»Capítulo 22
El mundo está lleno de caretas.
Cada día somos nuestra propia obra de teatro.
»«
—Lo mataré.
Me estremezco al oír su voz distante y fría.
» ¿¡Qué coño quieres que haga!? —grita agarrando fuerte su cabello negro.
Mierda.
¿Arthur porque hiciste esto?
Otra vez está en mi mano salvarte el pellejo.
¡Maldita sea!
—Déjamelo a mí, yo le doy su merecido —contesto de forma monótona.
—Jhandra, si no lo mato quedaré como un pendejo y si lo hago quedare como el maldito, ¿qué hago, Sirenita? —cuestiona furioso con sus ojos miel fijamente en mí.
Resoplo.
—No soportaría verlo muerto. Sabes por qué acepté estar en tu organización, él siempre se negó aceptarlo, es inmaduro, solo quiere vivir su vida como cualquier chico de su edad y no ir por allí matando gente por encargo. —Sus manos juegan con el arma y a los segundos lo escucho suspirar.
La mirada que me da es de comprensión, pero a la vez de furia contenida, resopla y veo como traga saliva.
—No soy una persona que da segunda oportunidades, sin embargo, por ti... —confiesa y su mirada se dulcifica—, sirenita me reduces, tú haces que mis demonios se aplaquen y se encierren en mi alma como unos malditos cobardes. —A pesar del reproche en su voz, su revelación me deja aturdida.
Yo no lo veo así.
Sus demonios iguales que los míos son los que nos consumen cada día para tratar de sobrevivir y alcanzar la paz de este corazón inerte.
Él ha sido esa persona que ha dado todo para hacerme como soy, me ha protegido y aún lo sigue haciendo. Decidió no matar a Arthur por lo que hizo, para no hacerme sufrir y eso es un gran gesto de su parte.
Sin embargo, él y yo no estamos destinados ni por asomo a estar juntos.
—Dyclan eres mi mentor. Eres muy importante para mí, te has convertido en mi sombrilla bajo la lluvia —confieso, es cierto que lo quiero, de una manera retorcida lo hago, pero no de la forma que él espera—, gracias, de verdad muchas gracias, Dy.
—Siempre estaré en tu corazón pase lo que pase, Sirenita. —La intensidad de sus ojos me estremece—. Porqué yo... represento todos los pecados que has cometido a lo largo de todo este tiempo.
Trago saliva.
Él para mí es esa oscuridad que me dio calma por las noches con sus toques y atenciones.
Como el viento fuerte en medio de una tormenta eléctrica que siendo parte de ella hace menos daño.
Sé que en otras circunstancias él sería más que eso, porque a pesar de toda la mierda que lo rodea y que tiene dentro de sí. Él... Es capaz de amar.
—Por esta vez, solo por esta vez, haré algo diferente, pero te lo prometo Sirenita, la próxima estaré a tu lado llorándole.
Asiento.
—De acuerdo. Dy, ¿tienes lo que te pedí?
—Está bien. —Da por finalizado el tema arrojando un folder sobre la mesa—. Allí tienes las fotos impresas de todos los movimientos, lugares y personas que lo rodean, antes de comenzar con tus planes, tú y Arthur me van hacer un trabajito. —Al instante me tenso—. Van a recoger una mercancía que me llegará en dos semanas al puerto.
Se levanta colocándose a mi lado, se inclina y me da un beso en la frente, aspira mi cabello y sonríe, lo imito y se aleja dejándome sola en su despacho.
Respiro profundo.
No me gusta matar por matar y esos trabajitos siempre terminan con más muertos que con el encargo hecho.
Niego con la cabeza y sin pensarlo mucho abro el sobre y observo al mal nacido sonriendo, haciendo vida social con su padre y amigos, reviso foto por foto y no veo a ninguna mujer o algún interés que sea de forma amorosa. Así que no tienes a nadie que le importe sino su padre.
