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MARATÓN DÍA 1
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TRACY
Es Poder.
Es Manipulación.
Es una Sociedad Secreta.
Es lo que yo quiera cuando yo lo quiera.
Y es...salvarles la vida a ellos.
A mi novio. A mis amigos. Mi familia.
Pero, ¿realmente Beth me quiere de su lado? ¿Quizás es todo una trampa? Miro lo que yace a mi alrededor y compruebo que no. En verdad esto es algo que traía planeado desde hace tiempo.
Theo me contó que alguna vez la vio a esta mujer y simplemente es que ella nos tenía vistos a todos pero él fue el único quien la logró captar sin que se le pase desapercibida. Me pregunto de qué modo nos ha tenido observados... Los grandes líderes políticos utilizan títeres visibles para no ser blancos fáciles y mueven los hilos de las marionetas a su gusto. Ella es la cabeza detrás de todo esto quien ha decidido este tiempo qué hacer, de qué modo, y aún así, sin tener que dar la cara. Ahora, yo misma puedo ser parte de su equipo.
Para que un líder caiga y suba otro líder, se necesita que el nuevo sea mucho más feroz que el anterior.
Y yo creo que podría lograrlo si tan sólo...respondiese con una afirmación a lo que me pide.
La miro y espera con enorme expectativa una respuesta.
Así que voy donde me ha señalado y alguien destraba la puerta. Descubro así que uno de sus guardias ha venido para acompañarme hasta la sala donde están mis amigos. Percibo el aire viciado del lugar y pasar junto a Theo me parte el corazón.
"Aguarda", le pido en pensamientos mientras me sostiene la mirada con sus dolidos ojos grises, "aguarda amor". "Yo te sacaré de aquí."
—Sí—musita Beth al tenerme delante, frente a frente—. Eso es, querida. Tú eres una Bad Girl. Siempre lo fuiste. Y ahora te puedes convertir en una dirigente estando a mi altura.
Acto seguido se adelanta y queda a escasos centímetros de mí.
—Tuve que matarlos—declara—, tuve que matar a esos estúpidos que se hacían pasar por jefes ya que de mandar no sabían nada. Necesito a una persona como tú de mi lado, ¿comprendes?
Afirmo.
—Comprendo—mi voz no tiembla en absoluto.
—Sólo...—me pasa el revólver y esto pone en alerta cada uno de los que están en la cámara subterránea—, sólo necesito que me demuestres esa valentía única.
Sostengo el frío revolver en manos.
Creo saber cómo se dispara uno de estos... Stefano...
Acto seguido Beth mira a mis amigos de uno en uno pero se detiene en Carl y mi corazón se detiene durante un segundo interminable.
—No—jadeo.
—Sí, querida.
Beth se acerca y todos los guardias levantan sus armas apuntándome como si fuese a dispararle a la mujer que me promete tanto poder, tantas oportunidades. Me apuntan como si fuese tan estúpida de dejar pasar el gran momento de mi vida que jamás volverá a repetirse.
—Puedes salvarles la vida a ellos pero sería en vano—continúa y mis ojos llenos de lágrimas me recuerdan al semblante destrozado de Audrey. Entiendo por qué ella está así: han matado a Los Jefes.
Han matado a su padre.
—Me prometiste que ellos se salvarían—le digo mascullando con fuerza las palabras.
—Prometer de prometer no pero te digo ahora que sí los puedes salvar y eso lo puedo jurar. Tracy Smith, mira lo que tienes aquí, un montón de inútiles, un montón de traidores que sólo buscan hacerte daño, que no sirven a tu causa. Tú no naciste para estar con estas personas, ¡tú estás para algo mucho más grande!
Observo a Carl. A Tachas. A Derek. A Charlie. A Audrey. Y a... Theo. Para luego volver a Beth.
—Tienes que matar a uno—prosigue y empiezo a pensar cuál de todas sus vidas escogería salvar y cuál no—. Y yo sólo te estoy dando la opción de ahorrarte trabajo al ayudarte a elegir quién menos podría servir a tu causa. A nuestra causa.
—Pero yo no...
—Shhhh, Tracy. No lo pienses. No lo pongas en palabras. Sólo hazlo.
Coloca sus huesudas manos sobre las mías cuales sostienen el arma y se incorpora a mi lado apuntando directo a Carl.
Él me mira con sus ojos de perro herido, desesperado, suplicándome en pensamientos que no lo haga.
Pero es una vida.
Es una vida a cambio de la de los demás.
—P...por qué—murmuro—, por qué a él.
—¿No lo ves?—dice a mi oído—. Es el más débil, el más llorón, el más cobarde. No merece ir de nuestro lado. No merece siquiera vivir. ¿Ya te comenté qué asco me dan los indecisos, los que no tienen las pelotas suficientes como para saber de qué lado están?
Me tiembla la mandíbula y el vello de la nuca se eriza cuando acerca sus labios a mi oreja derecha tanto que la roza mientras habla:
—A la cuenta de tres. Cuenta conmigo y no lo pienses más, sólo presiona el gatillo y todo habrá sido historia pasada.
—Pero yo...
—Recuerda que tienes un montón de guardianes apuntando directo a tu cabeza.
Trago saliva.
—Que luego serán las cabezas de todos ellos—continúa y mis brazos se tensan mientras quito el seguro al arma para que salga el disparo—. Eso es...
Todos me miran atónitos.
Carl intenta gritar por debajo de la mordaza pero no lo logra.
—Uno...
Beth cuenta y mi corazón late con fuerza.
—Dos...
Es ahora o nunca. Es ahora o nunca. La oportunidad de salvar a Theo. Es su vida por la de Carl.
—Tres.
Tachas...espero que me perdonen.
