Capítulo 2 ▷ Sueños
Adam sonrió en todo el camino ignorando el bello reflejo del atardecer por las cosas que contaba el Señor William. Su, quizás ahora, mentor se interesaba tanto en la ciencia como él pero agradecía las nuevas cosas que le enseñaba, después de todo lo ayudaría en el año que le quedaba de escuela para llegar a la universidad.
Después de 15 minutos de caminata en un lugar no tan lejos de la ciudad, con varios almacenes donde era poblado por un porcentaje de personas vestidos con batas blancas, no muchas, solo 14 personas como máximo.
—Primero que nada, novato, no debes de decirle esto a nadie, los proyectos que hacemos son muy complejos para la mente de los demás —explicó William poniendo su mano en el hombro de Adam, a lo que éste asintió y pensó.
—Me dijo novato... ¡Un científico me dijo novato!
Ambos caminaron al almacén más grande, ese era el supuesto laboratorio. Una vez dentro personas recibieron con felicidad al muchacho y al señor. Adam sin todavía creerlo, se mantuvo callado.
—Bien, aquí aprenderás todo, así que ponte cómodo. Aquellos son nuestros objetos nuevos de trabajo, fue un reto quitárselas a un amigo —le guiñó el ojo luego de ese pequeño comentario—. Ella es la doctora Sophie y él es el doctor Rogers —Dijo William presentando a sus compañeros, ellos tomaron la mano del joven y empezaron a hacer el "Proyecto" junto a él.
Mezclaban químicos, anotaban sus procesos en pizarras y números, un experimento cualquiera para ellos. Adam aprendió muchas cosas y ayudo un poco. Su noción del tiempo se perdió por completo, claro, era como estar en una dulcería. Sus padres le recalcaban con fuego que tenía que ser el modelo perfecto en sus estudios, que debía obedecer y con ello, que su futuro sería trabajar en la empresa de su papá. Aunque aquello lo le impidió que tuviera sueños, como lo era convertirse en un científico que pudiera descubrir nuevas formas de cambiar al mundo.
La realidad le despertó cuando saco su teléfono y observo cuatro llamadas perdidas y mensajes sin leer, de inmediato tomó sus cosas tropezando con el personal. Se disculpó por las molestias y se despidió.
"¡Corre Adam, corre!"
Escuchaba esas palabras en su mente, ignorando todas las cosas que se atravesaban, corrió varios kilómetros hasta llegar muy agotado a su casa. Tenía mala condición física pero cuando se trata de sus padres y el horario, sus piernas lo hacían hasta volar.
Se tomó minutos para respirar y recuperar energías, no sabía que cosas lo esperarían al tocar la puerta, sus padres fueron estrictos con la hora de llegada —Con prácticamente todo—, no había duda en que lo castigarían. Y más cuando supieran el embrollo en el que estaba metido. Odiaban en redondo que se ilusionara por tales cosas como la meta de ser un teórico.
Al tocar el timbre, se escucharon los pasos de su padre bajando las escaleras, Adam sintió miedo cuando por fin abrieron la puerta.
—Al fin llegaste. Llamé a tus amigos y dijeron que se retrasaron con la maqueta, ¿es eso verdad? —Interrogó el mayor con brazos cruzados. Su mirada le penetraba al castaño, cosa que a él le daba mucho miedo.
El chico se alivió y metió sus manos en sus bolsillos por tener aceite en ellas, y para no preocuparlo solo asintió amablemente.
—Uh... Bien. Pero avísanos para la otra... Ya te mencioné los peligros que andan recorriendo la ciudad.
Adam entró y pasó directo a su habitación encogido de hombros asustado. Si solo la voz de su padre lo hacía tener espasmos, nunca llegó a contradecirles.
—Marshall, siempre cuento contigo... Te debo una, amigo —pensó al dirigirse al baño. Sin antes acariciar a Nero.
