Capítulo 3

El camino se sentía largo, a pesar de que estaba consciente de que habíamos abandonado el campamento unos minutos atrás; escuchar la voz de las personas adelante era desagradable, comentando sobre las bajas que había recibido la ciudad acompañado de acotaciones sobre cómo fue la muerte de cada una de las víctimas que tuvieron la oportunidad de tomar sus vidas. No podía sentir más que asco y un mal sabor de boca al escuchar aquello.

Mi cabeza me dolía de forma horrible, mi cuerpo no soportaba estar más caminando después del desgaste emocional que había sobrevivido tan solo unas horas atrás. Sabía con quien me llevaban, y no podía estar más preocupado por aquello. Estas pobres imitaciones de guardias de la ciudad no tenían idea de lo poco que había hablado con la chica, sobre el poco estima que me tenía o el motivo del porque estábamos juntos al momento de la abducción que nos tendieron, debido a una trampa en la que caímos sin saber.

Era una mierda sinceramente, todo lo que había pasado fue un fallo que había hecho yo, porque la niña en primer lugar no debería haber sido expuesta a eso, sin embargo le di la opción de guiar, y ahora estamos aquí, siendo que debí dar una solución. 

Lo que más inundaba mi cabeza era Max, al despertar no estaba a mi lado, nadie dijo nada, y al referirse a la chica, no mencionaron a él exactamente.

El no es un perro tranquilo con las personas que no le agradan y siendo sincero odio pensar que ahora no este bien, poniendo todas mis esperanzas en que en realidad el este en la calle buscando refugio y se haya olvidado de mí, porque a los animales tan puros siempre estar cerca de un humano les hace daño en alguna forma, el ser humano es el causante de la destrucción de hábitats, naturaleza, todo lo que vale la pena apreciar lo arruina, lo mancha, dejando solo cenizas de lo precioso que alguna vez fue vivir aquí.

Si él puede vivir una vida tranquila sin mí, está bien, mientras que él pueda encontrar paz. 

De repente un edificio destruido estaba en frente de nosotros, los objetos quemados resaltan en la calle, las llantas de autos que estan destruidas, junto a rastros negros del pavimento, los faroles estando en el suelo, acompañando a los arboles que antes decoraban la plaza de la ciudad.

Los adolescentes guían el camino hasta la gran puerta de inmensa altura para alguien de al menos unos cuatro metros de estatura, quienes solo tuvieron que golpear unas veces para que las puertas se abrieran cuál ‘’ábrete sésamo’’ se tratara, el chillido de la puerta oxidada daba un ambiente tétrico, mientras que al entrar adolescentes con el mismo uniforme pasaban de un lado hacia al otro con las armas en sus cinturones o cargadas en la espalda, como si fuera una rutina, siendo que la purga había empezado hace solo unas cuantas horas.

Lo que era realmente curioso por la cantidad de armas que portaban, como si hubieran estado preparados para una situación así. 

Saliendo de mi estupor. la chica se acercaba a mi con una sonrisa ladina, agarrándome del brazo de repente, haciendo sonar las cadenas que llevaba en las manos con entusiasmo, el chico de cabello plateado solo se rehusó a poner mala cara para avanzar hacia las escaleras que daban al piso superior.

Los cuadros que la decoraban daban a entender que el edificio pertenecía a una compañía de negocios, donde las figuras importantes como los CEO eran puestas en un marco en aquellas escaleras. Justo al lado había ascensores, pero estos tenían un gran letrero advirtiendo de que no estaban para uso, seguro por la electricidad que se fue con los postes que conectaban los cables en el suelo. 

Un pasillo largo se hizo visible, donde de repente un sonido fugaz se escuchó en todo el piso. Alguien había accionado una pistola. Los dos adolescentes dedicaron una mirada aterrada al lugar de origen, mientras me agarraban ambos de los brazos para forzarme a correr con ellos hasta esa dirección. 

—¡La niña que estaba contigo está loca! —dijo con un chillido de angustia la chica de pelo rosa—. Mocosa insolente, si tan solo hiciera caso.

—Calmate, Yuan —replicó el chico que la acompaña dándole una mirada de reproche. 

