Cap. 3: Natalicios.
La habitación de hospital estaba totalmente iluminada por los rayos del sol.
Cho-cho e Ino se encontraban una a cada lado de la cama donde Sarada se recuperaba. Se encontraba dormida.
Cho-cho: ¿A caso hemos hecho algo mal para que todo terminara así?
Ino: Creo que no debemos pensar en eso. Lo mejor será comprender que no debemos rendirnos con ella. Demostrarle que la amamos y que realmente es importante en nuestras vidas.
Lagrimeando, la morena asintió con la cabeza ante las sabias palabras de la líder del Clan Yamanaka.
Tsunade abrió la puerta e ingresó a la habitación.
Tsunade: Buenos días señoritas.
"¡Buenos días Godaime!" dijeron ambas al unísono y poniéndose de pie.
Tsunade: Basta de formalidades por favor ¿han notado algo raro en ella?
Ino: No. Está descansando de esta forma desde que llegamos aquí.
Quizá fueron sus voces o el ruido de la puerta al cerrarse lo que despertaron a la Uchiha.
Abrió lentamente los ojos y se quejó por el malestar.
Sarada: ¿Dónde... estoy...?
Tsunade: De vuelta en la habitación 15 señorita.
La mejor amiga de la muchacha le colocó los lentes para que pudiera ver mejor.
Una vez que observó todo a su al rededor, bajó la mirada hacia el suero que le habían conectado nuevamente.
Conectado.
Conectado...
¡Conectado!
Sarada: ¡BORUTO! ¡¿Qué sucedió con él?!
Trató de zafarse a toda costa de los agarres de Cho-cho e Ino.
Tsunade debió intervenir para calmarla.
Tsunade: ¡Sarada! ¡Cálmate por favor! ¡Boruto está vivo!
Las palabras de la rubia calmaron a Sarada como por arte de magia.
Sarada: Pero... ¿se encuentra bien?
Tsunade: En estos momentos le están haciendo exámenes para determinar si el tiempo que estuvo sin el respirador le causó muchos daños a nivel cerebral y cardiopulmonar.
La Uchiha volvió a bajar la mirada. Esta vez hacia las sábanas.
Ino: ¿Tú cómo te sientes cariño?
Sarada: ...
Cho-cho: Sarada...-dijo la Akimichi tratando de acariciar su hombro.
La Uchiha rápidamente evitó el contacto de su amiga.
Seguía sin mirar a ninguna de las tres mujeres allí presentes.
Ino: Comprendemos si lo que quieres es estar sola. Volveremos a visitarte otro día.
Ambas se pusieron de pie y se marcharon en silencio.
Tsunade: ¿Hay algo más que quieras saber sobre Boruto?- dijo cuando solo ellas estaban en la habitación.
La Uchiha miró hacia el otro lado y comenzó a acariciarse el brazo izquierdo.
Sarada: ... no...-de manera casi imperceptible.
Los días pasaban y Sarada no quería entablar conversación con absolutamente nadie.
Solo lograban captar su atención con alguna noticia sobre su amigo en coma.
Las visitas del Hokage... sus abuelos maternos... Kakashi... todas fueron dominadas por un absoluto silencio por parte de ella quien ni siquiera podía mirar a los ojos.
La pobre sentía que merecía morir.
De no ser por el suero y los medicamentos suministrados, Sarada seguiría estando en el deplorable estado en el que se encontraba antes de intentar suicidarse por primera vez.
Al cuarto día, Tsunade entró a la habitación para preguntar como se encontraba. Pero nuevamente no obtenía respuestas de ella.
Ni si quiera una mirada.
Tsunade: De acuerdo. Me iré. Pero hay alguien que quiere verte...
La rubia se hizo a un lado para dejar pasar a una muchachita con cabello oscuro, ojos claros y marcas en las mejillas.
Himawari: Sarada-chan...
La Uchiha al oír su voz, volteó rápidamente la cabeza a verla.
Sarada: Hima...
Tsunade: Las dejaré solas- dijo saliendo de la habitación.
Himawari: Hola...
La Uchiha la miraba en silencio y con su boca abierta.
La miraba con tristeza y culpa. Mucha culpa.
Himawari: Escucha, me advirtieron que no estás con ánimos de hablar. Si quieres puedo volver otro día y...
Sarada: ... perdón... perdón Hima- decía con las lágrimas cayendo desde sus ojos. Apretando fuertemente las sábanas.
Himawari: Sarada-chan...
La pequeña también estaba a punto de quebrar en llanto.
Sarada: ¡Debes odiarme! ¡Perdóname! ¡Perdóname por ser una basura!
La Uchiha lloraba y cerraba sus ojos. No tenía con que mirar a la hija del Nanadaime.
Himawari: Sarada-chan...- replicaba la jovencita llorando.
