XI. Dolph Loves Nikki.

— ¿Quién demonios se cree qué es para tratarte así?

Nicole levantó los hombros, sin saber que responder ante el comentario enojado de su falso novio. El irlandés estaba a punto de explotar de ira, no sabía si por Brianna y su poco disimulada homofobia o por el hecho de que Nicole apenas había dejado de llorar, había caído en una especie de coma donde no decía o hacía nada, y eso estaba desesperando a Finn como ella no tenía una idea.

—Nicole... no te pongas así. —murmuró él— Todo va a mejorar pronto.

—Estoy harta de todo esto. —dijo ella— Estoy harta de fingir ser algo que no soy —Ella miró al castaño, con una mueca herida—, estoy harta de esta farsa, del que dirán, de todo esto. —Nicole dejó caer su espalda contra el colchón del sofá, tratando de relajarse ante la ansiedas que sentía— Yo solo quiero dormir.

Finn le miró con pena. Acto seguido tomó la mano de la castaña, así, brindándole apoyo. Nicole miró brevemente a su amigo. Ella le devolvió la sonrisa, agradeciéndole por todo lo que había hecho por ella.

—Ven. —Se levantó el castaño del asiento, llamando la atención de su desabrida amiga— Iremos a tomar y comer algo, ¿de acuerdo? Te haré sentir mejor.

—No es necesario, mariquita. —Sonrió ella, tratando de recobrar esas energías positivas que siempre llevaba encima— Te aseguro que si me quedó viendo televisión y comiendo aquí, todo va a mejorar.

—No, Nikki. Claro que no. Hazme el favor y levanta ese bronceado y bonito culo tuyo y camina. —Finn tomó sus llaves,las cuales se encontraban en la mesa de la cocina de su pequeño apartamento— Iremos a divertirnos un rato.

***

—Así que... ¿estás enferma?

Finn contuvo una risita mientras oía a Nicole fingir una tos bastante gruesa por algunos momentos, antes de retomar el habla con su jefe por celular.

—Sí, señor Levesque. —Murmuró la castaña, tratando de sonar lo más enfermiza posible— Estoy yendo con mi hermana el médico, me siento muy mal. He vomitado más de tres veces esta mañana y estoy que muero de fiebre. Lo lamento tanto.

Nicole oyó como su jefe suspiraba.

—Está bien, señorita Colace. Espero que se mejore pronto.

—Gracias. Adiós, señor Levesque.

La mujer cortó la llamada, para después introducir su teléfono en su cartera. Finn le regaló una sonrisa al mismo tiempo que le daba el algodón de azúcar color rosa que llevaba tiempo sosteniendo para ella.

Estaban caminando por las bahías de Carolina del Norte, donde muchos puestos de ropa, comida y otras cosas se colocaban para venderle a la gente. El irlandés había firmado que era uno de sus lugares favoritos y que debían visitarlo.

Nicole se sentía mejor, mucho mejor de lo que se sentía desde hace varios minutos atrás. Al menos su hermana ya había salido de sus pensamientos y todo parecía estar más tranquilo dentro de ella.

Miró al irlandés a su lado apenas empezó a oír como él le comentaba algo. Nicole simplemente oía atentamente a su amigo, con una minúscula sonrisa en los labios. Fin era muy buen amigo. El hombre que lo tuviera, tendría mucha suerte.

—Tengo hambre. —comentó el castaño— ¿Qué tal si vamos al bar de Paige?

Ante la mención del nombre de la pelinegra, Nicole detuvo el paso, mirando a Finn como si estuviera completamente loco. La verdad era que la castaña no había querido hablar directamente de Paige, porqué eso le recordaba a ese beso que la inglesa le había dado y todo se volvía un desastre de emociones dentro de ella.

La noche anterior ni siquiera había podido cerrar los ojos por todos los recuerdos que venían a ella. Todo era muy extraño e incómodo como nadie tenía una idea.

—No, Bálor. —suplicó ella— En serio no quiero cruzar camino con ella después del beso de la otra vez.

Por un momento, vio como una sonrisita se posó fugazmente en el rostro del castaño.

—Sabía que ella te gustaba. —Declaró el castaño. Ante tal acusación, las mejillas de Nicole se tiñeron de rosa y no tardó en defenderse.

— ¡Claro qué no! —Exclamó ella— Es solo que es incómodo. Se supone que ella es heterosexual y todo fue muy raro el otro día.

—Nicole, ella solo estaba espantando a Seth. —dijo él— Ella no lo hizo con intenciones de confundirte, estoy seguro. —Una sonrisa perversa se dibujó en el rostro del irlandés, sonrisa que hizo a la mujer sentirse brevemente confundida— Y si lo hizo con tales intenciones, tal vez deberías disfrutarlo.

— ¿A qué demonios te refieres con eso, Bálor? —Preguntó ella, arqueando su delgada ceja.

—Tienes la oportunidad de divertirte en caso de que mis pensamientos sean correctos. —dijo él— Y de ser así, deberías disfrutarlo.

—Yo no soy así, Finn.

— ¿Y qué? Solo es diversión en todo caso, ¿no? Nada de corazones rotos, de personas a quien mirar con pena al final del día, nada de nada. —murmuró— Suena divertido.

—Pero también suena muy triste y vacío.

—Así es la vida, Nicole; triste y vacía.

