»Capítulo 3
Hay personas que llegan a nuestra vida en el momento justo.
»«
—¿Qué se necesita para ser un buen ciudadano? —pregunta la profesora de valores.
El salón está en completo silencio. Observo a mi alrededor y veo como un chico moreno con anillos en los dedos meñique y pulgar alza la mano.
—Arthur dime tu opinión.
—Profe creo que para ser un buen ciudadano solo hay que hacer cosas que no lastimen a nadie.
—Muy bien... ¿Alguno más? —Observa a todos, uno por uno hasta que su mirada da con la mía—. Tú, al ser nueva en el curso te invito a que te presentes y des tu opinión del tema.
Mis manos comienzan a sudar.
Trago saliva.
—Me llaman Jhandra Bell. Tengo diez años y mi opinión... —Aliso mi falda y aprieto los puños a ambos lados de mi cuerpo—. E-el respeto mutuo hace que cada persona sea importante. El saber que el otro es diferente a ti y que respetas sus pensamientos e ideales... Creo que con eso cada día hacemos un mundo mejor.
Me siento de inmediato y siento mis mejillas arder.
Llevo ya mucho tiempo en esta institución y siempre paso por lo mismo cuando comienzo un curso nuevo.
Respiro profundo para calmarme.
Veo a la profesora felicitarme y solo asiento con mi cabeza enfocando el pupitre y cubro mi cara con mi cabello.
Desde hace cuatro años nuestra vida ha dado un giro drástico, a pesar de estar mejor en esta institución, todo ha sido complicado, sobre todo el adaptarnos a las reglas estrictas del colegio.
Me cuesta mucho lidiar con los alumnos. Al no interactuar con nadie no he hecho ningún amigo aparte de Aryek.
Aryek... Él siempre está a mi lado apoyándome, aconsejándome para que deje de ser tan tímida y retraída. Por lo menos ya no tartamudeo tanto como antes, él me enseño un poco a controlarlo, como, por ejemplo, al sentir nervios cierro los puños o respiro profundo antes de expresarme.
Él me ayuda muchísimo. Cada día nos vemos en la biblioteca, antes de irse cada tarde a su casa siempre me deja un chocolate, sin embargo, todos a aquellos alumnos que se quedan dentro de la institución son los becados.
Como yo. Salimos de vez en cuando solo los fines de semana, ya que son los días que nos dan de ocio y diversión.
—Esto es todo por hoy. —Escucho decir a la profesora.
Recojo mis cosas y salgo de prisa al comedor.
—Hola, Ar. —Saludo al verlo y espero que él me dé alcancé para entrar juntos a comer, cuando llega a mi lado nos sonreímos y mis mejillas se encienden, caminamos hacia dónde está mi hermana.
—Hola, ¿cómo estás? —pregunta y sus ojos negros me transmiten calidez, él ya con doce años es uno de los chicos más guapos del colegio.
—¿Cómo te fue hoy enana? —interroga Zinedy, la mejor amiga de mi hermana.
─Bien, hablé frente a toda la clase, casi me muero de los nervios, pero... ¡Lo logré! —informo entusiasmada.
—¿En serio? ¿qué ha hecho mi cuñado con mi hermanita? Desde luego que tenerlo como amigo te ha ayudado mi peque. ─Escucho su risa y al instante mis mejillas arden, mi hermana siempre le gusta avergonzarme haciendo ese tipo de bromas. Lo veo a mi lado desviando la mirada.
¡Dios!
—Jazba, te veo en la biblioteca —Se acerca y me da un rápido beso en la frente, se aleja con un ademán hacía las chicas.
—¡Vanny! —chillo y bajo mi cabeza—. No me gusta que lo llames así, él es mi mejor amigo y aun soy muy pequeña para esas cosas.
Ella ríe y me revuelve el cabello.
Resoplo.
Me levanto de un salto y camino hacia la fila para escoger mi almuerzo mientras escucho como ambas se ríen más alto. Llego a la fila y espero mi turno.
—¡Carajos! cállate ya, déjala en paz envidiosa. —Escucho detrás de mí, sin prestar atención agarro del bufet un poco de todo cuando estoy cerca de las bandejas.
Antes de salir de la fila siento mi espalda mojada y al instante veo un cabello castaño cobrizo pasar furiosa frente a mí, volteo para ver que sucede y solo veo a mi hermana arrancándole el cabello a la pobre chica y al lado de ella Zinedy insultando a las demás, pero ninguna se atreve hacerles frente.
