»Capítulo 20


¿Quién soy? Me pregunto diariamente... ¿Seguiré entumecida o amaré de nuevo?

¿Valdrá la pena después que todo termine?

Hoy mi promesa está ausente y tus besos latentes.

»«

Cuando lo vi... El impacto fue más que fuerte que el de una bala.

Sus ojos negros me llevaron a un agujero profundo de emociones.

Pensé que al verlo no sentiría nada.

¡Qué equivocada estaba!

Disparé. 

Pensando que era un poli cualquiera, tenía que detenerlo antes que diera con nuestro escape, sin embargo, al reconocerlo mi corazón y alma hicieron clic a ese interruptor que tenía apagado dentro de mí. A pesar de que mis emociones estaban colapsando tuve que usar mi última fibra de fortaleza para no correr a sus brazos.

Sentir sus labios fue la epifanía en que él era y sigue siendo la persona que mi corazón eligió aquel día de invierno con un libro en las manos.

Y de repente se me vino el mundo encima. Desde que salí del casino, las lágrimas no han parado de humedecer mi rostro.

Llegué a la mansión y me adentré en el bosque donde semanas atrás encontré este pequeño refugio, una casa de madera media armada. Ahora Estoy hecha un ovillo en uno de los asientos que hay frente al lago, todo está en silencio, solo la madrugada haciéndome compañía con el frío azotando cada parte de mi sistema y mi piel, mi chaqueta no es suficiente para darme un poco de calor.

Me siento asfixiada.

Agarro mi cabello y halo de ellos, me encorvo y grito con todas mis fuerzas, el dolor me consume, todo este tiempo he aprendido mucho, pero he perdido todo.

Él debería ser la mayor razón para dejar todo esto atrás, la venganza, los robos, los maltratos, y sobre todo el estar al borde de la muerte día sí y al otro también.

Me llevo las manos a mi rostro para amortiguar los sollozos que me salen de forma involuntaria.

—Hermanita no quiero fallarte —susurro a la nada.

Lo odio.

Odio el hecho que todo mi esfuerzo de bloquear cada maldito sentimiento y recuerdos por él, no valieran de nada porque en un instante derrumbó todos los muros que había creado con cada trozo de mi alma.

Mi corazón ahora se siente en dos lugares diferentes:

Amor o Venganza.

Si elijo a uno le fallo al otro.

A él ya le falle una vez.

Pero a Vanny... No puedo.

No puedo dejar que mi pasado me atrape ahora, a estas alturas, dudar de mi promesa es hacerlo con todo lo que he aguantado y sufrido.

Me remuevo y mi pierna arde, ayer cuando Dyclan disparo hacia la pared, me rozo la bala dejándome una herida superficial, palpo sobre el cuero de mi pantalón y lo siento húmedo. Veo mis dedos y la sangre mancha lo blanco de mi palma. Me levanto poco a poco y me dirijo a la mansión, dando pasos suaves, pero firmes, llego a mi habitación, la casa se halla completamente sola, entro y me saco la ropa, veo mi desnudez en el espejo. Soy un desastre: cabello enmarañado, el rostro húmedo, al instante observo algunos moretones en mi piel, algunos son recientes y otros antiguos.

Me reviso la pierna derecha y allí está la rozadura, con el forcejeo de hoy me hice más daño, giro sobre mis talones, voy hacia al baño a buscar un kit de primeros auxilios, agarro la caja roja que está dentro del armario, una punzada llega desde mi pierna que me hace respirar profundo, camino de vuelta y tomo asiento en mi cama, saco vendas y un bote que contiene un líquido cicatrizante, concentro mi mirada en la herida y hago la cura, arde, sin embargo, aguanto y la vendo de inmediato.

Me acomodo en el colchón y mis pensamientos se van a lo sucedido el día de ayer; por abrir la boca me gane su ira, sin embargo, al ver que me lastimó su semblante cambió.

Ese maldito de Dyclan... su temperamento lo ha hecho lo que hoy es, conozco sus dos caras, en él no hay falsedad, te habla claro y sin rodeos.

«Hoy tocaba de nuevo entrenamiento con las armas blancas, esta vez me iba a tocar con Dyclan.

Los nervios me estaban comiendo, él está loco, no lo puedo negar, pero aun así nos ha enseñado a sobrevivir y nos pagó la universidad para que termináramos nuestras carreras.

—Ragazza —saluda un italiano que conocimos apenas llegamos aquí.

Dyclan le da una mirada de advertencia y el italiano se aleja de la zona de entrenamiento.

¡Deja de coquetear! exclama molesto.

Lo miro un poco indignada.

