°.✩ ── ❛006. broken chains and renewed heart ❜
006. ❛CADENAS ROTAS,
Y CORAZÓN RENOVADO❜
❛❛ 𝘈 𝘷𝘦𝘤𝘦𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘰𝘴 𝘮á𝘴 𝘰𝘴𝘤𝘶𝘳𝘰𝘴 𝘯𝘰𝘴 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢𝘯 𝘢 𝘭𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘮á𝘴 𝘣𝘳𝘪𝘭𝘭𝘢𝘯𝘵𝘦; 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘵𝘳𝘢𝘪𝘤𝘪ó𝘯, 𝘴𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘭𝘢𝘵𝘪𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘯𝘶𝘦𝘷𝘰 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻ó𝘯 ❜❜
RHAELLA SOSTENÍA LA CARTA EN SUS manos temblorosas, la luz del fuego danzando frente a su rostro mientras sus ojos recorrían las líneas escritas con una caligrafía elegante pero fría. Tenia esperanza en esta misiva de Runestone, tal vez su momento de partir había llegado y eso la llenaba de emoción, si estaba un día más bajo el mismo techo que Daemon Targaryen se volvería loca. A medida que avanzaba en la lectura, esa chispa se extinguía lentamente, dejando solo cenizas de desilusión.
Su primo únicamente había escrito sobre las tormentas que azotaban Harrenhal, sobre si Lord Simón había aceptado el trato propuesto por el. Había mencionado las cacerías, esas aventuras que solían disfrutar juntos, pero no una sola palabra sobre ella. No había preguntas sobre su bienestar ni deseos de su regreso; solo un relato egocéntrico que giraba en torno a él y sus propias preocupaciones.
Rhaella sintió cómo el fuego interno se convertía en llamas de rabia. Con cada detalle insignificante sobre su vida –la próxima boda con una dama noble del valle, las intrigas palaciegas relacionadas con la guerra inminente entre Rhaenyra y Aegon– su corazón se encogía un poco más. ¿Era tan difícil para él pensar en su estado? ¿Tan ciego que no podía ver la soledad que la envolvía como una sombra? La frustración se transformó en odio hacia su primo, una emoción que antes había mantenido a raya, pero que ahora brotaba con fuerza.
Con un gesto brusco, Rhaella arrugó la carta hasta convertirla en una bola compacta y negra por el humo del fuego; luego, la arrojó a las llamas. El papel crujió al contacto con el fuego, consumiéndose rápidamente como sus esperanzas de volver a Runestone. Observó cómo el calor devoraba las palabras vacías de su primo, sintiendo un extraño alivio al ver desaparecer aquella traición escrita.
───── ¿Por qué? ───── murmuró para sí misma, incapaz de encontrar respuestas satisfactorias. La imagen de Daemon apareció en su mente: el siempre había aborrecido a su primo llamándolo egoísta y arrogante. Ahora entendía perfectamente por qué. La indiferencia de su primo era un reflejo del desprecio que ella misma comenzaba a sentir hacia él. Había sido joven y vulnerable durante demasiado tiempo; cualquier cosa podría haberle pasado en Harrenhal mientras él se deleitaba con sus propias cacerías y celebraciones.
En ese momento, Rhaella decidió que no permitiría que la apatía de otros definiera su vida ni sus decisiones. Con determinación, se levantó del asiento donde había estado sentada, sintiendo el peso del fuego aún ardiendo detrás de ella como símbolo de lo que debía dejar atrás. Si Runestone no deseaba abrirle sus puertas, entonces encontraría su propio camino.
Rhaella avanzaba con determinación, cada paso resonando en el eco de las paredes desgastadas de Harrenhal, miraba a través de las ventanas deterioradas del palacio como la lluvia caía sin compasión, cada gota un susurro de melancolía que parecía comprender su estado de ánimo. El aire estaba impregnado de un aroma a humedad y nostalgia, como si el castillo mismo recordara tiempos más felices.
Con cada paso, sus zapatos se hundían en los charcos formados por las goteras que caían del techo. Era un símbolo de su propia vida: una belleza exterior que ocultaba una tormenta interna. La tristeza se cernía sobre ella como una nube oscura, y Rhaella no podía evitar preguntarse si alguna vez el sol brillaría sobre Harrenhal nuevamente. ¿Qué era lo que había hecho para merecer este destino? Y todas las cosas malas que le habían pasado aún siendo
joven.