La chica se mordió el labio, ahora soltando mi brazo para salir corriendo con más prisa hacia la puerta, el chico soltó un ''mierda'' antes de quedarse quieto por completo, la pelirrosa abrió la puerta de golpe, solo para recibir un balazo en el cráneo. Haciendo que el chico que me agarraba soltara un grito ahogado, tratando de correr con todas sus fuerzas ante el cuerpo que cayó producto de la gravedad, intentando al parecer encontrar algo vital en ella, cuando más voces se escucharon desde el interior, sonidos de armas recargándose al instante hacían eco en mi mente. 

—Nadie se mueva o lo asesinare —una voz seca sin vacíos de duda hizo eco en el pasillo desde la habitación, una familiar que hizo que ahora yo corriera hasta la habitación, solo para encontrarme con unos ojos muertos observando directo a mi, cargando una pistola en mano, los rizos claros junto a su silueta confirmaban la identidad que pensaba: La niña que Max rescato. 

Su expresión cambió al verme, sus labios hicieron una pequeña abertura, simulando una ''o'' apenas perceptible, pero sin bajar el arma, su mirada de nuevo se desvía hacia los sujetos que ahora puedo percibir a su alrededor, todos del mismo rango etario que los chicos que me guiaban hasta la habitación, estos cargando armas en las manos apuntando a la niña en el centro, ninguno lleva casco o máscara, así que sus expresiones de angustia son perceptibles, mientras que algunos tienen el ceño fruncido ante la situación. 

Parecían incapaces de disparar, como si fuera algún tipo de escudo que la protegiera, cualquiera pensaría que accionaron su pistola sin piedad, pero no era así.

De repente, el movimiento intruso del chico que estaba junto al cadáver de la chica que le habían disparado ocasionó que cayera al suelo, pero presenciando cómo corría para agarrar a la niña, la cuál no se lo esperaba, debido a las pupilas dilatas que ahora tenía, se escuchó como el seguro de nuevo cambiaba, pero antes de que ella haya podido disparar, desde otra dirección el chico recibió un disparo en la pierna, cortando en seco su movimiento y ahora de plano cayendo por retorcerse del dolor. 

Alguien ahora entraba en mi campo de visión, quién salió de entre detrás de los otros presentes que le apuntaban a la chica, haciéndose notar por la estruendosa risa que cargaba al entrar en escena, aun con la pistola en mano que desprendía un poco de humo.

Su cabello era pelirrojo, tenía el pelo largo pero de alguna forma estilizado para que hicieran juego con la camisa larga de color blanco que traía, por encima llevaba una chaqueta con la insignia que todos llevaban junto a unos joggers de color negro con rayas rojas, lo que mas resaltaba era el cinto que llevaba cargando una arma larga como las que usan los francotiradores. 

—Parece que tenemos interesantes invitados el día de hoy  —mencionó acercándose hacía la niña, dondé por acto de reflejo me levanté dando un paso en adelante para intervenir, el sujeto solo puso una palma en mi pecho deteniendo mi andar, cosa que contrarreste quitando su palma—. Hey, no me malentiendas, quiero hacer negocios con nuestra invitada. Si estás vivo es porqué ella lo quiso así ¿Verdad?

Observó a la niña con una sonrisa ancha de inocencia, como si supiera la respuesta que saldría de ella, a lo que la más pequeña solo se mordió el labio antes de lanzar otro disparo al aire. 

—Saca a los guardias de esta sala o me volaré la cabeza —dijo ella, y por un momento no se sentía real las palabras que salían de su boca, como si fuera algo del otro mundo que me hizo solo enfocarme en lo pequeña que es, junto a lo profundo que se puede ver en su mirada, nadie espera escuchar esas palabras provenir de una niña, soltarlo sin tener miedo o llorar.

'Como si fuera lo más natural en su vida.' Algo se removió en mi pecho al pensarlo ¿Qué tipo de vida le habían dado?

Observando a todos retirarse tras un chasquido que hizo el chico en respuesta a la demanda de la niña, pude ver como ahora ella apuntaba su arma hacía mi dirección.

Preguntándome en qué momento ahora yo era el blanco, cuando sus pupilas ahora enfocadas dejaban ver un hilo rojo en ellas, mientras que con la pistola me enseñaba la puerta. 

