Cap. 2: Desconectado.
Abrió los ojos pesadamente.
Todo estaba borroso. Solo se observaba algo blanco.
El gemido de malestar alertó a la enfermera de junto quien corrió a dar aviso.
La luz le molestaba demasiado.
La persona que ingresó le puso los lentes para que pudiera ver mejor.
Sarada: ¿Tsunade-sama?- decía la Uchiha dificultosa y con solo un ojo abierto por la luminosidad.
Tsunade: Así es.
Cuando por fin hizo contacto visual con la ex-Hokage, desvió rápidamente la mirada.
Tsunade: ¿Cómo te encuentras?
Sarada no respondía.
Su respiración era algo más profunda y seguía sin mirar a su "abuela".
Tsunade: Como sea. No hables conmigo si no lo deseas. Pero hay alguien a quien sí le debes explicaciones...
Sorprendida, la muchacha observó que detrás de ella se encontraba su amiga.
LLorando.
Verla así, la puso más triste. Si es que podía estarlo más.
Sarada: Cho-cho yo...
Cho-cho: Lo sientes ¿verdad?-le interrumpió rápidamente su amiga.
Sarada: ...
Cho-cho: ¿Por qué Sarada?
Que el silencio de la pelinegra continúe, ponía aún más nerviosa a Cho-cho.
Cho-cho: ¡¿No vas a decirme nada?!
Sarada: ¿Qué es lo que quieres saber Cho-cho? Simplemente no soy feliz- dijo mirando a su amiga a los ojos.
Cho-cho: Debiste habérmelo dicho. Te hubiese ayudado en todo momento.
Sarada: Cho-cho... yo no necesito ayuda. Simplemente soy un caso perdido.
Cho-cho: ¿Por qué dices eso? ¿A caso nada te motiva a vivir? ¿Tu sueño de ser Hokage? ¿Boruto?
Sarada: Soy una desequilibrada mental Cho-cho. Es imposible que sea Hokage con esto en mi historial psiquiátrico. Y Boruto... ese ya no es mi novio. Solo es... su carne la que está conectada a muchas máquinas...
Ahora también Sarada se encontraba llorando.
Trató de voltear su cara para que no la vieran.
Cho-cho: ¿Qué hay de Ino, Tsunade-sama, tus abuelos, el Hokage? ¿A caso ellos ya no te importan? ¿QUÉ HAY DE MI?
Sarada: Solo soy un estorbo para ellos. Y también lo seré para ti.
Cho-cho: Pero Sarada...
Sarada: ¡Olvídalo de una vez Cho-cho! ¡Mi vida es un infierno y no te quiero en el! Tampoco hay forma de arreglarlo. Madara-san tenía razón. El portador de estos ojos y quienes lo rodean están malditos...
Cho-cho: De acuerdo. No te molestaré más.
Ambas estaban mirándose fijamente a los ojos.
Ojos llenos de lágrimas.
Cho-cho: Pero recuerda que eres mi hermana y que te amo. Y que el hecho de perderte me destrozaría.
Dicho eso, la morena salió de la habitación dejando a Tsunade con su "nieta".
Tsunade: Pobre Cho-cho. Debe ser difícil perder a alguien que amas mucho ¿no crees?
La intención de la rubia era clarísima.
Sarada: No me arrepiento de lo que hice...- dijo la joven mirando hacia el piso.
Tsunade: Lo sé. Por eso es que estás atada a la cama...
Efectivamente, cuando la pelinegra escuchó esas palabras, se percato de los amarres de ambos pies y brazos a la cama.
Sarada: ¿Y qué harán? ¿Mantenerme viva a la fuerza?
La rubia se le acercó, y se sentó junto a ella.
Tsunade: No.
Las miradas de ambas chocaban sin cesar.
Tsunade sin dudas se entristeció al ver esos ojitos negros sin el brillo que antes los iluminaba.
Ahora solo veía dos bolas negras opacas, sostenidas por unas ojeras casi púrpura.
Tsunade: Pero recuerda una cosa. Así como tu amiga Cho-cho, Ino, tus abuelos, el Hokage y muchos otros más... te amamos. Realmente no estoy segura de que marcharte de este mundo te haga sentir mejor... pero estoy segura de que a nosotros nos hará sentir terrible...
Dicho ello, se paró y antes de abandonar la habitación, apagó la luz.
Un suspiro y dejó caer su cuerpo sobre la cama.
Miraba el techo y no paraba de pensar en todo. En lo bueno y en lo malo.
En quienes la amaban y en lo que la atormentaba.
Luego de varias horas, saltó exaltada debido a la pesadilla que había tenido.
Estaba matando a Boruto nuevamente. Lo mataba mientras él lloraba y le decía que la amaba.
