Capitulo cuatro
-¿Segura no sabes nada Sabine? -Pregunto con algunas lágrimas.
-Completamente querida -La angustia era clara.
Esto no podía estar pasandole,
no podía
-No sé donde más buscarla Sabine -Admitió con toda la tristeza encima.
el timbre sonó
-Lo siento Sabine, debo colgar, alguien llama a la puerta -Dijo de manera apresurada, con al fiel idea de que su amada estaba allí.
-Tu ve, tal vez sea ella -La esperanza se notaba.
-Tal vez -Murmuro terminando la llamada.
Fue tan rápido como pudo a la puerta, con la esperanza en el corazón y en la mirada.
-¿Cariño donde estabas? -Pregunto mientras habría la puerta.
no era lo que se esperaba
-Hola.
en lo absoluto.
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