°.✩ ── ❛007. between shadows and whispers ❜
007. ❛ENTRE SOMBRAS
Y SUSURROS❜
❛❛ 𝘌𝘭 𝘷𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘴𝘶𝘴𝘶𝘳𝘳𝘢𝘣𝘢 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢𝘴 𝘢𝘯𝘵𝘪𝘨𝘶𝘢𝘴 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘭𝘢 𝘧𝘰𝘳𝘵𝘢𝘭𝘦𝘻𝘢 𝘴𝘦 𝘦𝘳𝘨𝘶í𝘢, 𝘢𝘫𝘦𝘯𝘢 𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘦𝘮𝘰𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘣𝘶𝘭𝘭í𝘢𝘯 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻ó𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘢𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢𝘣𝘢. ❜❜
EL CABALLO AVANZABA CON PASÓ FIRME, y el sonido de sus patas resonaba suavemente sobre las hojas caídas. La fría brisa me acariciaba la cara, trayendo consigo susurros del bosque que parecían llevar secretos que nunca conocería. Estaba armado y decidido, me sentía un poco extraño en esta soledad, si bien conocía el bosque esta vez nadie me acompañaba. Mi escudo brillaba al sol y la espada pesaba en mi cadera, recordándome quién era y lo que se esperaba de mí. Pero hoy, no había nadie a mi lado. Era raro ver al futuro señor supremo de la Tierra de los Ríos cabalgando solo.
A medida que me adentraba en el bosque, una sensación de incertidumbre me envolvía. ¿A dónde iba? La respuesta se me escapaba como el aire en mis pulmones. Mi mente divagaba; las reglas que siempre había seguido se desvanecían aquí, en este lugar apartado. Siempre había sido un chico obediente, cumpliendo con las expectativas de mi abuelo, pero hoy, en esta soledad elegida, sentía una libertad extraña y aterradora.
Mis ojos exploraban el paisaje: los verdes y marrones danzaban ante mí mientras el canto lejano de los pájaros se mezclaba con el crujir de las ramas bajo mis pies. Pero a pesar de la belleza a mi alrededor, no podía dejar de pensar en Rhaella. Su nombre resonaba en mi mente como un eco constante. ¿Por qué ocupaba tanto espacio en mis pensamientos si apenas la conocía desde hacía unas lunas? Era una locura; me sentía como un tonto enamorado. La extrañaba sin haber compartido más que palabras fugaces y miradas furtivas.
La ausencia de su presencia era como un vacío que me apretaba el pecho. Solté un suspiro pesado, dejando escapar el aire como si intentara liberar ese torbellino de emociones que me atormentaba. A pesar del desasosiego, seguí adelante guiado por una mezcla de curiosidad y un deseo casi desesperado.
Cada paso del caballo parecía resonar con el latido acelerado de mi corazón. En mi mente, la imagen de Rhaella se hacía más viva: su mirada seria adornada con esa sonrisa que iluminaba su rostro me llenaba de energía. Recordar sus labios rosados era como pensar en algo suave y cálido; cada recuerdo era un destello que iluminaba mi soledad y me hacía sentir más loco por ella.
Una sonrisa involuntaria apareció en mis labios, casi nostálgica, mientras pensaba en lo mucho que deseaba volver a verla. La ausencia de Rhaella era como una herida abierta; un dolor constante que resonaba en lo más profundo de mí. Necesitaba volver a encontrarla urgentemente. Me preguntaba si ella también me extrañaba, si su risa y su presencia eran tan necesarias para ella como lo eran para mí. La idea de no volver a verla me llenaba de desesperación; estaba completamente atrapado por este amor loco y abrumador que no sabía cómo manejar.
El viento soplaba con fuerza, despeinando mi cabello mientras cabalgaba por el bosque. Cada hebra se movía como si tuviera vida propia, y no podía evitar recordar a Rhaella. Su imagen se me venía a la mente en cada momento: su cabello al viento, su risa, esa mirada que parecía ver más allá de lo superficial. Era perfecta, y no solo por fuera; había algo en su interior que la hacía aún más especial.
