Parte 17
El grupo del rockstar, entre todo el fuego, fue capaz de encontrar un camino hacia Crow y arrastrarlo fuera del peligro. Cuando se encontraron al grupo en el que estaba Pam, Mortis se hizo cargo de llevarlo. Era más alto, rápido y por lo tanto uno de los que no tendrían problema alguno para ser el que tuviera a cargo del mitad cuervo en caso de un ataque.
En el camino que tomaron al azar, fueron sorprendidos por otro grupo. Antes de que lucharan, lograron reconocer en la oscuridad el rostro de brawlers aliados. Ambos sheriffs se saludaron de forma narcisista y los grupos fueron unificados. Así, pudieron avanzar en la oscura noche con más seguridad.
Por orden de otros brawlers, Poco conservó su melodía sanadora para otro momento por más que deseara gastarla en Crow al instante de verlo herido.
Cuando vieron el lugar perfecto en el que acampar todos pusieron algo de su parte. El arquero del equipo aprovechó el momento y le enseñó al insistente hombre de gafas negras como hacer una fogata. Los curiosos jóvenes se acercaron a Bo queriendo aprender y ayudaron en lo necesario a excepción de ambas Nita. Estas estaban haciendo una cama de hojas para acostar al antropomórfico.
Mortis impaciente dejó al pequeño motociclista, las chicas oso se quejaron pero enseguida siguieron con su trabajo sin notar que la pareja que se acercaba a ellas.
El mariachi las saludó y miró con ternura a ambas jóvenes que preparaban el lugar para que Crow pudiera descansar cómodamente. Colt miró curioso a su pareja deseando poder leer sus pensamientos.
– Gracias, Nita. – agradeció el músico – También gracias a ti… eh… – miró a la otra joven que cubría su cabeza, espalda y hombros con el pelaje blanco y negro sin saber como llamarla.
– ¡Pandita! – gritaron ambas al mismo tiempo.
– Gracias, Pandita. – dijo por más raro que fuera.
Con su trabajo terminado, ambas volvieron con el resto de jóvenes al ver la luz de la fogata que llamó su atención.
El mexicano observó a su amigo acostado en la cama de hojas sintiéndose débil. Si uno de los mejores brawlers había sido derrotado no sabía como podía ir mejor con él o con los demás.
Arrodillado al lado del legendario, por sus nervios comenzó a juguetear con sus dedos hasta que el pelirrojo lo abrazó por la espalda dándole seguridad. Sintió la mirada de otros sobre ellos, notó que Piper y Shelly estaban mirándolos a lo lejos. Cuando quiso separarse, Colt tiró hacia atrás acostándose y llevando a Poco con él causando que quedara encima de él.
La cercanía con el sheriff lo dejó congelado, sin saber que hacer en el momento. El más alto levantó una ceja y le sonrió volviendo nervioso al mexicano.
– ¡Colt, no! – por su vergüenza quiso separarse del pelirrojo que riendo juguetón no se lo permitió y quedaron en una posición comprometedora. Colt atrevido le sonreía de forma pícara al nervioso mariachi que estaba encima suyo acorralándolo. Rápidamente, se alejó del pelirrojo y se sentó a su lado – No vuelvas a hacer eso. – pidió en voz baja al sonriente francotirador.
– ¿Por qué? Me gusta cuando te pones así. You are cute, honey. – queriendo estar cerca del más bajito extendió su mano invitándolo. Poco lo rechazó aun avergonzado. No hablaron durante un rato. El pelirrojo se atrevió a romper el silencio – Es extraño como con todo el tiempo que nos conocemos no hayamos hablado de algunos temas. – comentó.
– ¿Cómo cuales? – preguntó Poco.
– Nunca me dijiste si te gustaría tener un hijo. – sus palabras dejan pensativo al mexicano.
– No es como si pudiera pero si me gustaría. Quizás algún día cuando tenga asegurado una pareja estable. – contestó sincero.
– ¿Estas diciendo que no duraremos? – dijo ofendido el pelirrojo.
– Es lo que pienso, Colt. Tu eres la primera persona y- – calló cuando Colt se acercó molesto.
