°.✩ ── ❛008. the weight of decisions ❜



008.  EL PESO DE LAS
DESICIONES

❛❛ 𝘋𝘪𝘤𝘦𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭 𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘦𝘤𝘦 𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳𝘦𝘴 𝘮á𝘴 𝘪𝘯𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘥𝘰𝘴, 𝘺 𝘏𝘢𝘳𝘳𝘦𝘯𝘩𝘢𝘭 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘧𝘶𝘦 𝘭𝘢 𝘦𝘹𝘤𝘦𝘱𝘤𝘪ó𝘯; 𝘭𝘢 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘰𝘴 𝘥𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘳𝘦𝘤𝘪é𝘯 𝘤𝘰𝘮𝘦𝘯𝘻𝘢𝘣𝘢 𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘳𝘪𝘣𝘪𝘳𝘴𝘦 𝘺 𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘱𝘦𝘭 𝘺𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘭𝘪𝘴𝘵𝘰. ❜❜


MIENTRAS RHAELLA SURCABA EN LO ALTO montada en Bloodfyre, su mente era un torbellino de pensamientos. La confusión la envolvía como una niebla espesa. Se preguntaba cómo sería su vida si su madre aún estuviera viva. ¿Habría sido la heredera de Runestone? Esa idea la perseguía, llenándola de dudas y anhelos.

En medio de sus reflexiones, el dragón tomó una decisión inesperada. Bloodfyre, que siempre había sido un compañero leal a sus señas, comenzó a descender rápidamente, sorprendiéndola.

La sensación del viento en su rostro se intensificó mientras el paisaje abajo se acercaba velozmente. Rhaella sintió un nudo en el estómago, tan rápido comenzó a indicarle a su dragón lo que debía ser y dejara de descender, pero todo era en vano.

───── ¡Bloodfyre, no! ───── exclamó con una mezcla de incredulidad y desesperación, tirando con fuerza de las riendas mientras su corazón latía desbocado. Pero el dragón parecía sordo a sus súplicas, continuando su descenso con una determinación inquietante.

La inquietud creció en su pecho. Bloodfyre siempre había respondido a sus órdenes; siempre había sido un compañero leal y sensible a sus deseos. Sin embargo, en ese momento, algo estaba claramente mal. Una sombra de preocupación oscureció su mente mientras gritaba nuevamente:

───── ¡Arriba, Bloodfyre! ───── su voz resonó en el aire, pero el dragón no hizo caso. Con cada segundo que pasaba, la tierra se acercaba más y más.

La desesperación se apoderó de ella al sentir que estaba perdiendo el control. El grito desgarrador que salió de su garganta fue un eco de angustia y confusión; nunca había tenido que recurrir a tal desesperación con él. Pero no había tiempo para reflexionar sobre ello; el bosque oscuro de Harrenhal se alzaba ante ellos como un muro impenetrable.

Rhaella cerró los ojos con fuerza, preparándose para el impacto inminente. En ese instante, todo lo que amaba y valoraba se redujo a una simple súplica: salvarse a sí misma y a su fiel compañero. Mientras la adrenalina corría por sus venas y el sonido del viento llenaba sus oídos, solo podía esperar que Bloodfyre encontrara el camino hacia la seguridad antes de que fuera demasiado tarde.

Pero como si el dragón oyera sus súplicas, el vuelo de Bloodfyre se tornó firme, aunque ominosamente en descenso. Rhaella, atrapada en un torbellino de confusión y anticipación, decidió abrir los ojos cuando la caída del dragón no resonó con el estruendo que temía en el bosque.

Bloodfyre se movía con una determinación casi palpable, su mirada fija en las copas de los árboles, como si hubiera percibido un rastro imperceptible para Rhaella. La inquietud creció en su pecho; ¿qué había captado su compañero alado? La majestuosidad del dragón se hizo evidente cuando derribó unos cuantos árboles a su paso, antes de tocar suavemente el césped. Allí permaneció, emitiendo un potente rugido que reverberaba en el aire como un aviso de alerta.

