°.✩ ── ❛001. harrenhal ❜

001. HARRENHAL


❛❛ 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘯𝘰 𝘴𝘢𝘣í𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘭 𝘤𝘳𝘶𝘻𝘢𝘳 𝘭𝘰𝘴 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘯𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘮𝘶𝘳𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘴𝘵𝘪𝘭𝘭𝘰, 𝘦𝘭 𝘢𝘪𝘳𝘦 𝘴𝘦 𝘭𝘭𝘦𝘯𝘢𝘳í𝘢 𝘥𝘦 𝘴𝘦𝘤𝘳𝘦𝘵𝘰𝘴 𝘺 𝘴𝘪𝘯 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘳𝘭𝘰, 𝘴𝘶 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘵𝘰𝘮𝘢𝘳í𝘢 𝘶𝘯 𝘨𝘪𝘳𝘰 𝘪𝘯𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘥𝘰. ❜❜

RHAELLA SE SENTÓ AL BORDE DE SU CAMA, sintiendo el peso de la armadura de su madre sobre sus hombros. La luz del sol se filtraba a través de la ventana, iluminando los detalles dorados de la armadura, pero también acentuando las sombras en su rostro. Se miró nuevamente en el espejo, un objeto que parecía tener vida propia, reflejando no solo su apariencia sino también sus inseguridades más profundas.

- ¿Por qué me siento así? - murmuró para sí misma, mientras sus dedos trazaban con suavidad la línea de su mandíbula. La pálida complexión que veía en el espejo le resultaba ajena. Sus labios, que solían ser de un rojo vibrante, parecían desdibujarse entre la palidez de su piel. Se preguntó si alguna vez podría sentirse cómoda en su propia piel.

La puerta se abrió repentinamente, y Rhaella dio un salto, sorprendida por la intrusión.

───── Por los siete, Danae, me has asustado ───── se llevó una mano a la cabeza como si pudiera calmarse con ese gesto.

───── Lo siento mucho, mi lady ───── respondió Danae, su dama, con un tono suave y conciliador mientras cerraba la puerta detrás de ella. Sus ojos eran sinceros y cálidos, siempre dispuestos a ofrecer consuelo. A pesar de ser solo tres años mayor que Rhaella, había asumido un aire de sabiduría que la joven admiraba.

───── Tranquila... ───── intentó sonreír Rhaella, pero la mueca era más una distorsión de su angustia que una expresión genuina. Era como si llevara una carga invisible sobre sus hombros.

Danae se acercó, tomando las manos temblorosas de Rhaella entre las suyas. La conexión era palpable; sus dedos entrelazados ofrecían un sentido de seguridad que la joven necesitaba en ese momento.

───── ¿Ocurre algo, mi lady? ───── preguntó Danae con preocupación genuina en sus ojos.

Rhaella soltó un suspiro pesado, como si cada palabra fuera un esfuerzo monumental.

───── No sucede nada... bueno, tal vez sí ───── dijo mientras se dejaba caer hacia atrás sobre la cama. Miró al techo por un momento antes de volver a enfocarse en Danae ───── No me siento ciertamente lista para viajar a Harrenhal. Tengo esta... angustia dentro de mí y no sé por qué. Solo siento que algo malo está por suceder...

La voz de Rhaella temblaba ligeramente al confesar sus pensamientos más oscuros, pero encontró consuelo en los ojos comprensivos de Danae.

───── No diga eso ───── replicó Danae con firmeza ───── Su viaje será maravilloso; usted es fuerte y valiente. Nada podrá arruinarlo.

Rhaella sintió una chispa de esperanza ante las palabras reconfortantes de su dama. Pero las dudas seguían acechando en su mente como sombras persistentes.

───── Ahora levántate con esa valentía que te caracteriza y vuela hacia Harrenhal ───── continuó Danae, sonriendo con confianza ───── Pero mantente atenta ante todo; fuertes tormentas están acechando ese lugar en estos mismos momentos.

Las manos entrelazadas se separaron lentamente mientras Rhaella se incorporaba a una postura más erguida. Miró a Danae y vio la determinación reflejada en su rostro; era contagiosa.