– No permitiré que eso que piensas se cumpla. Lo repetiré todas las veces que sea necesario. Te amo, Poco. ¿Eso te parece inseguro? –
– Lo siento, no quería decir que tu- – Colt vuelve a interrumpirlo.
– Aun no me has dado una respuesta. – suspiró – Te he demostrado que te quiero varias veces y no- – el poco espacio que los separaba pasó a ser inexistente.
El músico había dejado de lado el miedo, se armó de confianza y tomó el cuello de la camisa del pelirrojo y juntó su fría boca con los cálidos labios del sheriff.
Toda la cara de Colt se tiñó del mismo color que su pelo, le gustó el inesperado atrevimiento del sanador.
Hubiera deseado que durara más pero fue alejado suavemente casi al mismo tiempo que escucharon al antropomórfico moverse.
El sheriff quedó en trance por lo que acababa de pasar. En su mente vivía la situación una y otra vez.
– ¿Dónde estoy? – Crow llevó una mano a su cabeza adolorido y se sentó en su lugar mirando a su alrededor. El guitarrista dejó a su pareja para acercarse al mitad cuervo.
– Hey, tranquilo, estamos bien. – habló con un tono de voz bajo y suave tranquilizándolo – ¿Cómo te sientes? –
– Estoy bien pero con frio. – se cubrió con sus brazos intentando detener sus temblores causados por la falta de calor. Notó que le faltaba su chaqueta.
– Debes de estar congelándote. – ayudó a Crow a pararse y al verlo temblar se sacó su chaqueta de mariachi ofreciéndola – Toma, no la necesito. – le sonrió mostrando que estaba bien, Crow la aceptó y se abrigó agradeciendo en voz baja – ¿Colt, vienes o no? –
– ¡Ye-Yes! ¡Ahora voy! – más alegre que nunca se levantó rápidamente y caminó junto al mariachi tomado de la mano hacia la fogata.
– ¿Me perdí de algo? – preguntó Crow.
– No mucho, solo nos reunimos… y que realmente me preocupaste cuando te vi desmayado en los brazos de Mortis. – habló Poco apenado haciendo que el cuervo sonriera.
– ¿Quiénes se nos unieron? – seguía abrazado a si mismo para ganar calor rápidamente.
Colt, queriendo ganar atención, le mostró quienes ya estaban de su lado. Las copias de los jóvenes no paraban de conversar con sus otros yo. La bandida y el mexicano rudo enmascarado hablaban con El Primo y Bull intentando quedar bien olvidando toda su pelea. Los lanzadores estaban al borde del sueño. Los robots se burlaban de Rico aprovechando que ni Carl ni Piper estaban allí para detenerlos…
Siguió señalando a cada uno pero se detuvo al no encontrarse a si mismo.
– ¡Muéstrate! – gritó el otro Colt llamando la atención de los brawlers que tenía cerca – ¡Si te muestras quizás no sea tan duro contigo! – siguió con sus armas apuntando a la oscuridad del bosque.
Escuchó unos pasos acercándose a él. Por si era necesario se preparó para disparar. Al ver a la figura con las manos en alto lo reconoció por el traje que llevaba y el gran sombrero viejo. No sabía si bajar sus armas por como había pasado la ultima vez que vio al mariachi.
– ¿Vas a matarme de nuevo? – preguntó esperando que el sheriff dejara de apuntarle pero no parecía que fuera a hacerlo. Comenzaba a arrepentirse de haberse mostrado.
– ¿Ahora estamos atacando a nuestros aliados? – el rockstar escuchó la voz del antropomórfico dirigiéndose hacía él. En ningún momento apartó su mirada del sanador por desconfianza.
– ¿Por qué lo dices? – el azabache dudaba en atacarlo.
– Me salvó de Fenix. – apoyó su mano en el hombro del sheriff y este bajó sus armas – Yo me encargo. –
Sin decir nada más, Colt se marchó por más que esa alegría contenida le decía que corriera a abrazar al esqueleto que lo había señalado como un traidor. La bandida se centró en él antes que en el mariachi sin dejar de preguntar por lo que pasó.
