeño movimiento en su pierna ensangrentada. Sin anestesia, ni nada, Shelly apretaba sus dientes, mordiendo la cuerda con una fuerza enorme en su mandíbula. Liberando todo el estrés de tanto dolor.
Mientras le caían las lágrimas, la chica ahogaba gritos desgarradores que rozaban la agonía. La sangre seguía saliendo, y manchaba los dedos de Buzz y la bandana amarilla, con cada grito que Shelly pegaba.
Shelly: ¡¡Mhhmmmhmm!!
Se respiraba tanto sufrimiento, tanto dolor, tanta miseria y agonía en aquel pasillo de la penumbra, que los ojos de la muchacha creyeron que jamás volverían a ver la luz. Que jamás volverían a saber lo que era la alegría. Que solamente quedaba dolor después de sufrir tanto, tanto, tanto.
Shelly: ¡¡MHHMMMM!! -Gritaba en llanto, mordiendo cada vez más y más fuerte la cuerda. Se le salían las lágrimas mientras sus nervios entorpecían sus extremidades. Los brazos ahora le temblaban, junto a su pierna izquierda que, a pesar de no haber sido herida, podía sentir todo lo que su gemela sentía. El dolor era indescriptible-.
Buzz: Y-Ya termino. Esto va a doler un m-montón solo por un segundo, ¿s-sí? -Y después del aviso, vino la tormenta. El pañuelo amarillo apretó la carne de Shelly, tapando la herida pero logrando que sangrara un poco más-.
La contraria pegó un grito agonizante que la hizo llorar todavía más, mientras el dolor de su pierna la volvía loca. Aun así, la herida estaba tapada y "vendada", con lo que podían.
Shelly: Mhhmmm... -Respiraba agitada cuando por fin se sacó la cuerda de los dientes. Subió la cabeza y miró su pierna derecha. El pantalón arremangado y totalmente rojo- A-A-Ah... -Trató de respirar tranquila, pero la ansiedad la carcomía. No podía parar de llorar de dolor-.
Buzz: Y-Ya... -Con delicadeza, la ayudó a levantarse. Shelly no podía ni apoyar la pierna, el dolor había sido terrible, y todavía seguía, aunque ya casi no parecía ni sentirlo de tanta adrenalina que tenía inyectada en sus venas- Con c-cuidado...
El reptil comenzó a caminar lentamente junto a Shelly hacia la salida. Fue ahí cuando un grito y un portazo lo desmoronó de repente. Cuando miró hacia atrás, no quería creer lo que veían sus ojos...
Ante el peso de la oscuridad y la miseria cayendo encima del equipo completo, Corbin caía al suelo mientras la puerta se abría fuertemente. En la entrada, una silueta aterradora los enfrentaba, con rifle en la mano y una mirada atemorizante. Starr los había capturado, finalmente los tenía en donde ella quería, un pasillo recto y oscuro en donde atacarlos y bajarlos fácilmente. Y esta vez no dejaría que los sentimientos innecesarios de piedad y compasión arruinaran su plan y su futuro.
Corbin: ¿Ah? -Abrió los ojos, recomponiéndose de la caída. Cuando subió la cabeza, un golpe fuerte lo recibió- ¡AH!
De vuelta, el pingüino cayó al suelo. El rifle de Starr le había dado en el cráneo, haciéndolo caer, rendido. La anciana ni se preocupó en luchar o retenerlo, ya lo había vencido. Su objetivo ahora era otra persona, alguien que caminaba renga, con una pierna ensangrentada y con ayuda de aquel reptil asqueroso.
Starr corrió rápidamente por el pasillo, preparándose para atacar. Fue en ese momento cuando Buzz se dió vuelta, y dejando de lado el miedo y el terror, preso de la adrenalina, acestó un golpe en el estómago de Starr, que la haría frenarse y bajar la cabeza, procesando el dolor.
Starr: ¡Ugh! ¡H-Hijo de...! -Dijo, bajando la cabeza y apretando su barriga-.
Una vez miró hacia arriba nuevamente, algo más la recibió de sorpresa. Con ira y rencor, el puño de aquella oficial herida y adolorida encontró el camino para ir directo a la cabeza de la mujer mayor, que dejó caer su cuerpo cuando el puñetazo le movió las gafas de lugar.
Shelly: ... Ridícula. -Acotó, totalmente seria, por encima de la contraria. Y de nuevo, comenzó a caminar lentamente por el pasillo, con la ayuda del reptil-.
Necesitaban llegar a aquel elevador y escapar de una vez por todas. Estaban tan, tan cerca, que ya podían oler el aroma de la libertad. Ya podían comenzar a imaginar las luces del sol resplandeciente que hacía tanto no veían. Ya podían sentir la brisa del viento chocando en la piel de cada uno de ellos, demostrando que la lucha lograba vencer a cualquier adversario.
Y una vez más, esa mujer no se rendía. No quería rendirse, no podía rendirse. Sus ideales y convicciones iban más allá que cualquier golpe o puñetazo que pudieran darle en la cara o en el estómago. Ella era más fuerte que eso, había luchado incontables veces en el pasado... ¿qué le harían ahora un par de golpes?
Starr se levantó de nuevo, encadenada en sentimientos de ira que escondían esa desesperación oscura que la atormentaba por detrás de su cráneo y su cabeza. Nada más que pensamientos de muerte se colaban por la mente de Starr, ahora que no encontraba su rifle. Quizás no tenía su arma más preciada, pero todavía podía caminar bien y usar sus nudillos.
Starr: ¡¡VUELVAN AQUÍ!! -Exclamó furiosa, corriendo de nuevo por el pasillo. Esta vez, ningún golpe la tomaría por sorpresa-.
Así fue como, con facilidad, logró tomar a Buzz desde su brazo, y golpearlo en la cara, empujándolo hacia un costado, quedando inmóvil en el piso, al igual que su compañero pingüino.
Shelly casi se desmoronó, de no ser por la pared que le sirvió de apoyo. No podía caminar sola, no podía mantenerse en pie si no la ayudaban. Y ahora que la anciana la miraba con esa expresión odiosa, y la enfrentaba de una vez por todas, las cosas no le jugaban a favor para nada.
Starr: Je. ¿Yo ridícula? Al menos yo puedo caminar, vejestorio. -Echó una risa, chocando con la mirada penetrante de Shelly- Vamos, jovencita. Ya verás por qué me llaman "El Brazo Dorado". -Y fue ahí cuando, de hecho, Shelly se percató de aquel detalle-.
Quizá no lo había pensado antes. Quizá había sido la oscuridad. Quizá se trataba de un simple detalle que se le escapó. Aun así, la muchacha no podía comprender cómo había pasado por alto el brazo derecho de la anciana, que brillaba a pesar de estar en un pasillo oscuro. Aquel brazo no era normal, y el apodo "El Brazo Dorado" no era una exageración, porque, de hecho... el brazo de Starr SÍ era dorado.
Una especie de mecanismo extraño, una protesis de metal y oro creada únicamente para ella. El brazo de Starr se movía con ayuda de engranajes, tornillos, cables y metales que la convertían en un individuo más misterioso que nunca. ¿Cómo había llegado a tener un brazo dorado, hecho pura y exclusivamente de metales y engranajes? Bueno, quizá eso sería historia para otro día, porque, en lugar de respuestas, Shelly solamente recibió un puñetazo en la cara que la dejó viendo las... "estrellas".
Shelly: ¡¡NGAAAHH!! -Su cuerpo cayó lentamente sobre la pared. El ardor de su pierna se mezcló con el dolor repentino que había en su cara después de aquel golpe con ese brazo dorado. Dolía un montón, más que lo que dolería un puño de carne y hueso, quizá-.
La muchacha intentó defenderse, tratando de golpear a su oponente con la poca fuerza que le quedaba. Starr procedió a tirar un puñetazo más, que fácilmente conectó con el cuello de la comisaria. Así fue como Shelly quedó inmóvil por unos cuantos segundos, entre las manos de Starr y la pared, nada más mirando fijamente el herido rostro de la anciana que ahora la tomaba por el cuello con su brazo dorado. Sin gafas, sin bandana, solo su rostro real, crudo. Aquella extremidad robótica y metálica, tan fuerte como letal, la sostenía con fuerza. Era aterradora.
El fuego en sus ojos. Eso fue lo que Shelly vió en la contraria. Realmente parecía que Starr mostraba mucho sufrimiento en su mirada, e incluso si estaba siendo cruel, Shelly no podía evitar preguntarse... ¿por qué? ¿Cuáles eran las oscuras razones de esta mujer?
Starr: Q-Quise hacerlo por las buenas, niña. -Y acercó su rostro al de ella, que seguía inmóvil entre su brazo y la pared- Pero no me dejas otra opción.
Tan fuertes como clavos, los dedos de la mayor se clavaban en el cuello de Shelly, que comenzaba a sentir cómo le faltaba el aire, y movía sus brazos, intentando quitarse de en medio, para poder recuperar el oxígeno. Sin éxito alguno, por supuesto, pues su cuerpo estaba tan cansado como dolorido. No le quedaban fuerzas, no tenía más energía. Este era su fin.
Y rápida como una estrella fugaz, Starr se movió. Rodeó a la comisaria, posicionándose ahora detrás suya, agarrándola del cuello como si fuera un rehén, y lo más aterrador de todo... sosteniendo, con su mano sana, una navaja que ahora pinchaba el cuello de Shelly, con mucha precisión.
¿Pueden imaginar lo fría que se le puso la sangre a Shelly cuando sintió aquella navaja rozar su piel? Realmente parecía una gallina con los pelos de punta. El terror le respiraba en la nuca, al igual que la anciana, que parecía sonreír levemente al sentir el miedo que se escapaba del sudor del cuerpo de la oficial.
Starr: Ya te lo he dicho. Tú perteneces aquí. -Sonrió- Y si no puedo mantenerte aquí viva...
...
Te mantendré aquí...
MUERTA.
...
¡AUGH!
Nada más que un grito repentino se oyó entre la oscuridad. Un grito misterioso, aterrador e intrigante. Buzz, desde el suelo, intentaba abrir los ojos y ver entre la poca iluminación del lugar. ¿Quién había gritado? ¿Qué había ocurrido?
A unos pocos metros, solamente podía ver dos siluetas juntas. Parecían ser la de Starr y la de la señorita Shelly. El corazón de Buzz se frenó por unos segundos cuando, casi como un susto de muerte, una de las dos siluetas cayó al suelo rendida, dejando a la otra silueta tambaleándose con torpeza.
