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THEO

-Theodore Landon, ¿eres tú?

Neo quita el revólver y tengo la sensación de que las bolas se me atoraron en la garganta.

-Ne... Neo... ¡Neo!

Me siento un impostor muy malo, horrible.

Sigo subiendo como si nada estuviese sucediendo hasta ponerme de pie. Viene en compañía. El imbécil me estrecha en un fuerte abrazo que me veo obligado a apartarlo. Tiene olor a licor, como siempre.

-¡Tanto tiempo sin vernos, hermano!

Santo Cielo, tengo demasiados hermanos últimamente...

-¿Y tú qué haces aquí?

La voz proviene de una chica. De pronto diviso entre la escasa luz que se filtra, el cabello castaño y los pómulos afilados de una delgada chica que se adelanta desde atrás de Neo Walk.

-¿Charleston?

-Soy Charlotte, imbécil-parece ser que muerde cada palabra.

-Oh, claro, claro. ¿Tú no eras amiga de Tracy Smith?

-¿Y tú no eras su novio? Dinos ahora qué mierda estás haciendo metido aquí.

-Oh, oh, para el carro querida, recuerda que traigo un revolver en manos. Te recomendaría que me guardes respeto.

Ella se adelanta sacando pecho y me empuja pero me quedo firme como una roca en modo desafiante.

-Oblígame, Landon.

-Por favor, ¿qué haces tú con ellos? ¿No que eras una remilgada Glorious? Tengo el número de una psicóloga por si te interesa.

-El que necesita ayuda eres tú. Me acabas de amenazar con un revólver y ya has asesinado a un hombre antes. No me extrañaría que fueses tan cobarde de atacarme a mí.

Presiono la quijada hasta que me duelen las articulaciones de la mandíbula.

-Ya, creo que ha sido suficiente provocación-acota Neo quien toma por los hombros a la loquita hasta obligarla a retroceder-. Viene conmigo, ahora pertenece a nuestro bando.

-Vinimos porque llegó un comunicado a Los Jefes-escucho a Amanda desde mi derecha y vuelvo donde ella-. Alguien delató que en este sitio se esconden Kylie Moore y Stefano Guilty. También que Tachas podría estar con ellos. Nos enviaron a vigilar el lugar.

-Pues... Pues... Yo vine por el mismo motivo-pienso en algo que me saque del agua pronto-. Sí, el mismo. Mi padre me ha advertido que esto es todo una trampa. ¿Se piensan que los entregarían así como así? ¡Vamos, si hasta prendieron fuego nuestra casa y han asesinado a dos hombres! Además de a toda su familia, cabe destacar. Mi padre me comunicó que vendrían a ver la zona pero esto no es más que un engaño. Aquí no hay nada.

-¿Y tú qué sabes?-me pregunta Lottie.

-Su padre fue uno de Los Jefes-le explica Amanda-. Ahora ese tipo es su mano derecha. Mejor que le hagamos caso antes de que se aparezca la loca y nos vuele la cabeza a todos.

De pronto escuchamos un ruido, como si alguien hubiese tirado algo contra el suelo.

-Viene de ahí-señala Lottie y el vello de mi nuca se eriza. Está señalando las escaleras.

-Son ellos. Mejor larguémonos-tercia Dominic.

-No, no. Deberíamos bajar a ver-insiste Lottie.

-A ti te matarán primera por ser una traidora-la acuso.

-¿Cómo me llamaste?

De pronto un grito nos ensordece a todos. Viene desde la entrada a las tribunas.

-¡¡Aaaaaayyyy!! ¡Yo me largo de este sitio! ¡Es asqueroso!

Summer, la mejor amiga de Amanda se aparece corriendo. Tiene su pelo rubio tan despeinado como sólo lo lleva cuando está ebria, además sacude las manos como si se las hubiese ensuciado con excrementos.

-¡Está lleno de cucarachas!-sigue con su teatro-. ¡Hasta vi una rata!

-Vieron-se mete Cedric quien le da una palmada a Neo en el hombro-. No es nada. Mejor larguémonos de aquí y dejemos de perder el tiempo.

-Ellos tienen razón cariño-le habla Neo a Lottie.

¿Cariño?

-No deja de parecerme extraño pero prefirieron salvar mi pellejo antes de que aparezca una loca para rebanarme el cuello-declara Amanda y sale.

Los demás la siguen.

Lottie se opone un momento hasta que no tiene más opción y cede. Neo la lleva medio a los empujones pero la chica se suelta en el camino.

-Mierda-doy un largo suspiro y me apresuro en ir donde ellos pero dejando algunos pasos de diferencia. Creo que durante todo este rato me olvidé de respirar.

-Tachas-le digo al teléfono. Tengo un millón de llamadas y mensajes de Tracy cuales evado de momento-. Ya se fueron. Y creo que no volverán en algún tiempo pero este lugar se ha vuelto peligroso. Deben terminar con las bombas cuanto antes y sacar a todos de aquí.

Luego de colgar, respondo a Tracy y me meto en el campo de juego donde mi auto está aparcado.

Neo y los demás se marchan en su auto mientras los ojos acusadores de Charleston me miran cargados de odio.

¿Qué demonios le sucede a esta chica?

TRACY

Theo me habla pero no explica nada. Sólo que recién llega a casa de su madre y se siente algo exhausto.

-Cuando te pase a buscar por casa de tu madre, hablaremos mejor, ¿sí?

-Pero ¿dónde has estado todo este tiempo?

-Tracy...

-No me has dicho tampoco por qué no contestabas.

-Lo sé, es que es largo de contar. ¿Acaso no confías en mí?

Y...digamos que un poco no y un poco sí.