—¡Vanny! —grito llena de miedo y trato de agarrarla—, detente, por favor, déjala ya —suplico y la suelta, pero su mano queda sujetándole el cabello.
—Está perra te lanzó el jugo encima, la voy a matar. —Antes que se lance de nuevo contra la chica, la sujeto. No puedo permitir que siga haciendo este espectáculo.
—Hermanita, para, nos van a castigar —susurro a su oído ante las miradas de todos.
Ella la suelta no sin antes acercarse a su oído, veo como palidece y se aleja. Al instante siento sus brazos a mi alrededor, es más alta que yo y su cuerpo está tomando forma, ya con catorce años Vanny es una belleza.
—Jhandra estoy molesta, tenías que dejarla que le diera en su boca de "fue sin querer" ─Remeda y no puedo evitarlo, la risa me gana a pesar de que sé lo que vendrá después.
Nos dirigimos a nuestros asientos y como si no hubiese pasado nada los alumnos se dispersan, mientras Vanny comienza a limpiarme la camisa con unas servilletas
—Debes de tener cuidado enana, seguro las muy desgraciadas van a vengarse —pronuncia Zinedy agitada.
Vanny termina y toma asiento, me observa preocupada, y yo termino de comer para ir lo más rápido posible a la biblioteca, no quiero alargar más esta conversación. Me levanto y agarro mi mochila.
—Ten cuidado, Jhandra.
—¡Grita que nosotras vamos! —Ambas hablan a la vez, sonrío y alzo mi mano en modo de despedida. Salgo de prisa de allí hacía a la biblioteca y al entrar él está absorto mirando por el gran ventanal. Me acerco a pasos ligeros, sonrío y me escanea.
—¿Qué te sucedió? ─Sus ojos están fijos en la mancha de mi camisa, aún sigue húmeda.
—Nada, fue solo un accidente —Resto importancia y le brindo una media sonrisa—. ¿Dónde quedamos ayer? —Cambio de tema y él se da cuenta, me observa atento, siempre tiene la costumbre de analizar mis gestos.
—Está bien... —Suspira acariciando mi mejilla—. No me cuentes sino quieres, pero cualquier cosa que necesites aquí estaré, eres mi mejor amiga, Jazba.
Asiento con una sonrisa y mis mejillas las siento arder, ambos tomamos asiento y nos sumergimos en nuestro hobby favorito: La lectura.
Se nos va la tarde leyendo poemas donde una frase en particular se queda en mi mente:
"El saltar a un abismo por esa persona es la prueba más grande de que el amor es capaz de florecer hasta en la oscuridad"
Sonrío y guardo el poemario. Él se levanta observando su reloj, es su favorito, me contó que fue un regalo de su padre hace poco por sacar buenas notas en los finales.
Dejamos los libros en sus respectivos lugares y salimos de la biblioteca, sonríe y me da un beso en la frente junto un toque en la nariz, sonrío bobalicona y le digo adiós. Al instante me dirijo hacia las habitaciones, recuerdo que tengo varias tareas que hacer y la tarde ya se ha hecho presente.
—¿Adónde crees que vas mosquita muerta? —Escucho detrás de mí, mi cuerpo se paraliza.
Volvieron.
No les basto lanzarme el jugo, volvieron a por más.
Desde hace tres años comenzaron a hacerme la vida imposible.
¿Como te defiendes de unas niñas ricas siendo tú una becada?
Ellas son muy influyentes en el instituto. Desde que se enteraron de mi amistad con Aryek comenzaron a molestarme una y otra vez. Al principio las ignoraba, pero luego cuando sus juegos fueron más pesados el miedo comenzó a crecer.
—¿Qué q-quieren? —cuestiono sin darles la cara, trato de no tartamudear, pero la sensación de peligro me está atacando cada terminación nerviosa.
No contestan solo siento como dos de ellas me sujetan por los hombros hacia atrás y a pesar de que intento soltarme afirman su agarre aún más. Me arrastran hacia otro pasillo y solo veo como las luces se van apagando a medida que avanzamos.
—Por f-favor ─imploro con las lágrimas bajando de mi rostro.
Tengo miedo.
El pánico crece cuando una de ellas me levanta por los pies y con fuerza me meten a una habitación sin luz, me cierran la puerta en la cara y sus risas hacen eco.
La respiración se me corta.
Mis manos se mueven frenéticamente.
Antes de caer en la inconsciencia la puerta es abierta y unos brazos me levantan.
