»Capítulo 18

Las emociones nos traicionan...
Por más que tratemos de cambiar hay cosas que jamás se irán de nuestra esencia.

»«

—¿Jhandra, quieres que te acompañe y hablamos? —cuestiona, llevamos varias semanas sin hablarnos, él no ha sido capaz de disculparse y me duele porque somos amigos.

Si la cagas asume y pide disculpa.

—Claro, pero quiero ir sola al cementerio —respondo de forma cortante subiéndome al coche, él hace lo mismo y se coloca al lado del copiloto.

—Jhandra, lo siento, ¡vale! —exclama—, no debí decir eso de esa forma, pero es lo que pienso y si pudiera hacer algo para sacarnos de aquí lo haría sin pensarlo.

Lo observo de reojo mientras hago una maniobra para entrar a la autopista, no puedo creer que diga eso después de todo lo que tuvimos que pasar, heridas, cicatrices tanto internas como externas.

Han sido seis años huyendo y sobreviviendo.

Ya no soy la misma Jhandra que se fue, sin embargo, él sigue siendo el mismo inmaduro de siempre.

—Sabes qué Arthur, no todo es blanco o negro, recuérdalo —comento pisando el acelerador aún más y dejando atrás a varios coches.

Desde el día que Dyclan y yo estuvimos juntos, son contadas las veces, que lo he visto.

Esta mañana me llamó anunciando la fecha del golpe al casino y que me reuniera con él en el club por la noche. Llevo más de dos meses armando el plan con Arthur y con Xu para que todo salga bien, sacar el dinero y salir lo más pronto posible sin bajas.

El equipo ya está listo para hacerlo en tres días.

—¿Estas preparada para lo del casino? Este sería ya nuestro tercer robo a lo grande —menciona y asiento.

—Sí, solo te pido que hagas todo al pie de la letra, a ti te gusta improvisar y en pleno atraco no puedes hacer eso —recrimino—, de verdad no quiero que te pase algo... —Mi voz tiembla un poco al recodar a Gian—. Aunque estaré para cuidarte la espalda, idiota.

Alza los hombros y sonríe, sacudo la cabeza, él no cambiará.

Idiota como siempre.

—Déjame por aquí , Jhandra, voy a caminar por el centro.

—¿Tú, caminando? Seguro hoy se acaba el mundo —bromeo y él me revuelve el cabello y se baja.

—¡Nos vemos luego, rojita! —grita desde la acera, me río y arranco.

Enciendo el reproductor y suena Saturn - sleeping at last.

Por instinto acaricio mi dije de alas de ángel y sonrío con nostalgia...

Vanny.

Gian.

Aparco y me quedó un rato más escuchando la canción, pese a lo triste que es, también es hermosa. Bajo cuando termina y camino entre la belleza natural que tiene el cementerio, es difícil entender que la vida termine y nos sustituya una piedra con una inscripción.

Llego a su tumba, la toco diciéndole un hola como si me pudiera escuchar.

«Te recordaremos por ser mejor amiga, hermana, cuñada y madre...

Eres y siempre serás un ángel.

Te recordaré con tu mejor sonrisa.

Calabacita:

Tus tíos, ya te amaban antes de conocerte».

—Sabes hermanita ya falta poco para hacer justicia. Mi vida ha dado un giro tan drástico que a veces me desconozco... realmente no me hallo, ando en modo automático, solo añorando acabar con estas pesadillas que me siguen cada día. Yo matando a tu verdugo y luego cayendo a un abismo sin retorno, así me veo una y otra vez, sin embargo, no tengo miedo a morir. —Sonrío y comienzo a quitar algunas malas hierbas a su alrededor.

—¿Jhandra? —Escucho detrás de mí, me levanto y giro para ver a unos ojos ámbar—. ¿No te acuerdas de mí? —pregunta.

Me sorprendo al verla, está radiante y embarazada.

—¡Zinedy! —exclamo con una sonrisa desde mi posición.

—¡Qué cambiada estás, pequeña! —Sonríe y mis ojos se desbordan al ver que esa sonrisa era la misma que me daba junto a mi hermana cuando me vacilaban—. Estas hermosa, mira esas curvas, estas hecha toda una mujer, Vanny estaría orgullosa de verte hoy —menciona y yo me hundo.

No.

No lo estaría, mucho menos al saber en lo que me he convertido y en lo que he hecho.

—Gracias, ven dejemos esas flores y te invito a tomar algo —comento casual y siento un poco mis mejillas arder por el comentario anterior, pero aun así controlo mis emociones. 

