Cap. 20: Arenas movedizas.

El equipo de Mirai había llegado a la coordenada indicada.

Cho-cho: Mhhhh no ve nada más que arena y arena... ¡Y más arena!

Shikadai: Es un desierto ¿Qué esperabas? ¿Un centro comercial?

Cho-cho: ¡Oye! No estaría mal...

Mirai: Chicos. Concéntrence. La entrada al escondite debe estar oculta.

Cho-cho: ¿Alguna idea Shikadai?

Shikadai: Realmente nada. Esperaba encontrar algo más que un llano de arena...- mientras caminaba y rascaba su nuca.

Pero notó que no podía avanzar.

Shikadai: ¿Qué es esto?

Mirai: ¡No puedo mover los pies!

Cho-cho: ¡Arenas movedizas!

La sensei miró para todas las direcciones.

Pero no había nada de dónde aferrarse para zafar.

Cho-cho: ¿Qué hacemos?

Shikadai: Cho-cho, agranda tu cuerpo lo más que puedas.

Cho-cho: Tus deseos son órdenes nene...

Agrandó si cuerpo haciendo que los tres se hubieran aún más rápido.

Mirai: ¡Nos hundimos más rápido!

Cho-cho: ¡¿Cuál es la idea de esto, Shikadai?!

Shikadai: Ninguna. Solo que esperar demasiado para morir es demasiado problemático...

"¡SHIKADAI!" gritaron ambas muchachas antes de que los tres quedaran sepultados en la arena.

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Konohamaru: ¡Ya te dije que no puedo encomendarte misiones!

Boruto: ¿Por qué no?

Konohamaru: Uno, tienes una pierna rota. Dos, aún no estás preparado luego de tu operación. Necesitas volver a entrenar de a poco.

Boruto: Y dime... ¿Tu necesitabas entrenar para besarte con mí tía?

Hanabi, quien también se encontraba en la oficina del Hokage, activó su Byakugan.

Hanabi: ¡BORUTO!

Konohamaru: ¡Suficiente. No quiero alboroto aquí!

El Hokage estaba completamente sonrojado.

El golpe en la puerta los sacó a los tres de esa incómoda situación.

Eran Ten-ten y Sarada.

Le entregaron el informe al Hokage y planeaban retirarse.

Al menos hasta que el rubio notó el brazo vendado de la Uchiha.

Boruto: ¡Sarada! ¡¿Qué sucedió?!

Sarada: Hubo algunas complicaciones durante la misión. Nada grave- en un tono muy frío y seco.

Luego de ello, las kunoichi se marcharon.

El rubio les siguió el paso, pero simplemente para no quedar a solas con su tía y Konohamaru.

Llegada la noche, estaba en el sofá de su apartamento pensando en hablarle a su amiga.

Boruto: ¡Agggh! ¡Ya no aguanto! Quiero verla.

Llegó a la puerta de la casa Uchiha.

Iba a tocar, pero se detuvo.

La incertidumbre lo carcomía.

Volteó y se marchó.

Pero al hacer unos pasos, recordó las palabras que le dio a su maestro el día anterior a la guerra.

Boruto: ¡No. No. Le hice una promesa a Sasuke-san!

Sarada: ¿Y qué promesa era?

Dijo la Uchiha desde la puerta de su hogar, sorprendiendo al rubio que volteó nervioso.

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Los tres shinobi cayeron pesadamente al suelo.

Mirai: ¡Auch! ¿Dónde estamos?

Cho-cho: ¿Esto es el cielo? Porque se ve horrible. Es muy gris.

Shikadai: No es el cielo. Es la guarida de Kara.

Mirai: ¡Increíble! ¿Cómo sabías que esto pasaría, Shikadai?

???: Ahorren saliva para rezar.

Los tres voltearon rápidamente para encontrarse con su enemigo.

Era un hombre calvo, con una máscara y dos brazos metálicos que terminaban a modo de grandes tenazas.

Era Garō.