Rhaella era valiente, mucho más de lo que yo podría ser. Había enfrentado al rey con una determinación que me dejó sin palabras. En esos momentos críticos, cuando la presión me paralizaba, ella estaba ahí, calmándome con su dulzura. Era como un faro en medio de la tormenta que tenía dentro. Su inteligencia y astucia brillaban en cada conversación, dejándome claro que no era solo una joven hermosa, sino también una mente brillante.
Cada vez que pensaba en ella, mi corazón se aceleraba. La benevolencia y empatía que emanaban de Rhaella eran parte de su esencia. Era tantas cosas a la vez que describirla se sentía como un reto imposible. Anhelaba volver a verla, perderme en sus ojos y encontrar consuelo en su risa. Daría cualquier cosa por revivir ese momento fugaz pero intenso que compartimos.
Mientras cabalgaba, el susurro del viento me traía ecos de sus palabras y gestos. Cada recuerdo se entrelazaba con un deseo ardiente: el deseo de no estar solo, de compartir mi vida con alguien tan excepcional como ella. Sabía que no solo buscaba despejar mi mente; estaba en una misión para encontrarla y descubrir qué significaría tenerla a mi lado una vez más.
El recuerdo de Rhaella se aferraba a mí como un lazo indestructible. Cada latido resonaba con el eco de su risa; era como si el mundo alrededor se desvaneciera, dejándome solo con mis pensamientos y anhelos. Su imagen seguía presente: su cabello ondeando al viento, esa mirada profunda... No podía dejar de pensar en lo mucho que necesitaba volver a verla.
Sin poder contenerme más, apreté las riendas y espoleé al caballo. El animal respondió con entusiasmo, sus cascos resonando como un tambor marcando el ritmo de mi desesperación. Galope tras galope, la brisa me golpeaba el rostro, llevándose parte de mi melancolía pero no el recuerdo de Rhaella. Cada zancada era un grito silencioso por volver a encontrarla.
Los árboles pasaban como sombras fugaces mientras avanzaba hacia lo desconocido. Tenía un rumbo claro: encontrarla. La idea de que podría estar allí, al final del sendero, me impulsaba hacia adelante. Recordé cómo había defendido sus creencias ante el rey; su pasión me había dejado asombrado y admirado.
No podía dejar que los recuerdos me consumieran del todo; cada intento por distraerme era en vano. La esencia de Rhaella estaba en todo lo que tocaba: el aire fresco del campo me recordaba nuestras risas entre flores silvestres; el sonido del río cercano evocaba nuestras profundas conversaciones bajo la luna. Cada pequeño detalle parecía diseñado para recordarme lo que había perdido.
Mi galope se volvió frenético; sentía cómo la energía del caballo reflejaba la tormenta emocional dentro de mí. La determinación crecía con cada latido; ya no era solo un viaje por el bosque. Era una búsqueda ferviente por recuperarla y expresar todo lo que guardé en mi corazón.
La brisa traía ecos de promesas no cumplidas mientras continuaba por el sendero decidido a encontrarla y hacerle saber cuánto significaba para mí. El mundo exterior se desvanecía mientras me sumergía más en mis pensamientos sobre ella, dejando atrás cualquier duda o temor. Solo existía un destino: reunirme con Rhaella y descubrir juntos qué nos esperaba.
Pero entonces llegó la pregunta que me hizo frenar: ¿ella sentiría lo mismo? Esa incertidumbre me llenó de dudas mientras seguía avanzando por el camino.
RHAELLA SURCABA EL CIELO MONTADA en su dragón, Bloodfyre, un espectáculo que había estado ausente de su vida durante demasiado tiempo. La tormenta que había asolado la región había dado un respiro temporal, aunque las predicciones de uno de los hijos del Ser Simon auguraban un regreso de la lluvia antes del anochecer. La atmósfera se tornaba densa y húmeda, una sensación que ella detestaba profundamente. Sin embargo, en aquel momento, lo único que importaba era la libertad que le otorgaba el vuelo. Y más aún estás con su mejor amigo, su dragón.
La brisa acariciaba su rostro, desordenando su cabello ondulado mientras se dejaba llevar por la danza del viento. Era una sensación de pura euforia: estar en lo alto, lejos de las preocupaciones del mundo, sintiendo la conexión con su dragón y la inmensidad del cielo. Rhaella anhelaba esa libertad; era un deseo que habitaba en lo más profundo de su ser y que deseaba experimentar cada día.
