Cap. 30: Alguien para tí.

Sarada estaba llorando desconsolada en los brazos de su amiga quien se tiró al suelo para estar a su altura y consolarla.

Cho-cho: Eso amiga... déjalo salir. Todo lo que te hace mal por dentro.

Sarada: ¡Quiero morirme! ¡Todo me sale mal!

Su carita estaba desfigurada de tanto llorar.

Cho-cho: No digas esas cosas, Sarada.

Sarada: Todos los que se me acercan mueren o sufren. Y para peor, voy a traer al mundo a un niño sin padre y del cual nunca me enamoré! ¡Quiero estar con Boruto! ¡Lo extraño tanto!-estaba estirándose de los pelos desesperada.

Temblaba de la impotencia.

Su amiga no sabía que decirle.

La situación era tan mala y delicada que ninguna palabra se ajustaba al momento.

Sarada: ¡¿Qué voy a hacer?! ¡No estoy preparada para ser madre!

Cho-cho: ¡Sarada, cálmate por favor! ¡No estás obligada a serlo! ¡No estás obligada a tener ese bebé!

Sarada: ¿De qué hablas?

Cho-cho: Ninguna mujer debería estar obligada a ser madre. Tu tomas las decisiones sobre tu cuerpo.

Sarada: ¿Hablas de interrumpir el embarazo? ¿Pero eso no estaría mal?

Cho-cho: Mal está traer al mundo a un niño sin una familia que le de amor. Es verdad, no estás preparada para ser madre. Estás atravesando momentos muy difíciles. Eso solo perjudicaría a cualquier niño. La vida no es cuestión de nacer y ya...

Sarada: No lo sé Chou...-limpiándose las lagrimas con un pañuelo pero sin éxito por el gran caudal.

Cho-cho: Y es normal que no lo sepas. Es una discusión muy polémica y una decisión importante. Pero te prometo que voy a estar contigo apoyando tu decisión, sea cual sea. Si decides no tener ese niño, no permitiré que te sientas ni sucia ni una mala persona. Y si decides tenerlo, pues ese niño tendrá dos mamás.-mientras la miraba a los ojos y le sonreía.

Cuando la Uchiha se preguntó el día de ayer en el vagón del tren si había alguien para ella, no imaginó que sería su amiga Cho-cho quien siempre estaría a su lado.

A pesar de distanciarse y de no comportarse como la mejor amiga, tenía una persona incondicional para ella.

La miró y algo de esperanza le volvió al cuerpo.

Cho-cho: A todo esto... ¿Hiciste test de embarazo?

Sarada: No. Solo los vómitos y la regla que no me baja. Estuve tan estresada que ni siquiera lo registré.

Cho-cho: Vamos a ver a Shizune-san. Primero aclaremos las cosas. Luego pensamos la solución.

La ayudó a secarse las lágrimas, peinarse un poco y se pusieron de pie camino al hospital.

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Boruto estaba siendo transportado hacia el Castillo Hozuki en una caja metálica que lo contenía.

Dentro, atado de manos, pies y con la boca y ojos vendados.

Ambos guardias que manejaban el carruaje se detuvieron a un lado del camino.

Guardia 1: Voy a mear.

Guardia 2: De acuerdo. Yo tomaré algo de agua mientras.

El rubio comenzó a hacer ruidos hasta que el segundo guardia abrió una pequeña rejilla de la caja metálica y le sacó el paño que le ocluía la boca.

Boruto: ... ahh... ahhh... agua... por... favor...

Guardia 2: ¿Quieres agua?

El rubio estaba exhausto. Jadeando.

Guardia 1: ¿Por qué hablas con este monstruo?

Guardia 2: Dice que quiere agua.

Boruto: por... favor... ahhh...

El primer guardia cogió una botella con agua y la destapó.

Metió toda el agua en su boca y luego se la escupió en la cara el chico.

Dejando al rubio aún con sed.

Guardia 1: El agua es para las personas. No para los monstruos.

Guardia 2: Bien dicho.

Le taparon nuevamente la boca, cerraron la rejilla de la caja metálica para continuar el camino.

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La Uchiha sentada en la camilla del consultorio y su amiga parada a su lado vieron entrar a la lider del Clan Yamanaka.

Ino: ¡Sarada, mi niña! ¿Cómo estás? Chocho me avisó de tu llegada y cuando vine a mi sesión de psicoterapia escuché que estabas aquí.

Sarada: Hola Tía. Estoy algo estresada por todo lo que me estuvo sucediendo. Imagino que te habrás enterado...

Ino: Sí pequeña. Lo siento mucho...

Abrazó a su sobrina y se le humedecieron los ojitos a ambas.

Sarada: ¿Tu cómo estás? Me alegra saber que haces terapia psicológica. Es muy importante para la salud.

La rubia suspiró y comenzó a hablar.