Mirai: Chicos, no se contengan.

Garō: No lo hagan por favor. Quiero divertirme...

El hombre de Kara comenzó el combate cuerpo a cuerpo contra Mirai, quien bloqueaba todos los ataques con las cuchillas que pertenecían a su padre.

Cho-cho agrandó su cuerpo su brazo para golpearlo, pero el enemigo lo esquivó con facilidad.

Mirai: ¡Es rápido!

Ambas kunoichi comenzaron el contraataque sin cesar.

Pero Garō esquivaba o bloqueaba cada golpe.

Garō: ¿Este es el nivel de los ninjas de Konoha? JAJAJA son unos...

Cuando se percató, Garō ya no podía moverse.

Garō: ¡¿Qué me sucede?!

Shikadai: Sí estúpido. Este es el nivel de los shinobi de la hoja.

Garō: ¡No me puedo mover!

Mirai se acercó lentamente cargando su cuchilla con chakra.

De forma que decapitaría a Garō como su padre lo hizo con Hidan hace años.

Garō: ¡No por favor! ¡Espera! ¡Puedo decirles lo que necesiten!

Mirai, frenó su marcha y respondió.

Mirai: De acuerdo. Comienza a hablar todo lo que sabes sobre Kara.

Garō: ¡Sí! Ellos...

El techo de la guarida colapsó por un tremendo golpe.

Una mujer bajó volando y mató a Garō de una patada.

Lo partió en dos.

Delta: Maldito bueno para nada. Querías darles información.

Mirai: ¡¿Tú quién eres?!

La rubia fijó su vista en ambos.

Delta: No veo a la Uchiha ni a Momoshiki. Pero servirán para desquitarme...

Delta fue a la carga y comenzó la batalla contra Mirai y Cho-cho.

Shikadai entendió la consigna.

La estrategia era la misma que utilizaron con Garō.

Delta evadió el golpe de Cho-cho y la pateó en el rostro.

Mirai le lanzó unas bolas de fuego, pero todas fueron absorbidas por los ojos de la rubia.

Mirai: ¡¿Las absorbió?!

Le devolvió el ninjutsu de fuego que la sensei debió esquivar.

Cuando volvió a posar sus ojos sobre el enemigo, Delta estaba frente a ella para darle el golpe de gracia.

Cerró los ojos por acto reflejo, pero el golpe no llegó.

Delta: ¡¿Qué me sucede?! ¡Maldito Amado! ¡Otra vez olvidó revisar mí pierna derecha!

Shikadai: Justo a tiempo.

Delta: ¡Túuuuu!

Mirai: ¡Ufff! ¡Gracias Shikadai!

Shikadai: Ambas aléjense. Voy a hacerla estallar.

Sacó de su bolsillo, kunai envueltos en papeles explosivos.

Delta: ¡JA! Que estúpidos son los ninjas.

Shikadai: ¿Eh?

El muslo izquierdo de Shikadai fue atravesado por prolongaciones de la pierna de Delta que emergieron desde el suelo.

Shikadai: ¡AHHH!

El Jutsu de posesión de sombra se desvaneció.

Mirai reaccionó veloz y con una serie de sellos metió a Delta en un genjutsu.

La rubia sintió como un árbol emergió detrás de ella y la atrapó con sus ramas.

Mirai aprovechó la inmovilidad de Delta para reagruparse con Cho-cho y Shikadai.

Mirai: ¡¿Cómo estás?!

Shikadai: No puedo mover la pierna...

Cho-cho: Esto es malo. Se liberó del genjutsu.

El dron de Delta se posó en su espalda y le dió una descarga eléctrica para sacarla del genjutsu.

Delta: Llegó la hora de morir...

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Sarada: ¿Qué promesa era?

Boruto: ...

Sarada: Es algo privado. Lo comprendo. Buenas noches.

Volteó para meterse en su hogar, pero el gritó de su amigo la detuvo.

Boruto: Antes de explicártelo, me gustaría que hablemos.