-Mira, en dos horas te iré a buscar e iremos al estadio. Esta noche podría ser la última ahí así que disfruta de tu familia-declara, lo cual no hace más que exasperarme aún más-. Te quiero, adiós.

-Te quiero-mi voz se va apagando y cuelga.

Arrojo el celular a un costado de mi cama y me dejo caer en ella. Luego me tapo el rostro con la almohada y ahogo un grito.

Creo que mi cabeza va a explotar.

Por la tarde, me pongo en la mesa de la cocina con mis cuadernos para adelantar un poco de estudio en compañía de un té cuando escucho pasos lentos desde la escalera.

-¿Mamá?

Ella se aparece en bata y me sonríe.

-Creo que tengo cien años más, cielo-. Toma asiento.

-Tuviste una descompensación, es normal que te sientas así. ¿Quieres té?

-Por favor. Con mucha azúcar. Hay pastelillos en la alacena por si quieres.

-No, gracias.

-¿No?-me mira frunciendo el entrecejo-. Son de frutas y tienen crema.

-Paso.

-Como a ti te gustan-levanta una ceja.

-Estoy haciendo dieta y ejercicio hace tiempo. He bajado siete kilos el último mes.

Ella se cruza de brazos y me mira con gesto de victoria.

-Vaya, cielo. Me parece asombroso por tu parte-comenta en tono decidido-. Debes estudiar, ser una buena líder y tener una buena figura.

Espero a que suelte una carcajada y diga ¡estoy bromeando, no pasa nada! pero nada de eso.

Ella es así, lo olvidaba. Ni siquiera su enfermedad ha sido capaz de ablandarle el corazón.

Mamá busca los pastelillos y una taza. Le sirvo té y añado:

-Siendo sincera, últimamente estoy durmiendo demasiado y tengo tanta hambre que un pastelillo no creo que haga daño, así que pensándolo mejor podría comer uno.

-Estás en época de exámenes finales, ¿verdad? No creo que dormir mucho sea bueno para tus notas.

-Ya lo sé, mamá. Debo sostener la beca.

Esa beca que me mantiene alejada de ti y de esta casa.

-Me gusta que pienses así. Aunque si tienes atracones de comida, posiblemente sea por el estrés. Come apio.

De pronto el sabor del pastelillo me sabe asqueroso.

Quiero llorar. Llorar y vomitar. Y seguir llorando.

-Lo siento pero el apio es bueno...

-Quizá...-mi garganta se cierra.

-¿Entonces cuál es el problema?

-No se trata del apio, mamá-debo sostener mi voz a punto de quebrarse. Mis ojos se empiezan a nublar por lágrimas-. ¿Es que no lo entiendes? No se trata del apio ni de la comida ni de mis notas ni de un pastelillo de mierda.

Lo arrojo nuevamente al plato y ella se sorprende de la palabra que he soltado, de lo que he hecho y de cómo me he atrevido a contestarle.

-Es que tú nunca vas a entender que soy una persona más-le digo desde lo más honesto de mi ser.

-Para una madre, su hijo siempre es único, no uno del montón. -Bebe su té sin inmutarse-. Si te digo que hacer ejercicio te hará ver mejor, que será más saludable es por...

-Definitivamente tienes el corazón de hielo.

-...es porque pienso en ti y me preocupas. Si estabas gorda antes y no te lo decía es porque cuidaba tu autoestima.

-¡Menudo trabajo es el que haces, eh!

Me pongo de pie de golpe en la mesa y ella me observa. Sus ojos se ven cansados, sus mejillas hundidas al igual que su cuello y la clavícula.

-No me levantes la voz. Que no se te olvide que esta sigue siendo mi casa y nada de lo que digo o hago es para tu mal. Pensé que eras una persona adulta, que habías madurado pero no cabe duda que aún no he terminado de educarte. Sólo quiero que seas la mejor persona del mundo y si para eso debo hacerte ver que sigues pasada de peso...

-¿Qué?

-Yo... Quiero decir que quizá el apio...

-Creí que habías cambiado-le digo con mi voz quebrada-. Creí que al fin ibas a ablandar tu corazón de piedra pero estaba tan equivocada. Te tengo una noticia, mamá: no quiero ser perfecta. No quiero parecerme a ti. ¡No quiero que me "sigas educando"!. Ahora entiendo por qué papá no quiso volver contigo, no lo merecías.

Le evado y salgo corriendo de la cocina. Ella se pone de pie y grita a mis espaldas mientras subo corriendo las escaleras a grandes trompicones:

-¡Tracy! ¡Tracy, regresa! ¡Tú nunca conociste a tu padre! ¡No sabes lo que dices!

-Hey.

Richard me cruza en la escalera quien reposa sus manos en mis hombros en un gesto de calidez.

-Permiso-le digo.

-¿Qué ocurre?

-No quiero hablar. Ahora no, por favor.

Lo evado finalmente y me meto en mi cuarto en busca de mis cosas. Esta vez no hemos sobrevivido ni un día de convivencia.

Me pregunto cómo es que Richard con toda su paz haya decidido seguir al lado de mi madre. Sé que ella es muy diferente con él a como lo es conmigo pero se trata de la misma persona. ¿Por qué tiene que torturarme de esa manera? No existe un hijo que sea perfecto. No puedo cumplir con sus expectativas.

Por suerte no he tenido tiempo de desempacar todas mis cosas. Mientras las guardo, le hablo a Theo llorando.

-¿Qué ocurrió? Aún queda media hora para que te busque y...

-Theo, ven. Llévame contigo por favor. No quiero seguir aquí.

-¿Tú madre otra vez?

Mi silencio le da la razón.

-En un minuto estoy ahí.

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#MALOS3 #MARATON Día 3/3

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