La mente de Rhaella navegaba entre los recuerdos del amanecer, cuando Daemon había recurrido a ella en busca de apoyo para las maquinaciones más oscuras de la guerra. La conversación había sido tensa, cargada de un aire enrarecido por la urgencia y la desconfianza. Las palabras de su padre, como un eco distante, resonaban en su mente: "Los jinetes y las semillas de dragón". Esa era la clave para la victoria, según él, una estrategia que prometía poder y dominio.
Rhaella no podía negar que la idea le resultaba intrigante. La posibilidad de actuar sin depender de los caprichos de su familia era tentadora; por primera vez, sentía que tenía el control sobre su destino. Jurar lealtad a la legítima reina significaba colocarse del lado correcto en un conflicto que se intensificaba día a día. La perspectiva de ser parte de algo más grande que ella misma despertaba una chispa de emoción en su interior.
Sin embargo, había un precio que no estaba dispuesta a pagar. La figura de Daemon se erguía ante ella como un obstáculo insalvable. No podía soportar la idea de ser mandada por él, un hombre cuya ambición parecía eclipsar cualquier noción de honor. Aceptar su propuesta sería someterse a la voluntad de un padre que nunca había sido verdaderamente paternal. Era una traición a sí misma, una rendición que no estaba dispuesta a aceptar.
Mientras sus pensamientos se entrelazaban con los ecos del pasado y las sombras del futuro, Rhaella sintió el peso de su decisión. La guerra se cernía sobre ellos como una tormenta inminente, y cada elección podía definir no solo su destino, sino también el de aquellos que la rodeaban.
En la tierra firme, Daemon se encontraba observando a su hija surcar los altos cielos, y pensando en ella. Alys Rivers estaba a sus espaldas, una mujer cuya presencia lo incomodaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Ella lo observaba con una mirada desafiante, como si pudiera leer cada pensamiento que cruzaba por su mente. La tensión entre ellos era palpable.
Alys rompió el silencio con una afirmación mordaz, marcando su presencia.
───── Ella no caerá a tus pies tan fácilmente. ───── Daemon giró su mirada hacia ella, alzando una ceja en señal de desdén.
¿Acaso alguien le había pedido su opinión? Su orgullo se infló ante la crítica. Con un gesto brusco, aferró su espada como si eso pudiera darle más autoridad en la conversación.
El silencio se extendió entre ellos como una sombra pesada hasta que Alys se acercó más. ───── Tiene razón al no hacerlo ───── añadió con firmeza. Su voz era como un eco en la mente de Daemon, resonando con verdades incómodas que él preferiría ignorar.
La frustración comenzó a burbujear dentro de él. ───── ¿Quién te pidió que hablaras? ───── inquirió, su tono cada vez más áspero y lleno de ira contenida. No estaba acostumbrado a que cuestionaran sus decisiones, menos aún por alguien a quien consideraba inferior en el juego político.
───── Has estado ausente en su vida desde que nació ───── continuó Alys, ignorando por completo su rabia. Las palabras le dolieron; eran un recordatorio punzante de sus propias fallas. ───── Apareces ahora como si nada y pretendes unirla a tu bando. Eso es egoísta. ───── La verdad era un puñal afilado y Alys lo sostenía con maestría.
Daemon sintió cómo su paciencia se evaporaba. ───── Cállate ───── murmuró entre dientes, pero Alys no se dejó intimidar por su mandato.
───── Ni siquiera tienes un poco de su confianza como para escribirle, insistirle y molestarla para que se una a la reina Rhaenyra ───── dijo con desprecio. ───── Ella no lo hará tan fácilmente.
La furia brotó dentro de él como un fuego incontrolable. Miró a Alys con los ojos llenos de furia; cada palabra era un desafío directo a su autoridad y a sus intenciones.
───── ¿Y qué sugieres que haga? ───── gritó, dejando escapar toda la frustración acumulada.