Buzz: ¿Q-Qué? -Musitó, y fue ahí cuando algo por la espalda lo tomó por sorpresa- ¡¡SEÑORITA SHELLY!!
Corbin: Ugh... -Suspiró, acercándose a su compañero, intentando mirar más allá de la oscuridad. Su mano, manchada con un polvo rojizo, se veía interesado en qué había ocurrido-.
Unos segundos de suspenso pasaron de largo, y cuando quisieron darse cuenta, aquella silueta tambaleante se acercó a ellos. Una sonrisa se desprendió cuando, de entre los oscuros tintes de aquel pasillo, pudieron ver aparecer el rostro desesperado de la valiente oficial Shelly, intentando caminar con una sola pierna, alejándose de aquella enfermiza anciana.
Buzz: ¡Srta. Shelly! -Exclamó- ¿S-Se encuentra bien? -Y de algún lado, sacó la fuerza para levantarse y ayudar a Shelly a mantenerse en pie-.
Shelly: ... c-creo. -Solamente pudo decir, casi ya sin fuerza-.
Buzz: ¿Q-Qué ocurrió? -Miró a Corbin, buscando respuestas-.
Corbin: ... Parece que la golpeé con el ladrillo que le lancé.
Buzz: ¡¿De dónde sacaste un ladrillo?! -Y se vio interrumpido una vez más-.
¡¡AAAGGHHHHHH!!
Voltearon de nuevo para ver otra silueta renacer. Starr gritaba desatada, presa de una furia galopante que solamente la llevaba a comportarse cada vez más y más agresiva. Lastimarla no servía de nada, las heridas eran el combustible de su rencor y odio. Hacerle mal solamente la hacía más fuerte.
Corbin: ¡¡R-Rápido, rápido!!
Nuevamente intentaron correr hacia el elevador, aprovechando los segundos que tenían. Estaban a unos pocos metros. Incluso si Shelly apenas podía mantenerse en pie, el equipo estaba a punto de encontrar esa libertad que tanto ansiaban.
El cuerpo de Shelly se desmoronaba entre los brazos del dinosaurio, mientras su mente daba vueltas y vueltas, casi sin saber en dónde estaba. Era normal, después de todo, parecía desangrarse lentamente por la enorme herida en su pierna. Y si bien había sido "curada", el vendaje parecía no haber aguantado la pelea contra Starr, al menos, no lo suficiente. Estaba desarreglado, manchado y sucio para este punto. Y al igual que la nieve, la piel de Shelly se pintaba de un blanco pálido que asustaba, combinando de una forma perturbadora con el nuevo púrpura de sus labios.
Buzz: ¡¡Y-Ya casi llegamos. Resista, Srta. Shelly!! -Exclamó, al mismo tiempo que escuchaban otro grito de parte de aquella merodeadora. Cada vez que gritaba parecía estar más cerca-.
El ambiente era tan oscuro, que solamente podía llegar a verse el elevador. Mientras más pasos daban, más detalles podían observar en aquel viejo y oxidado ascensor, con una única luz tenue que apenas podía llegar a alumbrarlos.
https://youtu.be/ZhlZ-cPO0Xw
(Soundtrack de la escena)
La voz de Starr parecía haber desaparecido, sus respiraciones también. Lo que nuestro equipo no sabía era que, pronto, llegaría el asalto final, y no estaban listos para recibir aquel disparo... literalmente.
Fue increíble como, de pronto, Corbin pegó un grito y cayó al suelo casi al instante. Su cuerpo había recibido una descarga eléctrica que, si bien no lo hirió, llegó a dolerle, además de paralizarlo por unos segundos, tirado en el suelo.
Como si fuera magia, o alguna especie de invención de la ingenieria, la esfera de plasma eléctrica que había impactado en la espalda del señor Peltoh, rebotó y se compartió hacia el cuerpo de Buzz, logrando una reacción similar, tirando al suelo al reptil.
Era de esperarse que Shelly recibiera el mismo impacto por el rebote del proyectil eléctrico en su compañero, aunque se hubiese caído al suelo junto a él de todas formas. Apenas y podía mantenerse despierta en un momento como este.
¿A qué se debía aquel impacto? Simple; el rifle de Starr parecía guardar una recarga extra, y finalmente tuvo la chance de usarla. En el momento justo, con un disparo certero. Se acercó rápidamente hacia ellos, sin darles chance a que siquiera pudieran levantarse del suelo.
Shelly apenas pudo ver la silueta de Starr correr hacia ella. Estaba furiosa, se le notaba no solo en sus gritos desgarradores, también podía verse en su rostro destapado y ensangrentado, que ahora contaba con un moretón enorme, causado por aquel ladrillo que Peltoh había logrado encajarle.
Le tembló la mandíbula, junto a las piernas y los brazos, pero Shelly cerró los ojos cuando su mente solamente imaginaba ya a Starr tirándose encima de ella para rematarla. Sentada en el suelo, esperó el ataque... mismo ataque que jamás llegó.
Y cuando abrió los ojos...
¡¡DÉJANOS EN PAZ!!
Aquella voz... ese tono desesperado, ese grito chillón, sin dudas era la misma persona que la había acompañado durante todo ese escape. Aquel pingüino que conoció estando aterrado de tener siquiera el pensamiento de escapar, ahora Shelly lo veía tirándose encima de su secuestradora, golpeándola con sus puños como si fuera un luchador de lucha libre.
La ira dentro de Corbin era inmensa, tanta que sorprendió a sus dos compañeros. No tardaron ni un segundo en levantarse.
Starr: ¡¡SUÉLTAME, ESTÚPIDO ANIMAL!! -Gritaba, recibiendo los puñetazos que Corbin le daba en la cara-.
Corbin: T-Todo es tu culpa. -La golpeó en la cara- ¡¡ES TU CULPA, MALDITA SEA!! -Volvió a golpearla en la cara- ¡¡Y-YO SERÍA FELIZ...!! -Otro golpe más- ¡¡SERÍA F-FELIZ SI NO FUERA POR TI!! -Y un último golpe que logró hacer sangrar a la anciana por la boca- ¡¡AAAAHHH!!
Starr aprovechó la saliva que salía de su boca. Saliva que se mezclaba con la sangre escapándose por su garganta. Logró escupir hacia arriba, manchando la cara del pingüino y nublando su vista por unos segundos. Los segundos suficientes para aprovechar su vulnerabilidad y tomarlo del cuello, levantándose del suelo.
Starr: T-Te vas a arrepentir... TANTO. -Y con su brazo dorado, encajó su puño en el rostro del botones, que cayó al suelo rápidamente-.
La mente de Starr parecía nublarse de un momento hacia otro. Ya no se centraba en atraparlos, ni siquiera se enfocaba en asegurarse de que no escaparan. Ya no. Ahora su entera atención estaba centrada en hacer PAGAR a ese maldito pingüino. La ira se despertó dentro suyo, y después de que Peltoh mostrara su valentía... vendrían las consecuencias.
Buzz: ¡¡CORBIN!! -Exclamó, pero era tarde para siquiera hacer algo-.
Shelly lo tomaba del hombro, sus ojos parecían comenzar a cerrarse. Estaba quedando inconsciente. Buzz miraba a su fiel compañero pingüino ser golpeado por Starr contra el suelo. Cada puñetazo iba directo a la cabeza del Señor P... ¡¿QUÉ DEBERÍA HACER AHORA?!
¡Tenía que ayudar a Corbin! Pero no podía dejar a la Srta. Shelly abandonada en el suelo. Tampoco podía llevarla a luchar contra Starr en la condición en la que estaba, sería un suicidio. Buzz solamente tenía un camino que seguir, y una sola decisión que tomar; intentar salvar a Corbin, o intentar salvar a Shelly.
Miraba hacia los costados, intentando decidir. No podía pensar rápido, no podía siquiera pensar. ¿Cómo podría abandonar a su tan querido compañero en este basurero? ¿Qué podía hacer por la Srta. Shelly, que había estado buscándolos sin descansar durante tantos días?
Cualquier decisión que tomara lo haría sentir como un héroe, y al mismo tiempo como la peor persona del mundo. No había punto medio.
Y mientras Buzz permanecía quieto, intentando decidir, Starr seguía golpeando al pingüino, haciéndolo sufrir por cada golpe que él le había dado en la cara. Corbin estaba silencioso, con la vista perdida, solamente chillando de dolor con cada puñetazo que le llegaba a su cabeza con aquel brazo de metal. Era doloroso, muy doloroso, pero llegó un punto en el que ya no sintió más dolor.
Corbin simplemente pareció cerrar sus ojos. Su cabeza solo respondía a los golpes que Starr le azotaba, y cuando parecía haberse ido de una vez, la anciana se frenó, respirando agitada, intentando hacer desaparecer ese sentimiento de tanto odio y tanta ira acumulada.
El pingüino no respondió más. Quedó quieto en el suelo, echado, mientras su rostro sangraba por sus orificios, y sus ojos se cerraban. Buzz observó la escena con lujo de detalle, y entre lágrimas, solamente quiso acercarse y devolverle todo ese odio a la maldita anciana que ahora le había arrebatado a su compañero... pero no pudo.
Su corazón se detuvo cuando estuvo a punto de correr hacia ella. El tacto de la oficial, casi cayendo inconsciente en su hombro, fue una señal que rodeó todo su cuerpo. Viajando por todos sus nervios, Buzz sintió un calor único que lo frenó. Simplemente no podía, no por miedo, no por orgullo, sino por valor.
Corbin había sido valiente, y era esa misma valentía que ahora Buzz tenía que encontrar para poder darse cuenta de que no podía salvar a todos. De que, en algunos casos, algunos deben quedar atrás. Y de que si actuaba bajo sus impulsos, saldría perdiendo. Perdiendo más de lo que ya perdió.
"No puedes salvar a todos", resonó una y otra vez en su cabeza. Fue una frase poderosa, imponente, frase que lo llevaría a pegar media vuelta y sostener bien fuerte a la oficial. Ayudándola y salvándola.
Finalmente comenzaron a correr hacia el elevador, juntos, a la velocidad más alta que podían, mientras Starr los miraba, todavía estando encima del cuerpo del Señor P, y con una mirada de ira y descontrol, la anciana se levantó.
https://youtu.be/ZhlZ-cPO0Xw
(Se repite el soundtrack de la escena. ¡La idea es que dure hasta el final!)
