# extra two
—¿Kookie? —la voz ahogada del menor preocupó al instante a su novio, quien dejó de acariciar al pequeño cachorro para prácticamente correr hacia la habitación de Jimin, y encontrarse con este bajo sus sábanas.
—¿Bebé? —llamó—. ¿Estás llorando, amor? —preocupado se acercó a Jimin sentándose en el borde de la cama.
El llanto de Jimin cesó un poco. Sorbió por su nariz y Jungkook observó cómo su cabellera castaña salía de entre las sábanas, asomando sus ojitos hinchados a causa del llanto y con ello su rostro. Sus labios tenían un adorable puchero y su nariz estaba un tanto rojita.
—Hyung... —un llamado lastimero y pronto un cuerpo se encontraba arriba suyo. Su llanto nuevamente se hizo notorio y sus brazos apresaron por completo al contrario.
—¿Qué pasa, cariño? —preguntó el mayor esta vez más suave, acariciando las hebras castañas de Jimin mientras sobaba su espalda con parsimonia, tratando de disipar el llanto.
Jimin se alejó de Jungkook, acomodándose mejor en su lugar y sorbiendo su nariz una vez más antes de hablar, mirando directamente a su hyung.
—¿S-Se acuerda de la niña que se nos acercó la otra vez en el parque, y q-quería invitarle a salir? —suspiró, los espasmos no dejaban que hablase muy bien. Jungkook asintió, recordando a la muchacha—. Hizo un grupo y me añadió, solo para decirme cosas muy feas junto con otras personas —contó, sus lágrimas descendiendo por sus mejillas y un puchero asomándose nuevamente de entre sus labios.
Jungkook frunció el ceño, la rabia haciéndose presente al instante en su interior. ¿Que ella había hecho qué?
—¿Qué es lo que te dijeron, amor? —cuestionó, acariciando con suavidad la mejilla de Jimin. Sus ojos empezaron a acuarse ante la imagen de su novio sintiéndose mal al leer aquellas cosas que la chica insoportable seguramente le había puesto junto con las perritas falderas que le seguían.
—Que no merecía estar con un chico como tú —confesó, secando sus lágrimas con sus manitas hechas puños—. Que Jungkookie era muy bonito para estar con un chico gordo como yo —puchereó, levantando su camisa dos talles más grandes que él para dejar a la vista su adorable y pequeñita pancita, apretujando entre sus manos de una forma tierna la misma. Más lágrimas cayeron de sus orbes, sin querer cesar.
Jungkook apretó la mandíbula, queriendo ir a buscar a la chica que le había hecho creer todo aquello a su pequeño para hacerle pagar por cada palabra hiriente dirigida a su bebé. Es que, ¿alguien podría siquiera querer hacerle daño a Jimin? Ni el peor enemigo. El castañito era un rayito de sol que no merecía el maltrato de nadie.
—Bebé, sabes que eso no es cierto —negó, acercándose más al cuerpo del menor, ambos quedando en medio de la cama. Le abrazó como si su vida dependiera de ello, deseando que el dolor que Jimin sentía se esfumara rápidamente—. Tú eres lo único que quiero en mi vida —un beso en el hombro fue dejado por Jungkook, alzando su cuerpecito hasta tenerlo a horcajadas en su regazo—. Eres perfecto y especial, no estás gordo, y si lo estuvieses igualmente me volverías loco por el simple hecho de ser tú, mi vida.
—Y-Yo... yo t-tengo miedo —susurró, escondiendo su carita en la curvatura del cuello de Jungkook—. ¿Y si te aburres de mí? ¿Y si encuentras a alguien mejor para ti? N-No sé, Jungkookie, quizás en algún momento te canses de mí y...
—Ya está bien, detente, por favor —susurró—. ¿Sabes? Que pienses que podría encontrar a alguien mejor en un futuro, o siquiera creer que podría estar sin ti o pensar en no despertar contigo me hace sentir mal también, porque siento que no me conoces y no sabes que en realidad eres lo único que necesito y necesitaré. Estoy enamorado de ti desde que tengo, literalmente, memoria —la yema de sus dedos acariciaban la tersa piel de la cintura del menor.
