𝘃𝗶𝗻𝗴𝘁-𝗾𝘂𝗮𝘁𝗿𝗲. 𝗹𝗲 𝗽𝗲𝗻𝘀𝗶𝗻𝗲

capítulo veinticuatro:
el pensadero

En cuanto Capella metió la cabeza en el contenido del pensadero, todo a su alrededor comenzó a temblar, y sintió cómo caía de forma precipitada hacia un lejano suelo. Sin embargo, no se hizo daño alguno, pues algo frenó su caída.

Se trataba, como bien había advertido, de la misma habitación donde Eridanus y ella se encontraban antes. Solo que el polvo no cubría las estanterías tanto como hacía unos segundos, y había un caldero encendido, en el cual se estaba preparando una poción. Olía a flores silvestres, a azúcar y a fogaza.

De pie junto al caldero se encontraba una mujer joven, no debía de tener más de veinticinco años. Su largo pelo era rubio oscuro, y lo llevaba recogido en una coleta baja para que no le molestara mientras removía la poción que estaba preparando. Cuando Capella se acercó a ella, sabiendo que —según lo que Eridanus le había dicho— no podía verle, supo de quién se trataba. Era Agatha, su madre, haría unos veinte años.

Se quedó mirándola con el corazón en el puño durante unos segundos, mientras Agatha agarraba un frasco y dejaba de mover la poción. Entonces se volteó hacia la otra mujer.

Era su tía Gaia, la mujer de tío Cetus —cuyo hijo iba a casarse próximamente con Nashira—, quien debía de andar sobre los treinta años, y observaba con recelo lo que Agatha hacía. Llevaba su oscuro cabello más corto de lo que Capella recordaba haber visto nunca.

—¿Has terminado ya? —preguntó con impaciencia, asomándose para ver mejor el caldero.

—Sí, está lista —confirmó Agatha, aspirando el aroma que emanaba—. Pero no creo que sea una buena idea, Gaia.

—¿Ah, no? ¿Qué harías tú en mi lugar, Agatha? ¿Qué harías si te hiciera lo mismo que a mí? —insistió Gaia, acercándose cada vez más a ella.

Agatha volvió la cabeza y vertió parte de la poción en el frasco, cerrándolo después.

—Con esta dosis será más que suficiente, no la malgastes. Sabes que es peligroso.

—Peligroso —repitió Gaia, con burla en su voz—. Peligroso es por lo que estoy pasando; algún día va a matarme de un arrebato. Espero que esto funcione.

Gaia arrugó la nariz y respiró profundamente, seguramente oliendo el aroma de la poción. Capella se removió en su sitio, inquieta, porque no estaba entendiendo nada. Se sentía sobrecogida, solo quería darle un abrazo a su madre, pero sabía que no era más que un recuerdo.

—Si alguien se entera, el menor de tus problemas será que te quemen del árbol familiar —le advirtió Agatha, y Gaia la miró con los ojos entrecerrados—. Es la verdad.

—Nadie se va a enterar. Nunca —dijo con seguridad—. Más te vale que así sea, porque eres la única persona que lo sabe. No tienes ni idea de lo que soy capaz de hacer.

—Oh, claro que lo sé —replicó con tranquilidad Agatha—. Estás trastornada desde hace años, Gaia.

Aunque pareció que ella iba a contestar, la mencionada tan solo alzó la cabeza, guardó el frasco con la poción en su bolso y se lo colgó del hombro. Se dio la vuelta y cerró la puerta tras de sí.

La escena cambió, ahora se encontraban en el salón de esa misma casa. Una discusión bastante acalorada entre Gaia y Agatha estaba teniendo lugar. Ambas se veían más mayores, debían de haber pasado lo menos cinco años.

Lo que más llamó la atención de Capella fue la tripa de embarazada de su madre, y se puso a cavilar sobre cuál de todos sus hermanos, o ella misma, se trataba. No le dio tiempo a pensar mucho, pues en un arrebato de ira, Gaia alzó la varita.

Apenas vio a sus dos abuelos —los padres de Agatha— entrando en la estancia, corriendo espantados, cuando sintió que algo la agarraba del hombro. Todo empezó a desvanecerse, y notó sus pies flotando antes de reaparecer en la habitación del pensadero, solo que en la actualidad.

—¿Por qué me has enseñado eso? —preguntó con confusión Capella, totalmente descolocada—. ¿Qué hacían tía Gaia y madre? ¿Y por qué discutían?

Eridanus le dedicó una mirada de gravedad antes de contestarle.

—Solo quería enseñarte el primero, no sabía que se había juntado con el otro... De todas formas, a mí también me faltan cosas por comprender, pero es uno de los recuerdos que madre dejó para que viéramos.

—¿Hay más? Quiero verlos.

—Todavía no —se negó Eridanus, guardando el botecito donde estaba antes.

—¡Pero quiero ver el segundo entero! ¿Atacó tía Gaia a madre?

—La tía Gaia nunca ha sido una mujer muy inocente. Pero hay más; cosas que todavía no puedes saber, no hasta que yo mismo me aclare.

—Si me las cuentas, puedo ayudar —replicó Capella, cruzándose de brazos—. O, al menos, explícame lo que acabo de ver.

—Está claro que madre preparaba Amortentia a petición de tía Gaia.

—Pero la Amortentia huele a lo que más le atrae a uno, y el profesor Slughorn nos enseñó una y la mía no olía a eso, sino a vainilla y...

—Piensa, Ella —la interrumpió su hermano—. Era el recuerdo de madre, oliste lo mismo que ella.

La pelinegra abrió un poco la boca, dándose cuenta de que era cierto. De alguna forma, le alegró saber a qué olía la Amortentia para su madre. Le hacía sentir más cercana a ella.

