»Capítulo 41
Cuando solo toca armar un plan y esperar salir victorioso, porque de nada servirá dar la vida si la libertad no es la garantía.
«»
『Tres días después』
Observo el panorama: el caos sume todo el ambiente entre cenizas y fuego, la sangre recorre el suelo, los coches ardiendo en llamas, la muerte está haciendo de la suya, veo varios cuerpos a mi paso, muchos de parte del gobernador y algunos de los nuestros.
Contengo la respiración.
Me quedo en mi sitio cuando escucho su voz cargada de rabia y burla, giro sobre mis talones y lo enfrento.
—¿Creían que me podían matar así por así? Peores cosas he vivido. Ha llegado tu momento, basta ya de juegos, esta vez te sacare de mi camino cueste lo que me cueste. —Él apunta hacia mí, agitado y herido.
Observo cautelosamente a mi alrededor, no veo a los chicos, pese a todo no me inmuto.
Lo apunto.
—Acabar con la basura siempre cuesta —increpo y presiono el gatillo, el pasador se queda atascado, aprieto el arma una vez más y no sucede nada, alzo mi mirada y lo veo sonreír.
¡Maldición!
—Nos vemos en el infierno, ¡maldita zorra! —Lo veo apretar el gatillo, cierro los ojos y el disparo suena.
Solo soy consciente de como mi cuerpo sale disparado hacia un lado, al instante siento el asfalto pegado a mi piel, estoy aturdida, me incorporo con un poco de dolor y me tanteo...
Nada.
Veo al frente y la garganta se me cierra.
No.
¿Qué mierda ha hecho?
La opresión en mi corazón hace que todo se revuelva y quede devastada, me llevo la mano al pecho para presionar esa zona, siento que al sostenerlo no se podrá salir de allí.
Camino de manera torpe hacia donde esta, me arrodillo y siento el choque de mis huesos contra el pavimento.
Este es el punto sin retorno donde mi vida ha encontrado redención, pero la condena de la misma forma.
Lo abrazo y en automático estoy repleta de sangre que no es mía.
—Eres un maldito mentiroso, me dijiste que nunca me abandonarías, ahora te rindes. —Las lágrimas y la impotencia llenan mi ser, el dolor se está encargando de matar cada parte mis sentidos.
No puedo perderlo a él.
¡Maldita sea la vida! De que me sirvió luchar por vengar a mi hermana si en el camino he perdido tanto y hoy a pesar de querer terminar con mis propias manos la vida de Conrad Mahone, he terminado con la de él.
Siento mi alma separarse de mi cuerpo al verlo tendido en este suelo de asfalto, lo sujeto contra mí y su respiración esta pausada.
—Nadie dijo que duraría para siempre. Ahora eres libre en este maldito mundo lleno de miserias, no llores, no lo hagas. —Niego con la cabeza mojando su rostro con mis gruesas lagrimas—. En este momento puedo morir sabiendo que podrás estar tranquila y eso me hace un hombre feliz, te amo, lo hice desde que vi tus ojos verdes.
Las palabras no me salen, niego y me aferro a él.
—Por favor no me dejes, no me hagas esto. —imploro.
—Si no sobrevivo esta noche, no me olvides. —Sonríe y sus ojos se cierran, quedando su peso en mis brazos.
Lo perdí...
»«
『Presente』
Revoloteo mis pestañas y la luz da de lleno contra mis ojos, me ubico frunciendo el ceño y una molestia en el costado me hace desviar la mirada, tengo de nuevo gasas y esta vez un centímetro más en mi piel.
Los pensamientos se me revuelven como un torbellino en plena tormenta, ahora mismo me hallo en un limbo de emociones, solo quiero acabar con toda esta mierda de una vez.
Me siento aturdida, decepcionada y en un bucle repetitivo de dolor e impotencia.
Escucho voces desde afuera y me reincorporo poco a poco, mis pies tocan el suelo frio y me sostengo de la cama para levantarme, camino a pasos lentos hasta que llego a la puerta, giro la manilla y salgo. Las voces se hacen más claras, llego al salón y los veo a ambos, ellos se levantan mirándome fijamente y dándome una mirada de alivio.
—Sirenita, me alegra verte despierta. —Su rostro denota cansancio y sus ojos miel llenos de preocupación dan con los míos, al instante se acerca a abrazarme, lo hace con una delicadeza que mi corazón se llena de ternura por ese simple acto, arrugo mi rostro por el pensamiento y le dedico una sonrisa.
—Me siento físicamente bien —informo en voz alta, observo a Aryek cuando Dyclan deshace el abrazo y con su mano me guía al sofá, con cuidado me deja en este y me acomodo—, ¿cómo están?, ¿qué ha pasado?