Debían correr, correr lo más rápido que podían. Necesitaban llegar, alcanzar de una vez esa libertad. La luz al final del túnel, el elevador que los haría ascender al mundo real. Estaban cerca, no faltaba mucho.
Starr los miró fijamente correr. Tomó su rifle aturdidor, apuntó con precisión, y jaló el gatillo.
El proyectil eléctrico salió disparado como un bólido, dispuesto a perforar y desentrañar la energía de aquel reptil que había quedado casi en soledad. Sin embargo, Buzz podría estar sólo, pero la suerte parecía estar de su lado, pues pegando un pequeño salto en el aire, el proyectil pareció seguir de largo y morir una vez impactó con la pared de en frente. ¡Lo había esquivado! ¡Ese pequeño demonio esquivó el ataque!
Starr: ¡¡MALDITA SEA!! -Exclamó, y sin querer desesperarse, golpeó el rifle, intentando descargar su ira-.
Volvió a apuntar una vez más, apuntó con la mejor precisión que tenía, y cuando finalmente esos dos inútiles estaban en la mira... ¡PUM!
Starr: ... ¿Eh? -Miró al rifle. Volvió a jalar el gatillo... nada- ¿Qué?
Parecía que el arma de Starr ya no tenía ningún proyectil. Su rifle se había quedado sin energía. No podía creerlo, ¡EN UN MOMENTO TAN IMPORTANTE!
Starr: ¡¡¡PEDAZO DE CHATARRA!!! -No pudo contener su enojo, y pegó un grito de ira que la llevaría a romper el rifle con su rodilla, partiéndolo a la mitad-.
Así es como Starr comenzaría a correr, siendo ella misma la bala que acabaría con la vida de ambos fugitivos. Aquellos que intentaban escaparse de la verdad, aquellos que intentaban sabotear sus planes. Los mismos que querían libertad, sin saber que ELLA era la libertad.
Starr: ¡VUELVAN AQUÍ!
Buzz: Y-Ya casi... -Musitaba, desesperado, todavía corriendo, solamente escuchando la respiración casi muerta de la comisaria- ¡YA CASI! -Por su costado, logró ver al pequeño Kit adelantarse y llegar unos segundos antes que ellos, esperándolos en el elevador, más asustado que nunca-.
Finalmente sus pies se apoyaron en el elevador. Finalmente habían llegado. Ya estaban ahí. Las puertas estaban abiertas y su libertad estaba a la vuelta de la esquina. Buzz tocó el botón del elevador para cerrar las puertas... ¿por qué se tardaba tanto?
Buzz: ¡Vamos, vamos! -Lo tocó una vez, lo tocó dos, lo tocó tres... cuatro, cinco, seis, MALDITA SEA, ¿POR QUÉ NO FUNCIONABA?- ¡¡CIERRA, CIERRAAA, AAAAHH!!
Starr: ¡¡NO, NO!!
La desesperación estaba en el aire. Las piernas de Starr no podían más. Su velocidad era máxima, lo estaba dando todo. Necesitaba llegar a tiempo, TENÍA que llegar a tiempo. Todo dependía de aquella carrera, todo dependía de sus piernas ahora. NECESITABA que no le fallaran.
No podía permitírselo, no podía dejar que escaparan. Su futuro estaba en ellos, su promesa estaba en ellos. Su única salida a una vida mejor ESTABA EN ELLOS.
LOS NECESITABA AQUÍ, ATRAPADOS.
Starr: ¡¡NO, NO, NO!! ¡¡QUE NO SE CIERRE!! -Gritaba como loca al correr hacia el ascensor, mientras Buzz seguía y seguía apretando el botón para que las puertas se cerraran-.
Ahora solamente una reja de metal podría separarlos y decidir si el destino estaba del lado de Starr, o de Shelly y Buzz. Solamente un elevador decidiría el futuro de ambas partes.
Buzz siguió apretando el botón, no funcionaba. Starr siguió corriendo, ya casi llegaba. Y cuando parecía que faltaban solamente unos poquitos metros...
¡PLUM!
Con sus últimas fuerzas, Shelly pegó un puñetazo al botón que Buzz estaba apretando. Casi cayendo inconsciente, la muchacha se cayó al suelo, mientras Starr corría hasta el ascensor. Una vez alcanzó la entrada, la anciana pudo ver como la reja del elevador se cerraba JUSTO en frente de su rostro.
Starr: No... NO, NO, NO, ¡¡¡¡NOOOOOOO!!!! -Finalmente llegó a apoyar todo su cuerpo en aquella reja. Se había quedado fuera, se habían escapado, y ella lo sabía- ¡¡AAAAHHHHHH!!
Gritaba, chillaba y golpeaba la reja con todas sus fuerzas, casi entre lágrimas. Buzz solamente miraba como la mujer intentaba romper la puerta oxidada del elevador para entrar, pero esos barrotes de metal no se destruirían tan fácil.
El reptil se sentó en el suelo, cansado... finalmente lo habían logrado. Shelly apenas podía mantener los ojos abiertos, pero pudo ver la expresión desesperada y odiosa de Starr en su ensangrentado rostro.
Ja, la oficial no pudo hacer más que sonreír. Levemente, como si ya no fuera parte del tema.
Starr: LOS ODIO. ¡¡LOS ODIO!! -Golpeó la reja una vez más- ¡¡LOS ENCONTRARÉ!! ¡¡LOS VOY A ENCONTRAR Y LOS VOY A MATAR, A CADA UNO DE USTEDES!! -Volvió a gritar, histérica y frenética-.
¡¡NNGGGGAAAAAHHHHHH!!
Y el elevador finalmente se movió. Por unos breves segundos, mientras subía, Shelly chocó su cansada mirada con la de Starr. Mientras una demostraba confianza y alivio de finalmente ser libre, la otra solamente compartía seriedad, odio, miseria, rencor y fracaso. Solamente con miradas pudieron darse a entender todos los sentimientos que durante tantas peleas y persecuciones necesitaron expresar.
No necesitaban palabras, solo con sus ojos bastaba para decirlo...
"TE ODIO".
.
.
.
El silencio reinó una vez más después de tanta adrenalina. El cuerpo de Buzz parecía caerse, y aun así, no reaccionaba a ningún estímulo. Estaba en shock, completamente inmóvil, con su mirada perdida y su cuerpo tan sucio y rasguñado como nunca antes lo había tenido.
Shelly, desde la esquina de aquel ascensor en elevación, miraba a un punto fijo y su dolor parecía desaparecer levemente. Todavía tenía la mirada de Starr grabada en su rostro. Esta mirada asesina, llena de odio y rencor, parecía carcomerle la cabeza, acechando a sus propios demonios.
Con cautela, el pequeño gatito negro se acercó a ella, intentando distraerla de aquel infierno que era su cabeza. La oficial lo miró de reojo, y con la poca fuerza que le quedaba, alzó su mano para acariciarle la cabeza, mientras Kit se apoyaba en su regazo, cerca de la herida, como si intentara cuidarla del dolor que esta le causaba.
Aquella herida ensangrentada y sucia en su pierna parecía finalmente dejar de sangrar, y el dolor iba y venía de vez en cuando, como si de un juego aleatorio se tratase. Aun así, la herida sería lo de menos en este momento, pues el cansancio de tanta persecución y tantos nervios encima parecía comenzar a pasarle factura ahora que las aguas del río turbulento se habían calmado.
Y la oficial no era la única, ¿se dan una idea de lo mucho que temblaban las piernas del valiente dinosaurio?
La culpa de no haber podido hacer nada por su compañero todavía le dolía en el alma, pero no podía regresar a aquel lugar, no en la situación que estaban ahora. De milagro pudieron escapar, ¿ahora qué procedía?
En silencio, ámbos sobrevivientes parecían estar separados, pero juntos al final. Divididos por sus pensamientos y sus emociones que ahora, en "calma", intentaban buscar respuesta a todo lo sucedido, y si bien no se hablaban, ámbos se preocupaban por los mismos acontecimientos.
Finalmente, el ascensor abrió sus puertas y se frenó. Estaban en la superficie. Frente a sus ojos, una especie de galpón enorme se presentó. Estaba oscuro, pero lo suficientemente iluminado para ver el camino. Y no, no estaba iluminado artificialmente, aquellos rayos de luz solar que entraban por el techo roto y los huecos en las paredes eran muy, muy reales.
El primero en caminar fue el gato, despegándose de su dueña y animándose a salir de aquel ascensor. Kit puso sus patas sobre la superficie, seguido del dinosaurio, que puso un pie en el galpón como si se tratara del primer hombre en la luna. E incluso si estaba destruido emocionalmente, su paso fue firme y audaz. Se dió media vuelta y observó a la comisaria, ayudándose de las paredes del ascensor para poder levantarse del suelo, intentando apoyar un poco la pierna herida, sin éxito.
Buzz: Déjeme ayudarla. -Murmuró, acercándose a ella para sostenerla. Una vez dió un paso en el elevador, el mismo gabinete del ascensor pareció tambalearse bruscamente, asustando a ámbos- ...
Shelly: ... L-Lo único que faltaría... caernos al infierno de vuelta. -También murmuró, en forma de "chiste"-.
El guardavidas sostuvo el brazo de Shelly, mientras ella intentaba caminar, apenas apoyando su pierna lastimada, quejándose con cada paso que daba. Ahora que la adrenalina se había drenado de su cuerpo, el dolor era REAL.
Así, caminaron lentamente por el galpón, intentando encontrar la salida del mismo y finalmente buscar irse a casa. En medio del camino silencioso, Buzz le llamó la atención.
Buzz: Un momento. -Shelly lo miró mientras se acercaban, seguidos por el felino, a una especie de escritorio abandonado, con algunas sillas. Alrededor de este, se podían avistar otras mesas de trabajo y hasta un lavabo- Mire ahí.
Con su dedo, Buzz señaló al lavabo y al escritorio. Cuando se acercaron, lo primero que hicieron fue tomar agua, estaban sedientos. Una vez se saciaron, el dinosaurio tomó con sus manos aquello que le había interesado de aquella mesa, al lado del lavabo. Era una especie de vendaje, e incluso si tenía algo de polvo, estaba bastante más limpio que la bandana que habían utilizado como vendaje anteriormente.
