Cita médica !
Hacía exactamente treinta minutos había llegado al espacioso y lindo departamento que compartía con Chan, desde antes de que decidieran, felizmente, unirse en matrimonio.
Era un cálido lugar que ha sido testigo de cada uno de sus mejores y peores momentos juntos. Considerando que, para él, este era uno de los peores momentos que han atravesado a lo largo de toda su relación.
Recostado sobre la bonita isla de mármol de la cocina esperando a que la pasta para el almuerzo terminará de cocerse, se mantenía perdido en sus pensamientos, todos y cada uno de ellos rotando entorno al amoroso hombre de pelo rubio y atractivo delirante que tenía como esposo.
Ese mismo que estaba a nada de provocar la extinción masiva de todas sus neuronas.
Incluso era triste ver como su sillón favorito lucía tan organizado, limpio y desolado, siendo este uno de sus lugares favoritos de la casa para tener sus encuentros sexuales. Irónicamente, fue en ese lugar que se encontraron íntimamente por última vez, antes de que Chan diera un giro de 180° grados a toda su estabilidad sexual.
No lo juzguen. Después de todo seguía siendo un hombre con deseos y necesidades carnales, sometido al castigo diario de tener que ver cómo Chan se cambiaba descaradamente frente a sus ojos sin poder tocarle ni un solo pelo.
Todo esto solo contribuiría a que, próximamente, le salieran canas verdes en el culo por la desesperación.
Salió de su ensoñación al escuchar como el horno pitaba en señal de que el pollo que había metido a azar ya estaba cocido, se dió la vuelta y tomó los guantes de cocina térmicos sacándolo del horno, y sonriendo con satisfacción por el color y aroma exquisito que este tenía. Camino hasta la reducida, pero elegante mesa de caoba pulida y dejó la carne sobre este, devolviéndose al mismo tiempo para traer la pasta, uno de los mejores vinos que guardaban en su colección y dos copas.
Cuando ya había terminado con toda su labor culinaria, se recostó sobre el sofá liso con frente al gran ventanal que demostraba los enormes y elegantes edificios de la ciudad, distraído en como el sol iba bajando y las nubes reinaban en el cielo azulado.
En el momento en que se iba a levantar para tomar un baño antes de que Chan llegará, pateó accidentalmente su bolso haciendo que todo lo que tenía dentro se regará en el piso, pero recogiendo el desorden rápidamente.
Se agachó para tomar su teléfono, siendo eso lo último que faltaba por recoger, pero de inmediato notó la tarjeta con el número del consultorio que le había dado Jeongin horas antes, justo debajo de su teléfono.
Pensó que esa, probablemente, era una tonta señal divina que le gritaba la solución de todo ese embrollo.
Miró la tarjeta con detenimiento durante algunos segundos, tal vez minutos, dudoso y temeroso de lo que estaba apunto de hacer. Estaba nervioso porque no sabía qué decir o qué iba a pasar, eso no podía siquiera negarlo, pero se tranquilizaba a sí mismo sabiendo que lo hacía con tal de salvar su matrimonio antes de que fuera tarde.
Con un pequeño asentimiento y abultando sus labios en un inconscientemente puchero, tomó el teléfono entre sus manos y marcó sin dudar el número, colocándolo inmediatamente en su oído, sintiendo sus manos sudar mientras pasaba el primer pitido.
Siendo en el tercer pitido, que la llamada fue contestada.
— Consultorio del doctor Kim Seungmin ¿En qué le puedo ayudar? — al otro lado de la línea se escuchó una voz suave y animada, pero Felix aseguraría que no era de una chica.
— Buenas tardes, me gustaría programar una cita con el doctor cuanto antes, si es posible — dijo, envolviendo uno de sus suaves mechones de pelo en su dedo índice, un vano intento de distraerse de los nervios.
— El doctor Kim tiene una hora disponible para mañana a las cinco en punto de la tarde, ¿Le parece bien la hora? — preguntó el aparente recepcionista con amabilidad.
— Me parece excelente. Me gustaría programar de inmediato, por favor — dijo, sintiéndose levemente aliviado al saber que en esos horarios tendría tiempo de sobra. Salía una hora antes del trabajo, y Chan llegaba de su academia entrando ya la noche.
— ¿Me daría su nombre para ponerlo en la lista de espera, por favor? — escuchó como las teclas de un teclado eran presionadas con rapidez al otro lado de la línea.
— Sí claro. Lee Felix — dijo, mirando la hora en el reloj de pared, notando que no faltaba mucho para que Chan llegará.
— Todo listo, señor Lee. El acuerdo de pago se resolverá mañana cuando venga. Muchas gracias por solicitar nuestros servicios.
— Gracias a ti — agradeció mientras colgaba.
Se levantó del sofá al colgar la llamada, estando sorpresivamente más relajado consigo mismo, decidido a hablar con el psicólogo y que este le ayudará a ponerle fin a todos esos tontos problemas.