— Me alegra que hayas despertado, Jhan. —Se acuclilla frente a mí, su voz es suave y contenida—. Nos distes un buen susto, no vuelvas a querer hacer las cosas tu sola, porque no lo estas, pese a todo aún seguimos aquí luchando. —expresa Aryek y al instante siento y mis ojos humedecerse.
Trago saliva.
¿Qué hubiera pasado si ellos no hubiesen llegado?
Todo lo que he vivido estos últimos días aplastan mi mente en una tormenta de recuerdos dolorosos.
Casi fui violada por un maldito enfermo y todavía la persona responsable de toda mi desgracia sigue haciendo de la suya.
¿Al final matarlo valdrá la jodida pena?
Ahora mismo no sé qué mierdas tengo que hacer para que el dolor mengüe solo un poco, me llevo mi mano a mi pecho y no soy consciente de mis sollozos hasta que siento las manos de Aryek sujetando la mía.
—Sirenita, te prometo que estas serán tus ultimas lágrimas, ese maldito tiene las horas contadas. Por ti haré de esta ciudad el mismismo infierno. —Lo observo desde mi sitio y sus ojos miel dan con los míos y sé que el cumple su palabra, mi corazón apacigua un poco el dolor, pero aun así me siento tan quebrada que creo que no podré armarme alguna vez.
La vida es un maldito misterio y todo lo que conlleva ser feliz es una vil y cruel falsedad.
—¿Cuándo lo haremos caer? —Quiero acabar con esto lo más pronto posible, necesito encontrarme y sé que con ese cobarde afuera será difícil e imposible—. Creo que lo más factible de esto es sacarlo de su zona de confort, quiero verlo muerto y hundido, por todo y cada uno de sus pecados, quiero que la ciudad se entere de la clase de persona que gobierna los Ángeles. —El rencor se mezcla en cada palabra que sale de mi boca.
Observo a Dyclan, me da una mirada de comprensión y de apoyo.
─Jhan, debemos de hacer las cosas bien, no es cualquier hombre, tiene con él a los cuerpos policiales del país y no solo eso, también hace parte de una mafia, si fallamos seremos una mota de polvo contra ellos. ─ expone Aryek y su preocupación es palpable.
─No hay nada imposible en esta vida. Lo único que nosotros no debemos de tener es miedo, ese hunde a cualquiera. Sirenita ya tengo un plan. Primero haré unas llamadas y tú, Aryek, te encargaras de tener esas armas, debemos de mover las fichas, que él sepa que todo se está haciendo a su manera. —Sonríe, y esa sonrisa es la que siempre coloca cuando todo lo tiene bajo control—. Se llevará una grata sorpresa cuando nos encontremos.
Los observo con una ceja alzada.
—¿Cuándo nos reuniremos con él? —cuestiono.
─En dos días. Ayer nos llamó y lo que quiere es su mercancía, pero lo que no sabe es que cavara su propia tumba. Debemos de prepararnos, sin embargo, sirenita, vas a estar descansando hasta que llegue el momento, sé que no te quedaras atrás y tranquila, pero necesito que recuperes fuerzas, lo que viene no será fácil, solo ten por seguro de que lo hundiremos. —Me guiña un ojo y sale del salón.
En un par de días se definirá el curso de nuestra vida, sea para bien o para mal, esta mierda se tiene que acabar.
─Jhandra, ¿quisieras ir conmigo a visitar a mi madre? —Su voz me saca de mis pensamientos, lo observo confundida.
─Ar, no creo que ahora sea buen momento ─respondo escuetamente, mi cabeza solo da vueltas de lo que pasará al enfrentarnos al gobernador.
─Sé que ahora mismo no estas para esto Jhan, pero me gustaría que mi madre te viera, realmente no sabemos qué sucederá en estos días, solo quiero estar con las mujeres que amo, ante que todo esto estalle. —Sus ojos negros me miran suplicantes, al instante sonrío y asiento—. Solo iremos un rato y no tardaremos, princesa.
Me ayuda a levantarme, él se queda en la sala y me dirijo paso a paso al cuarto de Dyclan, allí tengo un par de mudas de ropa, entro y lo veo hablando por el móvil, hace una seña que siga y él sigue en lo suyo. Me dirijo al armario pequeño que tiene y agarro un vaquero, sweater y ropa interior.
Entro al baño y me ducho lentamente, tengo un poco de dolor en el costado, respiro profundo y salgo, me visto despacio allí mismo y salgo.
—¿Para dónde vas? ─cuestiona Dyclan sentado en la orilla de la cama.