Sarada: Lastimé a tu hermano... no pude salvar a tu madre... te pido perdón. Soy un ser humano miserable. No merezco ni que me dirijas la palabra...
Himawari: ...
Sarada: ¡No dudes en quitarme la vida si eso te hace sentir mejor...!
La Uchiha frenó su palabrería cuando sintió una presión en todo su cuerpo.
Una presión cálida y dulce que la envolvía.
Himawari: ¡No digas tonterías! ¡Eres una persona increíble Sarada-chan!-dijo abrazándola.
La Uchiha abrió los ojos y miró a Himawari de forma desesperada.
Sarada: Pero todo lo que hice...
Hiwamari: Estás pasando por un momento durísimo y te equivocaste como cualquier ser humano lo haría. No seas tan dura contigo misma. Mi hermano se sentiría horrible si te escuchara decir esas cosas.
Las palabras de la chica calaron hondo en el corazón de Sarada.
No tenía esa sensación desde que su propio novio le dedicaba palabras.
Sarada: Hima...
Himawari: He oído todo lo que atravesaste estos últimos días. Y vine exclusivamente a decirte que te amo y si te perdiera, no sé si lo soportaría.
Sarada: Hima... yo... no merezco esto... ¡no merezco tu compasión!
Ambas lloraban a cántaros. Eran un desastre.
Himawari: ¡Déjate de tonterías Sarada-chan! He venido para dejar en claro que te necesito. No puedo esperar a Boruto yo sola. Quiero que estés conmigo en estos momentos tan difíciles para mí.
Sarada la miraba fijamente a los ojos.
No podía creer lo que oía.
No podía creer que ese ser humano la quisiera bien y junto a ella.
La última vez que su corazón latía de esa forma era junto a su novio.
Himawari: Prométeme que ya no te lastimarás más. Prométeme que recibiremos juntas al tonto de mi hermano- le dijo la muchacha con una sonrisa como solían hacerlo su novio o el Nanadaime.
Después de varias semanas, Sarada pudo liberar por primera vez una sonrisa sincera.
Sarada: Me encantaría Hima...
Himawari: ¿Te gustaría vivir conmigo mientras tanto? La mansión Hyuga es muy grande y me siento algo sola sin mi tía Hanabi.
Sarada: ¡Me encantaría! Pero... ¿cómo está tu tía?
Las manos de Sarada no daban abasto para limpiar sus lágrimas.
Himawari: Despertó hace unos días. Iré a visitarla ahora. Así que debo marcharme antes de que el horario de visita termine.
Sarada: Sí. Hazlo. Debe querer verte- le dijo Sarada con otra sonrisa verdadera.
Se dieron un último y cálido abrazo para despedirse y así la hija del Nanadaime dejara la habitación.
Sarada: ¡Hima espera!
Himawari: ¿Huu?
Sarada: Lo que yo le hice a tu hermano... aunque no lo merezca, puedo explicarlo.
Himawari retrocedió unos pasos hasta llegar de nuevo con Sarada y la tomó de las manos.
Himawari: Sarada-chan. Sé que amas a mi hermano más que nadie. No necesitas explicarme nada...
Sarada: Hima... yo no merezco esto... yo no merezco tu perdón...-decía volviendo a llorar.
Himawari: Claro que no. Mereces estar con tu tonto novio a la sombra de un árbol ¡Y para eso solo hay que tener paciencia y fé!
Hima le regaló una última sonrisa marca Uzumaki y abandonó la habitación.
La Uchiha puso la mano en su pecho. Su corazón volvía a latir. A latir por un motivo y no por obligación de seguir viviendo.
Se recostó y volvió a dormir. El rejunte de emociones realmente la había agotado.
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Las semanas pasaron y dos fechas muy importantes llegaron a las vidas de Sarada y compañía.
Se trataba del cumpleaños número 17 de Boruto y cuatro días después, el de Sarada.
El primero decidieron no celebrarlo. Sentían que no era el momento.
Simplemente Himawari y Sarada fueron como cada día y le desearon un muy feliz cumpleaños al rubio y una pronta recuperación.
Mientras estaban allí, recibieron la visita de muchos integrantes del cuerpo shinobi de la aldea. Mucha gente quería que el rubio mejore.
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31 de Marzo
Sarada estaba durmiendo.
Debido a su cumpleaños, las tres muchachas se quedaron hasta muy tarde festejando.
Abrió los ojos y limpió la saliva que tenía en la comisura de los labios.
Cuando te despiertas con baba en la cara, significa que fue un buen sueño.
Observó la luz de la ventana y se asustó. Era demasiado tarde.
Se vistió lo más rápido que pudo y salió corriendo para ir al hospital.
En el camino de salida, fue interceptada por Himawari.