Jimin asintió. —Yo sé, Kookie, pero ¿cómo puedo saber lo que sientes? No estoy dentro de tus pensamientos ni sentimientos, puedes... —otras cuentas lágrimas empezaron a resbalar sobre sus pómulos y mejillas. Escondió su carita aún más en el cuello del mayor, queriendo refugiarse—... cansarte de mí o s-simplemente encontrar a otra persona.
—No llores, bebé —pidió, dejando un casto beso en los labios de su amor cuando este se separó—. Por favor, deja de pensar en eso, ¿sí? Yo te amo más de lo que crees —dio un besito corto en el puchero que Jimin había hecho—. Siempre van a existir personas de ese tipo, inevitablemente, gente que querrá hacer lo posible para separarnos porque no aguantan el hecho de vernos juntos, siendo que somos el uno para el otro. Amándonos —sonrió, dándole un besito más cuando una pequeña sonrisa había aparecido en sus rojizos labios.
—Sí. Nos amamos, mucho —sonrió, dejándole un pequeño beso a su mayor para luego empezar a secar sus propias lágrimas, mirando a su dulce novio.
—Te amo —sinceró con voz baja, apoyando con delicadeza su frente contra la de Jimin—. No quiero que nada ni nadie te haga pensar cosas que no son. A menos que tú mismo lo creas, vienes, me lo preguntas y si hay algo de qué hablar o arreglar lo haremos juntos, ¿está bien? —sonrió—. Pero igual, no podría vivir sin ti, creo que se nota lo suficiente para que sepas que me vuelves completamente loco, mi amor.
Jimin rió, de una forma tan bonita y tierna que Jungkook se sintió en el mismo cielo. Amaba ver a su bebé feliz.
—También te amo, Jungkookie. Mucho. —cerró sus ojos por unos segundos, abrazando desde el cuello al mayor para luego abrirlos, dejando un beso en sus finos pero bonitos labios.
—Nunca nadie podría compararse a ti —Jungkook susurró en sus labios, manteniendo sus ojos cerrados—. Nunca. Porque nada podrá hacerme sentir como tú lo haces —afirmó sus palabras, abriendo sus párpados para ver los cristalizados del contrario. Unió sus labios en un nuevo beso más largo y profundo, sentimientos y corazones revoleteando alrededor de ellos.
Una pequeña burbuja donde sólo ellos dos existían se creó, buscando esconderse del mundo y permanecer con el otro. Escabullirse bajo los labios del otro, y refugiarse en sus brazos.
—Lo único que necesito es tenerte conmigo para ser feliz, lo juro —otra vez, Jungkook susurró. Quería decirle todo lo que sentía y hacerle sentir bien. Quería que Jimin dejase sus miedos de lado y que se arriesgase a todo junto a él, porque Jungkook estaba completamente dispuesto a darlo todo, sin importar nada.
—Sólo quiero... quiero estar contigo por el resto de mi vida —Jimin murmuró, dulce—. Porque si en algún momento dejo de estar contigo, automáticamente aquello dejaría de llamarse "vida", hyung. Siento que eres lo que necesito para respirar —susurró. Ahora él se estaba sincerando. El ambiente creado les daba la libertad de abrirse para el otro—. Eres el único complemento que necesito para ser feliz. No sé... no sé qué haría sin ti.
—Tampoco quiero saber qué sería de mí sin ti, pero aquello no pasará. Tú y yo estaremos juntos, a través de cada tormenta, te lo aseguro. Porque no hay nada como tú y yo, cariño —abrazó con más fuerza el pequeño cuerpo del menor, besando distintas partes de su rostro.
—Te amo. Te amo tanto —susurró. Sus labios se pegaron a los del pelinegro, buscando un mayor contacto entre ambos.
Jungkook pasó sus manos por toda la espalda del menor, acariciando todo lo que se le era permitido hasta dejarlas en su pequeña cintura, rodeándole y abrazándole desde allí con fuerza, sintiendo los suaves y húmedos labios de Jimin moverse con delicadeza sobre los suyos.
Apresó su labio inferior. Eran apenas roces delicados. Lamió un poco de ellos, delineándolo gentilmente, pidiendo entrar a su cavidad bucal. Jimin accedió, separando con timidez sus lindos labios, dándole paso a la cálida lengua de su novio.
Jungkook sonrió antes de introducirla, porque a pesar de estar por devorar la boquita de Jimin, este estaba siendo muy tierno y tímido respecto a lo que estaba pasando. Nunca perdía su toque y le encantaba.