La mente de Rhaella divagaba entre recuerdos y anhelos, pensamientos que la atormentaban y que tanto deseaba callar. Detestaba la tendencia de su mente a sobre pensar cada situación, cada mirada, cada palabra. Era un ciclo interminable de autocrítica y ansiedad que la consumía lentamente. ¿Por qué no podía simplemente dejarse llevar? La vida era demasiado corta para ser prisionera de sus propios pensamientos.
Pero su paso cesó y sus pensamientos fueron interrumpidos por la aparición de un ser que no la dejó avanzar. Alzó la vista y se encontró con sus ojos: fríos, inquisitivos y llenos de expectativas que nunca podría cumplir. El peso de su mirada era abrumadora, y en ese instante, Rhaella sintió cómo la rabia y la frustración burbujeaban dentro de ella. Sin querer enfrentarlo en ese momento vulnerable, decidió ignorarlo y continuar su camino.
Pero él no era alguien que se rindiera fácilmente. Con paso firme, comenzó a seguirla, alcanzando su ritmo sin esfuerzo aparente.
───── ¿Lo pensaste?. ───── preguntó Daemon, su voz resonando en el aire que parecían compartir, pero ella no se detuvo. Su paso era firme y decidido, un claro signo de que no quería escucharlo.
Frustrado, Daemon aceleró el paso, sintiendo cómo la molestia comenzaba a agitar su interior. Era una sensación familiar; Rhaella le recordaba tanto a Rhea que a veces le resultaba insoportable. La testarudez en sus ojos, la forma en que desafiaba el mundo con una mirada desafiante... era un reflejo de lo que él había conocido bien.
───── Rhaella, hija ───── llamó con un tono que pretendía ser autoritario, pero que solo sirvió para avivar la chispa de su ira.
Ella se detuvo por un instante, girando ligeramente la cabeza sin perder el ritmo de su caminar.
───── Que te quede claro que tu mío no eres nada ───── replicó con desgano, pero su voz contenía una furia latente.
Daemon contuvo una sonrisa juguetona; era imposible no encontrar cierto entretenimiento en esa dinámica tensa. La conocía bien; había pasado días observándola y descubriendo sus similitudes con Rhea. Era testaruda y malhumorada como ella, y eso lo exasperaba. Pero también lo intrigaba.
───── Cuando a ti te quede claro que yo soy tu padre ───── intentó rematar con un tono despectivo ───── ¿La zorra de bronce no te lo hizo saber cuando eras pequeña? ───── sabía que eso la haría reaccionar.
Y efectivamente, lo hizo. La ira brotó de ella como un volcán en erupción.
───── ¡No llames de tal manera a mi madre! ───── exclamó, la cara ardiente por la rabia contenida.
Daemon sintió una punzada de satisfacción al ver cómo sus palabras habían encontrado su objetivo.
───── Rhaella ───── ignoró por completo su reacción y comenzó, tratando de mantener un tono que sonara más autoritario que suplicante ─────. ¿Has pensado en mi propuesta? Unirte a mi lado en la guerra podría ser beneficioso para ambos.
Rhaella se detuvo de golpe, girando su cabeza con los ojos centelleantes.
───── ¿Unirme a ti? ───── replicó, su voz fría como el acero ───── Ni que fueras tú quien se sentara en ese trono, solo lo haré si la reina misma me lo propone. No me interesa lo que un simple accesorio de la Rhaenyra tenga que decirme.
La respuesta fue como un puñetazo en el estómago para Daemon. La desdén con la que ella se refería a su posición le encendió la ira. Se acercó un paso más, intentando mantener la calma aunque su voz comenzaba a temblar de frustración.
───── ¿Accesorio? ───── repitió, intentando contener su indignación ─────. Eres tonta si crees que puedes ignorar el poder que tengo y lo que puedo ofrecerte. No ves más allá de tu orgullo.
───── ¿Orgullo? ───── Rhaella lo miró desafiantemente, cruzando los brazos sobre el pecho ───── No tengo orgullo por seguir a alguien como tú. No me interesa tu poder ni tus promesas vacías. ───── quiso seguir con su camino pero él se lo impidió tomando de su brazo. Daemon sintió cómo una oleada de rabia le subía por el pecho.
───── Escucha, Rhaella ───── dijo él, intentando adoptar un tono más persuasivo ───── Esta guerra no es un juego; es una lucha por nuestro futuro, por el futuro del trono de hierro. Si te unes a mí, podrías tener más poder del que jamás imaginaste.