───── Gracias, Danae susurró Rhaella con gratitud genuina ───── Necesitaba escuchar eso y contar con el apoyo de alguien. ───── mostró una cálida sonrisa a su dama de compañía.

Danae asintió con una sonrisa alentadora antes de dirigirse hacia la puerta.

───── Recuerda: tu dragón es tu aliado más poderoso. Confía en él tanto como confías en ti misma. ───── sonrió la joven ───── Cuando termines de tu audiencia con Ser Simon vuela de regreso, no te quedes más de lo requerido, linda. Aquí estaré para esperarte. ───── Rhaella asentía a cada palabra suya, lo haría.

Con esas palabras resonando en su mente, Rhaella tomó una profunda respiración y se levantó completamente. Sabía que el viaje sería solitario, pero no estaba sola: tenía a Bloodfyre a su lado y el apoyo inquebrantable de Danae en su corazón. Mientras miraba por la ventana hacia el horizonte distante donde Harrenhal esperaba, sintió una mezcla de emoción y miedo burbujear dentro de ella; era el preludio de una aventura que cambiaría su vida para siempre.

Bajando por las escaleras de piedra de la fortaleza, Rhaella ajustó sus guantes con cuidado, asegurándose de que cada dedo estuviera en su lugar. La brisa fresca del valle la envolvía mientras se acercaba a su dragón, Bloodfyre, que la esperaba con una majestuosa presencia. Era un espectáculo ver a aquel dragón, con sus escamas brillantes como el fuego al sol. A pesar de sus diecisiete años, ya poseía una imponencia que muchos dragones adultos envidiarían.

───── ¡Hola, Bloodfyre! ───── saludó Rhaella en el antiguo idioma de los dragones, manteniendo en todo momento una gran sonrisa iluminada por la emoción de volver a volar con su fiel amigo. Mientras trenzaba su cabello con una liga, sintió el cosquilleo del aire fresco contra su rostro. ───── Me alegra verte también, amigo. ───── exclamó mientras acariciaba suavemente el hocico del dragón. Este respondió con un profundo suspiro, como si compartiera el mismo sentimiento de alegría.

Uno de los cuidadores se acercó con una mirada preocupada. Su expresión era seria, pero había un aire de respeto en su voz.

───── Mi lady, le aconsejamos que frene cada vez que las lloviznas sean fuertes ───── comenzó el cuidador, ajustando la capa que llevaba sobre los hombros. ───── Ciertamente, hemos notado que Bloodfyre no se ve muy complacido de salir a volar en tales condiciones. A veces se siente inquieto... difícil de describir exactamente. Solo asegúrese de que su dragón se mantenga tranquilo ante todo; si nota que la lluvia lo angustia, simplemente cese el vuelo.

Rhaella asintió con determinación. Sabía que la conexión entre ella y Bloodfyre era especial y que debía cuidar de él tanto como él cuidaba de ella.

───── Está bien... ───── respondió con firmeza mientras se acomodaba sobre el lomo del dragón, sintiendo la calidez de su cuerpo bajo ella. Mirando al horizonte donde las nubes comenzaban a oscurecerse, se sintió llena de energía y aventura. ───── ¡Vuela alto, Bloodfyre! ───── ordenó con voz decidida.

Y así lo hizo. Con un poderoso batir de alas, Bloodfyre se elevó hacia los cielos en un instante, dejando atrás la fortaleza y llevando a Rhaella hacia lo desconocido. El viento azotaba su rostro mientras ascendían, y por un momento todo parecía perfecto.

Mientras surcaban las nubes hacia Harrenhal, Rhaella no podía imaginar la serie de eventos que le aguardaban allí. La emoción del vuelo contrastaba con una inquietud en su pecho; algo le decía que este viaje cambiaría todo lo que conocía. Pero en ese instante solo quería disfrutar del momento y la libertad que le daba su dragón.

A medida que se acercaban a Harrenhal, la silueta del castillo comenzó a delinearse en el horizonte; sus torres desgastadas por el tiempo parecían contar historias antiguas. Sin embargo, Rhaella no podía saber que esas historias estaban a punto de entrelazarse con la suya propia en formas inesperadas y sorprendentes.