¡Yo no he coqueteado con nadi-ie! expreso y al instante me arrepiento al ver como su expresión cambia a uno estoico—, lo s-siento.

Nerviosa trato de alejarme de él, pero es tarde, el filo del cuchillo da contra mi piel expuesta.

Sirenita, ¿recuerdas las putas reglas? Cada vez que me respondas o me lleves la contraria en algún asunto que tenga la razón, porque siempre la tendré, ¿qué haré? Su tono de voz es fría y autoritario.

Nos ganaremos una herida p-por llevarte la contraria respondo como puedo a pesar de los nervios que carcomen mi sistema.

Sonríe.

Lame la punta del cuchillo y la sangre en el desaparece.

Siento un escalofrío en mi cuerpo.

Empecemos, Sirenita Su ánimo ha vuelto y comenzamos el entrenamiento, de alguna forma le devolveré el corte que me acaba de hacer en un costado».

Sacudo mi cabeza ante el recuerdo y me tiro a la cama observando el techo.

¿De qué sirve tener algún sentimiento?

Algunos te vuelven débil ante cualquiera y hay otros que te llevan a la oscuridad, haciéndote peor cada día.

Día tras día caigo: caigo en el abismo, en la desesperación y en las ganas de devolver el tiempo.

Resoplo.

Dejo de pensar y me dejo llevar por la inconsciencia.

»«

Siento unos dedos fríos y suaves acariciar mi herida y al instante me sobresalto.

—Sirenita. —Escucho su voz ronca y lo veo... tiene manchas de sangre en su ropa, trato de alejarme de su toque, lo detallo y sé que se encuentra bajo los efectos del alcohol ya que sus ojos están desenfocados.

—Te necesito... —Sus manos viajan a mi cintura y en un movimiento brusco me pega contra él, al momento coloco una de mis palmas en su pecho tratando de apartarme—. ¿Qué?, ¿ese maldito ya te toco? No creas que no lo sé, ¿recuerdas las cámaras? —increpa clavando sus furiosos ojos, trago saliva y mi corazón sufre un vuelco, el miedo poco a poco se va haciendo presente dentro de mí.

—Déjame, Dyclan por favor, tengo lo que querías, la misión ha sido un éxito a pesar de los inconvenientes.

Sigo tratando de sacármelo encima.

—Ahora mismo solo quiero hacerte mía —Su fuerte agarre en mi piel saca un quejido—. Sabes que me enteré de que alguien dentro la organización le dio el pitazo a la policía, así que ya mandé a investigar —masculla y su mano libre va hacia mi cuello, sus dedos se ciernen sobre el haciendo un poco de presión.

—Me lastimas —digo entre dientes, a pesar del miedo que me transmite su mirada, él esta rabioso e iracundo.

—¡Me importa una mierda! Jhandra si fuiste tú...—Cierra los ojos y sacude la cabeza como queriendo librarse algo—. Sabes que te matare, solo espero por tu bien que no me hayas traicionado —dice cerca de mi rostro, apretando su agarre y al instante siento mi piel arder.

Me suelta y mi cara da con el colchón por la fuerza que ejecuta.

Mis manos se vuelven puños arrugando las sabanas.

—Sirenita, discúlpame —susurra con un tono desgarrado mientras recarga su peso en la cama, giro mi cuerpo y observo como una de sus manos las tiene sobre sus ojos y la otra sobre mi cintura atrayéndome hacía él.

No tengo fuerzas ahora mismo para pelear contra él.

Siento la impotencia bullendo dentro de mí, esto lo elegí yo, pero esta mierda se va a acabar pronto, apenas tenga en mis manos al asesino de mi hermana.

—¿Dormirías conmigo y te olvidarías del mundo? —Quita su mano de la cara y sus ojos inundados dan con los míos, uno de sus dedos acaricia mi rostro, se incorpora un poco y da un beso a mi frente, me dejo hacer y solo soy consciente que coloca mi cabeza sobre su pecho.

—Sé que has llorado... —Su voz suena rota y abatida—. Estas hecha un desastre y aun así sigues siendo hermosa, no sabes cuánto deseo haberte conocido en otro mundo, de otra forma y siendo otro. ¡Maldita sea, Sirenita! Mi jodido corazón que nunca latía por nada ni por nadie, hoy se está muriendo por ti —susurra y sus dedos juegan con mi cabello, trago el nudo que se aloja en mi garganta y las lágrimas hacen su aparición por mis mejillas.

Sus dedos siguen acariciando mi cabello y lo escucho haciendo un sonido suave y melodioso, pero al mismo tiempo mi mente se desconecta. Son tantas emociones que me siento en un laberinto sin derecho a salir, cierro los ojos y la oscuridad me envuelve.