Mientras que el mitad cuervo caminaba hacia el recién llegado, el guitarrista cruzado de brazos mantenía su mirada baja.
– Ni siquiera te salvé. El poco daño que hice fallé, tu hiciste el resto. – miró al cuervo enojado consigo mismo – ¡Y te dejé tirado! ¿A eso llamas salvar? –
– ¿Para un novato como tu? Si. – dejó sin palabras y ofendido al mexicano – Aun así lo valoro. Después de todo, ya estas de nuestro lado, Copo. – soportó una risa al ver como la expresión del nombrado cambió a una confundida.
– ¿Copo? ¡Adivino, fue idea del mald-! – antes de que Copo siguiera gritando Crow lo rodeó con un brazo interrumpiéndolo y guiándolo en una caminata por el improvisado campamento.
– Bienvenido al equipo. – le sonrió forzadamente intentando no mostrar su dolor por los agudos gritos del mariachi – Solo quiero recordarte que si causas caos yo mismo voy a detenerte como haga falta. –
– Te ayudé por pena, no porque me caigas bien. – saca el brazo de Crow de encima suyo – Estoy aquí porque me conviene. – la voz del sepultero afeminado interrumpe la discusión llamando la atención de ambos. Todos se encontraban reunidos a punto de hablar sobre el mañana.
Con Crow y Copo integrados al grupo, siguen con la charla.
– Entonces… ¿Cómo será? – comenzó Mortis.
– Con todos los que somos ahora no veo porque no ganaríamos la batalla.– dijo Colt al lado de Poco – Tenemos tres sanadores y con eso estoy más que confiado. –
– No te olvides de Gene. – el sepultero de sombrero descuidado señala al pequeño hombre morado a su lado.
– Y Gene. – el otro Mortis señala con la mirada al genio con la lámpara que estaba sonriente entre él y Tara.
– ¿Alguno ha pensado en los malditos robots francotiradores? – la bandida miró a todos en la ronda molesta con solo pensar en esas maquinas – No sé ustedes pero para mi es difícil llegar a ellos y destruirlos sin ser dañada. –
– No te preocupes. – habló una mujer morena de pelo morado, gafas y guantes hechos de cactus que casi nadie conocía por su poco tiempo en el pueblo – Junto a este fortachón – abrazó a Frank con un brazo – Nos encargamos de más de la mitad de esos francotiradores. –
– ¿Atacaron solos? – preguntó Pam sorprendida.
– Así es. Desde que nos separamos estuve con Frank. Yo llamé la atención de un grupo enorme y él, usándome de escudo, se acercó para aturdirlos. No fue tan difícil, aquellas chatarras se acumularon solitas facilitando nuestro trabajo. – sonrió orgullosa.
– Así será mucho más fácil. – habló Jessie – Gracias, Rosa. Gracias, Frank. – miró a Leon deseando que no lo usaran como en su anterior plan.
– ¿Atacaremos en el pueblo? ¿No destruiremos todo? – comentó el rockstar.
– Si sabes de otro lugar que pudieran estar para atacarlos, dilo. – el mariachi al lado de Crow observó al sheriff de pelo azabache con brazos cruzados.
– Tu deberías de ser el que sabe de eso, después de todo, preferiste unos robots asesinos antes que tu amigo. – contestó cansado de lo resentido que era el esqueleto hacia él.
– No estamos aquí para solucionar sus problemas. – interrumpió el antropomórfico – Ahora dejen de discutir, hay que centrarse en esto. Luego pueden matarse. – tanto el mariachi como el rockstar callaron pero no dejaban de lanzar miradas fulminantes llenas de odio entre ellos.
– De los robots pequeños podemos encargarnos pero ¿Y el robot gigante? – preguntó Piper a todos.
– Somos más que suficientes para acabar con él. – respondió Bull con una sonrisa – Sus láseres podrán dañarnos pero caerá antes de que nos elimine a todos. –
– Parece que quieres ir ya a la batalla, Bull. – Shelly le sonrió al motociclista musculoso cerca de ella – Yo también quiero. Estoy cansada de dormir en la tierra. – dejó de mirarlo para mirar a los demás – Las otras copias ¿Podemos matarlos o…? –
– Lo ideal sería no eliminarlos para no darles más razones por las cuales odiarlos, Shelly. – habló el robot minero que pertenecía a aquel grupo – Pero si lo que quieres es estallar otra guerra, adelante, hazlo. –
– Ah, esta bien. – le sonrió cansada a la nada.
