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TRACY

Luego de ducharme, me seco dentro del cubículo y me envuelvo el cabello en otra toalla. Al salir distingo que hay otras chicas hablando sobre tampones, entonces recuerdo cuál es el precio a pagar cuando no vienes a ducharte temprano en una universidad donde todo es compartido. Muero de ansias por el hecho de que Theo encuentre un departamento o algún lugar donde vivamos juntos y no tengamos que depender más de que Phoebe pueda entrar a la habitación o que las demás puertas de una residencia universitaria sean en verdad unas cuasi habitaciones de motel donde se cocinan docenas de bebés al año.

El punto es que mientras me cepillo los dientes, recuerdo que una de las últimas veces que me vine a duchar y no estaba sola, en verdad, a quién me encontré en este sitio era a Stefano... Ese chico me derretía con sus tatuajes, me intimidaba de manera monumental, me daba miedo con tan sólo escucharle decir dos palabras con su voz ronca. Sólo lo besé una vez pero fue suficiente como para hacerme una idea de lo buen amante que ha de ser. El punto es que él ya no estará para llevar a cabo una vida normal, ya no seguirá con nosotros tal cual Kylie hubiese preferido.

Las imágenes luego de la matanza en Los Túneles han estado asaltando mi cabeza sin dejarme dormir durante mucho tiempo. Aún puedo escuchar la ballesta siendo disparada y el hacha del Kylie injertándose en la cabeza de Beth. Regularmente esta mujer se aparece en mis sueños para recordarme que soy una asesina, que soy igual que cada uno de ellos, que nací para ser una desgraciada y rogar el perdón de Dios ante tal acto que he cometido. Me autoricé a mí misma sobre decidir el hecho de dejar vivir o no a alguien pero me quedé sin opciones en cuanto la vida de Theo se vio amenazada. Él estuvo cerca de lo peor y lo salvé; punto que al recordarlo, contrarresta mi sensación de arrepentimiento por haber matado a nada menos que la...mismísima madre de Tachas.

Pero él no la sentía así. Sólo vivió ella unos minutos como para disfrutar de su hijo, tuvo la opción en el instante que el amor de toda su vida, Henry Landon y su hijo, Jacob, le perdonaron la vida, sin embargo ella dejó que todo se fuera al diablo al intentar retomar el arma y cerrar con lo que empezó. Aún no me puedo creer que una mujer sea tan despiadada como para abandonar a su hijo pero más que increíble resulta imperdonable que lo haya abandonado DOS veces.

Finalmente lo tuvo con ella, él pareció ser indiferente a la carga de culpa que podría haber tenido en ese momento y decidió culpar a su padre quien siempre estuvo pero no dijo una sola palabra sobre el destino de la mujer. Pero no solamente eso sino reconocer de su propia boca que en efecto fue infiel a la madre de Theo y mientras estuvo con ella seguía amando a Beth quien optó por darle la espalda y seguir en busca de lo que pretendía desde siempre, desde generaciones atrás: ser ella quien legue el primer puesto de todo el clan Bad Boys. ¿Podría considerarlo una locura viniendo semejante liderazgo de una mujer? Debo admitir que una ráfaga de un orgullo feminista sentí durante un segundo pero dio lugar sólo a odio por ella luego de las cosas que hizo sin piedad alguna.

Al llegar a mi habitación me encuentro con que Theo ya se fue. Tomo mi teléfono celular encontrándome con dos mensajes cuales abro mientras me quito la toalla y busco la ropa para ponerme. El primer mensaje, de Theo, reza que me esperará para bajar a desayunar pero si decido no hacerlo, nos veremos luego del día de clases a lo cual tengo que responder que es la opción más sensata ya que quiero llegar preparada a mi examen y estudiar en el tiempo que tenga libre durante el transcurso del día. Acordamos encontrarnos para cenar y opto por el siguiente mensaje. Es de mamá. Mejor dicho, una llamada perdida suya a la cual me pienso varias veces antes de marcar su número pero no le doy al botón verde de llamar.