En ese instante, Daemon sabía que tenía razón. Era consciente del abismo emocional que había creado entre él y Rhaella con su ausencia prolongada. Pero la pregunta seguía flotando en el aire: ¿qué haría él? El peso de sus decisiones caía sobre sus hombros como una armadura pesada e incómoda; estaba atrapado entre el deseo de recuperar lo perdido por las sombras del egoísmo y la ambición.
Daemon, aún cargando con la ira que le provocaba Alys, dio un paso hacia ella, su mirada fija y desafiante. La tensión en el aire era palpable; los dos eran como dos dragones listos para lanzarse al combate.
Alys no retrocedió. En su interior, sabía que este era un momento crucial, y no iba a dejar que Daemon la intimidara.
───── ¡Responde! ───── ordenó de un grito Daemon.
───── No puedes simplemente aparecer y esperar que todo esté bien ───── dijo Alys, su voz clara y tranquila, como si ver a Daemon rojo y molesto no fuera un problema, no lo era en realidad ───── Rhaella necesita más que palabras vacías. La confianza no se gana de un día para otro.
Daemon bufó, pero Alys continuó sin dejarse llevar por su desprecio. Ella había visto el daño que su ausencia había causado en la joven. Sabía que lo que estaba en juego era mucho más grande que su orgullo.
───── ¿De verdad crees que puedes manipularla como si fuera una pieza en tu tablero? ───── preguntó Alys, cruzando los brazos y manteniendo la mirada fija en él ───── La confianza no se puede forzar. Si sigues así, solo conseguirás alejarla más.
Daemon sintió cómo la rabia empezaba a transformarse en una mezcla de frustración y admiración. La mujer frente a él no se achicopala; estaba dispuesta a enfrentarlo. Sin embargo, él no podía permitirse perder ante ella.
───── ¿Y tú qué sabes sobre eso? ───── replicó, intentando desestabilizarla.
Alys sonrió con desdén. ───── Más de lo que te imaginas. ───── proclamó la mujer con desdén.
Las palabras de Alys resonaron en el aire como un eco implacable. Daemon sintió el golpe; sabía que tenía razón, pero no quería admitirlo. Se le ocurrió un argumento para defenderse, pero las palabras se atoraron en su garganta.
───── No puedes decirme cómo actuar con mi propia hija ───── dijo finalmente, tratando de recuperar el control de la conversación.
───── No estoy aquí para decirte qué hacer ───── respondió Alys, acercándose un poco más ───── Estoy aquí para recordarte lo que has perdido por tu egoísmo. Si realmente quieres ganarte su respeto, tendrás que demostrarle que te importa de verdad.
Daemon se detuvo por un momento, sorprendido por la sinceridad de sus palabras. Pero eso no lo iba a detener; tenía que recuperar el control de la situación.
───── ¿Y qué propones? ¿Que me arrodille ante ella y le pida perdón? ───── su tono era sarcástico y burlón.
Alys se inclinó un poco hacia adelante, su mirada ardía con determinación. ───── No necesitas arrodillarte. Solo sé sincero y demuestra que estás dispuesto a hacer lo necesario para ser parte de su vida. Y si realmente te importa Rhaella, entonces deja de jugar con sus emociones.
Daemon sintió cómo la rabia se desvanecía lentamente. Las palabras de Alys eran como un espejo; le mostraban lo que realmente era: un hombre perdido entre sus propios deseos y las consecuencias de sus actos.
Alys dio un paso atrás, sintiendo que había logrado penetrar la coraza del consorte. Ella sabía que había ganado esta ronda; Daemon había dejado entrever sus inseguridades y vulnerabilidades.
───── La próxima vez que quieras acercarte a Rhaella ───── continuó Alys ───── recuerda que el amor verdadero no se basa en la manipulación ni en el poder; se basa en respeto y confianza.
Con esas palabras resonando en su mente, Alys dio media vuelta y comenzó a alejarse, dejando a Daemon sumido en sus pensamientos y enfrentando las verdades incómodas sobre sí mismo y su relación con Rhaella. Mientras se marchaba, sabía que había plantado una semilla de cambio en él; ahora dependía de Daemon decidir si tendría el valor de regar esa semilla o dejarla marchitarse en el olvido.
AUTHORS NOTE
NEW CAP CON USTEDES! 🙌
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@BILVSK_
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