▲ 231 ▼

10 de Noviembre.

Jacob.

Es cierto que al lugar lo hemos tomado pero prefiero decir que se trata de un préstamo muy considerado.

Sé que no se trata de un hotel 5 estrellas ni mucho menos pero es lo que pudimos conseguir...

El viejo estadio abandonado de Iconic Team: ese es el mejor lugar que encontramos para poder alojarnos. Por suerte algunas instalaciones siguen funcionando tal como el agua y sólo en algunos sectores, la electricidad.

No se trata del lugar más idóneo del mundo pero comparado con todos los hermosos hogares por los cuales han pasado estos agradables anfitriones, es algo cercano a un paraíso. Incluso mejor que los asquerosos orfanatos por donde desfilé toda mi infancia y parte de la adolescencia.



-Después de todo, me voy acostumbrando-asegura Derek.

Es de noche.

Estamos en los vestuarios. El olor a moho se intensifica con el frío. Este último es un determinante no muy óptimo, considerando que en un mes y medio comenzarán las nevadas.

-Yo estoy helada-le responde Audrey mientras reposa las manos en una estufa eléctrica que Theo trajo desde la casa de su padre.

-Theo prometió que conseguirá más de esos-le aseguro mientras dispongo más latas con comida sobre una mesa arruinada.

-Prefiero calentar mi cuerpo con estas, ¡son asombrosas!-decreta el pelirrojo respecto a la bolsa de boxeo que cuelga desde el techo. Está arruinada, se nota que tiene sus años pero al menos sigue cumpliendo su función.

-Perderé el año académico-se queja Audrey.

La miro y suelto una carcajada.

-¡Como si eso alguna vez te hubiese importado!

-Una tiene sus proyectos, sabes-me arroja una lata de sopa de pollo vacía, cual me golpea el brazo y cae al suelo.

-Recuérdame cómo es que todos terminamos formando parte del mismo equipo-murmura Derek quien le sigue dando puñetazos a su bolsa.

-Unos tipos de mierda que se hacen llamar Jefes y viven bajo tierra como cadáveres, son nuestro objetivo compartido-le respondo.

-En verdad se tratan de cadáveres vivientes-masculla Audrey.

-Sean o no, queremos verlos convertidos en eso sin la parte de «vivientes»-respondo.

Derek da un nuevo puñetazo y suelta entre dientes:

-Pero antes tienen que sufrir. ¡Estoy listo para las bombas!

-Calma, campeón.

Nuevo golpe.

-¡Hay que hacerlos padecer hasta su último suspiro!-señala.

-Me conformo con borrarlos del mapa-añade Audrey impasible-. Son insoportables. Necesito vivir tranquila. Por cierto, ¿quién está a cargo de La Cocina?

La Cocina es un sector del estadio que escondemos a cal y canto. Ahí es donde precisamente buscamos diseñar explosivos para entrar en Los Túneles, dispersarlos de modo estratégico y salir desapercibidos. De momento algunas pruebas piloto nos han salido mal pero debo admitir que Derek tiene talento para estas cosas, precisamente cuando lo conocí fue una de sus cualidades que me acercó a él.

Nunca me imaginé que los instintos criminales de este sociópata servirían algún día en favor de la mismísima humanidad.

-No han sido muchas las ocasiones en que hemos compartido opinión-señalo mientras como el interior de una lata de postre de vainilla-. Pero esta vez debo admitir que los soportaremos durante un tiempo limitado.

-¿Un tiempo limitado?-inquiere la chica.

-Tic Tac, querida. Esos enfermos tienen las horas contadas.

-Mientras la historia no resulte al revés...

-Déjenme arrancarles los ojos con una cuchara, por favor-suplica Derek.

Me encojo de hombros.

-Una vez que tengamos la pelea ganada, por supuesto. Por cierto... ¿qué saben de la rubia?-añado mirando en dirección a la enfermería, o bien esa habitación contigua al vestuario cual en alguna ocasión ofició de enfermería.

-Ahí está. Pegada a su amorcito-señala Derek quien sigue obstinado con su horrible juguete nuevo. Okay, no taaaan nuevo pero sí es horrible ese saco de box.

-¿Está atada?-se mete Audrey.

-Por supuesto que está atada. Me alié a ella porque está tan loca como todos los enfermos mentales del mundo entero. Es divertida. Pero no confío en ella.

-Nadie confía en ella-señalo.

-Nadie confía en nadie-tercia Audrey. Y no puedo negarlo.

-Mientras estemos todos del mismo lado, mejor confiar en nosotros mismos-respondo-. No tenemos a nadie más.

-Tú tienes a tu marido-dice Audrey.

-Cieeerto-señala el pelirrojo-. Ese remilgadito tiene lo suyo. Quizá su carita de bueno es tu fetiche, ¿no?

Lo arrojo una mirada capaz de cortar el aire como cuchillas pero cada vez puedo contenerme mejor a sus provocaciones.