Dejo el aparato sobre mi mesita de luz y me visto: con una camisa blanca de algodón mangas cortas y un largo suéter, falda y medias color claro. Mi sentido por la moda nunca fue el apropiado pero me siento más tranquila al pensar que a esta altura de mi vida hago lo que se me antoja sin intentar encajar con las expectativas de nadie, de ninguna mirada reprobatoria o aprobatoria. No más Lottie ni más insultos de mi madre. No más la versión despiadada de un Theo cruel incapaz de asimilar sus sentimientos.

Pero es cierto que a la familia no le puedes escapar con facilidad.

Una vez que he juntado todas mis cosas de estudio, sólo quito las sábanas de la cama y arrojo al suelo, a un rincón para lavar luego. Entonces en mi intento por salir mientras llamo a mi madre, me cruzo con Phoebe cuyo olor a licor casi me derriba.

—Hey—murmura—, nog teg megtas en mi... en mi...

—¿En tu camino?—intento terminar la frase en su lugar.

—Sí, gomo digas, pesha maga...

Y entra dejándose caer en la cama. Creo que morirá de una cirrosis o alguna enfermedad culpa del alcohol pero morirá como quiere morir. Aún así dudo que quiera seguir sosteniendo esa vida. Dudo mucho que le guste sostener esa cotidianeidad pero es hora de que empiece a pensar un poco en lo que convenga ser o hacer. Si me lo pide, no dudaré en ayudarle con el contacto de alguno de los centro de rehabilitación por los cuales Theo pasó el pasado.

Mientras voy camino a la cafetería para pedirme una malteada con mucha cafeína para llevar, finalmente mamá contesta luego de tres intentos. Cada uno de ellos implicó una carga de angustia que no hizo más que ir en aumento al imaginarme que ella puede haber estado mal o haberle ocurrido algo. No importa cuánto resentimiento haya entre nosotras, siempre será mi madre y aunque no la soporte, si me necesita ahora con ella, no podría dejar atrás mi costado sobreprotector de la vieja Santa Smith e ir en su ayuda...

—¿Hola?—su voz al otro lado me deja un poco más calmada—. ¿Tracy, eres tú?

Me cuesta responder. No sé qué decirle, aún recordando las cosas horribles que le dije la última vez que nos vimos. Hasta siento mis mejillas arder al igual que mis ojos de sólo ser consciente de lo mucho que ha de estar sufriendo por su enfermedad y además tener que lidiar con una hija rebeldona pero cansada de una crianza militarizada.

—Sí... Mamá—contesto por fin tratando de que la voz no se me quiebre. Me agolpo contra una de las paredes exteriores de la cafetería y le hablo procurando no pasar vergüenza frente a nadie que pase y pueda verme llorar como una niñita—. Aquí estoy, ¿Me... me habías llamado?

—Sí. Siento si has estado ocupada estudiando, no quería interrumpir tu vida académica.

—Esto... Algo así—en verdad, me duchaba luego de haber tenido un despertar de lo más sucio junto a Theo—. ¿Tú cómo has estado?

Parece que mi interés por su bienestar le asombra debido a un corto suspiro que percibo desde el otro lado.

—Bien. No he estado tan mal pero...te puedo asegurar que en mi vida he estado mucho mejor.

Ambas hacemos silencio y hago un esfuerzo descomunal por tratar de pasar el nudo en mi garganta pero no lo logro. La angustia la tengo atorada en el pecho como una tortura descomunal.

Hasta que es ella quien decide romper el silencio, dejándome atónita:

—Hija, lo siento—está llorando. Santo cielo, está llorando—. Lo siento, en verdad. Discúlpame por haber sido así contigo, yo realmente no sé por qué he estado comportándome de esa manera.

Sus palabras salen entre llantos descontrolados que me dejan sin palabras y mis lágrimas caen empapándome las mejillas al tiempo que mi corazón se despedaza por percibir su sufrimiento.