¡Interesante
Mi venganza muy pronto será saldada. Tendré que hacerle una visita a ese mal nacido...
Sonrío.
Dyclan comenzó su vindicta. Es hora de comenzar la mía.
Me levanto y dejo las fotografías sobre la mesa y salgo en busca de Arthur.
Ese idiota cree que Dyclan dejará este asunto así por así, de alguna forma lo hará pagar sin quitarle la vida.
Salgo y lo veo en una de las habitaciones, esta absorto observando por el ventanal, algo dentro de mí se enciende al ver como sonríe, ¿cuándo va a aprender que esto no es un maldito juego?
Una de las cosas que Dyclan detesta en esta vida, es la deslealtad.
—¿¡Qué mierdas pensabas al contarles a la policía!? —Irrumpo y grito llena de rabia, lo veo palidecer y trata de decir algo y solo le salen balbuceos. Llego a él y estampo mi puño en su rostro, lanzo una patada en su torso y lo veo doblarse, sin darle tregua doy otro golpe, uno más, pero esta vez lo atrapa. Comenzamos a golpearnos, me da a un costado, aguanto la respiración y le doy una patada en su entrepierna, al instante se arrodilla, doy un último puñetazo a su mejilla y el impacto hace que surja un hilillo de sangre por la comisura de sus labios.
—¡Maldita sea, Arthur! —grito agitada y adolorida—, sabes que Dyclan te lo hará pagar caro y allí no haré nada en absoluto por ti. —Sus ojos desbordados por un segundo me hacen sentir culpable.
Él, desde un comienzo trajo a nuestras vidas a Dyclan. Nos metimos en esto juntos, él por meterse en deudas y yo porque lo necesitaba en esos momentos.
—¿Crees que esto es vida?, ¡Estoy harto! —grita con lágrimas en su rostro mallugado—, no quiero esto Jhandra. —Respiro profundo y me acerco a él, al segundo lo abrazo.
—Te aseguro que esto pronto se acabará, falta poco. —susurro y acaricio su cabello—, después de esto serás libre, si tengo que quedarme con Dyclan para que tú seas feliz sin estar atado a esto, lo haré. Arthur, tú eres mi hermano y por ti daría mi vida. —digo esto último observándolo, mi voz se quiebra, pensar que podría perderlo me aterra.
Ha sido mi pilar desde pequeños. Mi paño de lágrimas, mi bufón favorito, aunque peleamos, siempre hacemos las paces, es mi mejor amigo y la familia que la vida me regaló. Aunque no pude salvar a Gian, espero hacerlo con él.
Primero vengaré a mi hermana y luego trataré de negociar su libertad.
Sus brazos rodean mi cintura y me escondo en su cuello, ah0ra es él que me acaricia el cabello.
Mis pensamientos son un revuelto de recuerdos, cosas, personas y hay una en especial que se repite una y otra vez.
Aryek...
Hace semanas que no se nada de él, sé que con la muerte del dueño del casino se montó un revuelo, así que imagino que debe estar ocupado.
¿Qué hago pensando en él?
Él y yo somos el amor de nuestras vidas, sin embargo, también somos aquellos que llevamos a cuesta nuestros propios ideales...
No tenemos futuro juntos, a pesar de que me muero por él, por sus besos, sus toques y esa forma tan suya de hacerme sentir bien.
Mi corazón se volvió loco cuando lo sintió cerca, en ese instante supe que estaba en casa.
Él y su maldita manía de desarmarme.
—¿Crees que ha valido la pena todo lo que hemos pasado, Rojita? — escucho su voz rota y salgo de mis agridulces pensamientos.
¿Ha valido la pena?
Sonrío y una punzada se instala en mi pecho.
