Capítulo 5 ▷ No es lo que quería
A pesar de que las desventajas era que Adam se consideraba como desaparecido ante la policía y que su padre estaba en el hospital por una ruptura de brazo, todo salía bien en el nuevo trabajo del joven, así lo veía. Era la adrenalina de salirse con la suya, de ponerse rebelde con sus padres y hacer lo que quisiera sin un alto; todo ello junto en una combinación fugaz. Libertad, según explicaba.
Una semana después, la seguridad aumentó casi por los cielos en la ciudad. William y su equipo no podían hacer casi sus experimentos, eso se complicó para ellos... pero ¿Por qué afectaba que la policía estuviera en las calles vigilando? Y también ¿Qué eran los sacos que hacían que Adam ayudara a traer? Necesitaban urgentemente a un ser vivo para completar la misión final de sus dichosos proyectos.
—¡Ya casi está listo, Adam! —Se escuchó fuera de una habitación de pruebas
—¡Genial! Después de meses de trabajo ¿Qué más necesitamos? —Preguntó el chico terminando unas formulas en su mesa de estudio.
—¡Un ser vivo! —Exclamó el científico.
Adam detuvo el lápiz un momento.
—¿Ser vivo? ¿Cómo un ratón o algo así? —Cuestionó, esta vez extrañado.
—No... Más grande... Pero no tenemos porque la policía ha estado más atenta... Y no podemos usar a tu gato Nero porque es muy pequeño —Le contesta señalando al felino el cual estaba durmiendo en una mochila.
—Lamento mi ignorancia, señor —le dedicó tristemente el castaño a su mentor. ¿Qué fue eso de usar a su gato?
—Oh, es cierto. Solo has ayudado en hacer formulas y pequeños experimentos con órganos, no te preocupes... Ven, te explicaré todo desde el comienzo. Estás casi listo.
Pero por alguna razón, la desconfianza de que algo no anda bien era una melodía contagiosa en el adolescente. William con emoción, llevó al joven por un pequeño tour por todos los laboratorios en el lugar.
—Verás, novato, aquí hacemos distintos proyectos, nuestro aspecto de la vida es que si hay lógica, podemos crearlo... ¡Por ejemplo! —Paró de repente cuando abrió en entusiasmo las puertas de un almacén— En el laboratorio tres hacemos pruebas de unión entre otras especies; buscamos hacer combinaciones de animales sin la necesidad de la reproducción sexual. Mira...
Adam confió en mirar y al hacerlo, no dudó en poner su mano en su boca gracias al asco hacia el animal o lo que sea que estaba en una mesa siendo obligado a mantenerse quieto; era una especie perro con partes humanas y de otros animales, amordazado con inyecciones intentaba escapar de las cadenas. La sangre, las tripas, un reguero inmemorable de desperdicios en ese mugroso suelo, mientras las carcajadas de quienes operaban la misión llenaban los rincones de ese lugar. Esa cosa ni siquiera se podía mover, tal vez por la anestesia o por el miedo de desbaratarse en una fracción de movimiento.
El joven volteó casi al instante por el miedo aquella criatura asquerosa, William no hizo más que felicitar el buen trabajo de los científicos con el animal, se aseguró de que el joven castaño estuviera viendo pero al parecer no miraba y seguía hacia adelante a alguna parte. No lo dijo por miedo pero Adam quiso vomitar y escapar. Lo que sea, ya no era ciencia con que se jugaba. La vida de seres inocentes se balanceaba en los dedos de esos psicópatas.
¿En qué se había metido?
William ignoró el comportamiento de Adam luego de que lo vio a punto de desmayarse, para mostrarle más cosas de esta tipo. En toda su corta vida jamás apreció ver actos tan repulsivos y macabros dentro de la raíz de la ciencia, cuando llegó la hora de terminar el paseo se arrepentía de haber ayudado en herir a otros.
—Y eso fue todo... Increíblemente algunas pruebas están dando resultado, muy pronto le mostraremos al mundo que ¡yo! Tenía razón... Y esos estúpidos que contradijeron mis ideas se van a arrepentir —Gritó el hombre felizmente por sus hallazgos.
Adam no podía aguantar las ganas de llamar a las autoridades o salir de allí como sea. Eso no eran ciencias, eso ni siquiera era algo legal. ¿De dónde sacaron tantas aberraciones para llevar a cabo? ¿Y de dónde sacaron la determinación de hacerlo realidad? Su estómago vio una volcada con cada recuerdo que paseaba. Se dio cuenta hasta dónde puede llegar la mente humana con sueños tan alocados como la sensación de querer recrearlos. Respiró hondo y volteó con una sonrisa actuada para fingir estar bien.
Si esas eran las fronteras que Adam quería rebasar, pensó que era mucho mejor estar amarrado con sus padres.
—Es impresionante... Señor...