—¡¡HAZLO!!
El estruendo nos ensordece mientras todo a mi alrededor se anula en no más que un montón de gritos y disparos.
Clavo mi codo en las costillas de Beth con todas mis fuerzas, corriendo la mira del revolver directo a un guardia y lo derribo de un tiro en el hombro.
Cuando caigo, le siguen el montón de disparos de los guardias que nos rodean a modo de estrella pero los mismos no hacen más que dárselos entre ellos por una milésima de segundo de diferencia entre que caemos con Beth al suelo y que ellos presionan sus gatillos.
—¡Idiota!—me grita mientras nos debatimos a muerte forcejeando con el arma. Ella me intenta sostener los brazos para quitármela pero no lo logra.
Acto seguido caigo en la cuenta de que el estruendo a nuestras espaldas ha sido otra bomba pero de no gran intensidad.
La puerta acaba de reventar.
Un montón de personas entran y luchan contra los guardias mientras Beth y yo somos un manojo de puñetazos, de rasguños, de manotazos en el suelo en la pelea de cuál de las dos se quedará con el revólver.
Acto seguido percibo el ruido de cadenas y de cerraduras que se sueltan. Alguien me empuja desde atrás separándome de Beth y el cañón de un arma se agolpa en mi sien. Ella corre contra el cristal acorralada mientras doy por seguro que moriré, sin embargo el guardia que me acaba de sujetar cae al suelo.
Miro de costado y me encuentro con que no era ninguno de los guardianes sino el doctor Jeffrey.
Pero separado de él está el... brazo cual deja caer el arma. ¡SANTÍSIMA MIERDA! ¡ALGUIEN LE HA ARRANCADO EL BRAZO!
El tipo se desgarra en alaridos de dolor mientras su extremidad cortada justo a la altura del codo me deja asombrada pero no más de lo que me gustaría y ya me preocupa que este tipo de cosas no me sensibilicen.
—Qué...de...monios...—mascullo.
Y me encuentro con el cuerpo de una chica quien cruza sus piernas alrededor de Jeffrey cual ha caído de narices.
—Kylie—murmuro.
Nunca estuve tan feliz de verla. Es más, nunca me imaginé que estaría feliz de verla.
—Prometí que te haría sufrir antes de matarte.
—¡AAHHH!—el doctor grita desgarrado de dolor mientras la rubia lo acaricia con... CON UN HACHA.
DE DÓNDE DIABLOS HA SACADO UN HACHA.
Le roza la espalda hasta llegar a la raya de su trasero y aquí es donde la clava.
—¡AAH!—da un nuevo grito ahogado perdiendo fuerzas considerablemente y la rubia ríe con gran entusiasmo. En verdad, con un entusiasmo aterrador que incluso a mí misma me deja impresionada.
Poco a poco me voy incorporando para ver mi alrededor: hay sangre por todas partes aunque todos mis amigos están siendo liberados.
Incluso distingo a Ophelia, Brandon, Mike y Zach quienes llegan detrás y comprendo qué ha sucedido. También las cruces donde tenían a mis amigos colgados están en el suelo, hechas pedazos.
Pero mi mirada se vuelve a Beth al tiempo que Henry Landon se precipita también donde ella.
Sin éxito.
Ninguno de los dos logra llegar a ella pero... ¿qué hace Henry aquí?
—¿Qué haces tú aquí?—le dice Beth a Henry, el padre de Theo sacándonos a todos la pregunta de la boca. Y me sorprende aún más que se conozcan.
Pero nos quedamos inmovilizados al caer en la cuenta que la mujer ha logrado dar con una de las ballestas en el suelo y todo por mi culpa, por dejarla ir.
—Malditos idiotas—prosigue—, no saben cuán equivocados están. ¡Ha sido la peor decisión de sus vidas haber entrado aquí!
—No podía dejar a mis hijos en tus manos. Beth—Henry se mantiene decidido—. En cuanto supe que atacarían este lugar me pidieron auxilio pero me mantuve cerca. Sólo me arrepiento de haber dormido hoy y no escuchar antes mi móvil para haberlos socorrido a tiempo.
Beth tiene la ballesta apuntándome a mí.
Caigo en la cuenta de que Brandon, Zach y Mike han entrado desde la escuela y hay un largo camino hasta aquí. Me pregunto si en caso de haber llegado antes, hubiera sido para mejor o para peor. Pero ¿Ophelia? ¿Por qué nos está ayudando? A Trevor y Rebecca los perdimos antes de venir. El primero ha de estar llorándoles a los bomberos en el estadio que lo devuelvan a su casa mientras que Rebecca seguramente busca protección en su viejo amante, Neo. Sólo me pregunto cómo reaccionará al ver que éste ahora sale con mi ex mejor amiga, Lottie, loca por encontrar aceptación en la persona que sea. A veces me sorprende lo denigrado que tiene el ego esa chica. Después de todo, es hija de una pareja que nunca la quiso y siempre hizo sentir como un montón de errores andantes.
—Yo creía que eras una persona fidedigna—Beth está apuntando en mi dirección—, pero te volviste en mi contra perra astuta. Tienes la audacia pero te falta el cerebro.
—Baja la puta ballesta.
Tachas afirma una de las metralletas en las costillas de Beth tomándola desprevenida.
—Yo no te perdonaré la vida—le dice Jacob—, que la bajes y no te lo voy a repetir.
Acto seguido cruza una mirada con Theo y luego observa la ballesta. Beth no podrá dispararme. La misma tiene puesto el seguro.
Era verdad después de todo.
Los que tienen la fuerza no tienen el cerebro.
—Tachas, ¡no!—grita Henry.
Pero ya es demasiado tarde.
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https://youtu.be/j1KAVSh6iUg
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