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2 de Diciembre
La noche que hicimos el amor en la motocicleta, Theo estuvo a punto de eyacular no sin considerar un pequeño inconveniente.
Olvidó colocarse preservativo.
En ningún momento me percaté de esto. Es el primer chico con quien tengo relaciones sexuales y, si bien al comienzo tienes presente todo el tiempo el uso del profiláctico, luego es algo que das por seguro que tu pareja lo utiliza.
No obstante, ese momento fue de peligro, de riesgos, de amor, de exposición y frente a todo, de prescindir del tiempo. Podíamos hacerlo pero bajo la premisa de terminar antes de que alguien pueda llegar al estacionamiento y atraparnos en tales condiciones.
Cuando se dio cuenta de que no podía contenerlo más, sus ojos se abrieron como platos a tal punto que brillaron como los de un animal en la oscuridad. Me apartó de su cuerpo y dio un salto de la motocicleta. Afirmé mi espalda al manubrio para no caerme en ese instante. Me sentí degradada, una puta a la que se desea para poder tener relaciones y luego dejarla tirada. Incluso menos que eso...
Theo eyaculó en el suelo y luego me miró enfurecido.
-¡¿Qué mierda fue eso?!-me gritó.
-Yo...-apenas me encontraba en mis cinco sentidos para caer en la realidad, en la gravedad de la situación-. No sé qué...
-¡No me digas que no lo sabes!-Theo buscó su bóxer y pantalones mientras intenté hacer lo mismo con mi ropa con el cual sólo opté por cubrirme los senos.
Nunca lo había visto así. Me culpó a mí de no recordarle usar condón.
-¡Pero qué mierda pasa por tu cabeza, Tracy!
Me sentí tan mal que sólo me puse la ropa y enfundé dentro de mi chaqueta mientras él seguía en el lugar dando gritos y alaridos.
-Descuida-le dije antes de irme mientras las lágrimas caían pero sin llanto. Probar el sabor salado de las mismas fue lo que me anunció su existencia-. No busco quedar embarazada de un sujeto como tú.
La palabra resonó en mi mente como ternura y como cuchillas.
Le di la espalda y caminé hasta la entrada mientras él me seguía sin camiseta dando gritos:
-¡¿"Embarazada"?! ¡Qué manera de joderte el futuro es esa, por Dios! ¡¿Es eso lo que te quieres hacer, eh?! ¡¿Eso eso lo que me quieres hacer a mí?!
-¡Basta!-le pedía pero él siguió dándome reprimendas cual padre abusivo a quien sacan de sus cabales.
Realmente apenas discerní lo que decía, no obstante, quedé helada cuando soltó:
-Pensé que eras inteligente, sin embargo resultaste una desesp...
Y se detuvo.
Se detuvo al igual que todo a nuestro alrededor.
Incluso creo que mi corazón dejó de latir durante unos instantes. Olvidé respirar y volví lentamente mi mirada a él. Esta es la parte en que me pide perdón, me suplica que olvide sus hirientes palabras, sin embargo no dijo nada, no se inmutó. Tampoco tuvo el coraje de terminar la palabra.
-Sabes-musité-, le harías un bien a la humanidad misma si no dejas descendencia. Das pena. Busca ayuda, Theodore. Yo no puedo ayudarte...
Acto seguido me dejó ir calle arriba desde el frío camino que conduce desde el subsuelo de su residencia a la mía.
Lo último que percibí fue el instante en que sus rodillas cayeron al suelo, al duro asfalto y se quedó atónito mientras lo fui perdiendo de vista.
Abro los ojos y no recuerdo qué día es hoy. He despertado antes de que suene el despertador de mi móvil culpa de las gota de lluvia golpeando la ventana de mi habitación en la residencia.
Sólo giro en la cama y me encuentro con el cuerpo macizo de un chico hermoso, bronceado, despeinado y me siento la persona más vulnerable a su lado.
Cuando regresé a mi habitación, cerré la puerta y me apoyé sobre esta, dejándome caer y llorando con desesperación agradecida por la ausencia de Phoebe.
Mi pecho dolía. Era una sensación que pocas veces tuve, no obstante ya empezaba a acostumbrarme. Y esa es la peor parte.
Saber que estamos destinados a esto.
Saber que nunca podremos coincidir.
Saber que al final...no somos almas gemelas ni hay amor posible entre nosotros.
Dicen que hay una persona en el mundo para cada quien, que no estamos creados para morir solos, que nuestra existencia no tiene sentido en la soledad, sólo se debe encontrar a la persona indicada para compartir el resto de tus días.
Sólo me pregunto qué tan terrible sería caer en un error, dar un paso en falso con Theo. ¿Y si estoy equivocada y él no es ese plan para mi vida? Yo creía que él era mi pequeño infinito, sin embargo nunca estuve tan alejada de la verdad.
Y lo que es peor, hay una historia que me precede. La de mi madre. Temo con desesperación repetir lo que a ella le sucedió.
Con la diferencia de que yo no me iría. No me daría a la fuga condenando a un posible hijo de conocer a su padre.
Pero también con el distintivo rasgo de que Theo no tendría interés tampoco por reconocer a un pequeño como suyo. Él no tiene mis expectativas. Él no desea lo que yo.
Entonces, ¿para qué casarse e ir a vivir juntos e iniciar una vida como pareja que busca su final feliz por siempre si no es capaz siquiera de recordar ponerse un maldito condón?
Entre él y yo ya no hay solución posible.
Me levanto de la cama y en compañía del agradable sonido de la lluvia, busco mis zapatillas, mi pijama y salgo vestida con esto donde el salón de duchas para mujeres. Por un instante recuerdo los viejos tiempos y creo que podré encontrarme con Stefano aquí para provocarme, sin embargo esto no es parte de la realidad. Ya no.
Abro el grifo y me mojo las manos.
Estoy sola, han de ser las cinco de la madrugada y por lo general, resulto la única que prefiere estos horarios para iniciar su día.
Me mojo la cara y miro mi reflejo. Miro la demacrada imagen que me devuelve el cristal al tiempo que pienso en el peligroso chico que duerme en mi cama y me pregunto...
...qué demonios estoy haciendo.
Lloré tanto esa noche que no soy consciente si me desmayé o quedé dormida en los pies de mi cama, en posición fetal, a la espera de que tanto dolor, tanta desgracia surta efecto y sea el decisivo momento de que todo se termine de una vez.
Mi madre está enferma.
Debería estar con ella ahora mismo.
No veo la hora en que termine con mis exámenes e ir donde ella para acompañarla y conocer en primera persona lo que se encuentra padeciendo con un maldito diagnóstico en su sangre. Me necesita y no estoy para ella.
Tengo que dejar de una vez las complicaciones de una relación enferma, que no tiene rumbo viable, somos dos personas que no saben amar y que su final está grabado a fuego en nuestra conciencia.
Esa noche, el lobo lastimó a su ángel y este escapó. Huyó en la penumbra en busca de un refugio. La bestia al herir a la criatura celestial, quedó destruida por completo.
Pero no lo pueden evitar, ésta es su naturaleza: en él la de destruir y en la de ella, la de ser destruida.
Sin embargo, bastó al lobo con seguir las huellas para encontrar el escondite donde velar la noche entera hasta que no pudo soportarlo más: entró decidido a terminar lo que empezó.
El magnetismo que los une, es tan poderoso como insano.
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