Su respiración estaba agitada y lloraba a cántaros.
Casi que ni siquiera podía distinguir cuando lloraba y cuando no. Lo hacía tanto y tan seguido.
Observó su muñeca izquierda y vio la venda con la cual frenaron la hemorragia que le habría quitado la vida.
Comenzó a acariciar su muñeca suavemente.
Justo como lo hacía su novio. Antes de que ella lo matara.
Al venirse ese recuerdo a su mente, sacó la mano de allí de manera veloz.
Ya no sabía que hacer. No encontraba otra solución.
Sarada: ¡Un momento...!
Giró su cabeza para ver su mano derecha.
Si estaba amarrada... ¿cómo es que pudo acariciar su otra mano?
Fue Tsunade quien la liberó de uno de sus agarres en el momento en que se sentó junto a ella.
Sarada: Tsunade-sama...
Con ferocidad, se liberó del resto de las ataduras y se puso de pie rápidamente.
Lo que no contempló fue que aún necesitaba reponerse más.
Por lo que calló pesadamente al suelo, dándose un buen golpe.
Sarada: Mierda. Odio este cuerpo.
Desconectó el suero y todos los medicamentos que le administraban.
De esta forma, tomó el trípode que sostenía su bolsa con suero para usarla de apoyo y poder caminar.
Sarada: Si salto por la ventana voy a ser puré. Es verdad que quiero suicidarme, pero tampoco de una forma tan dolorosa...
Salió dificultosamente de la habitación 15 y comenzó a caminar por los pasillos del oscuro hospital.
Se aseguró de que nadie la viese escapar para poder utilizar el ascensor.
Pero antes de llegar a este, observó el número de la habitación de junto.
Sarada: 22...
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Una vez que logró llegar a la casa Uchiha.
Entró y se dirigió rápido a su habitación.
Abrió el armario pero no encontraba lo que buscaba.
Sarada: Mierda... lo confiscaron. Debí haberlo sabido.
Comenzó a buscar por cada rincón.
Pero no encontraba nada.
Kunais, shurikens, incluso cuchillos de cocina.
Tsunade se había adelantado.
Sarada: ¡POR FAVOR QUE TERMINE ESTA TORTURA!
Lloraba y golpeaba desesperada el piso de madera junto a las escaleras.
Se puso de pie y comenzó a buscar en el botiquín del baño.
Sarada: Vamos, mi madre era médica. Debe haber alguna pastilla por aquí...
Pero nada. Solo maquillajes viejos de ella y su madre que usaban cuando ambas estaban vivas.
Sarada: Mierda... estoy comenzando a sentirme débil. Tengo que encontrar la forma o volveré a esa camilla de hospital...
Salió del baño y se dirigió a la habitación de sus padres.
Desde lo sucedido en la guerra que no entraba allí.
Apenas se recuperó de aquella batalla, puso llave a la puerta y jamás se atrevió a entrar.
Con sus últimas fuerzas forzó la cerradura y entró.
La habitación estaba tal cual la habían dejado sus padres antes de la guerra, solo que con mucho polvo y telarañas.
Fue un milagro que la casa Uchiha fuera de las pocas que se salvó de destruirse en la batalla.
Abrió el armario y la encontró.
Antes de que todo sucediera, su padre le enseñó a luchar con espada. Y la espada con la que practicaba aún seguía allí.
La desenvainó y puso el filo en su cuello.
Tragó saliva y hundió el arma blanca.
O eso hubiese hecho de no ser porque sintió que algo subió por su brazo hasta su muñeca derecha.
Sarada: ¡Esto es...!
Era una pequeña serpiente blanca.
Sarada: ... de Mitsuki...
Mitsuki quién luego de la batalla tuvo que ser trasladado de urgencia al laboratorio de Orochimaru, donde repararían su cuerpo completamente destrozado.
La pequeña serpiente mordió a Sarada y le transmitió sus recuerdos a través del chakra.
En sus recuerdos Sarada pudo ver cómo estaban Boruto y Mitsuki hablando en la puerta de la aldea.
Boruto: Mitsuki, eres mi gran amigo y mi mano derecha ¿Podría pedirte un favor?
Mitsuki: Por supuesto Boruto. Haría cualquier cosa por tí.
Boruto: Quiero que si algo me sucede, por favor cuides de Sarada. Yo sé que ella es mucho más fuerte que ambos. Pero no dudará un segundo en dar su vida por la aldea. Y eso aún no debe suceder Mitsuki. Sarada debe ser Hokage. Debe cumplir sus sueños y ser feliz. Por lo que más quieras, asegúrate de que ella salga viva de todo esto...
El rubio estaba casi de rodillas pidiéndole a su amigo.