Sarada: Si no vienes a responder la pregunta que te hice la última vez que nos vimos, no tenemos nada de que hablar.

Boruto: Es por es que estoy aquí.

Sarada: Pues, adelante. Soy todo oídos...

El rubio se acercó dificultosamente hasta estar a cierta distancia de Sarada.

Una vez allí, se dejó caer al suelo.

Se arrodilló ante ella, poniendo la frente contra sus pies.

Boruto: ¡Perdón!

La Uchiha no cabía en su asombro.

¿Uzumaki Boruto arrodillándose ante alguien?

¿Llorando por ella?

¿Pidiéndole perdón de esa forma tan sentida y sincera?

Boruto: ¡Perdón por todo! ¡Por abandonarte! ¡Por lastimarte! ¡Por ignorar tus sentimientos! ¡Por ser un estúpido contigo siempre! ¡Por todo! ¡Te pido perdón!

El rubio estaba llorando mientras apretaba sus puños con dolor.

Ella suspiró y le respondió.

Sarada: Suficiente, Boruto. Ya párate...

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Mirai lanzó unas bolas de humo al suelo y tomó a Shikadai para que los tres puedan escapar.

Salieron a la superficie nuevamente.

Delta despegó de su espalda su dron que también salió a la superficie y le marcó la ubicación de sus presas.

Encendió los cohetes de sus botas y llegó a ellos en cuestión de segundos.

Delta: Realmente me sorprende su ingenuidad.

Mirai: ¡¿Cómo nos encontró tan rápido?!

Shikadai: Váyanse. Tengo un plan para retenerla. Pero deben irse sin mirar hacia atrás.

Cho-cho: ¿Eres estúpido o qué? No te abandonaremos.

Delta: Genial. Entonces todos pasarán a la otra vida.

Lanzó la última bola de fuego que absorbió con sus ojos para incinerar a los tres ninja.

No obstante, un enorme muro de arena negra, metálica, se interpuso protegiéndolos.

Cho-cho: ¡Esto es...!

Shikadai: ¡Arena metálica!

Delta: ¡¿Qué es eso?!

Una fuerte ráfaga de viento obligó a Delta a retroceder unos cuantos metros.

Eran Shinki y Temari al rescate.

Shikadai: ¡Mamá! ¡Primo!

Temari: Al parecer llegamos a tiempo. ¿Cómo te encuentras?

Shikadai: Dolorido. Pero con ánimos de patearle el trasero.

Mirai: ¡Así se habla! Estamos a sus órdenes, Temari-san.

Temari: Esto es simple. Nosotros seremos la distracción para que Shikadai encuentre la forma.

Cho-cho: Lo intentamos. Pero todo terminó mal.

Temari: Confía en mí hijo, Cho-cho. Él encontrará la forma.

El muchacho se llenó de valor ante las palabras de su madre y asintió con la cabeza, aceptando su misión.

Temari: ¡Manos a la obra!

Mirai mediante algunos sellos, comenzó a soplar cenizas.

Temari creó una ráfaga de viento con su abanico, esparciéndolas por los alrededores de su enemigo.

Delta: Por más que nublen mí visión, puedo detectarlos.

Mirai lanzó una bola de fuego sobre la enorme nube que cubría a Delta, haciendo explotar todo a su al rededor.

La integrante de Kara emergió del humo a gran velocidad y golpeó a Temari con una patada en el mentón, estrellándola a varios metros de distancia contra el suelo.

Shikadai: ¡MAMÁ

Temari: ¡Concéntrate Shikadai! ¡Yo estaré bien!- a penas pudiendo moverse.

Cho-cho: ¡Temari-san!

La Akimichi fue a la carga para golpear a Delta, pero está última la evadió con facilidad y le propinó una patada en el estómago.

Delta: Dos menos. Quedan tres.

La rubia comenzó a volar en dirección a Shikadai.

Delta: A ti te voy a matar primero.

Mirai: Pues tendrás que esperar.

