ᚐ҉ᚐ 08
Abre la boca y Christopher le observa con ojos vidriosos, llenos de excitación. Jeongin está sentando sobre sus piernas, esperando por la corrida del rizado, quien está sobre el sillón, bombeando rápido con su mano.
Jeongin saca su lengua, lamiendo la cabeza del miembro de Christopher, gime grueso, cerrando sus ojos. El castaño quita las manos del otro, reemplazándolas por las pequeñas de él. Las mueve de arriba hacia abajo, lento. Aprieta la base y succiona la punta, Christopher pone los ojos en blanco y la respiración se le corta. Jeongin trabaja con lengua, alrededor del rizado, él siente lo caliente que es ahí dentro.
Saborea el presemen del rizado, pronto se correrá y no puede estar más ansioso. Cuando Christopher baja la mirada, Jeongin le está viendo a través de sus pestañas. Christopher no sabe cómo puede ser tan tierno, puro y al mismo tiempo obsceno. Siente que va a morir cuando toca el fondo de la garganta del más bajo, quien se ahoga un poco pero no para con su trabajo.
Grita desde lo más profundo de su pecho, corriéndose en la garganta de Jeongin. Cierra los ojos o sus lágrimas saldrán. Traga poco a poco y siente que es alzado. Christopher lo pone sobre sus caderas. Arrastra su pantalón hasta abajo junto con los bóxeres, el pene de Jeongin rebota arriba cuando es liberado. Suspira pesado al momento de sentir la caliente mano de Christopher envolviéndolo.
—Christopher, Christopher, Christopher —jadea sin aire.
Una mano está trabajando el su pene y la otra en su agujero, antes de meter un dedo en Jeongin, hizo que lo lamiera hasta que estuviera muy húmedo para entrar en él.
—Necesito más —ruega, mordiendo el cuello del rizado.
Une sus labios en un beso desordenado, atrapa su labio inferior entre sus dientes. Jeongin se corre cuando Christopher tuvo 4 dedos dentro de él y los montó como si fuera su pene. Cae sobre el duro y sudado pecho del ojiverde, solloza un poco entrecortado. Se había sentido muy bien.
—Mierda. Deberías ser celoso más a menudo.
—Mmm, lo pensaré —acomoda su cuerpo más cerca de Christopher, sintiendo su propio semen por su estómago.
Al día siguiente, un cosquilleo en la nariz lo despierta. Sus orbes azules se abren a la mitad, observa al rizado dormido sobre su hombro. Su cabello es lo que pica. Aleja a Christopher, es suave y lo arrulla un poco, su brazo comenzaba a acalambrarse por el peso de la cabeza de Christopher.
Le mira dormir, es precioso. Tiene todo lo que a Jeongin le gusta. Para una mano por sus pómulos rellenos, su mandíbula está totalmente marcada. Jeongin piensa que incluso puede medir el ángulo de ésta.
—¿No crees que es raro que me veas dormir?
—No. A menos que quiera asesinarte o sea un pervertido.
—Mmm, lo de asesino no, pero pervertido...
Jeongin golpea su hombro, riendo. Christopher pega sus cuerpos, mucho. Besa su mejilla repetidas veces, trazando un camino a su mandíbula.
—No sabías que tenías alta capacidad chupando.
—Tengo experiencia, ¿sabes?
—Carajo, Jeongin. No hagas que me imaginé a ti chupándosela a mi papá. Es raro —se estremece.
—¡Hey! A mí me gustaba, ¿sí? Respétame —ríe con Christopher.
La puerta de la habitación es tocada, casi les da un infarto. Pero recuerdan que la señora del servicio venía hoy y se calman un poco.
—Señor Bang, lamento interrumpir su sueño o lo que sea que esté haciendo, pero su hermana y el pequeño Hyunjin están en la sala.
—¡Gracias por avisar, Carla!
Oye los pasos de la mujer alejarse. Jeongin y Christopher se visten y asean rápido para poder bajar. El castaño está nervioso, sólo ha visto a Rosé por fotografías. Sabe que es muy bonita y casi tan alta como Christopher. Un ladrido se oye abajo y los dos se alertan.
—¡Papá, mira lo que la tía Rosé me regaló por mi cumpleaños!
Hyunjin tiene en la mano una correa roja, sujeta al cuello de un Husky cachorro blanco. Está sentado, alerta, cuidando al niño en todo momento.
—Es muy bonito, ¿tu madre te dejará tenerlo en casa?
Mira a su padre con los ojos abiertos, no había pensado en eso. De todos modos, tendría que aceptarlo, ni modo que lo dejaran en la calle abandonado. No le toma mucha importancia y sube a su habitación para mostrarle sus juguetes al perro.