Ella sonríe ampliamente y deja las flores, hace una oración y se gira hacia mí entrelazando su brazo con el mío, caminamos hacia mi coche hablando de trivialidades. La ayudo a subirse y emprendo la marcha hacia una cafetería en el centro.

—¿Cuántos meses tienes? —pregunto y me estaciono al llegar.

—Tengo seis meses, es una niña, estoy tan feliz, ya falta poco para tenerla en mis brazos. —Su felicidad es palpable y contagiosa.

Sonrío con genuina felicidad.

—Me alegra mucho que seas feliz, Zinedy —comento dirigiéndonos adentro del local. Nos sentamos y pedimos.

—¿Qué es de tu vida?, ¿dónde te metiste, Jhandra? —cuestiona con preocupación.

—Estuve de viaje. Eso me ayudó mucho a dejar el dolor atrás y hacer una nueva yo —menciono y es la verdad, he cambiado, para bien o para mal, lo he hecho—, Zinedy, ¿tú conociste o alguna vez viste al enamorado de Vanny? —Se sorprende un poco por la pregunta.

—No, Vanny era muy abierta para muchas cosas, pero en esos temas era donde no dejaba entrar a nadie, ni a mí siendo su mejor y única amiga —menciona en un suspiro triste.

—¿Alguna vez te nombró a alguien?, ¿conociste a un tal Diego, John?... ¿Dan? —cuestiono y lanzo a ver si de alguna forma me da información útil.

—Ella nunca nombraba a nadie, pero ahora que mencionas eso... —Coloca su dedo índice en su barbilla—. Aryek, hace dos días atrás fue a mi casa y me preguntó por un tal Dan. —Mi corazón da un sobresalto al escuchar ese nombre, ¿acaso él sabe algo del asesino de mi hermana? —. Sabes que él es policía y me preguntó si alguna vez vi a Vanny junto a algún chico, sé que ya no están unidos como antes, pero ustedes hacían una hermosa pareja —dice yéndose por las ramas y solo quiero saber si recordó algo o no.

—¿Alguna vez viste algún coqueteo con Vanny y ese chico? —corto su argumento de Aryek y yo como parejas antes que mis mejillas se enciendan.

«Parecías como una fresa». —su voz infantil retumba en mi mente.

No.

Maldita sea.

No quiero que eso se instale en mi mente ahora, bastante lucho cada día para bloquear todo lo que tenga que ver con él.

Gracias al cielo que Zinedy habla de nuevo y me saca de mis pensamientos.

—Sí, te diré lo que le dije a Aryek: una vez fuimos a una fiesta y Dan era el anfitrión, teníamos como quince o dieciséis años, desde ese momento ella me acompaño a todas las fiestas, él siempre estaba presente, pero como todos los demás que les gustaban ir, yo solo sabía de ese chico, era que, su padre es muy influyente, creo que era o es un juez. —pronuncia, haciendo un ademán con las manos restándole importancia.

Asiento.

Hermanita, ¿con quién te involucraste?

Ese Dan la va a pagar bien caro.

¡Te enamoraste de un desgraciado!

Seguimos hablando de todo un poco y me cuenta que lleva cuatro años con un chico que conoció en un curso de francés, cuando nazca su beba Zany, se mudaran a Francia. Nos despedimos al rato y la dejo cerca de su casa, sigo mi camino al club para reunirme con Dyclan.

Me bajo del auto y me adentro, el club está lleno y en pleno auge, esquivo varias personas bailando y me dirijo a las oficinas.

Doy dos golpes y escucho su voz seca.

—Dyclan, ¿Cómo estás? -pregunto al verlo un poco demacrado con ojeras, pero a pesar de eso, él esta imponente en un traje de Armani.

Mi corazón se agita al ver su mirada melancólico.

—Bien Sirenita, me alegro de verte —expresa, regalándome una sonrisa, una que no llega a sus ojos—, te ves hermosa con esa chaqueta, en definitiva, el rojo es tu color. —Me guiña un ojo y hace un gesto que me acerque.

Camino hacia él y en un momento estoy entre sus brazos.

Él sonríe y ladea su cabeza metiéndola en mi cuello, escucho su respiración cerca de mi oído.

—Te extrañe, Jhandra —susurra.

Lo abrazo fuerte y hundo mi cabeza en su pecho.

Sus latidos se han convertido en un tranquilizante para mis alterados pensamientos.

—Yo ta... —Mi garganta se cierra al instante.

No.

No sé por qué no puedo decirle que yo también lo hice.

Estoy jodida.

Confundida.

Otra vez bloqueo mis sentimientos y dejo mi mente en automático.

