»Capítulo 23


Deseo poder amarte... Lo único que debo hacer es atraparte

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Han pasado semanas desde que vi a Jhandra.

El solo recordarla hace que cada día me aferre en sacarla de ese mundo. Es lo que más anhelo a pesar de mis convicciones.

—Llegó el informe del secuestro perpetrado por Los Latinos, no hay presupuesto en el departamento forense por eso se han tardado todos estos días. Identificaron a los otros dos cuerpos encontrados junto al de Velázquez en el Desierto de Mojave, uno de ellos es un adolescente de catorce años y el otro pertenece al padre de cuarenta, ambos de la zona sur de los Ángeles.

—¿El motivo?

—La madre que ahora está bajo protección. Declaró que

Los Latinos hacen una especie de cobro a cada vecino de ese suburbio, ellos pagaban cada mes setecientos dólares, sin embargo, el día que no lo hicieron, llegaron dos de ellos y se llevaron a su esposo y a su hijo, el resto... Es historia —Me tiende la carpeta y veo su impotencia.

—Vamos a dar con ellos, James —indico y echo un vistazo al informe—, uno de ellos perteneció a los Mafias King, así que tenemos ante nosotros unos sanguinarios —Lo observo y el asiente con la seriedad en su rostro.

Las Mafias King comenzaron a surgir en las décadas de los ochenta y noventa por qué muchos de ellos sufrían xenofobia y abusos violentos por parte de otras bandas. Entonces un grupo de chicos entre quince y dieciséis años crearon la conocida Mafia King. Hoy en día es considerada una de las estructuras más violentas del mundo.

En los Ángeles la violencia ha decrecido, ahora hay menos que en las décadas anteriores.

Bajo mi vista a la carpeta y saco una hoja con unos datos simples:

«Nombre: Jason Martínez

Edad: 16 años.

Antecedentes penales: Robo, Extorsión, Asesinato.

Nombre: Juan Hernández

Edad: 17 años.

Antecedentes penales: Robo, Secuestro, Extorsión, Narcotráfico.

Nombre: Carlos Zambrano

Edad: 18 años

Antecedentes penales: Asesinatos, Robos, violador.

Nombre: Jorge Martínez

Edad: 20 años.

Antecedentes penales: Secuestros, Asesinato, tráfico de armas,

Narcotráfico, Explosivos y Violación».

—Debemos de tener a estos en la mira, no podemos dejar que nuestro sector se llene de sangre —Señala con su dedo índice la hoja en mis manos. Asiento en conformidad.

Escuchamos toques en la puerta, exclamo que pasen y por ella entra una cabellera rubia, la federal Yelina Moncloa. Ella es la líder del equipo que lleva el caso del Gabinete, el director Gabriel Connor la dejó a cargo, aunque a veces él mismo está atento a los avances del caso.

—El Teniente dio la orden para que el equipo vaya tras la organización de Dyclan. —Me entrega un documento con la firma del gobernador, del director FBI y del teniente—. Así que solo esperamos órdenes.

—¿Resolvieron el caso Gabinete? Porque no pueden tomar otros casos que no son de su jurisdicción —explica James observándola, ella dirige sus ojos azules hacía mí.

—Es cierto —menciona alzando una ceja y con altanería—, pero... Pedí estar en el equipo del Capitán Dorell, así que aceptaron mi solicitud, ¡estoy a la orden!

James alza una ceja y le lanza una mala mirada.

—Qué sepas que el equipo del capitán está completo, así que no necesitamos más personal.

Suspiro.

A él cuando alguien le cae mal, lo hace su enemigo.

—Bueno —digo haciendo un ademán—, apenas comience con ese caso se le avisara, gracias por la información, pero ahora estamos ocupados.

—Gracias capitán, de igual forma haré mi propia investigación para hacer un informe completo antes de comenzar el caso —Se despide y cierra la puerta tras de sí.

—Esta tipa quiere algo contigo, se le nota, pero es una pesada, mandona y amargada —reprocha James enfadado—, el otro día estaba reprendiendo al Agente Díaz por tomar café en su reunión. Estos federales se creen seres superiores y ni hablar del director, ese hombre da miedo, te lo digo yo.

Resopla.

De repente se torna serio y coloca sus codos sobre la mesa, acercándose a mí.

—¿Cuándo vamos a acusar o hacerles una investigación a esos monos de trajes y corbata? —pregunta y sé a qué se refiere.