—¿Y por qué se la estaba dando a tía Gaia? ¿Tiene algo que ver con el segundo recuerdo?

—Cuando haya podido reflexionar sobre todos los recuerdos...

—¿No vas a enseñarme ninguno más?

Eridanus suspiró y negó con la cabeza.

—Sacarás conclusiones precipitadas, y ahora necesitas centrarte en estudiar y en seguir con Evan Rosier. Es mejor que hablemos de lo demás en verano, tendrás más tiempo y yo habré podido sacar algo más de lo que ya tengo. Ya has visto más de lo que pretendía.

—No me gusta que me ocultes cosas.

—Llevo ocultándote cosas toda la vida, Capella, no te engañes —le respondió él, a lo que su hermana frunció el ceño—. Se ha hecho tarde. Tenemos que volver ya.

Capella resopló y salió de la habitación con mal genio.

* * *

El último día del año llegó, trayendo consigo la fiesta de celebración del compromiso entre Capella y Evan. A la chica le ardía el estómago y le temblaban las manos mientras se vestía para la ocasión, con una túnica de gala de color rojo brillante. Capella adoraba ese color, pero, por alguna razón, sentía ganas de quitarse la túnica y cambiársela por otra. Evan le había dicho que le gustaba verla de rojo.

Miró en dirección a su mesilla de noche, donde descansaba el reluciente anillo que él le había dado. En cuanto se lo colocó en el dedo y se giró para mirarse en el espejo, volvió a sentirse de forma rara. Una extraña. Veía los rizos negros de su cabello cayendo por sus hombros y notaba un cosquilleo familiar, como si no llegasen a rozar la tela que los cubría.

Trató de quitarse de la mente esos pensamientos que siempre la acompañaban en los momentos más inoportunos. No tenía tiempo para eso, debía llegar puntual, su padre se lo había advertido. También le había comentado que no sabía por qué Evan quería casarse con ella, y que si no fuera pésima en Pociones habría pensado que le había dado Amortentia. Irónico, teniendo en cuenta lo que había visto en el pensadero días atrás.

No pasó mucho tiempo hasta que llegaron a la puerta de la casa de los Rosier. Dahlia fue quien les abrió la puerta, ataviada con una túnica rosa palo y su rubio pelo recogido en una trenza. A Capella le trajo una sensación de déjà vu, acordándose del día en que visitó aquella casa por primera vez, cuando sus padres todavía no sabían con quién la unirían en matrimonio. 

Estaba nerviosa y seguía sin estar de acuerdo en nada de todo aquello, pero era lo que pensaba que debía hacer. Dahlia los condujo hacia el salón-comedor, y Capella se percató de que Nashira se había alejado cuanto pudo de la chica. Por supuesto, no quería levantar sospechas, ni darle ninguna oportunidad a Capella de desvelar lo que había visto meses atrás. 

Evan la esperaba al lado de su padre, quien miró ceñudo a Capella desde el momento en que puso un pie dentro de la sala. Seguramente no le gustaba que su hijo fuera a casarse con alguien a quien tachaban de traidora, pero tampoco sabía las mentiras que Evan le habría contado para que aceptase. 

—Es un placer teneros aquí —les dijo la señora Rosier—. Enseguida llegará el resto de ambas familias y podremos empezar a cenar.

Fue una velada más bien incómoda. Capella se esforzó en no soltar ningún comentario indecente, pero a veces se trababa al hablar y veía cómo su padre apreta los puños por debajo de la mesa. Siempre había odiado que tartamudease cuando se sentía inquieta. 

Pero, en cuanto Capella miraba al frente y veía a Deneb, se recordaba por qué hacía todo aquello. Porque por ahora era su mejor opción. Eso era lo que Evan le había hecho creer, y se aferraba a ese pensamiento con tanta fuerza que le empezaba a hacer heridas por el cuerpo. Se le clavaban los pinchos mientras trataba de no soltarlo. 

—Ha ido bien —le comentó Evan, aproximadamente una hora más tarde. 

Capella estaba en un rincón de la habitación. Le dolía la cabeza porque su padre le había obligado a beberse dos copas de vino de saúco, ya que según él era de mala educación declinar una oferta. 

—Sí, supongo que sí —murmuró ella, abrazándose a sí misma y sin prestar real atención a lo que le decía. Habían puesto música y le retumbaba en la cabeza. 

—Tu padre está contento.

—Mi padre nunca está feliz. Solo le gusta que no sea un completo fracaso andante. 

Evan, por alguna razón, sonrió. Se acercó y le dio un corto beso en los labios, agarrándole de la cintura, y al terminar el beso no la soltó, sino que se colocó a su lado y rodeó con el brazo la parte baja de su espalda. Capella se tensó, pero trató de disimularlo, porque Deneb estaba mirando hacia ahí. Así que ella también esbozó una sonrisa, para que su hermanita no se preocupase. 

Al otro lado de la habitación, Nashira hablaba con primo Cetus, Eridanus y Leonor. De vez en cuando, la mirada de Nashira se desviaba hacia Dahlia, quien estaba al lado de su madre, hablando con Narcissa por obligación. Pero llegado un momento, Nashira había desaparecido, y tampoco había rastro de Leonor. Y Dahlia parecía más decaída que antes. 

Llegaron a casa un par de horas más tarde de que iniciara 1977. Un año nuevo que tenían por delante. Más problemas que se avecinaban.

Ojalá también alguna alegría. 






vale no os preocupéis porque es normal que no entendáis nada xdxd. quedan muchas cosas por explicar para que todo tenga sentido y mmm no puedo prometer que vaya a salir pronto. digamos que ha sido un adelanto :)

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