—Vete —indico otra vez con el arma en mano, un tono de voz rasposo, su cuerpo estaba tenso, haciendo miradas rápidas a la otra persona en la habitación, como un felino vigilando a su presa—, no lo repetiré. No seas tonto y has lo que te conviene. 

Al instante que dio un suspiro corto acompañado de una señal más con su arma en mano, pude observar una pequeña señal que se usaba en artes marciales para inmovilizar a alguien en el menor tiempo posible.

Al darme cuenta, ella rodó los ojos. La chica disparó en ese momento a la pierna del sujeto, aproveche de hacer un barrido a sus piernas logrando desestabilizar su cuerpo, su mirada cambio a una de horror, en donde de golpe logré estar encima de él, preparando mi puño para golpearlo. 

Mi acompañante corrió a la puerta, donde segundos después se escucharon miles de golpes provenientes del otro lado. La ventana estaba abierta y se veía una opción viable, hasta que de repente algo inmenso había atravesado la pared del primer piso, generando un temblor en la primera planta.

Me acerqué a la ventana para ver qué había ocurrido en la planta de abajo, ahí es cuando visualicé dos adolescentes saliendo de la parte superior del techo de una camioneta larga a todo terreno. Uno de ellos soltó un silbido y ahí es cuando pude ver a mi amigo de cuatro patas sacando la cabeza por la ventana. 

Mis manos no sentían más dolor por los cayos que tenía en las palmas, una descarga de electricidad invadía mi cuerpo formando una sonrisa inevitable. A la vez de un grito con todas mis fuerzas diciendo su nombre. Max se movía inquieto en el asiento del copiloto, haciendo lloriqueos de cachorro con ladridos, sus orejas estaban hacia arriba y sus ojos tenían sus pupilas dilatadas, su cola se movía para ambos lados. 

Recuperé conciencia de mi acompañante cuando una horda de disparos se escuchó por toda la sala, me gire a su dirección cuando ella estaba corriendo hacia la ventana entre moviéndose a los lados, para luego saltar al marco de la ventana.

—No te atrevas a morir. —soltó antes de saltar de forma limpia al techo de la camioneta.

Mi cuerpo antes de procesar la idea se movió por su cuenta para seguirle el paso, el olor a pólvora era lo suficientemente fuerte como para que ahora los adolescentes que cuidaban el edificio salieran con máscaras. Antes de siquiera decir una palabra, una granada pasó por mi visión directo al enemigo. Sentí como una mano me agarró del brazo para luego cerrar la puerta.

La camioneta dio un rápido retroceso para luego emprender camino hacía la calle principal, presionando el acelerador al escuchar disparos provenientes desde atrás y el sonido de los motores de vehículos siendo encendidos para de forma probable seguirnos el paso.

El vehículo era negro, por dentro estaba equipada con diferentes sacos con municiones, se podían apreciar algunas pistolas tiradas y la silueta del conductor que llevaba un sombrero en su cabeza, a mi lado se encontraba un chico que su medio cuerpo estaba por encima del techo de la camioneta, usando la altura para disparar hacía atrás. 

Busqué con mi mirada a la chica que había bajado a la camioneta, solo para verla ocupada usando una de las pistolas del suelo para disparar por las ventanas hacía atrás. 

—Sabes, para ser alguien que acaba de ser sometido a subirse con extraños, estás bastante tranquilo —dijo el conductor con un tono divertido, ahora dando la vuelta a la calle, dejando ver la costa que antes era reconocida como una de las mejores playas en Japón—. Soy Tachihara, tú gran amigo nos llevó hasta ti. Mark me dijo que estaba loco, pero yo sabía que nos quería decir algo. 

Max ladró, como si estuviera de acuerdo con lo que dijo desde el asiento del copiloto.

Al parecer el tal Mark se ofendió, puesto que pateó el asiento del conductor, aunque ahora bajó de su posición y se sentó, ahora presionaba un botón que daba entender su funcionalidad al cerrar el compartimiento de arriba. 

—Cualquiera dudaría de alguien que está hablando con un perro… —murmuró casi al final de la oración, mientras soltó ''solo yo acepto trabajar con locos''. Soltó un suspiro, para luego agregar en un tono cansado—. Vamos a ir a un refugio, no uno como él que seguro viste por ese tipo de gente. Uno de verdad. 