Ino: No voy a mentirte. Tengo mis momentos. A veces recaídas muy fuertes y en otras parezco una mujer superada.

Desde que perdió a su marido e hijo a manos de Jigen, Ino abandonó la labor de ninja, ya no preside el clan Yamanaka y hasta incluso sufre de una incapacidad para utilizar su técnica de control mental.

Sarada: Quiero que sepa que estoy para lo que me necesite. Usted también es mi familia.

Al decir eso último, ella apretó la mano de su amiga Chocho.

Ino: No sabes cuanto me alegra verte. Hace tiempo no me sentía así.

Se abrazaron una vez más y la rubia se dirigió a la puerta.

Ino: Mi sesión está por empezar. Me voy, pero podríamos comer algo las tres algún día de estos.

Sarada: ¡Me encantaría Ino-san!

Su tía sonrió y salió por la misma puerta que ingresó la directora del hospital.

Shizune: Bueno Sarada, puedes esperar aquí o volver en unas horas a por los resultados. El laboratorio está colapsado por una epidemia de una enfermedad desconocida hasta el momento...

Sarada: No se preocupe Shizune-san. Iré a la oficina del Hokage. Hay algo que quiero hablar con él...

Shizune: De acuerdo. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarte pequeña? Imagino que debes estar muy preocupada...

Sarada: A decir verdad, lo estoy. Pero no se preocupe sensei. Estaré bien.

Le sonrió de manera genuina.

Saber que contaba con su apoyo y el de su amiga la hacía sentir protegida.

Ahora, era tiempo de hablar con el Hokage...

Entró sin golpear.

Bastante enojada.

Allí dentro se encontraban Kakashi, Shikadai y los consejeros de la hoja Homura Mitokado y Koharu Utatane, ya muy ancianos.

La pelinegra ingresó seguida por su amiga y posó sus ojos en en el Hokage.

Sarada: ¡¿Qué mierda se supone que haces?!

Konohamaru: No puedes entrar a la oficina del Hokage sin previo aviso. Si quieres una cita, arréglalo con las secretarias de la planta baja.

Sarada: ¡Sensei! ¡¿Por qué haces esto?! ¡¿En verdad todos ustedes creen que Boruto es culpable?!

Kakashi: Sarada, casi todo lo mundo lo vio con sus propios ojos. Claram...

Un fuerte golpe en el escritorio del Hokage generó silencio.

Konahamaru: Por favor, Rokudaime.

Con un ademán le pidió que haga silencio.

Se puso de pie frente a Sarada y la miró con enojo.

Sarada: ¿Qué? ¿Ahora me vas a traicionar y encarcelar a mí también por no estar de acuerdo?

Konohamaru: Suficiente.

Hizo unos sellos manuales y puso su mano el el suelo.

Tanto él como la Uchiha se desvanecieron y cayeron en el Monte Myoboku a través de una invocación inversa.

Sarada: ¿Por qué me traes aquí? ¿No puedes hablar en frente de tus perros falderos?

Konohamaru: Ahora me vas a escuchar, Sarada...

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El rubio había llegado a la Prisión de Sangre.

Todos los reclusos nuevos fueron puestos en fila en el patio principal.

Caía una pesada lluvia sobre la cabeza de todos los presentes.

De hecho, desde que habían llegado a las inmediaciones del lugar llovía sin parar.

Esperaron en silencio hasta que una mujer de estatura media, pelo rizado y grandes ojos se apareció frente a ellos y caminaba con los brazos en su espalda.

Kahyō: Mi nombre es Kahyō y soy la coordinadora de esta prisión.

El ruido de las botas negras de la mujer contactando con el suelo era lo único que interrumpía sus palabras.

Kahyō: Todos ustedes están aquí porque son escoria. Delincuentes del más alto calibre.

Boruto: Yo soy inocente.-interrumpiendo el discurso.

Esta actitud enfadó a la mujer que miró a uno de los guardias y le hizo un gesto facial.

El hombre se acercó desde atrás y pateó al rubio en los tobillos haciéndolo caer al mojado suelo.

Kahyō: Tu eres Uzumaki Boruto... el asesino del Señor Feudal del País del Fuego. Tu cabeza ha de valer una fortuna ¿lo sabes?

Él la miró de reojo con molestia mientras el guardia lo sostenía contra el piso, mojándole todo el rostro.

Kahyō: Debes estar agradecido de estar aquí. Afuera de estas murallas deberías vivir como una rata escapando de las fuerzas de seguridad de cada país y de los cazarrecompensas que se encuentren fuera de estos...

Boruto: ¿Por qué no me liberas y lo comprobamos?

El guardia intensificó el agarre sobre el rubio, haciéndolo gritar de dolor.

Kahyō: Cualquiera de ustedes puede intentar escapar. Tan solo mira la puerta principal. Siempre está abierta.