Mirai se interpuso y comenzó una batalla cuerpo a cuerpo con Delta.

La rubia lanzaba patadas enfurecida, mientras Mirai la evitaba con sus cuchillas de chakra.

Mirai: Es demasiado...

Shinki le proveyó el apoyo necesario atacándo a Delta con dos grandes manos de arena metálica.

Aún así, Delta seguía evadiando cada ataque.

Shikadai: ¡Mierda! ¡No sé me ocurre nada! ¿Cómo voy a luchar en un desierto si no hay sombras? Y con mí pierna lastimada, no puedo ofrecer combate cuerpo a cuerpo...

En un hábil movimiento, Delta estiró una de sus extremidades y golpeó fuertemente a Shinki en el rostro.

Delta: Hazte a un lado niña. Antes de que decida matarte antes que al mocoso.

Mirai: ¡No voy a permitir que lo toques!

Mirai comenzó a golpear a Delta con las cuchillas, pero cada ataque era bloqueado.

Mirai: ¡De prisa Shikadai!

Shikadai: ¡Ya sé! ¡Denki, nubes de arena metálica!

Shinki: ¿C...c...cómo?

Shikadai: ¡Crea cúmulos de arena metálica en el cielo. Cómo nubes!

Con sus últimas fuerzas, el muchacho hizo caso a su primo y formó varias nubes de arena de metal.

Delta golpeó a Mirai y la dejó fuera de combate.

Pero cuando volteó hacia Shikadai, notó que una sombra se aproximaba a gran velocidad, aprovechando la sombra generada por las nubes de arena.

Delta: ¡Maldito!

Ella se concentró en esquivar la sombra de Shikadai, hasta que encendió los cohetes de sus pies para llegar rápidamente junto al muchacho, por dónde la sombra de las nubes metálicas no llegaba.

Delta: Perdiste.

Shikadai: ¿Segura?

Ahora la posición de manos del Nara había cambiado, y la sombra dejó de ser un hilo que perseguía a Delta, para transformarse en una gran circunferencia que recubría a Shikadai.

Delta: ¡Maldito! ¡Aún así voy a matarte!

Al cabo de unos segundos, Delta comenzó a impacientarse.

Delta: ¡¿Qué sucede?!

Shikadai: Je. No puedes atacarme haciendo crecer tus piernas por debajo de la tierra porque te situé a propósito sobre las arenas movedizas.

Delta: ¡Eres un miserable...!

Pequeñas y delgadas sombras con papeles explosivos comenzaron a enredarse en los pies y las piernas de la rubia.

Shikadai: Ni se te ocurra encender los cohetes de tus pies. O volarás en pedazos.

La rubia comenzó a reírse de forma diabólica.

Shikadai: ¿Qué es tan gracioso?

Delta: ¡Tú serás el que volará en pedazos!

Los ojos de Delta comenzaron a brillar y lanzó un potente rayo hacia el joven.

Causó una enorme explosión al dar en el blanco.

Cho-cho: ¡Shikadai!

Mirai: ¡NOOOO!

Shinki: Mierda...

Delta: Eso les enseñará a no jugar conmigo. Estúpidos.

Cuando el resplandor se desvaneció, Shikadai se encontraba temblando en el suelo, junto a su madre Temari.

Shikadai: Mamá... ¿Por qué...?

Ella empujó a su hijo y recibió el impacto de lleno.

La mitad inferior de su cuerpo quedó reducido a cenizas.

Temari: No podía dejar que lastimaran a mí bebé...- llorando y con una pequeña sonrisa nerviosa.

Shikadai: ¡MAMÁ!

Temari: Prométeme que los protegerás a todos. Yo confío en tí, hijo mío. Te amo.

Luego de sus últimas palabras, los ojos de Temari se tornaron de un color más opaco.

Sin el brillo digno de la vida.

Delta se liberó y apuntó sus ojos hacia Shikadai para lanzar otro rayo.