No lo castigaron como pensó, solo le dieron la típica charla de padres y consejos para la vida, esa que siempre es lo mismo. Ya eso lo tenía memorizado desde que sus inicios en la escuela se le dieron.
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Al día siguiente, Adam casi no se pudo concentrar en la clase, por pensar en las cosas asombrosas que vio anteriormente. ¡Un laboratorio! Había tantas ramas de la ciencia que quería investigar. No podía esperar a ir de nuevo, con la ilusión de mejorar su conocimiento.
—Oye Adam, ¿Dónde estabas ayer?, me iba a mear encima cuando le dije la mentira a tu papá —dijo Marshall cerrando su casillero—. Qué bueno que me avisaste con el mensaje para que le dijera eso.
—Lo hubieras visto —rió Ángel—. ¡Casi se desmaya!
—Solo proyectos... —Murmuró Adam contestando la pregunta y reservándose los detalles del día anterior.
—¿Proyectos? —El castaño asintió.
—Sospechoso... ¿No te estás drogando? ¿Verdad? —Marshall comenzó a olfatear a su amigo semejante a un perro policial. Adam se puso nervioso, aunque ofendido a la vez, sabiendo que era broma.
—Oh, vamos. Él no es así —Ángel lo apartó del muchacho y le dio un golpe con uno de sus libros—. No seas menso. Él es mejor que un pan de Dios.
—¡Ay! ¡Nada más digo! —Marshall le regresa aquello con un pellizco— Quien sabe que secretos oculta...
Adam, por segundos, se le vio con un sonrojo en sus mejillas. No quería contarles lo que ocurría, aun no. Aunque tampoco debían de proponer tales suposiciones, por ello estaba confundido. Más tarde, se despidió acercándose a la puerta. Antes de que se fuera del todo, el joven Marshall exclamó.
—¡No te metas en problemas, señor ciencia! ¿Y si en las noches se convierte en Batman?
—¡No seas menso, Marshall! —Ángel chasqueó la lengua.
Adam rió internamente al escuchar eso, luego se despidió con la mano otra vez y se dirigió a la salida.
—No les prometo nada —Pensó saliendo de la escuela con una sonrisa.
Caminó rápido hacia el vecindario de siempre, miró otra vez las gotas de sangre en el pavimento y volteó a la derecha. Ya eso no se le hacía aterrador. El señor William estaba en el mismo lugar a punto de recoger a otro conejo muerto, cuando vio al joven se apartó del animal y le sonrió.
—Novato, ¿Qué haces aquí?
—Usted dijo que puedo ser su estudiante —Le contestó en voz baja tratando de ocultar su devoción.
—¡Bien! Ahora ayúdame con este saco y empezaremos con los proyectos —el científico apuntó a un saco que goteaba un líquido y de cerca tenía un olor horrible.
El chico sorprendido dudó por segundos, pero era la oportunidad ideal para sacar adelante su sueño. Así que tomó el saco con una mueca de felicidad para disfrazar el disgusto que tenia.
De ahí empezaron a caminar hacia "los laboratorios". Su única regla allí fue no entrar la habitación de prueba, ya que hay hacían los experimentos y podría ser peligroso.
Fue lo mismo durante semanas, los padres de Adam sospechaban, y su hijo los objetaba convenciéndolos de que asistía a clases adicionales para mejorar. Mientras sus amigos lo cubrían con mentiras y falsas sonrisas, no sabían tampoco lo que hacía en realidad aunque como buenos amigos que son mienten por él. Además de que Adam les convencía fácilmente que eran <<Clases extras>> a sus compañeros.
En otro caso, las desapariciones seguían, no había nada nuevo en ello, la policía estaba más alerta cada día y aun no lograban atrapar al villano de dichos casos. Adam seguía jugando a ser científico y en ese juego, se le comenzaron a caer las piezas permitiendo que la derrota se le presentara de a poco.
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