»Yo también vine a lo de la reunión, por ahí debe de estar llegando, Arthur —pronuncio un poco abrumada—, ¿empezamos?

Él me regala una media sonrisa y me besa en la punta de la nariz y baja hasta mis labios, traza con su lengua el contorno de mi boca, entreabro mis labios y su lengua encuentra la mía, profundizamos y mis manos viajan por su cabello negro.

Me aferro a él, dejándome llevar.

Ambos jadeamos por la intensidad de ese beso y nos separamos por falta de aire. Lo veo cerrar los ojos llevándose la mano a su cabello, desordenándolo, rodea el escritorio y se sienta, lo imito y me siento al frente de él, acomodo mi melena y la llevo a mi hombro izquierdo.

─Sabemos que el casino genera una cantidad enorme de dinero —expone un poco agitado, me observa y luego su mirada viaja a unos planos—, allí dentro tienen su propio banco, los contables se encargan de equilibrar las ganancias diarias, hay varios hombres encargados de evacuar el dinero para que nadie se entere, es tan simple que hacienda no sospecha nada de la administración del casino. ─Sigue explicando y quedo maravillada de la jugada que se montaron.

—¿Cómo hacen para que nadie sospeche? Tanta cantidad de dinero es imposible que no lo noten.

—Es pura rutina y corrupción. Aquí en estos negocios siempre hay uno de los más altos rangos del país —Sonríe sarcástico—. Todo funciona solo por un jodido gordo con un maletín, ese es el tesoro que va hacia los jefes, son muchos peces gordo involucrados, con ese dinero sustentan su propio negocio y muchos políticos financian sus campañas.

—¿Cómo haremos para que el dueño no se dé cuenta? ─cuestiono.

—Orlando Robinsson —masculla—, ese... será tu objetivo, tú no vas con el grupo, vas en busca de algo más importante que el dinero, tendrás que entrar a su oficina privada y en la caja fuerte buscaras un sobre, Jhandra, debes traerme ese documento como sea. —Esto último lo dice de forma seria.

—¿Tiene que ver con tu padre? —Su mirada cambia a una mordaz y eso me lo confirma.

—Ese documento es la prueba irrefutable de que mi padre era inocente y que esos mal nacidos le tendieron una trampa. Porqué sus firmas están presentes en el acuerdo original y no en el contrato de la empresa fraudulenta donde falsificaron cada hoja. —Sus manos se vuelven puños sobre el escritorio—. Sabes, eran sus amigos... Sus malditos amigos. —Ríe de una manera sarcástica.

—Pagarán. Cada uno de esos tipos lo harán Dyclan, cuenta conmigo.

Sus ojos me observan como un depredador a su presa.

—Contigo... en las buenas, en las malas, en el sillón, en la mesa, en el piso y así, Sirenita. —Me guiña un ojo y sonríe de lado.

Sonrío negando con la cabeza y con mis mejillas enrojecidas.

─Eres un idiota, ¿lo sabes?

Asiente mordiéndose el labio inferior.

Respiro profundo y desvío mi mirada, solo escucho su risa.

—¿Sabes qué nombre encontrarás en ese documento? Una persona que tú conoces. —Cambia de tema y me observa con detenimiento. Frunzo el ceño sin entender a qué se refiere.

—Dorell —menciona y siento un vuelco en el estómago.

—¿¡Qué... —Mi voz tiembla por la impresión

—Gray Dorell, tu queridísimo... suegro. —dice de forma burlón y me da una mirada cruel—. El mismo que vendió, dio la espalda a su mejor amigo y a un niño de nueve años —pronuncia y cada palabra tiene el rencor y odio tatuado—, ese maldito es el peor de todos. —escupe con rabia esas palabras y por primera vez siento miedo.

—¿E-estas Seguro? —Maldita sea, no debí soltar eso, de los nervios estoy perdiendo el control.

Debe de haber un error. El padre de Aryek no puede ser esa persona, ese señor es un buen padre, ama a su familia con locura.

—Pensé que habías aprendido algo, Jhandra... —Su voz fría me sorprende —. Algunos monstruos van de traje y corbata y nadie nunca es lo que aparenta, ¿¡cuando carajos vas a aprender!? —Se levanta golpeando la mesa y me sobresalto.

Niega con la cabeza lentamente.

Sé que la he cagado.

Lo veo buscar su arma de repuesto en la gaveta de la mesa, la encuentra y me apunta.

—Nunca vuelvas a dudar de mi palabra, aprende de una puta vez qué todos estamos jodidos. —Sostengo la mirada a esos ojos encendidos en ira.

Él presiona el gatillo.

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