—La cuestión no es esa... Arthur, la realidad es que, si hoy no estuviéramos aquí, en algún momento la oscuridad que llevamos dentro nos conduciría a otra situación. —Me alejo de él y me acerco al ventanal—. ¿Recuerdas porque le pediste dinero a Dyclan? —Lo observo y su mirada se turba—. Porque querías drogas, ¿qué te hace pensar que el Arthur drogadicto sería mejor que el sicario? —Él me observa en silencio y aparta sus ojos de mí—. Es en ese momento que entiendes que la vida no es color de rosa y que tampoco el negro es tan malo ni el blanco un santo.
Camino hacia a él y tiendo mi mano, solo espero que entienda de una vez que en esta clase de vida lo que importa es la supervivencia.
El fuerte acabando con el débil.
Sea de la clase de vida que sea... Es ley.
—Acompáñame —menciono mientras él me sujeta de la mano—, Dyclan quiere que nos reunamos, pero antes de eso, quiero dar una vuelta ¿me acompañas?
Asiente, lo suelto y me acomodo un poco la chaqueta, me quejo un poco, la costilla me duele, pero aguanto el dolor, por lo menos no está tan intenso como la herida de mi pierna, la cual ya cicatrizó, ahora tengo algo menos de que preocuparme.
Salimos de la habitación y descendemos las escaleras en silencio.
—¡Cumpliste! Le diste su merecido al traidor de la familia. —Su burla es carente de emoción, sus iris llameando están fijos en él—. Arthur, esto tarde o temprano me lo pagarás, no siempre Jhandra salvará tu culo. —El nombrado baja la cabeza y no lo enfrenta—. Voy a ver unos proveedores, los espero en el club, Sirenita —menciona y conectamos nuestras miradas, me sonríe y guiña un ojo—, esta noche lleva vestido.
Asiento, él se aleja y desaparece de nuestra vista dando un portazo, suspiro y giro sobre mis talones, subo de prisa las escaleras entrando en mi habitación, busco una pequeña maleta, reviso mi armario y cojo lo que necesito, cierro y la cojo, una orden es una orden, ya hoy he pasado todos los límites, no tentaré mi suerte una vez más, salgo y cierro la puerta, camino con prisa y bajo de dos en dos las escaleras y salgo de la casa.
Veo a Arthur ya subido al coche, abro mi puerta y subo, tiro la maleta en la parte de atrás, me giro, doy play al radio y suena Imagine Dragons —I'm So sorry— me coloco el cinturón, subo el volumen y acelero saliendo de allí. Me dejo llevar por el ritmo de la canción, y doy un vistazo a Arthur, ambos movemos la cabeza siguiendo la canción mientras reímos.
Pase lo que pase siempre recordamos que nos tenemos uno al otro para lo que sea.
Aparco y apago el coche. Arthur se baja confundido y le hago un gesto que se quede tranquilo. Me quedo en el coche y giro mi cuerpo hacia la parte de atrás, saco del bolsillo de la maleta un pequeño bolso, lo abro y cojo una pintura de labios, la trazo por el contorno de mis labios, hago un movimiento con ellos y beso el dorso de mi mano, este de inmediato se pinta de rojo —con eso quito el exceso—, acomodo mi cabello, guardo todo y bajo del auto.
Hago un ademan a Arthur para que me siga, él lo hace sin decir nada y me contoneo hacia la recepción de este gran edificio. Llegamos y una chica amable y menuda nos sonríe.
—Buenas tardes —digo con una dulce voz—, ¿disculpe?, ¿aquí se está celebrando el evento de las últimas novedades de la empresa tecnología Tech?
—Sí, señorita —Nos indica la dirección a tomar dentro del recinto, le doy las gracias y comenzamos a caminar hacia allá.
—Nos haremos pasar por unos jóvenes emprendedores que está buscando ayuda económica para su proyecto de tecnología y telefonía, tú mete cuentos, en eso somos expertos —menciono y le guiño un ojo, llegamos a una puerta amplia y nos adentramos al evento—, además solo es un tanteo, quiero conocerlo cara a cara.
