Cap. 28: ¡Arrestado!
Mientras tanto en el País del Fuego, Boruto despertaba.
Se secó las lágrimas con un pañuelo que guardaba debajo de la almohada.
Lo tenía siempre por si soñaba con su padre, su madre o Sarada.
Estiró sus músculos y cogió de la mesa de noche sus pastillas para evitar convertirse en un alienígena.
Fue a la cocina a servirse un vaso con agua y tomarlas con asco. Tenían mal sabor.
Luego se duchó, se alistó y emprendió rumbo a la Mansión Hokage.
Pero antes, tenía una parada táctica.
Siempre que tenía que hacer algo importante (porque para él no hay nada más importante que ver a Sarada) pasaba por aquí.
Primero fue al monumento instaurado en memoria de su padre, el Nanadaime Hokage.
El salvador del mundo en dos ocasiones seguidas y gran héroe de la humanidad.
Boruto: Hola Papá... lo más probable es que no puedas escucharme. Pero quiero que sepas que todo en la aldea repuntó muy bien. Todo es gracias a Konohamaru-sensei y Sarada que lo están dando todo de sí.
Apretó su puño de impotencia y se dio una media vuelta para quedar de espaldas al monumento.
Boruto: Ojalá algún día pueda ser la mitad de buen shinobi y persona de lo que tu fuiste, Viejo... eras el mejor...
Siguió su típico recorrido por el cementerio.
La tumba de su madre la pasó por alto.
No podía frenarse allí sin llorar como un marrano.
Sin querer cortarse la mano con la que el Ootautsuki le quitó la vida.
Cada que lo recordaba, quería ser tragado por la tierra.
Al llegar a la tumba de su maestro, se quedó mirándola varios minutos.
No sabía que decirle.
Sentía que le había fallado en todo.
Era débil, tonto y ni si quiera pudo proteger a su hija como le prometió.
Boruto: Sasuke-san... prometo hacer LO QUE SEA para cuidar de su hija.
Dicho esto, finalizó su recorrido y se dirigió a la oficina del Hokage.
Allí recibió los últimos detalles de su sensei y partió junto con el carruaje de Shion.
Hicieron un largo camino.
Los tres guardias que quedaban vivos luego de la otra noche custodiaban una punta del carruaje cada uno, mientras que Boruto, transformado en el cuarto guardia, cubría la esquina restante.
Dentro del carruaje se encontraba la sacerdotisa.
"¡Alto!" exclamó el rubio transformado en guardia para despistar a posibles enemigos.
Algo andaba mal. Podía sentirlo.
Un fuerte viento se levantó de golpe y todo el campo de visión se llenó de polvo.
Utilizó el Fūton: Reppūshō y limpió todo el escenario.
Allí parado se encontraba nada más ni nada menos que el sujeto de la otra noche.
Mientras que uno de los guardias había desaparecido.
Boruto: ¡Estuvo con nosotros todo el tiempo! ¡Por eso es que el 3er guardia aquella noche llegó tarde a la batalla! ¡Había sido asesinado y reemplazado por él!
Se le abalanzó al bandido pero esquivaron su golpe.
Boruto: Mierda, olvido que es muy rápido para tener ese cuerpo tan enorme.
El enemigo se escabulló entre los árboles.
Boruto: Tengo que atraparlo sí o sí. Su técnica es demasiado peligrosa para cualquier nación.
El rubio lo siguió dando inicio a la persecución.
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Giró la cabeza y se miró de reojo como le quedaban esos aretes.
Eran de plata pura con baños de oro e incrustaciones de diamantes.
Sarada: Vaya que son realmente hermosos.
Luego giró su cabeza hacia el otro lado y vio el arete que colgaba del lóbulo de su oreja izquierda.
Este era de un oro macizo con un baño de cristal negro y un gran rubí en el centro.
Sarada: Ni siquiera puedo imaginarme cuánta gente comería con el dinero que cuestan estos adornos.
La boca se le hizo a un lado por la disconformidad y se sacó ambos.
Puso la mirada en la puerta cuando la golpearon.
Entró su esposo.
Tento: Hola Sarada ¿has terminado de elegir las alhajas?
Sarada: Aún no. Para ser sincera, creo que preferiría algo más sencillo.
Tento: Imposible. Mandé a confeccionar esos dos modelos específicos para que sean los más costosos del mundo. Debemos demostrar que el País del Fuego es el más rico, y por tanto, el más poderoso de todos.
Sarada: Pero ¿sabes cuánta gente podría vivir mejor con el dinero que hay aquí?-señalando la caja de joyería.
El próximo Señor Feudal del País del Fuego se le acercó y le habló suave.