Todos los reclusos voltearon a ver por dónde enteraron y era cierto.

La puerta siempre estuvo abierta de par en par.

Kahyō: Cualquiera de vosotros puede escapar...

Mientras la mujer hablaba, uno de los delincuentes quizo escapar corriendo por la puerta principal.

Pero la coordinadora de la prisión con un movimiento de manos, convirtió la lluvia que rodeaba al hombre en unas gruesas dagas de hielo que lo atravesaron matándolo casi al instante.

Kahyō: ... pero si lo agarro... está muerto...

Sonrió dulcemente y comenzó a caminar en dirección a la prisión.

Kahyō: Lleven a cada uno a su celda. Y explíquenles como son el resto de las cosas aquí...

A cada recluso le aplicaron un sello que los imposibilita en usar chakra y fueron metidos a la fuerza dentro de la prisión por los guardias.

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Konohamaru: Ahora vas a escucharme Sarada...

Sarada: ¡Lo único que quiero escuchar es la explicación de por qué se comportó como una mierda con su propio alumno durante el juicio! ¡¿A caso ya olvidó que se trata de Boruto?!

La Uchiha tenía el sharingan activado.

Estaba incluso preparada para pelear contra su maestro.

El Hokage se acercó hasta ella y se le abalanzó.

Pero para abrazarla.

Konohamaru: ¡No tienes idea lo doloroso que fue para mí tratar a Boruto como un asesino!

Sarada: ¡¿EHH?!

Él empezó a llorar mientras se disculpaba.

Konohamaru: ¡Yo sé que Boruto no haría algo así! ¡Alguien más está detrás de esto!

Sarada: ¡¿Y por qué hace toda esta pantomima, Sensei?!

Konohamaru: Porque todo el mundo cree que Boruto es el culpable. Si estamos de su lado abiertamente, nos pasarán por alto en la toma de decisiones. Y lo que más quiero es traerlo de regreso aquí. Pero para ello debemos ganar la confianza de los otros países y el juez.

Sarada: Pero... el Rokudaime... Shikadai... todos nuestros amigos...

Konohamaru: Todos lo vieron con sus propios ojos. Todos piensan que fue Boruto siendo controlado por el Ootsutsuki. Pero yo tengo una información útil.-levantando el dedo y con un foquito de luz sobre su cabeza.

Sarada: ¿De qué se trata?

Konohamaru: El día anterior a todo este incidente, Boruto y yo vimos a un sujeto que se infiltró en la aldea suplantando una identidad.

Sarada: ¡¿Pero cómo burló el sistema de detección de chakra?!

Konohamaru: Por lo que inferimos, tiene una técnica para copiar exactamente el chakra de sus víctimas.

Sarada: ¿Pero eso significa que Boruto estaría muerto...?

Konohamaru: Mhhh no necesariamente. No sabemos como funciona esa técnica. Pero según el informe del Rokudaime, Boruto fingía no saber nada al respecto. Esto se explicaría porque es el Boruto real.

Sarada: Le tendieron una trampa...

Konohamaru: Así es...

Sarada: ¡Pero debemos decir todo esto y aclarar el asunto! ¡En este momento podrían estar torturando a Boruto en el Castillo Hozuki!

Konohamaru: Lamentablemente no tengo ninguna prueba fehaciente, Sarada. Solo nos tomarían por amigos del culpable tratando de liberarlo. Lo que yo quiero es ganarme la confianza de los demás países y el juez, para que dejen a Boruto encerrado en Konoha. Aquí tenemos la certeza de no lastimarlo a pesar de estar cautivo.

Sarada: Ya veo... ¿y por qué me trajo hata aquí para decirme esto?

Konohamaru: Lamentablemente solo eres tú en quien puedo confiar. Sé que tu protegerías a Boruto de cualquier cosa, esté bien o mal...

La pelinegra se llevó la mano al corazón pensando en su rubio.

Quería vomitar otra vez.

Pero no sabía si era por el crío o el dolor que le generaba toda la situación.

Sarada: ¿Qué hay de Mitsuki?-preguntó exaltada recordándolo.

Konohamaru: Lo envié de misión y aún no hablamos sobre el tema como para saber que piensa.

Sarada: O sea que solo estamos nosotros dos contra el resto del mundo...

Konohamaru: Me temo que sí pequeña.

El sensei le revolvió el cabello a su alumna.

Sarada: ¿Y cómo es que puedo confiar en usted?

Konohamaru: Porque no tienes otra opción. Y yo tampoco. No podemos hacerlo solos. Pero jamás dejaré que Boruto muera. Le prometí a mi mejor amigo y maestro, el Nanadaime, que cuidaría de él aunque me cueste la vida.

Los ojos de Hokage se cristalizaron dispuestos a llorar una vez más.

