»Capitulo 24
El amor fue el detonante para la desgracia.
»«
Vuelvo al reservado un poco agitada y con los nervios en mi sistema.
Al llegar observo a Los Latinos junto a Dyclan, al instante me acerco y sus manos sostienen mi cintura.
—Dyclan —Observo quien lo llamo, una chica alta afroamericana con el cabello trenzado y largo, tiene unos ojos grandes, sonrío al ver como contonea sus curvas hacia él, es hermosa—. Uno de los socios no pudo venir, que la próxima vez quiere una reunión privada con usted y el Señor Dimou llamó, le manda a decir que los negocios en Grecia están progresando. —Sonríe y me observa con una sonrisa radiante—. ¿Quieres algo de tomar? —La observo confundida y niego con la cabeza.
—¡Muchas gracias! Las presento, ella es la nueva encargada del club se llama Nala y está chica... —dice sonriendo de forma sincera señalándome con su palma abierta—, se llama Jhandra, es la dueña de todo esto y de mi corazón. —Ella se ríe negando con la cabeza y al instante la imito rodando los ojos.
—Un gusto, Jhandra —menciona y estira su mano, la tomo y su piel es tan suave—, cualquier cosa que necesiten me avisan, nos vemos guapos—Nos guiña un ojo a ambos y desaparece de nuestra vista contoneando su figura.
Él se queda mirando por unos segundos más y vuelve su vista hacia mí.
—Es una gran chica. Ahora está comenzando la universidad y necesitaba un empleo —informa serio y lo observo interrogante—, recuerdas al italiano que maté por casi violar a una joven... Era ella, tenía poco de haber llegado a Italia y ese día iba con unas chicas que conoció, sin embargo, al final la dejaron sola. Cuando la salve de esa situación estaba sin dinero y no tenía donde quedarse, así que le pedí que se acercará a la fundación que tengo allí para mujeres maltratadas y abusadas. Tienen un proyecto de superación y de educación, ella eligió Los Ángeles, hace unos días atrás me contactó y le di el puesto, ahora Nala se encarga de mis asuntos internacionales. —Sonríe y sus dedos acomodan un mechón de mi cabello.
—¿Por qué no sabía de esa fundación? —cuestiono admirada.
Él sonríe mostrando sus dientes.
—A veces no hay que mostrar todo lo que somos. El bien se hace no se dice, Sirenita, yo no gasto mi tiempo tratando de demostrarlo, no es mi estilo. —dice esto último de forma burlón, asiento y le doy una sonrisa sincera y ninguno de los dos desvía la mirada del otro.
Sus actos me reafirman lo que pienso de él, pese a todo la mierda que lleva encima.
Él, no siempre fue un chico malo.
—¿Entonces hay trato? —Escuchamos en voz alta a uno de los latinos, me sobresalto y él desvía su mirada y asiente, estrecha su mano libre y la otra deja sobre mi cintura—. Un placer conocerte, Jhandra. —Su mirada intensa se clava en la mía. Jorge es de la banda de Los Latinos, un chico alto, moreno y con unos ojos de gatos, se podría decir que es el más guapo de esos cuatros.
—Espero que nos llevemos bien en los negocios y para que quede claro de una vez, esta pelirroja que ven a mi lado —dice en tono demandante mientras aprieta más su agarre en mi cintura—, es mi mujer, así que espero que no quieran ganarse un tiro de a gratis. —Termina de decir con una sonrisa torcida.
—Dy... —Lo observo con la sonrisa plasmada en mi rostro y acomodando su corbata—. Solo para confirmar —menciono y levanto mi dedo índice observando mi larga uña pintada de negro—, primero no soy de nadie, segundo, aquí la que organiza y ejecuta todo, soy yo. —Los miro uno por uno, sentados en el reservado—. Conmigo las cuentas son claras y tener el control de todo es la única forma que las cosas salgan bien. ¡Buenas noches, caballeros! —Sonrío y me levanto saliendo de allí, respiro profundo cuando entro a la oficina, a los segundos escucho pasos pausados llegar a mí.
—Eres de lo que no hay, no me gusta que me contradigan, sin embargo, tú haces conmigo lo que te da la gana. —Sus ojos mieles me observan con una intensidad que me estremece—. Estas hermosa, Sirenita. Haremos este negocio con Los Latinos, son cuatros patéticos sociópatas y los necesito de mi lado para hacer de california la ciudad del infierno... Donde reine el caos y el pecado —Siento sus manos sobre mis hombros expuestos, a través del espejo lo veo, el traje negro que lleva lo hace ver imponente, sonríe de forma ladina y me guiña el ojo, niego con la cabeza y sonrío hipócrita.