Paseó su lengua por todas partes, hasta enredarla con la contraria, sintiendo cosquillas burbujear en su interior. Sintió las manitos del menor posarse en cada mejilla, acercándose más a su cuerpo, inclinando su cabeza hacia un lado para profundizar el beso un poco más.
Jungkook acomodó mejor sus piernas, para poco después tirar con delicadeza a Jimin de la espalda, la cual tocó el colchón. El menor se separó, su carita sonrojada y sus labios hinchados mostraban el acto reciente que habían tenido. Jungkook estaba fascinado.
—Bebé...
—Quiero hacerlo, Kookie —se apresuró a decir, acomodándose mejor bajo el cuerpo del pelinegro, ubicando sus manos nuevamente en las mejillas del mayor, viéndole con una sinceridad emocionante. Sus ojitos estaban brillando. Jungkook en ese momento decidió que eran las pequeñas estrellas que siempre querría ver. La única constelación que quería apreciar con su vida.
—¿Tú... e-estás seguro? —cuestionó, queriendo asegurarse.
Los padres del menor no estaban en la casa, y Jimin no quería perder aquella oportunidad para demostrar su amor de una forma diferente a la de siempre.
—Sí —asintió, acariciando las mejillas pintadas de un suave rojo de Jungkook—. Sólo si tú quieres también —aclaró.
—Claro que quiero, mi vida. —sonrió.
Pronto se envolvieron en un nuevo beso. Ambos eran totalmente novatos en lo que estaban a punto de hacer, pero aprenderían juntos, eso estaba claro.
—Te haré sentir bien, te lo prometo. Cuidaré de ti, cariño —susurró en sus labios, acariciando con parsimonia el lado izquierdo de la cintura del menor.
—También voy a hacerlo —susurró Jimin dulcemente, tomando entre sus labios los contrarios, pasando sus manos por el cabello del mayor, desordenándolo por completo.
Jungkook quería besar todo lo que se le era permitido. Cada recóndita parte de piel de Jimin, quería besarla y conocer cada una de sus debilidades, hacerle saber cuán enamorado estaba de todo su ser.
Teniendo en cuenta eso, bajó sus besos con mucha lentitud hasta su cuello, pasando primero por la comisura de los labios, luego besando una de sus mejillas y bajar hasta su mentón, donde suavemente mordió en una ocasión, bajando con besos húmedos, precisos y lentos hasta su cuello, donde aspiró el adictivo aroma que Jimin desprendía por mera naturaleza humana de su ser. Dejó besos húmedos y picos cortos, cambiando de lugar para besar, como ya había dicho, todo lo que se le era permitido.
Con cuidado, buscó con sus manos la parte inferior de la camisa de Jimin para sacarla. Antes de hacerlo, acarició su pancita suavemente por debajo, y él siseó.
—E-Están frías —aclaró con timidez impregnada en su voz, acariciando la ancha espalda de Jungkook.
—¿Puedo? —cuestionó, refiriéndose a la camisa Jimin, quien asintió con un sonrojo en las mejillas.
Jungkook sonrió, siguiendo con sus besos mientras intentaba despojar a Jimin de su camisa, y una vez tenía entre sus dedos el dobladillo de su ropa, con una lentitud digna del pelinegro, sacó con ayuda de Jimin, el cual levantó los brazos por encima de su cabeza, la camisa blanca que portaba esa noche.
Jimin se avergonzó completamente cuando Jungkook bajó su vista a su torso, apreciándolo mientras la yema de sus dedos acariciaban cada parte de su pecho y abdomen.
Jimin levantó un poco su cabeza, buscando los labios del pelinegro, los cuales al instante obtuvo cuando Jungkook se dio cuenta de sus intenciones.
—¿Puedo? —ahora fue Jimin quien preguntó, y Jungkook asintió enternecido, volviendo a juntar sus labios.
Siguiendo los pasos, buscó con sus manos el primer botón de la camisa bordó de su novio, desabotonándolos con lentitud y movimientos torpes.
Una vez consiguió lo que quería, bajó su vista al torso de Jungkook, casi quedándose sin aire cuando vio lo que parecían ser abdominales.
¿Un eight-pack, quizás?