───── ¡Bloodfyre, en calma! ───── pidió firme Rhaella, saltando de su silla de jinete y aterrizando con firmeza sobre el suelo blando. Con la espada afilada en mano, avanzó con resolución, la hoja brillando bajo la luz filtrada entre las ramas.

Un nuevo grito resonante y aterrador emergió del hocico de su dragón, haciéndola girar sobre sí misma. En ese instante, Rhaella cayó al suelo húmedo, no por mucho tiempo pues un caballo amarronado pasó a toda velocidad junto a ella, casi pisoteándola. La rapidez del caballo había sido tal que ni siquiera tuvo tiempo de vislumbrar al jinete que lo montaba.

Estirada sobre la yerba fresca, sintió cómo la adrenalina corría por sus venas; había sido un susto monumental. No obstante, el sonido de las pisadas del caballo resonó nuevamente en el entorno mientras una voz masculina llamaba desde la distancia. Antes de que pudiera levantarse del suelo, una mano se extendió ante ella.

La curiosidad brillaba en los ojos del desconocido mientras Rhaella alzaba la vista. Y allí estaba él: Oscar Tully. Con una sonrisa que parecía iluminar incluso la penumbra del bosque y las mejillas encendidas por la emoción, se erguía frente a ella como una aparición sacada de un sueño reciente.

Desde que conoció a Oscar, había sido imposible sacarlo de su mente; cada encuentro lo grababa más hondo en su memoria. A veces se sentía tonta por pensar en él constantemente, pero ver su rostro ahora era como un bálsamo para su espíritu inquieto. En medio de la confusión y el caos que rodeaba su vida cotidiana, Oscar era ese destello de luz que iluminaba sus pensamientos más oscuros y le recordaba que incluso en medio de la guerra y los dragones.

───── ¡Vaya sorpresa encontrarte aquí! ───── sonrió él por primera vez, y por primera vez había sido él el primero en hablar.

Con su ayuda, Rhaella se puso de pie y guardó su espada, mirando con ardor su mano, pero dejando eso de lado para hablar con Óscar.

───── Lo mismo digo ───── sonrió ella, acomodando detrás de su oreja un mechón travieso ───── Es lindo volver a verte, Oscar ───── se atrevió a decir alegremente, sacando una sonrisa del chico.

───── Para mí es aún más. ¿Has leído mis cartas, eh? ───── a Rhaella le sorprendía la forma de no tartamudear nueva del chico; parecía saber lo que decía y cuánto le podía costar. Era un nuevo Óscar. Si bien el otro le parecía tierno y agradable, este la terminaba de matar.

Rhaella, con una sonrisa de emoción, miraba al suelo, buscando palabras para establecer una conversación con él.

───── Fue un gesto agradable el brazalete; las cartas fueron de mucha ayuda también ───── él le prestaba suma atención a su habla, algo que ciertamente la hacía enrojecer y mirar hacia otro lado ───── Ya sabes... estoy sola aquí. Bueno, no del todo; tengo a Simón, pero él no entiende los delirios adolescentes ───── rió nerviosa.

───── Es agradable contestarte; eres interesante ───── sonrió él, tomando decidido su mano y probando que ella abriera sus ojos de sorpresa ───── Te lastimaste... ───── murmuró, y con delicadeza la guió hasta su caballo. Abrió el bolso al costado de este y sacó telas y un tipo de ungüento. ───── Te lo debo; tú lo hiciste una vez ───── sonrió él, centrándose en su mano y dejando a Rhaella con las mejillas encendidas.

───── No es nada, solo un simple rasguño ───── intentó restarle importancia, pero la ternura con la que Oscar la observaba hacía que sus palabras sonaran vacías.

Su mirada era profunda, casi como si pudiera leer los pensamientos que danzaban en su mente.

───── Pero aún así, quiero asegurarme de que estés bien ───── respondió con calma él, mientras aplicaba con cuidado el ungüento sobre su piel.

Rhaella sintió un escalofrío recorrer su cuerpo; no solo por el contacto físico, sino por la atención sincera que él le brindaba. Era un momento simple pero lleno de significado.