UNA VEZ DENTRO DE AQUE VIEJO CASTILLO, Rhaella observó la gran sala con atención, sintiendo el peso de la historia que se albergaba en sus muros desgastados. Las sombras danzaban a la luz de la hoguera, creando un ambiente que, a pesar de su desolación, tenía una extraña belleza. La mesa redonda, aunque austera, estaba dispuesta con un par de platos de cerámica y utensilios de metal que brillaban tenuemente.

───── Tenía cierto temor por su llegada, mi lady ───── repitió Ser Simon Strong, su voz resonando en el aire frío del castillo. Sus ojos, a pesar de la edad, reflejaban una curiosidad genuina.

Rhaella, sorprendida por la sinceridad del hombre, dejó que un ligero suspiro escapara de sus labios. Se acomodó en su asiento, sintiendo el calor de la hoguera envolverla gradualmente.

───── ¿Temor? ───── inquirió Rhaella, frunciendo ligeramente el ceño. ───── ¿Acaso no es un honor recibir a una noble en su hogar?

Ser Simon se rascó la barba canosa y sonrió con amabilidad.

───── Un honor, sí. Desde luego que me llena de gusto contar con su presencia, mi lady ───── admitió ───── Pero también un riesgo. Los tiempos son inciertos y las alianzas pueden volverse frágiles.

Rhaella tomó otro sorbo de té, esta vez notando cómo el calor del líquido le reconfortaba el estómago vacío.

Lord Simon se acomodó en su asiento, con la mirada fija en Rhaella, como si cada palabra que iba a pronunciar pesara en el aire. La luz tenue de la habitación resaltaba los rasgos serenos de su rostro, pero había un matiz de preocupación en sus ojos.

───── La muerte repentinamente del príncipe Lucerys ciertamente ha dejado a todos conmocionados ───── continuó Ser Simon, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos. ───── La familia real está en caos. Y con la inestabilidad del reino, es un momento delicado para aquellos como nosotros.

Rhaella asintió lentamente, sintiendo el peso de las palabras del lord. La política y los juegos de poder nunca habían sido ajenos a ella, pero la brutalidad del mundo que la rodeaba parecía intensificarse con cada noticia trágica.

Rhaella sintió que un escalofrío recorría su espalda. La noticia del fallecimiento de Lucerys Velaryon había llegado a sus oídos como un susurro entre las sombras del palacio.

───── Oí cada parte de aquella noticia, mi lord. Una desgracia total fue aquello ───── respondió ella, dejando la taza sobre la mesa con un ligero temblor ───── Fue cruel lo que le hicieron al príncipe. Un gesto de gran dolor matar a un niño inocente por asuntos de mayores... La reina debe estar sumida en un terrible duelo. No me imagino lo duro que debe ser perder a un hijo... ───── sus palabras se entrelazaron con recuerdos dolorosos; la pérdida de su madre cuando apenas contaba con tres años.

Lord Simon asintió lentamente, comprendiendo el peso de su dolor.

───── Lo es, créeme, es algo tan devastador ───── continuó él, su voz suave y comprensiva ───── La pérdida de un ser querido es una herida que nunca sana del todo. Cada día es un recordatorio de lo que ya no está. ───── Rhaella asentía aquellas palabras tan sabias, el viejo hombre tenía razón.

Rhaella miró hacia el techo, donde gotas delgadas pero rápidas comenzaban a caer de él, como si el mundo exterior también llorara por la tragedia.

───── La vida sigue adelante, pero el vacío siempre queda ───── dijo ella con un suspiro profundo ───── A veces siento que el tiempo se detiene en esos momentos oscuros.

Lord Simon se inclinó ligeramente hacia ella, como si quisiera compartir ese peso.

───── El tiempo puede ser un aliado o un enemigo; depende de cómo decidamos recordarlos ───── reflexionó ─────. Quizás sea momento de honrar su memoria en lugar de dejar que el dolor nos consuma.

Rhaella sonrió débilmente ante esa idea, sintiendo una chispa de consuelo en medio de la tristeza.