─Voy a ir un rato con Aryek a visitar a su madre, ¿podrías ayudarme a colocarme los botines? —Él suspira profundamente y me acerco a sentarme a su lado. Al instante agarra mis botines y se arrodilla tomando uno de mis pies para colocarme los zapatos.
─Ten cuidado Sirenita, regresa pronto que tú eres con quien quiero estar, aunque todo esto se vaya a la mierda. —Me observa con una intensidad en sus iris, no soy consciente que termina su labor hasta que sus manos se aferran a las mías.
─Tengo miedo, en esto nos estamos jugando la vida, Dy, me siento jodida y más perdida que nunca ─confieso apretando sus manos.
─No te preocupes por eso confía en mí, Jhandra, después de esto, serás libre de toda esta mierda y hasta de mí... —Sonríe, sin embargo, su mirada es de dolor—. Así que a partir de ese momento usaras esa jodida libertad antes que alguien se crea que es suya, pase lo que pase solo quiero que tengas en cuenta que quiero verte sonreír cada día, así no lo pueda ver, prométemelo que lo harás.
Ladeo mi cabeza con la confusión plasmada en mi rostro y el corazón latiendo de prisa, tanto que me duele, antes que pueda pronunciar palabra, él me ayuda a levantarme y nos dirigimos hacia afuera de la habitación, llegamos al salón y me da un beso en la frente y sale de prisa trotando por las escaleras hacia la salida.
¿Por qué lo sentí como una despedida?
¿Por qué siento como una parte de mí necesita estar a su lado en este momento?
—¿Lista, princesa? —Me sobresalto al escuchar a Aryek, trago saliva y despejo mis pensamientos, todo esto me tiene con un lio en mis emociones. Asiento y él me agarra de la mano, comenzamos a subir las escaleras y salimos hacia afuera, el sol esta resplandeciente, el aire fresco da de lleno contra mí y me relajo al instante, nos acercamos a uno de los coches y nos subimos, el ajusta mi cinturón y cuando está todo listo arranca en silencio.
Bajo la ventana y el viento da en mi cara, cierro los ojos y me dejo llevar por la sensación de libertad que da el solo sentir la brisa, mi mente me hace imaginar mi vida sin dolor, sin venganzas, sin amenazas, solo una imagen donde estoy sonriendo a la orilla de una playa.
─Jhan, llegamos. —Salgo de mi trance y observo la zona, una especie de edificios rodeados de árboles.
—¿Dónde estamos? —Nos bajamos del coche y me aferra a su mano.
─La tengo que dejar en este lugar hasta que todo se calme. Es una especie de cuidados para mayores, pero es más que eso, es un hotel cinco estrellas con todo incluido. —Sonríe y lo imito, niego con la cabeza por lo dicho, esto es un ancianato en realidad.
Entramos y él nos registra. El chico que nos atiende nos dirige a una de las habitaciones, observo a mi alrededor y de verdad que, si se parece a un hotel lujoso, veo muchos mayores reunidos, bebiendo y riendo. A medida que caminamos, veo una sala de varias mujeres mayores bailando, me causa ternura y diversión como lo hacen, las sonrisas que tienen plasmada me hacen saber que la están pasando genial.
—Esta es la habitación, hace poco que regresó de hacer actividades, se sentía un poco agotada. En un rato les traerán el almuerzo. —informa y se aleja de nosotros.
Al instante Aryek toca la puerta y una sonrisa se plasma en su rostro cuando la puerta se abre y sale de ella esa hermosa y amable rubia, Cristhy, su mirada brilla y de inmediato le da un beso en la mejilla y luego se percata de mi presencia, ella ladea su rostro y una mueca de confusión adorna sus facciones.
─Mami, ella es Jhandra. ─Sus ojos se abren en sorpresa y sin esperármelo ella me da un abrazo, mis ojos se humedecen por este simple gesto, la calidez y protección que siento en este momento es inexplicable.
─Jhandra, ¡que hermosa estas mi niña! —Trago saliva para que el nudo que se ha formado en mi garganta baje, pero es imposible, siento que en cualquier momento voy a llorar —. Pasen, me alegro mucho verte de nuevo mi pequeña, bueno ya no eres tan peque, ya eres una mujer y muy preciosa.
Entramos y nos hace sentar en un sofá, ella se sienta enfrente de nosotros, siento las manos de Ar sobre las mías, lo miro y sonrío a boca cerrada.
─Me alegra volver a verte, Cristhy, estas hermosa —Es lo que puedo decir en este momento, ella sonríe y mi mente solo imagina, como hubiese sido el tener una madre, esa que cada día inunda un hogar de amor para enfrentar lo que sea.
A veces solo queda esperar para que la vida te sonría, pero mientras toca aguantar cada desdicha.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top