– ¿¡Que!? ¡No! ¡Estaba bromeando! – sus grititos causaron que su otro yo que cuidaba de Rico lo mirara sonriendo burlonamente.
– Si ellos me atacan, yo los mataré. – habló Penny – Yo quiero mi botín, es lo único que me interesa. –
– Aquellos brawlers atacaran junto a nosotros una vez que nos vean allá. – el sepultero de sombrero roto respondió a Shelly – No nos atacaremos entre nosotros, hay que enfocarse en el verdadero enemigo que tenemos en común. – la morena asintió.
– Suena fácil. –
El resto de la charla trató de las posiciones que cada brawler ocuparía en la batalla. Shelly, siendo una luchadora, fue ubicada en una de las primeras líneas, delante para proteger a los brawlers de otras clases.
Antes de que la discusión terminara se alejó del grupo cuando menos era vista, ya sabía todo lo que quería y no estaría más tiempo allí para pasar nervios.
Se apartó lo suficiente pero no demasiado admirando como a lo lejos unos pequeños puntos brillaban intermitentemente. Luciérganas. A veces, cuando no estaba haciendo estupideces junto a Colt y Poco, le gustaba estar sola, en paz y tomando un poco de té. Eso le hizo recordar lo mucho que extrañaba las fiestas de té que la rubia organizaba. Solo por molestarla solía pedir café.
Comenzaba a comprender la desesperación de algunos de sus compañeros por volver a casa.
A sus espaldas, sintió como la charla se disolvió y cada quien iba por su lado. Uno de esos se acercaba a ella.
– Hey, Shelly, noté que te fuiste hace rato. – dijo el motociclista mientras caminaba hasta llegar a su lado – ¿Preocupada? –
– ¿Yo? Por favor, Bull. ¿Cuándo me has visto preocupada? – no le dio tiempo a responder y siguió hablando – Tu deberías de estar preocupado. –
– ¿Y yo por que? – sonrió ingenuo.
– Porque sin mi, esos robots te patearían el trasero. – miró divertida al hombre que rodo sus ojos mientras negaba con la cabeza por la actitud de la morena – Aunque debo admitir que me salvaste varias veces también. No tuve tiempo para agradecerte y de disculparme por lo de tu chaqueta. – apenada observó al de pelo azabache que llevaba una remara de mangas arrancadas – Gracias y perdón. – se disculpó admirando el cuerpo del motociclista disimuladamente, así por lo menos tenía una mejor vista a su físico.
– No fue nada. No deberías de disculparte. Prefería perder la chaqueta antes de perderte a ti. – dijo haciendo que los labios de la luchadora formaran una sonrisa y sus mejillas se tiñeran de un leve tono rojizo.
– Espero que no vaya a perderte mañana. – contenta, golpeó el brazo de Bull con fuerza moderada – Si necesitas mi ayuda, llámame y estaré allí en un abrir y cerrar de ojos. –
– ¿Quién dijo que te necesitaría? – rió Bull.
– Ooh, créeme que lo harás. Ya me lo imagino “¡Shelly! ¡Shelly! ¡Ayúdame!”. – intentó imitar de la mejor forma la voz del azabache dándole un tono afeminado.
– ¡Eso ya lo veremos! Al final, tu pedirás mi ayuda. –
Shelly estalló en risa sin creer en lo que el “toro” decía causando que se pusiera rojo de vergüenza mientras intentaba detener la ruidosa carcajada de la morada. Intentó con todo pero solo rió más que antes.
Rendido se cruzó de brazos molesto. Al notarlo así, entre pequeñas risas la morena abrazó al más grande disculpándose.
Por más que los brawlers que buscaban dormir los miraran furiosos siguieron en la suya y conversaron hasta caer dormidos uno cerca del otro.
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