Rosé Bang sale de la cocina, con un vaso de agua en la mano. Es alta, delgada y su cabello está decorado en un color casi blanco. Intimida a Jeongin un poco, con sus ojos verdes pálido, inspeccionándolo de arriba-abajo.
—Un gusto, Rosé.
—Jeo-Jeongin —dice de vuelta, alzando la mano en modo de saludo.
—Mamá me dijo que estabas viendo a alguien, no pensé que fuera serio.... y él. Pero no importa.
—¿Cuándo llegaste?
La muchacha se deja caer sobre el sillón, cuidando que el agua no salpique.
—Anoche, me quedé con mamá. Se ve triste pero no dijo porque, según ella, está bien. ¿Tú sabes que puede ser?
Jeongin miró a Christopher con los ojos abiertos. ¿Y si ya estaba enterada de todo?
—Después te platico.
—Ah, por cierto. El parto de Valery se adelantó, pasé por Hyunjin al hospital ya que no contestabas tu celular. Adoptamos un cachorro, ¿no es hermoso?
—Si, bastante.
—¡Señor Jeongin! —Hyunjin gritó desde su habitación, el castaño de disculpó con ellos y subió para ver que necesitaba el niño.
Cuando estuvo fuera de la visión de la rubia, se paró rápido y tomó a Christopher por el brazo, fuerte.
—¿Me puedes decir por qué mierda el examante de papá está aquí? —su cara se torna seria.
—¿Tú sabías?
—Su celular nunca tuvo contraseña, revisé y tenía cientos de fotos de él. No ha cambiado mucho, sólo que ahora luce menos afeminado. Mamá siempre confió en papá, por eso nunca se tomó la molestia de revisarle el teléfono, decía que era de mala educación.
—¿Por qué nunca dijiste nada? ¿Por qué nunca le dijiste a mamá algo?
Christopher se suelta bruscamente del agarre de Rosé.
—¿Y arruinar nuestra familia? ¿Estás idiota?
—Más arruinada no podía estar, Rosé. Además, Jeongin es bueno, ahora está en un problema grande por culpa de papá y-
—¡Y que lo resuelva sólo! ¿Cuántos años tiene, cinco? Es bastante mayor para apoyarse sólo.
—No es tan fácil.
—¿Fácil como meterse con un hombre casado, con hijos?
Si Rosé no fuera mujer, le hubiera soltado una bofetada.
—Nada es como tú crees —su voz sonó seria y lastimada. Está decepcionado de que su hermana apoye al bastardo mentiroso de su padre.
—No, Christopher. Nada es como tú crees. Sólo quiere sacar provecho de ti, de tú dinero, ¿Qué te puede ofrecer él? ¡Nada! ¡Abre los putos ojos!
—¿Puedes irte? Como tú dices, creo que ya soy mayor para resolver mis problemas, puedo sólo. Gracias por estar de parte de papá.
—No estoy de parte de nadie. Sólo quiero ayudarte.
—Ayudarías más si te callaras.
El rostro de Rosé se torna rojo furioso. Niega la cabeza, sus ojos están entrecerrados. Toma su bolsa y sale de ahí, cerrando fuerte la puerta.
—¿Estás bien? —Jeongin está sentando en el primer escalón, con el perro de Hyunjin a su lado.
—Dios, me asustaste. Si y-
—Tranquilo, escuché todo. Si quieres terminar esto está bien, lo entenderé. Ella tiene razón, soy mayor, además Félix es mi hijo.
—No, nunca. No le hagas caso a Rosé, debe estar celosa con todo eso de mi mamá y tú.
—Entiendo. Yo igual odiaría al amante de mi papá.
—Jeongin... ¿dónde está tu papá? Nunca hablas de él.
Con la yema de sus dedos, acaricia el pelaje del cachorro dormido.
—Hyunjin está viendo Netflix.
—No te pregunté que hace mi hijo, Innie.
—Está en la cárcel, ¿okey? No me gusta hablar de eso porque es muy estúpido. Fue justo e injusto a la vez.
—¿Hizo algo grave? —toma asiento a un lado de Jeongin, tomando al cachorro para después ponerlo sobre su regazo.
—Papá nunca haría algo para herir a alguien, jamás. Fue una noche que a mamá se le acabó el medicamento y a mí todavía no me pagaban entonces él... él intentó robar una farmacia. Pero la Policía lo atrapó dos cuadras antes de llegar a casa.
—¿Cuánto tiempo le dieron?
—Diez años. Se supone que hay una ley o algo, no sé mucho, que dice que si el robo se justifica podría reducir los años. Desgraciadamente nosotros éramos pobres y sus derechos no valían tanto por eso.
—¿Pronto saldrá? ¿Quieres ir a verlo? Es demasiado injusto eso.
—No te preocupes, lo último que supe de él es que pronto lo dejarán salir por buen comportamiento, creo. Hace meses que no le veo, lo extraño un poco.
