»Capítulo 15
¿¿Cuándo ha valido la pena esperar?
El corazón... Es el refugio de la esperanza.
»«
Hoy me pregunto qué será de ti... ¿Mi Jazba, dónde estás?
¿Cuánto se espera por un amor?
Es mi pregunta de cada día desde hace seis años y cuatro meses.
A veces la vida tiene mejores planes que los nuestros.
Necesitaba con toda mi alma que se quedara y que juntos hiciéramos frente a cada obstáculo, sin embargo, deje con el dolor calado en cada parte de mi ser que se alejara. Se lo hubiese pedido, pero eso... No se pide.
Ella lo decidió.
El amor es dejar que la persona elija su propio camino estemos o no en él.
La última vez que la vi me dejó tan roto, que deje tanto de mí en ella, que necesito volver a verla para poder recuperarme.
Desde entonces trato de seguirle el rastro, pero siempre la pierdo. Lo único que sé con certeza es que Arthur está con ella.
A pesar del dolor, todo este tiempo he enfocado mis esfuerzos en conseguir mi sueño y lucho cada día para tratar de hacer justicia.
Por Vanny... esa amiga que nos hacía enrojecer con sus bromas.
Por Jhandra... esa niña que cambió mi vida en el instante que juntos nos sumergimos en el mundo de un libro.
Solo espero algún día volver a verla, sana y salva.
Salgo de mis pensamientos cuando escucho ruidos a mi alrededor.
—¿Tenemos el perímetro asegurado? —cuestiono. Recibo una respuesta afirmativa por los auriculares.
Salgo de mi escondite y salto entre los tejados, logro encontrar el objetivo, hago unas piruetas para llegar por la parte de atrás de la casa. Me muevo con sigilo portando mi arma, esta zona está solitaria, veo movimiento por el rabillo del ojo y me relajo al ver que es James, me hace unas señas y afirmo.
—Vamos a entrar —susurro al audífono.
Al momento ambos trotamos hacia la puerta y sin pensarlo mucho tiro la puerta de una patada, esta cae y deja al descubierto a varios chicos con mascarillas haciendo metanfetaminas.
—Quedan arrestados, cualquier cosa que digan podrá ser utilizado en su contra... —Termino de decirles sus derechos, mientras James y el resto del grupo les colocan las esposas.
—Listo, Capitán Dorell, banda desmantelada —informa James.
Terminamos nuestro trabajo y dejamos que los compañeros los dirijan a la comisaría para que los procesen, camino hacia mi coche patrulla y James me sigue.
—Vamos a tomar algo, Aryek, hoy es viernes... —Su sonrisa traviesa me hace saber que ya tiene algo pensado. Somos compañeros de equipo, juntos hemos hecho nuestra carrera de forma impecable.
—Bien, nos vemos en una hora. —Me despido y me subo al coche, manejo directo a casa. Estaciono y bajo, abro la puerta y al instante Adir me recibe de forma juguetón. Acaricio su pelaje y sirvo su comida, me quito el reloj, el uniforme, dejo mi placa y el arma encima de la mesa del comedor, hago presión en mi cuello y camino hacia al baño, necesito una ducha. Entro y abro el grifo, el agua salpica en mi piel.
Imagino que James seguro concertó otra cita. Desde hace mucho se le hizo costumbre de buscarme a alguien, realmente he estado con algunas chicas, pero no busco nada serio. Ha pasado tanto tiempo, sin embargo, aún mi corazón no está preparado para dejar entrar a nadie más.
Por ahora, no.
Termino de ducharme, salgo y rebusco en mi armario, un pantalón vaquero con un polo blanco es lo que elijo, me calzo y tomo mi chaqueta de cuero, observo la hora en mi reloj y faltan algunos minutos, antes de irme voy a mi despacho. Tomo asiento y saco una carpeta roja, hace dos años que me convertí en Capitán. El más joven que ha pasado por la comisaría. Desde ese momento comencé mi investigación personal en el caso de Vanny, tenía vía libre para documentos más clasificados y casos olvidados.