Mark ahora me observó de frente, aunque sentía que su cara me era familiar de alguna forma, al sentir que él descubrió que fijé mucho mi mirada, me enseñó un papel que tenía en su bolsillo. 

—Me veo igual que el sujeto que viste ¿verdad? —asentí, en realidad esperaba una respuesta concreta, por qué ¿Cómo era posible ver a la misma persona dos veces, pero sentir que son diferentes al mismo tiempo?—. Yo alguna vez fui la persona que comandaba ese grupo —dijo en un tono melancólico, ahora observando sus manos—, al abandonar las cosas cambiaron. Al cruzarme otra vez con el grupo pude ver como mi apariencia había sido robada. 

Tachihara frenó de repente, en frente de un túnel que no se le podía ver fin, pero sí una inmensa oscuridad por el frente, él pelirrojo solo suspiro, antes de darse la vuelta y fijar su mirada en mí —No tienes porqué venir con nosotros, pero te recomendaría que lo hicieras —dijo ladeando su cabeza—, la niña que traes contigo no sobrevivirá afuera.

—Yo no estoy a su cargo —espetó la voz del fondo—, tampoco tengo intenciones de ir con ustedes. 

La chica no espero más respuestas, agarró lo que era suyo y se hizo camino hacía la puerta de la camioneta, intenté agarrar su brazo, pero ella me respondió con su mirada fría que desprendió a nuestro anterior enemigo.

En otras circunstancias la habría dejado en paz, pero no ahora, no cuando los maniáticos que nos perseguían están merodeando cerca. 

—Hey, hey —interrumpió Tachihara, ahora poniendo sus dos manos en cada una de nuestras muñecas—. No hay que ponernos agresivos, está es una zona libre de fuego, si los guardias escuchan un disparo, nos volarán la cabeza ¿Entendieron? 

Ambos lo observamos por unos segundos, antes de volver a mirarnos entre nosotros sin soltar el agarre. Tachihara solo suspiró de mala gana, antes de zarandear el agarre que tenía entre nosotros.

—No quería hacer esto, pero van a tener que ser amigos —el pelirrojo nos observó de lleno, quién soltó su agarre y abrió la puerta de una patada, al hacer esto el chico llamado Mark aprovechó para ponernos unas esposas en las muñecas. La chica intentó agarrar su pistola, solo para ver a Tachihara sonriéndole mientras él jugaba con la pistola en sus manos dejando una sonrisa triunfante en su rostro— Oh, esto va a ser divertido.

.

De mala gana bajamos y recorrimos la mayoría del camino en oscuridad, la persona que se ocupaba de llevarnos con las esposas no parecía tener problema con la falta de luz, y por alguna razón de a poco se podía ver a lo lejos muchas pequeñas luces, junto a variedad de voces, como si una multitud estuviera del otro lado.

Un pequeño mercadillo lleno de gente estaba de ese lado, dondé aún se podían ver rastros de vías de tren en el medio, de forma general era una estación de trenes, pero se había convertido en un refugio para muchos, numerosas familias se veían alrededor, los vendedores ofrecían sus productos, mientras que los guardias se movían por las orillas o se quedaban en la entrada.

Al percibirnos, sus armas no se movieron en nuestra dirección al ver como Tachihara y Mark levantaban una de sus manos como si fuera una señal. 

—Bienvenidos a Noradays —ambos sonrieron hacía nosotros, algo en mi pecho dolía, como si algo en mí me recordara lo que perdí, no busqué esperanza al ver cuerpos por todos lados o creer en gente externa.

Asumí el veneno de las personas y actué como ellas, ahora estaba en frente de un mundo distinto al de afuera y se sentía raro de alguna forma, observé a mi lado para ver la expresión de la niña, la cuál aún seguía con una expresión plana.

Fije mi vista en los alrededores un poco más, hasta que una pequeña silueta se hizo presente en mi campo de visión, sus cabellos cobrizos y el atuendo me tomó tan de sorpresa que corría hacía ella, sentí como mi muñeca dolía por forzar el movimiento, pero mis piernas no se detenían, al tenerla en frente, escuché un grito de protesta de la persona con la que estaba amarrada, pero solo pude enfocarme en lo que tenía delante.

—¿Aya, eres tú?

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