La castaña miró por un momento a su amigo. Era la primera vez que tenía un momento de este estilo con su amigo, la verdad era que no conocía este lado de la actitud de Finn. Pero, no era sorpresa. Los dos tenían la misma herida profunda e insoportable que la sociedad había creado en ellos, los dos sabían que era no poder ser ellos mismos.

Nicole conocía el dolor de Finn. Pero no compartiría nunca la manera en la que este quería deshacerse de él. Ella no era así.

Una sonrisa reconfortante se dibujó en el rostro de la castaña, la cual se acercó a su amigo. Los labios resecos de Nicole se posaron sobre la mejilla del irlandés, al mismo tiempo que tomaba su mano con fuerza.

—Vamos a comer algo. —musitó ella, sonriendo amablemente.

Finn le devolvió brevemente la sonrisa, para después besar la frente de su falsa novia y andar con dirección al bar que posiblemente, estaba abierto a estas horas.

***

Era medio día cuando llegaron al lugar donde la inglesa trabajaba. Todavía no era horario para beber, pero sí para comer comida chatarra. Nicole sostenía la mano de Finn y él era el que la guiaba por el lugar mientras ella se escondía detrás de él.

Si decía que no estaba nerviosa, estaría mintiendo. Estaba a nada de salir corriendo como una loca. Pero debía mantenerse como si nada.

— ¡Hey, Charlie!

Nicole miró por encima del hombro del irlandés cuando oyó el grueso tono inglés en la voz de la mujer tez pálida. La castaña miró a Paige, la cual sonreía hacia Finn. El cabello de Paige estaba sujeto en una coleta alta, su rostro estaba tan pálido como siempre, pero había un casi invisible color rosáceo en sus pómulos. Y esa sonrisa, esa sonrisa que hizo que el corazón de Nikki temblara brevemente en su pecho por lo hermosa que era.

—Hola, Paige. —saludó Finn, con su típico tono encantador.

La pálida fémina la miró a ella entonces. La sonrisa de Paige, creció de alguna manera y sus pómulos se tiñeron un poco más.

—Hola, rompecorazones. —saludó ella.

Nicole le sonrió de vuelta, algo tímida. Como una presa inocente ante un peligroso cazador.

—Hola, Paige. —saludó la castaña.

La pareja de castaños se sentó en una de las mesas. Finn se veía levemente impaciente porqué la comida llegará mientras Nicole mantenía la mirada gacha. Siempre que la levantaba, pillaba a Paige mirándola y si no, ella era la que miraba a la inglesa. Todo era muy incómodo y tenso entre ellas.

— ¿Por qué no te levantas y hablas con ella, Nicole? —Murmuró Finn— Yo cuidaré tu orden, lo prometo.

Nicole miró a su amigo por varios segundos, hasta decidirse por sonreírle al castaño tímidamente y levantarse del asiento, con dirección hacia la pelinegra. Estaba nerviosa, como si fuera a morir en cualquier momento, pero estaba decidida a hablar con la pelinegra.

Paige alzó la mirada, y sonrió, esperando que se acercara. Cuando casi se acercaba a la mujer de cabello azabache, un rubio de cabello rizado se posó en su camino. Nicole le miró confundida, mientras Paige estiraba su cuello y le veía por encima del hombro del rubio.

—No entiendo como una mujer tan bonita como tú, está tan solita por aquí. —comentó él.

Ella apreto sus cejas entre sí, mirándole con sorpresa ante el presuntuoso comentario.

—No estoy sola —dijo ella, empezando a señalar a la mesa donde Finn se encontraba—, estoy con mi novio. —La castaña trató de empujar al rubio para así poder caminar hacia la pelinegra— Ahora, déjame en paz.

—Mi nombre es Dolph, preciosa. —dijo él— Y soy tu futuro hombre. Deja a ese idiota y vente conmigo.

Antes de que la castaña pudiera decir algo, vio como un líquido de color rosa caía sobre el rubio. Posiblemente, era merengada. Nicole aguanto una risita, mientras el pobre hombre estaba enrojeciendo de la ira.

—Deja a la señorita en paz, que tiene novio, gilipollas. —se quejo la inglesa, colocándose al lado de la castaña.

El rubio pareció gruñir algo para después irse de la escena, dejando las dos féminas solas.

—Que hombre tan pesado. —se rió Nicole.

—Joder, sí. —gruño ella— Aunque de seguro ya estás acostumbrada a los hombres así.

—Sí, y no debería de ser así. —Nicole soltó una carcajada, y cuando se calmo, echó su cabeza hacia adelante. A consecuencia del acto, un mechón de la mujer salió de su agarre y cayó su rostro. Paige levanto la mano y tomo el mechón castaño entre sus manos, echándolo detrás de la oreja de la fémina. Un caricia sobre su mejilla fue suficiente como para Nicole sintiera su cuerpo desfallecer y sus mejillas teñirse de rosa. Paige y ella mantuvieron la mirada por varios momentos; la inglesa se veía tan nerviosa como ella. Nicole tomó fuerza y volvió a hablar— Paige... ¿podemos hablar?

La inglesa tragó saliva. Ella sonrió, tratando de calmar sus nervios.

—Lo haremos después de que termine mi turno, ¿si, preciosa? —Paige tomó las mejillas de Nicole entre sus manoa, acercó su rostro a sus labios y besó la frente de la castaña.

—De acuerdo.

Paige sonrió antes de marcharse a seguir con su trabajo.

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