Hasta ahora lo que he podido averiguar es que el chico con el que salía era un tipo con dinero. Investigue las cuentas de Vanny y sus movimientos bancarios eran normales, las cantidades coincidían con la beca y los pequeños trabajos que hacía en ese entonces.
Luego hale del hilo del auto Nada...
Era todo tan limpio que al instante supe que detrás de todo esto había algo sucio.
No descansaré hasta dar con el culpable de arrebatarle la vida a la persona más importante de la mujer que amo.
Esa será mi venganza personal.
Guardo la carpeta y le paso llave. Dejo todo en orden antes de abandonar la casa para ir rumbo a la dirección que me envió James. Me subo al coche y el sonido del móvil me avisa de una llamada entrante.
—Dorell —Contesto por los manos libres.
—Hijo, tu madre quiere verte. ─Se escucha a mi padre en la otra línea, guardo silencio y escucho su suspiro, no le respondo —. Hazlo por ella, Aryek.
—Ok, dile que allí estaré apenas pueda, pero la llamaré luego. —Contesto seco y termino la llamada.
Mi padre... ese hombre que creía mi héroe, resultó ser un ser vil y miserable mezquino, pensar que al tener el puesto de alcalde sería un mejor hombre para la ciudad y su familia.
Qué equivocado estaba.
Gray logró convertirse en alcalde y sus amigos llegaron a la gobernación, todos alcanzaron sus sueños, sin embargo, mi padre hizo de ese sueño una vía a la corrupción.
Cuando crecemos la venda gruesa que nos acompaña se rompe ante las miserias humanas, solo en el momento que te toca vivirlo a ti es que ves todo como realmente es.
Veo el cartel de neón del club. Este es uno de los más concurrido por los turistas, estaciono y bajo acomodándome la chaqueta que llevo encima.
El frío esta noche es de lo peor.
Me adentro y el ruido me da la bienvenida. Luces de colores, gente bailando, gritando, sigo caminando y busco con la mirada a James y lo encuentro en unas mesas alejadas de la barra.
—Idiota, al fin llegaste. los chicos ya deben de aparecer por ahí. —Chocamos las manos y tomo asiento, enarco una ceja al oír lo último—. Sí, los del equipo y Kai —informa y me guiña un ojo.
Resoplo.
—¿En qué idioma quieres que te hable? Deja de estar haciendo eso, James, el día que quiera buscar a una mujer lo hago por mis propios medios y lo sabes. ─mascullo molesto.
—Lo sé, hermano, pero ya han pasado seis años, ¿realmente pasaras toda la vida esperándola? —recrimina.
Desvío mi mirada y doy por zanjada la discusión, siempre es lo mismo, entiendo que se preocupe por mí, pero cada quien elige como destruirse.
Me levanto a buscar algo de tomar y lo dejo allí con una morena que se acerca a sacarle conversa.
Llego a la barra y tomo asiento.
—¡Dame un mojito! —Escucho que piden del otro lado, mi curiosidad se abre ante esa dulce voz, giro la silla y observo detenidamente a cada cliente.
Mis ojos dan con una mujer que se halla de espalda a mi dirección.
—¿Qué deseas de tomar? —pregunta el barman, haciendo una bebida con la coctelera.
—Un vodka con tónica, por favor. —Pido sin apartar mis ojos a una cabellera rizada pelirroja.
Mi corazón salta en un latido frenético.
Veo su espalda alejándose de la zona de la barra y la observo contonearse con ese cuerpo voluptuoso hasta que desaparece de mi visión.
Sonrío y niego con la cabeza, tomo un trago de mi bebida mientras me levanto y vuelvo a donde James, no está solo, lo acompañan mi equipo y unos chicos vestidos muy elegantes.