Buzz: S-Siéntese ahí, señorita. -Shelly le obedeció, en silencio, y sin decirse ni una palabra durante minutos, Buzz comenzó a trabajar en la herida de la oficial-.
Sacó la bandana ensangrentada, entregándosela a su dueña. Y mientras Kit se subía encima de la oficial como apoyo emocional, Buzz, con cautela, prosiguió lavando la herida en el lavabo con el agua que salía de la canilla, y la secó soplando en la herida. Luego, colocó el vendaje nuevo y limpio, dejando así un trabajo un poco mejor al anterior.
Shelly: ¿Quedó mejor? -Preguntó, curiosa, mientras acariciaba el sucio pero suave pelaje oscuro de su gatito, quien no paraba de mirarla, como embobado en su destreza y su cariño-.
Buzz: Usted será la que juzgue eso. -Dio una leve sonrisita- ¿Sabe? Tuvo muchísima suerte. -La contraria subió la cabeza-.
Shelly: ¿Suerte?
Buzz: Sí. -Asintió- Esa trampa... llegó a lastimarla bastante, pero no era una trampa de osos potente. Si lo hubiese sido, probablemente ahora mismo usted no tendría pierna, señorita.
El enorme latido de susto que resonó en el pecho de Shelly fue suficiente respuesta para las palabras del contrario. Con solo imaginar su vida sin poder caminar, quedarse sin una pierna... realmente le aterraba.
Shelly: Entiendo. -Apartó la mirada- Menos mal que no fue así, entonces.
Buzz: Sí. -Suspiró, cansado y abatido. Shelly pudo entender exactamente lo que ocurría, bajó la mirada, intentando mantenerse firme con Buzz-.
Shelly: Che, tranquilo. -El contrario subió la mirada- Lo vamos a rescatar. Ya sabemos dónde está, es solo cuestión de venir más preparados y llevarlo de vuelta. No te preocupes, ¿sí?
Buzz: ... ¿No crees que él...?
Shelly: No está muerto. -Dijo, leyendo los pensamientos de Buzz, quien la miró, atento- Él es muy fuerte, me lo demostró durante todo este viaje. Lo vamos a rescatar.
Buzz: ... Lo sé. -Apartó la mirada- Sé que lo harán, pero... -Suspiró, nuevamente- Yo no pude salvarlo.
El ambiente quedó silencioso cuando Buzz emitió aquellas palabras. Se sentía su culpa, incluso con solo verlo a los ojos y escucharlo quejarse.
Shelly: ... Buzz.
Buzz: Yo... -La interrumpió- Yo solo... -Apretó los puños- No puedo creer que lo dejé ahí, SÓLO, sin ayuda, mientras esa... ENFERMA lo golpeaba y me lo arrebataba.
Shelly: ... Él es... muy importante para vos, ¿verdad? -Buzz se le quedó mirando, silencioso, intentando encontrar las palabras correctas-.
Buzz: Corbin siempre fue importante para mí. -Bajó la cabeza- Él me salvó una vez. Se lo debía. Tenía que salvarlo, y aun así no pude hacerlo.
https://youtu.be/KbFlZQfXFjc
(Soundtrack de la escena)
Shelly: ¿Se lo debías? -Se le quedó mirando, confundida- ¿Por qué?
El dinosaurio quedó en silencio, buscando entre su baúl de recuerdos, un baúl que jamás abría, pero que valía la pena guardar para momentos como estos. Cuando su corazón se rompía y no podía sentir otra cosa que dolor, era cuando realmente sus recuerdos lo acechaban todavía más, y escapaban de aquel baúl que con tanto cuidado guardaba en su mente.
Buzz: Mi amistad con Corbin no comenzó en estas celdas, señorita. -Tomó aire- Verá...
Fue hace nueve años, cuando yo tenía dieciocho. Estaba en mi último año de secundaria, y mi vida era la música. Me pasaba horas y horas en aquella orquesta, aprendiendo a tocar el trombón y dejándome llevar con la música.
Recuerdo que estaba tan emocionado cuando dijeron que nuestro primer gran concierto sería en el Snowtel... aquel hotel de lujo al que todo el mundo quería ir de vacaciones. Tenía una administración increíble, de eso no cabía duda. Y habíamos sido invitados por su dueño para que tocáramos en el comedor, en ese gran escenario al que iban grandes estrellas.
Ahí fue cuando conocí a Corbin, aquel pingüino que comenzaba a trabajar como botones en el hotel, bajo la tutela de su padre, el dueño del hotel; Charles Peltoh.
Su padre era un hombre algo serio y gruñón, pero Corbin no, él era distinto. Muy distinto. Parecía siempre estar entusiasmado por cumplir su sueño de trabajar en el hotel y seguir los pasos de su familia.
Hablé con él, compartimos una conversación, y yo me sentí tan aliviado estando frente a sus ojos, que sabía que se convertiría en un gran amigo. Fue un presentimiento.
Recuerdo el frío que hacía aquella noche, cuando terminamos el concierto. Fue un éxito rotundo, todos los huéspedes aplaudían y hasta el señor Peltoh, padre, me sonrió desde la lejanía.
Yo decidí subir al segundo piso por el elevador, cruzando los pasillos cercanos al despacho del dueño, para poder llegar a mi habitación y pasar al baño. En aquel momento, podría catalogarlo como el peor error de mi vida, pero hoy en día... después de todo lo que pasó... bueno, lo veo distinto.
Cuando pasé por el despacho del dueño, la oficina del jefazo, escuché ruidos extraños viniendo desde dentro. Mi sentido de la justicia gritó con fuerza, y me adentré en la habitación para descubrir a un ladrón a punto de robar la caja fuerte del hotel.
Tuvimos una pelea, una fuerte pelea que me llevaría a tener el ojo morado durante toda una semana.
Quedé inconsciente en el suelo del despacho, y cuando desperté, el dueño miraba mi cuerpo tirado en el suelo, con algunos billetes a mi alrededor y cientos de sospechas sobre mi persona. Frente a los ojos de todos los allegados, ahora era un criminal, un sospechoso de haber intentado robarle al hotel que me había abierto sus puertas con tanta amabilidad.
Todos comenzaron a gritarme cosas, a querer sacarme a patadas. Recuerdo llorar con temor, incapaz de defenderme en una situación así. Cuando el dueño, Charles Peltoh, me miraba con rencor y me tomaba de mi camisa para sacarme del hotel a la fuerza, fue cuando oí su voz...
Sonando y resonando por la oficina, rebotando por los pasillos y todo el hotel entero. "¡UN MOMENTO!", él gritó. Su padre lo miró de costado, y ahí estaba, su hijo, Corbin Peltoh. El único que puso las manos en el fuego por mi, el único que confió en mi inocencia y no se dejó llevar por la injusticia. El único que creyó en mí, cuando estaba en mi peor momento... él estuvo ahí para mí.
Y me ayudó, me salvó la vida aquella vez. Logró demostrar no solo que yo era inocente, sino que también pudo encontrar al culpable. Un chico de nuestra edad, solamente un poco mayor. "Grehff", "Greg"... ¿"Grigf"? ... Algo así, era su nombre.
Si no hubiese sido por Corbin, habría sido culpado por un crimen que no cometí. Si no hubiese sido por Corbin, quizá hoy estaría en prisión. Si no hubiese sido por Corbin... quizá sería un verdadero criminal, ante los ojos de cientos de personas.
Él me salvó aquel día. Él logró sacarme de ese pozo oscuro en el que me había metido, sin querer. Incluso si no tenía pruebas, incluso si no sabía ciertamente si yo era inocente o no... él creyó en mí. Y desde aquel momento, me he esforzado en no defraudarlo, NUNCA.
Corbin me enseñó una valiosa lección. Me enseñó a salvar a las personas. ¿Por qué cree que soy guardavidas, señorita? Él me inspiró a encontrar eso que tanto amaba; ayudar a la gente.
¡Soy guardavidas porque quiero hacer que las personas estén bien! Quiero ayudarlos con sus problemas, quiero que salgan de aquellos agujeros negros en los que se meten. Justo como Corbin hizo conmigo, quiero creer en los demás y poder salvarlos.
¿Ahora lo entiende? Quizá pueda salvar a todo el mundo, pero... ¿de qué me sirve eso, si no puedo salvar a aquel que lo empezó todo? ¿De qué se trata, si no puedo ayudar al hombre que me inspiró a ser quien soy hoy en día?
Si no puedo salvar a Corbin de aquel infierno como él me salvó hace nueve años... ¿entonces qué clase de guardavidas soy? ¿Qué clase de PERSONA soy?
Buzz suspiró cuando terminó de hablar. Por un momento, Shelly sintió que su herida ya no dolía. Por un momento, sintió que la herida en el corazón del dinosaurio dolía incluso más.
Shelly: Pero Buzz... no podés salvarlos a todos.
Buzz: Entonces al menos querría poder salvarlo a él. -La miró, firme y decidido, con la garganta rota- Porque él se lo merece más que nadie.
Ámbos quedaron en silencio, con nada más que el ruido blanco del viento pasando por los agujeros rotos de las paredes del galpón. Chocaron miradas firmes, donde Shelly intentaba buscar una forma de consolar a su compañero, pero no la había... ¿o sí?
Shelly: Quiero agradecerte especialmente, si es así. -Buzz subió las cejas-.
Buzz: ¿Hm?
Shelly: Sí. -Asintió- Si no fuera por vos, probablemente estaría desangrándome en el subsuelo, ahí abajo, frente al ascensor. -Sonrió levemente- VOS me salvaste. VOS me sacaste de ahí, Buzz.
Buzz: ... -Sonrió levemente, intentando que no se note-.
Shelly: Me ayudaste a sacar mi pierna de esa trampa de oso. Sanaste mi herida. ¡Pude caminar hasta el elevador SOLAMENTE por TU ayuda, eh! -Insistió- Vos me salvaste la vida... ahora te pido que confíes en mi para poder salvar la de Corbin.
La oficial extendió su brazo, buscando un apretón de manos con su salvador. Él la miró, observando la mano de la oficial. Se mostraba indeciso, inseguro, pero finalmente sonrió y la tomó de la mano, apretándose los dedos, en señal de compañerismo.
Buzz: Sólo déjeme ayudar en todo lo que sea posible, señorita.
Shelly: Claro, no hay problema con eso. -Finalmente, ámbos se levantaron de sus asientos mientras Kit, que estaba acurrucado cerquita de su dueña, se levantó de su breve descanso. Buzz sostuvo el cuerpo de Shelly, ayudándola a estar de pie- Y no me llames más "señorita", podés llamarme "Shelly".