He estado analizando todas las noches la pizarra de mi casa, observando con detalle las imágenes que saque del CD, examinando los datos de todas las conexiones.

Terminé armando el puzzle y llegué a algunas teorías en el caso de Vanny, en cambio, con el caso Gabinete ya con las pruebas que tengo hunden a todos lo de la lista, está más que claro lo que sucedió, aunque el motivo principal no lo sé.

El caso de Vanny es el que tiene más teorías, pero ninguna evidencia contundente.

—No lo sé, James, pero lo que sí sabemos es que los cincos se conocían desde jóvenes, deduzco que eran amigos y el padre de Dyclan pagó en aquel entonces por toda la trama del desfalco —Busco una carpeta con algunas copias que traje conmigo y se las tiendo. Él revisa una por una y después me observa con un toque de pena en sus iris.

—Todo apunta a que le jugaron bien feo a ese señor y que el teniente está metido hasta al fondo igual que tu padre, Aryek.

Afirmo.

— Todas las pruebas que he recogido hasta ahora la envié anónimamente a la Audiencia general, dando un informe detallado del caso Gabinete, adjunté fotos, documentos, movimientos bancarios y eso sumado con las evidencias que la investigación interna del gabinete tiene... ¡Estarán hundidos! No quise hacerlo de frente para que no voltearan la situación y nos culparan de complicidad. Así que a nuestros ojos el teniente sigue siendo el jefe.

Él asiente en conformidad.

Al hacerles frente a una persona como el teniente Barry, con un historial impecable, cavaria mi propia tumba, ya que investigarían la procedencia de algunas evidencias y mi conexión con Jhandra. Eso sería una apertura para desestimarme y el no saber cuántas personas están involucradas lo hace aún más complicado.

Así que habría posibilidades de que todo lo que he hecho se perdiera incluyendo mi carrera.

—Entiendo. Al saber esto no sabemos si estamos en peligro, así que es mejor de esa manera, sin embargo, ¿la muerte de Vanny?, ¿dónde entra ella con estos desgraciados?

Suspiro y me acomodo en el asiento.

—Son solo teorías. —Agarro la foto de Vanny que esta en la carpeta y la sujeto frente a mí, observo su cabello castaño cobrizo, ojos olivas y su sonrisa radiante—. Creo que ella conoció a Dan y que al comienzo se enamoraron, tanto así, que recuerdo la vez antes de su muerte, su enorme sonrisa, estaba radiante, feliz, pero algo se torció y acabó así, ¿el qué? Aún no lo sé, sin embargo, si tengo algo seguro que tanto padre e hijo son culpables —zanjo y la impotencia me invade.

—¿Será que Jhandra ya sabe quién es Dan?

—Sí —mascullo con la preocupación en mi voz—, me dijo que una de sus balas tiene su nombre. —James abre los ojos sorprendidos.

—¡Mierda! Pobre Brave, sabes que tenemos que ir a por Dyclan y por ende a por ella, ¿estas preparado?

—¿Quién está preparado para buscar el amor de su vida en el abismo? — respondo levantándome y guardando las copias en mi bolso, luego agarro mi arma y la acomodo a mi espalda.

—Creo que nadie, de tantas mujeres tuviste que elegir la más complicada. —Se burla, al instante niego con la cabeza sonriendo—. ¿Sabes por donde comenzar?

Asiento y sin mediar palabras salgo de la oficina y él me imita. Entramos a los vestuarios, él se aleja, en cambio, busco mi taquilla y me cambio el uniforme por ropa civil, no quiero llamar la atención, estaré solo observando sus movimientos e intentare pasar desapercibido, pero si se complica la cosa, tendré un equipo listo.

Salgo y lo hallo viendo su teléfono, hago lo mismo, lo saco y veo la ubicación, sonrío y él me observa confundido.

—Vamos al club. —menciono y guardo mi móvil, salimos de la estación y cada uno se sube a su vehículo, paso la llave y arranco, observo por el retrovisor y veo varios coches detrás de mí, entre ellos el de James.

A mi mente llega el día que la vi, verla tan cambiada fue un shock, aún estoy asimilando que ella está metida en esa organización. Me imagino que Arthur estará a su lado, nunca la dejo sola.

Al final se convirtió en su mejor amigo.

Aparco a unas calles laterales del club, el estacionamiento está atiborrado, espero que James se estacione mientras me acomodo la chaqueta de cuero que llevo puesta.

—¿Listo? — pregunta James a mi lado.

