▲ 260 ▼ (Primera Parte)

THEO

Años atrás

Correccional de menores de Iconic Valley.

Como si el nombre de "correccional" significase que pudieran corregir una mierda.

Pero ¿qué clase de hierba fuman los políticos que le ponen nombre a sus instituciones? Quizá, la misma que venden (o mandan a vender) y estúpidos como yo compramos a otros que no les pasan su "comisión".

Me atraparon con hierba en la calle y de haber tenido dieciocho, me hubiesen enviado a una celda hasta que mi padre pague la fianza.

Convengamos que una nueva mancha a mi vida en declive no haría un cambio radical: Desde la muerte de Austin, quitaron la patria potestad de mí a mi madre pero el donador de esperma que puso la semilla para que yo nazca, tampoco hizo mucho por intentar darme una buena crianza.

Sé que no soy un chico fácil; sé que nunca lo fui y posiblemente jamás lo sea... pero si le das regalos caros a un chico complicado sólo para ganarte su cariño estás muy equivocado. Peor aún si hiciste de su infancia una verdadera y real mierda.

El patio de la "Correccional" es como un montón de cemento donde el sol calienta el suelo sin piedad y otros chicos intercambian cuchillos en las esquinas mientras policías y psicólogos deambulan como adoptantes en una perrera que eligen al animal más raro para llevarse o nos observan como ratas de laboratorio contagiadas de rabia que sirven para experimentar sus reacciones en el encierro. Si la opción acertada es la última, tengo una noticia: que no se hagan muchas ilusiones. Cuando intentas "recuperar" a un chico segregándolo un tiempo, créeme que cuando lo devuelvas a la calle, nada en él habrá cambiado. Al contrario: su mundo se convertirá en algo aún peor. Dicen que los que salen de aquí, muchas de sus familias se niegan a recibirlos nuevamente, vamos, es evidente que nadie se cree la parte de "correccional". Una vida entera no se corrige. No así.

En este sitio sólo hay unos pocos árboles que circundan las oficinas y las habitaciones donde dormimos diez pero sólo caben tres. Convengamos que la falta de vegetación no sirve de ayuda al calor abrasador de agosto pero ellos se jactan de que hay en este sitio "unos hermosos espacios verdes".

Camino mirando las caras de los tipos aquí presentes e imagino lo peligroso que sería una chica entre este montón de matones. El punto que diferencia una cárcel para menores de una de adultos es que la de los primeros se les llama "correccional" ya que simulan tener la esperanza de que pudieran recuperar a unos chicos. Lo que te hace irrecuperable es que tengas dieciocho años y ya, ¡por supuesto! Como si la edad dijese algo en absoluto.

Entonces, veo a lo lejos que un grupo de matones se acerca a un chico delgaducho que tendrá quince, más o menos mi edad, quien parece estar cortando con sus manos trozos de cuero.

Los matones miden por lo menos medio metro más que él y lo empiezan a provocar. ¿Qué les pasa? ¿No pueden simplemente dejarlo en paz? Es uno de los pocos acá que no se meten con nadie y la vida en este sitio es tan aburrida que quizá hacer algo por esa mosca muerta me haga sentir un poco heroico y un poco divertido.

Como para matar el tiempo.

Así que camino en dirección a ellos. Lo extraño es que mientras me muevo, a mitad del patio de concreto percibo el peso de una mirada desde alguno de mis costados.

Y no me equivoco.

Quizá sea porque me he acostumbrado a andar toda la vida escapando de un lugar a otro para poder conseguir un poco de hierba, alcohol o lo que sirva para matarme un poco más pero lo cierto es que la práctica me ha enseñado que cuando alguien te mira, lo sientes aunque no sepas de dónde proviene esa presencia acusadora.

Me detengo a mitad del patio y encuentro a mi derecha, bajo uno de los árboles, a una mujer que tiene sus ojos clavados en mí.

¿Qué diablos le ocurre? Está vestida de negro con un atuendo mangas largas y el cuello cubierto por tela. Hay gente que frente a estos calores infernales prefiere vestirse lo más que puede con tal de no quemarse o que el sol pueda hacerle mal pero válgame tres carajos la quemazón, yo no me partiría de calor usando mangas largas o cuello de encaje.

Menos aún un rodete tan feo como ese. ¿Sabe que ese tipo de peinados se dejaron de usar al menos un siglo atrás? Y no es que la moda me interese, para nada, sino que esa tipa se parece a las que yacen en los libros de Historia mirando al horizonte como si fueran las grandes salvadoras del mundo cuando no son más que tipas que se les hace agua la boca con tal de asirse con un poquito de dinero.

Pienso que quizá es una de las directoras o esposa del rector en este sitio. Quienquiera que fuese ya me cae mal por sus estúpidos aires de grandiosidad, con los que me mira a mí y al chico que yace bajo los empujones del grupo de matones.

Demonios, por un momento había olvidado dónde iba.