───── ¿Arde? ───── preguntó él mientras aún pasaba el  ungüento por su mano heredada.
Ella negó con rapidez y cuando Oscar terminó le regaló una sonrisa.

───── Te lo agradezco ───── lo observo sincera.

───── No tienes porque ───── imitó su gesto aún más grande, Rhaella observó el brillo en los ojos de Oscar, eran tan encantadores.

Oscar se acomodó en el tronco desgastado por el tiempo, donde Rhaella había estado sentada, contemplando la densa vegetación que rodeaba el claro del bosque. La luz del sol apenas saliente se filtraba a través de las hojas, creando un mosaico de sombras y luces que danzaban sobre el suelo cubierto de hojas secas.

───── ¿Qué haces aquí, Oscar? ───── preguntó ella, con una mezcla de curiosidad y preocupación que no lograba ocultar. Su mirada se posó en él, como si intentara desentrañar las complejidades de su presencia en un momento tan delicado. ───── El próximo señor supremo de Riverslands no puede andar arriesgando su vida en el bosque, más aún cuando una guerra se está desatando del otro lado ───── murmuró con un tono que pretendía ser serio pero que sonaba más bien como una advertencia.

Oscar sintió que cada palabra pesaba como una losa sobre sus hombros. En su mente, la idea de ser el soberano de un reino vasto y lleno de responsabilidades contrastaba con la simplicidad del momento presente. La naturaleza lo rodeaba con su indiferencia habitual, ajena a los conflictos humanos y a los dilemas existenciales. Sin embargo, tras esa cortina de banalidad, algo más profundo burbujeaba.

───── Seré sincero... ───── comenzó a decir, sintiéndose un poco tonto por lo que estaba a punto de confesar. La inseguridad lo envolvía como una niebla espesa. ¿Era necesario ser tan directo? Pero ya que estaba allí... ───── Quería verte una vez más Rhaella...

Las palabras flotaron en el aire entre ellos como un susurro inofensivo. Rhaella abrió los ojos como platos, sorprendida ante la sinceridad inesperada que resonaba en su declaración, el Oscar Tully que conoció primero no diría eso. Un torbellino de emociones cruzó su rostro: incredulidad, esperanza y una pizca de confusión. ¿Lo decía en serio? ¿Era esto realmente lo que ella había estado esperando?

Iba a hablar para disipar la tensión con alguna respuesta ingeniosa, pero Oscar fue más rápido en su intento por rectificar lo que había dicho. En ese momento, la profundidad del silencio se volvió casi insoportable; las aves cantaban sin preocuparse por las complicaciones humanas.

───── Es que Rhaella, es difícil, pero no he podido sacarte de mi mente ni un segundo. Suena raro, lo sé. No nos conocemos del todo, pero... siento que te conozco de toda la vida. ───── Oscar relamió sus labios antes de continuar, lo admitía ese valor que tenía se había esfumado ahora estaba nervioso, muy nervioso ───── No creas que estoy loco, lo admito; me da vergüenza confesar esto. Me siento un tonto...

───── No lo eres ───── murmuró rápidamente ella, con una mirada que mezclaba sorpresa y ternura.

───── Qué bueno que pienses así. Te estoy diciendo la verdad. Es difícil olvidar a una chica tan interesante como tú. Aunque no lo creas, realmente lo eres... ───── La voz de Oscar temblaba, y sus manos empezaban a inquietarse ───── Tienes unos ojos que te dejan paralizado con una sola mirada; tu cabello es encantador, y tu sonrisa ilumina más de mil galaxias. ¿Cómo es posible olvidar a alguien así? Por eso quería volver a verte.

───── ¿Solo por el exterior? ───── interrumpió Rhaella con una ceja levantada, desafiándolo.

Oscar abrió los ojos como platos, su expresión era de incredulidad y apuro.

───── ¡No! ¿Cómo crees eso? Rhaella, no quiero parecer un bobo o un loco, pero... No te conozco lo suficiente, pero me diste a entender tantas cosas. Si nos conociéramos mejor, sé que sabrías todo lo que pasa por mi cabeza en este momento... ───── sonrió algo avergonzado, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza ───── Solo conóceme, y yo también te conoceré, solo déjame hacerlo.