Arthur me observa desde la puerta, no ha emitido palabra alguna.
—Tres de ellos irán con Arthur y contigo, Jhan van a realizar el trabajo que te comenté. —El mencionado da un gesto afirmando serio, mis ojos conectan con los de Dyclan—. No tengas miedo, esa manía tuya de analizar todo te va a pasar factura en algún momento, no pienses, solo dispara a matar —señala y sus labios besan mi marca de nacimiento—, te estaré esperando.
Asiento y solo cuando escucho el portazo siento como mi cuerpo se relaja, me sostengo de la mesa y Arthur llega a mi lado, no me había dado cuenta que contenía la respiración.
Me suelto de su agarre y cojo mi chaqueta roja y me cubro, salgo de esa oficina y escucho los pasos de Arthur atrás de mí.
Esta noche ha sido una locura, sumándole a esto el encuentro con Aryek me siento agotada y desarmada. Solo espero que esto acabe ya, llego a las escaleras para subir al reservado, sin embargo, al instante escuchamos detonaciones, por inercia toco la parte inferior de mi muslo y saco mi arma.
—¡Rojita! Es Aryek y su equipo —expresa agitado, maldigo entre dientes—. Vamos, te cubro. —Asiento y lo sigo, comienzo a caminar de prisa, salimos por una escapatoria alterna del club que da a una fábrica abandonada, Arthur sigue adelante y no me queda más remedio que correr para alcanzarlo.
¡Maldito, Aryek!
¿Por qué justo hoy le dio por darnos cacería?
¡Mierda!
Mis piernas duelen de tanto correr y más con estos tacones. La brisa congela mi cuerpo, el invierno se está haciendo notar en esta temporada. Afianzo la chaqueta que me coloqué encima del vestido, sigo el camino de piedra que esta frente a mí, escucho algunos disparos a nuestra dirección, sin preverlo tropiezo, pero al instante doy una voltereta, giro mi cuerpo y apunto presionando el gatillo.
El sonido es ensordecedor.
—¡Mierda, Jhandra! —masculla Arthur, encojo mis hombros y nos escondemos entre las columnas.
—Se equivocaron de persona —digo un poco agitada por el maratón que di—, además... —aporto mientras cargo mi arma—. Él sabe muy bien que, entre nosotros, la de la buena puntería, soy yo. —Termino de decir y salgo de mi escondite.
Uno.
«Besarte... fue mi detonación personal Jazba».
Dos.
«Aprendí amarte desde que te conocí, te amo Jazba, realmente lo hago».
Tres detonaciones.
«Te dije que iría a por ti, soy un hombre de palabra».
Siento el corazón a mil, me agacho cuando escucho las ráfagas de respuestas.
—¡Maldición, Jazba! Entrégate, ¡no lo hagas más difícil! —grita.
Lo miro por encima de los escombros y se halla observando con detenimiento la zona. Su mirada me encuentra y sin haberlo previsto corre hacia mí, mi reacción es en cámara lenta:
Me veo recargando mi arma y girando mi cuerpo hacía él, quedamos uno frente al otro, tratando de controlar nuestras respiraciones, estamos cara a cara y su mirada profunda me reta.
Negro contra verde.
Ese amor - odio que solo nosotros entendemos.
Enfrentados.
Enamorados.
—Jhandra, se acabó. —Su desesperación se hace palpable en su voz—. Tu venganza se dará lo prometo, ese cobarde pagará, es el momento de pensar en nosotros, Jazba, solo por esta vez... —Su mirada llena de súplica hace que un dolor se instale en mi pecho quitándome la respiración
No.
Mi venganza no está hecha.
El dolor me consume, pero mi orgullo habla.
—¿¡Nos amamos? —Lo interrumpo sarcástica y alzo una ceja—. O... ¿¡Nos matamos!? —Suelto cínicamente y mi dedo aprieta el gatillo.
El sonido retumba en ambos.
» Esta es la segunda vez que te lo repito... La próxima será directo a tu cabeza —susurro en su oído.
La bala impactó en una columna muy cerca de él.
Al instante veo llegar a dos agentes agitados y apuntando a unos cuantos metros de nosotros, estoy absorta observando hacia atrás que no veo el momento cuando hace su movimiento, siento sus manos presionando las mías quitándome el arma.
—¿Qué mierdas haces? Suéltame, ¿Por qué veo todo al revés? Aryek, bájame, ¡bájame ya!