───── ¿Y qué? ¿Ser parte de tu ejército y seguir tus órdenes ciegamente? No soy un peón en tu tablero, Daemon ───── respondió ella con firmeza, sin dejarse influir por sus palabras manipuladoras.
El silencio entre ellos se hizo pesado antes de que Daemon hablara nuevamente, su voz ahora llena de frustración.
───── Entonces, ¿te piensas quedar al margen mientras todo se desmorona? ¡Eres tan ciega como tu madre! Ella nunca entendió el valor del poder...
Rhaella lo interrumpió con una risa amarga.
───── No compares mi visión con la de ella. Tal vez mi madre puede haber cometido errores, uno de ellos casarse contigo el peor de todos, pero al menos tuvo el valor de ser fiel a sí misma. A diferencia de ti, que solo buscas aprovecharte de la guerra y manipular a todos a tu alrededor.
La ira en los ojos de Daemon creció hasta convertirse en una tormenta oscura que acecho sin duda todo Harrenhal.
───── ¡Tú no sabes nada! ───── gritó él, incapaz de contenerse más ─────. Siempre has estado demasiado ocupada mirándote al espejo para ver lo que realmente ocurre a tu alrededor.
Rhaella dio un paso hacia él, desafiante.
───── Y tú no has hecho más que esconderte detrás de tu propio ego y tus ambiciones. Si realmente quisieras hacer algo bueno por el reino, dejarías atrás tus rencores y trabajarías con quienes realmente importan.
El intercambio se volvió cada vez más feroz; las palabras eran dagas afiladas lanzadas entre ambos sin piedad. Cada insulto y cada verdad dicha resonaban en el aire cargado de resentimiento y frustración.
Daemon se detuvo un instante, respirando hondo para calmarse antes de volver a insistir, algo que detestaba. No podía permitirse perder a Rhaella, no sabiendo el gran aporte que haría en la guerra.
───── Rhaella ───── comenzó nuevamente, su voz ahora más firme y casi suplicante ───── Piensa lo que te ofrezco. La guerra está en marcha y la única forma de sobrevivir es unirte a mí. No puedes quedarte al margen mientras todo se desmorona y Rhaenyra se queda sin su derecho al trono.
Rhaella lo miró con desdén, sintiendo cómo la paciencia comenzaba a agotarse.
───── ¿Sobrevivir? ¿O ser parte de tu oscuridad? No me harás cambiar de opinión, Daemon. La gente ya está cansada de tus trucos y manipulaciones.
Daemon se acercó más, su mirada afilada como una espada. Ya estaba cansado de insistir odiaba eso.
───── ¿Y qué sabes tú de lo que la gente piensa? Eres una niña que no comprende las realidades del mundo. Este reino necesita líderes fuertes, no soñadores que se esconden detrás de ideales vacíos.
Rhaella soltó una risa amarga nuevamente, cruzando los brazos con desdén.
───── Líderes fuertes como tú, que son temidos y no respetados. Eres un hombre oscuro, Daemon, y por eso Poniente te detesta. La gente habla y se pregunta cómo alguien como tú puede ser consorte de la reina y pensar que puede gobernar.
La ira en el rostro de Daemon se intensificó al escuchar esas palabras.
───── ¡Cuida tu boca niña! ───── advirtió, su voz resonando en el pasillo ─────. Soy más que un simple consorte; tengo ambiciones y habilidades que muchos desearían tener. ¡No soy solo el esposo de la reina, mucho menos un accesorio para ella!
───── Pero eso es lo que eres ───── respondió Rhaella con frialdad ─────. Te crees rey solo por tu ego inflado, pero en realidad solo eres un accesorio en su reinado.
Daemon sintió cómo cada palabra de Rhaella era como un golpe directo a su orgullo.
───── ¡Basta! No tienes idea de lo que he hecho por este reino! He luchado y sacrificado más que cualquier otro para mantener el orden ───── gritó él, incapaz de contenerse más.
Rhaella se acercó un paso, su voz ahora implacable.
───── ¿Sacrificio? ¿O simplemente buscas poder para satisfacer tu propia ambición? La gente no respeta a un hombre como tú; te temen porque saben hasta dónde puedes llegar por obtener lo que quieres.
Daemon respiró hondo, intentando calmarse, pero la rabia seguía burbujeando dentro de él.
───── Eres una ingrata si piensas así ───── dijo él con desprecio ─────. He intentado ofrecerte una oportunidad para ser parte del verdadero poder. Pero parece que prefieres quedarte atrapada en tus ilusiones.