La tentación fue más grande que su timidez, pasando sus manos por el tonificado pecho de Jungkook para luego bajarlas con delicadeza hasta sus abdominales, tocandolos, haciendo sonreír al azabache.
—¿Cuándo conseguiste estas que yo no sabía, Kookie hyung? —Jimin cuestionó con un puchero, tocando cada uno de los cuadraditos duros que se ubicaban en el abdomen del mayor.
—Voy al gimnasio de vez en cuando, ¿te gustan?
Jimin asintió, relamiendo sus labios y lo próximo que hizo —para sorpresa del mayor—, fue rodar sobre Jungkook para tenerlo debajo de él, con el fin de comenzar a tocar sus abdominales de mejor manera, apreciándolos bajo la yema de sus dedos.
Bien, Jungkook se estaba poniendo duro con tan solo aquel simple acto.
Enderezándose, ubicó sus piernas a cada lado del regazo de Jungkook, para luego sentarse allí. Observó con atención los oscuros orbes del otro, llevando sus manos nuevamente al eight-pack, sintiendo el tensar del cuerpo contrario ante su tan delicado toque.
—Mhm... —siseó Jungkook ante la sensación. Sus manos igual estaban levemente frías.
Jimin trazó patrones invisibles en su lívida piel, tal vez algo hipnotizado ante los cuadritos que Jungkook portaba en su abdomen.
El pelinegro no pudo evitar sonreír a labios sellados ante la imagen frente a él. Le parecía demasiado adorable su reacción.
Segundos después, terminando de apreciar los abdominales de su novio, le miró a los ojos. Jungkook pretendió adivinar lo que pasaba por su mente en aquel momento, pero fue imposible. Sus iris estaban conectados, con amor derrochante rebosando significativamente, pero sin dar señales de lo que Jimin pensaba hacer.
Así que, fue una grata sorpresa cuando el castañito se deslizó hacia atrás e inclinó su cuerpo hacia adelante, comenzando a repartir suaves y lindos besos por su abdomen.
Jungkook sintió su excitación crecer cuando Jimin le miró sobre sus largas pestañas, aún besando dulcemente su dermis.
Moría por que Jimin besara otra parte de aquella manera.
Jimin sonrió contra la pálida piel de su amado, repartiendo besos pequeños mientras subía por su pecho, por sus clavículas, su cuello y su mentón, en algún corto momento llegando a sus finos y bonitos labios. Jungkook acunó el rostro del castaño, besándole con ternura boyante.
—Kookie, yo... no sé qué hacer —comentó apenado, sepárandose de Jeon, dejando su frente apoyada a la contraria—. Lo siento...
Jungkook frunció el ceño.
—No te disculpes, bobito. Aprenderemos juntos —susurró en sus labios, sonriendo y volviendo a juntar sus bocas, dando vuelta sus cuerpos, ahora Jimin quedando acostado en el colchón de la cama.
—Hyung, ¿tú... tú ya-
—No, claro que no —le interrumpió, acariciando el costado del torso de su novio con adoración—. Tú eres el primero y serás el único, bebé.
—Tú también —sonrió, acomodándose bajo el cuerpo de Jungkook, procediendo a bajar sus manos por el cuerpo del azabache hasta sus jeans ajustados—. ¿Puedo?
—Puedes hacer lo que quieras conmigo. —besó una de sus mejillas sonrosadas, sintiendo el estirar de sus cachetes ante la sonrisa que se le escapó al menor.
—Tú también puedes hacer lo que quieras —susurró, buscando entre sus dedos los botones del pantalón y el cierre.
Una vez hecho, su sonrojo se hizo más notable al escuchar un jadeo de su novio. Había rozado sus nudillos con el miembro de este.
—Puedes hacer lo que quieras —repitió—. No tengas vergüenza. —se apoyó de mejor manera en sus manos a los costados de la cabeza de Jimin.
Jimin, con movimientos torpes, se deshizo del jean de Jungkook con ayuda de este para empujarlo fuera de sus piernas. El menor se sonrojó; el azabache estaba únicamente con unos bóxers color negro y un bulto sobresaliendo de aquella fina tela.
Jungkook abrió la boca para decir algo, mas de allí solamente salió un jadeo entrecortado al sentir la mano de su novio apoyarse ahí, acariciando toda la extensión de arriba abajo tímidamente.