Tento: Ya estamos ayudando económicamente a la Aldea de la Hoja. No puedo hacer caridad con todo el mundo, mi amor...
Ella tomó distancia de unos milímetros.
Sarada: Hay otras formas de poder alardear poder.
Tento: Estoy completamente de acuerdo. Esos hermosos ojos tuyos que heredaste de tu padre serán el pilar de esta gran nación cuando restauremos el Clan Uchiha.
Sintió como el vientre se le movió por dentro.
Sarada: Ya te dije que si tenemos hijos, ellos crecerán y decidirán que es lo que quieren hacer de sus vidas. No tú, tampoco yo. Ellos.
Tento: TENDREMOS hijos. Venimos intentándolo hace meses. Es solo cuestión de tiempo...
Posó la palma de su mano en el abdomen de Sarada.
Tento: Además... mientras hereden el Sharingan y gobiernen el país, pueden hacer lo que quieran luego.
La abrazó por la cintura y le dio un beso en la boca.
Tento: Pero ahora concentrémonos en el presente. Estamos a punto de ser las dos personas más importantes del mundo. Debemos centrarnos en nuestra coronación de hoy.
Recorrió todo el cuerpo de Sarada con las manos hasta llegar a su antebrazo.
Allí notó las marcas que le quedaron de aquella vez que intentó suicidarse con un kunai.
Tento: Le voy a decir al consejero que nos recuerde buscar al mejor cirujano del mundo. Tenemos que arreglar esas feas cicatrices.
Se separó de su esposa y se marchó, no sin antes darle otro beso en la boca.
Tento: Te amo.
Sarada: Yo también.
Ambos se sonrieron y la Uchiha quedó sola en la habitación real.
Comenzó a acariciar su antebrazo y entrecerró los ojos.
Le dolió lo que acababan de decirle.
Esas cicatrices eran parte de su historia, y por tanto, sentía que eran parte de ella.
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El rubio salió de entre unos arbustos y limpió el polvo de sus ropas.
Durante la pelea, a Boruto le arrancaron la capa negra y así también este se ensució un poco.
Allí a su lado se encontraba el cuerpo inmovilizado del rival con el que acababa de luchar.
Decidió taparlo con la capa negra porque le molestaba a la vista. Si lo veía a la cara, tendría ganas de matarlo.
Hasta que notó la presencia de un hombre parado sobre la gruesa rama de un árbol cercano.
"Ha pasado tiempo desde la última vez... Kajin Koji..." le dijo mirándolo desde el suelo.
Kajin Koji: Y no será la última. Lamentablemente... así que asegúrate de hacer todo lo que Kara te indique, y serás libre de todo esto-dijo extendiéndole su mano derecha.
El rubio hizo lo propio con su mano y se dieron un apretón, acordando su palabra de caballeros.
El cuerpo del piso comenzaba a moverse. Signo de que recuperaba sus fuerzas.
El clon de Jiraiya lo miró y se apresuró.
Kajin Koji: Adelante. Termina con esta misión. Aquí tienes todos los detalles. Los seguirás al pie de la letra.
"Sí... sí..." dijo el rubio algo cansado y tomó el pergamino que le proporcionó Kajin Koji para marcharse por donde vino.
Al llegar a la carroza donde transportaban a Shion le dijo ya no había peligro y continuaron su viaje.
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Ya todo estaba listo.
El enorme salón estaba decorado en su totalidad de la forma más lujosa posible.
Los invitados ya estaban todos. Los otros daimyōs de distintos países, mucha gente rica y muy poderosa, además de algunos shinobi. Como Hatake Kakashi en representación del País del Fuego o Shinki de Sunagakure como guardaespaldas del daimyō del País del Viento.
Solo faltaba la sacerdotisa.
Tentō: Bueno, en cuanto llegue Shion, comenzaremos la Ceremonia de Coronación.-le dijo a su esposa con una sonrisa.
Sarada: Es extraño que llegue al último. Según lo planeado, debió de llegar hace unas horas...
Tentō: Traquila. El Hokage me prometió que se encuentra bien escoltada. Ha de estar en camino y se desvió debido a la tormenta de ayer.
Sarada: Sí, suena lógico.
El próximo Señor Feudal del País del Fuego le sobó la espalda suavemente a su esposa, la besó en la mejilla y se fue.
Tentō: Nos vemos en el altar. Te amo.
Sarada: ¡Sí! ¡Yo también!-asintiendo con la cabeza.
Luego de que su esposo se fue, se miró al espejo.
Sarada: Ahhhh... bueno... ha llegado el día. Sabía que esto pasaría desde que dejé la aldea. Sin dudas no es lo que soñaba, pero mi influencia económica, política y social es casi o incluso más que la de un Kage.