Mitsuki: Daré mi propia vida si es necesario amigo.
Boruto: Gracias Mitsuki. Desde el fondo de mi corazón.
Ambos se abrazaron y el recuerdo terminó.
La Uchiha estaba llorando a mares.
Sarada: ¡¿POR QUÉ HACEN ESTO TAN DIFÍCIL?!
La Uchiha volvió a tomar con fuerza la espada y volvió a ponerla pegada a su cuello.
Sarada: Yo no soy como ustedes. Yo estoy maldita. Yo...
Alguien golpeó a Sarada en su talón derecho y con una llave de combate la dejó en el suelo boca abajo.
Un pie sobre su espalda la mantenía en el piso.
???: ¡Sabía que me faltaba una!
Sarada: Esa voz...
Kakashi: Veo que llegué en el momento adecuado...
Sarada: Déjeme sola y váyase al demonio Rokudaime.
Sarada le dio a Kakashi una mirada sobre su hombro. Una mirada llena de odio.
Kakashi: Eres la viva imagen de tu padre...
Sarada: Me importa una mierda si me parezco a mi padre o a quien sea. Esto no le incumbe.
Kakashi: Vamos... ¿estás segura de que es la única solución?
Sarada: Sí. Lo intenté. Le juro que lo intenté durante estas últimas semanas. Pero cada vez que cierro los ojos, veo a mis padres muertos, me veo fallándole al Nanadaime... me veo asesinando a Boruto... yo... yo no puedo dejar de oír su voz en mi cabeza...
Lloraba sin tapujos. Estaba destrozada.
Kakashi: Comprendo como te sientes. Yo...
Sarada: ¡¿CÓMO MIERDA PUEDE SABER COMO ME SIENTO?! ¡USTED NO TUVO QUE MATAR A LA PERSONA QUE MÁS LO AMABA EN EL MUNDO! ¡USTED NO PERDIÓ A TODOS SUS SERES QUERIDOS!
Kakashi miró el techo de la habitación y suspiró.
Kakashi: Sarada... activa tu Sharingan por favor...
Sarada: No puedo hacerlo ni aunque quisiera. Me trae recuerdos horribles...
Kakashi: Será solo por unos segundos. Luego te dejaré libre.
Sarada: ¿Cómo sé que es verdad lo que dice?
El ex-Hokage liberó a la Uchiha de su agarre, demostrándole que su intención no era retenerla por siempre.
Kakashi: Por favor...
Sarada: Ahhhh, está bien...
Cuando la muchacha se puso de pie, intentó golpear al hombre y escapar, pero en vano.
Él volvió a lanzarla contra el suelo.
Sarada: De acuerdo. De acuerdo. Lo haré.
La chica cerró sus ojos y al volverlos a abrir, tenía su Sharingan de tres aspas.
Sarada: Hagámoslo rápido. Odio estos ojos.
El ex-Hokage se arrodilló a la altura de ella.
Kakashi: Quiero que observes mis recuerdos.
Sarada: ¿Eh? Vamos Kakashi-san... si me va a sermonear con alguna vivencia de su juventud yo...
Kakashi: Mientras más rápido lo hagas, más rápido me marcharé de aquí.
Sarada: Buen punto.
La Uchiha utilizó su dojutsu para observar en los recuerdos del líder del antiguo equipo 7.
Luego de varios segundos, Kakashi interrumpió la vista de Sarada.
Kakashi: Suficiente.
Él se puso de pie. Pero ella no.
Se encontraba de rodillas. Llorando.
Sarada: Rokudaime... usted...
Kakashi: Sí. Yo asesiné a la persona que más me amaba. Yo perdí a casi todos mis seres queridos. Pudiste incluso ver cuando no pude detener a tu padre de irse de la aldea. Por favor... no me hagas perderte a ti también...
Ella seguía llorando a mares. Sus sollozos podían escucharse en otras aldeas.
Sarada abrazó fuerte al ex-Hokage, quien trataba de consolarla acariciando sus cabellos.
Kakashi: No estás sola y nunca lo has estado. Es solo que a veces es muy difícil darse cuenta del amor que sienten otras personas por nosotros.
Sarada: Por favor. Ayúdeme a volver al hospital. Debemos volver cuanto antes y casi no tengo fuerzas...
Kakashi: ¿Ehh? ¿A qué se debe esa repentina prisa por llegar?
Sarada: ¡Yo misma desconecté a Boruto de todos esos aparatos antes de venir aquí...!
El asombro del ex-Hokage fue grande.
Kakashi: ¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!
Pero antes de responder, Sarada se desmayó debido a que aún estaba débil.
Kakashi: Mierda. Tenemos que llegar cuanto antes...
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