Himawari: ¡Sarada-chan! ¡Buenas tardes y feliz cumpleaños!
Sarada: ¡Muchas gracias Hima!
Himawari: ¿A dónde vas tan apurada?
Sarada: ¡Debo visitar a Boruto antes de que termine el horario de visita! Quiero decirle que es mi cumpleaños. Lo sé... es tonto y probablemente no pueda oírme. Pero...
Himawari: ¡Deja las explicaciones para otro momento! ¡No tienes mucho tiempo!
Sarada: ¡Sí!
Desde que se volvió más unida con Himawari, Sarada se encontraba mucho mejor.
Comía bien, cuidaba su salud y hasta se daba el lujo de dormir hasta tarde algunos días.
Aunque todavía no retomaría su labor como ninja.
Al llegar al hospital, efectivamente el horario de visitas había terminado y como Tsunade no se encontraba allí ese día, el personal debió ponerse estricto y no dejar pasar a Sarada.
Sarada: Mierda... realmente quería verlo hoy...
Al levantar la mirada, una flor de cerezo cruzó frente a sus ojos. Lo que la hizo sonreír.
Sarada: Ya sé a quienes visitar...
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Himawari: ¿Ya está todo listo? ¡Llegará en cualquier momento!
Cho-cho: ¡Sí. Solo falta que...!
Iwabee: ¡Ahí llega!
Cuando Sarada abrió la puerta de la mansión, le preocupó que todo esté tan oscuro.
Sarada: ¿A caso no hay nadie aquí?
Las luces se encendieron y todas las personas gritaron al unísono "¡FELIZ CUMPLEAÑOS!".
Estaban Himawari y Hanabi, Cho-cho, Ino, Tsunade, sus abuelos maternos, Kakashi, Konohamaru, Iwabee y otras personas.
¡Incluso Mitsuki había enviado una carta!
Se la pasaron de maravilla toda la jornada y hasta hubo un gran pastel.
Ya llegada la media noche, todos se habían ido y Himawari dormía al igual que su tía.
Solo Sarada y Cho-cho estaban sentadas en el patio interno de la Mansión Hyuga, iluminadas únicamente por la luz de la luna.
Sarada: Gracias por todo Cho-cho.
Cho-cho: No te preocupes. Tu mejor agradecimiento es darme lo que sobró del pastel.
Sarada: Jaja es todo tuyo. Pero en verdad gracias. Sin ti, no siquiera estaría viva ahora.
Cho-cho: No seas exagerada...
Sarada: No estoy exagerando. Si tu no hubieses vuelto por mí, la noche en la que intenté suicidarme, hoy no estaría aquí festejando mi cumpleaños...
Cho-cho: Para que veas que siempre voy a estar apoyándote Uchiha tonta.
Sarada: Jaja gracias.
La morena decidió abrazar a su amiga para consolarla.
Cho-cho: ¿Ha sido un gran día?
Sarada: Ha sido un gran día-dijo mientras apoyaba su cabeza sobre el hombre de la morena.
Cho-cho: Pero algo te faltó hacer. Te conozco...
Sarada: Jaja no es nada.
Cho-cho: Sarada... ¿qué dijimos de ser sinceras entre nosotras?
Sarada: Ahhhh tienes razón jaja. Es solo que... hoy no pude visitar a Boruto.
Cho-cho: Y querías contarle que es tu cumpleaños ¿verdad?
Sarada: ¡Oye¡ ¡¿Cómo sabes tanto?!-dijo despegando la cabeza de su amiga.
Cho-cho: ¡Porque nos conocemos desde pequeñas! ¡Jajaja!
Ambas rieron y la Uchiha asintió con la cabeza.
Su amiga se puso de pie y la tomó de la mano.
Sarada: ¿Ya te vas?
Cho-cho: Sí. Y tú vienes conmigo.
Sarada: ¿Eh? ¿A dónde?
Cho-cho: Al hospital a ver a tu tonto amado.
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La Uchiha logró ingresar a la habitación 22 sigilosamente.
Cho-cho estaría por fuera para avisarle si alguien se acerca.
Tomó una silla y se sentó junto al rubio.
Sarada: Hola Baka...
Susurró al acariciarle la cicatriz en su ojo derecho.
Sarada: Perdón por no venir antes y hacerlo ahora de últimas...
La melancolía de ver así a su amado le había ganado el corazón.
Sarada: Pero no podía permitirme ir a dormir sin verte. No el día de mi cumpleaños...
Sus ojitos negros estaban comenzando a humedecerse.
Pero hasta que Cho-cho noble diera la señal de huida, ella sentía que tenía todo el tiempo del mundo para su amigo.