La discusión se volvía cada vez más intensa; sus voces llenaban el espacio con una mezcla de frustración y rencor. Rhaella sabía que tenía razón al enfrentarlo, pero la obstinación de Daemon era agotadora.
───── Tienes razón sobre algo: prefiero mis ilusiones antes que aceptar vivir bajo tu sombra oscura ───── le espetó ella ─────. No te necesito para triunfar ni para hacer lo correcto.
Daemon dio un paso atrás, sorprendido por la fuerza con la que ella defendía sus ideales. Pero eso solo avivó su furia.
───── Entonces serás responsable de las consecuencias ───── dijo él con una voz sombría ─────. Cuando todo esto estalle y te encuentres sola, no me culpes a mí por no haberte advertido.
Rhaella sonrió cínicamente, sintiendo cómo el desafío corría por sus venas.
───── No tengo miedo de enfrentar las consecuencias de mis decisiones; tampoco te tengo miedo a ti y a tus amenazas, estuve sola toda mi vida algo normal para mí, estarlo en medio de una guerra no es una gran amenaza.
Rhaella se dio la vuelta con firmeza, dejando a Daemon con la palabra en la boca, como un eco vacío que se desvanecía en el aire. Sin emitir otra palabra, su figura se alejó, elegante y decidida, mientras su cabello danzaba al compás del viento.
Daemon, plantado en su lugar, sintió cómo las dudas comenzaban a asediarlo. La imagen de su hija, fuerte y resuelta, se grabó en su mente como un recordatorio incómodo de lo que había perdido y de lo que aún podía perder. No podía evitar sentir un rencor hacia ella; era un reflejo de Rhea, esa mujer que aborrecía tanto, esa simple similitud le resultaba un dolor de cabeza.
El sabía que Rhaenyra necesitaba a alguien así a su lado, alguien capaz de defenderla y apoyarla al mismo tiempo. Y ahí estaba ella, dispuesta a ser esa persona en medio del caos.
Sin embargo, la espera para reunir a su esposa e hija parecía interminable. Rhaella caminaba hacia un futuro incierto, mientras Daemon se quedaba atrás, sumido en sus propios pensamientos oscuros. ¿Que tendría que hacer para traerla a su lado?
La sala comedor del palacio de Harrenhal se encontraba sumida en una penumbra suave, iluminada apenas por la luz vacilante de las antorchas que danzaba al compás del viento que se colaba por las rendijas. Rhaella, estaba absorta en la lectura de un libro de poesía que lord Simón le había entregado.
La cena había concluido, y aunque la noche ya había caído, su mente resistía el llamado del descanso. Sabía que debía marcharse a su cuarto, pero la idea le resultaba desalentadora.
La jornada había sido especialmente agotadora. Los baúles provenientes de Runestone habían llegado, trayendo consigo el peso de un hogar que ya no quería recibirla. Su corazón se encogió al recordar las tierras donde había sido educada para ser heredera cuando la mayoría de edad llegara a ella, un lugar que ahora parecía haberla desterrado. Su primo, ese hombre arrogante y lleno de ambición, era ahora el símbolo de su rechazo. Rhaella lo detestaba con cada fibra de su ser.
Con un suspiro profundo, dejó sus pensamientos atrás y se sumergió nuevamente en la lectura, cuando la luz tenue de una vela interrumpió su concentración. Simón Strong apareció en el umbral del salón, sosteniendo una vela en una mano y varios sobres en la otra.
───── Mi lord ───── dijo Rhaella levantando la mirada de su libro al verlo frente a ella.
───── Rhaella ───── respondió él con una leve sonrisa ───── ¿aún sigues aquí? No parece que te moleste el ambiente frío y sombrío de este salón.
───── No puedo conciliar el sueño ───── confesó ella con un tono melancólico ───── Ya sabe usted cómo están las cosas. Me desterraron de Runestone y eso me deja confusa sobre el porqué de esta decisión.
Simón dio un paso más hacia ella, dejando los sobres sobre la mesa antes de tomar asiento a su lado.
───── La política es un juego cruel, hija ───── dijo él con voz suave ───── A veces los movimientos en el tablero no tienen sentido para quienes son las piezas. Pero no deberías permitir que esa decisión te consuma. Eres más fuerte de lo que crees, además aquí siempre serás bien recibida.