Buzz: Está bien... Shelly. -Sonrió-.
Los dos se sonrieron, para luego comenzar a caminar por todo el sitio. Shelly intentó apoyar su pierna herida, y si bien le costaba y le dolía mucho, podía comenzar a caminar independientemente.
Así fueron ámbos, acercándose a la salida cada vez más. Era un portón enorme, como los de los garajes, de metal y casi oxidado. Se veía bastante antigüo.
Shelly: ¿Te parece que esto va a abrir? -Le preguntó-.
Buzz: No lo sé. Se ve muy descuidado. -Ámbos se acercaron a la palanca para poder moverlo- Crucemos los dedos.
Exactamente, los dos cruzaron los dedos y, en efecto, el portón comenzó a subir automáticamente una vez la palanca se movió. Tuvieron suerte en este caso.
Shelly: No le tenía mucha fe. -Admitió-.
Buzz: Yo tampoco, pero a veces las cosas te sorprenden. -Sonrió- Por ejemplo, hace unos días habíamos robado un walkie talkie desde las celdas, y tratamos de comunicarnos con alguien para que nos rescate. -Los ojos de Shelly se abrieron como platos- No contestó nadie, pero al menos el deseo se cumplió... apareciste tú, Shelly.
La muchacha se quedó sorprendida por las palabras del dinosaurio. Había algo familiar en lo que estaba diciendo.
Shelly: E-Entonces... ¡¿no estaba loca?! -Lo miró, sorprendida- Esa voz que escuché en la interferencia de mi walkie talkie en medio del bosque aquella vez... ¡¿SÍ ERA LA VOZ DE CORBIN?!
Buzz no sabía cómo reaccionar del todo, se quedó anonadado por las palabras de la oficial. Con una sonrisa aliviada, le contestó. De pronto, sintió como si aquel esfuerzo en ese momento había valido la pena, al final.
Buzz: Supongo que así era. -Se le escapó una leve carcajada- Los intentos de Corbin aquel día no fueron en vano, después de todo. Es una locura que, quien escuchó aquel mensaje, hayas sido tú.
Shelly: La verdad que sí... -Sonrió levemente, mientras se susurraba a sí misma- No estaba loca...
Y finalmente, como una bomba en frente de sus rostros, por fin se hizo la luz. El precioso sol chocaba sobre la piel de ámbos, con sus rayos tan fuertes que bañaban sus cuerpos, finalmente iluminados una vez más después de tanta oscuridad subterránea.
A pesar del dolor en su corazón, Buzz no pudo evitar sonreír. Una real sonrisa, digna de una fotografía. Era una sonrisa genuina, verdadera, auténtica felicidad y alegría que se escapaba por su rostro. Un par de lágrimas se le escurrieron por los ojos cuando, después de tanto sufrimiento, la libertad lo abrazaba nuevamente.
Había sido tanto tiempo desde la última vez que había visto el sol, tan brillante como siempre. El cielo, azul y hermoso como toda la vida. Las nubes, decorando y festejando la propia libertad. La brisa del viento corriendo por su rostro, la luz del día haciéndose presente en su vida una vez más. Era algo que siempre había tenido, todos los días de su vida, pero después de tanto tiempo estando bajo la oscuridad de la tierra, comenzaba a valorar como nunca antes.
Buzz: P-Por fin... el sol. -Sonreía, entre lágrimas- Cuánto te extrañé.
La chica no pudo evitar sonreír también. Se alegraba muchísimo por su compañero y, si bien ella no había estado tanto tiempo como él, se sentía feliz de haber salido viva del propio infierno mismo. Se sentía capaz, llena, determinada a lograr lo que quisiera. Esa era una verdadera heroína porque, a pesar de los miedos que tuvo, a pesar del dolor y el sufrimiento... jamás dejó que todo eso la congelaran. Incluso cuando todo se desmoronaba al final del túnel, ámbos encontraron la luz.
Shelly: Qué hermoso día. -Un día soleado, un calor que no molestaba, y nubes tan preciosas sobre el cielo azul que acompañaban al reluciente sol sobre ellos. No podrían pedir absolutamente nada mejor-.
Mientras Kit corría libre, revolcándose en la tierra y dejando que su pelaje oscuro se iluminara con el sol, Shelly y Buzz se tomaron un momento para cerrar los ojos y respirar el aire fresco que ahora podían sentir con sus pulmones enteros. No había aire más fresco que el de la libertad. Incluso si estaban heridos, sucios y lastimados, todo había valido la pena ahora que el sol finalmente estaba de su lado, cuidándolos una vez más.
Abrieron los ojos, ¿qué había frente a ellos? Nada más que un inmenso desierto vacío, totalmente deshabitado y desolado. El árido ambiente al que Shelly se había acostumbrado el año pasado, ahora sus botas lastimadas pisaban su superficie una vez más. La tierra, los cactus, un gatito disfrutando del calor del sol y la brisa del leve viento resoplando con calma, liderando y guiando a las fosforescentes nubes verdes, llenas de toxinas... un momento, ¿qué?
Shelly: ¿Q-Qué? -Murmuró al darse cuenta- ¿Y esas nubes verdes?
Buzz: ¿Ah? -Se quedó mirando, pegado al cuerpo de su compañera- ¿Qué es eso?
Shelly: Así que acá estuvimos todo este tiempo... -El dinosaurio la miraba, confundido, esperando una explicación- Son las mismas nubes tóxicas que dejó la explosión final del Robomagedón, hace un año atrás.
Buzz: ¿Robomagedón? ¿Hablas de la historia esa de la que se ha hablado por televisión? ¿De los robots atacando el desierto, y todo eso...?
Shelly: Sí, y no es una historia. Yo estuve ahí. -Miró hacia el horizonte- Aquel robot... ese dictador demente. Él fue el causante de que este desierto se contaminara de esta manera. -Suspiró-.
Buzz: ¿A qué te refieres? ¿Está contaminado? -Quedó en silencio- ¡¿NOS ESTAMOS INTOXICANDO?! -Gritó, desesperado-.
Shelly: Creo que nos daríamos cuenta si de verdad nos estuviéramos intoxicando. -Pensó por un segundo- Además, las toxinas habrían llegado hasta las celdas subterráneas. ¿Cómo es que todavía no nos morimos? ¿Cómo es que USTEDES no murieron, estando tantos días respirando este aire...?
Ámbos permanecieron en silencio, pensativos. ¿Cómo podía ser? ¿por qué todavía estaban vivos, estando intoxicados durante tanto tiempo? Solo había una respuesta, pero no la encontrarían hasta que Shelly mirara de reojo, por encima de su hombro, y observara aquella marca de vacuna que le había quedado en el brazo.
Shelly: ¿No será que...?
Casi como si los dos hubieran conectado los cables al mismo tiempo, Buzz interrumpió a la oficial, mirándola a los ojos, llegando justo al punto que quería llegar.
Con su brazo, el dinosaurio movió su mano hacia el bolsillo trasero de su pantalón. De ahí, sacó una importante evidencia que sería clave para la investigación que se avecinaba.
Buzz: Yo creo que esto tiene algo que ver. -En su mano, sostuvo lo que quedaba de aquellas jeringas que utilizaba Starr, tanto en ella misma como en sus apresados. Con aquel líquido extraño que se metía por sus venas, que parecía no tener ningún efecto, más sin embargo ahora las cosas cobraban sentido, de a poco- Quizá para eso eran estas inyecciones.
Shelly: ¿Una especie de...? -El contrario terminó la frase por ella-.
Buzz: Antídoto. -Quedaron en silencio durante unos segundos- Nunca comprendí por qué, nunca entendí para qué nos inyectaban esa basura.
Shelly: Quizá haya sido algo contra las toxinas del lugar. -Buzz le entregó la jeringa robada a Shelly, que la analizó lentamente, buscando alguna pista- No dice nada...
Buzz: No sé de dónde las sacaban, ni quién las hacía. Solamente, la merodeadora una vez mencionó que un hombre encapuchado las traía semanalmente. Una bolsa llena de ese líquido, ese hombre era su proveedor.
De a poco, los cabos sueltos se iban atando, y la oficial maquinaba como nunca, pensando y pensando una y otra vez. Sus ojos se abrieron, bien grandes, cuando escuchó la palabra...
Shelly: ¿"Encapuchado"? -Repitió, interrumpiendo al narrador- ¿U-Un hombre... e-encapuchado?
Buzz: Eso es lo único que recuerdo...
La adrenalina iba creciendo en el cuerpo de Shelly, intentando controlar sus propios sentimientos de miedo y terror. Ella sabía a lo que se refería, y esos recuerdos de la noche anterior nuevamente comenzaban a aparecer sobre su cabeza, acechándola y recordándole el dolor inmenso que había sentido en el estómago.
Sentía que se comenzaba a estresar, teniendo nauseas y viendo cómo su vista se volvía borrosa. La voz de Buzz comenzaba a ser muy lejana, y cuando sus ojos comenzaban a cerrarse lentamente... el cielo se volvió rojo.
(Créditos a ??? // Si conocen al autor de esta imagen, ¡déjenlo en los comentarios, por favor!)
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¿P-Pero qu-...?
De pronto, parecía sentirse en un lugar familiar, un sitio el cual ya había pisado antes. El desierto era el mismo, con las nubes verdes transformadas en nubes grisáceas, dignas de la propia muerte. Con cientos de edificios en ruinas a su alrededor, justo como los había visto por última vez el año pasado, en aquel fatídico incidente de robots.
Ella no quería creerlo, pero sus ojos no mentían, no esta vez. Estaba frente al Robomagedón, una vez más. El cielo rojizo, el fuerte viento a su alrededor. Sus piernas temblando y sus ojos llorosos podían confirmarlo, se trataba del mismo escenario por el que tanto sufrimiento habían pasado, no solo ella, sino también sus seres queridos.
En el horizonte, nada más que un robot gigante se avistaba. En la lejanía, como si de un monstruo se tratase. Dispuesto a terminar con la paz del mundo, dispuesto a imponer sus propias leyes, ideas y convicciones al resto. Dispuesto a exterminar todo lo que se pudiera considerar como raza humana. De eso se trataba la propia muerte, y Shelly lo sabía.