»«

Me despierto asustada y observo la habitación, todo está como lo dejé, sin embargo, no hay rastros de Dyclan, al instante salgo de la cama y me acerco al espejo: mi rostro está marcado con rastros de sus dedos, estos dejaron pequeños moretones alrededor de mi barbilla, observo la herida y ya se ve como un arañazo en mi pierna.

¡Maldito!

Es lo que se me viene a la mente en este momento, decido salir para escapar por unas horas de todo esto, me visto y coloco mi chaqueta roja, agarro el documento que conseguí en el casino, camino a paso apresurado y vigilando que nadie este cerca, en estos momentos no quiero lidiar con Arthur ni mucho menos con Dyclan, abro la puerta y salgo de allí, el sol da de lleno en mi cara, coloco unas de mis manos sobre mis ojos y camino hacia al coche, abro la puerta y me subo, sin pensarlo meto y giro la llave, acelero dejando atrás la mansión.

No tengo idea a donde iré, pero no quiero estar cerca de nadie en estos momentos.

Recuerdo lo que me dijo en la madrugada, nos traicionaron, solo puedo desearle suerte a quien lo hizo y un buen funeral. Pobre de aquel que lo haya hecho, en este mundo todos sabemos que a Dyclan no le tiembla el pulso para halar del gatillo.

Niego con la cabeza y estaciono en un mirador, me tomo unos momentos para despejar mi mente, observo la carpeta que tengo a mi lado, sin pensarlo mucho la abro, al instante comienzo a revisar todos los documentos que este contiene: son cuentas bancarias, movimientos y títulos de propiedades.

Sin embargo, una de ellas llama mi atención, la tomo y comienzo a leer:

California, Los Ángeles:

Por el presente acuerdo los mencionados hacen una sociedad cada uno invirtiendo el 50 % de sus propiedades, creando así "Corporación MK" una empresa con la finalidad de brindar servicios de telecomunicaciones.

Los siguientes responsables y socios en dicho proyecto son:

Daniel Colatelle: Socio capitalista y responsable del manejo de los activos que generen dicha empresa.

Gray Dorell: Socio capitalista.

Luis Steve: Socio capitalista.

Carl Barry: Socio capitalista.

Llegan al acuerdo de que las ganancias que forme dicha entidad, será repartida con equidad financiera.

Nota: El 35% de las ganancias será destinado a proyectos no establecidos.

Se ha presentados documentos y datos que hacen de la empresa factible y legal.

Firma

Orlando Robinsson Inversionista.

Busco entre los documentos y encuentro dichos datos de la empresa: números, fechas, contratos de empleados y demás.

Frunzo el ceño y sigo revisando uno por uno.

Hay un sobre de color verde que no había visto entre los folders, lo agarro y hojeo, al instante mis ojos se abren de la sorpresa, estos son recibos bancarios hechos por esta empresa, cantidades multimillonarias a nombre de todos ellos, salvo el nombre del padre de Dyclan, ¿esta será la prueba que menciono Dy? Sin pensarlo comienzo a revisar con más detalle los demás papeles. Hay cheques a nombre de un tal MK, no sé si es para la misma empresa o un seudónimo, sigo hojeando y no encuentro nada que me interese. Guardo todo, meto y giro la llave, salgo de allí.

Llego a mi destino y me bajo con la carpeta en la mano, decidí venir a un ciber, entro y veo a una chica con cabello azul, sonrío y ella hace una mueca, le pido copias de cada una de esas hojas, asiente y se aleja, tamborileo mis dedos en la repisa y observo el sitio, hay como seis computadoras y todas ocupadas, sigo mi recorrido y mis ojos dan con una estantería llena de libros, por impulso me acerco, rozo los lomos de cada uno, sentirlos es algo que me relaja, hace mucho que dejé de leer.

—Hey, señorita...—Escucho y al instante observo a la chica de cabello azul, tiene un montón de hojas entre sus manos.

Me alejo y voy hacia a ella, me tiende los folders y los guardo en la carpeta, pago y me despido.

Salgo del local, mi estomago ruge y recuerdo que no he comido nada desde ayer, observo mi entorno y al lado hay una cafetería, sin pensarlo mucho me dirijo allí, entro y la campanilla de la puerta suena, al instante el bullicio de los comensales me da la bienvenida. Tomo asiento y dejo las carpetas a un lado, mientras llegan a atenderme ordeno las hojas, sonrío, esto no solo demuestra que el padre de Dyclan pueda ser inocente, sino que también hunde a otros y entre ellos está el padre del malnacido de Dan.

Río.

Comenzaré con mis propios planes, de alguna manera tengo que terminar esto para alejarme de todo. En especial de Dyclan.

