CAPITULO 14
PERVERSION.
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Ilenko Romanov.
El agua me empapa la cabeza y abro la boca en la regadera queriendo pasar el sabor de esa puberta «Me asquea».
Me asquea que toque mi
miembro mientras cree que duermo, me repugna que sus labios toquen los mios y me las va a pagar.
Salgo secándome la cara con la primera toalla que encuentro en tanto saboreo el sabor de su sexo.
«No debí hacer eso».
No tenía que pasar mi órgano degustativo por esos
pliegues hinchados.
La herida duele cada que camino, sin embargo, no le doy importancia queriendo cerrar la ventana de mi alcoba ya que las cortinas claras están
cerradas, pero el panel está abierto.
La risa traviesa que viene de afuera deja el intento a medias.
La menor de las James está con una pala apartando la nieve, tiene puesto el uniforme al igual que esas estúpidas medias las cuales le llegan a la mitad de los muslos.
Lleva la herramienta de aquí para allá cuestionando el porqué de estar observándola.
Sus tonterías con Vladimir me asquean.
Aparta la nieve como si fuera un estúpido juego, la matriarca le ordena que entre y ella obedece encaminándose a la casa.
Cierro el panel sujetándome la herida mientras abro la cajonera, saco lo que necesito destapando el frasco de crema de avellanas la cual le meto el dedo llenándome la boca.
«Debí dejar que Maxi la matara».
Repito la acción tres veces más degustando la crema que se pega a mis molares, vuelvo a meter el dedo, pero…
Tiro el frasco en el cajón cuando tocan a la puerta haciendo que me meta a la cama limpiando la evidencia.
—Adelante —demando serio.
Maxi entra con una gruesa chaqueta.
—¿Cómo estás? —pregunta.
—¿Cómo me ves? —pregunto— Apuñalado por mi hijo menor.
Se adentra en la alcoba.
—Ya te dije que lo siento, iba a matar a esa perra y tú te metiste — reclama—. De hecho, si me dejas que acabe la tarea...
—Ahora no quiero hablar de esa puberta —esclarezco.
Mueve la cabeza en señal de asentimiento.
—Vengo a hablarte de Zulima —empieza.
—¿Qué pasa con Zulima? —indago— ¿Te reclamó tus constantes maltratos hacia Kira?
—A las sumisas no les interesa mi vida privada —se defiende
— ¿No crees que ya va siendo hora de que la cambies?
—No, no va siendo hora.
—Parece que fuera a reemplazar a madre—insiste y no digo nada.
Estos temas son míos y de nadie más.
—Tú no lo harías, ¿Cierto? No le darías el lugar de madre a otra.
—Creeme que ese lugar no pienso dárselo a nadie —aseguro con firmeza.
Sonya era la alegría de Maxi y Vladimir, en especial de mi hijo menor que no se le despegaba nunca.
Ella tenía 20 y yo 16 cuando mi padre me la ofreció despertando mi gusto por las mujeres maduras.
Las sumisas con las que me codeo tienden a estar en mi misma línea,
puedo decir que las prefiero con un par de años más o por mucho tres menos.
De ahí para allá nada.
Siento que no se tiene ni madurez, ni experiencia.
—Buenos días —Vladimir entra a la alcoba levantando a Maxi de inmediato y alzando la llama que me quema y me hace burbujear la sangre, ya que la puberta malcriada entra con él sosteniendo una charola con
material de enfermería.
—Vengo a revisarte la herida —me dice Vladimir.
Emma se corre apartándose de Maxi y mi primogénito se sienta en la orilla de la cama.
En nuestro apellido tenemos la costumbre de curarnos
entre nosotros mismos.
—Acércate —le pide Vladimir a su esclava.
Me niego a verle la cara a esa niña después de lo que hice, «No sé qué me pasó». No ando con esos impulsos de gente idiota.
Recuerdo la hinchazón y
el enrojecimiento de su sexo y termino palmeteando la cara de Vladimir resaltando el hecho de que siempre esté pendiente de mí.
Desde los diez años se ha empeñado en cuidarme la espalda a como dé
lugar.
—¿Has tenido fiebre? —pregunta preocupado.
—No, de hecho me siento mucho mejor.
Dejo que corra la sábana. La herida está sobre la V que se marca en mis caderas y el ambiente pasa de castaño a oscuro con ella mirando lo que hace mi hijo que baja más asegurándose de que no tenga la zona inflamada.