—Espero estarlo hermano. —Sonríe y me da una palmada en mi hombro—. Debemos de estar alerta James, parece que esta noche hay más gente de lo normal.

Asiente y caminamos a la entrada del club, antes de entrar unos guardias nos escanean, sin embargo, a los segundos nos dejan pasar. La música está en el punto más alto y las personas en pleno apogeo bailando, mis ojos observan cada rincón de este sitio. Seguimos caminando y nos quedamos en la zona de la barra.

—Aryek, observa hacia arriba y busca a la derecha. —Escucho la orden de James, con disimulo mis ojos viajan hacia esa zona.

La veo.

Algo dentro de mí se enciende a temperaturas imaginable

¿Rabia?

¿Impotencia?

¿Celos?

Ella está imponente y hermosa... con un vestido largo de color vino, sus hombros descubiertos y su cabello semirecogido a un lado de este, la veo sonreírle a Dyclan y él la sostiene por su cintura de manera posesiva.

Respiro profundo.

Tengo que calmar mis sentimientos, ella no quiere nada conmigo, aunque es lo que más deseo.

—Nos quedaremos solo observando, si vemos algo extraño, actuamos— dice, asiento sin apartar mi mirada de ella. La veo alejarse un poco del reservado, baja y se pierde en un pasillo, en automático mi cuerpo reacciona y voy a esa dirección.

—¡Aryek! —reprocha—, el amor te volvió idiota.

No me importa, apresuro mis pasos y cruzo el pasillo, de forma silenciosa camino al final de este.

La observo fascinado.

En su mano derecha sostiene un cigarrillo entre sus dedos dando caladas cada cierto tiempo, exhala el humo por la boca, su mirada se halla perdida por el ventanal mientras el viento mece su cabellera.

Sigilosamente me acerco a ella.

Jazba, estas hermosa. —confieso y al instante se sobresalta, doy unos pasos más cerca de ella y huelo su aroma dulce con un toque de nicotina, me pierdo en la sensación que me produce.

Al instante lanza la cola del cigarrillo en una papelera cerca y se gira, sus ojos verdes dan con los míos.

—¿Qué haces aquí? —increpa cortante, su frialdad cala en mí, sus ojos jades ya no me miran como antes, ahora emana una hostilidad absoluta.

Instintivamente doy unos pasos atrás.

—Esto es público, que yo lo sepa —respondo de forma seca.

—Para ti no, eres un policía. ¡Estos idiotas! —exclama indignada, trata de alejarse a unos pasos de mí, sin embargo, la sujeto por el brazo y tira de el de forma brusca—, Aryek, no empieces, este no es el momento ni el lugar. —observa hacia atrás y la imito, al comienzo del pasillo veo a Arthur.

—¿Es lo que quieres?, ¿quieres que te deje en paz? —cuestiono con el orgullo herido.

Asiente y se aleja.

¡Maldición, Jhandra!

Odio este sentimiento de querer estar con ella y no poder hacerlo.

Resoplo.

Espero unos minutos y luego salgo de esa zona, observo hacia donde estaba su reservado y veo algunas caras conocidas, la rabia se apropia de mi sistema cuando reconozco esos rostros.

¡Mierda!

Dyclan está haciendo negocios con Los Latinos.

En un segundo me muevo hacia donde está James y lo pongo en sobre aviso.

Lo decido.

Prefiero verla presa que muerta.

—James, vamos a por Jhandra —Él me observa como si me hubiese vuelto loco, pero sabe que lo digo muy en serio, busca en sus bolsillos y teclea al instante por su móvil, cambia su semblante y asiente.

El primer sonido llega desde afuera, sé que James ha dado el aviso al equipo.

Todo se vuelve un caos y comienza los estallidos.

Observo mi móvil.

Hago una seña a James de separarnos y corro golpeando a algunos chicos de Dyclan en el proceso, cuando salgo del lugar saco mi arma de la cintura. Solo sé que salieron por una especie de callejón, el viento golpea mi cara y el silencio es el único que me acompaña a medida que corro dejando atrás los gritos y las detonaciones. A los minutos disminuyo los pasos y me escondo al escuchar pasos detrás de mí.

—Soy yo... —Escucho a James y lo veo llegando a mi lado junto a Kai, ambos están alertas—. Vine a cuidarte la espalda, idiota. ¡Comencemos! —expresa y me guiña un ojo. Asiento y emprendemos la búsqueda de Jhandra.

Mi Jazba, esta vez buscaré que te rindas. Cueste lo que me cueste.

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