Felix bajó de su camioneta al llegar a la dirección que marcaba la tarjeta.
Parando frente a un establecimiento de un tamaño considerable, no muy grande, pero tampoco tan pequeño. Brillante y elegante en un color ladrillo rojizo, con puertas de cristal y el nombre del consultorio incrustado en letras doradas en la cima de la construcción.
Camino hasta las puertas balanceando las llaves de su auto en su mano, abriendo estás y adentrándose al establecimiento, siendo recibido por una ráfaga de aire frío producto del aire acondicionado haciendo contacto directo con su piel, suspirando agraciado al librarse del abrumante calor que hacía en las calles esa tarde.
Desde que puso un pie en ese lugar lo primero en notar fue la fachada de este, con paredes que variaba entre blancas y verdes, sillones de espera acolchados y un chico delgado tecleando concentrado en la computadora, quien volteó su mirada a la entrada inmediatamente escuchó el sonido característico que hacían los cristales al ser abiertos.
— Buenas tardes — dijo Felix, saludando tímidamente al chico delgado de sonrisa bonita en cuanto estuvo frente a él.
— ¡Buenas tardes! Usted debe ser Lee Felix, ¿Cierto? — dijo el chico, devolviendo amablemente el saludo al contrario.
— Es un gusto — dijo, estrechando su mano la cual fue recibida con un apretón.
— Lee Jisung, para servirle dijo Jisung, sonriendo — Él doctor Kim en estos momentos está con un paciente en el consultorio, pero esta apunto de salir. Se le avisará cuando pueda pasar — dijo el chico, brindándole una linda sonrisa.
No lo podía negar que él era muy atractivo.
— Muchas gracias, Jisung — dijo.
Se sentó en uno de los acogedores sillones para esperar pacientemente su turno. Tenía una hora para plantear su problema y que el doctor le brinde una posible solución. A decir verdad, no era mucho el tiempo que tenía disponible, contando con que esté pasaba sorprendentemente rápido.
¿Estaba preocupado? Definitivamente, ¿Se encontraba desesperado? Probablemente. Pero de lo que si era consciente es que, ninguno de esos sentimientos iba a evitar que siguiera adelante.
Tenía puesta en sus manos la oportunidad de resolver la mierda que lo ha estado manteniendo despierto desde hacía mucho tiempo. Por más que la duda lo rondará sin parar, eso no sería un impedimento para continuar.
Lo haría por él, y por Chan.
Unos segundos después de terminar de batallar con sus pensamientos, su teléfono sonó anunciando la llegada de una llamada. El nombre de su esposo brilló en la pantalla del dispositivo. En una milésima de segundo ya había contestado.
— Hola Channie. ¿Qué pasa? — sonrió por inercia cuando escuchó la bonita risa de su chico.
— Hola Lixie — dijo Chan — Sólo llamaba para preguntarte si querías ir a cenar conmigo más tarde. Extraño mucho salir a pasear juntos. Hace ya un tiempo no lo hacemos — se imaginó al menor haciendo un lindo puchero al otro lado de la línea y eso lo hizo endulzarse de ternura.
— Claro, cariño. Ahora estoy un poco ocupado con algunos pendientes, pero a las seis estaré completamente disponible para ti, amor — dijo, mirando a sus costados y luego al reloj, notando que faltaba un minuto para las cinco en punto.
— Nos vemos a las seis, Lixie — dijo, con dulzura palpando su voz.
— Nos vemos a las seis, Channie.
— ¿Lixie? - escuchó como el menor lo llamaba con suavidad.
— Dime, Channie.
— Te amo, mucho — dijo Chan.
Inevitablemente, las mejillas de Felix se colorearon a un carmín bastante notorio debido a su pálida piel al escuchar las palabras de Chan salir con tanta naturalidad y calidez.
— También te amo, Channie —dijo, colgando la llamada y guardando su teléfono. Levantó la mirada, chocando está inmediatamente con la avellana de Jisung, quien lo veía con una sonrisa cálida.
Justo cuando iba a comentar algo al respecto, escuchó como una puerta era abierta y del consultorio del doctor salió un chico de alta estatura, piel acanelada y cabello rubio cenizo, con una sonrisa de cajita adornando su bonito rostro.
— Hasta luego, Jisung — dijo el chico de cabello cenizo, caminando hacia la entrada.
— ¡Que le vaya bien, joven Taehyung! - dijo animadamente el secretario.
Todo volvió a estar en silencio por un corto período de tiempo, hasta que el teléfono del consultorio sonó y Jisung lo contestó, volteando a verlo inmediatamente.
— Señor Lee, el doctor Kim lo espera en el consultorio — dijo sonriendo, para luego colgar y volver a lo suyo.
— Gracias — agradeció el pálido dirigiéndose a la puerta del consultorio, tocando la puerta con delicadeza y recibiendo al momento como respuesta un pequeño "pase" del otro lado.
Uff... Aquí vamos.
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