«¿Quieres ver otra vez?»
¿Tocar abusivamente como ayer?».
Vladimir moja el algodón para la limpieza y ella me repara de reojo con la bandeja en
la mano.
—Se ve bien —me dice Vladimir—. Fuerte como siempre.
Se pone en pie dejando lo que usó en la charola haciendo que aparte la cara cuando besa a la chica.
—Estaré por fuera todo el día —me avisa—. La Yakuza y Phillippe quieren tratar algunos asuntos.
—¿Viajarás?
—No, volveré en la noche.
—Entiendo.
Sujeta la cintura de la niñata llevándosela con él y saco de nuevo el frasco con crema llenándome la boca con cantidades exageradas.
«Esa perra me tiene harto».
No logro concentrarme en las noticias y dormir es lo único que hago.
El analgésico para el mal genio se acaba y paso las manos por mi pene endurecido evocando lo que hice.
Maxi me avisa que saldrá con Kira, no soporto estar más en la cama así que me coloco una sudadera y vaqueros
saliendo a dar una vuelta.
Abrocho los guantes de cuero, estoy herido, pero no le doy importancia; para ganarme el respeto de la Bratva tuve que correr con heridas peores,
como pelear con el hombro dislocado o con un un tiro en el pecho.
Para mí tener dolor es como ponerse ropa «Algo común».
Por ello, no camino despacio, ni soy sutil a la hora de bajar la escalera. Se me sueltan los cordones de las zapatillas y me dispongo a amarrarlas.
—¡Oiga, no puede agacharse! —dicen en pleno vestíbulo y volteo a ver si
le están hablando a otro porque no creo que esa puberta tenga el descaro de
hablarme a mí.
Pero si, me está hablando a mí y el que acorte el espacio me lo confirma.
La mirada azul es algo que impresiona siempre, mantiene el contacto visual por un par de segundos antes de bajar a atarme las agujetas como si no fuera el cabecilla de la mafia que la tiene secuestrada.
La mera cercanía oscurece la situación y me termino apartando en busca
de aire fresco.
«Me da mal sabor de boca».
Camino por los alrededores. Se puede decir que en la mafia, la balanza entre la FEMF y la mafia está en un punto medio lanzando granadas por parte.
El siguiente paso es lo que debe estar planeando Vladimir con Phillippe.
Ya nos cargamos a dos cabezas importantes, ¿Quién es el siguiente? No tengo ni idea, pero sé que lo voy a disfrutar.
Con el cuerpo oxigenado regreso a la fortaleza cuando empieza a nevar.
Los empleados ya no están y solo hay uno que otro Voyeviki rondando el área.
La propiedad Romanov es impenetrable, primeramente porque llegar ya es un lío.
Entro a la cocina buscando la crema en las gavetas sin hallar nada, reviso en la nevera y en los cajones de abajo, pero tampoco.
Me relajo junto a la chimenea, alguien sube y baja constantemente y no
tengo que voltear para saber quien es, ya que rebuscan no sé qué causando ruido y corriendo aquí y allá como si tuvieran mucho afán.
Por el rabillo del ojo veo como recoge los velones decorativos del estante de copas, ¿Qué hace? Sube y no vuelve a bajar por un largo tiempo.
Vladimir no llega todavía, así que me voy a la segunda planta en busca de mi alcoba, pero mis oídos se inundan con la suave melodía que ronda en el;pasillo, «Algo no muy común aquí».
Avanzo, pero me detengo al notar que
la música viene de la habitación de Vladimir.
¿Es que ya llegó y no me di cuenta? En vez de continuar poso la mano en la perilla que cede, «A ella le gusta espiar, pues a mi también», y esta es mi casa.
Huele bien, ¿Chocolate? El olor viene de la mezcla que ella tiene en el cuerpo acostada con los ojos vendados, trago saliva dando un paso más, cerrando y asegurando la puerta de la alcoba de mi hijo.
El entorno está iluminado con los velones y me quito los guantes acercándome más.
—¿Soy un postre bonito, Vlad? —pregunta sonriente.
La rabia me corroe... ¿Postre? A Vladimir no le gusta el postre, ni el dulce.
Clavo las palmas en la cama y se me aliviana la saliva con la imagen de su sexo untado de chocolate.
Lo tomo metiendo los dedos y ella se quita la venda de inmediato.
