Corrió por el largo pasillo y dobló en la segunda a la derecha.

Entró rapidísimo y busco la primer puerta.

"¡OCUPADO!" se escuchó del otro lado.

En la segunda se veían unos pies por debajo. También había alguien.

Fue en el tercero que pudo entrar y ni siquiera tiempo de cerrar la puerta con pasador que se arrodilló frente al inodoro y vomitó de forma estruendosa.

Luego de estar algunos minutos devolviendo el desayuno y escupiendo bilis, tomó algo de papel higiénico y comenzó a limpiarse.

Sarada: Carajo...

Salió del cubículo para lavarse las manos y un poco la boca con algo de agua y volvió corriendo al salón principal.

Antes de tomar la manija de la puerta y empujar pudo oír perfectamente como el juez decía:

"¡SE DE CLARA A UZUMAKI BORUTO, CULPABLE DEL ASESINATO DE MADOKA TENTO¡"

Una sensación gigante de amargura le tomó el pecho y comenzó a bajar hasta el estómago.

Quería llorar de vuelta. Como durante toda la noche.

Abrió la puerta y volvió a su asiento, junto al Rokudaime Hokage.

En el salón principal del juzgado, además del juez, se hallaban la familia del Señor Feudal del País del Fuego, todos los testigos que contaban com entereza psicológica de dar su vivencia, los señores feudales de casi todos los países (incluso muchos pequeños) y los kages de cada aldea.

Todos reunidos para decidir el asunto Uzumaki Boruto/Ootsutsuki Momoshiki.

Juez: Siguiente punto a tratar es la condena.

Boruto estaba arrodillado. Encadenado de pies y manos contra el suelo, y sus ojos y boca tapados con paños especiales que evitan la transmisión de chakra haciendo inútil cualquier genjutsu.

Juez: La familia real exige, como mínimo, la muerte de Uzumaki Boruto. Sugiriendo una decapitación en la Plaza Central de la Villa Feudal. Yo creo que me parece algo justo...

Murmullos provenían de todos lados del salón.

Sarada estaba a punto de saltar como un resorte, pero fue detenida por la mano en alza de Konohamaru.

Juez: Tiene la palabra, Hokage-sama.

Konohamaru: Estoy en desacuerdo con matar al condenado.

Sarada: ¿Por qué mierda no lo llama por su nombre?-susurró.

Señor Feudal del País del Viento: Justifique su intervención, Hokage-san. Porque, por lo que tengo entendido, fue su alumno por años. Sería lógico que no quisiese matarlo por dicho vínculo.

La gente estaba del lado del gobernante del País del Viento.

Tenía toda la lógica del mundo.

Kokohamaru: No se equivoquen. No hago esto por un vínculo afectivo. Uzumaki Boruto me decepcionó tanto a mí como a ustedes y a sus difuntos padres.

Al oír esto Boruto comenzó a forcejear contra las cadenas para liberarse.

Quería matar al Hokage por sus hirientes palabras.

Juez: Guardias, por favor...

Dos guardias se acercaron al rubio, le cortaron la remera con un cuchillo y le propinaron seis latigazos en la espalda.

Tres cada uno.

Con unos latigos de color rojo. Estaban hechos de un material especial que al infundirles chakra, simulaba un katon, generando golpes que quemaban a Boruto quien gritaba del dolor.

La Uchiha estaba tapándose la boca.

Estaba por romper en llanto.

Quería terminar con la tortura.

Sarada: Van a dejarle unas marcas terribles...-volvió a susurrar para si misma.

Cayó rendido, con lagrimas que le brotaban de las vendas y sangre de la espalda.

Juez: Eso te va a enseñar a respetar, alienígena asesino...

Prosiguiendo con la exposición del Hokage.

Konohamaru: Sólo él tiene conocimiento del paradero de la sacerdotisa Shion. No podemos permitirnos perder esa información. Hay que sacársela sin importar cuanto le duela.

Juez: Bueno... tiene toda la razón usted, Hokage. No me lo imaginaba como un hombre tan duro. ¿Alguien se opone a lo expuesto?

Nadie levantó la mano.

Juez: Decidido. Se rechaza la petición de pena de muerte para Uzumaki Boruto/Ootsutsuki Momoshiki.

El rubio respiraba pesadamente en el suelo.

Reponiéndose de los golpes.

Juez: ¿Sugerencias de sentencia?

Konohamaru: Podríamos tenerlo en Konohagakure. Esta vez, como prisionero. Tenemos la fuerza bélica para ello.

Juez: ¿Objeciones?

Kurotsuchi: No creo que sea buena idea. Ya le permitimos contar con Uzumaki Boruto y así terminó todo.