Delta: No te preocupes "bebé". Te reunirás con ella pronto.

Shinki, a duras penas, se puso de pie y quedó entre Shikadai y el enemigo.

Shinki: Tendrás que darme a mí primero.

Delta: Bien.

Los ojos de Delta empezaron a brillar, hasta que el dron se insertó en su espalda.

Amado: ¡Delta! ¡Suficiente!

Delta: ¿Amado?

Amado: A quien estar por matar es el sobrino del Kazekage. Acabas de matar a su hermana. No queremos desatar una guerra.

Delta: ¡Pero estos estúpidos me provocaron! ¡No los voy a perdonar! ¡Al diablo contigo, viejo tonto!

Amado: Puedes hacer lo que te plazga. Pero cuando Jigen regrese, procederé a contarle toda la verdad.

Delta: ¡Maldito...! ¡Cómo sea!

Encendió los cohetes de sus pies y se marchó a gran velocidad.

Delta: ¡Volveremos a vernos "bebé"!

Mirai y Cho-cho se acercaron a Shinki, quien consolaba el llanto de su primo.

Cho-cho: La vengaremos amigo. Te lo prometo.

Shikadai: No. No voy a involucrar a nadie más en mis batallas.

Cerró los puños y secó sus lágrimas mientras caminaba.

Shikadai: La próxima vez que me cruce uno de esos adefesios de Kara, no necesitaré de nadie que gane tiempo para que yo pueda actuar. La próxima vez... ¡LOS VOY A MATAR YO MISMO!

Mientras tomaba el abanico que le pertenecía a su madre.

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Sarada: Suficiente, Boruto. Ya párate...

Dificultoso, el rubio se recompuso frente a ella.

Sarada se acercó a él y sacó un pañuelo de su bolsillo, con el que lo ayudó a secarse las lágrimas.

Sarada: Ya tonto... No me gusta verte así.

El rubio aún tenía la respiración agitada por el llanto.

No quería mirarla a los ojos.

Sarada: Boruto...

Boruto: ¿Qué? -tímidamente mirando al suelo.

Sarada: Mírame a los ojos.

Posó sus ojitos celestes sobre el ónix que tanto lo hacía pensar por las noches.

Sarada: ¿Me amas?

Boruto: ¡¿S... Si... Si te amo, dices?!

Sarada: Eso mismo. Porque yo te amo a ti. Siendo honesta...

Él tragó saliva y continuó.

Boruto: Por su puesto que también te amo.

Sarada: Entonces, ¿Estás dispuesto a hacer lo que dijiste? Lo de ya no vernos jamás. Porque nos hacemos daño...

Boruto: N...n...no. Fue una estupidez de mí parte.

Sarada: No creo que haya sido una estupidez. De hecho, hasta tienes razón. Si queremos que esto funcione, de verdad debemos cambiar. Amarnos de una forma más sana...

Boruto: Estoy de acuerdo. Pero... ¿Cómo se hace eso?

Sarada: Ahhhhh... No lo sé. Pondremos todo de nosotros para descubrirlo sobre la marcha.

Ella pegó su cabeza al pecho de su amigo para oír su corazón.

Sarada: Vaya que te gusto eh...

Boruto: Ja. No exageres. No es para tanto- dijo haciéndose el difícil.

Sarada: El latido de tu corazón no opina lo mismo.

El rubio lanzó una carcajada mientras se sonrojaba.

La Uchiha comenzó a bostezar y se separó del rubio.

Boruto: Bueno. Te dejaré descansar. ¿Puedo verte mañana?

Sarada: Mhhhhhhhh... No lo sé...

Boruto: Jaja por favooooor... -Mientras le ponía cara de perrito mojado.

Sarada: ¡De acuerdo!

Boruto: ¡Genial!

La Uchiha lo tomó de la mano y lo miró con sus ojos azabache bien abiertos.

Tanto, que la luna se reflejaba en ellos.

Sarada: Pero solo si te quedas conmigo esta noche...

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