───── Tal vez tenga razón ───── respondió ella ─────. Recordarlos con amor puede ser una forma de mantenerles vivos dentro de nosotros.

Ambos compartieron un instante de silencio, permitiendo que las palabras flotaran en el aire mientras la lluvia caía cada vez más fuerte por los muros de la fortaleza como tristes lágrimas.

Rhaella levantó la mirada, sintiendo el peso de la muerte y la pérdida de un ser querido, un dolor que amenazaba con desbordarse. Sin embargo, no había venido a llorar frente a Simon Strong; los asuntos políticos requerían su atención, y debía mantener la compostura.

───── A lo que venía, mi lord ───── comenzó, esforzándose por infundir firmeza en su voz para captar la atención del anciano ─────. Mi primo le ha informado acerca de las reformas necesarias para Harrenhal, ¿verdad? ───── dijo mientras daba un sorbo a su té, finalmente vaciando la taza.

Lord Simon negó con rapidez, lo que llevó a Rhaella a comprender que era su turno de hablar.

───── Estoy convencida de que usted está de acuerdo con ello. Este lugar indudablemente merece una reforma ───── observó su entorno con una mezcla de desdén y respeto ─────. Hay goteras en los techos, y no es un hogar acogedor para recibir visitas. Debo decir que este lugar es más frío que el norte, sin ofender, mi lord.

───── Lo entiendo ───── respondió el anciano con una voz cansada, acariciándose la barba blanca.

───── Es un gran castillo, no debería estar en abandono y desperdicio. A pesar del clima riguroso que está acechándolo últimamente, sus vistas son encantadoras; el árbol ancestral es una maravilla ───── una sonrisa iluminó el rostro de la joven ─────. Mi primo está dispuesto a ayudar con la reforma de este lugar, pero ya sabe cómo funcionan los tratos políticos... ───── hizo una pausa y observó al viejo Simon con seriedad.

Él asintió rápidamente, mostrando que comprendía la gravedad de sus palabras.

───── Mi primo desea algunas de sus tierras. Sabemos que no poseen muchas, pero busca al menos un terreno mínimo ───── su mirada se volvió intensa mientras se dirigía al anciano ─────. Es imperativo para nosotros.

───── Entiendo... ───── murmuró Lord Simon, su expresión se tornó pensativa.

───── Por ello, además ofrecerá treinta de sus hombres y veinte de sus damas para diversas áreas de este lugar. Doncellas, cocineros y jardineros no faltarán si usted acepta el trato, mi lord ───── prosiguió Rhaella con determinación ─────. Pero necesita ceder parte de sus tierras...

El anciano se removió en su asiento; en sus ojos se reflejaba una inquietud palpable.

───── El problema aquí, joven Rhaella... es que nosotros no poseemos dichas tierras. Este castillo desolado es todo lo que tenemos ───── dijo el viejo hombre mientras se pasaba las manos por la barbilla, visiblemente angustiado
─────. Pero requerimos de su ayuda... No sé qué hacer...

Rhaella sintió un atisbo de compasión por aquel hombre. Era un anciano con hijos vagos viviendo bajo un techo que pronto podría desmoronarse. La pena se filtró en su corazón.

───── Ese es el trato, mi lord. De no ser así... dicho acuerdo será nulo ───── su voz permaneció tranquila pero firme.

La serenidad en Rhaella contrastaba con la creciente desesperación del anciano. Sabía que estaba atrapado entre sus obligaciones y la realidad desoladora que enfrentaba.

───── Pues entonces no será un trato, querida. Por más que desee una remodelación para este lugar, no la tendremos ───── dijo finalmente el viejo Simon, rompiendo el silencio compartido con la joven castaña.

Rhaella miró al hombre, comprendiendo su situación. Su primo anhelaba tierras, y Simon no poseía nada de ello. El trato ya era nulo; Simon Strong lo había rechazado.

Se levantó de golpe de la mesa, mirándolo con seriedad y firmeza, aunque en su interior sentía pena por aquel viejo hombre que con su carga en los hombros, moriría bajo aquel antiguo techo mientras dormía si no lo remodelaba.