—¡Rojita! —exclama una voz suave y varonil—. Estarás bien, te llevaré a la enfermería —dice antes que todo se vuelva negro.
Me despierto con un olor a alcohol, observo a mi alrededor y me ubico. Estoy en la enfermería.
—Por fin despiertas, ─dice la enfermera de guardia—, niña, puedes irte, afuera esta tu amigo esperándote.
Asiento y me levanto de forma lenta, me calzo y me apresuró a salir para no hacer esperar más a Aryek.
Salgo y lo busco, pero no lo veo.
—¿Estás mejor? —Escucho detrás de mí.
Me giro y doy con el chico de los anillos de mi salón
—Sí, estoy bien, gracias —titubeo un poco, colocándome un rizo de mi cabello detrás de la oreja.
—Yo te traje a la enfermería, hablé con el Padre y va a tomar cartas en el asunto.
Mis ojos se abren asustada.
—¿Por qué hiciste eso? No, ahora sí me mataran —exclamo mientras mi corazón late muy rápido y comienzo a retorcer mis manos una y otra vez.
—No te preocupes, ya llevan varias incidencias, creo que las expulsarán de la institución —informa con una sonrisa—, mi nombre es Arthur Rist y ¿el tuyo?
—Jhandra Bell —digo tímida, y sin pensarlo sigo el camino y él se coloca a mi lado.
—Un gusto Jhandra, ¿cómo te va?, ¿llevas mucho tiempo en este sitio? —Saca conversación, lo detallo y no se ve un mal chico, es delgado y sus ojos son grises, cabello azabache y sus cejas pobladas.
—Bien, llegue aquí de seis años junto a mi hermana, Vanny —informo, él me sonríe y le imito el gesto.
—Genial, yo también, mis padres me abandonaron en un orfanato de las Vegas con dos años, allí estuve hasta que me eligieron para el proyecto de beneficencia, ¿tus padres también te dejaron?
Siento un dolor en el pecho y siento mis ojos húmedos.
—No, mi hermana me contó que ellos murieron cuando yo era muy pequeña, ella no recuerda casi nada, solo sabe que eran muy cariñosos. — Sonrío con nostalgia y el corazón se me encoge.
A mis padres nunca los conocí.
Mi hermana siempre tiene un sueño recurrente con ellos. Una vez la pille levantándose asustada por la madrugada, en ese momento me conto lo que según ella era una pesadilla, pero sé que cada noche es lo mismo.
Aunque a veces pienso que en realidad son recuerdos. Lo único que sé es que ambos murieron el mismo día, de ahí Vanny no recuerda más, solo a la señora Tyler, ella nos acogió hasta que mi hermana cumplió los seis y nos dejó en el orfanato.
—Lo importante de todo es que sigues aquí y teniendo la oportunidad de cumplir tus sueños —Salgo de mis pensamientos y le sonrío de manera amable.
Seguimos charlando hasta que llegamos a las alas de las habitaciones me deja allí y se despide. Entro y veo a Vanny haciendo tareas.
—Vanny... —Ella alza su cabeza y me mira confundida—. ¿Has pensado alguna vez que lo que les pasó a nuestros padres no haya sido un accidente?
Ella frunce el ceño.
—¿Por qué preguntas eso?
—Porque no supimos cómo o de que murieron, solo sabemos lo que ocurrió luego, pero no durante, a veces eso me viene a la cabeza y quisiera darle respuesta. —Mi voz sale en un susurro, pensar que nunca los conocí y tampoco sabemos dónde están enterrados sus cuerpos, es algo que me deja una incertidumbre que no logro apaciguar.
—Jhandra lo único que recuerdo es tenerte en mis brazos y luego la señora Tyler a nuestro lado cuidándonos, ella ni siquiera dejó que volviera a casa, todo fue tan extraño, pero solo tenía cuatros años, una niña a esa edad todo lo ve confuso.
—Es que no sé Vanny, ese sueño...
—Sí, lo sé, para mí es tan real que dudo que haya sido un sueño, pero como te dije Jhan tenía solo cuatro años y tú estabas de meses, puede ser que se juntó el miedo con la imaginación.
—¿Y sí... Realmente los asesinaron? ─cuestiono con temor.
—No lo sé mi peque, pero sea lo que sea que haya pasado quedó con ellos, quita eso ya de tu cabeza, ambas estamos bien y sé que ellos estarían orgullosos de nosotras. —Me acerco y la abrazo, ella es lo único que tengo en mi vida.
Pensar que todo lo bonito de mi vida quedaría manchado en sangre.
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