Shelly: N-No... ¿acá, otra vez? -Murmuró, preocupada. Sus heridas ya no dolían, su cuerpo ya no estaba cansado. Estaba como si nada-.
Una voz resonante le contestó, muy firme y calmada, tranquilidad absoluta frente al apocalipsis. Aquella voz... ya la conocía, y por su espalda le insistía en responder.
Sí, por aquí una vez más. -Emitió una carcajada que la llevó a darse media vuelta. Una silueta que la acompañaba entre el caos del desierto. Un caos silencioso, pues lo único que se oían, además de sus voces y la respiración agitada de la muchacha, eran unos... extraños pájaros-.
https://youtu.be/yrStO-iBcZY
(Soundtrack de la escena)
Siempre se dice que los pájaros y sus cantos inspiran confianza, transmiten calma, tranquilidad, paz... sin embargo, si los cantos de estos pájaros era el sonido de la paz... yo lo dudaría más de una vez.
Acompañado a los cantos extraños, aquella silueta que le daba la espalda a Shelly parecía reinar y gobernar sobre el desierto mismo.
Shelly: ... No me ocultés tu cara. -Trató de decir, firme y sin miedo, aunque las manos le temblaban levemente. Los dolores de sus heridas parecían haberse ido, de repente-.
La oficial se le quedó mirando mientras el contrario lentamente se daba vuelta. Con ese abrigo largo, el verde oscuro vantablack que se asemejaba al de un pantano putrefacto. El brillo de sus anillos en sus dedos llegaba hasta los ojos de Shelly, y una vez se dio vuelta por completo para enfrentar a la muchacha, a unos cuantos metros de lejanía, el misterioso hombre se sacó su capucha, revelando su rostro a la mujer, finalmente.
Hm. Podría dejar de lado mi anonimato, si es lo que deseas. Creo que te lo mereces, niña. -Murmuró. Shelly llegó a oírlo... ¿cómo que "niña"?-.
Con delicadeza, se quitó aquella túnica que le tapaba todo el cuerpo y la soltó en el suelo, dejándola a un lado, ensuciándose con la tierra del desierto rojizo. El contrario ahora llevaba una expresión seria, un saco verde colgado, atado y apretado en su cintura, y aquella corbata que decoraba su pecho junto a la barba blanca que tanto llamaba la atención, al igual que el verde en sus ojos que se decoraba con sus característicos lentes rojos.
(Créditos a Chi_zenjiao en Twitter)
Shelly: ... Tu nombre. AHORA. -Sí, lo había reconocido al instante, pero aun así no tenía ni idea de quién era, o por qué hizo lo que hizo. Finalmente, después de un breve silencio, el hombre habló-.
"Byron kaf Kaeens"
Byron: Ese es mi nombre. -Dió una pausa- Y tú debes ser Sheyla. ¿Me equivoco? -Sonrió levemente, hablando siempre con ese característico acento extranjero que pronunciaba de más las "R" y las "S"-.
A cualquiera le podría haber parecido que el hombre confundió el nombre de la muchacha, fácilmente se podría creer eso. Sin embargo, los secretos de Shelly salían a la luz en aquel lugar donde estaban completamente solos los dos, donde la voz de la chica lentamente se quebraba al querer hablar.
Shelly: ... ¿C-Cómo...? -Se quedó mirándolo, mientras él comenzaba a caminar alrededor, tranquilo y confiado, acercándose lentamente hacia ella-.
Byron: "Sheyla Rossi", la hija del viejo Rossi. -Dijo en voz alta- Es lo que tu padre siempre decía, ¿recuerdas? -Carcajeó-.
Shelly: ... ¿Lo c-conociste? -Estaba en shock-.
Byron: Fue un buen hombre. Un hombre muy alegre. Su final... no lo fue tanto. Trágico final, eh. -Pronunciaba cada palabra con calma, hasta se notaba algo presumido, cosa que enfermaba a la oficial- Tenía tantas deudas que se ahogó en ellas. Ridículo, a decir verdad.
Shelly: Ni se te ocurra hablar así sobre mi papá. -Se puso firme, cuando el contrario estaba a tan solo unos pocos metros de distancia-.
La inesperada reacción de la chica ocasionó que Byron se quedara quieto en su lugar, mirándola, con una sonrisa curiosa, extrañada.
Byron: ¿Acaso tengo que hablar como si le tuviera cariño a un patético hombre que me debía dinero? -Shelly abrió los ojos-.
Shelly: ... -Suspiró, confundida- ¿Él te... debía dinero? -El contrario asintió-.
Byron: Yo solo era uno más de sus "socios". Uno más de sus problemas, nada relevante. -Se encogió de hombros- No es como si me hubiese tenido cariño. No sé por qué tendría que tenerle cariño yo ahora. ¿Solamente porque murió? ¿Solamente porque estoy frente a su hija? Pff.
Shelly: ... ¿P-Por eso estás haciendo todo esto...? ¿Porque él te debía dinero? -Acto seguido, murmuró para sí misma- Creí que ya había pagado esas deudas...
Una carcajada fuerte resonó, callando por un segundo a las aves extrañas que cantaban. Byron la miró de frente, con una sonrisa bien grande, maniática, que solo duraría unos segundos.
Byron: ¡JA, JA! -Suspiró- ¿Crees que haría algo así por un poco de dinero? ¿Por un objetivo tan... ¿cómo decirlo? ... ¿Estúpido? -Al decir esa última palabra, su expresión se volvió seria una vez más- No, querida. Yo no estoy para estupideces. Y, aun menos, estupideces de patéticos humanos como lo fue tu padre.
La muchacha se aguantó las ganas enormes que tenía de abofetear al señor en la cara. Apretó su puño, reprimiendo su ira. No quería escucharlo más.
Shelly: ¿Por qué hacés esto, entonces? -Lo miraba de reojo mientras se paseaba alrededor de ella-.
Byron: Hay muchas cosas que todavía no comprendes, jovencita. Y no te culpo, yo tampoco las entendería si estuviera en tu lugar. -Miró hacia arriba- ¿Acaso entiendes algo de lo que estas aves te dicen?
Shelly: ... ¿Por qué siempre hablás como si todo fuera un acertijo? -Frunció el ceño-.
Byron: ¿Por qué TÚ lo único que haces es preguntar? -La miró firme, sonriendo con el ceño fruncido, agachado para llegar a su altura-.
Shelly: ¡¡NECESITO RESPUESTAS!! -Gritó. Byron quedó en silencio por unos segundos, borrando su sonrisa y acomodándose firme sobre sí- ¿Podrías simplemente ser directo?
Byron: ¿Directo? ¿Dónde quedaría la diversión, entonces? ¿Qué sería de la vida si no pudieras burlarte de los humanos, de vez en cuando? -Sacó la lengua, algo torpe. Comportamiento extraño viniendo de él, sin embargo, era real-.
Shelly: "de los humanos"... ¿y qué, vos no sos humano? -El contrario subió la cabeza, borrando su sonrisa de repente-.
Byron: ... Se podría decir. -Shelly se confundió todavía más-.
Shelly: ¿Se podría decir QUÉ?
Byron: Shhh. Baja la voz. -Ámbos quedaron en silencio durante unos fugaces segundos- Vas a asustar a los pájaros, muchachita. -Susurró, escuchando los cantos de fondo-.
La chica se quedó observándolo caminar de vuelta lejos de ella. No parecía peligroso, y sin embargo, sentía un profundo miedo por su sencilla presencia.
Shelly: ¿Por qué me trajiste acá? ¿Dónde estamos? -Preguntó. El contrario se apresuró a contestar-.
Byron: Solo quería que miraras esto una vez más. -Dijo, observando al horizonte. El cielo ensangrentado con sus nubes oscuras y el desierto en ruinas- Quizá no tengas la oportunidad de ver algo así otra vez. Quizá veas algo incluso peor.
Shelly: Hm. Bueno, gracias. Me estás reviviendo traumas. -Respondió, sarcásticamente, a lo que el contrario solo contestó con una reverencia-.
Byron: No es nada.
Así se mantuvieron durante unos segundos, en simple silencio, escuchando las aves extrañas cantar y el mundo colapsar frente a sus ojos. Shelly se atrevió a acercarse a él, que quieto y firme en el suelo, se paraba, mirando el horizonte.
Shelly: ... ¿Fuiste vos el que me trajo a esa celda?
Byron: ... Se podría decir. -De nuevo, respondió de forma incierta- ... que sí. Se podría decir que sí. -Movió la cabeza para mirarla-.
Shelly: ¿Por qué?
Byron: No puedo decirtelo. -La chica frunció el ceño. Antes de que pudiera decir nada, el hombre la interrumpió- Sin embargo, debo confesar que me ha sorprendido tu desempeño, gallinita.
Shelly: ... ¿Eh?
Byron: Eres una muchachita muy fuerte, déjame admitir. -Le sonrió. Se veía amable, de pronto- Podría llevarte de nuevo ahí abajo en este preciso momento. A ti, y a tu dinosaurio parlanchín. -Tomó aire- Pero no lo haré.
Shelly: ... ¿De repente tenés piedad?
Byron: No es piedad. -La miró y sonrió levemente- Es que tengo una muerte más divertida reservada para ti.
El silencio reinó una vez más. El hombre compartió miradas con la muchacha durante unos segundos, para luego volver a ver al horizonte. La destrucción parecía apoderarse de sus ojos.
Shelly se quedó mirándolo, asustada por sus palabras. Decidió darse media vuelta y caminar algo lejos. En medio del camino, el contrario le habló.
Byron: Estás trotando por la oscuridad, niña. Ten cuidado por dónde te metes, quizá de verdad termines perdiendo la pierna un día de estos. -La miró de reojo- Solo... no leas la letra pequeña de esas jeringas.
De su bolsillo, la chica sacó la jeringa una vez más para analizarla. La luz roja del cielo y del sol infernal iluminaron justo en el lugar correcto para que leyera aquel nombre que la haría prender un foco de interés dentro de su cabeza.
... ¿Dr. Nashrom?
Shelly: ¿Y ese quién es?
Byron: Un viejo "amigo". -Sonrió levemente, para luego enfrentarla cara a cara, dando media vuelta- Mira... puedes hacerme caso, y no prestarle atención a ese nombre. O puedes hacer lo que quieras, y terminarás caminando exactamente por el oscuro camino que sé que te llevará a tu muerte... ¿qué decidirás, niña?