Sigo mi camino ignorando a la tipeja hasta llegar al grupete de idiotas.

-Hey, hey, ya pueden dejar de molestar al chico-digo metiéndome entre ellos y el delgaducho que está sentado en el suelo. Seguramente lo sentaron de un empujón.

-¿Perdona?

Uno de los matones me enfrenta. Tiene casi la misma altura que yo pero es un poco más regordete y tiene la cara atravesada por aros y cicatrices. ¿Acaso esta gente no sabe lo horrible que les queda tener la cara atravesada por esos trozos de metal? A algunos les queda bien pero a muchos otros no. Me gusta sobre todo cuando las chicas tienen piercings lindos en el labio, los pezones o la nariz, no cuando este puerco que tengo delante se atraviesa la ceja, la boca, la lengua, el rostro y las orejas por alambres baratos que ha de haber sacado a algún desgraciado en este centro de detención.

-Que no molestes al chico-sentencio sacando pecho y sin achicarme frente al puerco.

Este se vuelve a sus amigos dando risotadas.

-¡¿Escucharon?! ¡Este se piensa que no podemos hacer lo que queramos aquí!-luego se vuelve a mí cara-. Somos los malditos dueños de este lugar, tú no nos puedes decir lo que podemos hacer

-¿Los dueños?-lo miro de arriba abajo. Va vestido con el uniforme de la institución: un horrible pijama color verde vómito al igual que el de todos nosotros-. Yo diría que eres otro malnacido más de los que caímos en esta mierda.

Sus amigos dan risotadas y el chanchito me empuja con su pecho pero no me muevo de mi lugar lo cual sólo le hace rebotar.

-¡¿Te crees que puedes decirme lo que mis amigos o yo podemos hacer?! ¡Yo que tú sería más inteligente y...!

-¿Inteligente?-lo provoca el chico al que estaban matoneando-. Si lo fueras, buscarías un modo de poder salir de acá y no regresar nunca.

Su tono cargado de sarcasmo envuelve una verdad que a todos nos llega y no hace más que hacerme reír.

Entonces un amigo del puerco se adelanta hasta quedar de frente al chico en el suelo. Este último es flacucho, tiene cabello negro, ojos marrones y los dientes separados. Veo que intenta esconder bajo sus piernas los trozos de cuero y montón de tachas. Yo creo que ha estado tratando de darle un toque "personal" a su pijama lo cual confirmo al ver que realmente lo ha hecho en las mangas. Cada quien se vista como quiera vestirse.

-No lo toques-le ordeno al que se adelantó-. Déjalo en paz.

-¿O qué?-me provoca haciendo que mi sangre golpee con fuerza las venas de mi cuello.

-¡Hey, qué está ocurriendo ahí!

Uno de los policías nos ve y llama la atención desde lejos. Estos idiotas ya los he visto primero mofarse de las peleas y luego intervenir, no me extraña que recién ahora de un gritito.

-Mejor vámonos-dice otro de los matones y lo reconozco. Lo he visto hoy a la hora del almuerzo. Me ofreció sus verduras diciendo que no le gustaban y le di el trozo de carne que tenía servida en mi plato-. Antes de que nos metamos en problemas.

Durante un momento nuestras miradas se cruzan y el silencio basta para agradecerlo. No quiere problemas. Por eso está metido en ese grupo, sólo busca hacerse respetar. Me pregunto cómo es que se ganó la cicatriz que tiene atravesada de punta a punta en su cara.

-¡Sepárense!-ordena otro de los guardias desde más cerca.

-Y dale lo que le quitaste-miro al puerco quien tiene algo en sus manos. La voz no me tiembla ni un segundo.

-Dáselo y vamos. No nos sirven un montón de tachas-le dice el chico de la cicatriz a su "amigo".

Finalmente este arroja las tachas al suelo y se van arrojando miradas asesinas tras de sí.

Ayudo al chico de dientes separados a levantarse quien empieza a contar las pulseras de cuero.

-Te meterás en problemas por mi culpa-dice.

-Estoy metido en problemas desde que fui concebido

Él ríe.

-¿Tienes alguna clase de fetiche?-le digo al escudriñar las pulseras de cuero.

-Algo así-me da una con grandes tachas clavadas-. A ver, póntela y me masturbo mientras te observo.

Frunzo el entrecejo y me debato conmigo mismo si debería partirle la nariz que los otros no se encargaron de hacer o bien si sería mejor dejarlo estar e irme sin más pero finalmente el chico se parte de risa y extiende su mano libre:

-Soy Jacob-se presenta-. Y gracias por sacarme a esos alambres vivientes de encima.

Al parecer él también ha notado que los tipos no les queda nada bien los piercings.

-Theo-le digo aún dudando de él.

Pero al estrecharle la mano, noto que tiene arremangado el pijama evidenciando en su antebrazo el tatuaje de un triángulo invertido.

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#MALOS #MALOSFINAL #1deAbril

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https://youtu.be/j1KAVSh6iUg

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