Un suspiro escapó de sus labios, apoyando su frente en el hombro del menor.
Un apretón más fue dado, para que Jungkook decidiera empezar a despojar los pantalones de Jimin.
Dejó un caso beso en los labios contrarios antes de sacar completamente su pantalón. Jimin se sonrojó de un intenso rojo carmesí, ya que su erección podía notarse bajo sus calzoncillos.
Jungkook sonrió, rozando sus narices en un beso esquimal para luego bajar una de sus manos por el cuerpo del menor, empezando por su pecho hasta llegar a su pelvis, acariciando allí antes de bajar y escuchar el suave y tímido jadeo que escapó de los labios de Jimin cuando tocó su bulto.
—K-Kookie... —lloriqueó cuando Jungkook empezó a masturbarle por encima de la prenda.
Los lindos, tiernos y a la vez calientes gemidos salían de la boca del menor inevitablemente. Jungkook estaba realmente encantado.
Su mano se aventuró un poco más, decidiendo a adentrarse a los bóxers de su novio.
—Ah... —gimió el menor cuando sintió el contacto de la mano de Jungkook, quien empezó a acariciar su extención de arriba abajo—. U-Uh... mhm...
Jungkook besó sus labios, quitando con velocidad los calzoncillos contrarios. Jimin se avergonzó, ya que estaba completamente desnudo. Jungkook miró hacia abajo, enfocando su vista, viendo al menor sin ningún tipo de obstáculo que obstruyera la perfecta vista de Jimin sin prendas.
Remojó sus labios, aumentando la velocidad en sus movimientos.
Jimin gimió más fuerte y su orgasmo se acercó, pero cuando Jungkook se dio cuenta de ello, se detuvo. Jimin abrió los ojos que por el momento tenía cerrados, ladeando la cabeza.
Lo próximo que el menor vio, fue a Jungkook despojarse de su propio bóxer para proceder a masturbarse un poco.
—Te prepararé, ¿sí, amor? —cuestionó con dulzura.
Jimin asintió con lentitud.
Dos dedos fueron chupados, y pronto un dígito comenzó a acariciar las extremidades exteriores del interior de Jimin, sin ingresarlos.
—Espera —pidió el menor. Sentía que le iba a doler como el infierno una vez iniciara.
—Está bien, bebé. No haré nada que te haga daño, ¿sí? —alejó aquel falange de allí—. Pero si no hago esto será muy difícil que entre en ti, y también te dolerá aún más —susurró, besando castamente sus labios mientras, nuevamente, acercaba aquél dedo y rodeaba el exterior del anillo de músculos, escuchando los jadeos del menor.
Jimin asintió, cerrando sus ojos y dejando salir unos poco jadeos más.
—E-Está bien, Jungkookie —accedió.
—¿Tienes lubricante, amor? —cuestionó Jungkook unos segundos después, observando como la respiración de su novio se hacía más pesada ante las caricias que estaba recibiendo.
—Mhm —pensó un momento—, no lo creo...
Jungkook mordió su labio inferior. Sin lubricante sería mucho más difícil.
Ambos quedaron en silencio un segundo, pensando en qué hacer.
—Ya sé —sin embargo Jimin susurró, para luego empujarlo despacio, levantándose—. No mires, Kookie —le regañó infantilmente cuando sintió la mirada de Jungkook, tapando su traserito mientras salía de la habitación.
Sus padres le habían dicho que había condones y lubricante en alguna parte de la habitación por si en algún momento necesitaba, pues ellos creían que Jimin debía estar siempre preparado por si había alguna ocasión en la que las necesitase.
Con pasos rápidos se adentró a la habitación de sus padres, buscando aquel cajón que le había dicho.
¡Bingo! festejó en su mente cuando encontró un paquete de condones y lubricante en dicho cajón.
Con velocidad y las mejillas sonrojadas comenzó a regresar, ya que estaba feliz de poder haber encontrado lubricante y condones para hacer cositas con su novio. Llegó a la habitación y vio la perfecta imagen de Jungkook acostado en su cama, apoyando su cabeza en sus antebrazos cruzados tras su nuca con una sonrisa satisfactoria mientras lo veía entrar, observándole de pies a cabeza. Jimin agachó la mirada, acercándose con lentitud a la cama, su rostro estaba cual tomate por la vergüenza.