───── Sabes que tienes el permiso ───── respondió ella suavemente, mirándolo a los ojos con una mezcla de desafío y complicidad.

───── Pero júrame que no tendré que arrepentirme de entregarte hasta el alma ───── dijo Oscar, su mirada seria pero suave.

Rhaella sintió como mil mariposas revoloteaban en su estómago. ¿Acaso hablaba en serio? Era raro todo esto, pero le encantaba sentirlo.

───── Lo prometo ───── dijo finalmente mientras tomaba su mano y entrelazaban sus meñiques. Era una promesa que esperaba que jamás se rompiera.

Oscar mantuvo su mirada fija en Rhaella, transmitiendo una calma que parecía envolverlos en ese instante. Él sabía que ella estaba lidiando con una decisión abrumadora, y quería que entendiera lo valiosa que era.

───── Rhaella ───── comenzó, suave pero firme—, eres una chica increíble. Eres valiente, más de lo que crees. No muchas tienen el coraje de cuestionar lo que se les impone. Tu fuerza es evidente; has enfrentado situaciones difíciles y siempre has salido adelante.

Ella lo escuchaba atentamente, sus dudas aún presentes pero comenzando a desvanecerse ante las palabras de apoyo.

───── Además, eres increíblemente inteligente ───── continuó Oscar ───── Tienes una mente brillante capaz de ver más allá de las apariencias. Y no olvides que eres una gran jinete de dragón. Eso es algo que muy pocos pueden decir. Tu conexión con esos seres es única y poderosa.

Rhaella sintió un calor en su pecho al escuchar esas palabras, pero la confusión aún la mantenía en un tira y afloja interno.

───── Pero... ¿qué pasa si me equivoco? ───── preguntó, su voz un susurro cargado de incertidumbre.

Oscar tomó un momento antes de responder, asegurándose de que cada palabra contara.

───── No lo hagas por Daemon ───── dijo, mirándola a los ojos con seriedad ───── Hazlo por Rhaenyra, la legítima heredera. Ella necesita personas como tú a su lado; personas que realmente crean en su causa y estén dispuestas a luchar por ella.

Rhaella se mordió el labio inferior, reflexionando sobre sus palabras. La idea de servir a Rhaenyra resonaba en su mente, y aunque la sombra del deber hacia Daemon existía, sentía que había algo más grande en juego.

───── ¿Y si eso significa ir en contra de mi familia? ───── preguntó, dabía que a su familia no le importaba, pero aún así preguntó aquello.

───── A veces hay que tomar decisiones difíciles ───── respondió Oscar con suavidad ───── La lealtad a tu reina podría ser el camino correcto, incluso si eso implica distanciarte de aquellos que no comparten tus ideales. La historia recordará a quienes se atrevieron a hacer lo correcto.

Las palabras de Oscar calaron hondo en Rhaella, quien comenzó a ver la posibilidad de un futuro donde su voz pudiera contar. La lucha interna seguía presente, pero ahora había una chispa de determinación encendida dentro de ella.

───── Quizás... quizás tengo que pensarlo más ───── murmuró finalmente, sintiendo el peso y la responsabilidad del momento.

Oscar sonrió suavemente, apoyando su mano sobre la de ella.

───── Tómate tu tiempo. Lo importante es que sigas lo que sientes en tu corazón. Sea cual sea tu decisión, yo estaré aquí para apoyarte.

Rhaella se sintió abrumada por la calidez del apoyo de Oscar, y sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia él, abrazándolo con todas sus fuerzas. Fue un gesto impulsivo, pero en ese momento, todo lo que necesitaba era sentir que no estaba sola. Oscar se sorprendió al principio, pero rápidamente correspondió al abrazo, rodeándola con sus brazos y dejándose envolver por la conexión que compartían.

───── Gracias ───── dijo Rhaella, su voz temblando ligeramente ───── Gracias por aparecer en mi vida y apoyarme cuando más lo necesitaba. No sé qué haría sin ti.