───── Lo lamento, mi lord. Pero ese es el trato que usted está rechazando ───── dijo, aferrándose a la empuñadura de su espada.

Simon Strong también se levantó de su silla, mirando a la joven con un atisbo de tristeza.

───── Tienes razón, querida. Es algo triste; en verdad anhelaba darle vida a este lugar, pero supongo que prevalecerá así hasta que podamos mejorarlo ───── formó sus labios en una fina línea mientras fijaba su mirada en ella.

Rhaella sintió una punzada de dolor por él. Tal vez el viejo Simon la consideraba dura o fría, pero ella era una persona sensible que lidiaba con sus propias batallas y heridas cada día.

───── Lo lamento, mi lord ───── repitió Rhaella, su voz suave pero firme.

───── Es entendible; no tengo esas tierras. Es culpa mía, no la tuya, querida ───── dijo el viejo hombre tratando de ser compasivo al tocar su hombro.

───── Supongo que debo volver al valle. Nuestra charla ha terminado y el trato a sido negado ───── sonrió dulcemente Rhaella, sintiendo una mezcla de resignación y esperanza en su corazón.

Con elegancia y gracia, Simon Strong la guió hasta las afueras de la fortaleza. En el viejo y destruido jardín ancestral, donde un antiguo arciano reposaba, también se encontraba el gran Bloodfyre, su imponente figura destacando en medio del paisaje melancólico.

Sin embargo, ambos se detuvieron bajo el techo de la fortaleza antes de salir por completo al patio. La lluvia seguía cayendo con fuerza; las gotas eran finas pero rápidas, y parecían amontonarse sin cesar, como si el cielo no tuviera intención de detenerse.

Rhaella dudaba. Los guardianes del dragón habían advertido que no sería prudente volar sobre Bloodfyre en plena tormenta. Miró a Simon, quien le devolvió la mirada con preocupación.

───── La lluvia es intensa y se esperan peores para la noche y el crepúsculo de mañana, mi lady ───── dijo el viejo hombre, su voz cargada de una sabiduría que venía con los años ───── ¿Esta segura de que desea marcharse?

Rhaella sintió un nudo en el estómago; no estaba del todo segura ni decidida sobre lo que debía hacer. Su mente se debatía entre la urgencia de volver y la seguridad del momento.

───── Me pidieron no demorar, mi lord ───── respondió finalmente, su tono firme pero suave ─────. Le agradezco por recibirme, por el exquisito té y por escucharme. Pero debo marcharme ───── una sonrisa delicada adornó su rostro mientras miraba al hombre con gratitud ───── Gracias por su breve hospitalidad...

Con un ligero movimiento, Rhaella se dio la vuelta y corrió hacia su dragón dormido, sintiendo la conexión profunda que la unía a él. El sonido de la lluvia retumbaba en sus oídos mientras se acercaba a Bloodfyre, quien parecía descansar ajeno a la tormenta que azotaba el mundo exterior. A pesar de las dudas que la asaltaban, Rhaella sabía que su destino estaba ligado a aquel majestuoso ser alado.

Subida sobre la silla de Bloodfyre, Rhaella sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Con un movimiento firme, tomó las riendas del dragón, que despertó lentamente de su letargo. A pesar de haber dormido desde su llegada, el gran dragón lanzó un profundo gruñido, como si protestara por la interrupción de su sueño reparador.

La lluvia caía con fuerza, las gotas se estrellaban contra el lomo escamoso de Bloodfyre, creando un sinfín de pequeños estallidos que resonaban en el aire. Sin embargo, Rhaella sabía que no podían permitirse esperar más. Con un suave tirón en las riendas, instó al dragón a elevarse hacia los cielos grisáceos.

Con un potente batir de alas, Bloodfyre se alzó en vuelo, rompiendo la barrera entre la fortaleza y el vasto cielo. La tormenta arremetía con ferocidad; los vientos aullaban como un lamento lejano mientras las nubes cargadas de lluvia se arremolinaban a su alrededor. Cada golpe del viento parecía querer empujarles hacia abajo, pero Rhaella mantenía la mirada firme al frente, desafiando la tempestad.