Sarada: Ambos tenemos 17 ya... ¿recuerdas la promesa que nos hicimos cuando cumpliéramos esta edad?-preguntó con una sonrisa tonta
Flashback
El día que Sasuke había salvado a Himawari, Boruto y Sarada se encontraban en la feria de la aldea.
Sarada: ¡¿A quién le dices "pequeña"?!
Boruto: Pues, a tí.
Sarada: Anda, pero si solo eres CUATRO días mayor que yo. Eso no te da derecho a llamarme así.
Boruto: ¿Sólo cuatro días?
Sarada: No me digas que no sabías cuándo es mi cumpleaños...
Boruto: Hey, hey, hey... por su puesto que lo sé.
Lo cierto es que no lo sabía.
Sarada: Me estás mintiendo...
Boruto: ¡Por su puesto que no!-decía el rubio completamente acalorado- de hecho, estoy pensando ya en tu regalo de cumpleaños.
Tenía que zafar de alguna forma.
Sarada: ¡¿En serio?!
Pero ahora debía hacerse cargo de la ilusión que generó en su chica.
Sarada: ¿De qué se trata?
Boruto: No puedo decírtelo. Arruinaría la sorpresa.
"Además. Tampoco lo sé jeje" decía en su mente.
Sarada: Mph... de todas formas no quería saberlo.
Ella miraba para otro lado fingiendo ofenderse.
Boruto: Vamos señorita orgullosa... ¿y tú? ¿tienes pensado regalarme algo? Recuerda que mi cumpleaños es primero...
A la pelinegra se le vino a la cabeza una vaga idea que estuvo pensando últimamente.
Pero la hizo enrojecerse como un tomate.
Sarada: Bueno... este... sí pensé en algo pero...
Boruto: ¿Pero qué?
Sarada: ¡No puedo decírtelo!
Ahora lo que la motivaba a mirar hacia otro lado era su vergüenza.
Boruto: No me digas que...
Sarada: Ni se te ocurra decir algo al respecto.
La mirada amenazante de la chica y su dedo acusador amedrentaban un poco al rubio.
Boruto: ¡Eres una pervertida!
Sarada: ¡B-b-ba-baja la voz tonto! ¡Te escucharán hasta en Sunagakure!
La cara de Sarada despedía calor por su enrojecimiento.
Boruto: Oye... no sabía que eras de esas...
La cara de pícaro que le devolvió el rubio fue la gota que rebalsó el vaso.
Sarada: ¡Suficiente! ¡Me marcho!
Boruto: ¡Oye! ¡No te vayas! ¡A mí me gustas así de pervertida!- le gritaba el rubio mientras corría tras ella.
Fin del Flashback
Sarada: Jaja que tontos fuimos ese día...
Ya las lágrimas habían copado el rostro de la Uchiha.
Sarada: Hoy, en lugar de pedir tres deseos, enfoqué todas mis fuerzas y mi fé en pedir solo uno. Y te juro que es el único que me importa en la vida...
Acto seguido entrelazó sus dos manos en la del rubio y recostó su cabeza en el brazo de él junto a la cama.
Al cabo de llorar unos minutos, se quedaría dormida.
Los primeros rayos de sol en su rostro comenzaron a sacarla de sus sueños.
O era Cho-cho quién discutía a gritos con la enfermera mientras ingresaban a la habitación.
Cho-cho: ¡Pero no tiene que ponerse así!
Enfermera: ¡Lo que hicieron es ilegal! ¡Tsunade-sama se enterará de esto!
La Uchiha al comprender la situación reaccionó de golpe.
Sarada: ¡Cho-cho! ¿Qué pasó?
Cho-cho: Me quedé dormida en la guardia jeje.
La Uchiha se dio un facepalm que casi le arranca la cara.
Cho-cho: ¡Oye! ¡No puedes decirme nada! ¡Tu también te dormiste!
Debido al griterío de la sala, ninguna de las tres se percató que Boruto estaba haciendo muecas de molestia.
Lentamente abrió uno de sus ojos. El derecho.
Solo a penas. Cómo para que ingrese luz por primera vez en semanas.
La primera en notarlo fue Cho-cho.
Sarada: ¡Ya dejen de pelear ambas!
Cho-cho: Sarada...
La segunda fue la enfermera.
Sarada: ¡Nos iremos ya mismo! Lo lamentamos. No debimos haberlo hecho.
Cho-cho: Sarada...
Sarada: Pagaremos como es debido y...
Cho-cho: ¡Sarada!
Sarada: ¡¿Qué?!
Al ver el dedo índice de la morena, Sarada volteó rápidamente a donde se encontraba su novio.
Allí lo vio.
Respirando dificultoso pero por su propia cuenta y con su ojo derecho apenas abierto.
En esa pequeña abertura pudo notar el azul de sus ojos.
Ese que siempre la calmaba y le daba bienestar.
Azul y azabache se volvían a encontrar.
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