—Eres sinónimo de perfección, Park —escuchó el murmuro salir de los labios contrarios. Pronto sintió un brazos agarrando su manito para jalar de él, quedando encima de su novio.
—T-Tú lo eres, Jeon —susurró con pena, sonriéndole aún así.
Su cuerpo volvió a tocar el suave colchón de su propia cama, viendo al mayor agarrar el sobrecito del lubricante.
—¿Dónde estaban? —preguntó divertido, intentando abrir el sobre.
—En la pieza de mis padres... —murmuró con una pequeña sonrisa—. Ellos dejaron eso ahí por si alguna vez lo necesitaba.
—Eso es genial, bebé. Que bueno que sean conscientes de que en algún momento necesitarás uno.
Jimin asintió, sin prestar mucha atención a sus palabras ante el miedo creciente que sentía, observando cómo su novio abría el sobre y vertía un poco en dos de sus dedos. Dejó de lado el mismo, acercando sus falanges a la entrada del castañito luego de separar un poco sus piernas y posicionarse entre ellas.
—Dolerá un poco, amor. Si quieres que me detenga, solo dilo, ¿sí? No quiero hacerte daño.
El menor asintió sin recitar palabra alguna, así que Jungkook comenzó a tantear la zona con sus dedos envueltos en lubricante. Besó su pancita tiernamente antes de comenzar a introducir uno, a lo que Jimin lanzó un pequeño grito. Jungkook acarició con la mano libre su muslo, intentando reconfortarle mientras se incorporaba.
—Arde, Jungkook... —lloriqueó.
Jungkook subió su cuerpo hasta llegar a sus labios, besándolos.
—Será un ratito, bebé. Ya pasará, ¿está bien?
Jimin asintió, sintiendo su estrecho ano empezar a extenderse por los movimientos de Jungkook.
Unos cuantos minutos después, con dos dedos dentro, empezó a escuchar dulces gemidos salir de la boca de su novio.
—¿Se siente mejor? —cuestionó con dulzura, acariciando el abdomen contrario.
—M-Mejor —asintió su novio, moviéndose levemente para que aquel dedo llegue un poco más allá—. O-oh... se siente b-bien.
Jungkook asintió, empezando a hacer sus movimientos más rápidos, escuchando los gemidos de Jimin llenar la habitación.
Un glorioso y extenso gemido salió de la boca del menor, quien juntó las piernas por pura inercia cuando sintió el orgasmo cerca. Jungkook las separó nuevamente, siguiendo con sus movimientos más veloces hasta sentir que era suficiente. El quejido de Jimin cuando retiró sus dedos de él le pareció adorable.
—J-Jungkookie, es... es la segunda vez que no me dejas terminar —se quejó con la respiración algo alterada ante lo que recientemente había pasado, sin embargo con el ceño fruncido.
Jungkook no pudo evitar reír, acariciando una de sus mejillas con adoración.
—Lo lamento, mi vida. Quiero hacer que acabes de otra manera —murmuró lo último, abriendo con cuidado y suavidad el sobrecito del condón.
—¿Será mejor, Kookie? —cuestionó. Gracias al calor del momento no tenía mucha vergüenza de preguntar ciertas cosas, pero seguía siendo Jimin, así que un sonrojo se extendió por sus mejillas al notarlo.
—Yo creo que sí, pequeño —asintió el mayor, convencido tras pensarlo mejor.
Jimin asintió, creyendo en las palabras de su novio y viendo divertido cómo intentaba colocarse el condón sin éxito alguno.
—Déjame intentarlo, Jungkookie —pidió, agarrando las manitos de su novio quien sonrió con las mejillas enrojecidas, entregándole el elemento.
La genital de Jeon estaba sensible al contacto por la excitación, por lo que apenas sintió el roce, gimió. Jimin con paciencia y un poco de torpeza logró ponerle el condón.
—Gracias —agradeció con pena, besando sus labios mientras lo recostaba nuevamente, recorriendo el cuerpo contrario con sus manos.
Ambos compartieron un largo beso mientras Jungkook acariciaba todo lo que se le era permitido, y jadeó cuando el mayor mordió su labio inferior al finalizar, estirando la piel brevemente.
—Me vuelves loco, mi amor —susurró en sus labios, posicionando su pene entre los muslos del menor, delineando la entrada de este.
