Capitulo 5 "Terminaré como sushi"
Algo en mi interior (Tal vez incluso Allison) me dice que corra y tomo a Abby del brazo para obedecer aquella orden.
Apagamos la linternas intentando camuflarnos entre la oscuridad, pero nuestros apurados pasos hacen mucho ruido al chocar contra las pequeñas piedras esparcidas por todo el suelo del cementerio, siempre me he preguntado cuanto tardaron para rellenar toda la tierra con esas piedras que ahora mismo estoy odiando demasiado.
Casi ni noto cuando ya estamos corriendo por el bosque.
La luna esta en lo alto, no tengo idea de cuanto tiempo tardamos en encontrar la tumba de Allison pero claramente fue mucho. Las luces de la ciudad se cuelan entre algunos arboles y yo decido que es una buena opción ir hacia ellas por lo que cada vez se ven más y más cerca. Luego de unos cuantos minutos sin parar de correr Abby me suplica que lo hagamos y viéndola tan agitada decido hacerlo, no es momento que mi mejor amiga se desmaye cuando un loco ensangrentado nos persigue. Frunzo el ceño al notar que la carrera no me afecto, me encuentro casi igual a antes de comenzar a correr y eso es algo extraño ya que suelo tener la peor nota en educación física, sin mencionar que soy la definición de flojera...
Un fuerte ruido que deduzco como anti(o sobre)natural retumba en todo el bosque haciéndonos temblar, ¿No podía tratarse de un maníaco asesino normal? Oh, claro que no, esto es Beacon Hills, si alguien va a perseguirte para matarte va a ser alguna criatura.
Entonces una idea cruza por mi mente logrando que todos los demás pensamientos se vean opacados.
Lo que sea viene por mí.
Miro Abby que sigue igual de agitada y tomo su cara entre sus manos para obligarla a mirarme.
—Abby eso viene por mí.—Digo en un susurro y otro fuerte ruido (¿Graznido tal vez?) se escucha mucho más cerca que el anterior, lo que sea que es, es rápido—Escucha la ciudad no está lejos ¿Sí?—Señalo hacia las luces y ella sigue la dirección y me mira como si estuviera loca—Eso viene por mí, lo distraeré en lo que tú puedes llegar a la ciudad y pedir ayuda.
—¡No! ¡Esa cosa te hará pedazos!—Se niega con una expresión de preocupación y miedo.
—No hay tiempo para discutirlo Abby, es el único plan que tengo y mientras más hablamos más se acerca.—Y como si fuera planeado, otro de esos graznidos se escucha sólo que ahora parece haberse multiplicado.
Mierda.
—El alguacil—Susurra la voz de Allison en mi oído y yo asiento.
—Sólo habla con el alguacil.—Digo con seriedad y ella asiente—Dile que esto es algo sobrenatural o, no sé, pero que contacte a Scott McCall ¿Bien?—Ella vuelva a asentir y yo comienzo a alejarme.
Un brillo en la mirada de Abby me indica terror absoluto, tal vez a que me suceda algo, pero yo sólo puedo mirarla con algo de esperanza y comenzar a correr con todo lo que tengo en sentido contrarío a las luces de la ciudad.
***
Ahora, varios minutos después de haber dejado a Abby, ya internada en el bosque, puedo confirmar que esas cosas son más de uno y que necesito ayuda o moriré.
Abby ya debió haber pedido ayuda ¿Donde rayos están los chicos?
Entonces comprendo que estoy corriendo demasiado y ellos no me conocen, apenas se centraron en mí aquel día en el que dibuje a Allison sin notarlo pero ninguno de ellos tiene mi olor. Por favor apenas deben tener mi imagen. Pero con esas cosas siguiéndome son los únicos que pueden ayudarme y necesito darles una señal de donde estoy...
Grita.
Ellos escuchan a Lydia gritar donde sea que ella esté... Tal vez puedan hacer lo mismo conmigo.
No.
Necesito concentrarme para hacerlo y además esas cosas están muy cerca... Sí, definitivamente moriré.
Comienzo a sentirme cansada y mientras sigo corriendo pienso en la forma de ganar tiempo, sólo necesito gritar...
Tropiezo con algo y entonces caigo al suelo con el tiempo de alcanzar a girar mi cara, por lo que mi oído derecho recibe el impacto contra el suelo, emitiéndose un fuerte pitido que aunque se relaja rápidamente, no se detiene.
Miro en todas dirección asustada, intentar correr ahora sería en vano, mientras lo hacia escuchaba sus pasos literalmente detrás de mí, tal vez nos separaban uno o dos metros. Seguramente se habrán escondido, esperando que me ponga en la posición perfecta para cortar mi cuerpo en miles de pedazos y servirme como sushi en algún restaurante chino o en cualquier otro donde haya sushi en el menú (Ya saben, no hay que apoyar los estereotipos ¿No?) ¡Dios! ¡Terminaré como sushi! ¡Yo odio el sushi!
¡No quiero morir mierda! No así en mitad del bosque acabando como un caso sin resolver más en la larga lista que seguramente tiene la comisaría de Beacon Hills.
Me levanto y cuando lo hago comienzan los gruñidos, dos figuras de musculosos adolescentes, pero incluso más pequeños que yo, salen de unos arboles a mis lados, viniendo hacia mí en ambas direcciones. El brillo de la luna logra colarse lo suficiente entra las ramas secas de los arboles, iluminando trozos de la escena. Ambos chicos poseen garras, pero no son hombres lobo. Tienen muchos más dientes y sus ojos son completamente blancos.
Wendigos.
Lo sé porque ella lo sabe.
Cierro los ojos con fuerza sin intensiones de ver como me destrozan y grito con fuerza. Los escucho hacer ese sonido tan horrible suyo y yo me tiro al suelo aún con los ojos cerrados, entonces un fuerte rugido causa su silencio y yo abro los ojos.
Unos brillantes ojos amarillos destellan en la oscuridad y logran hacer que esboce una sonrisa, no necesito verlo mejor para reconocerlo, aún convertido en lobo e incluso en la oscuridad, sé que se trata de Liam Dunbar.
Intento comprender la pelea con los pequeños trozos de iluminación que el bosque me permite tener, pero sólo logro comprender partes, las garras de Liam rasgando el brazo de uno de ellos, un wendigo intentando morderlo pero Liam esquivando su movimiento y golpeando su nuca.
Liam ruge nuevamente y hace que me sobresalte, luego sus ojos amarillos me encuentran y comienza caminar hacia mí, al principio me intimida un poco pero luego el brillo desaparece hasta que solo quedan sus ojos azules. Lo abrazo con fuerza, aterrada, Él responde aquel acto con fuerza.
—¿Cómo supiste que estaba aquí?—Pregunto sintiéndome temblar entre sus brazos.
—Tenía tu olor.—Responde él haciéndome sonreír.
—¿Cómo?
—Te hemos estado prestando atención.—Contesta y yo sólo puedo mirarlo agradecida—Por casualidad ¿Tienes tu celular contigo?—Pregunta y yo asiento—Bien, marca a una ambulancia.—Dice haciéndome fruncir el ceño.
Y seguido a esto se desmorona cayendo al suelo, donde descubro una gran herida justo arriba de su cintura, parece un arañazo... Y profundo.
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