Shelly se quedó en silencio, pensativa. ¿Quizá ese nombre era importante? ¿Tal vez buscar a aquella persona le daría las respuestas que necesitaba? Lo cierto es que su mente maquinaba, como antes, y ahora que estaba en frente del mismísimo encapuchado, el Sr. Byron kaf Kaeens, las cosas parecían arder todavía más cuando se trataba de tomar decisiones.
Con los ojos cansados, la oficial subió la cabeza, su mirada chocando directo con la de aquella serpiente hecha hombre. Byron la miró, levemente sonriendo, con su espalda firme y sus manos apretándose entre sí.
Shelly: ... Tu camino podrá ser oscuro. -Miró hacia abajo, pensó sus palabras, y luego volvió a mirarlo- Pero no le tengo miedo a la oscuridad. Yo misma soy la luz.
De nuevo, ámbos quedaron en silencio. Byron la miró, con la misma sonrisa, moviendo únicamente sus dedos entre sus manos, reflexivo sobre la situación.
Byron: ... Hm. -Apartó la mirada de ella, finalmente- Quizá seas tan estúpida y ridícula como imaginé. Igual que tu padre, caminas directo a tu perdición. Y te dolerá más de lo que te imaginas. -Sonrió. Shelly no se tomó a mal el insulto, trató de permanecer firme- Tal vez vuelva a encontrar tu sombra en la oscuridad. Mientras tanto... cuida tus pasos, gallinita.
Shelly: ... ¿Gallinita? -Dijo en voz baja. El contrario no contestó- ... Cuando todo esto termine, te voy a encontrar. Y te voy a matar con mis propias manos. -Byron se le quedó mirando, tan tranquilo y calmado como siempre-.
Byron: Dudo que nos volvamos a ver.
Y así ámbos quedaron en silencio, simplemente mirándose a los ojos por unos segundos más. El misterioso hombre, con las aves decorando su caminar, dio media vuelta y fue paso a paso hacia su abrigo verde pantanoso. Lo levantó del suelo y se lo colocó por encima, como una capa, sin esconder su rostro ni su cabeza.
Dio un último vistazo hacia la muchacha, que lo observaba tan confundida como podía estar. El hombre puso su mirada en el horizonte, en el caos del cielo rojizo una vez más, y cuando comenzó a caminar lejos de la oficial, su silueta pareció esconderse entre la oscuridad, desapareciendo de su vista.
Y así, Shelly tomó un fuerte respiro. Cerró los ojos, y de pronto, el cielo se volvió azul una vez más.
Buzz: ¡¡SEÑORITAAAA!! -Fue lo primero que escuchó la chica al abrir los ojos- ¡¡S-SHELLY!! ... ¿E-Estás bien?
A su alrededor, nada más que el mismo desierto soleado y caluroso que habían pisado hace unos instantes. Frente de sus ojos, su gatito oscuro la miraba preocupado mientras Buzz la zarandeaba desesperado. Ella, tirada en el suelo, se ensuciaba la ropa con la tierra del ambiente.
En silencio, la chica miró hacia los costados. ¿Izquierda? Nada. ¿Derecha? Tampoco nada. ¿En dónde se había metido ese hombre? ¿Qué había sido de él...? ¿Por qué, de repente, el cielo volvió a ser azul?
Lo cierto es que esas preguntas le molestaban y le dolían en la cabeza, pero ese dolor no fue nada comparado al ardor inmenso que le causó volver a la realidad. Esas heridas que parecían haberse ido mientras hablaba con el Sr. kaf Kaeens, ahora regresaban para atormentar su cuerpo, como si nunca se hubiesen ido realmente, pues la que se había ido de su propio cuerpo, era la propia oficial.
Buzz: ¿Qué pasa? -Le preguntó, preocupado, mirándola a los ojos. La chica, finalmente, cruzó miradas con él-.
Shelly: ... No sé. -Se agarró la cabeza- Me sentí mal, y de la nada, me desmayé... tuve un sueño medio raro. -Pestañeó dos veces, luego tres, y hasta cuatro veces más. Quería asegurarse de que lo que veía era real-.
Buzz: A-Ah... -Miró a su alrededor- Probablemente haya sido por el calor del ambiente. Ven, déjame ayudarte.
El dinosaurio extendió su mano para ayudar a su compañera a levantarse, y así fue como, con complicaciones por el estado de su pierna, Shelly logró mantenerse en pie. Con ayuda de Buzz, ahora sus botas pisaban una vez más el suelo desértico.
Shelly: Tratemos de volver a Starrwoods de una vez, ¿dale? -Lo miró-.
Buzz: P-Pero... no puedes caminar tantos kilómetros en el estado en el que estás...
Shelly: Seh, también me dijeron que no podía escapar de esa celda subterránea y mirá, acá estoy. -Sonrió- Dale, vamos. Lo vamos a lograr. Si la memoria no me falla, no estamos muy lejos.
Buzz: ... -Suspiró- Aish... supongo que no hay otra manera, ¿verdad?
Shelly: ¿Preferís quedarte acá a morirte de sed y que te morfen los buitres? -Se rió. Parecía más positiva que de costumbre- Ya fue, vámonos.
En sus manos, sostuvo una vez más esa jeringa mientras Kit se alzaba en su hombro, mimoso como siempre. Ahí fue que Shelly leyó una vez más aquel nombre, era real. "Dr. Nashrom", ¿quién será?
Shelly sabía que, quizá, no era la mejor idea que tuvo en la vida, pero si querían avanzar con esta investigación, encontrar a ese científico era la única opción que les quedaba. Necesitarían varias dosis de ese extraño antídoto si buscaban volver a aquel desierto para rescatar al secuestrado Peltoh. Y esta vez no vendría sola...
Shelly: Andando. Tengo una serpiente que cazar. -Frunció el ceño, y con una sonrisa decidida en la cara, comenzaron a caminar juntos por el desierto-.
https://youtu.be/_SjWyd7LxZ8
(Soundtrack de la escena)
Y así fue como, con el sol ardiente en aquel legendario desierto, la muchacha, el dinosaurio y el felino oscuro, galoparon por el árido ambiente que sus pies pisaban. Como forajidos en el Oeste, como sobrevivientes de una masacre, habían logrado escapar de las fauces de la bestia, y mientras el cielo brillaba azulado, sin ninguna nube a la vista, el futuro se pintaba prometedor para el nuevo comienzo de Shelly.
No importaba cuántas nubes tóxicas hayan alrededor, no importaba cuánto sufrimiento le habían causado, lo único que ahora tenía en mente era volver a casa, recuperarse, y poder seguir con la investigación. Habían encontrado una mina de oro, pero no tenían las herramientas para extraerlo. Y ahora que finalmente la oficial volvía a casa sana y salva (bueno, más o menos), las cosas no hacían más que apenas empezar.
¿Quién era esa mujer? ¿Por qué actuaba de esa manera? ¿Por qué quiso asesinarla? ¿Qué hacían Corbin y Buzz atrapados ahí, en primer lugar? ¿Bajo qué propósito? ¿Por qué habían tantos robots en la fábrica subterránea, deberían preocuparse? ¿Siquiera podían ser peligrosas aquellas máquinas? ¿Cómo podrían combatirlas, si es que les tocaba hacerlo? ¿QUIÉN era la mente maestra detrás de todo esto...?
Habían más preguntas que respuestas, y durante todo el viaje de HORAS de caminata, Shelly no pudo parar de maquinar. Los rayos solares le quemaron toda la piel, y una vez en el horizonte se comenzaba a ver el pueblo de Starrwoods, el sol se ponía en el atardecer, comenzando a escuchar los sonidos tranquilos del pueblo.
Un paso, otro más, y así lentamente hasta llegar su edificio. Junto a Buzz a su lado, y Kit sobre sus hombros, Shelly tocó la puerta del departamento. Nadie pareció contestar.
Volvió a tocar la puerta, esta vez más fuerte. Esperó unos segundos más, mientras se construía su ansiedad y su suspenso. El ambiente callado se desarmó con un portazo desde dentro del departamento, mientras una silueta se colocaba frente a ella, firme como un soldado.
Se llevó el susto de su vida al no reconocerlo, pero cuando lo hizo, todo quedó en silencio y ámbos se miraron a los ojos, chocando miradas y quedando en shock.
Con un resfriado encima y un par de vendajes alrededor de sus brazos, Colt le apuntaba con sus revólveres a la oficial, preparado para disparar, más no lo hizo esta vez. Ya había aprendido...
De fondo, nada más que Brock, Piper y Poco observando al comisario, los tres escondidos detrás del sillón. Colt la miró. Shelly lo miró. Pudieron observarse después de tanto dolor y sufrimiento que habían pasado, por ámbas partes. En silencio, Colt bajó ámbas armas de golpe, y Shelly suspiró, sonriendo levemente al verlo.
Colt: ... S-Shelly-... -Murmuró, con la voz quebrada y casi rompiendo en llanto- V-Volviste...
(Créditos a Rebixplus)
A lo que la chica simplemente calló, y subiendo las cejas lentamente, respondió con calma...
"... Hay mucho de lo que hablar.
Y tengo tiempo para explicarlo."
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El final del relato. Las últimas palabras que se escuchan antes de la inevitable muerte. El único sonido que retumba entre las lápidas y la oscuridad del cementerio, eso es el Vantablack. Oscuro como una aterradora noche, profundo cual la siniestra luz de la luna. El ruido que hace la bestia al temblar y respirar, mientras caminaba y se tambaleaba muy levemente en aquellos pasillos lúgubres.
Su barba blanca, su saco verdoso, su elegante forma de caminar. Ustedes ya lo conocen. Se trataba del mismísimo, la propia serpiente en persona; Byron kaf Kaeens. Y mientras sus colmillos parecían acomodarse en su boca, el hombre toció en silencio, llevando aquella mochila de vendedor que siempre trataba de cargar consigo. Ya no necesitaba ir encapuchado, no en este lugar.
Su caminata, lenta pero segura, hacía temblar a cualquier monstruo que se pudiera esconder en la propia oscuridad, pues Byron no era una simple serpiente, era el reptil más feroz de todo Brawltopia. Por eso mismo era conocido y respetado, temido por muchos y admirado por otros pocos. No era un hombre de muchos amigos, mucho menos un hombre sociable, pero incluso así, parecía llevar una sonrisa confiada a donde sea que vaya.