Las palabras de Rhaella resonaron en el corazón de Oscar, llenándolo de una mezcla de emoción y ternura. Nunca había imaginado que su presencia pudiera significar tanto para ella.

Más bien, Oscar jamás imaginó importarle y significar algo para alguien.

───── Vine a quedarme ───── respondió Oscar con una sonrisa ───── Siempre estaré aquí para apoyarte, sin importar cuán loca sea la idea que tengas en mente.

Se separaron un poco, riendo mientras sus miradas se encontraban. En ese instante, el aire entre ellos se volvió denso con una conexión palpable; el amor comenzaba a florecer entre risas y miradas cómplices.

Estaban tan cerca que casi podían sentir el latido del corazón del otro. Rhaella se inclinó ligeramente hacia él, y por un momento, el mundo a su alrededor desapareció. Pero fue Oscar quien dio un paso atrás primero, rompiendo la tensión del momento.

───── Hasta el matrimonio ───── dijo con un tono caballeroso, su voz llena de un humor juguetón.

Rhaella quedó sorprendida por la respuesta, una risa involuntaria escapó de sus labios.

───── ¿Crees que aún estaremos vivos para eso? ───── preguntó entre risas, su mirada llena de curiosidad.

Oscar se encogió de hombros con una sonrisa confiada.

───── No moriré antes de eso, y tú tampoco ───── contestó con firmeza.

Rhaella arqueó una ceja, sintiendo la incertidumbre del futuro.

───── El destino es incierto ───── respondió ella, su tono volviéndose un poco más serio.

Oscar asintió lentamente, comprendiendo que aunque el futuro era desconocido, lo que compartían en ese momento era real y especial. Ambos sabían que enfrentarían lo que viniera juntos, sin importar los obstáculos que pudieran surgir.





La lluvia comenzó a caer de nuevo, sorprendiendo a todos después de una tarde soleada. En el viejo castillo, la presencia de Oscar Tully era bien recibida, aunque su llegada no era del todo bien vista por todos. Daemon Targaryen, en particular, no tenía la mejor opinión del joven. A pesar de que Oscar no quería causar problemas, el recuerdo de su anterior encuentro con Daemon aún pesaba en su mente.

Simon Strong, sin embargo, estaba encantado de tener a Oscar en su casa. Para él, el chico Tully era un niño dulce y bien educado, y su compañía era un soplo de aire fresco en el castillo.

En la sala principal, Oscar y Rhaella compartían un momento tranquilo. Ambos estaban inmersos en sus actividades; Rhaella hojeaba un libro de poemas mientras Oscar escribía cartas para avisar a su hogar que estaría ausente por un tiempo debido a asuntos políticos en Harrenhal. La luz de las antorchas danzaba suavemente sobre ellos, creando un ambiente sereno que parecía perfecto.

Pero como siempre que disfrutaban de un momento juntos, la calma se rompió. Daemon Targaryen apareció de repente en la sala, sorprendiendo a los jóvenes. Ya era tarde y Rhaella sabía que él tenía deberes que cumplir al día siguiente. La tensión se hizo palpable en el aire.

Oscar se levantó rápidamente al ver al rey, mostrando respeto ante su presencia. Este gesto hizo que Rhaella mordiera su labio, sintiendo una mezcla de preocupación y frustración.

───── ¿Qué haces tú otra vez aquí, niño pez? ───── preguntó Daemon con una voz cargada de desdén ───── Creí haber sido muy claro al decirte que no servías para mí.

Las palabras del rey resonaron en la sala como un eco frío, y Oscar sintió cómo la tensión aumentaba. Sabía que debía mantenerse firme ante las críticas de Daemon, pero la mirada despectiva del rey lo hizo dudar por un instante. Rhaella observaba con inquietud, deseando encontrar una forma de aliviar la situación antes de que se tornara más complicada.

───── No vino aquí por ti ───── dijo Rhaella, levantándose de su asiento con determinación. ───── Oscar, siéntate ───── le pidió, y él obedeció de inmediato, sintiendo la tensión en el aire.