Rhaella sentía una mezcla de emociones mientras se aferraba al viejo hombre, la calidez de su abrazo envolvía su corazón en un manto de consuelo. Él había sido un faro de bondad que siempre sabía qué decir para animarla. La idea de derrumbarse ante él era tentadora, pero las palabras de Lord Simón resonaban en su mente, ella era fuete. Esa fuerza, sin embargo, parecía más frágil que nunca en ese momento.
───── Ven aquí ───── dijo él, extendiendo sus brazos con una ternura que solo los años podían destilar. Rhaella se lanzó a su encuentro, abrazándolo con todas sus fuerzas como si en ese gesto pudiera absorber un poco de su sabiduría y calma.
El abrazo fue un refugio, un instante suspendido donde el mundo exterior se desvanecía. Rhaella necesitaba ese contacto humano más que nunca; sentía que el peso de la soledad comenzaba a disiparse.
───── Siempre estaré para lo que necesites, Rhaella, no dudes de ello ───── murmuró Lord Simón al separarse, sus ojos llenos de una promesa inquebrantable.
Ella forzó una sonrisa mientras una lágrima rebelde amenazaba con escapar. Con esfuerzo, la contuvo, sintiendo que esa pequeña muestra de vulnerabilidad podría romper el encanto del momento.
───── Se lo agradezco de verdad ───── respondió ella, dejando que la sinceridad adornara sus palabras. La sonrisa del anciano se reflejó en su rostro como un espejo.
Lord Simón aclaró su garganta con un gesto teatral y miró a Rhaella con una chispa traviesa en los ojos.
───── Un pezcesito angustiado busca de tus respuestas, querida ───── dijo, levantando las cejas en una expresión cómplice.
Rhaella frunció el ceño, confusa por la metáfora del anciano. Sin embargo, su curiosidad creció cuando él le mostró los tres sobres que sostenía entre sus manos arrugadas.
───── ¿Conoces al próximo señor supremo de Riverlands? ───── preguntó él con una sonrisa enigmática.
En el rostro de Rhaella una gran sonrisa floreció. Tomó las cartas con delicadeza, sintiendo el papel suave entre sus dedos.
───── Tres cartas en un día significa que lo dejaste cautivado. Suerte con ello ───── dijo Lord Simón antes de girarse para marcharse, dejando atrás a Rhaella envuelta en una mezcla de nostalgia y emoción.
Y desde su lugar de hace unos ratos abrió la primera carta.
❛ QUERIDA RHAELLA,
Espero que te encuentren bien en Harrenhal, aunque la distancia y el silencio a veces parecen abrumadores. No quiero parecer extraño, pero debo confesarte que no he podido dejar de pensar en ti desde la última vez que te vi, por ello te escribo...
La memoria de esos momentos compartidos ha quedado grabada en mi mente, iluminando mis días con una luz cálida y nostálgica, ya te lo confesé pero quiero decirlo una vez más, eres tan interesante y me encantaría conocerte mejor, porque sé que debes de ser deslumbrante.
Mi mayor deseo es que al llegar a tu hogar en el valle estés rodeada de tus seres queridos, disfrutando de la paz y la felicidad que mereces. Sin embargo, me inquieta la idea de que algo malo haya podido ocurrir. La incertidumbre me acompaña mientras imagino cómo te encuentras en este momento.
No sé bien cómo expresar lo que siento; las palabras a menudo se desvanecen cuando intento ponerlas en papel. Quizás sea la timidez o el temor a incomodarte lo que me impide ser completamente franco. Por eso, he decidido no redactar aquí lo que realmente pienso, aunque el impulso de hacerlo es fuerte.
Con la esperanza de que esta carta llegue pronto a tus manos, te envío mis mejores deseos y un sincero anhelo de reencontrarnos.
Con el deseo ferviente de verte,
OSCAR TULLY. ❜
Rhaella sonrió al terminar de leer la carta de Oscar, sintiendo cómo un suave rubor se apoderaba de sus mejillas. Esa mezcla de sorpresa y alegría era un torrente de emociones que la envolvía, y, sin embargo, una pequeña sombra de duda la asaltó. ¿Le encantaba realmente? La idea parecía un tanto extraña al principio, pero la verdad era innegable: Oscar tenía una forma de ser que la intrigaba y la cautivaba, un halo de interés que la mantenía en vilo.