Jimin enredó sus piernas en la cadera de su novio, abrazándole desde su cuello.
—Tú también me vuelves loco de amor, Jungkookie —susurró en sus labios, cerrando y apretando sus párpados cuando sintió el ardor volver a recorrer su cuerpo cuando Jungkook empezó a ingresar con delicadeza en su interior.
Jungkook gimió, llevando su cabeza hacia atrás cerrando los ojos. Aquella sensación no se comparaba en nada cuando se masturbaba. Joder, era mil veces mejor.
—Oh, Dios... —Jimin lloriqueó, enterrando sus cortas uñas en la nuca de su novio, quien besó sus labios para distraerle por unos cuantos minutos.
Sus bocas y lenguas danzaban entre sí. Jimin gemía cada vez que el mayor se enterraba en él. Era lento pero profundo, y a ambos aquello les estaba volviendo locos.
—Te amo como no tienes idea —confesó el mayor, dando una estocada más firme, sacándole un armonioso gemido.
—Yo también te amo, amor. Mucho, en serio, m-muchísimo. ¡Ah! —gritó cuando Jungkook se enterró otra vez en él, una estocada certera.
—E-El apodo... —gimió el mayor, enterrando su rostro en el cuello de su dulce novio, besando allí con mucho amor, dando otra embestida, y otra, y otra, sacudiendo el cuerpo de Jimin, escuchando sus cadenciosos gemidos, pues estaba dando en su próstata—. Me encantas —susurró, bajando su mano hasta el miembro del menor, masturbandole con rapidez, escuchando sus gemidos y jadeos descontrolados.
Pasaron unos largos minutos amándose de aquella manera, sintiendo sus cuerpos al mismo ritmo, disfrutando de la cercanía contraria, de los gemidos, del sudor de sus anatomías, de su desnudez, de las caricias significativas, de las sonrisas boyantes envueltas en cariño, de sus corazones en la misma sintonía, del amor tan creciente que estaban experimentando y que les quedaba por experimentar.
Jungkook dio una última estocada, su esencia disparó en las paredes anales de su novio, gimiendo impetuosamente después de eso. Jimin igual llegó al clímax segundos después. Sus respiraciones eran agitadas. Sus pechos subían y bajaban. Sus rostros sonrojados y sus ojos brillosos. Jimin cerró los ojos, tratando de regular su respiración, sintiendo los besos que Jungkook había empezado a repartir por todo su rostro y cuello. Sus sonrisas eran enormes, junto con la felicidad que sentían ambos corazones.
—Te amo tanto, Jungkookie —susurró el menor, abriendo los ojos y encontrándose con los contrarios, viendo que este le observaba con una boba sonrisa en el rostro—. Me gustó mucho. Tú me gustas mucho.
Jungkook acarició su mejilla con adoración, saliendo con sumo cuidado del interior del menor para proceder a sacarse el condón, atarlo y tirarlo al tacho que se encontraba a un lado de la cama de Jimin.
—Eres lo más precioso que tengo —susurró, besando una de sus mejillas—. Y lo más precioso que tendré en toda mi vida —un casto beso fue dejado en las labios contrarios.
Jimin acunó su rostro, dejándole un besito en la frente.
—¿Nos damos una ducha, Kookie hyung? —preguntó con ternura.
Jungkook sonrió, asintiendo.
Y luego de una sesión de besos y mimos después del baño, ambos se abrazaron felizmente bajo el edredón que los arropaban, de un hermoso día junto a la persona que amaban.
Aquellas cuatro paredes habían sido testigos del terrible amor que se tenían y habían demostrado con acciones. Sus corazones latiendo al mismo ritmo, mientras deseaban cerrar sus ojitos e irse juntos al mundo de los sueños.
Pero pronto, sus sueños se vieron interrumpidos al escuchar unas patitas de cachorro corriendo fuera de la habitación.
Ambos se miraron y sonrieron, porque aquello recién era el comienzo de el largo recorrido que les esperaba de lo que sería su preciosa y hermosa historia de amor.
₍ ♡ ₎
(☕) nota: finalmente aquí culmina la historia y espero realmente les haya gustado. muchísimas gracias a todos por leer y votar ㅠㅠ. ¡espero vernos en mis otras adaptaciones! cuídense mucho y no olviden que los amo ♡.
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