Daemon, cruzando los brazos, miró a Rhaella con desdén. ───── ¿El niño pez vino a verte a ti? ¿De qué me perdí? No jodas, niño, ni en tus más dulces sueños estarás con mi hija ───── sus palabras eran un desafío directo, dirigidas a Oscar mientras este se concentraba en terminar la carta a su familia.

───── ¿Y qué si vino por mí? Él es el único que se preocupa por cómo me siento ───── replicó Rhaella, defendiendo al chico con firmeza.

Daemon suspiró y se apoyó en la empuñadura de su espada, buscando estabilidad mientras enfrentaba a su hija. ───── Él es como cualquier otro joven; dicen que quieren algo cuando en realidad buscan otra cosa más lujuriosa.

───── Tú eres el único con esos pensamientos ───── respondió Rhaella, desafiándolo con la mirada.

───── También fui joven ───── replicó Daemon, recordando sus propios días de juventud.

Ambos se miraron con intensidad, pero poco a poco la expresión de Daemon se suavizó. Había algo en la determinación de su hija que lo hacía reconsiderar su postura.

───── Has pensado en mi propuesta ───── dijo él, notando un destello de esperanza en su voz.

───── De eso mismo quiero hablar ───── contestó Rhaella, manteniendo su tono desafiante pero con una calma que sorprendía.

Los ojos del rey se iluminaron; parecía que finalmente ella iba a cumplir su palabra. Justo cuando Daemon iba a hablar, Rhaella lo interrumpió.

───── Siéntate.

───── No en la misma mesa que ese niño ───── respondió él, negándose rotundamente.

Sin pensarlo dos veces, Rhaella tomó firmemente del brazo a su padre, clavando sus uñas en él. Daemon no sentía el dolor gracias a su armadura, pero lo suficiente como para dejarse guiar hacia una silla junto a Oscar. El chico lo miró de reojo con un leve nerviosismo mientras el rey tomaba asiento, sintiendo la tensión palpable entre ellos.

───── He tomado mi decisión a base de tu propuesta. De no ser por Oscar, no la hubiera aceptado ───── declaró Rhaella, volviendo a su lugar en la mesa con una determinación renovada.

Daemon giró la cabeza hacia Oscar Tully, frunciendo el ceño mientras sus ojos se entrecerraban. ───── ¿En serio le haces caso al niño? ───── se burló el rey consorte, con una risa sarcástica.

───── Considéralo, o dejo mi decisión ───── respondió Rhaella, cansada de la actitud de su padre.

Daemon rodó los ojos, intentando concentrarse en su hija. Sin embargo, no podía evitar observar a Oscar, preguntándose si el chico estaba intentando engañar a Rhaella con sus intenciones.

───── He pensado mucho sobre esto, y... cuando Oscar llegó, me hizo razonar. Sé que dije que lo iba a pensar un rato más, pero esto es ahora o nunca ───── suspiró Rhaella. Daemon apoyó su mano aburrido en la mejilla; sabía que esta conversación podía extenderse.

Oscar la miraba con orgullo, una sonrisa en su rostro que transmitía mucho más de lo que las palabras podrían expresar. Era un gesto que decía "me encantas" sin necesidad de decirlo en voz alta.

Rhaella enfrentaba al rey consorte con una mirada desafiante. Sus palabras salían con dureza y decisión, como si hubiera estado ensayando un discurso durante todo el día para llegar a este momento.

───── Una guerra se desata del otro lado y me es imposible ignorarla. El príncipe Aegon está llevándose todas las casas solo por ser hombre, lo que es totalmente injusto para Rhaenyra, la legítima reina ───── afirmó con firmeza. ───── Muchos que le han jurado lealtad durante el reinado de Viserys están cambiando de bando, lo que es cruel. La reina, como dijo Oscar, necesita el apoyo de personas que realmente estén dispuestas a ayudarla en su causa; yo soy una de ellas.

Relamió sus labios antes de continuar, sintiendo la presión del momento y la importancia de sus palabras. Estaba lista para luchar por aquello en lo que creía y no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en su camino.