—¿Me dices que no manipulas con esto? —muevo los dedos en su interior—. Dime, ¿Qué estabas por hacer?
Atrapo su boca antes de que conteste con un beso cargado de rabia, de morbo y desespero en tanto sigo tocando abajo.
—¿Qué ibas a hacer? —rozo mi nariz con la suya— ¿Te ibas a acostar con él?
Me relamo los que recogí y muerdo sus pezones antes de bajar a comerle el coño como un maldito desahuciado, lameteando esa zona sensible untada de lo que me más me gusta.
Es tan pequeño, denotando una inocencia que golpea la moral, sin embargo, el golpe no me detiene.
—Abre tú —demando—. Muéstrame lo que voy a lamer.
Inclina la pelvis separando los pliegues mostrandome el sexo rosaceo que brilla por la mezcla de sus fluidos y mi saliva, arremolino la lengua en dicho lugar antes de morder despacio.
Varios temblores la abarcan y lo tienebtan delicioso que me olvido de negarle el placer del orgasmo, por el contrario, me prendo más y más lameteando y chupando hasta que se arquea soltando jadeos descontrolados.
—Te has corrido en la boca de este mafioso de mierda —la beso por encima perpetuando el sabor que tanto quería borrar.
No sé qué demonios me pasa, pero de un momento a otro me veo soltando la correa del vaquero.
Medio me aparto para quitarla y atrapo sus manos con ella, sacándola de la cama y poniéndola de rodillas.
—Quiero hacerte tantas cosas —tiro de la correa hablándole al oído—.Pero hoy no te voy a castigar, te voy alimentar con esto.
Me enderezo sacando el capullo enrojecido que llevo a su boca, no sabe como hacerlo obligándome a sujetarle el cabello mientras la guío
metiéndosela gradualmente.
—Abre más —pido—. Baja la lengua y chupa…
Menuda vida de mierda que me hace llevarla de adelante hacia atrás follando su inocente boca.
Le doy tregua para que pase saliva y la pongo de nuevo tensando los muslos con la imagen que me brindan esos ojos hambrientos de mí.
El calor se distribuye a lo largo de mi cuerpo mientras sostengo la playera apartando la vista ¿Qué estás haciendo Ilenko Romanov? Te estás dejando chupar el miembro por una cría de 18.
Cría de piel de porcelana y boca de ensueño.
Cría de cabello oscuro, piernas esbeltas y coño dulce.
Se ahoga con mi falo cuando empleo demasiada fuerza y la saco rápido derramándome por fuera, no sabe de esto y yo ando con unas mierdas no
dignas de alguien con mi cargo.
Mira lo que le cayó en el hombro y la levanto quitándole mis fluidos mientras tose.
—Tienes que respirar antes de engullir —sujeto el rostro enrojecido—. No respirar mientras engulles.
Se le enrojece la cara como si le diera mucha vergüenza.
— Pero estuvo bien —culmino soltándole las manos.
—Ah, no mientas —se molesta y le tomo la cara advirtiendo que cuide la forma de hablarme.
—Cuida tu tono ved´ma —la acerco—. Porque ganas de castigarte no me faltan.
La muevo.
—Tienes que aprender a hablarle a los que están sobre ti —espeto— ¿Lo entiendes?
—Todavía no ha estado sobre mí —contesta.
—Ni lo estaré —le hablo al oído—. Yo que tú me cuidaría, porque nonquiero que el Underboss esté tampoco, así que ve cambiando de estrategia de supervivencia alejando a mi hijo. Deja de meterlo en tus redes.
—No lo estoy metiendo en ningún lado.
—A mi no me engañas Emma —acaricio su boca—. No te metas con él ni conmigo porque lo vas a lamentar.
—No le temo a la amenazas —retuta.
—Pero si a los castigos, asi que hazme caso —me saboreo su escencia— No nos pongamos a jugar, porque ambos sabemos quien va a perder.
Me alejo, no estoy jugando; Una James no va a estar al lado del Underboss de la mafia roja.
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ESTE LIBRO ES TOTALMENTE DE EVA MUÑOS
NO ES MIO, NINGUNO DE LOS PERSONAJES MENCIONADOS SON MIOS
SOLO LO VOY A COMPARTIR PARA QUE SE PUEDE LEER MEJOR Y PODAMOS DISFRUTAR DE ESTA HERMOSA HISTORIA DE EVA MUÑOS
AUTORIA DE EVA MUÑOS
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