El muy idiota me está cargando sobre sus hombros.
—James... Retírense, me encargo de ella —ordena y veo a James como puedo desde aquí, esta tan diferente, sonrío cuando se lleva una mano a la cara negando con la cabeza.
—¿¡Aryek que haces!? Es una delincuente y como tal debe ser capturada. —Escucho a la morena, al instante James se la lleva consigo en un movimiento brusco y ambos desaparecen de la zona.
—¡Arthur! Sal de aquí antes que me arrepienta —menciona apuntándole con el arma que lleva en su mano libre, él me da una media sonrisa y sale pitando también.
Resoplo.
—¿Me vas a bajar? —cuestiono desde mi posición viéndolo de perfil, no me responde y sigue caminando, veo que nos acercamos al club, pero se desvía a unas calles lejos de este. Abre su coche y siento de golpe el cuero del asiento, me abrocha el cinturón, se sube y arranca subiendo la velocidad, tanto así que escucho los cauchos chillar contra el asfalto.
Suspiro y veo por la ventana, no sé que sentir en este instante. Recuerdo todos los acontecimientos de este día. Esta reunión era para unir fuerzas con Los Latinos, unos sicarios enfermos que hablaban de sus crímenes como si nada, uno de ellos daba detalles de cómo descuartizar o desaparecer un cuerpo en ácido.
¡Tenía unas ganas inmensas de vomitar!
Lo peor es que con ellos haremos el dichoso trabajo.
A pesar de las miradas pervertidas que me dieron ninguno se atrevió a sobrepasarse, creo que tener a Dyclan pegado a mí como una lapa ayudo.
Estaba tan cansada de forma mental y emocional que tuve que salir de allí a respirar y fumar, eso de alguna manera me relaja.
Llevo muchas noches sin dormir... pensando en cómo haré para acabar con esta vindicta de una puta vez, también en Dyclan y en todo lo que es, sus acciones, actitudes, como me confunde, pero a la vez me llena de orgullo con esos actos que me sorprenden y conmueven.
Suspiro.
Y veo al otro imbécil que no sale de mi cabeza y mucho menos de mi corazón.
¿Por qué mi miserable vida es tan complicada?
El silencio que hay en este coche es perturbador.
Respiro profundamente.
A los minutos me sobresalto al sentir como desabrocha mi cinturón y hala de mí para salir del coche, ¿en qué momento llegamos?, suspiro y me suelto de su agarre y me abrazo, frente a mí hay una casa enorme, observo a mi alrededor y parece ser que no tiene vecinos. Él se adelanta y abre, al momento sale un perro entusiasmado dándole la bienvenida.
Un recuerdo me asalta al instante:
«—¿Hermanita puedo tener un perro como el de Aryek? —pregunto mientras la veo haciendo sus tareas, alza su mirada oliva y sonríe.
—Jhandra nosotras vivimos en el colegio, Aryek no, por eso él puede tener un perrito, pequeña —Hago un puchero y me voy a dormir.
—¡Mañana le diré a Aryek que me lo regale! —expreso enfadada y ella suelta una carcajada, resoplo y me tapo completa con la sábana».
—Adir —susurro tocando su pelaje.
—Siempre será tuyo. —Lo escucho detrás de mí y mi corazón salta al saber que recuerda lo mismo que yo. Me quedo callada observando el interior, todo está ordenado y su esencia es agradable. Es una casa acogedora tipo rústica, el olor a madera y limpio hace que se sienta cálida.
—Jhandra... —Me toma de los brazos y me gira de repente, nuestras miradas se enfrentan y mis piernas tiemblan—. Mira las locuras que hago solo por ti —dice turbado, como si tuviera una guerra consigo mismo.
—¡Aryek! ¿Crees que esto es fácil?, ¿qué es un maldito juego? —cuestiono abrumada.
—No, no es un maldito juego cuando te digo que daría todo por ti. Me tienes loco, estoy como un idiota pensando en ti cada segundo, cambiando mis palabras, mi comportamiento, así de desesperado y enamorado estoy de ti, Jazba. —Esos ojos negros dan con los míos, al instante siento sus brazos alrededor de mí.
Me revuelvo en su abrazo, debo salir de aquí, esto no se puede complicar más.
—Por favor, no te resistas. Déjame amarte, Jazba. —El efecto que tienen sus palabras hacen que mi mente se bloquee y mi corazón salte.
En ese instante... La poca cordura que me quedaba desapareció como el humo entre el viento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top