—¡Hola, Aryek! —La voz chillona de Kai me traspasa, le doy un gesto de cabeza como saludo, ella sonríe y coloca un mechón de su cabello rubio detrás de su oreja.
La ignoro y tomo asiento observando a todos en la mesa, centro mi mirada a James y le pido en un gesto silencioso que los presente.
—Chicos este es nuestro capitán, Dorell Aryek de la división de tácticas e investigación y mi mejor amigo —James se toma muy en serio cuando me presenta oficialmente.
Suspiro.
¡Es tan presuntuoso!
—Este que está aquí es Dan Steve —dice señalando a un rubio a su lado, estiro mi mano y la estrechamos—, su padre es el Juez Luis Steve el que está presentándose como diputado en el gabinete de tu padre.
Mi ceño se frunce.
Mi padre esta desde hace cuatros años en investigación interna por desfalco.
—Mucho gusto, capitán Dorell —menciona el rubio—, conozco a su padre de algunas reuniones del partido, aunque no soy político, lo sé porque el mío se halla ocupado en eso —comenta.
—El gusto es mío, ¿a qué te dedicas? —cuestiono para desviar el tema del gabinete donde está mi padre.
—Soy dueño de una empresa de tecnologías en comunicaciones— menciona dando un trago largo a su bebida—, este es mi socio y amigo Lucas Smith. —Me presenta a otro rubio y nos estrechamos las manos.
—Un gusto, espero que nos ayudemos mutuamente cualquier día de estos, capitán Dorell —dice animado.
Estos tipos creen que el tener dinero significa pagar lealtades.
—Señor Smith... Mis lealtades están bien definidas —replico mirándolo hostilmente.
—No te lo tomes en serio, él siempre hace la misma broma, disculpa si te ofendió. —Sale en su defensa el tal Dan.
─No me ofendió, solo deje en claro mi punto.
El asiente y seguimos hablando de todo un poco. Lucas se levanta a bailar con Kai y James está hablando animadamente con Mike, él es uno de los mejores táctico y francotirador que tengo a mi cargo. Doy un trago a mi bebida y observo con detenimiento la muñeca del chico llamado Dan, tiene una fina pulsera tejida de colores, desentona con lo impecable de su porte.
Es extraño.
—Es un regalo de una persona que fue importante en mi vida —comenta al darse cuenta de que mi mirada se fija en el objeto, lo observo y sus ojos azules transmiten dolor—, la vida es muy jodida, Dorell —Asiento en conformidad y alza su copa, hace un gesto con esta y bebe todo el líquido de un solo trago y se pierde en sus pensamientos.
Cada uno tenemos nuestras propias miserias.
Termino mi vaso y decido dar por finalizada esta salida.
Me levanto sin despedirme de nadie, pago la cuenta de todos y me dirijo a la salida, al salir el frio azota contra mi rostro de una manera brutal, reafirmo mi chaqueta y camino hacia el coche. En el trayecto escucho unas risas al fondo, giro mi cabeza antes de abrir la puerta y veo la misma cabellera roja de hace rato, se halla en un reservado con muchas luces tenues, desde donde estoy no puedo detallar mucho los rostros solo las siluetas.
—Estás loco, Dyclan —Esa voz...
Contengo la respiración.
Mi corazón se paraliza en un segundo.
Mis pies dan un paso.
—Loco... por ti, Jhandra. —Escucho y al instante siento por segunda vez el corazón roto, cuando las manos de ese tipo se acercan a la cabellera roja de la chica y sus bocas se pierden en el otro.
Jhandra.
Sonrío de forma amarga, el frío me cala hasta los huesos.
Ella volvió, está sana y salva.
Abro la puerta y cierro de un portazo, acelero y me alejo de esa escena.
No creo que sea una coincidencia.
Una chica llamada Jhandra y pelirroja... ni en mil mundos habría otra, solo ella.
Mi Jazba.
No.
Ella... ya no es mía.
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