A medida que ascendían, el paisaje se desdibujaba bajo una cortina de agua torrencial. La fortaleza Royce se convertía en una mancha distante, mientras el valle se extendía a sus pies como un lienzo en blanco cubierto por una neblina gris. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, había una inquietud latente; Rhaella sentía que aquella tormenta no solo traía consigo lluvia y viento, sino también presagios de cambios inminentes.

Relámpagos surcaban el cielo con destellos brillantes, seguidos de truenos que resonaban como ecos de advertencia. Era como si la tormenta misma estuviera tratando de comunicar algo; una fuerza poderosa que podía traer consecuencias insospechadas.

Rhaella apretó las riendas con determinación. Sabía que cada decisión que tomara podría alterar su destino y el de aquellos que dependían de ella. Así continuaron su viaje hacia el valle, desafiando los elementos y sus propios miedos, sin saber aún que esa tormenta era solo el principio de algo mucho más grande que ellos mismos.

Pero tan pronto como quiso emprender viaje, la tormenta se desató con una ferocidad inusitada, convirtiendo el cielo en un manto gris que parecía aplastar todo a su paso. Los vientos arremetían contra Bloodfyre, quien luchaba por mantenerse en el aire. Cada intento de ascender se traducía en una caída más pronunciada, y Rhaella podía sentir la tensión en los músculos del dragón joven. Las alas húmedas y el lomo empapado hacían que el vuelo fuera incómodo y peligroso.

De repente, un trueno retumbó con un estruendo ensordecedor, y Bloodfyre, presa del pánico, casi la arrojó de su silla. Sin pensar, Rhaella tomó una decisión; era mejor regresar que arriesgarse a perder la vida en medio de la tormenta. Con un giro decidido, dirigió al dragón hacia Harrenhal, su fortaleza ancestral.

Al aterrizar, el ambiente era muy diferente al de los cielos tempestuosos. Acelerando el paso, Rhaella atravesó los extensos y deteriorados pasillos de Harrenhal, donde las sombras parecían susurrar historias de tiempos pasados. Con un golpe decidido, abrió las puertas del comedor donde hace solo unas horas había estado con Ser Simon. El anciano estaba allí, de espaldas al fuego crepitante, rodeado por la compañía de sus hijos.

Al notar su presencia, el viejo Simon se levantó con rapidez. Su rostro arrugado se iluminó al verla.

───── ¡Por el hierro, Rhaella! ¿Qué haces aquí tan empapada? ───── exclamó con preocupación genuina mientras se acercaba a ella.

───── Lamento interrumpir en su cena, mi lord ───── respondió Rhaella con voz temblorosa por el frío ─────. Pero el clima era el peor para volar. Mi dragón no quiso y soportar esta tormenta; antes de morir congelada o quebrada, decidí regresar. Espero que no sea una molestia para usted y su familia.

Sus ojos recorrieron la mesa donde los hijos de Simon estaban atentos a la conversación entre él y la joven. La tensión del momento se aligeró con una risa suave cuando Simon sonrió ampliamente.

───── No es ninguna molestia, Rhaella ───── dijo él, su voz rebosante de calidez
───── Estamos aquí para ofrecerte un lugar seguro...

Rhaella sintió un alivio inmediato ante sus palabras y sonrió involuntariamente.

───── Siéntate con nosotros ───── continuó Simon, gesticulando hacia una silla vacía ─────. De espaldas al fuego así no te enfermas y evitas convertirte en víctima de un horrible resfriado. Además, siempre es de buena educación ofrecerle un plato de comida a quien lo necesita.

La sonrisa contagiosa del anciano hizo que Rhaella soltase una carcajada involuntaria. Su espíritu se levantó al escuchar esas palabras tan amables.

Finalmente, decidió ocupar el lugar en la mesa que le pertenecía a uno de los hijos de Simon. Se acomodó con gusto, dándole la espalda al fuego que chisporroteaba alegremente en la chimenea mientras servían una rica sopa humeante repleta de verduras frescas.