La sala está llena de hombres con traje de etiqueta y algunas chicas con moños altos y vestidos de ensueños, todo es tan sofisticado, en cambio, Arthur y yo desentonamos en este salón. Él con un vaquero y una camisa negra, calzado con unos tenis, y yo con un pantalón de jean negro, una blusa blanca junto con mi chaqueta roja y unos botines.
Respiro profundo y me ciño al plan de mi cabeza.
Busco con suma atención por todo el salón hasta que lo encuentro.
Lo observo.
Sin pensarlo agarro a Arthur y lo llevo arrastra hasta la zona donde se halla él, escucho que comienza a protestar y de inmediato le doy una mirada de advertencia, se suelta de mi agarre y en silencio me sigue.
Mis manos comienzan a temblar y el corazón palpita de forma descontrolada, trago saliva y me armo de valor, llego a él, su ancha espalda es lo que veo, respiro profundo y actúo.
Lo toco.
Doy un toque en su hombro y él se gira lentamente, sus ojos azules cristalinos dan con los míos, siento que en cualquier momento voy a colapsar por las emociones que me embargan, sin embargo, me controlo, es un hombre imponente y...
Asesino.
—¡Hola! Señor Dan —exclamo feliz—, soy una admiradora de su trabajo, mi amigo y yo estamos con un proyecto de la universidad —menciono entusiasmada señalando a Arthur, mi mirada vuelve a Steve y revoloteo mis pestañas—, y nos gustaría contar con su colaboración para esto.
Él sonríe.
Y yo lo hago internamente.
—Hola —Su voz es suave—, mucho gusto señorita, ya me conoce, pero yo a usted no. ¿Su nombre es? —Hace un ademán con su mano.
—Soy Say... Say Vannit — digo lentamente el falso apellido, y la emoción que sus ojos expresan me sobresaltan, ¿dolor? —, y mi amigo León hope. —Arthur me observa como si me quisiera matar—. Nos gustaría mostrarle nuestro proyecto para que así pueda darnos la oportunidad de hacer las prácticas en sus oficinas, sería un gran honor señor Dan. —Hago un puchero y él sonríe, pero lo hace de una manera... ¿nostálgica?
No hago un gesto contradictorio y sigo en mi papel.
Este hombre me desconcierta.
—Tráiganlo y junto a ello si quieres los papeles de la universidad para rellenarlos. Me gustaría ayudarlos a que puedan obtener las becas que ofrecemos por los proyectos originales e innovadores... —Observa a su alrededor y hace un gesto de espera a no sé quién—. Me tengo que ir, Señorita Say y joven León un placer conocerlos, los veo pronto.
Sonrío y se aleja de nuestra vista. Nosotros emprendemos el camino hacia a la salida, es increíble lo que las apariencias hacen.
Me subo al coche y paso la llave.
—Carajos, Jhandra, ese chico me pareció todo menos un asesino —comenta Arthur a mi lado, salgo a la autopista y acelero, esta vez nuestro destino es el club—. Ahora tenemos que buscar un falso proyecto.
Arthur sigue balbuceando sobre qué vamos a entregarles, realmente a mí también me pareció extraño su modo de actuar, se ve un caballero y educado, pero todo este tiempo he visto a toda clase de personas y sé lo capaces que son cuando se lo proponen.
—¡Arthur! Los humanos sabemos escondernos muy bien detrás de nuestras caretas de buenas personas, de felicidad, de estar alegre, sin embargo, detrás de ellas nuestros propios demonios nos consumen o somos los peores monstruos.
Él asiente y guarda silencio.
—Además... La próxima vez que lo vea será para regalarle una bala con su nombre —zanjo y aparco cuando llego al estacionamiento del club.
Frunzo el ceño cuando veo fila y filas de coches. Esto quiere decir que esta noche hay una reunión importante y todos los pesados de la ciudad están en un solo lugar.
¡Maldita sea, Dyclan!
Caretas... Tengo varias, una de ellas es esta, fingir que estoy bien para no romperme con mi máscara de la monótona y ruda Jhandra.
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