Tengo sentimientos encontrados respecto a él: Por una parte, mi enojo ha ido cediendo lugar a la añoranza con el pasar de los días; por otra parte Derek ha dejado en claro que de tener la mínima oportunidad de meterse con Carl, por tanto, lo mejor que puedo hacer es tratar de mantenerlos bien apartados.

-Cállate-sentencio y me pongo de pie en busca de un poco de carne cocida enlatada. Junto con una cuchara me pongo de pie y me dirijo hasta nuestra "enfermería".

En la misma hay una cama, una silla y un mostrador con cierto botiquín de primeros auxilios. En la cama yace Stefano, atado de pies y manos, durmiendo con su enorme venda cubierta alrededor del abdomen. En la silla está la rubia quien no ha podido quitar los ojos de su enamorado desde el primer momento en que trajimos al herido desde la pocilga donde lo tenía escondido, muriéndose por poco. 

Es una suerte haber encontrado el suero. Aún me pregunto cómo es que Theo consigue estas cosas con tal facilidad.

Según Tracy, las roba de la Escuela de Medicina en la IVU. Espero que el chico se reciba pronto así nos ayuda con estos asuntos... Un semestre académico cursado no es que permita demasiado.

Necesitamos ayuda de otras personas pero tengo miedo que otros puedan quedar metidos en esto.

-Buenas-le digo a la rubia. Parece estar dormitando pero sé que no es así, desde que la tenemos en este sitio, estoy seguro de que se la pasa con un ojo abierto y el otro cerrado-. ¿Tienes hambre?

-Y...Yo... S...Sí, gra...gracia...gracias-tartamudea.

Los problemas neurológicos que tiene son asombrosos.

Aún no me puedo creer las atrocidades que desde Bad Boys hicieron con ella la última vez que los encerraron. Definitivamente algo perdió más allá de la cordura.

Siento algo de pena por ella.

Me ubico a su lado y le paso comida en una cuchara. Ella abre la boca pero finalmente decido hacer una estupidez aún mayor.

-Espera, creo que... Es hora de hacer algo.

-¿Q...qué?-pregunta.

Demonios, que deje de hablar. Me rompe la cabeza que haga eso.

Desato sólo una de sus manos y le sostengo la lata con la cuchara sobre la misma.

Ella me mira con un enorme gesto de sorpresa.

-Deja de tartamudear. Sé que cuando pierdes la chaveta puedes ser un poco más coherente.

-¿Eh?

-No digo que ahora mismo te vuelvas loca sino que intentes mejorarte. Puedes hacerlo aunque seguramente sea irreversible todo lo que te hicieron-a continuación miro a Stefano quien permanece en estado de coma-. ¿Cómo sigue?

-Ho...Hoy... Movió...una...mano.

-Es genial-o no-. Creo que no pasará demasiado tiempo hasta que reaccione. ¿Qué crees que lo haya dormido?

Ella levanta la cuchara y mientras mastica carne, murmura:

-Re... Recibió... Mu...muchas des...descargas e...léctricas.

Ella sigue comiendo. Creo que en cualquier momento me enterrará la cuchara en un ojo pero prefiero mostrar confianza hacia ella.

O mejor dicho, hacia nuestro odio compartido.

«Acá todos tenemos el mismo objetivo» me repito y les recuerdo todo el tiempo.

-Sabes que en ningún lugar estarás más protegida que con nosotros, ¿verdad?

Ella me mira y agradece sin dejar de masticar.

Una vez que termina de comer, le pregunto si quiere agua. Ella afirma sacudiendo la cabeza y añade un «Por favor» articulado cada vez mejor.

-Yo creo que es cuestión de que entres en confianza-señalo-. Antes no eras una chica mala.

-Ante...s Y...yo... Te...tenía U...una Fa...familia.

Sonrío.

-Pues, ahora nosotros somos tu familia. Y mientras no te alejes, estarás protegida tú y Stefano. ¿Confías en mí?

Ella agacha la cabeza y musita un simple sí.

-Hey-insisto-. ¿Entonces cuál es tu problema?

«Ahora somos tu familia» le dije.

Oh claro. Ella mató a su familia. Bravo por ti, genio Tachas.

-No... confío en... mí-asevera.

Trago saliva y una sacudida a mi izquierda nos sobresalta a ambos.

Los dos miramos en dirección al aparato junto a la cama de Stefano que ha empezado a bramar; de pronto siento mi corazón martillar como mil demonios dentro de mi pecho.

Se trata de él.

De su vida.

Está convulsionando.

Y Theo ya nos advirtió que si Stefano convulsiona, morirá.

____________________


Recuerda que puedes compartir tu ♥amor♥ por los chicos MALOS en redes:

Instagram y TikTok: @luisavilaok

Twitter: @luisavila595 

___________________

https://youtu.be/j1KAVSh6iUg








Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top