—Hola, ¿ya sabe que va a pedir? —Alzo mi mirada y observo al chico, asiento y le indico que tomaré unos panqueques con mermelada y queso, el afirma y se va. Al instante saco mi móvil del bolsillo de la chaqueta y marco.

—Arthur —menciono cuando lo escucho del otro lado—, ¿adónde te has metido? —Desde ayer no sé nada de él y eso es raro. Me informa que aprovechará el puente con una de sus Culihs—. Ok, cuídate idiota —Se ríe y cuelga.

Niego con la cabeza, él siempre hace lo que le da la gana, veo mi teléfono y elimino algunas notificaciones de la pantalla, realmente nadie me escribe, solo Dy y en ocasiones el idiota de Arthur, sin embargo, él es más de llamarme.

El chico interrumpe mis pensamientos cuando deja el plato en la mesa y un vaso de limonada, doy las gracias y se aleja.

Tomo el tenedor y pico un trozo llevándomelo a la boca, al instante cierro los ojos disfrutando esta delicia hechas panqueques, a los minutos en varios bocados el plato queda vacío, agarro el vaso y tomo de la pajilla, mi garganta se refresca al momento.

¡Esto es la gloria! Pequeños momentos que hacen feliz a cualquier persona.

Jazba —Escucho a mis espaldas.

No. Puede. Ser.

Giro y lo observo con ese uniforme que marca cada musculo fornido de su cuerpo, al momento toma asiento frente a mí con la sonrisa más grande que el gato de Alicia y me da una mirada descarada.

—¿Me estás siguiendo? —Alzo una de mis cejas y lo miro atónita.

¿Es posible que me siga?

—Te dije que iría a por ti, comenzando desde hoy. —Sonríe de forma ladina—. Soy un hombre de palabra, Jhandra —dice y me guiña un ojo mientras se cruza de brazos y recarga su espalda al respaldo del asiento.

—¿Como estas? —Su pregunta me trastoca, mis ojos dan con los suyos y la seriedad en su rostro logra estremecer algo dentro de mí—. ¿Quisiera saber por qué tienes marcas en tu rostro? Pero sé que me dirás que es no es mi problema, sin embargo, aun así, quisiera saberlo Jhan. —Suspira y en un movimiento atrapa mis manos entre las suyas.

—No es nada, solo gajes del oficio. —Mis manos comienzan a sudar, así que aparto su tacto de inmediato—. ¿Qué quieres, Aryek? Dímelo de una vez para que me dejes en paz, tengo cosas que hacer —mascullo, espero su respuesta mientras tamborileo mis dedos sobre la mesa con una ceja alzada. Él me da una mirada profunda de comprensión y ternura, mi corazón se vuelve en un segundo en una puta gelatina.

Él tiene la habilidad de que me pierda en sus ojos negros.

Trago saliva.

¿Por qué cuando más queremos alejarnos, los sentimientos se convierten en imanes convirtiéndonos en personas bipolares?

—Quiero... Conocer esta nueva Jhandra —pide, respira profundo y desordena su cabello castaño—, ¿sigues con querer vengarte?

Resoplo.

—No es venganza, es ley de Newton, para cada acción hay una reacción —expreso alzando mis hombros.

—Es en serio, Jhandra, ¿realmente quieres alcanzar tu venganza?

—Eso no te incumbe. Pero ya que insistes tanto, te lo diré... una de mis balas tiene su nombre, eso responde a tu pregunta, capitán Dorell.

Él me observa sorprendido. No dudaré ni dejaré la promesa que hice en la tumba de mi hermana. Ese mal nacido la pagará.

—Jhandra, ¿sabes que si lo haces tendrás que pagar las consecuencias de tus actos? No creas que me quedaré de brazos cruzados, haré lo imposible para salvarte de ti misma... —La intensidad de su mirada me traspasa—. Así muera en el intento.

Se levanta y se acerca a mí colocándose en cuclillas.

—Una vez dejé que te alejaras y me arrepiento cada día por haberlo permitido. —El dolor que reflejan sus orbes da de lleno en mi sistema y un dolor intenso atraviesa mi corazón—. Esta vez... Iré contigo hasta el infierno si con eso vuelves a mí.

Su rostro está muy cerca del mío, cierro los ojos por inercia y me dejo llevar por su boca dominando la mía, un beso demandante, apasionado, al momento mis manos van hacia su cuello y allí en pleno bullicio...

Éramos dos personas latiendo en el mismo sentido. Las ganas y el anhelo de vivir esto por siempre venían a mi mente como un torbellino.

Aryek es... La línea entre mi rendición o condena.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top