Sarada decidió creer sin más preámbulos.

Todo tenía sentido.

Sarada: ¿Y qué hacemos ahora?

Konohamaru: Seguir el juego. Trataré con el tiempo y las reuniones de actualización de la situación ganar la confianza de los demás países y el jurado para traer a Boruto de vuelta a la aldea, aunque sea como prisionero.

Sarada: Pero en todo este tiempo deben de estar torturándolo para sacarle información que realmente no conoce. Aún piensan que secuestró a la sacerdotisa.

Konohamaru: Lo sé... pero de momento no hay nada más que podamos hacer...

Sarada: De acuerdo.

Konohamaru: ¿Sin rencores?

Al hokage le dolieron en el fondo del alma las palabras de la Uchiha.

Sarada: Por su puesto Hachidaime. Lamento las cosas horribles que le dije. Yo no sabía...

Konohamaru: No te preocupes. No hay tiempo para eso. Debemos ponernos manos a la obra, pero también ser pacientes.

Le dedicó una sonrisa tranquilizadora a ella.

Konohamaru: Ahora volvamos...

Sarada: ¡Espere!

Konohamaru: ¿Qué sucede?

Sarada: Debemos hacer creíble todo esto del encuentro aquí. Para quienes estaban presentes en su oficina cuando nos fuimos.

Konohamaru: ¿Y qué tienes en mente?

Sarada: Golpéeme, sensei.

Konohamaru: ¡¿Estás loca?! ¡¿Cómo voy a golpear a mi propia alumna sin que puedas defenderte?!

Sarada: Sensei, debemos hacer esto lo más profesional posible si queremos ganarnos la confianza de los consejeros y el Rokudaime. Ellos son el primer paso. Usted vio la facilidad con la que e Rokudaime convenció al juez de la sentencia de Boruto...

Konohamaru: Es verdad... de acuerdo. Déjame golpearte el estómago. Cuando volvamos te verán en el suelo sin aire y nos creerán.

A la Uchiha se le pusieron los pelos de punta por la situación personal que atravesaba.

Sarada: ¡EL ESTÓMAGO NO!-gritando desesperada.

Konohamaru: ¿Eh?

Sarada: ¡Esteeee... mejor golpéeme el rostro! Un ojo morado no se puede disimular.

Konohamaru: Es verdad. Aunque es más fuerte para mí golpearte en el rostro.

Sarada: Ambos sabemos que esto no tiene nada personal, Sensei. Lo hacemos por el bien común...

Konohamaru: De acuerdo... Aquí voy... ¡Discúlpame, Sarada!

La pelinegra se quitó sus gafas y recibió el puñetazo del Hokage en el ojo izquierdo.

Konohamaru: ¿Cómo te encuentras?-mientras la ayudaba a levantarse.

Sarada: Aunque no lo crea, mejor que durante el juicio...

Konohamaru: A mí también me puso muy mal toda esa situación. Y todo lo que le dije. Boruto debe odiarme...

Sarada: Cuando le expliquemos todo luego de sacarlo de allí lo entenderá, Hachidaime.-calmándolo con una mano en su hombro.

Konohamaru: ¿Volvemos?

Sarada: ¡Sí!

Mediante invocación inversa ambos volvieron a  la oficina de Sarutobi.

Todos vieron a Sarada con un gran moretón en el ojo.

Koharu: ¡Vaya que resultó ser estricto el Hachidaime! Está haciendo un buen trabajo aleccionando a los jóvenes.

Homura: Eso sin dudas no lo aprendió de su abuelo, jeje...

Konohamaru: Cada error profesional que cometen mis alumnos es mi culpa y debo responsabilizarme. Por mas que la situación no me guste.-apuntando a la joven golpeada.

Koharu: Está haciendo un excelente trabajo, Hachidaime. Tiene todo nuestro apoyo.

Sarada solo miraba a su maestro con resentimiento mientras su amiga se acercaba a ver como estaba su herida.

Konohamaru: Ahora márchate, Sarada. Solo puedes volver aquí si yo te solicito.

La Uchiha se dio media vuelta y se marchó.

Su amiga, sin mediar palabra salió junto a ella.

Chocho: ¡¿Qué sucedió?!

Sarada: Preferiría no hablar de eso. Ahora necesito que me acompañes a buscar el resultado de la prueba de embarazo ¿puedes hacerlo?

Su amiga la tomó de la mano y entrelazó sus dedos.

Chocho: Sí.

Se sonrieron y se dirigieron al hospital.

Allí esperaron pacientemente a la directora del hospital en uno de los consultorios.

Sarada sentada en la camilla y Chocho en una silla a su lado.

Tratando de matar los minutos hablando de trivialidades hasta que vieron ingresar a Shizune.

Shizune: ¡Sarada! ¡Ya tengo tus resultados!

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