Los ojos de Daemon brillaron al escuchar las últimas palabras de Rhaella, mientras Oscar la admiraba con cada frase que pronunciaba. La valentía de Rhaella Royce era innegable, y a Oscar le encantaba su determinación.

───── Estoy lista para luchar a favor de mi reina, la legítima heredera al trono de hierro. Estoy lista para partir junto con Bloodfyre a Dragonstone y servirle como leal soldado. Para eso estoy aquí ───── proclamó finalmente Rhaella.

Daemon sonrió con orgullo; tener a su hija de su lado era un gran avance para sus planes. Rhaella no solo era una verdadera dragón, sino también astuta y valiente. Con ella en la lucha, las probabilidades estaban de su lado. Era justo lo que Rhaenyra necesitaba para enfrentar los desafíos que se avecinaban.

La felicidad de Oscar era contagiosa. Sin pensar en las consecuencias, se acercó y abrazó a Rhaella por la espalda. El rey consorte se sobresaltó ante el gesto repentino.

───── ¡Aleja tus sucias manos de ella, sucio niño pez! ───── exclamó Daemon, levantándose de golpe, listo para amenazar o espantar al intruso si se atrevía a dar un paso más.

Sin embargo, Oscar no se movió ni un centímetro. Miró a Daemon con una mezcla de desafío y tranquilidad, sosteniendo la mano de Rhaella como si fuera un escudo protector.

───── ¿Acaso no escuchas? ───── replicó con firmeza

Rhaella intervino rápidamente, mirando a su padre con determinación. ───── Oscar fue quien me convenció en tomar tu palabra. Al menos deberías agradecerle, ¿no? ───── dijo, dejando claro que no iba a permitir que nadie menospreciara el apoyo que había encontrado en el chico.

El ambiente se tornó tenso, pero la convicción en la voz de Rhaella resonaba en la sala. Ella estaba dispuesta a defender sus decisiones y su causa, sin importar las opiniones del rey consorte. En ese momento, Daemon se dio cuenta de que había más en juego de lo que había anticipado; Rhaella no solo estaba luchando por su reina, sino también por su propia identidad y poder en un mundo donde las decisiones eran tomadas por otros.

Daemon miró a Oscar con desdén, pero no se molestó en ofrecerle una palabra de agradecimiento. Su voz sonó casi forzada cuando dijo:

───── Mañana partirás rumbo a Dragonstone. Agradezco que hayas tomado mi propuesta.

Sin esperar una respuesta, Daemon se dio la vuelta, lanzando una última mirada cargada de odio hacia Oscar Tully.

Oscar, sin inmutarse por la tensión, soltó una risa burlona mientras el rey consorte desaparecía por el pasillo. Luego, se acercó a Rhaella y tomó su rostro entre sus manos, uniendo sus frentes en un gesto de cercanía.

───── Estoy orgulloso de ti, Rhaella ───── le dijo con sinceridad.

───── Gracias por estar aquí, Oscar... tu presencia significa mucho para mí ───── respondió ella, sintiendo una calidez en su pecho.

Ambos compartieron miradas llenas de complicidad y sonrisas que hablaban más que las palabras. Cuando el sueño comenzó a hacer mella en ellos, se despidieron y se dirigieron a sus cuartos.

Rhaella sabía que el día siguiente sería crucial. Estaba a punto de pisar suelo nuevo, y aunque la emoción la invadía, también había un leve temor sobre lo que podría encontrar en Dragonstone. Sin embargo, su determinación era fuerte; estaba lista para enfrentar lo que viniera.

HOLUUUU !
DESPUÉS DE MUCHO TIEMPO VUELVO🤯

¿Opiniones?

Mil disculpas por haber dejado de publicar, es que Diciembre fue algo duro para mí. Pero aquí estoy apunto de terminar el año 🥲

Quería publicar algo antes de que el año terminará 😭

Les quiero agradecer por compartir conmigo en este año, a toda aquella persona que comento y voto le agradezco de todo corazón ❤️

¡SIN MÁS!

¡VOTA; COMENTA Y SEGUIME!

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