Se puso los aretes carísimos que tuvo que escoger, se colocó el vestido ceremonial y salió de la habitación real para dirigirse a la parte de atrás del escenario.
Mientras caminaba se colocó sus lentes y como por arte de magia, recordó aquella vez que fue a buscarlos en compañía de Boruto.
Sarada: Ja... Baka Boruto... te habías sentado sobre mis lentes y los rompiste. Como nos pudimos a discutir en el hospital, Mamá nos gritó y ordenó que los fuésemos a buscar a la puerta de la aldea. Hasta habías pensado que lanzaban kunais o rayos jajaja.
Ingresó a la parte trasera del escenario y aprovechó un espejo cercano para darse los últimos retoques.
Sarada: ¿Eh?
Al observarse, notó que una pequeña lágrima rodaba por su mejilla.
Se la limpió y sonrió.
Sarada: Supongo que aún y a pesar del tiempo y la distancia me haces sentir cosas Baka...
Allí esperaría a la llegada de Shion, y con ello saldría para dar inicio a la ceremonia.
Efectivamente, una hora más tarde Shion llegó junto a sus escoltas.
Se vistió para la ocasión y se paró en el medio del altar para recibir a los dos próximos mandamases del País del Fuego.
Shion: Madoka Tentō, hazme el favor de venir a mi lado. Por la izquierda.
El primero en acercarse fue Tentō.
Tentō: Hola, Shion-san, es un gusto y un placer que nos acompañe aquí hoy.
La sacerdotisa solo miraba un punto fijo del techo con sus enormes ojos lavanda, hasta que llamó a la segunda persona.
Shion: Madoka Sarada, hazme el favor de venir a mi lado. Por la derecha.
La Uchiha salió de la parte trasera del escenario y todo el mundo quedó con la bocaabierta al verla.
Todos los presentes llegar a un tácito acuerdo de que ese día, en ese preciso momento, Sarada era la persona más hermosa de todo el mundo.
Sus aretes carísimos, combinados con su cabello y sus ojos negros, más el hermoso vestido blanco y los labios rojos la hacían el sueño de cualquiera.
Cientos de flashes por las cámaras fotográficas comenzaron a hinundar la ceremonia.
Incluso muchos más que cuando Tentō subió al escenario.
Entre tanta gente y las luces, la Uchiha buscó con los ojos hasta que lo encontró.
No pensaba que él estuviese allí. Esperó a Konohamaru, a Kakashi o hasta quizás a su Tía Ino.
Pero en su repertorio mental, jamás ensayó la posibilidad de que su rubio estuviese allí.
Viéndola junto a su actual esposo.
"Mierda, me hubiese haberlo visto de antemano y hablar un poco con él".-pensó.
Se quedó helada por unos segundos cuando lo vio.
Él por su parte ni siquiera si inmutó. Era otro día en el planeta Tierra.
Pero ella se detuvo en seco.
Los llamados de su esposo y la sacerdotisa entraban por un oído y salían por el otro.
Pudo despegarse de ese amarre mental cuando ambos, rubio y azabache, dejaron de hacer contacto visual.
Sarada: Lo siento-dijo con una pequeña e incómoda sonrisa, acercándose.
Shion alzó sus manos para dar inicio a la ceremonia.
Pero de repente las luces del lugar se apagaron y todo quedó a oscuras.
Sarada: Que extraño, deberían de encenderse las luces de emergencia...
Al volver la luz, todos miraron al centro del escenario y quedaron sin palabras.
Algunos simplemente abrieron la boca y los ojos hasta que estos saliesen de sus cuencas.
Otras personas se desmayaron del horror.
Una mujer comenó a vomitar estruendosamente.
Kakashi Hatake estaba paralizado.
El rubio se esforzaba por ocultar su cara de asco.
Sarada estaba tapándose la boca del terror que sentía.
Nadie creía lo que veía.
Boruto enterrando su espada en el estómago de Tentō, comenzó a subir para abrir aún más su abdomen y que todas sus vísceras empiecen a caer por el piso del escenario desparramándose.
La sangre caía como de una fuente y el rubio continuó lentamente hasta casi cortarlo en dos.
Se detuvo al llegar al cuello y allí desenterró su arma.
Tentō: U... zuma... ki... Bo... ruto...
El cuerpo del joven cayó al suelo pesadamente y murió al instante.
El rubio escupió el cadaver mientras todo seguía en un silencio sepulcral.
La sacerdotisa observó todo sin registrar ni una sola mueca.
Simplemente se quedó al lado del increíble acto de sadismo, mirándolo como si de algo cotidiano se tratase.
Las luces se apagaron nuevamente, pero un tiempo más breve.
Al volver, ni Boruto, ni la sacerdotisa se encontraban allí.