—Dije muchas cosas que nunca debí haber dicho—prosigue—, tú sólo intentabas acompañarme en este difícil momento pero tenerte conmigo me hacía sentir... no lo sé, la imperiosa necesidad de controlar lo que hacías, lo que eras. Lo que eres. A veces me cuesta caer en la cuenta de que ya te he perdido y nada cambiará eso.

—No, mamá. No. ¡No me has perdido!—exclamo pegada al auricular sin lograr contener las malditas lágrimas que no dejan de hacerme sentir la peor persona del mundo—. Yo también te dije cosas horribles de las que me arrepentiré siempre pero supongo que... que ese será siempre el enigma de una relación madre e hija. Creo que no existe persona que no haya peleado jamás con sus padres o con sus hijos. Del mismo modo que en el futuro me tocará estar en tu lugar y discutir con los míos, entonces recordaré todos tus intentos por intentar que no se me dispare el carro en cualquier dirección.

Termino con una sonrisa sonora que ella conviene y me deja sorprendida la honestidad de nuestra manera de comunicarnos. Y estamos hablando por teléfono lo cual es ya un logro grande que no se limita a un "¿necesitas dinero? Díctame las calificaciones que obtuviste este mes."

—Algún día tendrás hijos...—murmura—. Y serán esos niños que nunca podré malcriar.

—Mamá, no. No digas eso.

—Sólo trato de hacerme una idea, cielo. Es mucho más duro de lo que piensas. Siempre tuve miedo de que fueses una persona parecida a mí, con muchos errores, con muchas historias que ocultar y de las cuales arrepentirme.

—Pero mamá, tú...

—Lo sé, lo sé. Siempre me esforcé por parecer una Doña Perfecta a tus ojos pero era sólo para impresionar, cielo. En verdad muero por ver crecer a mis nietos pero no será así. Y quiero que sepas que siempre voy a estar orgullosa de ti. No importa lo que hagas, no importa... quien elijas. Te amaré siempre. Eres mi hija y eso ya te convierte en la mejor persona del mundo.

No puede estarme diciendo eso... No puede...

No lo soporto más y me dejo llorar. Corro hasta uno de los baños más próximos y me meto en un cubículo para escucharla mejor.

—¿Estás bien?—me pregunta.

—Mu—muy bien—asimilo.

—Pero... Pero ¡estás llorando!

—Tú también—declaro riendo.

—Pero de felicidad... Como tú.

Y una vez que se nos pasa la risa tonta cargada de alegría, pregunto por fin lo indecible:

—Mamá, ¿en verdad lo dices? ¿Sin importar quienquiera que yo elija?

—Sin importar—señala—. Por cierto... Tengo a alguien delante de mí que quiere recordarte algo.

En cuanto me pasa con él, ya era consciente que se trataba de Richard.

—Tú la forzaste a decir esas cosas, ¿verdad?—le pregunto divertida.

—Es posible—contesta—. Tracy, ¿recuerdas que pronto será el casamiento de tu madre?

—Por supuesto.

—Queremos que estés aquí el veintitrés de diciembre. No puedes faltarnos al evento más especial que podríamos tener.

Suelto una risotada.

—¡Por supuesto que ahí estaré!—asimilo.

—Y...Verás, yo me encargué de decirlo porque tu madre quiere que te aclare algo que ella no se anima.

—¿Sí?—pregunto muerta de miedo porque se trate de algo respecto su enfermedad.

—Tu invitación es para dos personas. Verás...

—Lottie ya no es mi...mejor amiga—asimilo con algo de pena pensando si Phoebe aceptaría acompañarme sin embriagarse a los dos minutos.

—No lo decía por ella.

Mamá le quita el teléfono y dice:

—Creo que será una buena oportunidad para hacer las pases con mi...yerno.

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#MALOS #MALOSFINAL #1deABRIL

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https://youtu.be/j1KAVSh6iUg

L.

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