Con el corazón latiendo con más fuerza, tomó entre sus manos la segunda carta. Sin embargo, al abrirla, sus ojos se encontraron con un vacío desconcertante. Frunció el ceño al girar el sobre, y fue entonces cuando una delicada pulsera de plata cayó suavemente en su palma. El brazalete era sutil y elegante, adornado con una hermosa flor que parecía cobrar vida bajo la luz tenue que iluminaba su habitación. Era un gesto tan tierno que le hizo sentir un cosquilleo en el estómago.
- Qué dulce detalle - pensó para sí misma, mientras colocaba el brazalete en su muñeca, sintiendo cómo el metal frío se ajustaba a su piel cálida.
Con emoción, Rhaella dirigió su atención a la tercera carta, cuya forma prometía algo especial. La anticipación crecía dentro de ella como un fuego avivado por el viento. Al abrirla con delicadeza, se dejó llevar por la curiosidad mientras desdoblaba el papel con cuidado.
❛ QUERIDA RHAELLA
Espero que esta carta te encuentre bien y rodeada de la calidez que siempre irradias y espero que te haya gustado la pulsera, el joyero de mi familia la ofreció y sin dudarlo pensé que sería un bonito gesto para darte.
Cada vez que pienso en ti, un torbellino de emociones se agita en mi interior, y no puedo evitar sentirme un tanto nervioso ante la posibilidad de que mis palabras no hagan justicia a lo que realmente quiero expresar.
Tu presencia tiene una forma mágica de iluminar los momentos más oscuros, convirtiendo lo ordinario en extraordinario, solo estuvimos juntos dos veces pero eso me hiciste sentir en aquellos momentos. Me he dado cuenta de que compartir tiempo contigo es un regalo; cada risa y cada palabra se convierten en recuerdos atesorados. Sin embargo, debo ser honesto: tus ojos, tan llenos de vida y determinación, me llenan de admiración y a la vez me descolocan. No puedo evitar sentirme un poco torpe a tu lado, como si las palabras se me escaparan en el aire.
Quiero que sepas que no hay razón alguna para entristecerte o dudar de tu fortaleza. Eres una persona valiente y poderosa; esa cualidad irradia desde tu ser y es algo que todos los que te rodean pueden apreciar. En los momentos difíciles, recuerda siempre esa fuerza interna que llevas contigo; es un faro para quienes tienen la suerte de conocer tu corazón.
Espero que al leer estas líneas sientas ese mismo impulso de alegría y determinación que tú provocas. La vida puede ser desafiante, pero estoy convencido de que tienes la capacidad para superar cualquier obstáculo que se presente en tu camino. Nunca subestimes el impacto positivo que tienes en los demás.
Con la esperanza de verte pronto y compartir más momentos juntos.
Con aprecio,
OSCAR TULLY. ❜
Rhaella cerró la carta con suavidad, sosteniéndola entre sus manos temblorosas. Las palabras de Oscar Tully resonaban en su mente como un eco dulce y persistente.
La forma en que él describía su presencia, su fortaleza y el impacto que tenía en su vida la hizo sentir especial, y eso que apenas se conocían.
Su corazón latía con fuerza, un ritmo desconocido que la llenaba de una mezcla de felicidad y nerviosismo. La sinceridad de Oscar le tocó el alma; se sentía vista y valorada de una manera que nunca había experimentado. Era como si él hubiera destapado una parte de ella que había permanecido oculta, despertando sentimientos profundos y confusos que la llenaban de emoción.
Sin embargo, al darse cuenta de que no tenía pergamino ni pluma para responderle en ese momento, una pequeña frustración se apoderó de ella. Deseaba contestar de inmediato, expresar todo lo que su corazón sentía, pero sabía que tendría que esperar. "Mas tarde", pensó, "Buscaré la manera de hacerlo".
Mientras tanto, sonrió al recordar las palabras alentadoras sobre su fortaleza. Se sintió inspirada por su confianza en ella; era un recordatorio poderoso de quién era realmente, más en estos momentos donde la vulnerabilidad se apoderaba de ella.
AUTHORS NOTE
¡CAPÍTULO SEIS! 🙌
¿OPINIONES?
No es mi capítulo favorito pero me encantó
de todas formas.
Se que tal vez ya les parezca medio pesado el simple hecho de que Rhaella no perdone a Daemon o siga insistente con su rechazo hacia el. Pero es que Rhaella es una persona débil, no confía fácilmente más aún a quien le provocó tanto daño a su madre y tuvo que ver con su pasado. Espero que entiendan eso.
¡ESPERO QUE VOTEN Y COMENTEN!
@BILVSK_
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