Y con sus manos sosteniendo el pecho de su saco verde, el hombre caminó, en silencio, yendo cada vez más rápido, por aquel pasillo oscuro al que finalmente llegaría a su final. Ahí, escondido en algún lugar misterioso y oculto de Brawltopia, había una puerta ROJA. La entrada a la respuesta de tantos misterios, un portal directo al mundo de las incógnitas. Y Byron lo sabía más que nadie. Por su posición, era un privilegiado.
Ni siquiera se molestó en tocar la puerta con sus nudillos, su mano directamente se movió hasta el picaporte y la abrió de un tirón. Pudo ver tranquilamente una luz tenue iluminar toda la habitación, con ese escritorio repleto de papeles, tuercas y tornillos, frente a una silla giratoria.
Byron: Socio. -Acotó al entrar. La silla pareció darse vuelta al instante, muy lentamente. Cuando la luz se mostró frente al hombre serpiente, solamente pudo ver a... el Señor P-.
Ya te estabas tardando. -Respondió el pingüino, con una voz extraña, semi monótona, diferente a la habitual. Sin mover ni un solo ojo, sin pestañear, sin siquiera tener una mínima expresión en su rostro-.
Byron: Me frené un momento para charlar. -Se sentó en la silla que le pertenecía, fente al escritorio. Del otro lado, aquel pingüino inexpresivo parecía observarlo- La gallina se escapó del gallinero. Pero eso ya lo sabías, ¿verdad?
JA. -Carcajeó, como un humano normal- Noticias viejas, culebra. Noticias viejas. -Movió su cabeza de pingüino hacia el costado. Por un momento, parecía que su cuello se quebraba- No creo que sea una amenaza.
Byron: ... ¿Ah no? -Miró al costado- Después de todo lo que hizo en esa fábrica... ¿crees que no es una amenaza? -El contrario quedó en silencio- A ver, casi muere pero... esa muchacha es brava. Potente. Peligrosa.
¿Peligrosa? ¿Quieres que te diga lo que es peligroso, culebra? -De debajo del escritorio, sacó una cabeza de un robot, muerto y apagado- ESTO es un peligro. Y no exactamente para nosotros, tú sabrás.
Byron: ... Te escucho.
No tengo mucho que explicarte. Tú conoces los planes. -El pingüino se paró de la silla giratoria, y comenzó a caminar por la habitación, alrededor de todos los cables, papeles y muebles que habían ahí, casi sin iluminarse- Si queremos, podemos. Y nadie nos va a decir que no. Es una de mis reglas.
Byron: Lo sé. -Se le quedó mirando. Ámbos quedaron en silencio-.
Y si no... siempre está el plan B. -Se dio media vuelta lentamente. Por detrás suya, en un mueble, vio como una especie de bicho extraño caminó con sus cuatro patas de araña rosadas hasta esconderse en la oscuridad-.
https://youtu.be/J5xsvQinV3Q
(Soundtrack de la escena)
Byron: Entonces... ¿qué harás con los Starr? -Lo miró de frente-.
¿Que qué voy a hacer? Nada en específico. -Se rió- ¿Acaso crees que un titiritero dejaría a sus marionetas de lado solo por un par de errores? -Byron no dijo ni una palabra- No sé por qué te preocupas tanto.
Byron: Solo evalúo la situación.
El pingüino caminó lentamente hacia él, y con un aire de superioridad, movió su mano para acariciar la cabeza del hombre, revolviendo su cabello blanco, como si fuera un niño. Byron no quiso reaccionar, porque sabría que las cosas no terminarían bien.
Cálmate. Ya habrá tiempo para evaluar las cosas. Todo va justo como queremos que vaya, incluso si el plan no es exacto. -Se colocó de nuevo frente a él, del otro lado del escritorio- Este hormiguero no es fácil de destrozar, porque siempre hay una esperanza nueva de donde agarrarse.
Le dió la espalda a la serpiente, mientras sus manos se movían con lentitud hacia su nuca, donde colgaba un cierre para abrir aquel caluroso traje de pingüino que llevaba puesto.
El cierre se movió, finalmente el traje estaba abierto. Con cautela, sus manos tomaron la cabeza del pingüino de ámbos lados, y se la quitó para revelar su verdadera identidad.
Byron lo miró, con una sonrisa que nadie le sacaría, mientras su socio volteaba lentamente, decidido y confiado, con ese único ojo rojo que siempre lo acompañaría.
(Créditos a Zunpal_lap por la HERMOSA comisión que le pedí para esta escena en específico. MIL GRACIAS POR EL TRABAJO!!! <3)
"Y como hormigas, todas unidas... tenemos algunos osos hormigueros a quienes EXTERMINAR."
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https://youtu.be/J5xsvQinV3Q
(Canción de los créditos, es la misma de antes pero desde el minuto 0:47 jsjs)
Créditos
Escrito por Rodry346
Portadas y arte: Sack_DyD
Por sus donaciones, agradezco infinitamente a...
RamunneSimp
Dany_Dinamita
(Gracias por aportar y siempre apoyar para que BSO siga creciendo!! <3)
Fanarts e imágenes
-pessi_cola_lrg (<3)
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-Supercell
Canciones/Soundtrack
LIMBO OST - Boy's Fort
Phoenix Wright: Ace Attorney OST - Marvin Grossberg ~ Old Age, Regret, Retribution
Little Nightmares 2 OST - Six's Music Box
Lethal Company OST - Icecream Song
Minecraft OST (C418) - Subwoofer Lullaby
Phoenix Wright: Ace Attorney OST - Happy People
hisohkah, WMD - School Rooftop (Bird Sounds)
FNaF: The Movie OST - Five Nights at Freddy's
Phoenix Wright: Ace Attorney OST - Recollection ~ The DL-6 Incident
Silent Hill 2 OST - Dueling With Eddie
2Pac - All Eyez On Me
Phoenix Wright: Ace Attorney OST - Suspense
Little Nightmares OST - Lady Humming
Arctic Monkeys - Only Ones Who Know
Yume Nikki OST - Block World
Brawl Stars 8-Bit Minigame OST - Starcadia Title Screen
Cuphead OST - Elder Kettle
Cuphead OST - Piracy Theme
Bendy and the Ink Machine OST - Little Devil Darling (Remastered)
Spider-Man: Into The Spiderverse - The Prowler's Theme
Phoenix Wright: Ace Attorney OST - Recollection ~ Heartbroken Maya
Deltarune OST - Weird Birds
The Beach Boys - California Dreamin'
Ace Attorney Investigations: Miles Edgeworth OST - Miles Edgeworth ~ Great Revival 2009
Agradecimientos especiales
pessi_cola_lrg (Litaaa <3), por su ayuda con las animaciones de Shelly herida (y su apoyo de siempre, te quiero un montónnn!!)
mtw1000 (Mat) de Renders_Brawl, por su ayuda con los renders de Ricochet
Sack_DyD, por ayudarme no solo con el arte y las portadas, sino también con la voz de Byron para el tráiler de la temporada 3
22Sanagui, por prestar su voz para interpretar a Colt en el tráiler de la temporada 3
Zunpal_lap, por el INCREÍBLE dibujo que le comisioné para la escena final de Ricochet
"ELHQYHQLGRV RWUD YHC. HVFRQGDQVH HQ HO KRUPLJXHUR, TXH ORV YDTXHURV BD QRV HVWDQ EXVFDQGR."
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Hey, ¿qué onda? Acá les habla Rod una vez más ;)
Wow, extrañaba un montón esto de dejar mensajes al final de los capítulos, jajaj xD
Bueno, ya lo vieron. Nuevos comienzos, nuevas amenazas, nuevos personajes, nuevas respuestas a preguntas y nuevas incógnitas por resolver ^^
NECESITO saber qué tal les pareció este capítulo. QUIERO saber sus opiniones al respecto, así que me haría mucha ilusión leer sus comentarios y todo lo que tengan para decir :D
En lo personal, este es uno de los capítulos que MÁS tiempo me ha llevado, por el simple hecho de que me agarró en un año... complicado para mí. Y no solo complicado por motivos personales, sino también por el enorme bloqueo que tuve hasta hace poco (y, en parte, a veces siento que sigo teniendo jejesjj).
Aun así, estoy SUPER contento y satisfecho con el resultado. Siento que quedó algo bastante bueno y que vale la pena ^^ además, últimamente me he estado sintiendo mucho más inspirado y motivado para seguir escribiendo BSO, con ideas nuevas y una historia que vuelve a conseguir su norte cuando creía que lo había perdido. De a poco me voy adaptando y siento que las cosas irán por buen camino con esta nueva tercera temporada ;)
Ya me conocen y saben que quizá se me dé bien esto de escribir e inventar historias, pero soy MALO para dar fechas concretas. Y con esto quiero decir que, evidentemente, no tengo NI IDEA de cuándo voy a volver a actualizar, pero trataré de dar lo mejor de mi para que sea pronto :) e intentaré que el próximo capítulo tenga la misma calidad que este, o incluso mejor.
Lo único que puedo adelantar, de momento, es que en estos próximos capítulos se aproximan UN MONTÓN de caras NUEVAS, personajes NUEVOS y gente NUEVA para que ustedes conozcan en esta linda historia ;) así que prepárense, me gustaría leer qué personajes quieren ver próximamente!! ^^
Espero que les haya gustado, dejen un voto y guarden BSO3 en su biblioteca, que es muy importante para estar al tanto de las actualizaciones de esta historia!! :D
También síganme en Wattpad para no perderse ninguna novedad, y también en Twitter/X, en mi cuenta de BSO, que por ahí ando subiendo cositas exclusivas sobre el fanfic ;) (@BSOFanfic).
Y todas esas cosas que dicen los escritores de Wattpad, ugu.
Sin más que decir, MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODOS los que llegaron hasta acá, e incluso más agradecimiento a todos aquellos que vienen esperando esta temporada desde que terminó la anterior. Un año y medio no es poco, y de verdad les agradezco desde lo más profundo de mi corazón que se hayan quedado para esperar y apoyarme incluso en la pausa y en el hiatus ENORME que hubo en BSO. De verdad, lo aprecio un montón <3
Espero este capítulo haya sido de su agrado, sobre todo para los que vienen esperando tanto tiempo. Se los dedico a todos ustedes, de corazón. Ya leeré lo que tengan para opinar ^^
Nos estaremos viendo en las próximas entregas, y agarrense bien fuerte, que esto...
¡¡¡ESTO APENAS COMIENZA!!!
-Rod <3
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