—¡Y ya verás qué haremos cuando encontremos a un humano! —Exclamó el científico. Eso bastó para querer salir de ese infierno.
—Bueno, yo... Pienso que... —Respondió el joven retrocediendo con miedo, mirando a todas partes— Que una vida humana es importante.
—¿Qué? ¿Crees que es importante? ¡Ja! Pero si lo haremos para un bien mayor, de seguro que la persona se sentirá orgullosa. ¿Y por qué te pones así? ¿Estás nervioso?
—N-No... —Tragó saliva por milésima vez. A ese punto el miedo se acrecentaba cada vez, a punto de obligarle a correr en cualquier momento— Cálmate, cálmate, cálmate... ¡Cálmate! —Quería mantenerse tranquilo desde su mente. Estaba a nada de tener un ataque de pánico.
—Ah, ya veo... —Con cuidado, William se llevó la mano hasta uno de los bolsillos, donde presionó un botón. Luego dibujó una sonrisa para el chico— Me alegra que estés con nosotros, porque... ¿si estás con nosotros, verdad?
Adam asintió muchas veces, intentando imitar aquel gesto. Desde lejos se admiraba como se esforzaba por conservar un rostro en serenidad. Fue cuando sin previo aviso, al muchacho lo acorralaron varios sujetos sujetando armas, con aparentes ganas de apresarlo. El castaño se alteró mucho más, sudando como nunca y observando con pavor las intenciones de los demás, volteando a su mentor al querer encontrar respuestas o ayuda.
Esto no lo quería. Esto no lo quería. Esto no lo quería. Esto no lo quería.
—¿Q-Qué hacen? ¿¡Qué hacen!? —Adam gritó.
Era ver a un mocoso llorón, donde adultos lo juzgaban con la mirada y discriminaban hasta el cómo respiraba. Los recién llegados se acercaban más y más, evitando que pudiera escapar. Cuánto deseaba haber podido ejercitarse con Ángel.
—Lo siento, Adam. Pero veo que no te gusta lo que hacemos así que... —William hizo un ademán a uno de sus compañeros, el cual de inmediato capturó al chico que se retorcía del miedo— No queremos cometer errores por un descuido y dejarte ir. No es personal, chico.
—¡No, por favor! —Rogaba el pobre castaño mientras se sacudía sin ningún resultado— ¡No diré nada! ¡Lo juro, lo juro!
—No podemos confiar en ti, perdón... Estaba tan orgulloso, no quería hacerlo... Muchachos, llévenselo —mandó el jefe.
En segundos Adam era arrastrado con brutalidad a otra parte. Todo le daba vueltas, aquello no lo vio venir. Solo con la pequeña esperanza de ser perdonado, trató de implorar por ayuda a William, que desviaba los ojos a otra parte, pensando en la mayor traición.
—¡Suéltenme, por favor! ¡Haré lo que sea! —Abrumado, el castaño chilló otra vez, rasgando su voz entre lágrimas de susto. Otro hombre le acercó un pañuelo, queriendo colocarlo en su rostro.
—Señor Faraday, ¿ese no es el hijo de Elliot? —Se escuchó una conversación más allá de los incesantes alaridos del muchacho— Escuché que estaba desaparecido. Mire, hasta lo anda buscando.
Luego de que lo que sea que le pusieron a ese pañuelo, Adam dejó de exclamar y de moverse. Sus parpados se dejaron caer al querer dormir por alguna razón, los otros miembros ya no respondían; estaba cedado. Pero al final pudo escuchar las últimas palabras de su maestro.
—Oh, sí —la voz se acercó a él en risas, mientras su mundo se oscurecía tanto como para dejarlo a la merced de una bestia deseosa de su debilidad—. Será divertido mostrarle a su padre mi venganza. Ese maldito pagará por despedirme de su empresa y llamarme loco... Ya verás...
El joven no lo entendía —por estar medio dormido— y unió todas las piezas del puzzle; primero robaron ciertos equipos de trabajo de su padre, luego las desapariciones y todos esos animales heridos al igual que esas personas. Además, ese día donde estaba enfadado, fue cuando lo despidieron. Ya todo tenía sentido, estuvo ayudando a matar gente... Era una mala persona. Era un ciego. Era un estúpido niño caprichoso. ¿Merecía vivir después de lo que hizo? Su familia, sus amigos. Ya no le importaba qué le podrían hacer a ese punto.
—Lo siento... Lo siento... —Se dijo en el estado de inconciencia.
De momento sus sueños y esperanzas se quebraban como el vidrio al caer, ya que no saldría vivo de allí, o al menos no saldría normal estando a los pies de unos dementes.
—Oye, Adam... Aunque dijiste que no querías cambiar nada, al final si lo harás —Finalizó la voz en unas carcajadas que se esparcieron en la negrura del adolescente.
De pronto todo fue oscuridad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top