—Si quieres podemos a visitarlo.
—Gracias, yo te diré.
—Okey. Ahora desayuna, tenemos que ir a tu consulta con nutriólogo.
Jeongin bufa y va a la cocina. Carla preparó huevos, tocino, pan tostado, jugo de naranja y leche de fresas, para Hyunjin porque sabe que la ama. Minutos después entra Christopher con Hyunjin riendo del perro que había rodado un poco por las escaleras. Por suerte no estaba lastimado. El rizado sirvió el desayuno para él y su hijo, con un vaso grande de leche. Hyunjin cuenta su mañana con la tía Rosé, que fueron a adoptar un perro, básicamente fue todo.
—Señor, Jeongin —el niño habla, cortando un poco de pan con sus deditos.
—Dime sólo Jeongin, ¿sí?
Hyunjin asiente, su boca está llena de comida.
—¿Dónde está Félix? Quiero que vea a mi nuevo perrito.
—Bueno... él se fue de paseo con su otro papá, si, eso —contesta repentinamente, Christopher.
Jeongin lo mira con cara de: ¿en serio, no tenías nada mejor?, niega y toma aire.
—Claro, cariño. Está con su otro papi, pero ya pronto volverá, ¿sí? Y podrás jugar con él y el cachorro.
—Okey. ¿Creen que él quiera ser el otro papi de mi perrito? Yo soy el papá número uno, él podría ser el dos.
Christopher se atraganta con el huevo, siente que se le pega a la garganta, cuando ya no está tosiendo, ríe abiertamente, palmeando la espalda de su hijo.
—Eres muy chistoso Hyunjin —se limpia la lágrima imaginaria. Su hijo le mira serio—. Pero claro, Félix estará encantado con ayudarte en la crianza del cachorro.
Terminan de comer y ponen los platos sucios en el fregadero. Lavan sus dientes y están listos para salir.
—¿Dónde se quedará mi perrito? —Hyunjin abraza al can, se pega a su dueño y llora un poco.
—Lo dejaremos con Carla. Vendremos pronto.
—¡Yo no me quiero ir, pero nos separan! —dramatiza—. ¡Volveré por ti Félix-Pollito-número dos!
—No seas exagerado, hijo. Además, no puedes ponerle el nombre de Félix al perro. Es un poco grosero.
—Me recuerda a él. Es chiquito y bonito. Tiene ojos azules como Félix, ¿puede volver ya? —abraza las piernas de su padre, con un puchero en los labios.
—Pronto, Jin. Sólo tenemos que esperar —Jeongin acaricia la cabeza del pequeño rizado.
Usan ropa cómoda y fresca para el día, pronto será primavera y por eso hay un poco de calor. Los rayos del sol comienzan a quemar un poco más en esta época, también transmitiendo más luz que siempre. Es agradable sentir esa ligera quemazón sobre la piel después de sentir el frío colándose por sus huesos.
Llegan al hospital y esperan un poco, Hyunjin parece inquieto y dice que es por su nuevo hermanito, quiere conocerlo y espera hacerlo pronto. Christopher le promete que tal vez más tarde lo llevará a ver cómo anda todo por ahí.
El doctor fue bastante amable, mucho para el gusto de Christopher. Tomó la medida de la cintura de Jeongin por detrás de su espalda, el rizado gruñó audiblemente. Pesó al castaño y tomó su altura. 1,70. Christopher ríe y ama ese metro setenta centímetros. Le recetó una dieta rica en proteínas, vitaminas e incluso grasas. Necesitaba subir de peso. Su masa corporal no es normal para alguien de 24 años.
Pasan al supermercado para comprar todo lo necesario que les serviría en la semana para preparar los alimentos de Jeongin, agregando a la lista unos cuantos botes de helados, pedidos por Hyunjin. Cuando vuelve al auto de Christopher, Jeongin y Hyunjin ríen porque el mayor de golpeó la cabeza con la puerta de la cajuela.
—¡Cuando ustedes se lastimen me reiré en sus caras terriblemente y disfrutaré su dolor! —se queja el más alto, sobando la parte trasera de su cabeza. Se sienta en la cajuela abierta.
Jeongin rueda los ojos, se acerca a Christopher y besa donde se golpeó.
—¿Mejor? —pregunta Jeongin. Christopher niega divertido.
Besa los labios del otro y ríen un poco.
—¡Ew! —Hyunjin saca la lengua.
Antes de que rieran, el teléfono de Jeongin suena. El identificador de llamadas dice Matt B. Sus nervios se activan, pero no contesta. Luego piensa que puede ser importante, por lo de Félix y esas cosas.
—¿Sí? —contesta la llamada, nervioso.
—Te quiero en tu casa en 20. Tenemos que hablar. Sólo tú.
Matt cuelga, dejando a un Jeongin muy confundido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top