Los otros tres kages adhirieron.

Juez: Entonces puede quedarse recluso en otra aldea ninja.

Darui: Lo siento. Pero no queremos correr el riesgo de contener a un Ootsutsuki vivo en nuestros hogares. Kumogakure se niega.

Lo mismo dijeron los otros tres kages.

Y ni hablar de los kages de aldeas menores.

El murmullo volvió a brotar entre los presentes.

Nadie sabía que hacer con Boruto.

Juez: ¡Silencio!

Le dio dos martillazos al escritorio para ordenar el gran salón.

Una mano en alza se llevó todas las miradas.

Señor Feudal del País de la Hierba: Propongo recluir al Ootsutsuki en el Castillo Hozuki. Durante todos estos años, ha recibido reformas y hoy en día es el centro de detención más seguro del mundo.

Juez: Interesante...

Hatake Kakashi levantó la mano al instante.

Juez: Por el respeto que se le tiene, se le otorga la palabra, Rokudaime Hokage.

Kakashi: Muchísimas gracias su Señoría. Quiero agregar que quien dirige la Prision de Sangre, es la señorita Kahyō. Ella es capaz de utilizar el kekkei genkai de hielo. Puede así, congelar objetivos a distancia utilizando el vapor de agua presente en el aire. De esta forma, inmoviliza a quien sea. Hasta incluso ha luchado contra mí y el Cuarto Raikage, que en paz descanse, sobreviviendo a ambas batallas.

Juez: Impresionante. ¿Alguna objeción?

Todos los señores feudales y kages quedaron en silencio.

Juez: ¡Decidido! Uzumaki Boruto será encarcelado y sometido a interrogatorios en el Castillo Hozuki hasta conocer el paradero de la sacerdotisa Shion. Luego de ello, se lo condena a pena de muerte.

Antes de dar el martillazo para cerrar el veredicto, Sarada levantó la mano.

Juez: Se le otorga la palabra por ser la viuda.

Pero fue interrumpida por su maestro.

Konohamaru: ¡Objeción! Uchiha Sarada es ex-novia de Uzumaki Boruto. Todo lo que aporte a la sesión está cargado de subjetividad.

El hombre interrumpió bruscamente.

Juez: Gracias Hokage-san. Se le deniega la palabra a la Viuda Madoka.

La Uchiha miró con odio a su maestro, pero prosiguió.

Sarada. ¡Pero Señor Juez yo...!

Juez: ¡Silencio mocosa! ¡Agradece que no hay cargos contra ti por conspirar con el asesino para quedarte con el trono!

Fuerte martillazo sobre la mesa y finalizó la sesión.

Cada quien debió volver a su respectivo país/aldea, excepto por Sarada que debió quedarse en la Villa Feudal a firmar unos papeles y volvería a Konohagakure al día siguiente.

Mientras se dirigía a su hogar, sentada en el su asiento del vagón de tren de primera clase, los rayos de sol del amanecer le recordaron a su rubio amigo.

Sarada: ¿Qué debo hacer? Por favor necesito que alguien me ayude...

Llevaba una simple mochila.

Es con todo lo que había partido cuando salió de Konoha hacía más de un año.

Solo llevaba unas pocas ropas, algunos artículos ninja y el resto eran recuerdos u objetos muy personales.

Allí se encontraba la foto que se sacó junto a su equipo 7.

Sarada: Perdí a mis padres... perdí a mi maestro... perdí a mi equipo... a mi esposo y hasta a mí novio. Me pregunto si queda alguien para mí en este mundo...

La voz del alto parlante la sacó de si misma y bajó en su estación.

De allí caminó como una persona normal hasta su casa.

Porque eso quería ser... una persona normal.

Al llegar, metió la llave en la puerta y la giró.

Como el contrato con su apartamento venció en todo este tiempo, debió volver a la Residencia Uchiha donde vivía junto a sus padres.

Abrió la puerta y relojeó todo con la vista.

Sarada: Bueno... todo está tal cual como lo dejé al irme...

Cho-cho: ¿También nuestra amistad?

Se volteó agitada y se encontró con su mejor amiga.

Sarada: ...

Cho-cho: ¿Debo tomar tu silencio como un "no"?

La pelinegra llevó su puño al pecho y comenzó a llorizquear.

Sarada: Cho-cho... yo...

Pero antes de poder darle un abrazo y decirle cuanto la amaba, tuvo que soltar sus cosas y entrar corriendo al baño.

Allí se lanzó al inodoro y comenzó a vomitar de vuelta.

Sarada: No por favor... no...

Dijo temblando entre lágrimas y poniendo la mano sobre su vientre.

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