Kakashi ordenó a la seguridad evacuar a todas las personas.
Pidió a los presentes que no estaban vomitando ni desmayados, que ayuden a quien se encontraba mal.
Él fue a por Sarada quien estaba de rodillas en el escenario llorando.
Completamente traumada por lo que veía, solo miraba un punto fijo del suelo mientras el Rokudaime trataba de hablarle.
Kakashi: ¡Sarada! ¡Sarada! ¡¿Cómo te encuentras?!
Sarada: Ro...kudaime...
Kakashi: ¡Shinki! Localiza a Boruto, no podemos dejar que se escape y menos con la sacerdotisa.
Shinki: Sí, Rokudaime-san.
Formó unas enormes a las negras con su arena metálica y empezó a realizar un trastrillaje de la zona.
Kakashi: Mierda... incluso existe la posibilidad de que se haya escapado a otra dimensión.
Trataba de levantar a Sarada del suelo para que esta no siguiera manchándose con la sangre de su esposo muerto.
Kakashi: Sarada, acompañame hasta la salida por favor.
Dificultosamente la sacó de allí y la dejó a cargo de los médicos del lugar.
Luego buscó con la vista al sobrino del Kazekage hasta que dio con él.
Shinki: No veo señales de Uzumaki Boruto en la Villa Real. Investigaré por los alrededores.
Todo era una verdadera catástrofe.
Las cámaras de muchos canales de televisión del mundo acababan de grabar como Boruto asesinaba al Señor Feudal del País del Fuego.
Cientas de personas heridas psicológicamente de por vida.
La crisis que se avecinaba en el País del Fuego no trendría precedente.
Las fuerzas de seguridad continuaron la búsqueda de Boruto y Shion.
Dieron una alerta roja inmediata a todas las naciones.
Cualquiera que vea a Uzumaki Boruto debe reportarlo inmediatamente o peor aún, darle caza para llevarlo vivo o muerto.
La recompensa era nunca antes vista.
Incluso superaba a todas las recompensas juntas del libro bingo de criminales.
Shinki: ¡Rokudaime Hokage, a las afueras de la Villa Feudal! ¡A unos 500 metros de la entrada principal entre los árboles!
Kakashi dio aviso y todo el arsenal shinobi y militar se movilizó hasta que dieron con Boruto quien corría apresuradamente en dirección a la Villa Feudal.
Al ver a Kakashi se detuvo en seco.
Boruto: ¡Viejo Rokudaime!
No le dieron tiempo a seguir hablando.
Shinki lo envolvió con su arena mientras Kakashi, por medio de un pergamino especial, le imposibilitó el uso de chakra.
También le tapó la boca y los ojos.
El rubio se resistía a más no poder.
Kakashi: Uzumaki Boruto, quedas arrestado por el asesinato de Madoka Tentō.
Al escuchar esto, el rubio quedó paralizado.
De entre la multitud salió tímidamente Sarada.
Allí lo vio. Inmovilizado y con vendajes que le impedían hablar o incluso ver.
La Uchiha miró al Rokudaime y le asintió con la cabeza.
Este se acercó y le quitó las vendas de los ojos y boca al rubio.
Kakashi: Tienes una sola oportunidad para aportar algo que pueda ayudarte en este momento. No la desperdicies.
Allí miró a su alrededor a toda esa gente viéndolo con asco, furia y miedo.
Vio a Shinki a su lado, quien aún lo inmovilizaba con su arena metálica y a Kakashi a sus espaldas.
Pero cuando vio de frente quedó pasmado.
Allí la vio.
Boruto: ¡Sarada! ¡¿Qué sucede aquí?!
Ella solo lo observaba en silencio.
Boruto: ¡¿Acaban de decir que asesiné al daimyō del País del Fuego?! ¡¿A tu esposo?! ¡Eso no es verdad!
Sarada: ...
Boruto: ¡Por favor haz algo! ¡Diles que soy inocente!
Ella continuaba mirándolo mientras sus ojos comenzaban a cristalizarse.
El rubio vio como toda la gente de allí quería matarlo cuanto antes y ahorrarse un gran problema.
Volvió a mirar a Sarada y le preguntó.
Boruto: Tu me crees ¿verdad Sara...?
Sarada: ...
Ella abrió la boca y comenzó a llorar cuando escuchó ese apodo.
Él comprendió que estaba solo en esta y que ya nada ni nadie podía ayudarlo en ese desesperado momento.
Simplemente bajó la cabeza desganado y esperó lo peor.
Boruto: Ya veo...
Acto seguido Kakashi volvió a tapar la boca y los ojos del rubio y se lo llevaron detenido hacia la Villa Feudal nuevamente.
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