Capítulo 3: Tú y yo.
{Alan Leatherwood}
Terminé de colocarme los guantes negros y poner la pistola en el cinturón mientras me miraba al espejo. Daniel permanecía detrás de mi apoyado a la pared, con sus brazos cruzados sobre el pecho.
—¿Me dirás de qué trata la misión? —me volteé hacia él. Tomó de la mesita una carpeta amarilla y me la entregó mientras caminaba relajado moviendo sus caderas en sinfonía hasta detenerse frente al espejo y atar su cabello en una coleta.
—Se detectó un laboratorio clandestino, se dice que preparan virus mortales para usarlos como armas humanas contra el país.
—Vale ¿Dónde están los demás?
—No hay otros, Leatherwood. Es tu primera misión por lo que irás solo con tu mentor —caminó hacia mí y palmeó mi pecho—. Tú y yo.
—¿Es una cita?
—Es una misión, imbécil. Concéntrate o provocarás un desastre —salió de la habitación y yo le seguí.
Bajamos las escaleras hasta el aparcamiento, el rubio se subió a un jeep negro y sonrió.
—¡Monta novato! Me haces perder el tiempo.
—¡Voy capitán! —sonreí y troté hacia él
—¿Así que es allí? —fruncí mi ceño mirando el tren abandonado, el rubio a mi lado asintió.
—Iremos hasta esa escalera de allí y subiremos al techo para avanzar por allí. Lo más probable es que haya varios guardias protegiendo el sitio, así que el factor sorpresa es nuestra mejor arma.
Asentí sacando mi pistola y me puse de pie, el rubio sostuvo mi brazo y me hizo arrodillarme de nuevo, nuestros rostros quedaron muy cerca, su vista bajó hasta mis labios mientras yo me relamía estos y luego volvió a mis ojos.
—Trata de no morir novato —me soltó y ambos nos pusimos de pie avanzando hasta la escalera mencionada.
Yo subí de primero mientras Daniel me seguía. Un guardia hizo aparición y al ver a Daniel agarró sus piernas queriendo tumbarlo de la escalera, el rubio se aferró a esta agitando sus piernas para deshacerse del guardia. Con un disparo directo a su cabeza logré deshacerme del guardia y ayudar al rubio a subir, por suerte nuestras armas venían con silenciador.
Avanzamos por el techo del tren unos cuantos vagones hasta que Daniel me ordenó detenerme, abrió la pequeña puertecilla de encima y entró al vagón mientras yo le seguía. Al estar dentro fui consiente de todos los guardias que nos rodeaban.
—Oh mierda.
El rubio y yo nos pusimos espalda contra espalda con las pistolas en alto. Los guardias se vinieron contra nosotros y los disparos comenzaron a hacerse presente.
En algún punto en que me quedé sin munición tuve que usar mis habilidades cuerpo a cuerpo consiguiendo noquear a unos cuantos, pero también recibiendo varios golpes. El grito del rubio me puso alerta, me giré hacia el preocupado.
Mi boca quedó entreabierta y me arqueé ligeramente cuando una navaja atravesó mi abdomen. El rubio logró deshacerse de su agresor, recuperó su arma y le disparó al que me había apuñalado. Corrió hasta sostenerme y me observó preocupado.
—¡Te dije que no murieras imbécil! —su voz tembló ligeramente y yo sonreí.
—Estoy bien capitán —un sonido a nuestras espaldas nos puso alertas, más ya era demasiado tarde. Uno de los guardias que estaba malherido, pero aún vivo, había presionado un botón de emergencia que activaba una bomba.
[32 segundos]
—¡Joder! —Daniel gritó enojado mientras el guardia caía al suelo desangrándose—. Recuperemos los malditos papales y salgamos de este sitio antes de que explote.
Recargué mi arma y con dificultad avanzamos al otro vagón mientras mi propia sangre empapaba mi ropa. El próximo vagón era el laboratorio, comencé a rebuscar en una gaveta mientras manchaba algunos papeles con mis manos ensangrentadas.
—¡Lo tengo! —me volteé con las carpetas en las manos, pero me detuve en seco al ver a un chico con bata blanca sostener a Daniel por el cuello mientras amenazaba clavarle una jeringa con algún virus.
—Deja los papeles y el arma lentamente en el suelo —hice lo que dijo—. Tira los putos papeles hacia mí.
Los empujé por el suelo y miré el contador de la bomba en 15 segundos.
—Hijos de puta —rio y clavó la jeringa en el cuello del rubio. Grité tan alto que sentí un ardor tremendo cubrir mi garganta, tomé mi pistola y disparé en su frente. Corrí hacia el rubio y lo alcé en mis brazos mientras salía del lugar corriendo.
—Resiste por favor.
Todo el lugar estalló arrojándome al suelo.
Entré a la enfermería viendo al rubio con un suero conectado a su brazo mientras me sonreía.
—Fracasé... lo siento tanto —suspiré al sentarme a su lado.
—Casi todos fracasan su primera misión.
—¿Tú fracasaste?
—Yo no soy todos —rio.
—Saliste lastimado...
—Tu igual. Leatherwood, creo que hacemos buen equipo —entrelazó nuestras manos y sonrió.
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