───── Gracias por su amabilidad ─────dijo Rhaella mientras probaba la sopa ───── . No sé qué habría hecho sin usted esta noche, mi lord.

───── Siempre es un placer tenerte aquí, ¡Has logrado caerme de maravilla, Rhaella! ───── respondió Simon con una sonrisa amistosa y alegrando a la joven de cabellera ondulada ─────. Y no te preocupes por la tormenta; aquí estás a salvo.

Rhaella sintió cómo la calidez del hogar comenzaba a ahuyentar el frío que había traído consigo desde el exterior. En ese momento supo que había tomado la decisión correcta al regresar a Harrenhal; rodeada por gente amable y acogedora como los Strong, sentía que podría enfrentar cualquier tempestad que viniera después.

Cuando la cena llegó a su fin, Simon la condujo con amabilidad hacia una de las muchas habitaciones de la fortaleza. Rhaella, con un tono suave, le agradeció, aunque no era parte de sus planes alojarse allí; no había otra opción más que refugiarse bajo ese techo. La tormenta afuera rugía con fuerza, y en cierta forma, se sentía resguardada de su furia.

El aposento que la acogía era un contraste absoluto con el que había dejado atrás en la residencia Royce. Allí, los colores vibrantes y la decoración elaborada hacían eco de una vida llena de calidez. En cambio, esta habitación se encontraba en un estado de decadencia; Sin embargo, a pesar de su desolación, Rhaella agradecía tener un lugar donde reposar.

Después de despojarse de su armadura, se enfundó en un vestido confeccionado con telas finas pero desgastadas que Simon Strong le había proporcionado. Se acercó a la ventana y contempló la lluvia interminable; el sonido del agua golpeando los cristales parecía reflejar su propia inquietud. No podía evitar pensar que no pasaría más de un solo día bajo ese techo; su verdadero hogar la llamaba insistentemente.

Se dejó caer pesadamente sobre la cama, envolviéndose en las mantas que cubrían el lecho. La cama era enormemente espaciosa, más grande que la suya en casa, pero el frío que emanaba parecía calar hasta los huesos. Sin una chimenea que brindara calor, temía que el invierno pudiera reclamarla esa noche. Se movió inquieta hacia un lado y trató de cerrar los ojos.

Pero el sueño se le escapaba como agua entre los dedos. Aborrecía esa incapacidad para descansar; cada intento era vano y frustrante. Finalmente, alzó la vista hacia el techo, sintiéndose atrapada en un mar de pensamientos tumultuosos. Después de varias imágenes confusas y recuerdos entrelazados, una figura emergió nítidamente: la de su padre.

Lo recordaba con una claridad inquietante, a pesar de haberlo visto solo una vez en su infancia. Su sonrisa era horrenda, llena de arrogancia; el cabello blanco como la nieve caía desordenado sobre sus hombros. Rhaella detestaba aquellos ojos fríos y altivos que habían mirado a su madre con desprecio. El rencor brotó en su corazón al recordar cómo había avergonzado a su madre y destruido su espíritu por completo. No podía sentir compasión por él; lo odiaba profundamente.

La molestia se instaló en aquella habitación sombría esa noche, junto con el resentimiento que llevaba dentro. ¿Cómo podía estar tan ausente? Agradecía no tenerlo cerca; no deseaba a un hombre mayor que no sabía lo que quería a su lado.

Después de atravesar ese laberinto de pensamientos y recuerdos imborrables, finalmente encontró el camino hacia el sueño. Se dejó llevar por las manos suaves de la noche, durmiendo serenamente bajo las mantas desgastadas.

AUTHORS NOTE

¡NEW CAP! 🙌

Te agradezco profundamente lector que voto y comento 💕

Como siempre, digamos NO a los lectores fantasmas, espero contar con su voto el día de hoy.

También me gustaría agradecer a una persona que ciertamente me inspiró a publicar este fanfic, Celes es esa persona, espero que estés leyendo esto.
Amo tu fic con Oscar, gracias por llenarme de inspiración, si bien y obviamente no será el mismo ni compartirán las mismas ideas te agradezco rotundamente. 🥹🙏

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Gracias por su lectura.


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